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Leer-el-pensamiento-del-Libertador-economia-y-sociedad1

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Di r e c t o r i oN<strong>el</strong>son J. Merentes D.Rafa<strong>el</strong> J. CrazutBernardo FerránArmando León RojasJosé Félix Rivas AlvaradoJosé S. Khan FernándezJorge GiordaniAd m i n i s t r a c i ó nPresidenteN<strong>el</strong>son J. Merentes D.Primer Vicepresidente Gerente (e)Eudomar TovarCo m i t é Pe r m a n e n t e d e Pu b l i c a c i o n e sArmando León (Presidente)Rafa<strong>el</strong> J. CrazutRafa<strong>el</strong> RosalesCarlos Mendoza Pot<strong>el</strong>láIván GinerTxomin las Heras


EL PENSAMIENTODEL LIBERTaDORECONOMÍAY SOCIEDADLuis Britto García


Catalogación en fuente de Biblioteca Ernesto P<strong>el</strong>tzerBritto García, LuisEl <strong>pensamiento</strong> d<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>: Economía y Sociedad / Luis Britto García. – Caracas:Banco Central de Venezu<strong>el</strong>a (BCV), 2010. – 417 p.–Colección Venezu<strong>el</strong>a Bicentenaria .–Incluye Referencias bibliográficas (p.419-428).–ISBN: 978-980-394-060-7.–1. Bolívar, Simón, 1783-1830. 2. Bolívar, Simón, 1783-1830 - Visión política y social.3. Jefes de Estado – Latinoamérica. 4. América d<strong>el</strong> Sur – Historia – Guerra de Independencia,1806-1830 – Fuentes. I. Título II. Colección Venezu<strong>el</strong>a Bicentenaria.Clasificación Dewey: 923.10987/B862© Lu i s Br it t o Ga r c í a© Ba n c o Ce n t r a l d e Ve n e z u e l a, 2010Co o r d i n a c i ó nLuis Britto GarcíaPr o d u c c i ó n e d i t o r i a lGerencia de Comunicaciones InstitucionalesDepartamento de Publicaciones, BCVAvenida Urdaneta, esquina de Las Carm<strong>el</strong>itasTorre Financiera, piso 14, ala surCaracas 1010, Venezu<strong>el</strong>aT<strong>el</strong>éfonos: 801.5514 / 8380 / 5235Fax: 536.9357publicacionesbcv@bcv.org.vewww.bcv.org.veRIF: G-2000011-0Di s e ñ o g r á f i c oMaría Gabri<strong>el</strong>a Rang<strong>el</strong>Carlos López Chiriv<strong>el</strong>laDi a g r a m a c i ó nMaría Gabri<strong>el</strong>a Rang<strong>el</strong>Carlos López Chiriv<strong>el</strong>laCo r r e c c i ó n d e t ex t osJulio BustamanteJosé Ramón Cova EspañaIm p r e s i ó nEditorial ArteHecho <strong>el</strong> Depósito de LeyDepósito legal: lf352201033075ISBN: 978-980-394-060-7Impreso en Venezu<strong>el</strong>a – Printed in Venezu<strong>el</strong>a


ÍNDICEINTRODUCCIÓNBOLÍVAR: EL DELIRIODE AMÉRICA 15CAPÍTULO 1LA LIBERACIÓNDE UN SER 211.1. La liberación de un niño 211.2. La liberación d<strong>el</strong> <strong>pensamiento</strong> 231.3. La liberación de la persona 451.4. La liberación d<strong>el</strong> patrimonio 551.5. La liberación d<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> 74


CAPÍTULO 2LA LIBERACIÓNDEL TERRITORIO 892.1. La superación de los límites 892.2. Recuperación de los recursos 94Dimensiones 94Ciudades puerto 96Canales 1182.3. La emancipación de los recursos 1232.4. La regeneración de las aguas 1242.5. La liberación de los minerales 1262.6. El rescate de la vida 141Bosques y maderas 141Fauna 144


CAPÍTULO 3sociedadesEN LIBERTAD 1493.1. Pueblos emancipados 1493.2. El monopolio de la inmigración 1523.3. El crecimiento de los pueblos 1583.4. La liberación de los indígenas 1633.5. La liberación de los esclavos 189La mercancía humana 189Trabajo esclavo y trabajo asalariado 192La abolición de pap<strong>el</strong> 1943.6. La Guerra de Colores 1973.7. La libertad en armas 2093.8. La pardocracia 2303.9. La libertad de inmigrar 237


CAPÍTULO 4ECONOMÍA DELA LIBERACIÓN 2474.1. España implanta <strong>el</strong> monopoliod<strong>el</strong> comercio 2474.2. El Imperio funda la propiedaden la donación 2514.3. La República funda la propiedaden <strong>el</strong> trabajo 2554.4. La República nacionalizala propiedad 260La propiedad como efecto de la soberanía 260El régimen de confiscaciones 262La nacionalización de las misiones de Guayana 2694.5. La República redistribuye la propiedadcon fines sociales 284Las recompensas y los haberes militares 284La República redistribuye las tierras 2954.6. La República limita la libertadde comercio 298La ruptura d<strong>el</strong> monopolio 298Limitaciones a la exportación y <strong>el</strong> tráfico 308Libertad de comercio y contrabando de armas 309Libre comercio y falsa reciprocidad 319


más amplio, <strong>el</strong>lo implica una labor divulgativa sobre la historia,la ideología, la normativa y los más diversos testimoniosescritos y gráficos r<strong>el</strong>ativos a nuestro proceso económico independiente.Consciente de <strong>el</strong>lo, <strong>el</strong> Banco Central de Venezu<strong>el</strong>a ha iniciadola tarea de editar la Colección Venezu<strong>el</strong>a Bicentenaria,cuyos volúmenes indagan en las causas y las consecuencias d<strong>el</strong>proceso independentista, examinándolas en su rica diversidadde aspectos. Como <strong>Libertador</strong>, Bolívar es igualmente artíficede nuestras primeras instituciones económicas, hacendísticasy financieras republicanas, por lo cual la Colección abre contextos que examinan dicha tarea fundacional.La Colección comprenderá asimismo volúmenes sobre laevolución de los procesos económicos y sociales desde esostiempos hasta la contemporaneidad. Dos siglos significan tambiénuna vertiente ininterrumpida de ideas sobre <strong>el</strong> significadode los procesos económicos, por lo cual la Colección incluiráantologías sobre <strong>el</strong> <strong>pensamiento</strong> económico venezolano.En dos centurias nuestras autoridades han sancionado uncaudal de normas que reglan, encauzan, dirigen, disciplinanla actividad económica. La Colección comprenderá, por <strong>el</strong>lo,compilaciones antológicas de las normas que mayor incidenciahan tenido sobre <strong>el</strong> curso de nuestras economías y, en general,sobre <strong>el</strong> desenvolvimiento de la vida venezolana.Doscientos años implican, en fin, un tesoro de imágenesr<strong>el</strong>ativas a las faenas productivas, al diario quehacer indispensablepara la producción y la reproducción de la vida. Elplan editorial contempla la edición de libros con documentosgráficos de diversas épocas atinentes a nuestra evolución económica.Un conocimiento lúcido d<strong>el</strong> pasado es indispensablepara actuar en <strong>el</strong> presente y anticipar <strong>el</strong> futuro. El BCV esperaque los volúmenes de la Colección Venezu<strong>el</strong>a Bicentenariacontribuyan con este objetivo.


INTRODUCCIÓNBolívar: <strong>el</strong> d<strong>el</strong>irio de AméricaEn la erudita tarea de desarmar y volver a armar todos los aspectosde la vida de Bolívar siempre sobra una pieza. El análisishistoriográfico ha calibrado <strong>el</strong> justo lugar que ocupan en esemecanismo las semblanzas d<strong>el</strong> dandy que lanza la moda de unsombrero en Europa, <strong>el</strong> militar que declara la Guerra a Muerte,<strong>el</strong> hacendista que reserva la riqueza d<strong>el</strong> subsu<strong>el</strong>o para la propiedadde la nación, <strong>el</strong> educador que se reconoce criatura de unutopista y <strong>el</strong> político que diseña <strong>el</strong> equilibrio de las fuerzas deun continente que a su vez servirá de contrapeso al mundo. Esainvestigación no ha podido nunca integrar en la estructura alvisionario que escribe “Mi d<strong>el</strong>irio sobre <strong>el</strong> Chimborazo”.Texto inflado de prosa romántica según unos, divertimentoinexplicable para otros, <strong>el</strong> D<strong>el</strong>irio no cabe en ninguna de lascasillas en que los especialistas han querido fragmentar a Bolívar.Pero justamente por esta irreductibilidad es la pieza que loexplica todo, <strong>el</strong> centro que coordina las misteriosas r<strong>el</strong>acionesentre las partes.


La vastedad americana, la multitud de los orígenes culturalesd<strong>el</strong> Mundo Nuevo podían, en efecto, asegurar la inevitabilidadde estrategas capaces de coronar la Campaña Admirable,de filósofos aptos para vislumbrar los grandes lineamientos d<strong>el</strong>destino de un mundo y negociadores con habilidad para resolvera su favor la entrevista de Guayaquil. Lo que no se explicaen modo alguno es que tantas y tan excluyentes modalidadesd<strong>el</strong> ser concurrieran en la misma persona. La lectura d<strong>el</strong> D<strong>el</strong>irionos permite transponer, literalmente, los umbrales d<strong>el</strong> abismoque separa y a la vez reúne tantos rostros diversos.Concisamente, <strong>el</strong> D<strong>el</strong>irio narra la anécdota de un hombreque asciende una cima hasta entonces no hollada por la plantahumana, para depositar en <strong>el</strong>la la enseña de su causa política,su poder, su gloria. Toda montaña es, simbólicamente, puntode encuentro entre la verticalidad d<strong>el</strong> espíritu y la solidez de lamateria, confluencia entre ci<strong>el</strong>o y tierra, lugar donde la variedady la vastedad de las determinaciones d<strong>el</strong> universo sensibleascienden y a la vez se reducen a la unidad de la cumbre. También,montaña es límite d<strong>el</strong> espacio, fin de toda ascensión y detodo camino. Por <strong>el</strong> abrupto término que opone a todo avance,la cima de un pico propone <strong>el</strong> comienzo de otra dimensión: lad<strong>el</strong> tiempo.Si la historia d<strong>el</strong> hombre es la de un animal que se hace preguntassobre <strong>el</strong> tiempo, <strong>el</strong>lo es porque éste no cesa de plantearleacertijos. Así como la cumbre evoca al tiempo, a su vez planteaal narrador –a todo narrador– los asfixiantes enigmas de si <strong>el</strong>universo es algo, si los instantes que los humanos llaman siglospueden medir los sucesos, si <strong>el</strong> mundo entero no es menos queun punto en presencia d<strong>el</strong> infinito.En un viejo mito griego, un hombre fue enfrentado con acertijossimilares por otro fantasma, y la solución de <strong>el</strong>los –quese refería siempre a la transitoriedad d<strong>el</strong> instante– produjo lamuerte d<strong>el</strong> fantasma, y abrió al hombre <strong>el</strong> camino que lleva alpoder y a renegar de la vista.En nuestra cortante mitología americana, por <strong>el</strong> contrario,<strong>el</strong> viajero viene desde <strong>el</strong> poder, y los enigmas, lejos de destruir<strong>el</strong> fantasma d<strong>el</strong> tiempo, lo invitan, colocándolo desde ya en <strong>el</strong>


centro de una mirada capaz de abarcar de un guiño los rutilantesastros, los soles infinitos. Si <strong>el</strong> arcaico mito griego redime<strong>el</strong> pecado d<strong>el</strong> poder en la anestesia de la ceguera, la epifaníaamericana lo martiriza en <strong>el</strong> tormento de la luz, de la cual sonmetáforas y a la vez espejos las referencias d<strong>el</strong> héroe a los cristaleseternos que circuyen <strong>el</strong> Chimborazo, y también aqu<strong>el</strong> inmensodiamante que le servía de lecho. Visión y luz acaecenaun con los párpados cerrados: dentro de <strong>el</strong>las concluyen pasado,presente y futuro: la perfección de su horror consiste en quea través de <strong>el</strong>las se vislumbra la presencia absoluta de la nada.Si en la aurora de la historia de Occidente un hombre perforósus ojos para no contemplar lo insoportable, en la alboradade América otro hombre, inundado por la más arrasadora luz,todavía abre sus párpados para superponer a la claridad insoportable<strong>el</strong> transitorio vértigo de la voz de Colombia, <strong>el</strong> trajinarde los batallones, la miseria fisiológica y la muerte solitaria. Lospasos de esta última gesta se aprecian con justeza si se sabe quecada uno de <strong>el</strong>los fue dado sobre <strong>el</strong> vacío, y en cierta maneracontra y dentro de él. La penetración de esta mirada que verificabaexactamente <strong>el</strong> estado de las cabalgaduras y la metálicaintendencia de la artillería y <strong>el</strong> secarse de la tinta en la sentenciade muerte se puede ahora juzgar sabiendo que al mismotiempo veía en todos <strong>el</strong>los <strong>el</strong> espacio que encierra la materia.El salón d<strong>el</strong> dandy y <strong>el</strong> lomo de la bestia indómita y <strong>el</strong> gabineted<strong>el</strong> dictador y <strong>el</strong> lecho de amor y <strong>el</strong> de la agonía que con escrupulosoutilitarismo citó para enfatizar proclamas no fueronentonces más que concreciones superpuestas al desierto de talespacio. El hombre, o la muchedumbre de hombres que peregrinarondentro de ese ámbito fueron asombrosas consolidacionesde una voluntad capaz de evocar y materializar cualquierforma contra <strong>el</strong> t<strong>el</strong>ón de fondo d<strong>el</strong> vacío.La crónica rememora profundos desalientos d<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>.No le fueron nunca impuestos por los hechos: sus adversarioslo sabían infinitamente más p<strong>el</strong>igroso vencido que vencedor.Si se quejó de haber arado en <strong>el</strong> mar, aun habiendo surcado lahistoria con un tajo imborrable, fue porque la luz insoportabl<strong>el</strong>o hizo consciente de la levedad de todo paso humano en los


piélagos de la eternidad. Porque sabía la nulidad de todos losgestos pudo asumirlos eficazmente. También, <strong>el</strong> que le encomienda<strong>el</strong> fantasma d<strong>el</strong> tiempo antes de desaparecer: No escondaslos secretos que <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o te ha rev<strong>el</strong>ado; di la verdad a loshombres.Esta acre y fi<strong>el</strong> verdad está más allá de los archivos y de losonomásticos. Nuestra peculiar ceguera nos ha hecho creer enuna América determinada por los sablazos de los chafarotes ylos salivajos de los demagogos. La transparencia de un textoque nadie acepta nos hace comprender que la batalla y quizá <strong>el</strong>momento más importante de América tuvieron lugar silenciosamente,en <strong>el</strong> discreto momento en que un viajero adivinó loslímites d<strong>el</strong> hombre y los trascendió aferrándose lúcidamente alos despreciables juegos propios de un hombre o de un viejo,de un niño o de un héroe. Ese instante que acontece siemprey dura perennemente cada vez que uno de los peregrinos d<strong>el</strong>tiempo es herido por la luz y comienza a consumirse encendido,como lo dice <strong>el</strong> propio D<strong>el</strong>irio, de un fuego extraño y superior.


CAPÍTULO 1LA LIBERACIÓNDE UN SER1.1. La liberación de un niñoLo superfluo de la sociedadSi hay un ser libre, ese es Simón José Antonio de la SantísimaTrinidad Bolívar Palacios y Ponte. El destino lo ha librado atemprana edad incluso de las grandes presencias rectoras d<strong>el</strong>os padres. Ello le ha restado afectos, pero en sus primeros añoslo ha dejado sujeto a su albedrío, entre criados y ayas que loconsienten. Veinte años después, en una carta a su hermanamayor María Antonia, llama madre y padre a una de sus ayas:“Te mando una carta de mi madre Hipólita, para que le destodo lo que <strong>el</strong>la quiere; para que hagas por <strong>el</strong>la como si fuera tumadre, su leche ha alimentado mi vida y no he conocido otropadre que <strong>el</strong>la” (Lecuna, 1947, T.II: 164-165). El reino de la libertadse destruye cuando poco después cae bajo la tut<strong>el</strong>a desu adusto tío Carlos Palacios. Sin embargo, heredero de unode los más ricos mayorazgos d<strong>el</strong> país, Simón José Antonio puedecasi hacer lo que se le antoje. Puede trabajar o dejar de hacerlo.Le es posible viajar a Europa, conseguir los libros que contagian


las ideas más novedosas y excitantes. Está a su alcance adquirirtodas las galas y acicalamientos o desecharlos a voluntad. Puedecomprarse casi todos los placeres, o la ilusión de <strong>el</strong>los.Pero es una libertad a costa de otros. El precio de la libertadde Simón José Antonio es <strong>el</strong> de la esclavitud de centenaresde seres. Antepasados contraídos rudamente a los afanes d<strong>el</strong>egoísmo y la especulación han ido creando <strong>el</strong> mayorazgo qu<strong>el</strong>e cobija. Cada anochecer centenares de hombres se acuestanexhaustos para que él pueda trasnochar sin cansancio. Quizá s<strong>el</strong>e niega <strong>el</strong> acceso a uno que otro cargo reservado a los blancospeninsulares, los nacidos en España. Nada importa: los ricoshan mandado siempre más que los funcionarios, codiciosos quesólo usan su fugaz poder para tratar de convertirse en ricos.El primer paso hacia una liberación es deshacerse de lalibertad ficticia comprada con la enajenación de otros. Enla inestimable compilación de sus obras que realiza VicenteLecuna, consta la carta donde Simón José Antonio escribea los veintiún años: “Hoy no soy más que un rico, lo superfluode la sociedad, <strong>el</strong> dorado de un libro, <strong>el</strong> brillante de un puño d<strong>el</strong>a espada de Bonaparte, la toga d<strong>el</strong> orador. No soy bueno másque para dar fiestas a los hombres que valen alguna cosa. Es unacondición bien triste” (Lecuna, 1947, T.I: 24-25). Pues <strong>el</strong> preciode vivir a costa de otros es vivir la vida de otro. En <strong>el</strong> sistematotal de la enajenación los sitios privilegiados son también sitiosenajenados. El precio de vivir la vida de otro es <strong>el</strong> tedio.Contra <strong>el</strong> tedio de quien vive la vida de otro la primeradefensa es pensar con cabeza propia. La liberación de un sercomienza por la de su mente. A pesar de no tener formaciónacadémica, Bolívar se hace de una sólida cultura, que aplicaen la consolidación jurídica de su obra. Conoce y ama a losclásicos; a partir de <strong>el</strong>los, desarrolla una prosa concisa y vivaz,que le permite decir en 1825, que “yo multiplico las ideas enmuy pocas palabras, aunque sin orden ni concierto” (Lecuna,T.II: 135-139). En 1827 tuvo a honra desprenderse de partesignificativa de sus propios bienes para asignárs<strong>el</strong>os a la primeracasa de estudios d<strong>el</strong> país, y así dota patrimonialmente y con unestatuto digno a la Real y Pontificia Universidad de Caracas,que luego será la Central de Venezu<strong>el</strong>a.


1.2. La liberaciónd<strong>el</strong> <strong>pensamiento</strong>Libros repletos de cuentos ridículos y extravagantes,de milagros horroríficosSin gran <strong>pensamiento</strong> no hay obra grande. No hay triunfohumano que no haya sido primero idea. Las primeras cadenasa romper son las d<strong>el</strong> <strong>pensamiento</strong> heredado. El primer eslabónde <strong>el</strong>las que percibe <strong>el</strong> niño Simón José Antonio de la SantísimaTrinidad le predica la inmutabilidad d<strong>el</strong> mundo.En la sociedad de castas los primeros pilares que sostienen laestabilidad d<strong>el</strong> mundo son <strong>el</strong> padre y la madre. Antes de cumplirtres años Simoncito pierde a su padre, don Juan Vicente Bolívary Ponte. Rondando los nueve pierde a su madre doña María d<strong>el</strong>a Concepción Palacios y Blanco. Los hermanos se separan y aSimoncito lo arrancan de su casa natal y lo entregan al cuidadode un tutor, su tío Carlos Palacios, hombre soltero, entradoen años, ocupado con sus haciendas, con quien <strong>el</strong> niño no seentiende.Dentro de poco deberá pasar al sistema educativo colonial.Sobre los valores que éste imparte, escribirá con agudeza <strong>el</strong>licenciado Migu<strong>el</strong> José Sanz en su “Informe sobre EducaciónPública durante la Colonia”: “Apenas <strong>el</strong> niño percibe losprimeros vislumbres d<strong>el</strong> int<strong>el</strong>ecto, lo envían a la escu<strong>el</strong>a,adonde le enseñan a leer libros repletos de cuentos ridículosy extravagantes, de milagros horroríficos y de una devociónsupersticiosa que se reduce únicamente a formas exteriores,por las que se acostumbra a la hipocresía y a la impostura”(Chiaramonte, 1979: 395). Posteriormente, en uno de loseditoriales d<strong>el</strong> Semanario de Caracas, en vísperas d<strong>el</strong> movimientoindependentista de 1810, escribe Sanz: “Los individuos de unanación, cuyo gobierno es puramente monárquico y que por estarazón deba pasar muy pronto al despotismo, no se instruyen d<strong>el</strong>os intereses, negocios y correspondencias d<strong>el</strong> Estado, porquecomo su móvil principal es ambicionar empleos, adquirirfastuosos títulos y tener pomposos trenes para distinguirse unos


de otros y acercarse cuanto es posible al centro que es <strong>el</strong> monarca,sólo aspiran a descubrir los medios conducentes a este objeto,que rara vez son las virtudes; la adulación, la lisonja, la calumniay las exterioridades obtienen y aseguran las pretensiones, lospuestos, los honores, arrebatándose y usurpando los hombresmás corrompidos y malvados, los premios que sólo debíandistribuirse entre los virtuosos, moderados y prudentes” (Sanz,1979: 133). Hacia la misma época, <strong>el</strong> joven Bolívar desdeña consimilares términos las camarillas de oportunistas que intentanobtener posiciones políticas en Francia cuando <strong>el</strong> régimen deNapoleón se transforma en Imperio.Vmd. formó mi corazón para la libertad, parala justicia, para lo grande, para lo hermosoUn desacuerdo familiar libra a Simoncito de este sistema.En julio de 1795 un niño arrastrado por alguaciles llora en lapuerta de la casa d<strong>el</strong> maestro Simón Rodríguez. Es díscolo: seha escapado de la casa de su tutor Carlos Palacios para la de suhermana mayor María Antonia Bolívar y mientras se resu<strong>el</strong>ve<strong>el</strong> pleito entre ambos un tribunal lo pone bajo la custodia deRodríguez. El maestro, huérfano que no tiene hijos, mira conatención al niño que no tiene padres, es desventurado y s<strong>el</strong>lama Simón.Desde 1789 <strong>el</strong> joven Simón Rodríguez enseña en la Escu<strong>el</strong>ade Primeras Letras de Caracas. Ésta es atrevida innovación d<strong>el</strong>as autoridades: desde 1778 se la retira de la administraciónde los jesuitas, se la convierte en instituto público mantenido por<strong>el</strong> Estado para blancos, pobres o ricos. El pedagogo Rodríguez,que apenas frisa los veinte años, se ha formado a sí mismo,guiado por <strong>el</strong> canónigo Juan Rafa<strong>el</strong> Rodríguez, los clérigosAlejandro y Ambrosio Carreño, <strong>el</strong> pedagogo Guillermo P<strong>el</strong>grom.También ha leído todos los libros prohibidos ocultos en milescondrijos que una Junta de Guerra trata de descubrir envano. Poco después de encargarse, Rodríguez instala en laescu<strong>el</strong>a bancos y pupitres nuevos pagados con su propio su<strong>el</strong>do,y contra la exclusión de los pardos, sostiene inútilmente ante


la Real Audiencia que “todas las clases d<strong>el</strong> Estado son acreedorasa la pública educación en las primeras letras”. Años más tarde,insistirá: “No nos alucinemos: sin Educación Popular, no habráverdadera sociedad”. E incluso con mayor énfasis, empleandosu peculiar disposición tipográfica, reiterará:LA SOCIEDADpara aprovechar de estas facultades, debeno sólo poner a la disposición de todos la Instrucción,sino dar medios de adquirirlatiempo para adquirirlay obligar a adquirirla(Rodríguez, 1990: 79-87).Simoncito vu<strong>el</strong>ve a fugarse de la casa d<strong>el</strong> maestro Simón,donde vive apretadamente una veintena de personas, de nuevopara la de su hermana mayor María Antonia, y <strong>el</strong> Confesord<strong>el</strong> Ilustrísimo Obispo lo conduce nuevamente donde la d<strong>el</strong>pedagogo. El enrevesado litigio familiar se resu<strong>el</strong>ve cuando sedecide sondear la voluntad d<strong>el</strong> niño, y éste acepta volver dondesu tutor Carlos Palacios, con Simón Rodríguez como maestro.Sólo la conjetura puede adivinar qué se dicen los doshuérfanos desde aqu<strong>el</strong> encuentro hasta que dos años después<strong>el</strong> maestro Simón huye hacia Europa acusado de participar enla conspiración de Gual y España. Juan David García Baccaconsidera fundada la deducción de Alfonso Rumazo Gonzálezde que Rodríguez habría acercado a Simoncito al estudio deLocke, Condillac y H<strong>el</strong>vetius, que <strong>el</strong> discípulo confiesa encorrespondencia posterior (García Bacca, 1990: XI-XLVII).Bolívar llama repetidas veces a Rodríguez “mi Sócrates”.Puede que durante esta breve pedagogía se desarrollen más laduda y la reflexión que la memoria. En un borrador que redactahacia 1825 sobre “La instrucción pública”, Bolívar afirma que“un hombre de genio, que conozca <strong>el</strong> corazón humano, y qu<strong>el</strong>e dirija con arte, un sistema sencillo, y un método claro ynatural, son los medios eficaces por donde la sociedad puedehacer en pocos días extraordinarios y brillantes progresos. Sin


estos requisitos en vano se amontonarán preceptos y trabajos:todo será embarazo y confusión”. Y añade a renglón seguido:“Los juegos y recreaciones son tan necesarios a los niños, como<strong>el</strong> alimento: su estado físico y moral así lo requiere. Pero estosdesahogos se han de encaminar a algún fin útil y honesto: ladiscreción d<strong>el</strong> Director los determinará, y presidirá si es posible.Como útiles y honestos son conocidos la P<strong>el</strong>ota, la Raqueta, <strong>el</strong>Bolo, la Cometa, <strong>el</strong> Globo Aerostático, las Damas y <strong>el</strong> Ajedrez”(Lecuna, 1947, T.III: 927).Posiblemente Bolívar recapitula algo de la pedagogía deRodríguez, que ha dejado en él tan grato recuerdo. Quizá <strong>el</strong>mentor ha puesto en práctica una máxima que sólo publicarádécadas más tarde: “Educar es…CREAR VOLUNTADES”(Rodríguez, 1990: 282). También podríamos aventurar fundadament<strong>el</strong>a conjetura de que ensaya la pedagogía que su ídoloJuan Jacobo Rousseau expone en <strong>el</strong> Emilio. Rousseau, portavozd<strong>el</strong> romanticismo, propala que hay que educar <strong>el</strong> sentimientoantes que la memoria, las emociones antes que <strong>el</strong> raciocinio,y que la civilización corrompe a los hombres mientras que laproximidad con la naturaleza y la sencillez de costumbres losmantienen puros.Lo cierto es que <strong>el</strong> alumno Simón le escribirá 24 añosdespués desde Pativilca: “V. formó mi corazón para la libertad,para la justicia, para lo grande, para lo hermoso. Yo he seguido<strong>el</strong> sendero que V. me señaló. V. fue mi piloto, aunque sentadosobre una de las playas de Europa. No puede V. figurarse cuánhondamente se han grabado en mi corazón las lecciones que V.me ha dado: no he podido jamás borrar siquiera una coma de lasgrandes sentencias que V. me ha regalado. Siempre presentesa mis ojos int<strong>el</strong>ectuales, las he seguido como guías infalibles”.Simón Rodríguez anota al dorso: “No conservo esta carta por<strong>el</strong> honor que me hace, sino por <strong>el</strong> que hace a Bolívar. Confesarque me debía unas ideas que lo distinguían tanto, era probarque nada perdía en que lo supieran, porque su orgullo era <strong>el</strong>amor a la justicia” (Pérez Vila, 1979: 172).Vale la pena examinar estos sentimientos. Amamos en otro loque querríamos ser. Las dos personas más cercanas en su afecto,


fuera de los padres de los cuales por su temprana orfandad noguarda ni siquiera un recuerdo borroso, son Manu<strong>el</strong>a Sáenzy Simón Rodríguez, que también se llamará Carreño y Robinson.La una es mujer libre, que deja a su esposo por aburrido, amaa Bolívar por <strong>el</strong>ección y termina su vida sin familia propia,atendiendo partos y sobando espaldas acalambradas en Paita.Rodríguez es niño expósito, sobre cuyos verdaderos padres haytodavía controversia. No ha llegado a esta vida con más cosaque la int<strong>el</strong>igencia. Movido por <strong>el</strong>la cambia constantementede profesión, de país, de compañera, de nombre. Quizá Bolívarve en él un ideal de libertad, aunque fuera la precaria libertadde Diógenes Cínico durmiendo en un ton<strong>el</strong> y rompiendo sucopa de barro al advertir que un niño bebía de la fuente en <strong>el</strong>cuenco de la mano. Así lo describe en una de sus cartas: comoes un filósofo, es un hombre que no tiene ni familia ni nada.Nada, salvo <strong>el</strong> perturbador bullir de sus ideas y <strong>el</strong> no estar sujetoa otro vínculo que a <strong>el</strong>las.Educado como un niño de distinción puede ser enAmérica bajo <strong>el</strong> poder españolEl 20 de mayo de 1825, en larga misiva dirigida desde Arequipaal vicepresidente Santander, Bolívar le confía invalorableshechos sobre su formación, que conviene citar in extenso porla forma como rev<strong>el</strong>an las raíces de su <strong>pensamiento</strong>: “Lo que sedice de mí, es vago, falso e injusto. Vago porque no asigna micapacidad; falso porque me atribuye un desprendimiento queno tengo; e injusto, porque no es cierto que mi educación fuemuy descuidada, puesto que mi madre y mis tutores hicieroncuanto era posible porque yo aprendiese; me buscaron maestrosde primer orden en mi país. Robinson, que usted conoce, fuemi maestro de primeras letras y gramática; de b<strong>el</strong>las letrasy geografía, nuestro famoso B<strong>el</strong>lo; se puso una academia dematemáticas sólo para mí por <strong>el</strong> padre Andújar, que estimómucho <strong>el</strong> Barón de Humboldt. Después me mandaron a Europaa continuar mis matemáticas en la academia de San Fernando;y aprendí los idiomas extranjeros con maestros s<strong>el</strong>ectos de


Madrid; todo bajo la dirección d<strong>el</strong> sabio Marqués de Ustáriz, encuya casa vivía. Todavía muy niño, quizá sin poder aprender,se me dieron lecciones de esgrima, de baile y de equitación.Ciertamente que no aprendí ni la filosofía de Aristót<strong>el</strong>es, nilos códigos d<strong>el</strong> crimen y d<strong>el</strong> error; pero puede ser que Mr. deMollien no haya estudiado tanto como yo a Locke, Condillac,Buffon, D'Alembert, H<strong>el</strong>vetius, Montesquieu, Mably, Filangieri,Lalande, Rousseau, Voltaire, Rollin, Berthot y todos los clásicosde la antigüedad, así filósofos, historiadores, oradores y poetas;y todos los clásicos modernos de España, Francia, Italia y granparte de los ingleses. Todo esto lo digo muy confidencialmentea Ud. para que no crea que su pobre presidente ha recibidotan mala educación como dice Mr. de Mollien; aunque, por otraparte, yo no sé nada, no he dejado, sin embargo, de ser educadocomo un niño de distinción puede ser en América bajo <strong>el</strong> poderespañol” (Lecuna, T.II: 135-139).Esta panorámica es impresionante. Bastan los nombresde Simón Rodríguez y de Andrés B<strong>el</strong>lo como pedagogos paracomprender la calidad de la educación que recibe Bolívar.Particularmente las enseñanzas de Rodríguez dejan profundahu<strong>el</strong>la en <strong>el</strong> discípulo. Tres décadas más tarde, <strong>el</strong> 19 de enerode 1824, encontrándose en Pativilca, al enterarse de la presenciad<strong>el</strong> maestro en Colombia concluye así la emocionadacorrespondencia que mencionamos: “En fin, Ud. ha visto miconducta; Vmd. ha visto mis <strong>pensamiento</strong>s escritos, mi almapintada en <strong>el</strong> pap<strong>el</strong>, y Vmd. no habrá dejado de decirse: ‘Todoesto es mío. Yo sembré esta planta, yo la regué, yo la enderecétierna. Ahora robusta, fuerte y fructífera, he aquí sus frutos;<strong>el</strong>los son míos, yo voy a saborearlos en <strong>el</strong> jardín que planté; voya gozar de la sombra de sus brazos amigos, porque mi derecho esimprescriptible, privativo a todo’ ” (Pérez Vila, 1979: 172-173).No cabe duda: la formación dada por Rodríguez ha de habersido determinante tanto en lo int<strong>el</strong>ectual como en lo moral.Nada fuera de la sinceridad puede motivar tales expresionesdirigidas a un peregrino pobre y desconocido.


