08.05.2015 Views

Fundamentos del Celibato Sacerdotal

Fundamentos del Celibato Sacerdotal

Fundamentos del Celibato Sacerdotal

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Tema 22. EL ORIGEN BIBLICO DEL CELIBATO SACERDOTAL<br />

22.1. ¿Sacerdotes casados?<br />

Que cada uno, pues,<br />

se quede en la situación<br />

en que estaba cuando Dios lo llamó...<br />

El hombre que se queda sin casarse<br />

se preocupa de las cosas <strong>del</strong> Señor<br />

y de cómo agradar al Señor<br />

(1 Corintios 7,20a.32).<br />

Otros eligen no casarse<br />

por causa <strong>del</strong> reino de los cielos<br />

(Mateo 19,12)<br />

Es común escuchar cuestionamientos como los siguientes, acerca <strong>del</strong> celibato de los<br />

sacerdotes:<br />

¿Por qué no se casan los sacerdotes? ¡Mejor sería que contrajeran matrimonio,<br />

para que entiendan mejor la vida de familia! ¡Supe de un padre que “colgó los<br />

hábitos” y se casó! ¡En la Biblia no se dice que los ministros vivieran sin mujer, pues<br />

eran casados! ¿Por qué, entonces, la Iglesia les pide a los sacerdotes guardar el<br />

celibato?...<br />

Estos y otros comentarios son muy comunes entre la gente. Unas veces lo hacen en serio y<br />

otras con ironía, cuando se trata de hablar <strong>del</strong> celibato sacerdotal; máxime cuando un sacerdote<br />

pide la dispensa de su ministerio para contraer matrimonio, o cuando se dan cuenta que los<br />

pastores o ministros de otras comunidades cristianas no católicas contraen matrimonio. Además,<br />

en las Iglesias de rito oriental, los sacerdotes se casan.<br />

22.2. El celibato ha existido siempre<br />

El celibato ha sido un hecho constante en la historia de la humanidad. Ha habido en todos<br />

los tiempos hombres y mujeres que no han elegido el matrimonio como forma de vida. En las<br />

comunidades religiosas, la virginidad ha ocupado un lugar especial. Sabemos que incluso en las<br />

religiones paganas se ha practicado el celibato; por ejemplo, es común entre los monjes hinduistas<br />

o budistas, y lo fue en las vírgenes de la religión <strong>del</strong> Imperio Romano llamadas "vestales" en la<br />

antigüedad. Entre los judíos, algunos de los monjes de Qumrán, los llamados “esenios”, eran<br />

célibes. Vivieron en los tiempos <strong>del</strong> Nuevo Testamento, aunque éste no los nombra.<br />

Pero también en la actualidad conocemos casos de personas que se han quedado solteros<br />

o solteras. Filósofos, artistas, músicos, escritores, políticos, etc. han preferido el celibato al<br />

matrimonio, para dedicarse plenamente a su ideal o profesión. Hay personas que no se casaron<br />

por prestar generosamente algún servicio a la propia familia o a la comunidad. Conocemos a<br />

Fieles a la Palabra<br />

Pbro. Mario Montes Moraga


muchas mujeres: hijas y hermanas, maestras y enfermeras, que han consagrado sus vidas a servir<br />

a los demás dejando a un lado un posible matrimonio.<br />

Otras personas no contrajeron matrimonio por causa de alguna enfermedad o limitación,<br />

o simplemente por no haber encontrado la persona con la que soñaron. También hay gente que<br />

no se casa por motivos egoístas o innobles; desgraciadamente también sucede. El celibato ha<br />

existido siempre. Pero el hecho que nos interesa aquí es el celibato específicamente cristiano, y en<br />

este caso, el de los sacerdotes de la Iglesia Católica.<br />

22. 3. ¿Aparece en la Biblia el celibato?<br />

En los primeros tiempos <strong>del</strong> pueblo judío, no se conocía el celibato como estado de vida.<br />

Se consideraba incluso una desgracia morirse sin haberse casado y sin hijos (Jue 11,37).Para una<br />

mujer judía, el casarse y tener hijos era una bendición de Dios (Sal 128,2-3); tan así era que si en<br />

alguna guerra morían muchos hombres, las mujeres intentaban casarse con los pocos que<br />

quedaban vivos, para poder tener familia (Is 4,1). La esterilidad era vista como una maldición.<br />

