Leer-Arcángeles-doce-historias-de-revolucionarios-herejes-del-siglo-XX
Leer-Arcángeles-doce-historias-de-revolucionarios-herejes-del-siglo-XX
Leer-Arcángeles-doce-historias-de-revolucionarios-herejes-del-siglo-XX
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Las dos muertes <strong>de</strong> Juan R. Escu<strong>de</strong>ro<br />
57<br />
logró hacer pasar un mensaje a los hermanos Vidales en Tecpan y a<br />
Rosendo Cár<strong>de</strong>nas en Coyuca <strong>de</strong> Benítez. El telegrama para Cár<strong>de</strong>nas,<br />
en clave, lo invitaba a acudir armado al puerto.<br />
A lo largo <strong>de</strong> la semana las partes enfrentadas se observaban y la<br />
tensión crecía. La llegada <strong>de</strong> los primeros núcleos agraristas fue aprovechada<br />
por los dirigentes <strong>de</strong> los estibadores para organizar una manifestación;<br />
grupos <strong>de</strong> campesinos y trabajadores recorrieron la ciudad<br />
dando vivas al gobierno y a Escu<strong>de</strong>ro y lanzando mueras a los traidores.<br />
No hubo enfrentamientos, porque los soldados permanecieron acuartelados.<br />
Les faltaba <strong>de</strong>cisión para lanzarse abiertamente a la insurrección<br />
y enfrentar al movimiento popular.<br />
A pesar <strong>de</strong> la <strong>de</strong>bilidad política <strong>de</strong>l ejército, para los escu<strong>de</strong>ristas era<br />
claro que se encontraban en <strong>de</strong>sventaja militar. Durante esos días, se<br />
barajaban en la cabeza <strong>de</strong> Escu<strong>de</strong>ro y sus compañeros dos planes: llamar<br />
a los agraristas para que vinieran al puerto y sumar sus fuerzas a las <strong>de</strong><br />
ellos para atacar los cuarteles, o retirarse fuera <strong>de</strong>l puerto, concentrarse<br />
y luego caer sobre los militares.<br />
Mientras los escu<strong>de</strong>ristas se organizaban, los militares conspiraban<br />
abiertamente con los gachupines. El capitán Castellblanch narra una<br />
reunión celebrada en el comedor <strong>de</strong> la casa comercial La Ciudad <strong>de</strong><br />
Oviedo a la que asisten los militares Crispín Sámano, el coronel Flores,<br />
el capitán Fausto Morlett y el teniente Alarcón, algunos funcionarios<br />
fe<strong>de</strong>rales, la plana mayor <strong>de</strong>l gachupinismo (Sutter, Luz, Muñúzuri) y<br />
los jefes <strong>de</strong> las casas comerciales: Marcelino Miaja y Juan Rodríguez <strong>de</strong><br />
B. Fernán<strong>de</strong>z y Compañía, Jesús y Sigfrido Fernán<strong>de</strong>z <strong>de</strong> Fernán<strong>de</strong>z<br />
Hermanos (La Ciudad <strong>de</strong> Oviedo) y Pascual Aranaga y Ángel Olazo <strong>de</strong><br />
Alzuyeta y Cía.<br />
En esta reunión los militares prontos a sublevarse pidieron un préstamo<br />
<strong>de</strong> cincuenta mil pesos para los «haberes» <strong>de</strong> la tropa.<br />
Don Marcelino Miaja, que llevaba la voz cantante <strong>de</strong> las casas,<br />
dijo que a ellos les importaba una «hostia» el movimiento <strong>de</strong>lahuertista;<br />
y que si estaba metido en él era porque querían la <strong>de</strong>saparición<br />
<strong>de</strong> Juan R. Escu<strong>de</strong>ro, que era una espina clavada en el costado<br />
izquierdo.<br />
Dicen que dijo: «Damos los cincuenta mil que nos pi<strong>de</strong> el general<br />
Sámano, en calidad <strong>de</strong> préstamo, porque tenemos fe en su palabra <strong>de</strong><br />
soldado <strong>de</strong> que al triunfo nos los va a <strong>de</strong>volver».