Yo multiplico las ideas en muy pocas palabrasMás impresionante, si cabe, es la vastedad de su formaciónpropia con lecturas en su mayoría prohibidas para la época en<strong>el</strong> ámbito d<strong>el</strong> imperio español. Condillac, autor de L'hommemachine, divulga ideas materialistas, según las cuales <strong>el</strong> origend<strong>el</strong> <strong>pensamiento</strong> y d<strong>el</strong> raciocinio se debe a las impresionessensoriales. Buffon es uno de los más célebres naturalistas.D'Alembert, H<strong>el</strong>vetius y Diderot, son promotores d<strong>el</strong> magnoproyecto de la Enciclopedia, compendio de los conocimientoscientíficos y técnicos de la época así como de los principiosde la filosofía racionalista derivados de <strong>el</strong>los. Montesquieu,Locke, Rousseau, son las piedras miliares d<strong>el</strong> <strong>pensamiento</strong>filosófico y político d<strong>el</strong> siglo XVIII. Montesquieu, con sus vastascompilaciones sobre las leyes y las costumbres en todos lospueblos conocidos para entonces, sienta <strong>el</strong> principio de que<strong>el</strong> espíritu de las leyes consiste en la adecuación de éstas a laextensión territorial, <strong>el</strong> clima, la forma de gobierno, la economía,la r<strong>el</strong>igión y otros factores propios de cada país. Locke postulaque la unión natural de los hombres preexiste a la creación de losgobiernos, y que éstos deben respetar las reglas generadas porla sociedad en sus mutuas r<strong>el</strong>aciones de cooperación. Rousseauafirma que los hombres se unen libre y voluntariamente porun contrato social, que constituye la soberanía, y que estasoberanía no puede ser enajenada a ningún gobierno, <strong>el</strong> cualhace siempre continuos esfuerzos contra <strong>el</strong>la. Durante suúltima visita a Caracas, <strong>el</strong> 28 de marzo de 1827 encuentraoportuno manifestar Bolívar en <strong>el</strong> cierre de una carta al generalRafa<strong>el</strong> Urdaneta: “¡Quién sabe lo que hará <strong>el</strong> congreso! Deseosaber sus b<strong>el</strong>las resoluciones para juzgar desde luego si <strong>el</strong> paísse pierde o no. Lo mejor sería que no hiciera nada, porque ‘en laignorancia de lo que se debe hacer, dice Rousseau, la sabiduríaaconseja la inacción’ ” (Lecuna, 1947, T.II: 597-601).Voltaire, en fin, es una deslumbrante sumatoria de talentos quecombina una ácida crítica en materias filosóficas, económicas ehistóricas, con una arisca independencia int<strong>el</strong>ectual y un estilode una fluidez y una ironía incomparables. Quizá sea su influjo


lo que mueve a Bolívar a cerrar su misiva a Santander de 20de mayo de 1825 con esta concisa autocrítica: “Dicen que soydifuso; mejor diría que no era correcto, pues realmente no losoy por precipitado, descuidado e impaciente: no sé cómo puedaser difuso un hombre impaciente y precipitado. Yo multiplicolas ideas en muy pocas palabras, aunque sin orden ni concierto”(Lecuna, T.II: 135-139).La citada lista de autores no es mencionada con <strong>el</strong> finde lucirse. Testimonia Perú de Lacroix que durante susconversaciones en Bucaramanga en 1828, tras una cena enla cual se discute de obras literarias, “pasó después a <strong>el</strong>ogiarlas de Voltaire, que es su autor favorito (…). Que en Voltairese encuentra todo: estilo, grandes y profundos <strong>pensamiento</strong>sfilosóficos, crítica fina y diversión”. Y más ad<strong>el</strong>ante insiste<strong>el</strong> edecán en que “Voltaire es su autor favorito, y tiene en lamemoria muchos pasajes de sus obras, tanto en prosa como enverso” (Lacroix, 1924: 144-175). Testimonia también <strong>el</strong> oficialque durante las v<strong>el</strong>adas en dicha ciudad se comentan obrasliterarias de Walter Scott y de Rousseau, que <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> le<strong>el</strong>ibros en francés traduciéndolos en voz alta directamente alcast<strong>el</strong>lano, que por momentos se retira para r<strong>el</strong>eer La Odisea.Como veremos, en sus discursos y proclamas cita con frecuenciaa Montesquieu, a Rousseau, multiplica los ejemplos tomados deobras de la antigüedad grecorromana, incluso toma prestadosde <strong>el</strong>la los nombres de algunas instituciones que propone, como<strong>el</strong> Areópago de la constitución de Angostura.Ellos distraerán a Ud. en sus ratos de descansoUna segunda lista de libros nos acerca todavía más al<strong>pensamiento</strong> y las preocupaciones int<strong>el</strong>ectuales de Bolívar ensu madurez. El 15 de febrero de 1828 escribe desde Bogotá alcoron<strong>el</strong> Tomás Mosquera para contestar la comunicación en lacual éste le informa que han aparecido en Guayaquil sus libros,y con proverbial generosidad, le expresa que “lo c<strong>el</strong>ebro tan sóloporque <strong>el</strong>los distraerán a Ud. en sus ratos de descanso; sírvaseUd. aceptarlos como un recuerdo de mi parte”. Asimismo le


informa que “mi espada de campaña que tiene Ud. allá fue laque tuve en <strong>el</strong> Perú: consérv<strong>el</strong>a Ud. igualmente que <strong>el</strong> servicioy los libros como un recuerdo mío”. Junto con la carta seconserva la lista de libros, que conviene citar íntegra:Obras completas: DumerilThéorie des RévolutionsŒuvres de HobbesHistoire d'AmériqueArrieu: Expédition d'Alexandre y un AtlasManuscrit de 1813Sismondi: Littérature du midi de l'EuropeIntroduction á la PolitiqueAnnales du règne de George IIIContes de la FontaineSimonde de SismondiDescription Générale de la ChineRéflexions MilitairesPlutarqueL'Odyssèe d'HoméreFêtes et courtisanes de la GrèceLlorenteCours politique et diplomatique de BonaparteŒuvres de NapoléonMémoires de NapoléonHistoire de NapoléonHistoire du BrésilCampagne de 1814 y un AtlasGoguetNew Dictionary Spanish and EnglishGramática italianaScience du GouvernementEnsayo de la historia civil d<strong>el</strong> Paraguay, Buenos Airesy TucumánŒuvres de VoltaireRépubliques Italiennes du Moyen AgeHistoire d'AngleterreDictionnaire des Hommes Célèbres


Analyse de la PhilosophieOs LusiadasÉpoques de l'Histoire Univers<strong>el</strong>leEspíritu de las LeyesCurso de política, por ConstantPoésies d'OssianLa Eneida, de VirgilioComentarios de CésarM. Mahon S CardeninosMontholon: Mémoires de NapoléonJugement impartial sur NapoléonInfluence des GouvernementsCode of Laws of the Republic of ColombiaThe FederalistsColón, Juzgados militaresPrincipios de FortificaciónOrdenanza navalL'Iliade, d'HomèreRévolution FrançaiseJérusalem délivréeTassoCampagnes d'ltalieMémoires du Barón FainEncyclopédie des enfantsBeautés de l'Histoire de TurquieBeautés de HollandeŒuvres du Roi de PrusseBibliothèque PhilosophiqueDictionnaire GeógraphiqueD<strong>el</strong>ius. Exploitation des MinesGrotiusGuerres de la RévolutionGrotiusMesure du MéridienMedias Anatas y Lanzas d<strong>el</strong> PerúVoyage to the South AtlanticLa Colonne de la Grande Armée


Colonne sur la Place VendómeHistoire de PolibeDiccionario de la AcademiaHistoire de PrusseViaje a la América MeridionalPrincipes de StratégieCongreso de VienaRichesse des NationsGuerres de la RévolutionBeaujor: S. North AmericaLife of ScipioVie de WashingtonEspíritu d<strong>el</strong> DerechoTratado de CastramentaciónLes Cent Jours. ConstantMémoires du General RappBiographies des ContemporainsDe PradtŒuvres de Madame de Sta<strong>el</strong>Life of WashingtonRamsay: Life of WashingtonFables de La FontaineVertot: Histoire RomaineDécouverte de L'AmériqueHumboldt: AstronomieViaje de AnacarsisCommentaires de CésarLa Nouv<strong>el</strong>le EspagneVoyage au Nouveau ContinentExposición de don José de la Riva AgüeroVictoires complètes des FrançaisInforme de la Ley AgrariaAtlas de AméricaVoyage de HumboldtLa Nouv<strong>el</strong>le Espagne, AtlasColombiaViaje de La Cruz(Lecuna, 1947, T.II: 779-780).


Toda lista de libros trae a la memoria <strong>el</strong> auto de fe que <strong>el</strong>bachiller Sansón Carrasco ejecutó contra los volúmenesque llevaron a la locura a Alonso Quijano. Esta lista nospermite precisar algunos de los que arrastraron a su d<strong>el</strong>irio alconquistador d<strong>el</strong> Chimborazo. Lector voraz, seguramente habíacursado una y otra vez la mayoría de los títulos. Hombre cuyavida transcurrió entre batallas y marchas y contramarchasviolentas, debió apreciar sus páginas lo suficiente como paraconservarlos y luego dejarlos a persona de su aprecio, junto consu espada de campaña. Quizá estimaba <strong>el</strong> <strong>pensamiento</strong> comoarma equiparable. El hombre de ideas es su biblioteca. Muchosvolúmenes están en la lengua original. Algunos merecen uncomentario específico. Por la incidencia que pudieran habertenido sobre la mentalidad d<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>, bien vale la penarescatarlos de la hoguera de la enumeración:La vida no es más que un movimiento de los miembrosLas Œuvres de Thomas Hobbes de Malmesbury nos aproximanal enfoque materialista que considera al hombre unmecanismo y al int<strong>el</strong>ecto una máquina de sumar y restarconclusiones. Al comienzo de su Leviathan, <strong>el</strong> conciso inglésplantea: “Pues viendo que la vida no es más que un movimientode los miembros, cuyo principio yace en algún lugar principalinterno; ¿por qué no podríamos decir que todos los autómatas(máquinas que se mueven por sí mismas por resortes y ruedascomo un r<strong>el</strong>oj) tienen una vida artificial? Porque, ¿qué es <strong>el</strong>corazón, sino un resorte, y los nervios, sino otras tantas cuerdas,y las coyunturas, sino muchas ruedas, dando movimiento alcuerpo entero, según la voluntad d<strong>el</strong> artífice?”. Quizá estasreflexiones materialistas, conjuntamente con las de Condillac,contribuyen a la opinión que sobre <strong>el</strong> alma confía Bolívar asus edecanes en 1828 en Bucaramanga: “El hombre tiene uncuerpo material y una int<strong>el</strong>igencia representada por <strong>el</strong> cerebro,igualmente material, y, según <strong>el</strong> estado actual de la ciencia, no seconsidera a la int<strong>el</strong>igencia sino como una secreción d<strong>el</strong> cerebro;


llámese, pues, este producto alma, int<strong>el</strong>igencia, espíritu, pocoimporta ni vale la pena disputar sobre <strong>el</strong>lo; para mí, la vida noes otra cosa sino <strong>el</strong> resultado de la unión de dos principios,a saber: de la contractilidad, que es una facultad d<strong>el</strong> cuerpomaterial, y de la sensibilidad, que es una facultad d<strong>el</strong> cerebroo de la int<strong>el</strong>igencia. Cesa la vida cuando cesa aqu<strong>el</strong>la unión; <strong>el</strong>cerebro muere con <strong>el</strong> cuerpo, y muerto <strong>el</strong> cerebro no hay mássecreción de int<strong>el</strong>igencia” (Lacroix, 1924: 122).Seguramente fascinaron al <strong>Libertador</strong> las casi geométricasdemostraciones de Hobbes sobre <strong>el</strong> carácter absoluto de lasoberanía, y su pavor a la guerra civil, nefasto retorno a la guerrade todos contra todos d<strong>el</strong> estado de naturaleza, en la cual la vidaes pobre, solitaria, embrutecida y breve: “Pues es manifiestoque durante <strong>el</strong> tiempo en que los hombres viven sin un podercomún que les imponga temor, viven en una condición llamadaguerra, y tal guerra es la de todos contra todos” (Hobbes, 1968:81-185).Las Vidas paral<strong>el</strong>as de Plutarco, con sus comparacionesentre hombres de épocas distintas, tales como Alejandro Magnoy César, seguramente abrieron <strong>el</strong> paso a Bolívar para aplicar losejemplos históricos de uno a otro momento, para vislumbrarque las interminables campañas fatigaban incluso a los héroesmacedonios, que <strong>el</strong> intento de asesinato era <strong>el</strong> destino previsiblede todo encumbramiento.L'Odyssée de Homero, en francés, para r<strong>el</strong>eer la cual <strong>el</strong>héroe se retiraba de las partidas de naipes y d<strong>el</strong> cotilleo de susoficiales en Bucaramanga. Adecuada lectura para un hombrecuya vida había sido un perpetuo viaje, sin retorno posiblehacia <strong>el</strong> añorado mundo de sus padres y de su esposa, perdidapara siempre en <strong>el</strong> Hades. Cada vez que retornaba a un hogarabandonado por una campaña libertadora, lo encontrabaasediado por pretendientes que lo daban por muerto. Al final secansó de escarmentarlos.


En cuanto se dispara un cañonazo en Flandes,resuena en América¡Cuántas veces debió recurrir Bolívar a estas Œuvres deVoltaire en busca d<strong>el</strong> solaz que dispensan la ironía fuerte, <strong>el</strong>estilo ácido, la casi resignada exposición de las necedadeshumanas! No sabemos con exactitud qué títulos comprendíanesas Œuvres, pero es lo cierto que <strong>el</strong> gran satírico revolucionólos métodos de investigación histórica en grandes trabajoscomo la Historia de las Costumbres y Le Siècle de Louis XIV.En <strong>el</strong> último estudia la manera en que <strong>el</strong> ministro Jean BaptisteColbert orientó a Francia por los caminos de la hegemonía navaly de la protección de las industrias. Quizá Voltaire lo ha puestoen guardia ante la necesidad de meditar sobre la repercusiónde las quer<strong>el</strong>las europeas en <strong>el</strong> resto d<strong>el</strong> mundo, con <strong>el</strong> brillanteaforismo que incluye en “Defensa de Luis XIV contra <strong>el</strong> autorde las Efemérides”: “En cuanto se dispara un cañonazo enFlandes, resuena en América y en la costa de Coromand<strong>el</strong>”.Os Lusiadas es texto posiblemente frecuentado por alguienque casi ha navegado tanto como cabalgado. El espíritu de lasleyes, de Montesquieu, suma enciclopédica de las r<strong>el</strong>acionesde las leyes con la extensión geográfica, con <strong>el</strong> clima, conla forma de gobierno, con la densidad de población, con laproductividad, con las costumbres, con la r<strong>el</strong>igión de todoslos pueblos conocidos para la época, ha de haber provocadoen Bolívar interesantes reflexiones sobre las normas adecuadaspara ese Mundo Nuevo, en gran parte desconocido, que su gestaindependentista contribuyó a rev<strong>el</strong>ar.La suerte d<strong>el</strong> mundo se ha decidido en WaterlooCours politique et diplomatique de Bonaparte, Œuvresde Napoleón, Mémoires de Napoléon, Histoire de Napoléon,Montholon: Mémoires de Napoléon, Jugement impartial surNapoléon, Les Cent Jours. No deben extrañar tantas obrassobre Bonaparte, personaje a la vez admirado y odiado porBolívar. Admirado, por su primer ímpetu revolucionario, por sus


novedosas tácticas ofensivas, por su atrevimiento al derribar lostronos europeos. Odiado, por su ambición desmedida, que lollevó a querer coronarse y a quedar convertido en aqu<strong>el</strong>lo quecomenzó por combatir. Mucho se podía aprender d<strong>el</strong> primerestratega d<strong>el</strong> mundo: sobre todo, no repetir sus errores, y cuidarsede él. Bolívar reacciona alarmado ante la posibilidadde que Bonaparte tras su derrota se refugiara en <strong>el</strong> NuevoMundo, y <strong>el</strong> 22 de agosto de 1815 escribe al Presidente de lasProvincias Unidas de la Nueva Granada: “La suerte d<strong>el</strong> mundose ha decidido en Waterloo. La Europa ha quedado libre poresta inmortal batalla y sus consecuencias pueden ser másimportantes que cuantas han figurado en los anales d<strong>el</strong> universo,sobre todo con respecto a la América, que va a ver transportara su seno <strong>el</strong> tremendo teatro de la guerra que por más de 20años ha afligido a la Europa. Si es verdad que Bonaparte haescapado de Francia, como se asegura, para venir a buscar unasilo en América, cualquiera que sea su <strong>el</strong>ección, ese país serádestruido con su presencia. Con él vendrá <strong>el</strong> odio de los inglesesa su tiranía; <strong>el</strong> c<strong>el</strong>o de la Europa hacia la América; los ejércitosde todas las naciones seguirán sus hu<strong>el</strong>las y la América entera,si es necesario, será bloqueada por las escuadras británicas”(Lecuna, 1947, T.I: 157).El pueblo de cada estado estará inclinado a sentir unamás fuerte adhesión hacia su gobierno localThe Federalist ha de ser la compilación que publicanAlexander Hamilton, John Jay y James Madison en 1788 desus artículos anteriormente divulgados en la prensa de NuevaYork. Los ensayos tratan sobre diversos aspectos de la políticaestadounidense, pero vu<strong>el</strong>ven con insistencia sobre la necesidadde fortalecer <strong>el</strong> gobierno central contra <strong>el</strong> localismo de lasprovincias o estados de la Unión, materia que preocupó a Bolívary lo movió a asestar duras críticas contra <strong>el</strong> federalismo de laPrimera República y <strong>el</strong> separatismo latinoamericano. Particularresonancia ha debido suscitarle <strong>el</strong> texto en <strong>el</strong> cual Hamiltonadvierte: “Es un hecho reconocido de la naturaleza humana


que sus afectos por lo general se debilitan en proporción d<strong>el</strong>a distancia o difusividad d<strong>el</strong> objeto. Por <strong>el</strong> mismo principiopor <strong>el</strong> cual un hombre está más apegado a su familia que a suvecindad, a su vecindad que a su comunidad, <strong>el</strong> pueblo de cadaestado estará inclinado a sentir una más fuerte adhesión haciasu gobierno local que hacia <strong>el</strong> de la Unión, a menos que la fuerzade tal principio sea destruida por una mejor administración deesta última” (Hamilton, Jay, Madison, 1965: 107).El abate de Pradt, francés que escribe sobre <strong>el</strong> Nuevo Mundo,es motivo constante de las reflexiones de Bolívar. Al descalificarla suposición de que <strong>el</strong> Congreso de Panamá fuera una imitaciónd<strong>el</strong> Congreso de Viena, convocado por la Santa Alianza, afirmaen Bucaramanga en 1828 que “se engañan los que lo creenasí, y también se ha engañado más que nadie <strong>el</strong> abate de Pradtcon las b<strong>el</strong>las cosas que ha dicho sobre aqu<strong>el</strong> Congreso, y haprobado que no conoce la América y su verdadero estado socialy político” (Lacroix, 1924:152). Y sin embargo, en sus últimosaños <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> quiere favorecer al abate con una pensiónpara que se radique en América, asignación que espera financiarcon <strong>el</strong> producto de la venta de las minas de Aroa.En esta biblioteca andante figuran dos biografías de GeorgeWashington, héroe a quien <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> admiró no obstant<strong>el</strong>as reservas que pudo tener contra ciertas políticas de EstadosUnidos. La vida d<strong>el</strong> primer Presidente de ese país ha debidoser fuente de inspiración sobre las ideas republicanas, sobre lasobriedad en la vida pública y en fin, sobre <strong>el</strong> retiro d<strong>el</strong> hombrede Estado una vez cumplida su obra.Grotius, o Hugh van der Groot, o Hugo Grocio, teórico de lasoberanía, fundamentó <strong>el</strong> Derecho Internacional en <strong>el</strong> DerechoNatural y éste a su vez en la Razón, para hacerlo independientede las consideraciones r<strong>el</strong>igiosas: sus argumentos bien puedehaber inspirado a Bolívar muchas de sus ap<strong>el</strong>aciones al Derechode Gentes.


El barón de Humboldt estará siempre con los díasde la AméricaAstronomie y Voyage, ambos de Humboldt. Puede que<strong>el</strong> segundo sea <strong>el</strong> célebre Viaje a las regiones equinocciales,en <strong>el</strong> cual <strong>el</strong> prócer se complacerá reconociendo parajes queha recorrido durante sus campañas. El joven Bolívar conociópersonalmente a Alejandro de Humboldt, quien le manifestóque América estaba madura para su independencia, pero queno veía <strong>el</strong> hombre que pudiera acometer tal tarea. Juntosvisitaron Pompeya y ascendieron hasta la cima d<strong>el</strong> Vesubio.Años después, <strong>el</strong> 10 de noviembre de 1821, quien ahora es <strong>el</strong><strong>Libertador</strong> le escribe desde Bogotá: “El barón de Humboldt estarásiempre con los días de la América presentes en <strong>el</strong> corazónde los justos apreciadores de un grande hombre, que con sus ojosla ha arrancado de la ignorancia y con su pluma la ha pintadotan b<strong>el</strong>la como su propia naturaleza. Pero no son estos los solostítulos que Ud. tiene a los sufragios de nosotros los americanos.Los rasgos de su carácter moral, las eminentes cualidades desu carácter generoso tienen una especie de existencia entrenosotros: siempre los estamos mirando con encanto. Yo por lomenos al contemplar cada uno de los vestigios que recuerdanlos pasos de Ud. en Colombia me siento arrebatado de las máspoderosas impresiones” (Lecuna, 1947, T.I: 604).La Histoire de Polibio ha debido ser un inapreciable canterode observaciones sobre <strong>el</strong> clásico problema de las formas degobierno. Polibio, rehén griego de Roma, sostenía que éstadebía la estabilidad y la perduración de su forma de gobiernomixta a que combinaba <strong>el</strong>ementos de la monarquía con lainstitución de los cónsules, de la aristocracia con <strong>el</strong> Senado,y de la democracia con los diversos comicios y los tribunosde la plebe, lo que permitía que diversos sectores sociales sesintieran representados en <strong>el</strong> gobierno y lo defendieran. Sonreflexiones que seguramente Bolívar sopesará al proponer susproyectos constitucionales, al examinar <strong>el</strong> inestable equilibriode las fuerzas sociales durante la conmoción independentista.


Ese monopolio se presenta, naturalmente,a la mirada cegata de la alocada ambición comoun objeto deslumbranteEsta Richesse des Nations ha de ser una traducción francesade La riqueza de las naciones, de Adam Smith, inapreciablefuente de meditación. Bolívar ha de haber repasado su Libro IV,<strong>el</strong> cual comprende un extenso capítulo VII sobre “Las colonias”,donde se sienta que “Cada país ha acaparado por completopara sí mismo los inconvenientes que se derivan de la posesiónde sus colonias. Las ventajas que se derivan de su comerciose ha visto obligado a repartirlas con otros muchos países. Sinduda que <strong>el</strong> monopolio d<strong>el</strong> gran comercio de América parece,naturalmente, a primera vista, una adquisición d<strong>el</strong> más altovalor. En medio de la confusa arrebatiña de la política y de laguerra, ese monopolio se presenta, naturalmente, a la miradacegata de la alocada ambición como un objeto deslumbrantepor <strong>el</strong> que hay que luchar. Sin embargo, la magnificenciaenceguedora d<strong>el</strong> objeto, la grandeza inmensa d<strong>el</strong> comercio, es lacondición misma que hace perjudicial su monopolio, o que haceque un empleo, por su misma naturaleza menos ventajoso para<strong>el</strong> país que la mayor parte de los empleos d<strong>el</strong> capital, absorbauna porción mucho mayor de éste que la que de otro modohabría absorbido” (Smith, 1961: 548-549). Bolívar justamentecombate ese monopolio dañino para ambas partes, y que <strong>el</strong>imperio español intenta sostener con sus últimas fuerzas.Dos amos soberanos, <strong>el</strong> dolor y <strong>el</strong> placerLlama la atención que en esta dispersa muestra de laslecturas de Bolívar no figuren obras de Jeremías Bentham,autor utilitarista hacia <strong>el</strong> cual siente un pasajero interés. Eleconomista le escribe ofreciéndole acoger becarios en su escu<strong>el</strong>ade Haz<strong>el</strong>wood y enviándole algunas de sus obras. Desde Caracas<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> le escribirá dos cartas <strong>el</strong> 15 de enero de 1827.En la primera le manifiesta: “Espero con ansia que la bondadde Ud. se sirva dirigirme nuevamente las obras de legislación


civil y judicial, juntamente con las de educación nacional,para estudiar en <strong>el</strong>las <strong>el</strong> método de hacer bien y aprender laverdad, únicas ventajas que la Providencia nos ha concedidoen la tierra, y que Ud. ha desenvu<strong>el</strong>to maravillosamente prodigandocon profusión sus goces a los individuos de nuestradesgraciada especie, que largo tiempo sufrirán todavía <strong>el</strong> maly la ignorancia”. La segunda misiva expresa: “Tuve la honrade recibir en Lima <strong>el</strong> catecismo de economía que la bondad deUd. se sirvió dirigirme con la carta más lisonjera para mí; porquees de Ud., cuya autoridad y saber he considerado siempre conprofunda veneración. Luego que eché la vista sobre esta obra<strong>el</strong>emental me pareció de un mérito exquisito y digno de ponerseen las manos d<strong>el</strong> pueblo para su instrucción, y, enconsecuencia, ordené que se publicase en español” (Lecuna,1947, T.II: 530-531).A los hombres de poder no les faltan compasivos filósofosdispuestos a dirigirlos. Quizá los asomos de <strong>pensamiento</strong>materialista que por momentos manifiesta Bolívar encuentranalguna afinidad con <strong>el</strong> comienzo d<strong>el</strong> Fragment on government,publicado en 1776, donde sostiene <strong>el</strong> inglés que “La naturalezaha colocado a la humanidad bajo <strong>el</strong> dominio de dos amossoberanos, <strong>el</strong> dolor y <strong>el</strong> placer. A <strong>el</strong>los sólo toca señalar lo quedebemos hacer, así como determinar lo que haremos. Por unaparte, la norma d<strong>el</strong> bien y d<strong>el</strong> mal y, por otra, la cadena de causasy efectos están atadas a su trono” (Sabine, 1966: 494). Es normaque también aceptaría un autor poco divulgado para la épocapero mucho más entretenido: François Donatien, marqués deSade, quien por expresar tales ideas fue encarc<strong>el</strong>ado.Posiblemente Bolívar ha hojeado distraídamente la continuaciónde la obra, donde Bentham afirma que “han sidolamentables la confusión y la oscuridad producidas al tomar losnombres de entes ficticios como si se tratara de entes reales”.Las personas jurídicas, tales como la República, serían merasficciones, y las ficciones “nunca se han empleado sino parajustificar algo injustificable”. Ficciones serían términos talescomo derechos, propiedad, sociedad, bienestar general. Losactos de esas ficciones llamadas personas colectivas, como <strong>el</strong>


Estado o la sociedad, no son más que “la suma de los interesesde los diversos miembros que lo componen” (Sabine, 1966:495-486). En otro luminoso “catecismo de economía”, Defensade la usura, proclama Bentham que “<strong>el</strong> Estado no tiene comofunción aumentar la riqueza o crear capitales, sino afirmar laseguridad en la posesión de la riqueza, una vez adquirida. ElEstado tiene una función judicial que cumplir, pero su funcióneconómica debe ser reducida al mínimo” (Touchard, 1972:324). Es exactamente lo contrario de lo que ejecuta Bolívarcon sus masivas confiscaciones de bienes pertenecientes a laCorona o a los realistas, con sus medidas proteccionistas de lasaguas, de los bosques, de las especies animales y vegetales, d<strong>el</strong>trazado de caminos, de la agricultura, de la inmigración. Hacia1828, la idea de que <strong>el</strong> propio placer ha de preponderar sobreficciones tales como la Patria o la República, y de que éstas sólosirven para asegurar la propiedad, hacen furor en un grupo deneogranadinos dirigidos por Francisco de Paula Santander, que<strong>el</strong> 25 de septiembre intenta asesinar al <strong>Libertador</strong> en Bogotá.Esta brillante puesta en práctica de sus ideas desacreditalas doctrinas de Bentham, cuyos libros son retirados de losinstitutos de enseñanza, y de la biblioteca de Bolívar, si en <strong>el</strong>laestuvieron alguna vez.Atahualpa, Huaina-Cápac, Manco-Cápac, Manaure,Montezuma y Túpac AmaruA este catálogo añade un tercero <strong>el</strong> acucioso investigadorManu<strong>el</strong> Pérez Vila: “En sus escritos aparecen los nombres de Joséde Acosta, Antonio de Solís, Herrera <strong>el</strong> de las Décadas famosas,d<strong>el</strong> Padre Las Casas, junto a Robertson, a Humboldt y a FrayServando Teresa de Mier, autores todos que tratan de Américaen sus obras. Las sombras de Pizarro, Almagro, Garci-Gonzálezde Silva, Cortés, Carlos V, o de los W<strong>el</strong>sares hacen frente a las deAtahualpa, Huaina-Cápac, Manco-Cápac, Manaure, Montezumay Túpac Amaru. De las páginas de La Araucana surge Colocolo;y de las leyendas indígenas la resplandeciente figura de Quetzalcóatl,que estudia <strong>el</strong> jesuita Acosta” (Mijares, 1978: 102).