Recordemos los casos de Sara, Rebeca, Lía, Raquel y Ana, en el Antiguo Testamento que fueron<br />

estériles (Gén 11,30; 16,1; 25,21; 29,31; 30,1.22; 1 Sam 1,1-5). Y en el Nuevo Testamento tenemos<br />

a Isabel, la prima de la Virgen María (Lc 1,7.24; Rom 4,18-24).<br />

Pero con el tiempo, a la misma esterilidad se le dio valor positivo, en cuanto que se la<br />

relacionó con Dios (Sab 3,13). Lo mismo al hombre castrado o eunuco, se le consideraba dichoso<br />

por no haber cometido maldad, ni haber tenido malos pensamientos contra Dios, cuando antes<br />

era considerado como una maldición al estar mutilado (Sab 3,14; ver Dt 23,2). Y los profetas, como<br />

Isaías, ven al eunuco que antes había sido excluido <strong>del</strong> pueblo, como miembro integrante de la<br />

comunidad de salvación (Is 56,3-5). El único caso <strong>del</strong> Antiguo Testamento de celibato vivido como<br />

signo profético en Israel fue el <strong>del</strong> profeta Jeremías (Jer 16,2), al cual Dios le pidió que no se<br />

casara, como preludio de los últimos tiempos <strong>del</strong> pueblo, que iría al destierro de Babilonia.<br />

Pocos siglos antes de venir Jesucristo, en el pueblo judío se comenzó a tener un aprecio<br />

<strong>del</strong> celibato de las viudas. Por ejemplo, el libro de Judit nos dice que ella vivía en ese estado de<br />

viudez y era muy religiosa, que nadie hablaba mal de ella (Jdt 8,1-8). En los tiempos de Jesús, los<br />

"esenios" (que eran unos monjes judíos), practicaban el celibato y la renuncia de los bienes<br />

personales, porque pensaban que todo eso favorecía su entrega al servicio litúrgico.<br />

22. 4. El celibato cristiano a partir de Cristo<br />

Nosotros partimos de que el celibato cristiano nace <strong>del</strong> mismo Jesús, pues es el Señor el<br />

que comenzó a vivirlo, por su entrega a la voluntad <strong>del</strong> Padre y por la causa <strong>del</strong> Reino. Este<br />

ejemplo lo siguió muy pronto el apóstol san Pablo. Y desde los primeros tiempos de la Iglesia hubo<br />

una corriente incesante de cristianos, que se comprometieron con el evangelio viviendo el<br />

celibato. Pero, ¿cuáles son los motivos específicos <strong>del</strong> celibato cristiano? Los datos <strong>del</strong> Nuevo<br />

Testamento hablan <strong>del</strong> amor y consagración a Cristo, y de la dedicación al Reino. En rigor, no se<br />

trata de motivos diferentes, sino de modos distintos de expresar la misma realidad. Intentemos<br />

comprenderlo.<br />

Fieles a la Palabra<br />

Pbro. Mario Montes Moraga


El apóstol san Pablo habla <strong>del</strong> celibato uniéndolo a la posibilidad de complacer al Señor.<br />

Esta expresión significa “amarlo, darse, entregarse y consagrarse a Él” (1 Cor 7, 32). Esto implica<br />

una relación especial con Cristo y con la dedicación a las obras de bien. Pablo relacionó el celibato<br />

con el Reino de Dios completo, una anticipación <strong>del</strong> estado en el que ya no habrá matrimonio. Es<br />

decir, en su raíz más profunda y genuina, el celibato cristiano brota de una intensa vida de unión<br />

<strong>del</strong> creyente con Dios. El celibato es la orientación fundamental de esta vida con Dios.<br />

22. 5. El celibato no es una simple renuncia al matrimonio<br />

El celibato cristiano no es:<br />

un escape <strong>del</strong> matrimonio,<br />

ni un desconocimiento de la sexualidad humana,<br />

ni una valoración negativa de las expresiones amorosas conyugales,<br />

ni una mera renuncia mística,<br />

no nace de ningún recelo o desconfianza ante las realidades corporales.<br />

Sino más bien una forma de vivir el amor y la entrega al Señor.<br />

Es verdad que el amor a Dios con todo el corazón no tiene que descartar el matrimonio,<br />

pues también los casados pueden y deben amar al Señor con todo su corazón. Pero desde el<br />

momento en que Dios se hizo presente en su Hijo Jesucristo como prójimo nuestro, algo nuevo ha<br />

