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Nº 229 (ABRIL 2008)
Cuentos de Tokyo
(TÔKYÔ MONOGATARI)
SINOPSIS
Un anciano matrimonio decide viajar a Tokyo para visitar a sus hijos,
quienes llevan varios años viviendo en la capital. Sin embargo, éstos
están demasiado ocupados en su trabajo y ninguno de ellos tiene
tiempo para atender a sus padres, por lo que deciden deshacerse de
ellos enviándolos a un ruidoso balneario junto a la playa. Noriko, la
joven viuda de uno sus hijos fallecido en la guerra, parece ser la única
que les muestra afecto.
FICHA ARTÍSTICA
NI ESPADAS
NI CRISANTEMOS
Shukishi Hirayama .........................................................CHISHU RYU
Tomi Hirayama................................................CHIEKO HIGASHIYAMA
Noriko ........................................................................SETSUKO HARA
Shige Kaneko ......................................................HARUKO SUGIMURA
Fumiko ..................................................................... KUNIKO MIYAKE
Kyôko........................................................................KYÔKO KAGAWA
Duración....................... 136 min.
Nacionalidad......................Japón
Año de Producción .............. 1953
(Blanco y Negro)
Dirección ............. YASUJIRO OZU
Productora ....SHOCHIKU KINEMA
Productor... TAKESHI YAMAMOTO
Guión .................. YASUJIRO OZU
................................ KÔGO NODA
FICHA TÉCNICA
Fotografía ..... YUUHARU ATSUTA
Montaje ............... Y. HAMAMURA
Música ................. KOJUN SAITÔ
Dir. Artística .. TATSUO HAMADA
.....................ITSUO TAKAHASHI
EL DIRECTOR: YASUJIRO OZU
Nacido en Tokyo el 12 de diciembre de 1903, tras terminar sus
estudios trabajó como profesor suplente en una escuela de
primaria antes de ingresar en los Estudios Sochiku en 1923.
Tras iniciarse como ayudante de fotografía y de dirección, en
1927 debuta como realizador con el drama de época La espada
de la penitencia. En sus primeros cinco años de carrera filma
un total de veintiséis películas en las que comienza a desarrollar
su estilo perfeccionista y metódico, pero con el inicio de la
Segunda Guerra Mundial fue movilizado y destinado a China.
Tras pasar dos años como prisionero de guerra, en 1947 regresa
al cine con Historia del caballero de la pensión, convirtiéndose
a partir de ese momento en uno de los cineastas más importantes
de Japón gracias a un puñado de obras maestras como
Primavera tardía (1949), Cuentos de Tokyo (1957) y El otoño de
la familia Kohayagawa (1961). En 1959 se convirtió en el primer
cineasta en ingresar en la Academia de Artes de Japón. Falleció
en Tokyo en 1963, el mismo día en que celebraba su sexagésimo
cumpleaños, tras filmar un total de cincuenta y tres títulos.
FILMOGRAFÍA PRINCIPAL DEL DIRECTOR
1927 El filo de la penitencia
(Zange no yaiba)
1929 Días de juventud
(Wakaki hi)
1930 Caminad con optimismo
(Hogoraka ni ayume)
1932 He nacido pero…
(Umarete wa mita keredo)
1933 La mujer de Tokyo
(Tokyo no onna)
1934 Historia de una hierba errante
(Ukigusa monogatari)
1935 Un albergue de Tokyo
(Tokio no yado)
1942 Había un padre
(Chichi Ariki)
1947 Historia del caballero de la pensión
(Nagoya shinshiroku)
1949 Primavera tardía
(Banshun)
1950 Las hermanas Munakata
(Munakata kyodai)
1952 El sabor de la sopa de arroz
(Ochazuke no aji)
1953 Cuentos de Tokyo
(Tokyo monogatari)
1956 El comienzo de la primavera
(Soshun)
1957 El color del crepúsculo en Tokyo
(Tokio boshoku)
1958 Flor de equinoccio
(Higanbana)
1959 La hierba errante
(Ukigusa)
1959 Buenos días
(Ohayo)
1961 El otoño de la familia Kohayagwa
(Kohayagawa-ke no aki)
1962 El sabor del pescado en otoño
(Sanma no aji)
GALARDONES
BRITISH
FILM INSTITUTE
AWARDS
1958
(1ª Ed.)