Es la incipiente biblioteca de América: la de los cronistas quedescribieron con pavor o d<strong>el</strong>ectación la destrucción de unmundo; la de fray Servando Teresa de Mier, que homologó aSanto Tomás con Quetzalcóatl y a Tonantzin con la Virgen deGuadalupe, la de los exploradores y naturalistas. Bolívar conoc<strong>el</strong>a laboriosa historia de todas las comarcas que pisa.Como podemos colegir de esta pequeña muestra de suslecturas, la curiosidad int<strong>el</strong>ectual de Bolívar es enciclopédica.Es un militar de genio y de fortuna, pero su perspectiva mentalno se limita a la intendencia y la estrategia. No desdeña <strong>el</strong>estudio de la astronomía, que obliga a comparar la desmesuraint<strong>el</strong>ectual d<strong>el</strong> hombre con su pequeñez ante <strong>el</strong> universo.Acompaña a los grandes viajeros que intentan explorar lastierras vírgenes americanas, maneja los Atlas que sugierenreflexiones geopolíticas. Quizá <strong>el</strong> fallido intento de escalaciónd<strong>el</strong> Chimborazo por Alejandro de Humboldt lo incita a culminarla misma ascensión. Puede ser que coteje las descripciones d<strong>el</strong>naturalista con los paisajes que recorre. Analiza las minuciosas<strong>el</strong>ucubraciones de Adam Smith, no desdeña aprender directamentede Julio César en sus Commentaires la ardua tarea deunificar una Galia dividida en tres partes.La misma diversidad de la biblioteca testimonia la de lamente que en <strong>el</strong>la se complace. No es <strong>el</strong> fanático d<strong>el</strong> libro úniconi de la especialización prolija. Es ya un espíritu liberado quese encuentra a sus anchas en todos los dominios de la poesía yd<strong>el</strong> conocimiento. El hecho de que regale la colección a personaestimable, pero que no es de las preponderantes en su afecto,señala que ha superado incluso <strong>el</strong> fetichismo hacia la letra.Sólo dos libros conserva hasta sus últimos días en San PedroAlejandrino, y les tiene tanta estima, que se ocupa de <strong>el</strong>los ensu testamento, junto a los seres queridos y los familiares: “Esmi voluntad, que las dos obras que me regaló mi amigo <strong>el</strong> Sr.general Wilson, y que pertenecieron antes a la biblioteca deNapoleón, tituladas El Contrato Social de Rousseau y El artemilitar de Monte Cuculi, se entreguen a la Universidad deCaracas” (Blanco y Azpúrua, 1978, T.XV: 463-464). Tres afectostestimonia este legado: <strong>el</strong> indeclinable hacia la áspera doctrina


de la soberanía popular d<strong>el</strong> ginebrino; <strong>el</strong> ambivalente hacia <strong>el</strong>genio militar y <strong>el</strong> oportunista político de Córcega; <strong>el</strong> amor haciala ciudad que dejó tanto tiempo atrás y hacia la universidaden la cual nunca estudió, y que en su última visita dejó dotadaespléndidamente.El saber no ocupa espacio. Con este desmesurado bagajeint<strong>el</strong>ectual peregrina Bolívar de uno a otro ámbito de lageografía americana. D<strong>el</strong>ante de la espada va la int<strong>el</strong>igencia.Para un letrado abandonar su biblioteca es como dejar <strong>el</strong> almaque ésta ha sepultado. Para Bolívar es quizá la última liberaciónde una mente que ya no necesita otra cosa que su propio<strong>pensamiento</strong>.


1.3. La liberación de la personaUn rico, lo superfluo de la sociedadEn la sociedad de castas a cada una de <strong>el</strong>las correspondendeberes y derechos distintos que se adquieren por herenciay se defienden ante tribunales diferentes. Bolívar nace en <strong>el</strong> senode una clase, o por mejor decir una casta, que debe su posicióna la propiedad sobre los bienes y tiene sobre <strong>el</strong>los ideas precisas.Aunque <strong>el</strong> nacimiento, y no la riqueza, atribuye <strong>el</strong> lugar en lacasta, ésta refuerza la prominencia e incluso en oportunidadespermite <strong>el</strong> salto de uno a otro estamento.Sin propiedades, los blancos criollos son blancos “de orilla”,tan despreciados casi como los pardos. Con caudales, lospardos pueden comprar a la Corona cédulas de limpieza desangre que los acreditan como blancos y que son aceptadasa regañadientes por los privilegiados. Cada rango social tien<strong>el</strong>a mirada de la envidia fija sobre <strong>el</strong> superior y la d<strong>el</strong> desdéndesviada d<strong>el</strong> inferior. Si bien <strong>el</strong> nacimiento marca en formacasi ind<strong>el</strong>eble, la riqueza puede ser incrementada para aclararjurídicamente la pi<strong>el</strong>, comprar cargos y distinciones, adquiririndulgencias, ganar <strong>el</strong> beneplácito y <strong>el</strong> fácil perdón de la Iglesiay soñar en codearse con la <strong>el</strong>ite metropolitana de los blancospeninsulares.Simón José Antonio de la Santísima Trinidad BolívarPalacios y Ponte es un heredero, que nace en desahogadaposición. No dedica parte significativa de su vida a conquistarriqueza ni a incrementarla. Hacerse rico no es <strong>el</strong> objetivo desu existencia. Tampoco lo es incrementar sus haberes. Losbienes, propiedades d<strong>el</strong> hombre, terminan por apropiarsede éste y mantenerlo prisionero dentro de un círculo devinculaciones infranqueables. La primera tarea de Bolívar,antes de independizar su patria, consiste en liberarse de lascadenas de su patrimonio y de su casta.


Así uno de los hombres más ricos de Venezu<strong>el</strong>a, desde susprimeros años desdeña la riqueza y la prominencia social que<strong>el</strong>la acarrea. En carta juvenil al coron<strong>el</strong> Mariano de Tristándeplora que “Hoy no soy más que un rico, lo superfluo d<strong>el</strong>a sociedad, <strong>el</strong> dorado de un libro, <strong>el</strong> brillante de un puño de laespada de Bonaparte, la toga d<strong>el</strong> orador. No soy bueno más quepara dar fiestas a los hombres que valen alguna cosa. Es unacondición bien triste. ¡Ah! coron<strong>el</strong>, si supieseis lo que sufro,seriáis más indulgente” (Lecuna, 1947, T.I: 24-25).Por haberme apasionado de la señorita de las másb<strong>el</strong>las circunstancias y recomendables prendasSin embargo, Simón José Antonio de la Santísima Trinidades un diligente administrador de sus bienes, y en su primerajuventud actúa conformándose con las pautas aplicables a unnotable de la sociedad con sólido patrimonio: viaja a Españapara obtener educación y establecer r<strong>el</strong>aciones; casa a tempranaedad con joven peninsular de igual condición social a finde establecer una familia y dejar herederos, se radica en susposesiones rurales y hace todo lo que se espera d<strong>el</strong> titular deun mayorazgo para consolidarlo e incrementarlo. Así, <strong>el</strong> 30de septiembre de 1800 escribe desde Madrid a su tío PedroPalacios: “No ignora usted que poseo un mayorazgo bastantecuantioso, con la precisa condición de que he de estar establecidoen Caracas, y que a falta mía pase a mis hijos, y de no, a la casade Aristeguieta, por lo que, atendiendo yo al aumento de misbienes para mi familia, y por haberme apasionado de la señoritade las más b<strong>el</strong>las circunstancias y recomendables prendas,como es mi señora María Teresa Toro, hija de un paisano y unpariente, he determinado contraer alianza con dicha señoritapara evitar la falta que puedo causar si fallezco sin sucesión:pues haciendo tan justa liga, querrá Dios darme algún hijo quesirva de apoyo a mis hermanos y de auxilio a mis tíos” (Lecuna,1947, T.I: 14).


El pobre chico Bolívar de BilbaoNo obstante la situación desahogada de que disfruta durantesu primera juventud, Simón José Antonio se ajusta sininconvenientes a la estrechez. En 1801, durante su primer viajea España, quizá debido a una reyerta que mantiene con lasautoridades en la Puerta de Toledo, debe permanecer en Bilbaomientras María Teresa Toro y su padre vu<strong>el</strong>ven a Madrid. Elconflicto con Inglaterra y <strong>el</strong> consiguiente bloqueo no permitenla llegada de recursos desde Venezu<strong>el</strong>a. Bolívar entretiene supenuria asistiendo a tertulias enciclopedistas más o menosencubiertas en la calle Bidabarrieta, estudiando idiomasjunto con su amigo Alejandro Dehollain, quien quizá lo ayudaeconómicamente. Bolívar posteriormente se referirá a sí mismoen carta a Teresa Laisney de Tristán como <strong>el</strong> “pobre chico Bolívarde Bilbao, tan modesto, tan estudioso, tan económico” (Lecuna,1947, T.I:104-105). Tal adaptabilidad le será invalorable paraajustarse de la vida acomodada de heredero a los rigores d<strong>el</strong>a guerra americana. En sus últimos años afirmará que “nonecesito de nada, o de muy poco, acostumbrado como estoya la vida militar” (Lecuna, 1947, T.III: 421-423).El joven Simón José Antonio complementa sus actividadesde director y administrador de plantaciones con las decomerciante. El 26 de octubre de 1802 se presenta ante <strong>el</strong>Real Consulado de Caracas y manifiesta que ha establecidouna casa de comercio en la ciudad (Barnola et al., 1964, T.IV:408). Defiende con firmeza y prontitud sus derechos: <strong>el</strong> 8 dediciembre de ese año reclama al teniente justicia mayor d<strong>el</strong> Vallede Santa Lucía, Francisco Seijas, “que Ud. arbitrariamente hareedificado en mi posesión de Seuse un rancho que yo mismohe destruido porque no me convenía: tomándose una libertadque sólo es perdonable porque es efecto de su crasa ignoranciaen los fueros que Vmd. debe respetar en mí”, y le notifica queha dado orden a su mayordomo para que derruya la edificación(Barnola et al., 1964, T.II: 107).


La lectura d<strong>el</strong> Volumen I d<strong>el</strong> Tomo II de los Escritos d<strong>el</strong><strong>Libertador</strong> compilados por una comisión de la SociedadBolivariana de Venezu<strong>el</strong>a integrada por Pedro Pablo Barnola,Áng<strong>el</strong> Francisco Brice, Mario Briceño Perozo, J.A. EscalonaEscalona, Lino Iribarren C<strong>el</strong>is, Pedro Grases, Cristóbal L.Mendoza, Manu<strong>el</strong> Pérez Vila y Manu<strong>el</strong> Pinto nos acerca a infinidadde pequeños asuntos de la misma índole. Así, <strong>el</strong> 11 de marzode 1803, en solicitud dirigida al gobernador y capitán generalManu<strong>el</strong> de Guevara Vasconc<strong>el</strong>os, se queja de los procederes d<strong>el</strong>Teniente Justicia Mayor de Santa Lucía, que en su conceptoafectan sus intereses. El 9 de agosto de 1803, Simón José Antoniode la Santísima Trinidad solicita <strong>el</strong> préstamo de 20.000 pesos alsuperintendente general de la Real Hacienda de la Real Rentad<strong>el</strong> Tabaco, a objeto de disponer de efectivo para su proyectadoviaje a España. “A V.S. suplico se sirva concederme la generosagracia de los veinte mil pesos, apercibidos por mitades en <strong>el</strong>presente mes, y próximo de septiembre” (Barnola et al., 1964,T.II Vol. I: 113-123). La petición obedece a que para esos díasse ocupa de fletar un buque y cargarlo con cosechas de cacaoy añil de sus haciendas para venderlas a su arribo a Cádiz. Lasolicitud es denegada, por no ser posible disponer de la RealRenta d<strong>el</strong> Tabaco para finalidades particulares.Finalmente, Simón José obtiene crédito por una suma menor,pagadera en España, según acredita en libranza de fecha 3 deseptiembre de 1803. En las Cartas d<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> compiladaspor Manu<strong>el</strong> Pérez Vila bajo <strong>el</strong> patrocinio de la Fundación JohnBoulton, consta dicho documento, según <strong>el</strong> cual: “En virtud deesta mi primera libranza, no habiendo verificado por la segunday tercera, y a los cuatro meses de vista se servirán Vms. mandarpagar a la orden d<strong>el</strong> Excmo. Señor ministro de Hacienda deEspaña e Indias, la cantidad de doce mil pesos fuertes en oroo plata fuerte sin descuento alguno, y no en vales reales, porotros tantos que consecuente con orden d<strong>el</strong> señor DirectorGeneral de la Real Renta de Tabaco de 1° d<strong>el</strong> presente mes, herecibido d<strong>el</strong> Sr. Tesorero Administrador General de la mismaRenta D. Baltazar Padrón como pertenecientes a dicho ramo;cuya cantidad dejo a Vms. acreditada en cuenta como se loaviso en esta propia fecha” (Pérez Vila, 1959, T.XII: 3).


El adolorido viudo no deja <strong>el</strong> hábito de considerar condetenimiento los asientos contables r<strong>el</strong>ativos a su patrimonio. El14 de octubre de 1803, en vísperas de su segundo viaje a Europa,comunica a su tío Carlos Palacios “es cierto que mi marcha severifica en todo este mes, y consiguientemente, este negocio meimpide tener la pronta satisfacción de terminar <strong>el</strong> importanteobjeto de las cuentas que Vmd. se ha servido rendirme en estosmismos días, en que casualmente me he ocupado de arreglartodos los asuntos que tenía pendientes con varios sujetos deesta ciudad”. Evita así pronunciarse sin debido examen sobre<strong>el</strong> manejo que ha hecho su tío de sus propiedades mientras fuecurador y tutor suyo (Lecuna, T.I: 18-19). Simultáneamente,confiere poder general a su hermano Juan Vicente Bolívar a finde que lo represente en lo que concierne a sus bienes durantesu estadía en <strong>el</strong> Viejo Mundo (Barnola et al., 1964, T.II: 124-127). En Cádiz permanece alrededor de un mes ocupado en laventa de las cosechas que ha introducido. Para ser un joven queapenas frisa en la veintena y está afligido por inmenso pesar,no presenta la conducta de un atolondrado ni de un incapaz deadministrar su cuantioso patrimonio.Yo no soy un hombre como todos los demásLa imagen de un Bolívar derrochador y pródigo en <strong>el</strong> manejode sus bienes corresponde al inmediato período en <strong>el</strong> cualintenta disipar en Europa la depresión en que lo ha sumidola muerte de su joven esposa María Teresa Toro. Durante élincurre en los excesos que pueden esperarse de un herederoacaudalado en plena juventud.Así, en París, en 1804, escribe a su prima Fanny du Villarsque, al encontrarse en Viena con su maestro Simón Rodríguez,éste, ocupado en demostraciones de física y química en ungabinete, le recomienda: “Mi amigo, diviértete, reúnete conlos jóvenes de tu edad, vete al espectáculo, en fin, es precisodistraerte, y éste es <strong>el</strong> solo medio que hay para que te cures”.Pero <strong>el</strong> mentor intenta luego inclinarlo a gastar su fortuna“en instrumentos de física y en experimentos”, y “no cesa devituperar los gastos que él llama necedades frívolas”. Mucho


debe respetar Simón José Antonio a su maestro, pues para huirde tales reconvenciones abandona Viena, y según cuenta, “medirigí a Londres, donde gasté ciento cincuenta mil francos entres meses. Me fui después a Madrid, donde sostuve un tren deun príncipe. Hice lo mismo en Lisboa, en fin, por todas partesostento <strong>el</strong> mayor lujo y prodigo <strong>el</strong> oro a la simple apariencia d<strong>el</strong>os placeres. Fastidiado de las grandes ciudades que he visitadovu<strong>el</strong>vo a París con la esperanza de hallar lo que no he encontradoen ninguna parte, un género de vida que me convenía; peroTeresa, yo no soy un hombre como todos los demás y París noes <strong>el</strong> lugar que puede poner término a la vaga incertidumbre deque estoy atormentado. Sólo hace tres semanas que he llegadoaquí y ya estoy aburrido”. Según sigue confesando a Fanny“Apenas tengo un ligero capricho lo satisfago al instante y loque yo creo un deseo, cuando lo poseo sólo es un objeto dedisgusto” (Lecuna, 1947, T.I: 20-24).Es probable que haya, y de hecho hay algunas exageracionesen esta misiva, seguramente introducidas para conmover <strong>el</strong>espíritu romántico de su prima. Simón José Antonio representapor unos meses un personaje objeto de burla y envidia en <strong>el</strong>Viejo Mundo: <strong>el</strong> d<strong>el</strong> “indiano”, <strong>el</strong> acaudalado d<strong>el</strong> Nuevo Mundoque por momentos opaca los rancios y disminuidos patrimonioseuropeos. El indiano siempre busca comprar un título, o unmatrimonio que le aporte uno. Pero reconoce con agudeza que“yo no soy un hombre como todos los demás”. A falta de mejorcosa, es un dandy, ese fanático que cuida d<strong>el</strong> detalle nimio conla misma exaltación que <strong>el</strong> genio dedica a lo trascendente. Estáviviendo la vida de otro: la d<strong>el</strong> heredero, la d<strong>el</strong> petimetre, y paraun ser int<strong>el</strong>igente <strong>el</strong> resultado inevitable de esta representaciónes <strong>el</strong> tedio.No daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi almaPero poco después Simón José Antonio sustituye los dispendiosextravagantes por otras preocupaciones. Rousseau haimpuesto <strong>el</strong> culto a la naturaleza, y Simón Rodríguez <strong>el</strong> cultoa Rousseau. Templo de esta veneración es <strong>el</strong> inmenso paisaje


campestre, y rito para adorarlo <strong>el</strong> peregrinaje. El peregrino noes ahora quien viaja hacia un lugar sagrado, sino quien huye deun sitio a otro porque ya nada es sagrado para él. Dos peregrinosavanzan en 1805 por los senderos accidentados de una Italiaque todavía no es Italia. El mayor, de treinta y tres años, comosiempre, habla febrilmente de Voltaire, de H<strong>el</strong>vecio, de Spinoza,de Hume y de Holbach, de sus experimentos químicos, de susfugas de conspirador, de sus utópicos planes para regenerar<strong>el</strong> Nuevo Mundo mediante la educación. El más joven, deveintiún años, quizá calla. Sus facciones sólo expresan <strong>el</strong> vacío.Ha perdido <strong>el</strong> amor de su vida. No le interesan para nada lossucedáneos de la ciencia o de la ambición, que su compañerode viaje le recomienda. Ha pensado en morir, y en efectoparece <strong>el</strong> candidato perfecto para <strong>el</strong> suicidio, única cura d<strong>el</strong>mal d<strong>el</strong> siglo. Podría pagarse <strong>el</strong> más suntuoso tren de viaje y noobstante, a instancias de su compañero, peregrina de la maneramás sencilla, para conocer palmo a palmo, pisada tras pisadaaqu<strong>el</strong>la tierra en la cual la magnífica luz de la civilización se haencendido y extinguido tantas veces.Todos los caminos los llevan a Roma. Apenas depositan suspesadas mochilas en una pequeña posada cerca de las graciosasescalinatas de la Plaza de España, un cambio se produce en losperegrinos. El mayor, Simón Rodríguez, debe callar fatigado. Elmozo Simón Bolívar ha dejado en <strong>el</strong> camino su desesperación.Las ruinas de Roma le hablan de la fugacidad de los imperiosy de la eternidad de los hombres. En <strong>el</strong> Monte Sacro, recuerdaque en ese mismo sitio <strong>el</strong> pueblo romano luchó por suprimir laesclavitud por deudas, por <strong>el</strong>egir tribunos que los representarany por borrar la desigualdad social. Exaltado, hace testigo aSimón Rodríguez de un juramento solemne.Es buena precaución que lo pronuncie ante testigos,porque gracias al maestro, que lo transmite en 1850 a Manu<strong>el</strong>Uribe, conocemos <strong>el</strong> texto completo de esta pieza que mezclaerudición con arrebato romántico, presunción con profecía:“Conque éste es <strong>el</strong> pueblo de Rómulo y Numa, de los Gracosy los Horacios, de Augusto y de Nerón, de César y de Bruto,de Tiberio y de Trajano? Aquí todas las grandezas han tenido


su tipo y todas las miserias su cuna. Octavio se disfraza con<strong>el</strong> manto de la piedad pública para ocultar la suspicacia de sucarácter y sus arrebatos sanguinarios; Bruto clava <strong>el</strong> puñal en<strong>el</strong> corazón de su protector para reemplazar la tiranía de Césarcon la suya propia; Antonio renuncia los derechos de su gloriapara embarcarse en las galeras de una meretriz; sin proyectosde reforma, Sila degü<strong>el</strong>la a sus compatriotas, y Tiberio, sombríocomo la noche y depravado como <strong>el</strong> crimen, divide su tiempoentre la concupiscencia y la matanza. Por un Cincinato hubo cienCaracallas, por un Trajano cien Calígulas y por un Vespasianocien Claudios. Este pueblo ha dado para todo: severidad paralos viejos tiempos; austeridad para la República; depravaciónpara los Emperadores; catacumbas para los cristianos; valorpara conquistar <strong>el</strong> mundo entero; ambición para convertirtodos los Estados de la tierra en arrabales tributarios; mujerespara hacer pasar las ruedas sacrílegas de su carruaje sobre <strong>el</strong>tronco destrozado de sus padres; oradores para conmover,como Cicerón; poetas para seducir con su canto, comoVirgilio; satíricos, como Juvenal y Lucrecio; filósofos débiles,como Séneca; y ciudadanos enteros, como Catón. Este puebloha dado para todo, menos para la causa de la humanidad:Mesalinas corrompidas, Agripinas sin entrañas, grandes historiadores,sibaritas desenfrenados, aquilatadas virtudes y crímenesgroseros; pero para la emancipación d<strong>el</strong> espíritu, para laextirpación de las preocupaciones, para <strong>el</strong> enaltecimiento d<strong>el</strong>hombre y para la perfectibilidad definitiva de su razón, bienpoco, por no decir nada. La civilización que ha soplado d<strong>el</strong>Oriente, ha mostrado aquí todas sus faces, ha hecho ver todossus <strong>el</strong>ementos; mas en cuanto a resolver <strong>el</strong> gran problema d<strong>el</strong>hombre en libertad, parece que <strong>el</strong> asunto ha sido desconocidoy que <strong>el</strong> despejo de esa misteriosa incógnita no ha de verificarsesino en <strong>el</strong> Nuevo Mundo ¡Juro d<strong>el</strong>ante de usted; juro por <strong>el</strong> Diosde mis padres; juro por <strong>el</strong>los; juro por mi honor, y juro por miPatria, que no daré descanso a mi brazo, ni reposo a mi alma,hasta que haya roto las cadenas que nos oprimen por voluntadd<strong>el</strong> poder español” (Pérez Vila, 1979: 3-4).


Se trata sin duda de una transcripción veraz, apenas v<strong>el</strong>adao quizá enriquecida con <strong>el</strong> tiempo. Simón Rodríguez erafisiológicamente incapaz de redactar dos líneas propias sinfragmentarlas en fantasiosos caligramas. El impetuoso estilo noes ya <strong>el</strong> de Simón José Antonio; es <strong>el</strong> de Bolívar. La enumerativadescripción d<strong>el</strong> Imperio romano parece pintar <strong>el</strong> español.Mientras declara que la incógnita d<strong>el</strong> hombre en libertad nopuede resolverse sino en <strong>el</strong> Nuevo Mundo, Bolívar acaba deresolver la suya. La forma de encontrar la libertad es perderla,atarse a una tarea titánica que aplastará su vida. En lugar de gozaruna libertad al precio de la esclavitud de muchos, su esclavituddará la libertad a todos. Pero es una esclavitud <strong>el</strong>egida: la únicaopción d<strong>el</strong> ser libre que renuncia a desintegrarse en la nada.Un juramento profético a la misma esperanzaque no debíamos tenerQue <strong>el</strong> juramento no es invención romántica lo prueba laforma en que perdura en la memoria de dos seres que durantemucho tiempo no vu<strong>el</strong>ven a verse. Veinte años después, <strong>el</strong> 17de enero de 1824, sorprendido por la presencia de su maestroen Colombia, Bolívar le escribe desde Pativilca: “¿Recuerdausted cuando fuimos al Monte Sacro a jurar sobre aqu<strong>el</strong>la tierrasanta la libertad de la patria? Ciertamente no habrá olvidadousted aqu<strong>el</strong> día de eterna gloria para nosotros que anticipó, pordecirlo así, un juramento profético a la misma esperanza que nodebíamos tener” (Pérez Vila, 1979: 172).En los fastuosos salones d<strong>el</strong> Viejo Mundo algún recuerdoperdura de las calaveradas d<strong>el</strong> mozo Simón José Antonio de laSantísima Trinidad. Cuando se traba la lucha independentista,también se trenza en Europa un torneo de <strong>el</strong>egancias entredandys realistas, que usan un sombrero al cual llaman “Morillo”,y dandys independentistas, que lucen otro llamado “Bolívar”. Nose sabe si <strong>el</strong> austero combatiente llega a tener alguna noticia deestas “necedades frívolas”. En Los miserables, de Víctor Hugo,<strong>el</strong> atildado y mujeriego padre de Cosette luce un sombrero


Bolívar. Lord Byron, también peregrino, también hastiado,proyecta por algún tiempo emigrar a Venezu<strong>el</strong>a, da a su v<strong>el</strong>ero<strong>el</strong> nombre de “Bolívar”, leva anclas para ayudar a la causa d<strong>el</strong>a liberación de Grecia y muere sin haberla favorecido más quecon algunas rimas memorables. Sus últimos versos, escritos<strong>el</strong> 22 de enero de 1824, intiman: “Busca, menos buscada quehallada/ una tumba de soldado: la mejor para ti” (Maurois,1950: 606).Genio y figura, hasta la sepultura. Tras una vida de confrontacionesatroces y tareas aplastantes, Simón José Antonioconserva <strong>el</strong> gusto por <strong>el</strong> alivio transitorio de la danza. EnBucaramanga, en 1828, según Perú de Lacroix, “Me contóque había sido aficionado al baile, pero que aqu<strong>el</strong>la pasión sehabía totalmente apagado en él; que siempre había preferido<strong>el</strong> vals, y que hasta locuras había hecho, bailando de seguidohoras enteras cuando tenía una buena pareja. Que en tiempode sus campañas, cuando su cuart<strong>el</strong> general se hallaba en unaciudad, villa o pueblo, siempre se bailaba casi todas las noches,y que su gusto era hacer un vals, ir a dictar algunas órdenesu oficios y volver a bailar y a trabajar; que sus ideas entonceseran más claras, más fuertes, y su estilo más <strong>el</strong>ocuente; en fin,que <strong>el</strong> baile le inspiraba y excitaba su imaginación” (Lacroix,1924: 49-50). El vals, que une a un hombre y una mujer enun mismo vértigo, es la danza romántica que se opone a lascuadrillas y contradanzas donde la sociedad de castas funcionacomo compleja maquinaria y determina los encuentros y losdesencuentros. Hallar ideas en la ebriedad de la danza y ánimosdanzantes en <strong>el</strong> torb<strong>el</strong>lino de las dificultades estratégicas y administrativasrev<strong>el</strong>a la compleja unidad de un ser. “La poesíaempieza a perder fuerza cuando se aleja de la música, y lamúsica cuando se aleja de la danza”, sentenció Ezra Pound. Unestilo vivaz no es diferente de una inextinguible agitación decuerpo y alma.


