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Al pie de la montaña<br />
La meta se alzaba a más de 1700 metros de altura sobre nosotros. El Pico Naiguatá es el pico más alto de la cordillera<br />
de la costa, llegando a superar los 2700 metros sobre el nivel del mar. Por suerte, nuestro punto de partida<br />
no era ese nivel, ya que el primer punto de ascenso por la Av. Boyacá - Cota Mil, se encuentra a 1000 metros.<br />
Con la noche sobre nuestras espaldas nos reunimos en círculo<br />
para definir las últimas normas a seguir antes del comienzo.<br />
“Una persona tras otra, poca distancia entre cada una, regular el<br />
consumo de agua, pisar con cuidado pero con seguridad en cada<br />
paso y prohibido encender las linternas”. Si, de noche, en plena<br />
montaña, iluminados únicamente por la luna. Finalmente habíamos<br />
comenzado.<br />
La hora de partida fue a las 7:45 pm. La primera parte del recorrido<br />
transcurrió entre la emoción de comenzar y la expectativa<br />
de que tan bien rendiría físicamente durante la ruta. Hacía apenas<br />
una semana, en un intento por presumir de IronMan © , había<br />
sufrido una baja de azúcar que me costó ganarme el sobrenombre de “Verde” que resultó ser, mas que un problema,<br />
una ventaja a nivel de compromiso.<br />
Caminamos durante treinta minutos en una subida algo fuerte pero con la ventaja de la frescura de la noche hasta<br />
llegar al puesto de Guarda Parque la Julia para registrarnos, tomar un poco de agua y continuar. En este lugar<br />
me topé con una estatuilla de la Virgen María iluminada por las luces de varias velas, prometí que regresaría a<br />
ese mismo lugar habiendo cumplido mi meta. De este punto hasta “El Tanque” tardamos aproximadamente una<br />
hora con veinte minutos, la exigencia comenzaba a notarse y solo por prevención llevaba tres caramelos consumidos<br />
(que serían los últimos durante todo el recorrido por suerte para mí, ya que el azúcar y yo tenemos una<br />
relación amorosa complicada, cuando la necesito no está y cuando está mucho tiempo, empalaga). Aprovechamos<br />
para consumir toda el agua posible, recargar las botellas y recuperar el aliento para la subida que nos aguardaba<br />
entre la oscuridad y la vegetación de montaña.<br />
Bajo la luz de la luna<br />
Subir de noche colaboró no solo por la frescura del momento, sino que me permitió concentrarme más efectivamente<br />
en el camino; donde colocaba el pie en cada paso; como inclinarme para que los más de 12 kilogramos<br />
que cargaba en la espalda no me obligaran a retroceder, parar o bajar el ritmo; lo que me hizo olvidar en gran<br />
parte el cansancio.<br />
En 20 minutos nos encontrábamos en el “Mirador El Edén”,<br />
donde paramos por 15 minutos para recuperar la suficiente<br />
energía para la fuerte subida que venía, el ascenso por Dos<br />
Banderas hasta el primer punto de pernocta. Fueron pocos los<br />
comentarios que iban y venían en ese momento como preparativo<br />
psicológico antes de comenzar a subir. No podría hacer<br />
referencia a ninguno puesto que estaba más concentrado en<br />
lo que me esperaba que en lo que me decían para ese momento,<br />
siempre me he preguntado si otras personas también<br />
tienen ese pequeño reproductor mp3 que suena en tu cabeza<br />
con cualquier canción que se te ocurre en el momento solo<br />
para mantener el ritmo.<br />
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PROYECTO VP012014 ASCENSO AL PICO NAIGUATA (Septiembre, 12, 13 y 14 de 2014)