Sutherland Trophy a la
Mejor Película

En los minutos finales de Relámpago sobre el agua (1980), la cámara
inestable de Wim Wenders detenía su movimiento errático durante
unos segundos, cautivada por el parpadeo hipnótico de una pequeña
luz. A bordo de un sampán en la bahía de Nueva York, mientras las
cenizas de Nicholas Ray descansan al sol sobre la cubierta, uno de
los miembros del equipo de rodaje sostiene una cerilla encendida
mientras observa su débil y efímero resplandor disipándose lentamente
entre sus manos. Una pequeña llama que se consume lentamente
-como semanas atrás lo hiciera la vida del propio Ray- mientras
la nave se balancea sobre el agua. Treinta años antes, desde
una estancia abierta sobre el canal de Onomichi (Hiroshima), el
anciano protagonista de Cuentos de Tokyo (1953) contempla desde
la soledad de su atalaya la estela de otra embarcación que se aleja
para no regresar. No es casualidad que las imágenes de Yasujiro Ozu
resuenen en el espectador, revelándose bajo la reescritura consciente
e intencionada de Wenders. Imágenes de la existencia desvaneciéndose
inexorablemente en el océano del tiempo. Considerada como la
obra más representativa de su filmografía, Cuentos de Tokyo supuso
la séptima película de Ozu tras el final de la Segunda Guerra Mundial,
período en el que el cineasta depuraría hasta el extremo su
estilo visual y narrativo a través de una progresiva abstracción y
ritualización del discurso cinematográfico, dando como resultado
una de las obras más coherentes, sólidas e intensas de la historia
del cine. Tras una primera etapa -anterior al conflicto bélico- de
aprendizaje y control del lenguaje cinematográfico, en el que su cine
explora y trabaja con géneros, estilos y temáticas diversas, Ozu
asume el gendai-geki o melodrama contemporáneo como campo de
experimentación y sistematización de su mirada. Sus historias se
centran en el universo íntimo familiar, las relaciones paterno-filiales,
los conflictos generacionales y los profundos cambios asumidos por
la sociedad japonesa de posguerra, generando una serie propia de
personajes, arquetipos y “módulos narrativos” –como los define el
crítico Santos Zunzunegui en su ensayo sobre el cineasta- que le
permiten introducir variaciones sutiles pero fuertemente articuladas
en una estructura sólida. Estructura que no se limita sólo a los
aspectos narrativos sino también a los formales, estableciendo un
repertorio cerrado de composiciones visuales en el que se eliminan
casi por completo los movimientos de cámara –de modo que su presencia
solo sea requerida para enfatizar momentos muy concretos de
COMENTARIO
SOBRE EL REPARTO
la narración-;y recurriendo al primer plano y a su personal aportación
al plano medio –con el objetivo a escasos noventa centímetros
del suelo, en la posición hipotética de un observador sentado sobre
el tatami del hogar- como instrumentos de control de la forma. Esta
reducción extrema de los elementos formales y narrativos a partir de
la cual se construyen las imágenes de Ozu como expresión de lo
mínimo, definen su poética como un sistema preciso de repeticiones
y variaciones mediante un lenguaje rígido en su concepción, pero
singularmente fluido en su desarrollo gracias a su enorme maestría
tanto en la composición de la puesta en escena como en el uso pausado
y sereno del montaje. En este sentido, Cuentos de Tokyo debe
ser entendida como un elemento legible como entidad propia pero
sólo interpretable dentro del metarrelato de la obra de su autor. Los
encuentros familiares entre dos ancianos de una pequeña ciudad de
provincias y sus hijos que se han trasladado a la capital, suponen
una nueva variación o “tour de force” a los conflictos generacionales
desarrollados en sus films anteriores. En su particular crónica de lo
cotidiano, Ozu sitúa su cámara en el plano de un observador distante
en el devenir diario de sus personajes, renunciando deliberadamente
a los grandes acontecimientos y guiándonos a través de los
interiores domésticos que configuran el microcosmos familiar hacia
la contemplación de todo aquello que palpita bajo la superficie de lo
real. De este modo, su mirada serena y contemplativa es capaz de
captar en el silencio las emociones y sentimientos ocultos que se
revelan a través de los cuerpos, mientras recoge en un único plano
el imperceptible fluir del tiempo, lo efímero del instante y la fugacidad
de la vida. En este aspecto, el desarrollo circular de la película
implícito en la narración a partir de la idea del viaje emprendido por
los protagonistas, alude a la propia condición cíclica del tránsito
vital. Mientras la vida se desarrolla y fluye bajo la apariencia banal,
repetitiva y ritualizada de la existencia –la presencia del humo aromático
disipándose en los espacios interiores, así como los planos
exteriores de trenes y embarcaciones en movimiento, colaboran a
enfatizar esa dimensión temporal del relato-, la muerte aparece
como un elemento asumido como parte de ese tránsito. En 1985,
Wim Wenders viajaría a Tokyo tratando de encontrar inútilmente las
huellas perdidas de Ozu en las calles de la ciudad contemporánea.