1.4. La liberación d<strong>el</strong> patrimonioEn mis primeros meses me arrulló en su senoA su regreso a la Capitanía de Venezu<strong>el</strong>a, Simón José Antoniode nuevo actúa como diligente administrador de sus bienes,emprende litigios para preservar sus derechos de propietario;cuando está en campaña mantiene asidua correspondencia consus parientes y sobre todo con su hermana María Antonia sobr<strong>el</strong>a gestión d<strong>el</strong> patrimonio. Los bienes terrenales, sin embargo,mermarán a lo largo de su vida, tanto por propia voluntad comopor causas ajenas a <strong>el</strong>la.En primer lugar, es difícil, si no imposible, ejercer una eficienteadministración en medio de los contratiempos y las distanciasde las guerras de emancipación. Se quejaba <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> de queen ocasiones recibía con más c<strong>el</strong>eridad noticias de Europa quede América. Mantiene con sus parientes, y sobre todo con suhermana María Antonia, toda la correspondencia que permitenlas precarias condiciones de la época, y gran parte de <strong>el</strong>la serefiere a la administración de sus propiedades.En segundo lugar, irá poco a poco comprometiendo o vendiendosu patrimonio para gastarlo en su causa o en frecuentesliberalidades. En sus últimos años, renuente a perpetuarse en <strong>el</strong>poder y consciente de que habrá de exiliarse, apresura la ventade sus últimas propiedades, entre <strong>el</strong>las las minas de Aroa, paradisponer de algo con que subsistir en <strong>el</strong> destierro.Pues Bolívar no escatima diligencias ni gastos de su peculiopersonal para favorecer a las personas a quienes profesa admiracióno afecto. El 20 de agosto de 1813, solicita al gobernadorde Barinas que suspenda <strong>el</strong> secuestro de los bienes de InésMancebo de Miyares, cónyuge d<strong>el</strong> oficial realista FernandoMiyares, pues “Fue <strong>el</strong>la la que en mis primeros meses me arrullóen su seno. Qué más recomendación que esta para <strong>el</strong> que sabeamar y agradecer como yo!” (Barnola et al.,T.II: 222). El 6 denoviembre de 1821 escribe al vicepresidente Francisco de Paula


Santander sobre la viuda de Camilo Torres: “Excmo. Señor: Laviuda d<strong>el</strong> más respetable ciudadano de la antigua República d<strong>el</strong>a Nueva Granada, se halla reducida a una espantosa miseria,mientras yo gozo de treinta mil pesos de su<strong>el</strong>do. Así, he venidoa ceder a la señora Francisca Prieto mil pesos anuales de los quea mí me corresponden. En consecuencia sírvase V.E. ordenar s<strong>el</strong>e satisfaga la mesada correspondiente, descontándoseme a mí.Dios guarde a V.E. muchos años” (Lecuna, 1947, T.I: 603).Como no tengo un maravedí de que disponerEl 24 de mayo de 1821 se entera con mucho sentimientode la deplorable situación económica de su colaborador <strong>el</strong>doctor Fernando Peñalver, y le escribe desde Guanare: “Hesabido con mucho sentimiento por <strong>el</strong> portador, que usted sehalla en extrema miseria y como no tengo un maravedí deque disponer le envío a usted la adjunta orden para mi criado,que tiene mi equipaje, para que se lo entregue, lo venda y sesocorra. Entre otras cosas debe haber alguna plata labrada, quede cualquier modo se puede vender pronto” (Blanco Fombona,1959:136). Recordemos que quien escribe es para <strong>el</strong> momentogeneral en jefe d<strong>el</strong> ejército libertador, y en poco tiempo s<strong>el</strong>larála independencia de su país en la batalla de Carabobo.El 10 de diciembre de 1821 encomienda también al vicepresidenteFrancisco de Paula Santander “Que de mi su<strong>el</strong>do seden mensualmente a las viudas d<strong>el</strong> señor general García Roviray d<strong>el</strong> director de rentas Azuola 20 pesos a cada una, a la señoramadre d<strong>el</strong> difunto coron<strong>el</strong> Luciano D'Elhuyar la misma pensiónque gozaba por <strong>el</strong> gobierno antes de ahora, a la señora GenovevaRicaurte 25 pesos, y a la viuda d<strong>el</strong> señor coron<strong>el</strong> Villavicenciolo correspondiente al total de 200 anuales” (Pérez Vila, 1959:254-256).Año y medio más tarde, <strong>el</strong> 27 de junio de 1825 encarga desde<strong>el</strong> Cuzco a su hermana María Antonia Bolívar que no se opongaa que una señora Petronila González ocupe una casa de la callede San Juan, pues “No perdemos nada en dárs<strong>el</strong>a aunque sead<strong>el</strong> mayorazgo” (Lecuna, 1947, T.II: 155). Con la misma fecha,


escribe a Cayetano Carreño comunicándole que “Su hermanode Ud. y mi maestro, Simón Rodríguez, me ha suplicado queponga a las órdenes de doña María de los Santos, su esposa, cienpesos al mes hasta <strong>el</strong> completo de tres mil pesos que ha puestoa mi disposición de los que debe recibir de este gobierno, qu<strong>el</strong>o tiene empleado en arreglar la educación pública de estaRepública” (Lecuna, 1947, T.II: 156).Mi madre Hipólita, para que le des todo lo que <strong>el</strong>la quiereEl 10 de julio de ese año, como antes indicamos, escribea su hermana María Antonia encomendándole otra liberalidadque ha de hacerse a costa de su patrimonio: “Te mando unacarta de mi madre Hipólita, para que le des todo lo que <strong>el</strong>laquiere; para que hagas por <strong>el</strong>la como si fuera tu madre, su lecheha alimentado mi vida y no he conocido otro padre que <strong>el</strong>la”(Lecuna, 1947, T.II: 164-165). No sólo madre, sino también padr<strong>el</strong>lama a quien fue humilde esclava, y quiere hacer extensivo <strong>el</strong>simbólico parentesco a su encopetada hermana. No es un actofallido. El constante amor y la preocupación por <strong>el</strong> destino y <strong>el</strong>bienestar de su nodriza son la confluencia unánime d<strong>el</strong> corazóny de la voluntad.Todavía <strong>el</strong> mismo día, ordena a José María d<strong>el</strong> Castillo,secretario de Hacienda de Colombia, “mandar pagar d<strong>el</strong> tesoropúblico de Caracas y por mi cuenta al ciudadano EstebanPalacios, la cantidad de cinco mil pesos por infinitos serviciosque debo a aqu<strong>el</strong> sujeto desde mi más tierna niñez”. Al recomendarlea su tío, explica que “Pero <strong>el</strong> señor secretario puedecreer que, a pesar de mis su<strong>el</strong>dos, no tengo ya un peso de quédisponer, pues todas las rentas de mis haciendas y de mi empleoestán distribuidas anticipadamente” (Pérez Vila, 1959: 294).Bolívar concluye esta jornada rica en liberalidades contestandoal general Pedro Briceño, quien le solicita una ayuda parasu boda, sugiriendo un arbitrio que en definitiva se cargará alpatrimonio d<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>: “¿Creerá Ud. que yo doy más deveinte mil pesos al año? En este mismo correo giro diez mila favor de dos personas a quienes debo servir. En fin, esto lo digo


en excusa porque no libro a Ud. una suma cualquiera para suboda. Podía Ud. decirle a Santander (como cosa propia) que lemandara entregar a Ud. una suma moderada, que se conceptuasepudiera deberme a mí <strong>el</strong> Estado, para que la conserve Ud. endepósito y a mi disposición, con una mira de impedirme a mí<strong>el</strong> recurso de denegarme a recibirla. Esta medida es d<strong>el</strong>icaday puede ser a Ud. muy útil. Yo le ruego a Ud. que la adopte,y entonces tendrá con qué hacer sus gastos. Éste es <strong>el</strong> únicorecurso que me queda por ahora” (Lecuna, T.II: 164-165).Dejaré la presidencia, y no tendré nada de qué vivirSi la liberalidad de Bolívar era proverbial, más lo era sud<strong>el</strong>icadeza para rechazar remuneraciones o recompensas qu<strong>el</strong>e otorgan las autoridades de los pueblos liberados, y lo hacecon mayor energía cuanto más espléndidas son.Así, <strong>el</strong> 3 de enero de 1814 se niega a aceptar una pensiónvitalicia de 6.000 pesos anuales que le confiere <strong>el</strong> Consulado deCaracas como recompensa de sus servicios a la Independencia,y sólo ante la insistencia de dicho ente termina aceptándola(Barnola et al., 1964, T.VI: 17-47). Los desastrosos sucesos deese año impedirán su disfrute. A finales d<strong>el</strong> mismo, cuandoentra en Tunja <strong>el</strong> 22 de noviembre, <strong>el</strong> presidente d<strong>el</strong> Congreso,Camilo Torres, le hace llegar como obsequio un magníficocaballo lujosamente enjaezado, pero Bolívar lo rechaza alegandoque “Antes de recibir ningún presente, yo debo dar cuentade mi conducta en la misión que se me dio para Venezu<strong>el</strong>a”(Larrazábal, 1975, T.I: 306).Así, dispensando espléndidas liberalidades o negándosea recibirlas irán mermando sus bienes. El 2 de noviembre de1821 escribe desde Bogotá a su sobrino Anacleto Clementeinstándolo para que logre que <strong>el</strong> arrendatario de la hacienda deChirgua pague <strong>el</strong> arrendamiento de la mitad, que pertenece aBolívar, y para promover la diligencia encarece: “Dile al generalSoublette que tenga la bondad de ver esta carta, para que teproteja en la defensa de mis bienes; pues no es razón de que mequieran quitar lo poco que me ha dejado la revolución. Mañana,


que se hará la paz, dejaré la presidencia, y no tendré nada dequé vivir; no siendo mi intención recibir su<strong>el</strong>dos d<strong>el</strong> gobierno”(Lecuna, 1947, T.I: 602-603).El 9 de enero de 1824, durante los días difíciles de Pativilca,atormentado por la enfermedad física y por la angustia morald<strong>el</strong> p<strong>el</strong>igro de la desintegración de su obra, escribe una vez mása Santander: “Renuncio, desde luego, la pensión de treinta milpesos anuales que la munificencia d<strong>el</strong> Congreso ha tenido labondad de señalarme. Yo no la necesito para vivir, en tanto que<strong>el</strong> Tesoro Público esté agotado” (Blanco Fombona, 1959: 185).Estoy pobre, viejo, cansado y no sé vivir de limosnaLa conciencia de la precariedad de su situación acompañaperpetuamente a este hombre que durante más de una décadaejerce la autoridad suprema en comarcas vastísimas y essolicitado por constantes oportunidades de enriquecerse. Así,tras reducir una insurrección realista en la conservadora villa dePasto, en Perú, <strong>el</strong> 14 de enero de 1823 escribe al vicepresidenteFrancisco de Paula Santander: “Mándeme Ud. la orden pararecibir mi haber, como pueda, para tener con qué retirarmed<strong>el</strong> servicio; yo estoy pobre, viejo, cansado y no sé vivir d<strong>el</strong>imosna; conque ruego a Ud. y al congreso me haga caridad. Lopoco que me queda no alcanza para mi indigente familia que seha arruinado por seguir mis opiniones; sin mí, <strong>el</strong>la no estaríadestruida y, por lo mismo, yo debo alimentarla. Yo preveo queal fin, tendré que irme de Colombia y, por lo mismo, debo llevarun pan que comer, porque yo no tengo paciencia ni <strong>el</strong> talentode Dionisio de Siracusa, que se metió a enseñar niños en sudesgracia” (Lecuna, 1947, T.I: 715).Este rasgo de magnificencia, ha colmado mi corazónde gozo y gratitudAños después, incurrirá en otro de sus mayores gestos dedesprendimiento. Liberado <strong>el</strong> Perú, <strong>el</strong> Congreso de dicho paísle otorga un millón de pesos como recompensa, que <strong>el</strong> prócer


echaza. Ante la categórica negativa de recibir dicha suma,acuerda <strong>el</strong> Congreso aplicarla “a obras de beneficencia a favord<strong>el</strong> dichoso pueblo que lo vio nacer, y demás de la Repúblicade Colombia, que tuviere V.E. por conveniente” (Larrazábal,T.III: 99-100). Una vez que se ha determinado que la suma nolo beneficiará personalmente, por fin <strong>el</strong> agraciado accede <strong>el</strong>17 de febrero de 1825, indicando que “El congreso ha queridoterminar su hermosa contienda conmigo, de un modo dignode él mismo, distribuyendo la gracia que se me hacía, entr<strong>el</strong>os que han contribuido a la obra magnífica de la libertad d<strong>el</strong>Perú; y para ser siempre pródigo, no olvida <strong>el</strong> pueblo que me vionacer. Este rasgo de magnificencia, ha colmado mi corazón degozo y gratitud; y yo no dudo, que mis hermanos de Caracas,lo verán con la más grata complacencia” (Blanco y Azpúrua,1978, T.IX: 601). El magnífico desprendimiento tiene un finalpatético: la difícil situación financiera d<strong>el</strong> Perú retrasa <strong>el</strong> pago:décadas después, <strong>el</strong> político liberal Antonio Leocadio Guzmánlo reclama como agente d<strong>el</strong> gobierno de Venezu<strong>el</strong>a, obtiene supago tras enrevesados procedimientos, y quizá parte sustancialde los fondos se reparten entre quienes agilizan <strong>el</strong> negociado,sin que conste que <strong>el</strong> resto de <strong>el</strong>los se haya aplicado a finalidadtrascendente.Él es quien merece todos los obsequios d<strong>el</strong> PerúMeses después, a su entrada en <strong>el</strong> Cuzco <strong>el</strong> 25 de junio de1825, la población de la que fue antigua capital d<strong>el</strong> imperioincaico le dispensa triunfal recepción y, según testimonia <strong>el</strong>minucioso O’Leary “Los frentes de las casas estaban adornadosde ricas colgaduras y ornamentos de oro y plata, y los arcostriunfales en las calles ostentaban los mismos ricos adornos,vistosamente arreglados, y de las ventanas y balcones caía unalluvia de flores y coronas de laur<strong>el</strong> que las manos preciosas d<strong>el</strong>as b<strong>el</strong>las arrojaban al pasar la comitiva, así como puñados demonedas al pueblo que la vitoreaba”. Las autoridades le entregancomo presentes las llaves de la ciudad y un corc<strong>el</strong> enjaezado conapliques de oro; las damas de la ciudad le entregan una guirnalda


de oro tachonada de diamantes y perlas. Con su característicagenerosidad, Bolívar la reserva para Antonio José de Sucre,alegando que “Él es quien merece todos los obsequios d<strong>el</strong> Perú;él es <strong>el</strong> vencedor de Ayacucho y <strong>el</strong> verdadero <strong>Libertador</strong> deesta República”; otros presentes los cede luego a sus edecanes(O’Leary, 1981, T.V: 56-57).Puede que algunos de estos homenajes conmuevan a Bolívar;ninguno le hace perder la prudencia ni <strong>el</strong> sentido de la probidad.Hallándose en Lampa, <strong>el</strong> 3 de agosto de 1825, por intermediode su secretario se dirige al general Guillermo Miller en lostérminos siguientes: “Impuesto S.E. <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> de que <strong>el</strong>señor General don Guillermo Miller dio orden para que de losfondos públicos d<strong>el</strong> Departamento de Puno se sacasen 6.000pesos para los gastos d<strong>el</strong> recibimiento de S.E., me manda decira V.E. que su voluntad no es gravar en un maravedí los fondosd<strong>el</strong> Estado en toda la marcha que tiene que hacer sólo con<strong>el</strong> objeto de trabajar en la f<strong>el</strong>icidad de los pueblos y que si <strong>el</strong>señor General Miller ha dado esta misma orden en todos esosDepartamentos haga V.E. que se suspenda inmediatamentey que se reintegre al Tesoro Público cualesquiera cantidad quese hubiese extraído con <strong>el</strong> fin indicado” (Barret et al., 1961, T.I:431-432).Si <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> tuviera fondos particulares, entonceslos emplearíaCualquiera podría pensar que persona tan indiferente a lastentaciones materiales pudiera ser sensible a las inmaterialesde la gloria. Durante su última visita a Caracas, los editoresDevisme y Hermano le presentan un proyecto para publicary divulgar sus documentos. Bolívar les contesta mediantecomunicación de 26 de junio de 1827 suscrita por Revenga,que le complace la propuesta: (...) “Mas siente decir que no lees posible disponer de ninguna cantidad a favor de esa empresaporque <strong>el</strong>la no tiene <strong>el</strong> interés d<strong>el</strong> estado sino <strong>el</strong> de S.E. Si <strong>el</strong><strong>Libertador</strong> tuviera fondos particulares, entonces los emplearía


en un objeto que le es tan honroso; pero desgraciadamente suescasa fortuna apenas le da para sostener la eminencia de supuesto. De todos modos, S. E. me encarga manifieste a Uds. <strong>el</strong>placer con que ha observado <strong>el</strong> interés que Uds. toman en lapropagación de los documentos de su vida pública” (Lecuna,T.II: 644). Para <strong>el</strong> momento una tempestad de panfletos y lib<strong>el</strong>oscalumnian y desacreditan al <strong>Libertador</strong>. Una publicación verazy exacta sobre sus actuaciones contribuiría a esclarecer <strong>el</strong>debate. Sin vacilación declara que para <strong>el</strong>lo no puede apropiarfondos públicos ni privados.Un año después, en Bucaramanga, tiene noticias de queun sacerdote que lo admira, Valenzu<strong>el</strong>a, ha recopilado unconjunto de anécdotas con <strong>el</strong> objeto de presentarlo bajo una luzfavorable. Bolívar dice a Perú de Lacroix: “El cura, realmente,está loco; tiene las mejores intenciones, y se las agradezco,pero ha reunido multitud de casos insustanciales sobre mipersona, mi modo de vivir, mi frugalidad, en lo que llama suAlmanaque. Que no vaya a imprimir eso; hable usted con él ytrate de disuadirlo”. El edecán asiente, aunque le manifiesta lodifícil que será lograrlo “sabiendo lo que es <strong>el</strong> amor propio deun escritor” (Lacroix, 1924: 88).La escrupulosidad para rechazar recompensas o ventajas nola emplea sólo en los gestos magníficos: también la aplica a lasminucias de la vida cotidiana. Mientras está en Turbaco, en lasinmediaciones de Cartagena, se entera de que <strong>el</strong> su<strong>el</strong>do de sucocinero es pagado por la nómina d<strong>el</strong> estado mayor, y dispone quese <strong>el</strong>imine dicho rubro, para sufragarlo con su peculio privado.Y así, <strong>el</strong> 7 de agosto de 1827 escribe al general Mariano Montilla,Intendente d<strong>el</strong> Magdalena: “Hoy he tenido <strong>el</strong> sentimiento desaber que en la lista d<strong>el</strong> presupuesto d<strong>el</strong> estado mayor, se haincluido un cocinero mío cuyo su<strong>el</strong>do es de cincuenta pesos.Espero que Ud. se servirá registrarlos y avisarme de la cantidada que ascienda para hacer <strong>el</strong> reembolso que corresponda” (PérezVila, 1979: 254). Bolívar es Presidente de la Gran Colombia yGeneral en Jefe de sus ejércitos; cualquiera, menos él, aceptaríaque un pequeño gasto inherente al rango de los cargos queocupa corra por cuenta d<strong>el</strong> erario. Pero para Bolívar, es motivo


de “sentimiento”, vale decir, casi de ofensa, que se le hubieraconferido tal modesto privilegio, bastante justificable para unfuncionario a cuya mesa concurrían de ordinario, además desus edecanes, infinidad de personas que debían tratar asuntosde Estado de la índole más diversa, y a quienes debía atendercon decoro.Así como rechaza o entrega a otros los regalos que se leofrecen, sigue siendo generoso con sus propios bienes. Durantesu última estadía en Caracas, mientras lucha con los restosde la abortada sedición de Páez y los trabajos para ordenar laHacienda Pública, en carta a su hermana María Antonia Bolívarle confía que: “Todos los días se me presentan acreedores queme vienen a cobrar cantidades, o que se han dejado de pagaro que yo ignoro. Sin saber nada, pues, las mando pagar tansólo porque no me enfaden y padezca mi crédito”. (Lecuna,1947, T.II: 562). El 21 de febrero de 1829, al girar una vez másinstrucciones a José Fernández Madrid, plenipotenciario deColombia en Inglaterra, sobre <strong>el</strong> complejo negocio de las minasde Aroa, todavía dispone que “Con respecto de los réditosque produzca la suma de la venta de las minas, mi intenciónes que sirvan al pago de una pensión de tres mil pesos al añoque he ofrecido al abate De Pradt. La demasía que resulte d<strong>el</strong>os réditos, después de pagada la pensión al abate, deseo queentre en la masa capital” (Lecuna, 1947, T.II: 560-561). Elabate De Pradt es un historiador francés que escribe sobre <strong>el</strong>Nuevo Mundo. Bolívar aprecia sus escritos, aunque no siemprecoincide con sus puntos de vista, como lo manifiesta ya en la“Carta de Jamaica”. En sus últimos años, lo invita en repetidasoportunidades para que viaje a América, a proseguir sus laboresint<strong>el</strong>ectuales bajo su protección.Estoy pobre y necesito de este dineroPoco antes de partir para su último viaje, su necesidad estal que gestiona <strong>el</strong> cobro de libranzas que se le deben, y aceptaincluso dar un descuento a quienes lo faciliten. Así, <strong>el</strong> 26 demayo de 1830 escribe desde Turbaco al prefecto Juan de Amador:


“El gobierno me entregó en Bogotá una libranza de ocho milpesos contra la tesorería de este departamento, y como estoypobre y necesito de este dinero para mi partida, suplico a Ud.muy encarecidamente la mande pagar; y si no hubiere fondosdisponibles, me atrevería a esperar que Ud. diese providenciapara que algunos deudores d<strong>el</strong> tesoro me la pagasen, aunquefuese con algún descuento” (Lecuna, 1947, T.III: 425). Lasituación ha de ser lo suficientemente apurada como para que<strong>el</strong> orgulloso héroe reconozca que “estoy pobre”.No necesito de nada, o de muy pocoYa iniciado su último viaje, en Guasduas, <strong>el</strong> 11 de mayo de1830, en correspondencia con su apoderado legal en Caracas,Gabri<strong>el</strong> Camacho, le comunica reflexiones que sugieren una vezmás preocupación ante la precariedad de su economía personal,y que conviene citar in extenso porque contienen un balancede su situación patrimonial: “Al fin he salido de la presidenciay de Bogotá, encontrándome ya en marcha para Cartagena conla mira de salir de Colombia y vivir en donde pueda, pero comono es fácil mantenerse en Europa con poco dinero, cuandohabrá muchos de los sujetos más distinguidos de aqu<strong>el</strong> paísque querrán obligarme a que entre en la sociedad de alta clase,y después que he sido <strong>el</strong> primer magistrado de tres repúblicasparecerá indecente que vaya a existir como un miserable.Por mi parte, le digo a Ud. que no necesito de nada, o de muypoco, acostumbrado como estoy a la vida militar. Mas <strong>el</strong> honorde mi país y <strong>el</strong> de mi carácter me obligan imperiosamentea presentarme con decoro d<strong>el</strong>ante de los demás hombres,mucho más cuando se sabe que yo he nacido con algunos bienesde fortuna y que tengo pendiente todavía la venta de las minasheredadas de mis padres y cuyos títulos son los más auténticosy solemnes. Yo no quiero nada d<strong>el</strong> gobierno de Venezu<strong>el</strong>a; sinembargo, no es justo, por la misma razón, que este gobiernopermita que me priven de mis propiedades, sea por confiscacióno por injusticia de parte de los tribunales. Me creo con derechopara exigir d<strong>el</strong> jefe de ese Estado que ya que he dejado <strong>el</strong> mando


de mi país solo por no hacerle la guerra, se me proteja a lomenos como al más humilde ciudadano. Mucho he servidoa Venezu<strong>el</strong>a, mucho me deben todos sus hijos, y mucho mástodavía <strong>el</strong> jefe de su gobierno; por consiguiente, sería la mássolemne y escandalosa maldad que se me hubiese de perseguircomo a un enemigo público. No lo creo, sin embargo, y, por lotanto, le ruego a Ud. se sirva hacer presente todo lo que llevodicho y todo lo que Ud. sabe en mi favor al general Páez y aldoctor Yanes, porque éstos deben ser los que más influyan, seadirecta o indirectamente, en este negocio. Se sabe que tengojusticia y que estoy desvalido. Con estos títulos solos me creoya en seguridad contra los tiros de mis enemigos. No sé todavíaa dónde me iré, por las razones dichas; no me iré a Europahasta no saber en qué para mi pleito, y quizás me iré a Curazaoa esperar su resultado, y si no a Jamaica, pues estoy decidido asalir de Colombia, sea lo que fuere en ad<strong>el</strong>ante. También estoydecidido a no volver más, ni a servir otra vez a mis ingratoscompatriotas. La desesperación sola puede hacerme variar deresolución. Digo la desesperación al verme renegado, perseguidoy robado por los mismos a quienes he consagrado veinte añosde sacrificios y p<strong>el</strong>igros. Diré no obstante, que no les aborrezco,que estoy muy distante de sentir <strong>el</strong> deseo de la venganza, y queya mi corazón les ha perdonado, porque son mis queridoscompatriotas y, sobre todo, caraqueños” (Lecuna, 1947, T.III:421-423).Los señalamientos, nada exagerados, lindan con <strong>el</strong> patetismo.Hay una amenaza cierta de que <strong>el</strong> gobierno de Venezu<strong>el</strong>a leconfisque lo que resta de sus posesiones, que en los últimosaños han producido más pleitos y preocupaciones que ingresos.Con respecto a sus apremios, estima que “no necesito de nada,o de muy poco, acostumbrado como estoy a la vida militar”,y en efecto, los trajines de las campañas lo han acostumbradoa una vida espartana. Sin embargo, por su brillante participaciónen la Historia estará obligado a alternar con personas de ciertacondición y “parecerá indecente que vaya a existir como unmiserable”. El que ha sido presidente de tres repúblicas nisiquiera está seguro de poder viajar a Europa: seguramente


volverá a ser precario exiliado en Jamaica, esperando indefinidament<strong>el</strong>a noticia de alguna resolución favorable de laventa de sus últimos bienes.Yo he tomado tan poco interés en mis negociosAnte esta situación de verdadera penuria, mediando <strong>el</strong>último año de su vida, <strong>el</strong> 16 de junio de 1830 aceptará <strong>el</strong> actopor <strong>el</strong> cual <strong>el</strong> Congreso constituyente de Colombia le da lasgracias a nombre de la nación y ratifica decisión de 1823 porla cual le concede una pensión de treinta mil pesos anualesde por vida. Al respecto expresa que “Tanta generosidad ybenevolencia hacia mí de los poderes supremos, por serviciosque todo ciudadano debe a su patria, y que, por mi desgracia,han quedado imperfectos, me confunde y humilla, sin quepueda ofrecer a la República más que lealtad y gratitud eterna”(Lecuna, 1947, T.III: 429). Le quedan menos de seis meses devida para disfrutar d<strong>el</strong> beneficio, cuya percepción, por otraparte, no le parece nada segura, pues <strong>el</strong> 11 de mayo d<strong>el</strong> mismoaño ha escrito a su abogado Gabri<strong>el</strong> Camacho: “El congresoha mandado que se me pague fi<strong>el</strong>mente la pensión y me hadado las gracias por mis servicios; a pesar de todo, no puedocontar con esta gracia, porque nadie sabe los acontecimientosque sobrevendrán y las personas que tomen <strong>el</strong> mando. Por lomismo, lo más seguro es mi propiedad que reclamo una y milveces, para vivir independiente de todo <strong>el</strong> mundo” (Lecuna,1947, T.III: 421-423).Navega en su último viaje por <strong>el</strong> río Magdalena, arriba aCartagena, maravillosa villa fortificada que tantas veces lo haacogido y otras tantas expulsado, y todavía debe ocuparse <strong>el</strong>1° de septiembre de enviar instrucciones sobre <strong>el</strong> enrevesadoasunto de la liquidación de las minas de Aroa al señor RobertWilson: “Luego que Ud. haya recibido parte o <strong>el</strong> todo d<strong>el</strong> valor d<strong>el</strong>as minas, y pagado a los acreedores Powles y al señor F<strong>el</strong>icianoPalacios siete mil pesos que giré a su favor; <strong>el</strong> resto d<strong>el</strong> dinerotendrá Ud. la bondad de depositarlo en <strong>el</strong> banco de Inglaterra,o donde le parezca mejor, en mi nombre. Lo más sensible para


mí y molesto para Ud. es que yo he tomado tan poco interés enmis negocios, que ignoro las fechas de los sucesos y no sé dóndeexisten los pap<strong>el</strong>es que los comprueban, de lo que resulta uncaos para Ud. bien difícil de arreglar” (Lecuna, 1947, T.III: 441-444).Debía ser la riqueza más honrosa de la familia de SucreLa persistente negativa a recibir presentes de valor se manifiestatambién en momentos de r<strong>el</strong>ativa estrechez, e inclusocuando los obsequios revisten valor sentimental. En sus últimosdías, <strong>el</strong> 5 de noviembre de 1830, contesta desde <strong>el</strong> pueblo deSoledad a la viuda de Antonio José de Sucre, la marquesade Solanda, a quien da <strong>el</strong> tratamiento de “Gran Mariscala deAyacucho”, rechazando la ofrenda que ésta le hace de laespada que Colombia confirió al Gran Mariscal por su triunfoen Ayacucho: “Señora, esta dádiva me ha sorprendido, porqueno la merecía y porque debía ser la riqueza más honrosa d<strong>el</strong>a familia de Sucre. Si me fuese permitido rogar a Ud. que sesirviese presentarla a mi nombre, a la imagen inocente y tiernade mi amiga la señorita Sucre, yo me atrevería a tomarme estalibertad. El digno y futuro marido de la hija de Ud. conservaríaen esa espada <strong>el</strong> más precioso escudo de la gloria de su casa. Sinembargo, si Ud. se ofende por este sentimiento, <strong>el</strong> más puro, yoaceptaré la espada; <strong>el</strong>la será para mí un presente inestimablemientras viva; y cuando muera volverá a ser consagrada a lacasa d<strong>el</strong> héroe” (Lecuna, T.III: 495-496). Recibirá la preciosar<strong>el</strong>iquia sólo por insistencia de la viuda, y en una especiede préstamo mientras viva, pues a su muerte ha de volver ala herencia de Sucre. Se trata de una pieza verdaderamentemagnífica, gem<strong>el</strong>a de la que la Municipalidad de Lima le habíaconferido a Bolívar en 1825, <strong>el</strong>aborada por <strong>el</strong> orfebre indígenaChungapoma, y que ostentaba 1374 piedras preciosas. Al recibir<strong>el</strong> arma que le correspondía, <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> había expresado:“No hubiera creído que se pudiese hacer en América una alhajatan preciosa; yo la conservaré hasta los últimos días de mivida con gratitud al pueblo que más me ha colmado de gracias.