sucedido en el mundo. Dios invisible, se hizo visible en su Unigénito (Jn 1,18). A partir de ese<br />

momento, un ser humano puede amar a Dios en la persona de Jesús, con un amor tan intenso y<br />

absoluto que, en la vida de algunos y algunas, según una vocación especial, no queda ya lugar para<br />

unirse con otra persona en matrimonio. El amor de Dios, manifestado en Cristo, arrebata tan<br />

enteramente los sentimientos, el corazón y la vida de algunas personas, que el matrimonio queda<br />

descartado.<br />

El Reino de Dios es el motivo específico <strong>del</strong> celibato cristiano. Jesús habla de tres clases de<br />

eunucos: los incapaces de casarse porque así nacieron <strong>del</strong> seno de su madre; los forzados a vivir<br />

esa condición de soltería por la injusticia y violencia de los hombres; y los que a sí mismos se<br />

hicieron eunucos por el reino de los cielos (Mt 19,12) ¿Cómo debemos entender esta frase de<br />

Jesús?<br />

22. 6. El proyecto <strong>del</strong> Reino es el que motiva el celibato cristiano<br />

El mensaje evangélico tiene como tema central el Reino de Dios. Este es el proyecto que<br />

llena la vida de Jesús y la única razón de su existencia. Este Reino, que Jesús ha comparado con el<br />

mejor tesoro o la perla más valiosa (Mt 13,44-45), puede percibirlo el hombre cristiano como un<br />

inmenso valor, de tanta importancia y trascendencia para la marcha <strong>del</strong> mundo, que merece que<br />

se le entregue la vida entera.<br />

Algunos discípulos de Jesús piensan, no sin la luz <strong>del</strong> Espíritu, que una forma digna de vivir<br />

el Reino es consagrando todas sus energías a la construcción de ese Reino. Y, además, entienden<br />

que la disponibilidad total para esa tarea sólo les resulta posible desde la vida célibe, y no desde la<br />

vida matrimonial.<br />

Fieles a la Palabra<br />

Pbro. Mario Montes Moraga


No es que el Evangelio considere el celibato como el único modo de la vida cristiana, o<br />

como si éste fuera sólo el ideal, y que el matrimonio sea tolerado como una especie de<br />

compromiso inevitable y desafortunado para los débiles. No es así. El Evangelio ve la vida <strong>del</strong><br />

celibato como uno de los posibles caminos de vivir como cristiano. Es presentado como un modo<br />

especialmente significativo y con sentido para toda la Iglesia.<br />

22. 7. Hagamos un poco de historia acerca <strong>del</strong> celibato en la Iglesia<br />

¿Cómo fue que el celibato llegó a quedar ligado al sacerdocio ministerial de la Iglesia? Es<br />

claro que el Espíritu Santo lo impulsó. La Iglesia siempre lo consideró un don especial <strong>del</strong> Espíritu.<br />

Inicialmente fue espontáneo. A finales <strong>del</strong> siglo III d.C., Tertuliano escribe que innumerables<br />

clérigos antes que él habían permanecido célibes por el Señor. Había en ello una profunda<br />

intuición religiosa.<br />

Estos primeros sacerdotes reconocían que permanecer sin casarse en nombre <strong>del</strong> servicio<br />

era especialmente apropiado para el varón que estaba oficial y totalmente entregado al servicio<br />

religioso de la comunidad. No serían meros funcionarios, administradores de la Palabra y el<br />

sacramento, sino que vivirían de tal manera que sus propias vidas fueran testimonio de la<br />

realidad <strong>del</strong> Reino.<br />

Juntamente con esta intuición evangélica, pero separada de ella, existió cierto rigorismo<br />

un tanto desafortunado. En la primitiva exhortación al celibato, se hacía evidente una clara<br />

postura de rechazo contra el matrimonio, el cual es una forma santa de vivir el cristianismo.<br />

Algunos han creído que el celibato pudo haber nacido por influencia <strong>del</strong> paganismo. Ya sabemos<br />

que no fue así. Su origen, -sabemos-, está en la misma vida de Jesús y en los comienzos de la<br />

Iglesia.<br />

22. 8. La práctica de la Iglesia y su legislación posterior<br />

Lo que empezó a funcionar de un modo espontáneo como una elección libre de muchos<br />

clérigos, pasó a quedar regulado por la disciplina de la Iglesia en el siglo IV d.C. Algunas iglesias<br />

locales empezaron a exigir el celibato a sus sacerdotes, y poco a poco se fue ampliando a toda la<br />