Sobre la tumba sin nombre del cineasta sólo un ideograma: Mu (el
vacío, la Nada).
CHISHU RYU
SETSUKO HARA
Nacido el 13 de mayo de 1904 en Kumamoto, su carrera como actor
está íntimamente ligada a la figura del cineasta Yasujiro Ozu, bajo
cuya dirección debutaría en el cine mudo con Los sueños de juventud
(1928) y con el que continuaría colaborando a lo largo de una
treintena de títulos, entre los cuales destacan obras como He nacido
pero…(1932), Había un padre (1942), Primavera tardía (1949), Las
hermanas Munakata (1950), Cuentos de Tokyo (1953) y El sabor del
pescado en otoño (1962). Sin llegar a ser nunca una estrella en el
sistema de estudios japonés, Ryu se consolidaría como uno de los
actores de reparto más reputados de su país, trabajando regularmente
hasta el final de su vida para cineastas de la talla de Akira
Kurosawa en Los canallas duermen en paz (1961), Barbarroja (1965)
y Sueños (1990); Masaki Kobayashi en La condición humana III
(1961); y especialmente Yoji Yamada, con quien trabajaría en cuarenta
y cinco de las cuarenta y nueve películas de la serie Tora san,
iniciada en 1969. En 1985 colabora con el cineasta alemán Wim
Wenders, apareciendo en su documental Tokyo-gâ (1985) sobre la
figura del malogrado Yasujiro Ozu, retomando esta colaboración
años después con un breve papel en Hasta el fin del mundo (1991).
Ryu falleció en Yokohama el 16 de marzo de 1993.
LA CRÍTICA OPINA
Nacida el 17 de junio de 1920 en Yokohama, Setusuko Hara inició
una corta pero esplendorosa carrera en el cine japonés a la temprana
edad de 15 años en los estudios Nikkatsu, debutando en la gran
pantalla con Tamerau nakare wakodo yo (1935). Su particular físico
–alta, ojos grandes, nariz prominente, rasgos esculpidos- alejado del
modelo común de mujer japonesa, la hace destacar muy pronto y en
1937 participa en la primera coproducción alemano-japonesa, Atarashiki
tsuchi, dirigida por Arnold Fanck. Al año siguiente es contratada
por los estudios Toho, donde se consagraría como la mayor
estrella de los estudios desde finales de los años treinta y toda la
década de los cuarenta, especialmente tras la Segunda Guerra
Mundial. Su belleza de aspecto occidental y el carácter luchador de
sus personajes simbolizaron el espíritu indomable de la mujer japonesa
de posguerra en títulos como No añoro mi juventud (1946) de
Akira Kurosawa, y sobre todo en las muchas películas que hizo para
Yasujiro Ozu, entre las que destacan Primavera tardía (1949), El
comienzo del verano (1951), Cuentos de Tokio (1953), El comienzo
de la primavera (1956) y El otoño de la familia Kohayagawa (1961).
En 1962, tras la muerte de Ozu, Hara se retiró repentinamente del
cine en la cumbre de su carrera. Desde entonces ha llevado una vida
de reclusión –similar a la de Greta Garbo- en Kamakura. Nunca ha
sido entrevistada y rara vez se la ve en público.
“Ozu guarda silencio para hacer hablar a las cosas, mantiene la inmovilidad para mostrarnos la más leve palpitación el mundo. En vez de
interponerse entre nosotros y la obra, tratando de exhibir su habilidad o virtuosismo, quiere pasar de incógnito y difuminar su presencia,
para favorecer así la claridad y la transparencia de nuestra mirada. Eso es, precisamente, lo que separa a los artistas que usan la obra para
expresarse a sí mismos, de los que, en su obra, se olvidan de sí mismos y se convierten en servidores de la obra, en amanuenses del espíritu”
Carlos Martí Arís-Silencios elocuentes (1999) Ediciones UPC. Barcelona
www.auladecine.ulpgc.es