El domingo recibiré en público esta espada, y la d<strong>el</strong> generalSucre le será presentada <strong>el</strong> 9 de diciembre, porque <strong>el</strong> día es muydigno de esta recompensa”. En esa fecha, en efecto, se cumplía<strong>el</strong> primer aniversario de la batalla de Ayacucho (Lecuna, 1947,T.II: 276-277). Escrupuloso como siempre, diez días antes de sumuerte dispone en su testamento: “11º Mando a mis albaceas,que la espada que me regaló <strong>el</strong> Gran Mariscal de Ayacucho, sedevu<strong>el</strong>va a su viuda para que la conserve como una prueba d<strong>el</strong>amor que siempre he profesado al expresado Gran Mariscal”.Pero en <strong>el</strong> mismo documento en <strong>el</strong> cual rinde este último tributoa su más fi<strong>el</strong> amigo, no olvida reservar de su escasa herencia lonecesario para proteger a quien durante largos años ha sidosu inseparable sirviente: “8° Es mi voluntad que de mis bienesse den a mi fi<strong>el</strong> mayordomo José Palacios, ocho mil pesos enremuneración a sus constantes servicios” (Blanco y Azpúrua,1978, T.XV: 463-464).Yo no he colocado casi ningún pariente en los altosdestinos de la RepúblicaEsta desbordada generosidad con su patrimonio privadose volvía parsimonia extrema, como hemos visto, cuando dedisponer d<strong>el</strong> tesoro o de los privilegios públicos se trataba.En Bucaramanga, en 1828, comenta desdeñosamente a susedecanes la práctica de Bonaparte de <strong>el</strong>evar hasta altos destinose incluso a tronos a sus familiares, y precisa: “Yo no he colocadocasi ningún pariente en los altos destinos de la República, perovea usted cómo he sido ayudado también por los que los handesempeñado. Vea usted la conducta de Santander en Bogotádurante mi ausencia; la de Páez en Venezu<strong>el</strong>a, la de Bermúdezen Maturín, la de Arismendi en Caracas, la de Mariño entoncesy en todos los tiempos, la de Padilla en Cartagena, y se convenceráusted que todos <strong>el</strong>los, ocupando los primeros destinos deColombia, han contrariado mi marcha, han impedido laorganización d<strong>el</strong> país, han sembrado la discordia fomentandopartidos, perdido la moral pública e insubordinado <strong>el</strong> ejército”.Y después de extenderse reprobando la infidencia de aqu<strong>el</strong>los


a quienes había encumbrado, añade: “No se me acusará de haber<strong>el</strong>evado y puesto en los altos destinos d<strong>el</strong> Estado a individuosde mi familia; al contrario, se me puede reprochar <strong>el</strong> habersido injusto para con algunos de <strong>el</strong>los que seguían la carreramilitar. Por ejemplo, mi primer edecán, Diego Ibarra, que meacompaña desde <strong>el</strong> año 1813, ¡cuántos años ha quedado decapitán, de teniente coron<strong>el</strong> y de coron<strong>el</strong>! Si no hubiera sidomi pariente, estaría ahora de general en jefe, como otros quequizá han hecho menos que él; hubiera entonces premiadosus largos servicios, su valor, su constancia a toda prueba, sufid<strong>el</strong>idad y patriotismo, su consagración tan decidida, y hastala estrecha amistad y la alta estimación que siempre he tenidopor él; pero era mi pariente, mi amigo, estaba a mi lado, y estascircunstancias son causas de que no tenga uno de los primerosempleos en <strong>el</strong> ejército. Mi sobrino, Anacleto Clemente, se haquedado en <strong>el</strong> grado de teniente coron<strong>el</strong>” (Lacroix, 1924: 51-52).No, no quiero oir hablar más de piedadLa generosidad extrema se volvía dureza cuando se tratabade mantener sanciones contra infractores de la ley. Tambiénen Bucaramanga es visitado en 1828 por la esposa de Migu<strong>el</strong>Amaya, acompañada de su hermana, las cuales le suplican quese permita al marido de la primera permanecer en <strong>el</strong> presidiourbano de la villa d<strong>el</strong> Socorro en lugar de ser enviado al dePuerto Cab<strong>el</strong>lo. Galante por naturaleza, <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> no sóloniega la petición, sino que luego manifiesta al general Soubletteque “era cosa escandalosa que <strong>el</strong> gobernador de la provincia d<strong>el</strong>Socorro hubiese permitido que Amaya quedase libre en aqu<strong>el</strong>laciudad, en lugar de hacerlo seguir para <strong>el</strong> presidio al cual habíasido condenado, y luego S.E. dictó él mismo un oficio para<strong>el</strong> gobernador, concebido en estos términos: Que habiendosabido S.E. <strong>el</strong> libertador-presidente que había demorado <strong>el</strong>cumplimiento de la sentencia que manda a Migu<strong>el</strong> Amaya alpresidio de Puerto Cab<strong>el</strong>lo, ha extrañado que <strong>el</strong> gobernador sehaga d<strong>el</strong>incuente de la falta de ejecución de las sentencias d<strong>el</strong>os Tribunales de justicia y de las órdenes de los magistrados


superiores, contribuyendo de este modo al desprecio de lasleyes y de sus ministros (…)” (Lacroix, 1924: 77-79).Los ejemplos podrían multiplicarse. El cónsul británico enCaracas, sir Robert Ker Porter, nos informa que durante laúltima visita de Bolívar a dicha ciudad, en 1827, <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> estambién acosado por peticionarios que imploran clemencia. Enla entrada de su diario d<strong>el</strong> viernes 9 de marzo, anota Ker Porterque un señor Valdés, de cierta posición social, vivía en “estrictaintimidad” con un francés llamado Marquise, a quien acribilló acuchilladas y machetazos. Ante los gritos, acudieron los guardiasy arrestaron al criminal: <strong>el</strong> moribundo lo acusó, y añadió quequizá quería robarle una cantidad que debía enviar a Francia.“El <strong>Libertador</strong> al oir d<strong>el</strong> vergonzoso y desgraciado cuento esperóy confió en que la Ley haría un ejemplo con <strong>el</strong> criminal y queningún favor ni misericordia le fueran acordados, pero –añadió–tenemos tantos parientes, compadres y comadres y hay tantossubterfugios en la ley que, mientras tales absurdos e injustossentimientos se permitan, así como la desviación ligada a <strong>el</strong>los,la justicia no se administará imparcialmente. Por tanto, temoque no será castigado”. Para <strong>el</strong> viernes 30 de ese mes, Valdés escondenado a muerte, y Ker Porter consigna: “Grandes esfuerzosde parte de parientes, sacerdotes y otros se han hecho para quesea conmutada su sentencia por la de destierro perpetuo, pero<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> permanece firme, y parece determinado a que sehaga justicia. El miércoles en la mañana tres desertores fueronfusilados en <strong>el</strong> sitio destinado para la muerte de esta persona–y a tantos peticionarios como se presentaron al presidentepara impedir la aplicación de la sentencia legal, éste dijo: ‘Nohace más que dos días tres valientes soldados que p<strong>el</strong>earonpor la Libertad de su país murieron; por un crimen trivial encomparación con los muchos d<strong>el</strong> señor Valdés, y ni una manose levantó ni una lágrima se derramó para interceder por susvidas no– no quiero oir hablar más de piedad’ ” (Ker Porter,1966: 224-232). El <strong>Libertador</strong> se mantiene firme, y la sentenciaes ejecutada.


Aquí anda siempre de paisanoUna tradición iconográfica consagratoria muestra al prócerendosando espléndidos uniformes con bordados de hilo deoro. Los utilizó apenas para ceremonias oficiales o para losestudios de los retratistas. Las cerradas guerreras, los altoscu<strong>el</strong>los, habrían sido estorbosos en los teatros de batalla d<strong>el</strong>os Llanos; una simple ruana hubiera sido menos incómodaen las cordilleras. En las campañas, las necesidades y azaresde la guerra lo reducían a indumentarias precarias, cuando noinsuficientes.Al tener oportunidad de <strong>el</strong>egir, prefería siempre lo sobrio.Muy joven, lo había impresionado la sencillez d<strong>el</strong> atuendo deBonaparte en medio d<strong>el</strong> despliegue decorativo de su estadomayor. Así, se atribuye a Pablo Morillo haber quedado sorprendidocuando, antes de la entrevista de Santa Ana, le aseguran que es<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> <strong>el</strong> hombre trajeado con una sencilla levita azuly tocado con una gorra de campaña que viene a su encuentrocabalgando una mula (Liévano, 1988: 272). Perú de Lacroixtestimonia que durante su estadía en Bucaramanga “aquí andasiempre de paisano: botas altas a lo escudero, corbata negrapuesta a lo militar, chaleco blanco, también militar, pantalonesd<strong>el</strong> mismo color, levita o casaca azul y sombrero de paja”. Susencillez en <strong>el</strong> vestir es tal que a veces la gente d<strong>el</strong> pueblo queno lo conoce no distingue en él a un personaje importante yse dirige con la mayor deferencia a sus acompañantes. Narratambién Lacroix: “Así, conversando llegamos a una casita muymiserable, donde S.E. quiso descansar un rato. La dueña d<strong>el</strong>a casa nos ofreció al momento los únicos asientos que tenía,no haciendo caso al <strong>Libertador</strong>, a quien no conocía. El generalSoublette y yo estábamos vestidos de uniforme, y <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>,de paisano, con una corta chaqueta blanca, por lo cual no merecióninguna atención por parte de la mujer”. Con su acostumbradagenerosidad, Bolívar le da un escudo de oro a cada uno de losdos niños, y un doblón de cuatro pesos a la madre, “que sesorprendió mucho al ver que <strong>el</strong> peor vestido y aquél a quien <strong>el</strong>la


no había obsequiado fuera tan generoso” (Lacroix, 1924: 173-200). Boussingault, cuyas aseveraciones han de ser tomadas concaut<strong>el</strong>a, corrobora que “Bolívar era expansivo, bondadoso consus inferiores, generoso hasta <strong>el</strong> exceso, vestía con sencillez,era sobrio, pero amaba a las mujeres y sabía agradarles, comosucede a todos los poderosos” (Boussingault, 1974: 79).No poseo otros bienes más que las tierras y minas de AroaEl balance final de lo que fuera un cuantioso patrimonioconsta en su testamento, dictado <strong>el</strong> 10 de diciembre de 1830,diez días antes de su muerte en San Pedro Alejandrino: “4ºDeclaro que no poseo otros bienes más que las tierras y minas deAroa, situadas en la provincia de Carabobo, y unas alhajas queconstan en <strong>el</strong> inventario que debe hallarse entre mis pap<strong>el</strong>es,las cuales existen en poder d<strong>el</strong> señor Juan de Francisco Martín,vecino de Cartagena” (Blanco y Azpúrua, 1978, T.XV: 463-464).Consta en la pequeña historia que, cuando se lo va a enterrar, seencuentra que todas sus camisas están tan desgastadas y rotas,que se lo sepulta con una camisa prestada para la eternidad.¿Qué podemos concluir de este apresurado recorrido por laevolución d<strong>el</strong> patrimonio privado d<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>? Heredero deuno de los más ricos mayorazgos de Venezu<strong>el</strong>a, en sus primerosaños lo administra con prudencia y diligencia, pero no asum<strong>el</strong>a adquisición o preservación de bienes como preocupacióndominante. Los dilapida sólo durante un breve período juvenilde du<strong>el</strong>o amoroso que no excede d<strong>el</strong> año; luego, según lerecomienda Simón Rodríguez deja de aplicarlos a “necedadesfrívolas”.Bolívar no menosprecia los bienes pero tampoco los acumulapor acumularlos: los aplica siempre sin vacilación a objetivos queconsidera valiosos, los sacrifica a <strong>el</strong>los, los destina para ayudar apersonas a quienes distingue en <strong>el</strong> afecto o <strong>el</strong> int<strong>el</strong>ecto. Durante<strong>el</strong> ejercicio d<strong>el</strong> poder, rechaza continuamente las recompensasdesproporcionadas; declina participar en negocios que podríanhaber incrementado desmesuradamente su patrimonio, como


la contratación de empréstitos o la protección de una empresapromotora de un canal por <strong>el</strong> istmo de Panamá, la cual rechazaindignado.Al concluir una fulgurante carrera que lo ha convertido en<strong>el</strong> centro de las decisiones políticas de lo que luego serán seisrepúblicas, su patrimonio está considerablemente menguado;se reduce en lo fundamental a objetos personales modestos,a unas minas en Aroa que en sus últimos días intenta venderpara sobrevivir en su destierro. En la carrera por liberarseis mundos ha comenzado Bolívar por liberarse d<strong>el</strong> primercondicionamiento que lo definía como “un rico, lo superfluo d<strong>el</strong>a sociedad”: sus bienes personales.


1.5. La liberación d<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>Bolívar <strong>Libertador</strong>La resistencia para recibir recompensas materiales la extiendeincluso a la hesitación para acoger otros reconocimientos. Losdos únicos que ha aceptado Bolívar al término de sus fragorosascampañas son morales. El título de <strong>Libertador</strong> lo recibe <strong>el</strong> 14 deoctubre de 1813, en la más cruda etapa de la Guerra a Muerte,tras ceremonia solemne en la cual se conduce a la catedral deCaracas la urna con <strong>el</strong> corazón d<strong>el</strong> héroe Atanasio Girardot.En sesión extraordinaria, a instancias de Cristóbal Mendoza,gobernador político d<strong>el</strong> Estado de Venezu<strong>el</strong>a, <strong>el</strong> CabildoMunicipal de Caracas decide otorgarle a Bolívar un rangosuperior al de brigadier, que le había conferido <strong>el</strong> gobierno d<strong>el</strong>a Nueva Granada, por lo cual la Asamblea “resolvió aclamarcomo por <strong>el</strong> presente acto aclama solemnemente al Brigadierde la Unión y General en Jefe de las armas libertadoras,ciudadano Simón Bolívar, por Capitán General de los Ejécitosde Venezu<strong>el</strong>a”. También lo honra “con <strong>el</strong> sobrenombre de<strong>Libertador</strong> de Venezu<strong>el</strong>a, para que use de él como de un donque consagra la Patria agradecida a un hijo tan benemérito”.Igualmente decide que en todas las municipalidades d<strong>el</strong> paísse colocara la inscripción “Bolívar <strong>Libertador</strong> de Venezu<strong>el</strong>a”.Aquél a quien desde entonces se llamará <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>, contestaque lo considera “título más glorioso y satisfactorio para mí que<strong>el</strong> cetro de todos los imperios de la tierra” (Pérez Vila, 1988,T.III: 693).El calificativo, que no consiste en nada, para él lo es todo.No trae consigo mando, rango, escalafón, su<strong>el</strong>dos ni jubilación.No es hereditario ni negociable en <strong>el</strong> mercado. Sólo subsistemientras se esté a su altura. De hecho, reconoce Bolívar confrecuencia que otros muchos han liberado la patria, que en <strong>el</strong>caso de faltar él otro hubiera cumplido la tarea. En la mismacomunicación para la Municipalidad de 18 de octubre de 1813


en la cual agradece <strong>el</strong> honor, acompaña una larga lista deoficiales distinguidos, <strong>el</strong>ogia a los soldados, y añade que <strong>el</strong>los“son verdaderamente estos ilustres libertadores. Ellos, señores,y no yo, merecen las recompensas con que a nombre de lospueblos quieren premiar V.S.S. en mí, servicios que éstos hanhecho. El honor que se me hace es tan superior a mi mérito,que no puedo contemplarlo sin confusión”. El título también sead<strong>el</strong>anta a los hechos. Cuando se lo confiere, todavía falta porliberar gran parte de Venezu<strong>el</strong>a. Pero esa mera palabra, por suresonancia mágica, parecería situar a Bolívar en forma continuaen <strong>el</strong> centro de lo que él llamó <strong>el</strong> huracán revolucionario, hastaque puede justificar que la merece no una, sino muchas veces,tantas como las seis repúblicas que emancipa. Numerosasintrigas y conspiraciones se traman para ofrecerle una corona; atodas contestará Bolívar que después de haber recibido <strong>el</strong> títulode <strong>Libertador</strong>, no puede rebajarse a <strong>el</strong>la; siempre permaneceráfi<strong>el</strong> a su primera expresión, que lo considera título más gloriosoy satisfactorio “que <strong>el</strong> cetro de todos los imperios de la tierra”(Pérez Vila, 1988, T.III: 693).Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar Palaciosy Ponte ha cumplido así una de las más grandes hazañas deque es capaz un ser: librarse d<strong>el</strong> nombre que legan estirpes ysociedades y ser conocido por <strong>el</strong> sobrenombre, que es obra desus actos: <strong>el</strong> de <strong>Libertador</strong>.Un amor desenfrenado de libertadTambién tiene reservas para aceptar la segunda granrecompensa moral que le es conferida. Al conocer en Lima lanoticia de que <strong>el</strong> Congreso d<strong>el</strong> Alto Perú ha decidido cambiar<strong>el</strong> nombre d<strong>el</strong> país por <strong>el</strong> de Bolivia, <strong>el</strong> 25 de mayo de 1826 lecontesta considerando tal gloria “no merecida”, confiesa sentir“desesperación”, y alega que aunque tuviera “los talentos, lasvirtudes, <strong>el</strong> genio mismo d<strong>el</strong> más grande de los héroes, todavíasería yo indigno de merecer <strong>el</strong> nombre que habéis queridodaros”:


Legisladores, al ver ya proclamada la nueva NaciónBoliviana, ¡cuan generosas y sublimes consideracionesno deberán <strong>el</strong>evar vuestras almas! La entrada de unnuevo estado en la sociedad de los demás, es un motivode júbilo para <strong>el</strong> género humano, porque se aumentala gran familia de los pueblos. ¡Cuál, pues, debe ser <strong>el</strong>de sus fundadores! -Y <strong>el</strong> mío!!! Viéndome igualado con<strong>el</strong> más célebre de los antiguos,- El Padre de la Ciudadeterna! Esta gloria pertenece de derecho a los Creadoresde las Naciones, que, siendo sus primeros bienhechores,han debido recibir recompensas inmortales; mas la mía,además de inmortal tiene <strong>el</strong> mérito de ser gratuita porno merecida. ¿Dónde está la república, dónde la ciudadque yo he fundado? Vuestra munificencia, dedicándomeuna nación, se ha ad<strong>el</strong>antado a todos mis servicios; y esinfinitamente superior a cuantos bienes pueden hacernoslos hombres.Mi desesperación se aumenta al contemplar la inmensidadde vuestro premio, porque después de haberagotado los talentos, las virtudes, <strong>el</strong> genio mismo d<strong>el</strong>más grande de los héroes, todavía sería yo indigno demerecer <strong>el</strong> nombre que habéis querido daros, ¡<strong>el</strong> mío!!!¡Hablaré yo de gratitud, cuando <strong>el</strong>la no alcanzará jamása expresar ni débilmente lo que experimento por vuestrabondad que, como la de Dios, pasa todos los límites! Sí:sólo Dios tenía potestad para llamar a esa tierra Bolivia...¿Qué quiere decir Bolivia? Un amor desenfrenado d<strong>el</strong>ibertad, que al recibirla vuestro arrobo, no vio nada quefuera igual a su valor. No hallando vuestra embriaguezuna demostración adecuada a la vehemencia de sussentimientos, arrancó vuestro nombre, y dio <strong>el</strong> mío a todasvuestras generaciones. Esto, que es inaudito en la historiade los siglos, lo es aún más en la de los desprendimientossublimes. Tal rasgo mostrará a los tiempos que están en<strong>el</strong> <strong>pensamiento</strong> d<strong>el</strong> Eterno, lo que anh<strong>el</strong>abais la posesiónde vuestros derechos, que es la posesión de ejercer las


virtudes políticas, de adquirir los talentos luminosos, y <strong>el</strong>goce de ser hombres. Este rasgo, repito, probará quevosotros érais acreedores a obtener la gran bendición d<strong>el</strong>Ci<strong>el</strong>o –la Soberanía d<strong>el</strong> Pueblo– única autoridad legítimade las Naciones.Legisladores, f<strong>el</strong>ices vosotros que presidís los destinosde una República que ha nacido coronada con los laur<strong>el</strong>esde Ayacucho, y que debe perpetuar su existencia dichosabajo las leyes que dicte vuestra sabiduría, en la calma queha dejado la tempestad de la Guerra (Lima, 25 de mayode 1826).En todo caso, no puede ocultar Bolívar la satisfacción queexperimenta. Antes había rechazado de plano que al monte d<strong>el</strong>Potosí se le diera su nombre. En este caso, no se niega al honor:“¿Qué quiere decir Bolivia? Un amor desenfrenado de libertad,que al recibirla vuestro arrobo, no vio nada que fuera igual a suvalor”. Al definirla, se define.En realidad, <strong>el</strong> bautizo de Bolivia le satisface tanto, quese complace en triviales juegos para demostrar la eufoníad<strong>el</strong> ap<strong>el</strong>ativo. Mientras espera en 1828 en Bucaramanga <strong>el</strong>resultado de las d<strong>el</strong>iberaciones de la Convención de Ocaña, qu<strong>el</strong>o forzarán a asumir la dictadura, ante sus edecanes comparalos nombres de Bolivia y Colombia, “y sostuvo que aunque <strong>el</strong>último es muy sonoro y muy armonioso, lo es mucho más <strong>el</strong>primero; los analizó, separando las sílabas y comparando lasunas con las otras. Bo –dijo– suena mejor que co; li es másdulce que lom, y via, más armonioso que bia” (Lacroix, 1924:151-152).En dos palabras se resumen las recompensas por toda unavida de hazañas y amarguras. Tiene razón Bolívar en estimarlas:a lo largo de los siglos perduran, mientras se hunden en <strong>el</strong> olvidolos rangos, los títulos, los grados, las fortunas y los imperios d<strong>el</strong>a tierra.


No quería que nadie pudiera vanagloriarse de ganarmeen agilidadEsto d<strong>el</strong> trono es esclavitud precisa, que viene con lacorona, dijo alguna vez F<strong>el</strong>ipe II, uno de los soberanos quecon mayor pasión y dedicación se entregó a su cargo. Mayoresclavitud es la d<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>, y no por escogida más fácil.Es oficio sin beneficio que exige una tensión permanente.Reclama superar la debilidad física, desdeñar la enfermedady <strong>el</strong> cansancio y presentar a otros la semblanza de la resolucióny la certidumbre aunque internamente se esté devorado por<strong>el</strong> desaliento y las dudas. En 1828, mientras se encuentra enBucaramanga, a través de una anécdota rev<strong>el</strong>a a sus edecanes<strong>el</strong> tenor de este sacrificio cotidiano. En <strong>el</strong> año 1817, durante <strong>el</strong>sitio de Angostura, su primer edecán Ibarra apuesta que puedebrincar sobre <strong>el</strong> caballo saltando desde la cola. Y según cuenta<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>:Lo hizo, efectivamente, y precisamente llegué yo enaqu<strong>el</strong> mismo momento. Dije entonces que Ibarra nohabía hecho gran gracia, y para probarlo a los que estabanpresentes, tomé <strong>el</strong> espacio necesario, di <strong>el</strong> brinco, perocaí sobre <strong>el</strong> cu<strong>el</strong>lo d<strong>el</strong> caballo, recibiendo un fuerte golped<strong>el</strong> cual no hablé. Picado mi amor propio, di un segundobrinco y caí sobre las orejas, recibiendo otro golpe másfuerte que <strong>el</strong> primero, pero esto no me desalentó; por<strong>el</strong> contrario, cobré más ardor, y la tercera vez salté <strong>el</strong>caballo. Confieso que hice una locura, pero entonces noquería que nadie pudiera vanagloriarse de ganarme enagilidad y que hubiera uno que pudiera decir que hacía loque yo no podía hacer. No crean ustedes que esto es inútilpara <strong>el</strong> hombre que manda a los demás; éste, en todo,si es posible, debe mostrarse superior a los que debenobedecerle. Es <strong>el</strong> medio de conquistarse un prestigioduradero e indispensable para <strong>el</strong> que ocupa <strong>el</strong> primerrango en una sociedad, y, particularmente, si se halla a lacabeza de un ejército (Blanco Fombona, 1959: 76-77).


Para imponerse al enemigo hay que hacerlo primero conlos camaradas. No es carga exigua para un hombre de tallamenuda, físico frágil y salud precaria, rodeado de guerrerosforjados en las más duras contiendas. Aceptando estos desafíosinsensatos se empeña Bolívar en domar potros bravíos antesus tropas, en cruzar ríos caudalosos con una mano atada a laespalda, en ser inmune al cansancio y a la enfermedad. Exigenuna tensión permanente, que sólo se puede mantener a fuerzade determinación. “Educar es crear voluntades”, afirma sumaestro Simón Rodríguez en uno de sus célebres apotegmas(Rodríguez, 1990: 283). Por los resultados se puede valorar lacreación.Esta voluntad es de tal tenor que los desprevenidos laconfunden con <strong>el</strong> capricho. No es sólo que parezca hacercalaveradas con su vida, cosa que después de todo sólo a élpertenece. Es que empieza a romper <strong>el</strong> orden de la clase qu<strong>el</strong>o ha engendrado. En la sociedad esclavista libera los esclavos.En la sociedad encomendera libera indígenas. En una sociedadde propietarios disipa su fortuna en liberalidades espléndidasy levantamientos comprometidos. En la sociedad de terratenientesconfisca tierras y las reparte. En la sociedad declanes después de su fugaz matrimonio permanece soltero, nofunda familia y, como diría después un célebre verso de DylanThomas, camina solitario en medio de una multitud de amores.Ejerce <strong>el</strong> poder como de paso, desdeñando todo boato salvo <strong>el</strong>indispensable que los actos oficiales o <strong>el</strong> protocolo requieren,sin fundar partido ni consolidar fortunas, ni tejer tramas deintereses que pudieran perpetuar su autoridad. En Bucaramangaconfía a sus edecanes que “Mis amigos han obrado conpoco tino y con menos política. Vieron que había un partidosantanderista, y por esto han querido oponerle un partidoboliviano, sin calcular o sin estar seguros de formarlo másnumerosos que <strong>el</strong> otro; pensaron engrosarlo con los de partidoneutral, en lugar de estar todos <strong>el</strong>los en aquél sin hablar departido. Esta es la marcha que habrían debido tomar” (Lacroix,1924: 46).


