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10. La Manifestación del Señor

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El pasaje <strong>del</strong> Evangelio fija la mirada, por una parte, en dos lugares: Jerusalén, la ciudaddonde vive el rey poderoso y el judaísmo oficial y Belén, el lugar <strong>del</strong> rey humilde, de lospobres y de los pequeños; y por otra parte, en dos actitudes diferentes: la de sospecha yrechazo por parte <strong>del</strong> rey poderoso y de las autoridades judías (que anuncia desde ya elrechazo y la condena de Jesús por parte de ellos, durante su pasión y muerte, comovemos en Mt 26-27); y la de acogida y alegría, por parte de los magos (que anuncia laentrada de todos los pueblos a la Iglesia de Cristo).El centro de interés <strong>del</strong> relato, consiste en encontrar al Mesías: “¿Dónde está el rey de losjudíos que acaba de nacer?”, y reconocerlo sin ser judíos: “Y postrándose, le rindieronhomenaje”.Cuando nace el rey de los judíos, el centro de poder se inquieta y los magos se alegran(Mt 2,3.10). Cuando el rey de los judíos, ya adulto, entra en Jerusalén, el poder seinquieta, pero los niños lo reconocen y se alegran (Mt 21,10-16). <strong>La</strong> ciudad de Belén nosrecuerda el mesianismo <strong>del</strong> recién nacido, porque es el lugar de donde saldrá el pastor, elrey de Israel (san Mateo combina magistralmente dos textos bíblicos, el de Miqueas 5,1 yel de 2 Samuel 5,2), y manifiesta a la vez quiénes lo recibirán, los extranjeros y lospequeños, es decir, los pobres y los humildes.En el relato <strong>del</strong> Evangelio de la Infancia, San Mateo resume el rechazo que sufre Jesúspor parte de los suyos, a lo largo de su vida (tema fundamental de su Evangelio) y laaceptación, por otra, de los paganos <strong>del</strong> Evangelio y su mensaje, simbolizados en losmagos.Por otra parte, el relato está construido con ricos elementos simbólicos de la Biblia, comohemos visto, y <strong>del</strong> ambiente judío que acompañaban las narraciones de nacimientos depersonajes famosos: la aparición de una estrella o luz reveladora, la reacción hostil deciertas personas, la liberación <strong>del</strong> personaje, etc. Los sabios o magos (en griego magoi)<strong>del</strong> relato, son personajes de pueblos lejanos, dedicados al estudio de la astrología.Los regalos que ellos ofrecen al Niño, son propios <strong>del</strong> “hijo de David”. En este homenajese expresa, de acuerdo a las antiguas profecías, el reconocimiento mesiánico de lospueblos llegados de lejos (1ª lectura y Salmo responsorial de la fiesta). Los magos, queencarnan a los pueblos no judíos o paganos, y <strong>del</strong> mundo de la cultura y de la sabiduríaque busca con corazón sincero, experimentan “una inmensa alegría” (ver Mt 2,10). Es elgozo mesiánico que se difunde entre los paganos, que entran a formar parte de la Iglesiade Cristo, como nos dice San Pablo en la segunda lectura: “también los paganos soncoherederos y partícipes de la promesa...” (Ef 3,2-3.5-6).Es llamativo y notable cómo la sabiduría de nuestro pueblo, ha hecho su propiainterpretación <strong>del</strong> Evangelio de la Epifanía. <strong>La</strong> tradición popular ha fijado en tres elnúmero de los magos, es decir, de los sabios de Oriente, que fueron a buscar al Rey <strong>del</strong>os judíos, probablemente por los tres regalos que le ofrecieron a Jesús: oro, incienso ymirra, dones que apuntan, simbólicamente, a Cristo como Rey, como Dios y comoHombre.Se nos dice que eran reyes, es decir, representantes de pueblos enteros, y que sellamaban Gaspar, Melchor y Baltasar, porque una persona sin nombre no es persona.También se dice que eran varones de edades distintas: un hombre anciano, un hombremaduro y un hombre joven, y que su color de piel también era diverso: uno blanco, uno


trigueño y uno negro, es decir, el europeo, el asiático y el africano, provenientes de lostres continentes conocidos en aquel tiempo. Esto se enfatiza por el hecho de que cadauno montaba un animal distinto: un caballo, un camello y un elefante.Todo esto tan bello y folclórico, pone de manifiesto que nuestro pueblo sencillo tieneconciencia de que Dios, en Jesucristo, es la salvación para todos y todas, para todas lasedades y para todos los tiempos. Esto es lo más importante que debemos aprender deesta fiesta, pues, en algunos países, para el “Día de Reyes”, la gente se preocupa máspor los regalos de los niños o <strong>del</strong> llamado “roscón de reyes”, un queque especial que secome en España y por los elementos festivos de la fiesta que, si bien son bonitos yllamativos, no llevan a profundizar el misterio que celebramos.Esto, a lo mejor, como sucede con los regalos de Navidad, con el riesgo de los excesos yel consumismo, tan lejanos <strong>del</strong> Evangelio, tendríamos que pensar que lo valioso de lafiesta, es el sentido de la universalidad de la Iglesia y el de la fraternidad, es decir, el desaber compartir con lo que menos tienen.Que los regalos, la fiesta y todo lo demás, sólo tiene sentido en la medida en quecompartamos, porque Jesús, en esta Navidad y Epifanía, quiso acercarse a todos y todas(los pastores y los magos), sobre todo, a los más pobres y marginados que, biensabemos, son abundantes en Costa Rica y en el mundo entero, para que puedan seriluminados por su Luz.Que el mejor regalo en este tiempo de Navidad y Epifanía es Cristo mismo, que nos invitaa compartirlo y a llevarlo a los demás. Porque, a lo mejor, casi al terminar la Navidad,quizá no nos hemos acercado aún a Belén para recibirlo como vida... Estamos, pues, enesta fiesta de la manifestación <strong>del</strong> Señor, llamados y llamadas a salir de nuestro “Oriente”a la búsqueda de Cristo y de ofrecerlo a otros y otras, que dejen su propio “Oriente”.

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