Iglesia.<br />

De todos modos, no fue sino hasta el año 1139 d.C., en el II Concilio Lateranense, que el<br />

celibato llegó a ser una disposición disciplinaria general para todos los sacerdotes en la Iglesia<br />

Latina u Occidental. Desde entonces, la práctica de la Iglesia ha sido que solamente aquellos que<br />

libremente aceptan el celibato por el Reino, son admitidos en el ministerio sacerdotal.<br />

Ahora bien, no toda la Iglesia Católica adoptó la disciplina <strong>del</strong> celibato. En la Iglesia<br />

Oriental se mantuvo y aún hoy día, el matrimonio de los sacerdotes. Sólo en la Iglesia Latina se<br />

mantiene esta práctica. De tal manera que es una ley de la Iglesia, pero no de Cristo.<br />

Fieles a la Palabra<br />

Pbro. Mario Montes Moraga


22.9. El celibato y el sacerdocio<br />

Todos los miembros <strong>del</strong> pueblo de Dios somos, por el Bautismo, sacerdotes. Esto lo<br />

estudiábamos en los temas 20 y 21 que se refieren al sacramento <strong>del</strong> orden sacerdotal y <strong>del</strong><br />

sacerdocio de los fieles. Sabemos que algunos, llamados con una vocación singular, asumen el<br />

sacerdocio ministerial y quedan consagrados por el sacramento <strong>del</strong> Orden.<br />

Su misión específica en la Iglesia es triple: anunciar el Evangelio de Cristo, celebrar los<br />

sacramentos y pastorear la porción <strong>del</strong> Pueblo de Dios que el obispo le haya confiado. El celibato<br />

no va necesariamente unido a la naturaleza <strong>del</strong> sacerdocio. Son carismas diferentes. Por eso, en la<br />

Iglesia primitiva, como hoy día en las Iglesias Orientales, existen a la vez sacerdotes célibes y<br />

presbíteros casados.<br />

En la Iglesia Católica de rito latino, como es nuestro caso, están unidos el sacerdocio y el<br />

celibato. Tal vínculo, sancionado por las leyes de la Iglesia, no es caprichoso ni arbitrario, sino muy<br />

coherente con la vida y la misión de los presbíteros, ya que:<br />

- El sacerdote es otro Cristo, seguidor <strong>del</strong> siervo de Yahvé, siempre disponible para el<br />

servicio de los demás, sin trabas ni limitaciones de ninguna clase.<br />

- El sacerdote continúa la vida y la tarea de los apóstoles, que lo dejaron todo y<br />

renunciaron a la familia para unirse a Cristo, y acudir a anunciar el Evangelio donde fuera<br />

necesario.<br />

- El sacerdote se compromete a vivir con plenitud las exigencias <strong>del</strong> mensaje cristiano,<br />

haciendo de Dios el más importante y relativizando todas las demás realidades, por muy<br />

valiosas que éstas sean.<br />

- El sacerdote está llamado a construir la fraternidad, mostrando con el testimonio de su<br />

vida que la profundidad <strong>del</strong> amor se puede vivir sin el ejercicio de la genitalidad.<br />

22.10. ¿Es que sólo los célibes pueden ser sacerdotes?<br />

No existe una razón esencial por la que la Iglesia haya restringido el sacerdocio ministerial<br />

a los célibes. Existen buenas razones para ello, pero no razones esenciales que no puedan<br />

cambiarse algún día. Nadie pone en duda el que la Iglesia tiene derecho de conferir el sacerdocio<br />

ministerial, sólo a aquellos hombres que dicen sentirse llamados al celibato. No existe una<br />

vocación sacerdotal que obligue a la Iglesia a ordenar a todos los que quieran; la jerarquía de la<br />

Iglesia puede, sin duda alguna, conferir el orden sagrado solamente a aquellos en los que ve signos<br />

de esta especial vocación al celibato, juntamente con la vocación al ministerio.<br />

No debe interpretarse esta decisión de la Iglesia como una imposición. Condición<br />

indispensable para determinar la aptitud para el sacerdocio, es que el candidato vaya a él<br />

libremente. Una vez que un varón ha sido ordenado, está obligado a permanecer en el celibato<br />

que libremente ha aceptado, mientras desee permanecer en el ministerio activo. La Iglesia no<br />

obliga a ser célibe, sino a vivir un compromiso libremente asumido por el sacerdote célibe. Tanto<br />

la fi<strong>del</strong>idad en el celibato, como la fi<strong>del</strong>idad matrimonial, son opciones libres; ambas suponen<br />