Hace <strong>el</strong> centro de su vida d<strong>el</strong> título de <strong>Libertador</strong>, que noconsiste en nada y lo exige todo, que no confiere rango nisu<strong>el</strong>do ni competencias pero que es como una provocaciónperpetua, que a diferencia de una corona no es hereditario nitransferible. Así podrá decir con propiedad al presidente d<strong>el</strong>Congreso de Colombia <strong>el</strong> 9 de enero de 1824: “Mi único tesoroes mi reputación” (Lecuna, 1947, T.I: 866).Ellos, señores, y no yo, merecen las recompensasEn fin, parece que Bolívar quisiera liberarse de sí mismo.Es demasiado int<strong>el</strong>igente y demasiado profundo para tomar enserio cualquiera de las transitorias máscaras que los avataressociales imponen. Toda su carrera de poderoso se ha ido enuna serie de continuas renuncias al poder. Cualquiera de susenemigos se hubiera enorgullecido de haber podido pensar enlas continuas descalificaciones que dirige <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> contrasí mismo.Empecemos con la posesión que más lo enorgullece, <strong>el</strong> títulode <strong>Libertador</strong>. Hemos visto que lo considera más glorioso ysatisfactorio “que <strong>el</strong> cetro de todos los imperios de la tierra”,y que sin embargo, en la comunicación para la Municipalidadde Caracas de 18 de octubre de 1813 en la cual agradece <strong>el</strong>honor, enaltece a los oficiales distinguidos y soldados y añadeque <strong>el</strong>los “son verdaderamente estos ilustres libertadores. Ellos,señores, y no yo, merecen las recompensas con que a nombrede los pueblos quieren premiar V.S.S. en mí, servicios que éstoshan hecho” (Pérez Vila, 1988, T.III: 693).A pesar de que <strong>el</strong> título y las connotaciones que suscita lecomplacen, una y otra vez rechaza todo providencialismo y todoprotagonismo, y así, en <strong>el</strong> “Discurso de Angostura”, proclama:“No ha sido la época de la República, que he presidido, unanueva tempestad política, ni una guerra sangrienta, ni unaanarquía popular, ha sido, sí, <strong>el</strong> desarrollo de todos los <strong>el</strong>ementosdesorganizadores: ha sido la inundación de un torrente infernalque ha sumergido la tierra de Venezu<strong>el</strong>a. Un hombre ¡y unhombre como yo! ¿qué diques podría oponer al ímpetu de


estas devastaciones? En medio de este piélago de angustiasno he sido más que un vil juguete d<strong>el</strong> huracán revolucionarioque me arrebataba como una débil paja. Yo no he podido hacerni bien ni mal; fuerzas irresistibles han dirigido la marcha denuestros sucesos; atribuírm<strong>el</strong>os no sería justo y sería darme unaimportancia que no merezco. (…) No me preguntéis sobre losefectos de estos trastornos para siempre lamentables; apenas seme puede suponer simple instrumento de los grandes móvilesque han obrado sobre Venezu<strong>el</strong>a; sin embargo mi vida, miconducta, todas mis acciones públicas y privadas están sujetasa la censura d<strong>el</strong> pueblo.(…) Si merezco vuestra aprobación,habré alcanzado <strong>el</strong> sublime título de buen ciudadano, preferiblepara mí al de <strong>Libertador</strong> que me dio Venezu<strong>el</strong>a, al de Pacificadorque me dio Cundinamarca, y a los que <strong>el</strong> mundo entero puededar” (Pérez Vila, 1979: 101-103).Alcalde de San MateoPasan diez años, han sido emancipados cinco países, y en1828 en Bucaramanga, ante sus edecanes que sostienen que niColombia ni Perú ni América d<strong>el</strong> Sur estarían libres de no serpor él, contesta: “No digo eso, porque yo no he sido <strong>el</strong> únicoautor de la revolución, y porque durante la crisis revolucionariay la larga contienda entre las tropas españolas y las patriotashubiera aparecido algún caudillo al no estar yo presente, yporque <strong>el</strong> ambiente de mi fortuna no hubiese perjudicado lafortuna de otros, manteniéndolos siempre en una esfera inferiora la mía. Dejemos a los supersticiosos creer que la Providenciaes la que me ha enviado o destinado para redimir a Colombia.Las circunstancias, mi genio, mi carácter, mis pasiones, fueronlas que me pusieron en <strong>el</strong> camino; mi ambición, mi constanciay la fogosidad de mi imaginación me lo han hecho seguir y mehan mantenido en él”. Y sin embargo, incluso intenta trivializar<strong>el</strong> propio genio, <strong>el</strong> carácter, las pasiones, haciéndolas dependerde un accidente. Según comenta también en Bucaramanga,“Quise mucho a mi mujer, y su muerte me hizo jurar no volvera casarme. He cumplido mi palabra. Miren ustedes lo que son las


cosas: si no hubiera enviudado, quizá mi vida hubiera sido otra;no sería <strong>el</strong> general Bolívar, ni <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>, aunque convengoen que mi genio no era para ser alcalde de San Mateo” (Lacroix,1924: 97-98).Yo valdría algo si me hubiesen alabado menosBolívar cuida de no envanecerse, y todavía más de impedirque otros lo envanezcan. En carta d<strong>el</strong> 9 de marzo de 1821 aLuis Eduardo Azuola, le encarece “instalar lo más pronto <strong>el</strong>Congreso con un discurso muy sencillo, pero noble, sin frasesestudiadas ni palabras anticuadas”, advirtiéndole que “muchomenos debe haber <strong>el</strong>ogios míos” (Blanco Fombona, 1959: 121).Meses más tarde, en misiva que dirige <strong>el</strong> 16 de septiembre de1821 desde Maracaibo a Pedro Gual, comenta: “Yo conozco loque puedo hacer, amigo, y sé dónde soy útil; persuádase Ud.que no sirvo sino para p<strong>el</strong>ear, o, por lo menos, para andar consoldados, impidiendo que otros los conduzcan peor que yo.Todo lo demás es ilusión de mis amigos. Porque me han vistodirigir una barca en una tempestad, creen que yo sirvo paraalmirante de una escuadra. Su<strong>el</strong>e, en caso semejante, hacerlomejor un simple piloto que un almirante, y no por esto mudars<strong>el</strong>os talentos ni las condiciones de ambos. Ud. me dice que lahistoria dirá de mí cosas magníficas. Yo pienso que no diránada tan grande como mi desprendimiento d<strong>el</strong> mando, y miconsagración absoluta a las armas para salvar al gobierno y ala patria. La historia dirá: ‘Bolívar tomó <strong>el</strong> mando para liberara sus conciudadanos, y cuando fueron libres, los dejó para quese gobernasen por las leyes, y no por su voluntad’. Esta es mirespuesta, Gual: las otras razones las verá Ud. en mi carta alVicepresidente” (Lecuna, 1947, T.I: 598-599).Encontrándose <strong>el</strong> 15 de abril de 1823 en Guayaquil, puertoclave para las operaciones d<strong>el</strong> Pacífico, en carta al vicepresidenteSantander se queja de una turbia operación de Zea, que reconocea los ingleses deuda pública por diez millones de pesos contrala República, y cierra la misiva con una de sus desconcertantesparadojas: “Yo he admirado desde lejos lo que Ud. ha hecho, y no


he dicho nada porque no creo ninguna cosa tan corrosiva comola alabanza: d<strong>el</strong>eita al paladar pero corrompe las entrañas. Yovaldría algo si me hubiesen alabado menos” (Lecuna, 1947, T.I:737). Cuando los emperadores regresaban en triunfo a Roma,los acompañaba un esclavo que les susurraba: “Recuerda queeres mortal”. Bolívar es ese emperador y ese esclavo.Nos ha sublimado tanto, que nos ha precipitadoal abismo de la nadaLa caut<strong>el</strong>a contra la vanagloria lo lleva a convertirse enacerbo crítico, no ya de los discursos, sino de las composicioneslíricas que la propician. Así, en su carta a Joaquín de Olmedodonde comenta <strong>el</strong> “Canto a la victoria de Junín”, repruebaamablemente las exaltaciones d<strong>el</strong> poeta deplorando queUd. dispara... donde no se ha disparado un tiro, Ud.abrasa la tierra con las ascuas d<strong>el</strong> eje y de las ruedas de uncarro de Aquiles que no rodó jamás en Junin, Ud. se hacedueño de todos los personajes: de mí forma un Júpiter; deSucre, un Marte; de La Mar, un Agamenón y un Men<strong>el</strong>ao;de Córdoba, un Aquiles; de Necochea, un Patroclo y unAyax; de Miller, un Diómedes, y de Lara, un Ulises. Todostenemos nuestra sombra divina o heroica que nos cubrecon sus alas de protección como áng<strong>el</strong>es guardianes. Ud.nos hace a su modo poético y fantástico: y para continuaren <strong>el</strong> país de la poesía, la ficción y la fábula, Ud. nos<strong>el</strong>eva con su deidad mentirosa, como la águila de Júpiterlevantó a los ci<strong>el</strong>os a la tortuga para dejarla caer sobreuna roca que le rompiese sus miembros rastreros. Ud.,pues, nos ha sublimado tanto, que nos ha precipitado alabismo de la nada, cubriendo con una inmensidad d<strong>el</strong>uces <strong>el</strong> pálido resplandor de nuestras opacas virtudes.Así, amigo mío, Ud. nos ha pulverizado con los rayos desu Júpiter, con la espada de su Marte, con <strong>el</strong> cetro de suAgamenón, con la lanza de su Aquiles y con la sabiduríade su Ulises. Si yo no fuese tan bueno y Ud. no fuese tanpoeta, me avanzaría a creer que Ud. había querido hacer


una parodia de La Ilíada con los héroes de nuestra pobrefarsa. Mas no, no lo creo. Ud. es poeta y sabe bien, tantocomo Bonaparte, que de lo heroico a lo ridículo no haymás que un paso, y que Manolo y <strong>el</strong> Cid son hermanos,aunque hijos de distintos padres. Un americano leerá <strong>el</strong>poema de Ud. como un canto de Homero; y un español loleerá como un canto d<strong>el</strong> “Facistol” de Boileau.(...) (Carta aJosé Joaquín de Olmedo, <strong>el</strong> Cuzco, 27 de junio de 1825).¿Por qué te envaneces, niño o viejo, hombre o héroe?Las objeciones aplican los preceptos d<strong>el</strong> neoclasicismoilustrado: mesura (nos ha sublimado tanto, que nos haprecipitado en <strong>el</strong> abismo de la nada); verdad (Ud. dispara... dondeno se ha disparado un tiro); <strong>el</strong>egancia (para la sátira más cru<strong>el</strong>se necesita nobleza y propiedad); contención (de lo heroico alo ridículo no hay más que un paso); hasta un cierto purismo(no me parece que tiene otro defecto sino <strong>el</strong> de falta de dignidaden ciertas expresiones). Y sin embargo, <strong>el</strong> mismo Bolívar habíarubricado tres años antes las exaltaciones románticas de “Mid<strong>el</strong>irio sobre <strong>el</strong> Chimborazo”, tan febriles, que durante muchotiempo se discutió sobre su autenticidad:Y arrebatado por la violencia de un espíritu desconocidopara mí, que me parecía divino, pasé sobre los pies deHumboldt, empañando aun los cristales eternos quecircuyen al Chimborazo. Llego como impulsado por <strong>el</strong>genio que me animaba, desfallezco al tocar con mi cabezala copa d<strong>el</strong> firmamento, y con mis pies los umbrales d<strong>el</strong>abismo.Un d<strong>el</strong>irio febril embarga toda mi mente; me sientocomo encendido de un fuego extraño y superior. Era <strong>el</strong>Dios de Colombia que me poseía.Parecerían las embriagueces d<strong>el</strong> mal de páramo –que tantoazotó a los ejércitos libertadores en sus incursiones andinas– oalguno de los trances visionarios que tan lúcidamente describióWilliam Blake. Pero al término d<strong>el</strong> arrebato, <strong>el</strong> Padre de losTiempos se encarga de reducir a la insignificancia lógica <strong>el</strong>poderoso tumulto emocional:


¿Por qué te envaneces, niño o viejo, hombre o héroe?¿Crees acaso que <strong>el</strong> Universo es algo? ¿Que montar sobr<strong>el</strong>a cabeza de un alfiler es subir? ¿Pensáis que los instantesque llamáis siglos pueden servir de medida a los sucesos?¿Pensáis que habéis visto la Santa Verdad? ¿Imagináislocamente que vuestras acciones tienen algún precio amis ojos? Todo es menos que un punto a la presencia d<strong>el</strong>infinito, que es mi hermano.En <strong>el</strong> mismo texto, entonces, se da una estructura queprefigura la crítica al “Canto a la victoria de Junín”: de un lado,la exaltación casi patológica, y opuesta a <strong>el</strong>la <strong>el</strong> desilusionadorigor d<strong>el</strong> distanciamiento. Esta escisión no es extraña. Noes sólo que la vida misma de Bolívar sea <strong>el</strong> paradigma de unapasionamiento temperado a duras penas por la disciplina y<strong>el</strong> raciocinio iluminista. Es que <strong>el</strong> romanticismo europeo nacecasi al mismo tiempo que la Ilustración. Juan Jacobo Rousseaues contemporáneo de Voltaire, y ambos se trenzan en acrespolémicas sobre <strong>el</strong> valor de la civilización y las artes. Bolívar,tan caviloso de la necesidad de la mesura racional para lasrepúblicas y las letras, devendrá a su vez en Europa <strong>el</strong> mod<strong>el</strong>ode héroe romántico. Esta escisión entre una voluntad deorden y de medida según las pautas clásicas europeas y unadesorbitación de la existencia real permea desde entonces laexistencia americana. Pero también fractura la personalidad d<strong>el</strong>narrador. El <strong>Libertador</strong> quizá se envanezca o sea héroe; acasocrea que <strong>el</strong> universo es algo; posiblemente mida los sucesos coninstantes llamados siglos, podría ser que haya entrevisto algunaSanta Verdad y que piense que sus acciones tienen algún precioante <strong>el</strong> tiempo. Quien escribe es otra persona, que mira a ladistancia. “No deseo más que mi licencia o mi libertad, comolos soldados o los esclavos”, escribe a José Áng<strong>el</strong> Álamo pocoantes de ratificar <strong>el</strong> 27 de abril de 1830 ante <strong>el</strong> Congreso surenuncia a la presidencia de la República (Mijares, 1987: 543).Esta persona ha conseguido un imposible: liberarse d<strong>el</strong><strong>Libertador</strong>, su propia creación sobrehumana. Desde entoncesemprende con lucidez <strong>el</strong> camino hacia su propia nada. Progresivamenteparecería que en <strong>el</strong> mismo ser hay dos personas:


<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>, todavía aplastado por <strong>el</strong> esfuerzo titánico demantener un proyecto que está a una talla superior a la realidad,y <strong>el</strong> otro, sin nombre, que comprende la imposibilidad d<strong>el</strong> triunfoy se refugia en la impasibilidad estoica de quien entiende en <strong>el</strong>Chimborazo que para <strong>el</strong> tiempo son nada esos instantes que losmortales llaman siglos.Así, a pesar de que reconoce que su estado de salud le impideregresar al poder, toma a broma su declinación física y <strong>el</strong> 16 deoctubre de 1830 escribe al general Rafa<strong>el</strong> Urdaneta desde unpueblo de simbólico nombre, Soledad: “Bien persuadido de estaverdad, y no queriendo engañar a nadie, y mucho menos a Ud.tengo la pena de asegurarle que, no pudiendo servir más, heresu<strong>el</strong>to decididamente tratar sólo de cuidar mi salud, o másbien mi esqu<strong>el</strong>eto viviente”. A pesar de lo cual, unas líneasmás ad<strong>el</strong>ante ya da por hecha su desaparición, y renuncia aconservar la vida o la influencia a costa de nuevas violencias:“Dice Madame de Staël, y otros antes que <strong>el</strong>la, que <strong>el</strong> lechode un moribundo es un altar profético que debe considerarsecomo una especie de inspiración que recibe allí <strong>el</strong> moribundo.Yo profetizo, pues, que <strong>el</strong> actual gobierno no alcanza al día enque se <strong>el</strong>ija al nuevo presidente, a menos que Ud. desenvu<strong>el</strong>vasu carácter y se defienda como un desesperado. Tenga Ud.entendido que se ha observado en la historia, que en todaslas guerras civiles ha vencido siempre <strong>el</strong> más feroz o <strong>el</strong> másenérgico, según la acepción de la palabra. Al partido de Ud. nole queda otro recurso que optar entre dejar <strong>el</strong> país o deshacersede sus enemigos, porque la vu<strong>el</strong>ta de estos será espantosa. Porno colocarme yo en tan cru<strong>el</strong> alternativa no me he atrevidoa tomar parte en esta reacción, pues estoy persuadido quenuestra autoridad y nuestras vidas no se pueden conservarsino a costa de la sangre de nuestros contrarios, sin que por estesacrificio se logre la paz ni la f<strong>el</strong>icidad, mucho menos <strong>el</strong> honor”(Lecuna, 1947, T.III: 475-476).En <strong>el</strong> mismo espíritu, encontrándose en Fucha, hacia marzode 1830, en m<strong>el</strong>ancólica conversación con <strong>el</strong> general PosadaGutiérrez, le interroga: “¿Cuánto tiempo tardará esta agua enconfundirse con la d<strong>el</strong> inmenso océano, como se confunde <strong>el</strong>hombre en la podredumbre d<strong>el</strong> sepulcro con la tierra de donde


salió? Una gran parte se evapora y se sutiliza, como la gloriahumana, como la fama, ¿no es verdad, coron<strong>el</strong>?”(Mijares, 1987:543). Y <strong>el</strong> 13 de julio d<strong>el</strong> mismo año, en extensa carta a EstanislaoVergara, afirma: “Un país que está pendiente de la vida de unhombre, corre tanto riesgo como si lo jugaran todos los días a lasuerte de los dados. Y si este hombre ha sufrido mucho duranteveinte años, tiene muchos enemigos que lo quieran destruir,está fastidiado d<strong>el</strong> servicio público y lo aborrece mortalmente,entonces la dificultad de mantener este estado se multiplicahasta lo infinito. Esta es la verdad, mi querido amigo, y créameUd. sobre mi palabra. Yo no quiero engañar a Uds. ni perdermeyo: no puedo más, y este sentimiento me lo dice mi corazóncien veces por día” (Mijares, 1987: 536).A medida que avanza hacia su final, <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>, que sinvacilación se ha entregado de manera íntegra a una causa, lasomete a los más desgarradores escrutinios, en los cuales almismo tiempo se cuestiona a sí mismo. En ese sentido, <strong>el</strong> 9de noviembre de 1830, en Barranquilla, ya frente al mar queespera cruzar para morir en tierra extraña, confiesa al generalFlores: “Ud. sabe que yo he mandado veinte años, y de <strong>el</strong>losno he sacado más que pocos resultados ciertos: 1° la Américaes ingobernable para nosotros; 2º <strong>el</strong> que sirve una revoluciónara en <strong>el</strong> mar; 3º la única cosa que se puede hacer en Américaes emigrar; 4º este país caerá infaliblemente en manos de lamultitud desenfrenada para después pasar a tiranu<strong>el</strong>os casiimperceptibles de todos colores y razas; 5º devorados por todoslos crímenes y extinguidos por la ferocidad, los europeos no sedignarán conquistarnos; 6º si fuera posible que una parte d<strong>el</strong>mundo volviera al caos primitivo, este sería <strong>el</strong> último períodode la América” (Lecuna, 1947, T.III: 501-503).Si Simón José Antonio ha conseguido liberarse atándose auna tarea titánica y convirtiéndose en <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>, finalmentese ha liberado d<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>. Ni su país ni él estarán máspendientes de la vida de un hombre. Quizá ha quedado pordebajo d<strong>el</strong> proyecto de libertad absoluta de todos los tiempos,pero ha podido por lo menos vislumbrarlo, emprenderlo,independizarse.


CAPÍTULO 2LA LIBERACIÓNDELTERRITORIO2.1. La superación de los límitesEl paisaje es la culturaJosé Lezama Lima¿Qué paisaje vislumbra Bolívar en sus primeros años? El accesiblepara un niño acomodado de Caracas. El contacto con lanaturaleza es casi inmediato. Al norte, la mirada encuentrala imponente muralla d<strong>el</strong> Ávila. Basta andar pocas manzanaspara encontrar quebradas que descienden de <strong>el</strong>la. Al sur correnlas aguas límpidas d<strong>el</strong> Guaire. En todas direcciones, colinasverdes y valles feraces. Caracas tendrá 30.000 almas, apretadasen unas pocas manzanas; la Capitanía de Venezu<strong>el</strong>a, quizáun millón, dispersas en otros tantos kilómetros cuadrados.El amanecer y <strong>el</strong> ocaso marcan con precisión las jornadas.Se prefiere madrugar para aprovechar la primera luz d<strong>el</strong> díay tomar <strong>el</strong> sueño con la noche. El bochorno d<strong>el</strong> mediodía marcala pausa de la siesta. La aparición d<strong>el</strong> collar de luceros de lasPléyades en <strong>el</strong> horizonte matutino anuncia <strong>el</strong> comienzo de


las lluvias en abril; la culminación d<strong>el</strong> Escorpión en julio y agostomarca <strong>el</strong> apogeo de la seca. Los cursos de agua valorizan lastierras por donde cruzan; la calidad y la composición d<strong>el</strong> su<strong>el</strong>odeciden la riqueza o la ruina. Los frutos d<strong>el</strong> su<strong>el</strong>o se almacenanen la cocina o en trojes. En <strong>el</strong> corral cantan los gallos y picoteanlas gallinas que proveen los huevos o <strong>el</strong> caldo. Seguramente lasconversaciones sobre lluvias, sequías, buenas o malas cosechas,fecundidades y plagas llenan las sobremesas, pero raramenterecurren en los libros.Los habitantes de Caracas viven cerrados a este paisaje esplendoroso.No hay rastros de él en <strong>el</strong> cuadro que pinta JuanPedro López sobre “Nuestra Señora de la Luz”, patrona de laciudad. La santa gravita sobre unas cuantas manzanas y calles,por una de las cuales avanza una procesión. Los pintores de laColonia retratan personajes c<strong>el</strong>estiales, mandatarios u obispos,nunca paisajes. La naturaleza es materia de alegorías, nuncade examen o de gozo. Para la mente medieval, e incluso parala barroca, la naturaleza agreste es p<strong>el</strong>igrosa, hostil, amenazadora,su espontaneidad tiene algo de pecaminoso. Sólo la aceptadomesticada y obediente a la geometría d<strong>el</strong> jardín barroco.Alejandro de Humboldt testimonia en su Viaje a las regionesequinocciales que prácticamente a nadie se le había ocurridoescalar la cima d<strong>el</strong> Ávila. Ello sucedía a pesar de que <strong>el</strong> llamadoCamino de los Españoles conectaba a la ciudad mediante unatortuosa vía por las faldas d<strong>el</strong> monte tut<strong>el</strong>ar.La pedagogía de Simón Rodríguez abre una nueva perspectivapara <strong>el</strong> niño Bolívar. El maestro no encierra al discípuloen un aula: le abre <strong>el</strong> gran libro d<strong>el</strong> mundo mediante paseos,excursiones, travesías por la naturaleza para entonces espléndidad<strong>el</strong> Valle de Caracas. Rodríguez es admirador de Rousseau;quizá ya lo es para cuando ejerce de preceptor de Simoncito.Rousseau y los románticos que en él se inspiran sostienen qu<strong>el</strong>os pueblos son más puros cuanto más cercanos a la Naturaleza;la civilización no haría más que corromperlos. Rousseau esbotánico y dibuja con mano maestra los vegetales que estudia yclasifica. Rodríguez, que tiene aspiraciones de científico, seguramenteda la mayoría de sus lecciones en <strong>el</strong> libro abierto de la


naturaleza. Bolívar sabrá aprender de él. Hemos visto que recomiendapara la educación de los niños juegos como la raqueta,los bolos, las cometas, los globos aerostáticos. No son juegosde salón. Como manifiesta en carta de 27 de junio de 1825 alpoeta José Joaquín de Olmedo: “Mi alma está emb<strong>el</strong>esada conla presencia de la primitiva naturaleza, desarrollada por sí misma,dando creaciones de sus propios <strong>el</strong>ementos por <strong>el</strong> mod<strong>el</strong>ode sus inspiraciones íntimas, sin mezcla alguna de las obrasextrañas, de los consejos ajenos, de los caprichos d<strong>el</strong> espírituhumano ni <strong>el</strong> contagio de los crímenes y de los absurdos denuestra especie” (Lecuna, 1947, T.I: 1116).Si se opone la naturalezaEsta visión d<strong>el</strong> mundo se amplía prodigiosamente para <strong>el</strong>mozo caraqueño que emprende viaje hacia España <strong>el</strong> 19 deenero de 1799. En la travesía visita Veracruz y pasa un mes enciudad de México, en <strong>el</strong> rico Virreinato de la Nueva España. Alzarpar nuevamente hace escala en Cuba, arriba <strong>el</strong> 31 de mayoa Santoña, conoce Madrid, Toledo, Aranjuez, Cádiz, Bayona.Recorre Francia, llega a París y Amiens. En su segundo viaje,tras la muerte de su esposa Teresa, arriba a Cádiz en diciembrede 1803, <strong>el</strong> año inmediato recorre París y Viena, y en 1805parte hacia Italia conjuntamente con Fernando Toro y SimónRodríguez, asiste en mayo a la coronación de Napoleón enMilán, y luego recorre Venecia, Ferrara, Bolonia, Florencia,Perugia y Nápoles.En estos recorridos trata de cerca con sabios como los naturalistasHumboldt y Gay Lussac, los acompaña a escalar <strong>el</strong>Vesubio. Es de imaginarse <strong>el</strong> impacto que puede tener <strong>el</strong> tratocon <strong>el</strong>los en un joven int<strong>el</strong>igente, ávido de conocimientos e inquieto.Mientras <strong>el</strong> mozo ha recorrido un tercio de la circunferenciaterrestre para hastiarse en <strong>el</strong> Viejo Mundo, los sabioshan hecho <strong>el</strong> mismo viaje a la inversa para extasiarse ante <strong>el</strong>Nuevo. De regreso, en enero de 1807 ya está en Charleston,recorre Washington, Nueva York, Boston y Filad<strong>el</strong>fia y examinaallí la “libertad racional” de Estados Unidos. Tras la declaración


de Independencia en Venezu<strong>el</strong>a, todavía recorrerá Inglaterraen 1810, hablará con los representantes de su gobierno, harácontacto a través de Francisco de Miranda con <strong>el</strong> mundo culturaly político anglosajón.Esas travesías le permiten formarse una idea d<strong>el</strong> mundo, d<strong>el</strong>os poderes hegemónicos en él y de América Latina y <strong>el</strong> Caribedentro de este tablero planetario. Como tantos privilegiados,sin embargo, ha conocido antes al mundo desarrollado que a sutierra natal. Como todo propietario, viaja a mula y a pie por susdominios, que se extienden por los valles de Aragua y d<strong>el</strong> Tuy,y conoce la naturaleza, los habitantes. Simón Rodríguez le haenseñado a amar esta naturaleza en vez de desdeñarla, que eslo que hacen los artistas y artesanos de la época. Andrés B<strong>el</strong>lo,en su pomposo poema “Oda a la agricultura de la Zona Tórrida”,invita en alambicados versos a contemplar la variedad yla riqueza de los trópicos, con retórica que la hace irreconocible.Pero sólo después d<strong>el</strong> comienzo de la gesta independentistaabarcará Simón Bolívar los parajes más remotos y agrestes desu propio país y de los que luego serán llamadas repúblicas bolivarianas.Las infatigables marchas a caballo, a mula, a pie porlas geografías más abruptas le permitirán un contacto con realidadesque <strong>el</strong> citadino ignora y <strong>el</strong> científico apenas intuye. Lainmensidad, la diversidad y la riqueza de América se presentande manera palpable al guerrero que la transita a veces agobiadopor carencias y dificultades inauditas. Al plan militar terminacorrespondiendo, no sólo un plan político, sino otro geopolíticoque intenta coordinar y en lo posible integrar buena parte d<strong>el</strong>Nuevo Mundo.Estas dos concepciones sobre la naturaleza chocan y sonresu<strong>el</strong>tas de manera victoriosa por Bolívar cuando <strong>el</strong> 26 de marzode 1812 Caracas es devastada por uno de los sismos que lasacuden periódicamente. En <strong>el</strong> movimiento de tierra realistas yr<strong>el</strong>igiosos ven la voluntad e incluso <strong>el</strong> castigo divinos. El terremotosacude más duramente ciudades situadas en los sistemasmontañosos, que se han declarado a favor de la Independencia,y casi no afecta a urbes de la costa, como la realista Coro. Lospatriotas han podido alegar alguna fría explicación racionalista;


han podido citar las ironías de Rousseau sobre <strong>el</strong> terremoto deLisboa, que por ocurrir en la mañana de un domingo sepultóa los fi<strong>el</strong>es congregados en las iglesias. Plantándose sobre lasruinas de la ciudad devastada, Bolívar desecha <strong>el</strong> camino de laexplicación y toma <strong>el</strong> de la acción creadora al increparlos: “Sise opone la naturaleza, lucharemos contra <strong>el</strong>la, y la haremosque nos obedezca...” (Larrazábal, T.I: 124-125).Según veremos, la gesta emancipadora es en efecto una luchacontra una naturaleza todavía en gran parte no domesticada,sin los caminos necesarios, sin puertos suficientes, llenade obstáculos naturales, sin las actividades productivas indispensablespara permitir la evolución y la maniobra de grandesejércitos. La obra de Bolívar consiste en una empecinada luchacontra esta oposición, en una voluntad indeclinable de hacerlaobedecer.