Fieles a la Palabra<br />

Pbro. Mario Montes Moraga


esfuerzo, y son consagradas por un sacramento que supone compromisos muy concretos, y el que<br />

se acerca a recibirlos "sabe a lo que va".<br />

22. 11. ¿Posibles cambios en el futuro?<br />

Podrían darse algunos cambios al respecto en la Iglesia, si ésta encuentra que otros valores<br />

y consideraciones son más urgentes que los valores que ha tenido presentes, cuando tomó la<br />

determinación de conferir el sacramento <strong>del</strong> Orden a los que libremente habían escogido el<br />

celibato. Podría darse el caso que en algún tiempo o en alguna región determinada no haya<br />

suficiente número de hombres que se sientan inspirados a elegir libremente el celibato. En tal<br />

situación, se podría argumentar que la necesidad primordial que tiene la Iglesia de tener un<br />

suficiente número de sacerdotes al servicio <strong>del</strong> Pueblo de Dios, es más importante que el<br />

continuar ordenando solamente a los célibes.<br />

Es impensable que el celibato como modo de vivir deje de existir en la Iglesia. Dios siempre<br />

inspirará a algunos hombres y mujeres de tal manera, que tengan la determinación de dedicarse<br />

con todo su ser a la causa de Cristo y de la Iglesia.<br />

22. 12. El celibato y la vida religiosa<br />

También en la vida religiosa se vive el celibato como una realidad constante en la historia<br />

de la Iglesia. Es el celibato vivido en el seguimiento de Cristo, con una total consagración al Señor<br />

mediante los consejos evangélicos de pobreza, castidad y obediencia.<br />

Los orígenes de esta forma de vivir la fe cristiana, cual es la vida religiosa, se encuentran<br />

en el mismo Evangelio de Jesús: en la dedicación completa a las tareas <strong>del</strong> Reino, con la renuncia<br />

al matrimonio y a los bienes materiales.<br />

Pero la vivencia de este carisma, que es don de la gracia que Dios concede a quien quiere,<br />

abarca las formas más variadas: vida solitaria de los ermitaños; las comunidades de monjes que<br />

viven juntos; unos que se consagran especialmente a la vida contemplativa, y otros que asumen,<br />

como signo distintivo, el compromiso apostólico.<br />

22. 13. Los valores de la vida consagrada<br />

La vida consagrada o religiosa, que tiene en el celibato unos de sus ejes fundamentales,<br />

continúa hoy vigente y tiene múltiples valores:<br />

- Recuerda a todos los hombres y las mujeres, y en especial a los cristianos, que Dios es lo<br />

único y lo más importante, que merece atención por sí mismo.<br />

- Subraya el valor de la vida <strong>del</strong> espíritu, y es un signo de Dios en un mundo erotizado<br />

que, a veces, tiende a reducir al hombre y a la mujer al cuerpo; el cuerpo al sexo; el<br />

sexo a la genitalidad y al placer.<br />

- Con la renuncia al matrimonio va también la voluntad de no pertenecer a nadie en forma<br />

exclusiva, para poder así dedicar su amor a todos; para no encerrar su corazón en ningún<br />

particularismo familiar o nacional; para liberar el corazón y vivir el amor universal.<br />

Fieles a la Palabra<br />

Pbro. Mario Montes Moraga


- Es manantial de fecundidad apostólica, como nos muestra con toda evidencia la historia<br />

de las congregaciones religiosas: evangelización en los territorios de misión; educación de<br />

la infancia y la juventud; servicio caritativo a los marginados, pobres, huérfanos,<br />

enfermos y ancianos.<br />

A la vida religiosa, con tantos buenos religiosos y buenas religiosas, le debemos el don de<br />

la fe, que nos trajeron hace ya 500 años. Podemos decir, entonces, que el don de la fe dado a<br />

nuestro continente ha sido abonado con el <strong>del</strong> celibato que todos estos primeros evangelizadores<br />

vivieron.<br />

22.14. ¡La Iglesia necesita tanto de los célibes como de los casados!<br />

El complemento de los que están casados en el Señor y de los que permanecen célibes<br />

por el honor <strong>del</strong> Reino, es necesario para la santidad de la Iglesia.<br />

Es cierto que por diversos problemas de tipo sociológico y psicológico se hace cada día<br />

más difícil vivir en el camino <strong>del</strong> celibato hoy día. Pero desde el momento en que la Iglesia latina<br />

ha puesto esta condición para conferir el orden sagrado, no puede ser considerado el celibato<br />

como el simple cumplimiento de un requisito legal. De hecho, el celibato por el Reino de los Cielos,<br />

es un carisma que cae fuera de lo que llamaríamos “imposición legal”. Por consiguiente,<br />

nadie debe prometer el celibato, si no se siente llamado a él y capaz de abrazarlo<br />

como una parte de su dedicación a Cristo y a la Iglesia. Este compromiso adquiere<br />

todo su sentido, si se le considera como una parte importante de la d edicación total<br />

a Dios y a los hermanos.<br />

¿Significa, por eso, que los sacerdotes y religiosos no pueden amar a nadie?<br />

Todo lo contrario. Precisamente por ser célibes, pueden y deben construir con los<br />

demás unas relaciones de amistad y fraternidad, tener sus amigos y confidentes,<br />

que les ayuden a vivir su celibato y ser fieles a su compromiso y vocación. Ellos<br />

necesitan recibir cariño y apoyo, como todo ser humano y gozar de sanas relaciones<br />

humanas.<br />

22.15. SÍNTESIS<br />

- La Biblia exalta la belleza <strong>del</strong> amor matrimonial, como una unión estable entre<br />

hombre y mujer (Gén 2,18-24, Mt 19,1-6).<br />

- Pero a la par <strong>del</strong> matrimonio, se da la posibilidad de vivir el celibato (que es no<br />

casarse) por el Reino de Dios (Mt 19, 11 -12; 1 Cor 7,25-35).<br />

- Aunque al principio el pueblo de Israel no tuvo en alta estima la virginidad o el<br />

celibato, sí hubo algunos casos de celibato (los esenios, por ejemplo).<br />

- Fue Jesús de Nazareth, que no se casó, el que motivó a sus discípulos a dejarlo todo<br />

por Él, para seguirlo y consagrarse al Reino.<br />

Fieles a la Palabra<br />

Pbro. Mario Montes Moraga


- Esta posibilidad de amar a Jesús y su Reino de manera especial, se ha vivido por<br />

medio <strong>del</strong> celibato a través de la historia de la Iglesia, no como la única, sino como<br />

una forma especial de servicio a Dios y a los hermanos.<br />

- Esta consagración ha tenido varias formas, ya sea por medio de la vida consagrada o<br />

el celibato sacerdotal en el sacerdocio.<br />

- La Iglesia considera que el celibato sacerdotal permite al presbítero entregar de lleno<br />

su vida a la causa de Jesucristo. Por eso, invita a los sacerdotes a que estimen su<br />

celibato en aras <strong>del</strong> Reino, y no por otras motivaciones. Fi<strong>del</strong>idad al amor de Dios y de<br />

su Iglesia son vividos, tanto en el sacerdocio como en el matrimonio, en el que los<br />

esposos se aman en exclusiva.<br />

- Lejos de ser una imposición, el celibato se vive en la comunidad como entrega y<br />

dedicación. Es conveniente orar por los sacerdotes y religiosos, para que vivan este<br />

excepcional carisma, con amor y alegría.<br />

22.16. Para reflexionar y compartir:<br />

<br />

<br />

<br />

¿Qué piensa usted acerca <strong>del</strong> celibato cristiano?<br />

¿No es cierto que algunos de los apóstoles y los primeros obispos de la Iglesia fueron casados? (Mc<br />

1,29-30; Tit 1,6). ¿En qué se basa entonces la Iglesia para pedir a los sacerdotes que no se casen,<br />

para vivir su ministerio en la comunidad? Reflexione la respuesta.<br />

¿Cómo podemos ayudar a nuestros sacerdotes a permanecer fieles y alegres en el ministerio?<br />

Puede leer y meditar lo que enseña el Manual de Adultos “Esta es nuestra fe”, en el tema nº 41.<br />

ORACIÓN<br />

Te damos gracias Señor, por nuestros sacerdotes, que han dedicado su vida al<br />

servicio de tu Reino, entregando lo mejor de sí mismos en la tarea <strong>del</strong> servicio<br />

pastoral en la Iglesia. Que su celibato en el ministerio sea signo de esta dedicación<br />

a la causa de tu Hijo Jesucristo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.<br />

Fieles a la Palabra<br />

Pbro. Mario Montes Moraga

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!