2.2. Recuperación de los recursosDimensionesComo poseedores de la mitad d<strong>el</strong> mundoDesde sus primeras reflexiones capta Bolívar la desorbitada extensiónd<strong>el</strong> escenario en <strong>el</strong> cual se librará la contienda emancipadora.Ya en <strong>el</strong> discurso que pronuncia <strong>el</strong> 23 de enero de1815 en Bogotá, al inaugurarse <strong>el</strong> gobierno de la Unión en dichacapital, que había liberado diez días antes, discurre Bolívarque “hemos sabido representar en <strong>el</strong> teatro político la grandeescena que nos corresponde, como poseedores de la mitad d<strong>el</strong>mundo”. Y refiriéndose al mismo tiempo a los obstáculos d<strong>el</strong>a geografía y los de la campaña, prosigue afirmando que “Unvasto campo se presenta d<strong>el</strong>ante de nosotros, que nos convidaa ocuparlo; y bien que nuestros primeros pasos hayan sido tantrémulos como los de un infante, la rigurosa escu<strong>el</strong>a de los trágicossucesos ha afirmado nuestra marcha habiendo aprendidocon las caídas, dónde están los abismos; y con los naufragios,dónde están los escollos. Nuestra empresa ha sido a tientas,porque éramos ciegos; los golpes nos han abierto los ojos, y conla experiencia, y con la vista que hemos adquirido ¿por quéno hemos de salvar los p<strong>el</strong>igros de la guerra, y de 1a política, yalcanzar la libertad y la gloria que nos esperan por galardón denuestros sacrificios? Éstos no han podido ser evitables, porquepara <strong>el</strong> logro d<strong>el</strong> triunfo siempre ha sido indispensable pasarpor la senda de los sacrificios” (Blanco Fombona, 2007: 43). En<strong>el</strong> discurso, de manera casi insensible, se van fundiendo distanciasfísicas y morales, obstáculos geográficos y políticos, marchacorporal y avance emancipatorio.Dos mil leguas de longitud y novecientas de latitudY unos ocho meses después, tras la caída de la Segunda República,desde <strong>el</strong> corazón d<strong>el</strong> Caribe escribe <strong>el</strong> 6 de septiembrede 1815 en la “Carta de Jamaica”:


Este cuadro representa una escala militar de dos milleguas de longitud y novecientas de latitud en su mayorextensión en que dieciséis millones de americanos defiendensus derechos, o están oprimidos por la naciónespañola que aunque fue en algún tiempo <strong>el</strong> más vastoimperio d<strong>el</strong> mundo, sus restos son ahora impotentes paradominar <strong>el</strong> nuevo hemisferio y hasta para mantenerse en<strong>el</strong> antiguo. ¿Y qué amante de la libertad permite que unavieja serpiente por sólo satisfacer su saña envenenada,devore la más b<strong>el</strong>la parte de nuestro globo? ¡Qué! ¿EstáEuropa sorda al clamor de su propio interés? ¿No tieneya ojos para ver la justicia? ¿Tanto se ha endurecido paraser de este modo insensible? Estas cuestiones cuanto máslas medito, más me confunden; llego a pensar que se aspiraa que desaparezca la América, pero es imposible porquetoda Europa no es España (Pérez Vila, 1979: 55-75).Desde <strong>el</strong> comienzo llama la atención la agudeza d<strong>el</strong> raciocinio.La gigantesca vastedad americana no es obstáculo para laemancipación, sino su más segura ayuda. España se extiendesobre medio millón de kilómetros cuadrados; su imperio americano,si contamos los territorios todavía no devorados por EstadosUnidos, se aproxima a los veinte millones. Una potencia ultramarinano puede preservar indefinidamente su dominaciónsobre una extensión que la rebasa cuarenta veces. De hecho, <strong>el</strong>monopolio d<strong>el</strong> comercio que con todo su poderío intentó imponersobre América fue siempre una empresa fracasada. Conacierto calculó Ferdinand Braud<strong>el</strong> que más de la mitad d<strong>el</strong> intercambioentre <strong>el</strong> Viejo Mundo y <strong>el</strong> Nuevo se hizo por la víailegal d<strong>el</strong> contrabando. Por otra parte, dicho monopolio contraría<strong>el</strong> interés d<strong>el</strong> resto de Europa. Es una visión que anticipa <strong>el</strong>razonamiento geopolítico y que valora las perennes verdadesde la geografía y de los intereses de las comunidades humanaspor encima de los desalientos pasajeros. Con igual visión penetrantepodrá decir una década más tarde a los vencedores deAyacucho: “Habéis dado la libertad a la América meridional; yuna cuarta parte d<strong>el</strong> mundo es <strong>el</strong> monumento de vuestra gloria”(Pérez Vila, 1979: 180).


Ciudades puertoSi algo ha enseñado a Bolívar sus viajes juveniles, es la importanciaestratégica de los puertos y la importancia d<strong>el</strong> poderíonaval. La dominación colonial de Iberia sobre <strong>el</strong> Nuevo Mundose funda sobre <strong>el</strong> sistema de las ciudades puerto, situadas ala orilla d<strong>el</strong> mar o en sus cercanías, con una bahía, estuario odesembocadura que permite a las naves oceánicas recalar paratraer instrucciones y funcionarios desde la metrópoli y embarcarriquezas para ésta. El mecanismo de exacción fundamentalde los ibéricos es <strong>el</strong> monopolio d<strong>el</strong> comercio; éste a su vez sefunda sobre <strong>el</strong> monopolio de los puertos. La ciudad puerto esasí un gran mecanismo de extracción de bienes y de dominaciónd<strong>el</strong> interior d<strong>el</strong> continente. A veces custodian <strong>el</strong> acceso deuna gran vía fluvial, como lo hacen Buenos Aires y Montevideocon <strong>el</strong> Río de la Plata, Cartagena con <strong>el</strong> Magdalena, Santo Toméde Guayana y Angostura con <strong>el</strong> Orinoco. A veces son escalasobligadas en la ruta de grandes convoyes de riquezas, pap<strong>el</strong> quepara la época cumplen El Callao, Lima y Panamá en <strong>el</strong> Pacíficoy Portob<strong>el</strong>o en <strong>el</strong> Caribe para los envíos de la plata d<strong>el</strong> Potosí.A veces son bases oceánicas para <strong>el</strong> recalado de las grandesflotas que van y vienen desde la metrópoli, como Santo Domingo,Puerto Príncipe, La Habana, Cienfuegos, Santiago, San Juande Puerto Rico. Cuando no pueden tomar estas ciudad<strong>el</strong>as, losimperios competidores ocupan islas cercanas desde las cualesdominan <strong>el</strong> continente. Así, los holandeses toman en 1634 Aruba,Curazao y Bonaire, cercanas a la costa venezolana, y losingleses invaden en 1797 Trinidad y Tobago, que dominan lasbocas d<strong>el</strong> Orinoco, y en 1833 las islas Malvinas, que atalayan<strong>el</strong> Río de la Plata y la ruta al Pacífico por <strong>el</strong> Cabo de Hornos.Durante mucho tiempo intentan también dominar Chiloé, enlas entradas d<strong>el</strong> Pacífico.Por su importancia estratégica, durante la Colonia los puertosy sus ciudades aledañas van erigiendo formidables sistemasde fortificaciones que las protegen de piratas, corsarios y flotasenemigas. En América Latina y <strong>el</strong> Caribe, la gran mayoríade las fortalezas importantes están frente al mar. Un imperio


ajo ataque defiende empecinadamente, y por encima de todo,estos enclaves, indispensables al desembarcar tropas y pertrechospara dominar <strong>el</strong> continente. Una lucha emancipadora s<strong>el</strong>os disputa con todas sus fuerzas, para cortar la comunicaciónentre la metrópoli y sus defensores.Durante tres siglos, los imperios competidores de Españahan ido minando la hegemonía ibérica sobre <strong>el</strong> Nuevo Mundo.Piratas, corsarios, contrabandistas y flotas regulares de Francia,Inglaterra, Holanda e incluso de Dinamarca han cruzado<strong>el</strong> Atlántico intentando cortar las comunicaciones navales deEspaña y arrebatarle América, convirtiendo de paso <strong>el</strong> Caribeen un mosaico cultural. Así han creado una América anglófona,otra francófona, otra holandesa, incluso transitoriamente unadanesa. Compendio y fusión de esta confusión es <strong>el</strong> Caribe, consus racimos de islas bajo soberanías distintas y en pleno mestizajeétnico y cultural. Si bien a principios d<strong>el</strong> siglo XIX Españadomina todavía las grandes bases antillanas de Santo Domingo,Cuba y Puerto Rico, Holanda se ha apoderado de Aruba,Curazao y Bonaire, Inglaterra de Jamaica, Trinidad y Tobago yde un enjambre de pequeñas islas, Francia domina Haití y pormomentos la totalidad de La Española. Estos archipiélagos bajodominaciones políticas diversas jugarán un pap<strong>el</strong> decisivo enla política independentista. Sus islas son refugio para exiliados,nidos de conspiradores, bases de lanzamiento de expedicionesindependentistas. Expulsado una y otra vez d<strong>el</strong> territorio quebusca liberar, Bolívar encontrará en <strong>el</strong>las los recursos para invadir,y sus últimos esfuerzos estarán encaminados a arrojar lasfuerzas españolas d<strong>el</strong> ámbito d<strong>el</strong> Caribe, e incluso proyectaráexpulsarlos de las Filipinas.Bolívar se asoma directamente a esta realidad. Durante susprimeros dos grandes viajes juveniles, ha conocido los puertosamericanos de La Guaira, Veracruz y La Habana, los españolesde Santoña, Bilbao, La Coruña y Cádiz, los italianos de Venecia,Ostia y Nápoles, <strong>el</strong> gran puerto alemán de Hamburgo, <strong>el</strong> holandésde Ámsterdam, y <strong>el</strong> estadounidense de Charleston.No son estadías fugaces. Para la época <strong>el</strong> abordaje o <strong>el</strong> desembarcode pasajeros y equipajes es proceso que dura varios


días y que puede demorar semanas a la espera de vientos favorables,buen tiempo, la llegada de las naves o la carga o descargade éstas. Las travesías, que duran meses, son temporadaspropicias para la meditación. En su segundo viaje a Europa vaBolívar a bordo de un buque fletado y cargado con los frutos desus haciendas, y debe manejar un crédito de 12.000 pesos qu<strong>el</strong>e facilita la Real Renta d<strong>el</strong> Tabaco, ha de reintegrar en Cádiz alministro de Hacienda de España e Indias cuatro meses despuésde aceptada la libranza. De manera que por experiencia propiaconoce paso a paso todos los trámites d<strong>el</strong> comercio, de lasaduanas, d<strong>el</strong> flujo d<strong>el</strong> dinero y de las riquezas por esas grandesgargantas d<strong>el</strong> intercambio mundial. Ha contemplado los mu<strong>el</strong>lesdonde se concentran los navíos d<strong>el</strong> comercio monopolizadopor España, y los inmensos embarcaderos de las poderosasflotas cuyo acceso está vetado a las colonias ibéricas. Su avidezint<strong>el</strong>ectual y su vocación militar seguramente lo han hecho leera Maquiav<strong>el</strong>o, quien recomienda al príncipe que visita ciudadespracticar continuos ejercicios mentales sobre <strong>el</strong> ataque y la defensade éstas. Hace tres centurias que se libra sobre <strong>el</strong> planetauna ininterrumpida guerra cuyo escenario son los océanos,cuyos protagonistas son las potencias navales y cuyo premioes la dominación d<strong>el</strong> mundo. Las flotas de piratas, corsarios omarinas oficiales abren a cañonazos las rutas que luego monopolizaránvetándolas a otros con sangre. Caracas y su modestabahía fortificada de La Guaira son apenas mínimas cuentas eneste collar que ciñe <strong>el</strong> mundo.Como asiduo lector de Voltaire, seguramente Bolívar ha cursadomás de una vez las reflexiones de éste en Le Siècle deLouis XIV sobre la forma en que su ministro de finanzas JeanBaptiste Colbert cimentó la hegemonía francesa mediante <strong>el</strong> desarrollod<strong>el</strong> poderío naval. La ecuación que despeja Colbert esla misma que resu<strong>el</strong>ven los industriosos mercaderes holandesesy <strong>el</strong> empecinado Cromw<strong>el</strong>l: no hay burguesía sin comercio; nohay comercio sin mercados, no hay mercados sin expansióncolonial, no hay expansión sin protección d<strong>el</strong> Estado. Incansableorganizador, Colbert fomenta cinco sociedades para <strong>el</strong>tráfico marítimo, entre <strong>el</strong>las la Compañía Francesa de las Indias


Occidentales. Es <strong>el</strong> camino d<strong>el</strong> desarrollo de las grandes empresasde colonización y pillaje bajo protección estatal inauguradopor ingleses y holandeses. Pero no hay dominio marítimo sinflotas, ni comercio sin cañones que abran las rutas monopolizadas.Empeñada en sus guerras territoriales, Francia ha descuidado<strong>el</strong> dominio d<strong>el</strong> mar. Y por <strong>el</strong>lo, como bien señala Voltaire,con la asesoría de su ministro Colbert, <strong>el</strong> Rey Sol:La misma atención que puso en la formación de ejércitosterrestres numerosos y bien disciplinados, inclusoantes de estar en guerra, la tuvo en ganarse <strong>el</strong> imperio d<strong>el</strong>mar. Ante todo, los pocos navíos que <strong>el</strong> cardenal Mazarinohabía dejado pudrirse en los puertos son reparados.Se hace comprar otros en Holanda, en Suecia; y, desde<strong>el</strong> tercer año de su gobierno, envía sus fuerzas marítimasa probarse en Gigeri, en la costa de África. El duque deBeaufort purga <strong>el</strong> mar de piratas desde <strong>el</strong> año 1665; y,dos años más tarde, Francia tiene en sus puertos sesentanavíos de guerra (Voltaire, 1966: 17).El nuevo poder repercute bien pronto en los usos y ceremonialesd<strong>el</strong> mar. Luis XIV imparte órdenes al conde D'Estrées deno bajar <strong>el</strong> pab<strong>el</strong>lón francés ante los buques ingleses, homenajeque éstos habían impuesto en mejores épocas; al mismotiempo, somete a la menguada marina española a rendirle igualpleitesía a sus propias naves en virtud de un acuerdo establecidoen 1662. El soberano francés se afana para tener con quéapoyar tales disputas aparentemente inanes. Pues, como añadeVoltaire:Mientras tanto, se trabaja por todas partes en <strong>el</strong> establecimientode una marina capaz de justificar estos sentimientosde altura. Se construyen la ciudad y <strong>el</strong> puerto deRochefort, en la desembocadura d<strong>el</strong> Charente. Se enrolay enlista a los marineros, que deben servir tanto en losnavíos mercantes, como en las flotas reales. Bien prontohay sesenta mil alistados.Se establecieron consejos de construcción en lospuertos, para darles a los navíos la forma más ventajosa.Se construyeron cinco arsenales de marina en Brest,


en Rochefort, en Toulon, en Dunquerque, en Havre-de-Gráce. En <strong>el</strong> año 1672, se tienen sesenta navíos de líneay cuarenta fragatas. En <strong>el</strong> año 1681, se dispone de cientoochenta navíos de guerra, contando con los aliados,y hay treinta galeras en <strong>el</strong> puerto de Toulon, armadas oa punto de serlo. Once mil hombres de tropas regularessirven sobre los navíos; las galeras tienen tres mil. Hayciento setenta mil hombres alistados para todos los serviciosdiversos de la marina. Se cuenta en ese servicio,en los años siguientes, mil gentilhombres o hijos de familia,cumpliendo la función de soldados sobre los navíos,y aprendiendo en los puertos todo lo que prepara para<strong>el</strong> arte de la navegación y de la maniobra: son los guardamarinas;eran en <strong>el</strong> mar lo que los cadetes en tierra.Se los había creado en 1672, pero en pequeño número.Este cuerpo fue la escu<strong>el</strong>a de donde salieron los mejoresoficiales de navíos (...).Estas fuerzas navales servían para proteger <strong>el</strong> comercio.Las colonias de Martinica, de Santo Domingo, d<strong>el</strong>Canadá, antes languidecientes, florecieron, pero con unaventaja que no se había esperado hasta entonces, porque,desde 1635 hasta 1665, estos establecimientos habían estado"à charge".En 1664, <strong>el</strong> rey envía una colonia a Cayena; y muypronto otra a Madagascar. Trata por todos los medios dereparar <strong>el</strong> daño y la desgracia que había cometido Franciaal descuidar los mares, mientras que sus vecinos sehabían formado imperios en los extremos d<strong>el</strong> mundo(Voltaire, 1966, T.I: 17-18).Es <strong>el</strong> mismo febril ritmo con <strong>el</strong> cual los holandeses acometenla botadura de sus flotas y Cromw<strong>el</strong>l la de su nueva marina.Pronto los navíos con <strong>el</strong> pab<strong>el</strong>lón de la flor de lis van a disputarlesla formación de imperios en esos mares “de los confinesd<strong>el</strong> mundo”. Decimos bien navíos: <strong>el</strong> galeón evoluciona en lasúltimas décadas d<strong>el</strong> siglo XVII hacia <strong>el</strong> navío de línea, <strong>el</strong> poderosobuque de guerra de varias cubiertas que alojan dotaciones de


hasta un centenar de cañones, sin castillos de proa ni de popa,gobernado mediante la rueda d<strong>el</strong> timón y con desplazamientosque oscilan entre las 500 y las 1.000 ton<strong>el</strong>adas, que dominarálos mares durante <strong>el</strong> siglo inmediato (Dessert, 1996: 103-159).Admiración y quizá desmayo deben causar estos argumentosen Bolívar. No hay independencia ni soberanía completassin una gran marina que defienda la República y permita sucomercio. Bolívar encuentra una naciente República con unadotación naval apenas incipiente e insuficiente para defendersus amenazadas costas, rep<strong>el</strong>er a sus enemigos y trasladar suscontingentes donde lo requiera la gesta emancipadora.Pero esas fortalezas flotantes y sus dotaciones requierenenormes sumas de dinero. Colbert casi llega al límite de sushabilidades de financista para inventar impuestos con los quecostear las dilatadas guerras territoriales, las dispendiosas flotasy <strong>el</strong> fasto de la corte (Dessert: 17-102).Incluso quien aprende de la historia se ve obligado a repetirla.Colbert ha sido a los veinte años comisionado d<strong>el</strong> ministrode la guerra Mich<strong>el</strong> le T<strong>el</strong>lier; a los treinta y dos, intendente d<strong>el</strong>cardenal Mazarino: una y otra vez r<strong>el</strong>ee los pap<strong>el</strong>es de Estador<strong>el</strong>ativos a los corsarios de los que se valió <strong>el</strong> desenvu<strong>el</strong>to FranciscoI para llenar sus arcas y conmocionar <strong>el</strong> imperio americanode Carlos V (Merrien, 1970: 234). Sus diligencias de promotorde compañías coloniales lo mantienen enterado de lasintranquilizantes industrias de los Hermanos de la Costa y d<strong>el</strong>as correrías de los filibusteros. El acucioso ministro da con lasolución: grandes flotas para humillar los pab<strong>el</strong>lones británicosy batir a las escuadras holandesas y españolas; bandas de corsariospara bloquear y desgastar al enemigo. Cuando <strong>el</strong> Rey Solcomienza la primera de sus grandes guerras, ésta es tambiénla crepuscular contienda de los corsarios, que se librará en losmares d<strong>el</strong> Viejo y d<strong>el</strong> Nuevo Mundo.Bolívar se verá asimismo forzado, en los albores de la República,a recurrir al incierto y p<strong>el</strong>igroso instrumento de loscorsarios. Su primera ventaja es la economía, pues <strong>el</strong> corsariopone su tripulación y su nave y sólo requiere porciones o la to-


talidad de las presas que capture. Esta ventaja lleva consigo sudesventaja principal. Ávido de presas, por lo regular <strong>el</strong> corsariono tiene ideología y privilegia su interés personal por encima decualquier consideración estratégica.Muy temprano en su carrera militar Bolívar recibe una duralección sobre la importancia de los puertos y las consecuenciasde su dominio. El 26 de abril de 1812 recibe en su hacienda deSan Mateo al general Miranda, quien ha sido designado comoGeneralísimo y dictador por <strong>el</strong> Ejecutivo Federal. El Generalísimole encomienda <strong>el</strong> mando de la guarnición de Puerto Cab<strong>el</strong>lo(Larrazábal, 1975, T.I: 126-128). Lugar estratégico desde losprimeros años de la Colonia, su apacible bahía era refugio paralos buques de la metrópoli, pero también objetivo para piratas,corsarios y traficantes de esclavos. Basándose en datos de Depons,Migu<strong>el</strong> Acosta Saignes señala que a través de dicho puerto“se exportaban a principios d<strong>el</strong> siglo XIX índigo, algodón, cacao,cueros, café, cobre, caballos, mulas. Algunos de esos productosprovenían de los valles de Aragua y de las regiones colindantescon los Llanos, como San Sebastián de los Reyes, en cuya comarcase prefería siempre la cría de ganados a cualquier laboragrícola” (Acosta Saignes, 1983: 32).Como a la mayoría de los puertos importantes, la administracióncolonial terminó defendiéndolo con una fortaleza artillada.Cuando Bolívar asume su mando, sólo hay dos plazas detal naturaleza en manos de la República: La Guaira y PuertoCab<strong>el</strong>lo. Mantener <strong>el</strong> dominio de ambas es vital, porque a travésde <strong>el</strong>las se puede impedir <strong>el</strong> desembarco de expediciones d<strong>el</strong>a monarquía hacia <strong>el</strong> Valle de Caracas y los valles de Aragua,escenarios estratégicos que Monteverde amenaza por tierra intentandola marcha desde San Carlos a Carora con miras deavanzar hasta Valencia.Rodeado de soldados llenos de pavorBolívar cumple <strong>el</strong> encargo adoptando las medidas económicasque impone la importancia estratégica de la base. El 7 dejunio de 1812 hace reunirse <strong>el</strong> Cabildo de la ciudad, y dispone


la apertura al comercio d<strong>el</strong> puerto, que estaba cerrado comoprecaución contra los realistas de Coro. A lo largo d<strong>el</strong> mes seocupa de la intendencia, reservando para <strong>el</strong> uso de la milicia ganadotraído de Ocumare, ordena al comandante de marina d<strong>el</strong>puerto trasladar su despacho a bordo d<strong>el</strong> bergantín de guerra“Argos”, ordena abrir pulperías d<strong>el</strong> puerto que se encontrabancerradas, se enfrenta espada en mano al comandante de artilleríaDomingo de Taborda y lo remite prisionero por insubordinacióna La Guaira (Lecuna, 1957, T.I: 217-218).Ese día desertan y se alistan con <strong>el</strong> adversario ciento veintede sus hombres, que había situado en <strong>el</strong> camino de Valenciapara contener las fuerzas de Monteverde. Bolívar exige a lospárrocos que llamen a su grey a defender la patria, pero, segúncomunica a Miranda “todo fue inútilmente porque desde<strong>el</strong> venerable padre vicario hasta <strong>el</strong> más humilde esclavo, todosla abandonaron”, mientras que los soldados “afligidos al verserodeados de p<strong>el</strong>igros y solos en medio de ruinas, no pensabanmás que en escaparse por dondequiera, así es que los que salíanen comisión d<strong>el</strong> servicio no volvían, y los que estaban en losdestacamentos se marchaban en partidas”. Un ardid de guerrasicológica le permite ganar tiempo: ordena disparar salvas deartillería y tocar tambores y pífanos mientras divulga la falsanoticia de que Miranda habría derrotado a Monteverde, con locual, según informa al Generalísimo, “Logré un tanto mi designioy se concibieron por entonces esperanzas de salud” (Barnolaet al., 1964, T.IV: 93-94).Con un centenar de hombres Bolívar rechaza un ataque decontingentes que llegan desde Valencia, los cuales sin embargollegan hasta una milla de Puerto Cab<strong>el</strong>lo, con lo cual los patriotasquedan rodeados. Fuerzas realistas enviadas desde Valenciabaten a los doscientos hombres que envía Bolívar a combatirlos;sus filas quedan reducidas a cuarenta hombres, contingenteexiguo con <strong>el</strong> cual no puede ni siquiera encerrarse en <strong>el</strong> fuertede Vigía d<strong>el</strong> Solano, pues “estaba rodeado de soldados llenos depavor, y consiguientemente prontos a la infidencia y deserción”(Barnola et al., 1964, T.IV: 95-97).


Un oficial infidente con la tropa a su mandoTodo es en vano. Según escribe <strong>el</strong> 30 de junio a Miranda:“Generalísimo: A la una de la tarde se han apoderado d<strong>el</strong> castillode San F<strong>el</strong>ipe un oficial infidente con la tropa a su mando ytodos los reos que allí se encontraban, han roto un fuego terriblesobre esta ciudad. En <strong>el</strong> castillo se encuentran 1.700 quintalesde pólvora y casi toda la artillería y municiones de esta plaza;<strong>el</strong>la padece sumamente, sus casas son derribadas, y yo tratosin víveres ni municiones de defenderla hasta <strong>el</strong> extremo. Losmarineros de los buques forzosamente han pasado al castillo, yél se hace temible. Espero que a la mayor brevedad me enviéiscuantos recursos estén a vuestro alcance, y que me socorranantes que sea destruido”. Al día siguiente insiste: “Debo seratacado por Monteverde que ha oído ya los cañonazos; si vosno le atacáis inmediatamente, y le derrotáis no sé cómo puedasalvarse esta plaza, pues cuando llegue este parte debe él estaratacándome” (Barnola et al., 1964, T.IV: 85-87).Mientras Bolívar intenta hacer un reconocimiento en lasinmediaciones d<strong>el</strong> fuerte d<strong>el</strong> Trincherón, los capitanes Figueroay Rosales capitulan ante <strong>el</strong> enemigo sin consultar con sussuperiores. El 6 de julio de 1812, Bolívar embarca con su planamayor en la cercada bahía de Borburata en <strong>el</strong> bergantín “C<strong>el</strong>oso”,con destino a La Guaira (Barnola et al., 1964, T.IV: 97). Enla travesía los tripulantes se amotinan; sólo una enérgica arengay la promesa de dos mil pesos consigue que conserven <strong>el</strong> rumbofijado (Blanco y Azpúrua, 1978, T.VII: 684-685).Venezu<strong>el</strong>a est blessée dans le cœurSe dice que al recibir la terrible noticia, Francisco de Mirandaexclama, en francés: “Venezu<strong>el</strong>a est blessée dans le cœur”.No le falta razón. Con esta derrota, las fuerzas patriotas quedanaisladas d<strong>el</strong> mar, salvo por <strong>el</strong> puerto de La Guaira; las realistas,pueden recibir refuerzos de la metrópoli y de otros puertosafectos a la Corona.


Bolívar reconoce la gravedad de la pérdida. Al llegar a Caracas,escribe <strong>el</strong> 12 de julio de 1812 a Miranda: “Yo hice mi deber,mi general, y si un solo soldado me hubiese quedado, con esehabría combatido al enemigo; si me abandonaron no fue por miculpa. Nada me quedó que hacer para contenerlos y comprometerlosa que salvasen la patria; pero ¡Ah! esta se ha perdidoen mis manos” (Lecuna, 1947, T.I: 33).A través d<strong>el</strong> mar dominó España a América. Ahora <strong>el</strong> Caribees piélago y rompecabezas por <strong>el</strong> cual se disgrega <strong>el</strong> imperioibérico. Para la muerte de F<strong>el</strong>ipe II en 1598 no había un palmode territorio americano bajo dominación distinta de la españolao la portuguesa. Durante <strong>el</strong> siglo inmediato, piratas, corsarios,contrabandistas y pobladores ilegales franceses, ingleses, holandesesy daneses han creado una América inglesa, otra francesa,otra holandesa. A principios d<strong>el</strong> siglo XIX esos dominiosarrebatados al imperio ibérico cumplirán su último pap<strong>el</strong> en lacaída de éste. Las islas son refugio de independentistas derrotados,nidos de conspiradores, bases desde donde enviar nuevasexpediciones, escalas para los traficantes de armas.Para Bolívar <strong>el</strong> mar es un campo de batalla más. Despuésde sus derrotas, siempre encuentra forma de moverse por <strong>el</strong>Caribe para regresar con más fuerzas a reconquistar la TierraFirme. Así, tras la debacle de la Primera República <strong>el</strong> derrotadocoron<strong>el</strong> huye a la holandesa Curazao y en agosto ya está enla patriota Cartagena de Indias, fortaleza de fortalezas. Por suprotegida rada y su cercanía con la desembocadura d<strong>el</strong> Magdalena,Cartagena de Indias era <strong>el</strong> centro de acopio y de envío a lametrópoli de los productos transportados por <strong>el</strong> gran río hasta<strong>el</strong> Caribe. Su imponente recinto amurallado, sus castillos, sonun discurso de piedra que expresa la magnitud de los interesesque dependían de ese trasvase.Enviado una expedición marítima contra la ciudadde CoroA los neogranadinos, que todavía no han sido arrollados porlos realistas, expone Bolívar en forma convincente las causas de


la pérdida de la Primera República, se gana su confianza, obtieneun nuevo mando de tropas. El 27 de noviembre de 1812 envíadesde Cartagena una memoria al Congreso de la Nueva Granada,en la cual destaca entre los principales errores de la PrimeraRepública “sin duda, no haber la junta, desde los primeros díasde su instalación, enviado una expedición marítima contra laciudad de Coro, luego que ésta pronunció su decidida voluntadde no conformarse al nuevo sistema, que <strong>el</strong> voto general deVenezu<strong>el</strong>a había constituido, declarándolo como insurgente yhostilizándolo como enemigo” (Lecuna, 1947, T.I: 39-40). Coroes otra ciudad puerto, y de hecho fue la primera capital de laprovincia de Venezu<strong>el</strong>a; su condición marítima conspiró contrasu grandeza, pues ante la continua arremetida de piratas, corsariosy contrabandistas, las autoridades eclesiásticas, civilesy militares la fueron abandonando para instalarse en Caracas,también cercana al mar pero protegida de sus merodeadorespor la muralla d<strong>el</strong> Ávila (Britto, 1998: 197-231).Abriéndoos la carrera de la fortuna y de la gloria, en laagricultura, <strong>el</strong> comercio, las artes, las ciencias, las armasy las dignidadesDébil arma parecen estas reflexiones de derrotado. Convencidospor <strong>el</strong>las, los neogranadinos le confían tropas. Inspiradopor <strong>el</strong>las, Bolívar desobedece a su superior Labatut, embarca asus hombres en precarias piraguas, remonta <strong>el</strong> Magdalena, y <strong>el</strong>23 de diciembre toma <strong>el</strong> fuerte de Tenerife. Allí vive un romancecon la francesita Anne Lenoit. Como todos sus amores, esinterrumpido por la fatalidad o <strong>el</strong> fragor de los combates. Ya <strong>el</strong>26 desbarata a los realistas en El Banco, toma Mompox y Chiriguaná,vence en Tamalameque, Puerto Real y Ocaña.El 12 de enero de 1813 dirige a los habitantes de esta últimauna proclama en la cual evidencia su comprensión d<strong>el</strong> pap<strong>el</strong>estratégico de los puertos y de su función clave en la economía:“Apresuraros a disfrutar de las gracias que os han concedidoabriéndoos la carrera de la fortuna y de la gloria, en la agricultura,<strong>el</strong> comercio, las artes, las ciencias, las armas y las dignidades:


éstos son los dones que reciben los pueblos vencidos por lasarmas de la libertad, al someterse al imperio liberal de sus leyes,en lugar de muerte y esclavitud, que dan los tiranos a lasinf<strong>el</strong>ices regiones que sucumben a la fuerza de su poder (...)”(Barnola et al., 1964, T.IV: 134-136).Fijar los estandartes de la Nueva Granada en los murosde Puerto Cab<strong>el</strong>loA marchas forzadas llega Bolívar a Cúcuta y con los reclutasque reúne en cada triunfo desata <strong>el</strong> r<strong>el</strong>ámpago de la CampañaAdmirable. Ante las cumbres de Mérida, <strong>el</strong> 26 de mayo de 1813comunica al presidente neogranadino Camilo Torres: “Yo esperocon la más inmortal impaciencia la orden para marcharrápidamente sobre Caracas a cumplir mi profecía de fijar losestandartes de la Nueva Granada en los muros de Puerto Cab<strong>el</strong>loy La Guaira; todo <strong>el</strong> ejército aspira por tener esta gloria, y nohay un solo cobarde en él, que se atreva a no desearlo” (Barnolaet al., 1964, T.IV: 279-278). Es ahora <strong>el</strong> jefe realista Monteverdequien se atrinchera en Puerto Cab<strong>el</strong>lo. Una vez más, la ciudadpuerto es <strong>el</strong> nudo de comunicaciones con la metrópoli.Batir en campo raso a estos nuevos mercenariosde la tiraníaY en efecto, cumpliendo tal pap<strong>el</strong> asestará un duro golpe ala resucitada República. El 16 de septiembre de 1813 se enteraBolívar de que ha arribado a Puerto Cab<strong>el</strong>lo una flota españolaproveniente de Cádiz, con mil doscientos combatientes. El inglésW<strong>el</strong>lington ha derrotado en Vitoria a las huestes francesasde Napoleón; los españoles disponen de efectivos para reconquistarsu Imperio, y preparan todavía otra desmesurada flotade un centenar de naves de guerra contra América. Bolívar levanta<strong>el</strong> asedio d<strong>el</strong> fortalecido Puerto Cab<strong>el</strong>lo y dirige sus fuerzashacia Valencia (Lecuna, 1960, T.I: 106-107).Para justificar la inevitable retirada ante fuerzas superiores yfortificadas, <strong>el</strong> día siguiente arenga a sus filas: “Fatigada nuestra


paciencia de esperar <strong>el</strong> deseado momento de batir en camporaso a estos nuevos mercenarios de la tiranía, y estando ciertosde que jamás abordarán a nuestras costas ínterin nosotros lascubramos, he resu<strong>el</strong>to alejarme de <strong>el</strong>las, para inspirar al enemigola confianza que le falta, y que nosotros necesitamos paralograr comprometerlo a una acción decisiva que termine parasiempre la guerra, dé la paz a nuestros amados conciudadanos, ynos llene de una gloria inmortal” (Barnola et al.,1964, T.V: 118).Durante <strong>el</strong> año 1814 la Guerra de Independencia se vu<strong>el</strong>vedeclaradamente guerra social, o guerra de colores, como le diránalgunos. Grandes contingentes de negros y pardos engrosanlas filas realistas, comandadas por caudillos con carisma personal,como José Tomás Boves, y desde los Llanos van tomandouna por una las ciudades de las costas. Bolívar a su vez <strong>el</strong> 30de junio d<strong>el</strong> mismo año decreta la libertad de los esclavos quese alisten en las filas patriotas, y <strong>el</strong> 5 de junio envía oficialesreclutadores para cumplir la orden (Barnola et al., 1964, T.VI:372-417).La desesperada medida es tardía, y <strong>el</strong> prócer tiene en consideraciónuna vez más la importancia de los puertos. Desde laCaracas amenazada dirige una retirada a Oriente cuya meta últimaes <strong>el</strong> puerto de Cumaná, clave de las comunicaciones marítimasde la región. Tras las tropas marcha la población civil,en desesperada emigración que cobrará tantas bajas como <strong>el</strong>enemigo. Mientras tanto, la República, sin fondos para hacersede una marina, saca una de la nada: la de los corsarios. El corsarioitaliano José Bianchi defiende a los emigrados capturandoun navío español que los amenaza, y limpia de realistas los maresde Oriente, pero en Cumaná apresa a Mariano Montilla, seapodera d<strong>el</strong> parque y d<strong>el</strong> tesoro patriota y se da a la mar. Bolívary Mariño lo persiguen y lo obligan a devolver dos terceras partesd<strong>el</strong> botín y varias embarcaciones. No es <strong>el</strong> único corsario en lacausa. Renato B<strong>el</strong>uche captura buques realistas con patentesde la República y los entrega a los hermanos Lafitte en Barataria,intenta inútilmente sublevar Portob<strong>el</strong>o y tendrá brillantehoja de servicios para la patria.


El 8 de septiembre de 1814 Mariño y Bolívar se hacen a lav<strong>el</strong>a desde Carúpano hacia Cartagena. Una vez más los puertospermiten movimientos inauditos en <strong>el</strong> tablero de la guerra.El 24 de noviembre se presenta ante <strong>el</strong> Congreso de la NuevaGranada, <strong>el</strong> cual le otorga <strong>el</strong> ascenso a general de división y leencomienda unir <strong>el</strong> estado de Cundinamarca a la Unión Granadina.El 12 de diciembre logra la capitulación d<strong>el</strong> gobiernode Santa Fe de Bogotá, y nuevamente proyecta independizarVenezu<strong>el</strong>a. Desde <strong>el</strong> centro de Colombia, sus miras se dirigenuna vez más a los estratégicos puertos. Navega por <strong>el</strong> Magdalenahasta Cartagena proyectando dirigir una invasión marítima haciasu comarca natal, pero <strong>el</strong> gobernador de la ciudad rechazacategóricamente sus peticiones de armamentos y pertrechos.El proyecto se desploma, y tras una compleja disensión entr<strong>el</strong>as fuerzas patriotas, Bolívar zarpa una vez más hacia <strong>el</strong> Caribe,refugio para <strong>el</strong> exiliado, santuario para <strong>el</strong> conspirador. Sus islasson enclaves para la ruptura d<strong>el</strong> monopolio ibérico d<strong>el</strong> comercio,claves para la Independencia.Formar de todo <strong>el</strong> Mundo Nuevo una sola naciónEn <strong>el</strong> ajedrez d<strong>el</strong> Caribe intenta Bolívar mover <strong>el</strong> caballo d<strong>el</strong>a ayuda inglesa. Su nuevo puerto es Kingston, en Jamaica, únicotrofeo d<strong>el</strong> “Western Design”, la invasión inglesa que lanzóCromw<strong>el</strong>l en 1655 para conquistar América, y que apenas logróafirmarse en la pequeña isla, que luego se tornó <strong>el</strong> centrode irradiación d<strong>el</strong> poderío británico sobre <strong>el</strong> hemisferio (Britto,1988: 433-481).En Kingston redacta Bolívar en septiembre de 1815 una largacarta dirigida a Henry Cullen, y en realidad al mundo. Insisteen criticar la descentralización que precipitó la pérdida de losgobiernos republicanos. Pero sobre todo analiza visionariamente<strong>el</strong> futuro de América. Aspira a su unidad, emblematizada en<strong>el</strong> istmo de Panamá, punto de decisiva importancia estratégicaque separa pero que pudiera unir dos océanos. Escribe: “Es unaidea grandiosa pretender formar de todo <strong>el</strong> Mundo Nuevo unasola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí


y con <strong>el</strong> todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbresy una r<strong>el</strong>igión, debería por consiguiente tener un sologobierno que confederase los diferentes Estados que hayan deformarse; mas no es posible porque climas remotos, situacionesdiversas, intereses opuestos, caracteres desemejantes dividen ala América ¡Qué b<strong>el</strong>lo sería que <strong>el</strong> Istmo de Panamá fuese paranosotros lo que <strong>el</strong> de Corinto para los griegos! Ojalá que algúndía tengamos la fortuna de instalar allí un augusto Congreso d<strong>el</strong>os representantes de las repúblicas, reinos e imperios, a tratary discutir sobre los altos intereses de la paz y de la guerra conlas naciones de las otras partes d<strong>el</strong> mundo”. En fin, asoma la solicitudd<strong>el</strong> apoyo británico: “Luego que seamos fuertes, bajo losauspicios de una nación liberal que nos preste su protección, senos verá de acuerdo cultivar los talentos y las virtudes que conducena la gloria(...)”. El <strong>Libertador</strong> interrumpe abruptamentesu largo tratado y no lo publica. Tiene ante sus ojos en Jamaica<strong>el</strong> resultado de la invasión d<strong>el</strong> Caribe lanzada por Cromw<strong>el</strong>l en1655. Liberar a América bajo <strong>el</strong> auspicio de Inglaterra sería entregárs<strong>el</strong>a.Otros son sus planes.La noche d<strong>el</strong> 10 de diciembre de 1815, <strong>el</strong> sirviente Pío seacerca a la hamaca de Bolívar y apuñala al ocupante. Expira <strong>el</strong>inf<strong>el</strong>iz José Félix Amestoy, quien dormía en <strong>el</strong> oscilante lecho.Bolívar se había mudado esa noche a casa de la francesa madameJulienne. Ha perdido fortuna y títulos. Apenas le quedan lavida, y <strong>el</strong> Caribe.Sólo quien lo pierda todo, lo ganará todo, dice la Escritura.En Jamaica no ha encontrado ayuda, y sí una estrechez próximaa la vergonzosa miseria. En enero de 1816 zarpa d<strong>el</strong> monárquicoKingston al republicano Port-au-Prince, en Haití. El fugitivoBolívar encuentra allí lo que salvará a la revolución: la dimensiónsocial. Los caraqueños proclamaron en 1810 una Repúblicalibre con habitantes esclavos. En Haití en 1791 los esclavosse sublevaron al mando de Toussaint Louverture, expulsaron asus amos, desbarataron las tropas francesas y arrojaron al marlas intervenciones española e inglesa. Movido por la humanitariaintención de hacerlos de nuevo esclavos, en 1801 Napoleónenvió 40.000 hombres de las tropas de <strong>el</strong>ite de la campaña de


Egipto: 30.000 fueron muertos por las milicias negras de Dessalines,Petión y Christophe. Durante un siglo ninguna potenciaeuropea se atreve a invadir la irreductible República.En <strong>el</strong> sur de Haití gobierna Alexandre Petión, quien compartecon Bolívar una certidumbre: mientras una parte de Américano sea libre, las demás estarán en p<strong>el</strong>igro. Petión y <strong>el</strong> armadorcurazoleño Luis Brión pertrechan la expedición que zarpa <strong>el</strong> 31de marzo de 1816 con barcos, armas y la promesa de la libertadde los esclavos. Lo acompaña Gregor Mac Gregor. Participacomo capitán de fragata <strong>el</strong> corsario Renato B<strong>el</strong>uche, quien gana<strong>el</strong> grado de capitán de navío en la batalla d<strong>el</strong> archipiélago de LosFrailes. La invasión se desgastará en inciertos combates en Carúpano,Güiria y Ocumare de la Costa. En este último hay unaterrible derrota, las naves zarpan y <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> queda atrapadoentre las olas y los realistas que avanzan. El francés Bideaulo rescata con una chalupa cuando, según expresión de Bolívar,estaba a punto de descerrajarse un tiro para no caer prisionero.Una vez más escapa de milagro. El centenar de naves quezarpan de Cádiz y anclan en Margarita y luego en Cumaná almando d<strong>el</strong> Pacificador don Pablo Morillo casi parece haber sofocadotoda resistencia.Los accesos al mar son importantes para la suerte de la guerra;pero la inmensidad d<strong>el</strong> territorio y de su población, comolo previó Bolívar en la “Carta de Jamaica”, son decisivos. Los15.000 hombres que desembarca <strong>el</strong> Pacificador Morillo de sucentenar de navíos de guerra exigen un desmesurado consumode alimentos y pertrechos en un país devastado. Apenas echaanclas, <strong>el</strong> Pacificador Morillo impone a las autoridades lealesproveerle un empréstito de doscientos mil pesos; treinta milquintales de tasajo; diez mil barriles de harina; noventa milquintales de galleta; seiscientos cerdos, dos mil gallinas, bacalaos,jabón, jamón, menestras, jarcias, forrajes para reses vivas.Aparte de <strong>el</strong>lo, dispone requisas y empréstitos, señala a cadaciudadano la cantidad de dinero que ha de dar en veinticuatrohoras, apropia cuanto ganado se encuentre para <strong>el</strong> servicio d<strong>el</strong>ejército, y prohíbe beneficiarlo para consumo de particulares. Pero<strong>el</strong> Pacificador viene dispuesto de manera suicida a desmant<strong>el</strong>ar


<strong>el</strong> más eficaz instrumento de los realistas. José Tomás Boves,<strong>el</strong> Caudillo d<strong>el</strong> Rey en Tierra Firme, ha muerto en Urica dejandosiete mil lanceros sobre las armas. En toda esta caballeríano llegan a medio centenar los oficiales blancos. Morillo traeinstrucciones de separar a todos los oficiales de esas mesnadasde los mandos que ocupaban, cambiando a los combatientes deunidades para neutralizar <strong>el</strong> espíritu levantisco que ha encendidola Guerra de Colores. Al dejar las cabezas de puerto quetoman sin resistencia y adentrarse confiadamente en <strong>el</strong> interior,las fuerzas de Morillo aprenderán los rigores de la guerrallanera.El magnánimo presidente Petión me prestó su protecciónLos puertos son esperanza d<strong>el</strong> navegante y d<strong>el</strong> revolucionarioque mueve empresas continentales. Bolívar regresa al Caribe,y, según proclamará luego en Angostura en 1818, “la islade Haití me recibió con hospitalidad; <strong>el</strong> magnánimo presidentePetión me prestó su protección y bajo sus auspicios formé unaexpedición de trescientos hombres, comparables en valor, patriotismoy virtud, a los compañeros de Leonidas. Casi todoshan muerto ya; pero <strong>el</strong> ejército exterminador también ha muerto”.El 31 de diciembre de 1816 la precaria expedición naval deBolívar ancla en <strong>el</strong> puerto de Barc<strong>el</strong>ona. Parte de estas fuerzas,bajo la dirección de Manu<strong>el</strong> Piar, toman Guayana.Siendo de absoluta indispensable necesidad la formaciónde un cuerpo de marinaPoco después de echar anclas, <strong>el</strong> 6 de enero de 1817, ya Bolívardispone <strong>el</strong> bloqueo de los puertos de La Guaira, Cumaná,Puerto Cab<strong>el</strong>lo, Santo Tomé y Angostura, ocupados por los realistas,ordenando que todo buque de cualquier nación que seacogido a tres leguas de los puertos expresados, “será declaradode buena presa, sin excusas ni disculpas”. Simultáneamenteescribe al almirante Luis Brión participándole que: “Siendo deabsoluta indispensable necesidad la formación de un cuerpo


de marina, que se oponga a la enemiga, guarnezca nuestrascostas, las purgue de corsarios, proteja <strong>el</strong> comercio, y en casonecesario obre de acuerdo con nuestros ejércitos de tierra, hetenido a bien autorizar a V.E. para la formación y organizaciónde dicho cuerpo” (Barnola et al., 1964, T.X: 25-29).Mientras la guerra se adentra en tierra firme, Bolívar siguemoviendo peones y caballos en <strong>el</strong> tablero d<strong>el</strong> Caribe. Tras retirarsea Estados Unidos condecorado con la Orden de los <strong>Libertador</strong>es,<strong>el</strong> general patriota Gregor Mac Gregor toma <strong>el</strong> 29 dejunio de 1817 la isla Am<strong>el</strong>ia, en la Florida, y organiza en <strong>el</strong>la laRepública de las Floridas, que deviene base de corsarios y filibusteros,y de la cual se retira ante la amenaza de los EstadosUnidos. Es una movida estratégica para ejercer presión sobr<strong>el</strong>os estadounidenses, que a su vez, bajo las banderas hipócritasde la neutralidad, contrabandean armas a favor de los realistas.La República de las Floridas es para Gregor Mac Gregor <strong>el</strong> iniciode una errancia que lo llevará a conquistar Portob<strong>el</strong>o en 1819,a tomar Río Hacha con <strong>el</strong> título de Inca de la Nueva Granada ya colonizar Mosquitia bajo <strong>el</strong> nombre de Gregorio I, cacique dePoyais, para anclar definitivamente en Venezu<strong>el</strong>a, como tantosotros errabundos d<strong>el</strong> Caribe.El mar penetra en <strong>el</strong> continente mediante los grandes ríosque acarrean mercancías a las ciudades puerto y por <strong>el</strong>las recibenleyes y modas culturales. Angostura, a pesar de estar adentradaen <strong>el</strong> Orinoco, es la ciudad puerto por exc<strong>el</strong>encia. Paradominar <strong>el</strong> tránsito por <strong>el</strong> gran río, <strong>el</strong> conquistador Antonio deBerrío fundó sucesivamente San José de Oruña, en Trinidaden 1592, y en 1595 Santo Tomé de Guayana, en la confluenciaentre <strong>el</strong> Orinoco y <strong>el</strong> Caroní. Ambas fueron destruidas en dosexpediciones consecutivas por Walter Raleigh. Durante casi unsiglo se sucedieron arremetidas de piratas y corsarios disputándolea los españoles los estratégicos enclaves. Finalmente,los colonos se adentran todavía más en <strong>el</strong> río, y en 1764 en <strong>el</strong>sitio más estrecho d<strong>el</strong> cauce fundan Angostura, que colecta lasriquezas de Guayana y cierra <strong>el</strong> paso a los invasores d<strong>el</strong> mar(Britto, 1998: 260-347).


Para los patriotas, dominar Angostura es tener la llave d<strong>el</strong>a Amazonia y d<strong>el</strong> acceso al Caribe. La extraordinaria riquezade las Misiones será <strong>el</strong> arsenal que alimentará la Independenciade América. El “Discurso de Angostura” constituye su planinstitucional. De allí no hay más que un paso hacia las grandescampañas d<strong>el</strong> Sur, hacia Boyacá, Junín y Ayacucho.Un pretexto para hacer ver al mundo que ya Colombiatrataba como de potencia a potencia con EspañaCon audaz maniobra, Bolívar cruza los Andes, sorprende alejército realista en Boyacá y lo barre, regresa a Venezu<strong>el</strong>a, ypropone a Morillo un tratado de regularización de la guerra. Sereúne con <strong>el</strong> jefe español en Santa Ana <strong>el</strong> 27 de noviembre de1820, y para aclarar las tergiversaciones sobre <strong>el</strong> propósito d<strong>el</strong>armisticio que surgirá de la reunión, explica en 1828 a Perú deLacroix en Bucaramanga:El armisticio de seis meses que se c<strong>el</strong>ebró entonces,y que tanto se ha criticado, no fue para mí sino un pretextopara hacer ver al mundo que ya Colombia tratabacomo de potencia a potencia con España; un pretextotambién para <strong>el</strong> importante tratado de regulación de laguerra, que se firmó tal, casi, como lo había redactado yomismo; Tratado santo, humano y político que ponía fina aqu<strong>el</strong>la horrible carnicería de matar a los vencidos, deno hacer prisioneros de guerra; barbarie española que lospatriotas se habían visto en <strong>el</strong> caso de adoptar en represalia;barbarie feroz que hacía retroceder la civilización,que hacía d<strong>el</strong> su<strong>el</strong>o colombiano un campo de caníbalesy lo empapaba con sangre inocente que hacía estremecera toda la Humanidad. Por otra parte, aqu<strong>el</strong> armisticioera provechoso a la República y fatal a los españoles; suejército no podía aumentar, sino disminuir durante dichasuspensión; <strong>el</strong> mío, por <strong>el</strong> contrario, aumentaba y tomabamejor organización (Lacroix, 1924: 157-158).


En pleno vigor d<strong>el</strong> armisticio, no deja <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> de considerarla estratégica comunicación con <strong>el</strong> mar, y <strong>el</strong> 29 de enerode 1821 expresa al coron<strong>el</strong> Mariano Montilla “si fuere necesariosufrir aún las hostilidades, no debemos perder un momentosobre Maracaibo, porque es lo único que realmente nos es denecesidad” (Lecuna, 1947, T.I: 530-531).Roto <strong>el</strong> armisticio, <strong>el</strong> 24 de junio d<strong>el</strong> mismo año s<strong>el</strong>la la libertadde Venezu<strong>el</strong>a con la batalla de Carabobo. Menos de la terceraparte d<strong>el</strong> ejército realista consigue salvarse, acogiéndose unavez más a las fortificaciones de Puerto Cab<strong>el</strong>lo. Su pérdida fue,según dijo Miranda, una herida en <strong>el</strong> corazón de Venezu<strong>el</strong>a. Enél pulsará su último latido la dominación ibérica en <strong>el</strong> país. Eldía siguiente, ya <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> dispone <strong>el</strong> bloqueo d<strong>el</strong> estratégicoembarcadero. Sólo <strong>el</strong> 10 de noviembre de 1823 arriarán lossitiados la bandera española.La ocupación d<strong>el</strong> más importante punto military comercial d<strong>el</strong> Nuevo MundoNo reposa un instante Bolívar en sus laur<strong>el</strong>es. Su <strong>pensamiento</strong>geopolítico le indica que la Independencia no estará segurani concluida mientras haya tropas realistas en América. La operaciónlibertadora procederá necesariamente por mar, a travésde los enlaces de los puertos. Ya <strong>el</strong> 19 de agosto d<strong>el</strong> mismo añoencarece a Mariano Montilla, jefe d<strong>el</strong> asedio militar a Cartagena“la necesidad que tenemos de ac<strong>el</strong>erar la ocupación d<strong>el</strong> másimportante punto militar y comercial d<strong>el</strong> Nuevo Mundo, antesde que la paz venga a desarmarnos”. De seguidas, le encomiendapreparar en <strong>el</strong> puerto de Santa Marta una expedición de milhombres dirigida contra Panamá, hito necesario para reembarcaren <strong>el</strong> Pacífico a fin de independizar los pueblos d<strong>el</strong> Sur, yle participa que ha enviado al coron<strong>el</strong> Briceño con tropas paraliberar la provincia de Coro, y que de no lograrlo éste, <strong>el</strong> propioBolívar lo hará con fuerzas a su mando (Pérez Vila, 1959: 243-244). Uno a uno van cayendo los preciados enclaves en manosindependentistas.


Mis miras, pues, se dirigen al SurInchauspe, <strong>el</strong> comandante realista de la guarnición de Coro,se pasa al bando patriota con quinientos hombres a su mando;Bolívar entra triunfalmente en Maracaibo <strong>el</strong> 30 de agosto y destina<strong>el</strong> contingente y los navíos preparados para <strong>el</strong> asedio de estaciudad a la expedición de Santa Marta. El 23 de agosto ya escribeal general Carlos Soublette: “Coro está en nuestro poder, y <strong>el</strong>coron<strong>el</strong> Inchauspe se ha pasado a nosotros con 500 hombres;y T<strong>el</strong>lo se ha marchado a Puerto Cab<strong>el</strong>lo con la poca gente qu<strong>el</strong>e ha quedado. Nada hay que temer por esta parte, así, queridogeneral, es necesario terminar de un modo resplandeciente laguerra de América, haciendo nuevos sacrificios para que nuestrapaz sea completa y gloriosa. Mis miras, pues, se dirigen alSur. Mande Ud. a Santa Marta las tropas y buques de guerra qu<strong>el</strong>e había pedido para Maracaibo; no necesitándose allí, SantaMarta será mi punto de reunión” (Lecuna, 1947, T.I: 579).Para reunir las tres hermanas de ColombiaEn la misma fecha informa al vicepresidente Santander casien idénticos términos de los triunfos más recientes, y le instruyepara que realice <strong>el</strong> crédito de cuatrocientos mil pesos decretadopor <strong>el</strong> Congreso, y ejecutar las levas y tomar las medidaspara que marchen al Sur tres mil o cuatro mil hombres, pues“Se necesita de nuevos sacrificios, amigo, para reunir las treshermanas de Colombia. Yo preveo que las cosas d<strong>el</strong> Sur iráncada día empeorando, por lo mismo debo ir allá con un ejércitodigno de los vencedores de Carabobo y Boyacá. La hermanamenor no debe marchitar los laur<strong>el</strong>es de las dos primogénitas.Fórmeme Ud. un ejército que pueda sostener la gloria de Colombiaa las barbas d<strong>el</strong> Chimborazo y Cuzco, que enseñe <strong>el</strong>camino de la victoria a los vencedores de Maipo y libertadoresd<strong>el</strong> Perú. ¡Quién sabe si la Providencia me lleva a dar la calmaa las aguas agitadas d<strong>el</strong> Plata, y a vivificar las que tristes huyende las riberas de las Amazonas!!! Todo esto es soñar, amigo”.


Y, aprovechando con int<strong>el</strong>igencia la diversidad de puertos deque dispone Colombia, concluye ordenándole: “Mande usteda Guayaquil cuantas tropas se puedan embarcar en San Buenaventuraen uno o muchos viajes, ordenando a los generalesTorres y Sucre, que guarden una rigurosa defensiva, sin comprometerni remotamente la suerte de sus tropas” (Lecuna,1947: 580-582).Mi primera intención fue tomar <strong>el</strong> IstmoPara <strong>el</strong> conjunto de operaciones encaminadas a la liberaciónd<strong>el</strong> Sur es indispensable <strong>el</strong> dominio de los estratégicos puertosy d<strong>el</strong> Istmo. A mediados de 1821, dirige varias comunicacionesal general Mariano Montilla instándolo a procurar por todos losmedios la toma de Cartagena, y finalmente <strong>el</strong> 15 de octubre deese año puede f<strong>el</strong>icitarlo desde Soatá, resaltando que: “Muchoplacer me ha dado la toma de una plaza que nos deja 4.000hombres libres para marchar donde quiera que se les lleve. Perosiento infinito que Ud. no pueda ir a la expedición d<strong>el</strong> Istmo,primero, por la causa dolorosa de sus males, y segundo, porqu<strong>el</strong>a expedición tendría un éxito muy brillante bajo sus órdenes.Ya Ud. sabrá que mi primera intención fue tomar <strong>el</strong> Istmo; porconsiguiente, es indispensable que Ud. haga los mayores sacrificiospara que <strong>el</strong> Istmo se tome. Haga Ud. esto en caliente, deotro modo no se hace nunca. Ahora los ánimos están alegres,dispuestos a nuevas empresas: después no harán nada, porquedesmayarán en <strong>el</strong> reposo. Yo voy a Quito a dar fin a mi empresa,y, por Panamá, obraré de concierto con la expedición dePortob<strong>el</strong>o; de contado, que las atenciones d<strong>el</strong> enemigo seránmuy grandes y nuestras facilidades más grandes aun. Por otraparte estamos esperando en <strong>el</strong> curso d<strong>el</strong> año la paz, y si notomamos <strong>el</strong> Istmo antes no la tendremos” (Lecuna, 1947, T.I:600). Y <strong>el</strong> 5 de enero d<strong>el</strong> año inmediato, desde Cali, puertoclave d<strong>el</strong> Pacífico, escribe a Santander que: “El estado de lascosas con respecto a Guayaquil y con respecto a la marchapor Pasto, me ha determinado a llevar la Guardia a Guayaquil


dejando una columna en Popayán que tome a Patía y a Juanambú,cuando llegue <strong>el</strong> caso. La campaña principal se hará porGuayaquil, si vienen buques para llevar la Guardia; y si no, sehará por ambas partes a la vez en <strong>el</strong> mes de abril que ya es veranoen Guayaquil. Por de contado, que <strong>el</strong> general Sucre tomaa Quito y, por de contado, que los de Pasto no me baten. Pero sivienen los buques como lo espero, todo se hará perfectamente”(Lecuna, 1947, T.I: 613-614).Ya están así prácticamente todas las costas d<strong>el</strong> Caribe y d<strong>el</strong>sur d<strong>el</strong> Pacífico convertidas en campo de batalla. Sus vanguardiasson los puertos de Maracaibo, Santa Marta, Cartagena. Portob<strong>el</strong>o,Panamá, Cali, Guayaquil. A través de <strong>el</strong>los se movilizará<strong>el</strong> grueso de las fuerzas que darán los combates decisivos parala Independencia Americana.CanalesSus canales acortarán las distancias d<strong>el</strong> mundoPor su propia dinámica, esta errancia de Bolívar y de los ejércitosque dirige de puerto en puerto nos lleva a uno de los pivotesde su <strong>pensamiento</strong> estratégico: <strong>el</strong> d<strong>el</strong> istmo de Panamá, parala época separación real y comunicación potencial entre dosocéanos. Las riquezas enviadas a España desde ciudades puertod<strong>el</strong> Pacífico como Lima, El Callao, Guayaquil y Buenaventuradebían desembarcar en <strong>el</strong> fortificado puerto de Panamá, paraluego ser acarreadas en recuas de mulas hasta la amuralladabahía de Portob<strong>el</strong>o en <strong>el</strong> Caribe. La plata d<strong>el</strong> Potosí cursó justamenteese itinerario; sobre este accidentado camino terrestreentre dos puertos cayeron sucesivamente Francis Drakey Henry Morgan para saquear las caravanas argentíferas (Britto,1988: 282-481).Bolívar comprende a la perfección <strong>el</strong> valor estratégico d<strong>el</strong>Istmo. No sólo es la ruta de los decrecientes convoyes de platahacia la metrópoli: es <strong>el</strong> paso terrestre más practicable paratodo tipo de viajeros y mercancías entre las costas d<strong>el</strong> Pacíficoy las d<strong>el</strong> Caribe y <strong>el</strong> Atlántico. La ruta de Magallanes, desde <strong>el</strong>


Atlántico hasta <strong>el</strong> Cabo de Hornos y de allí al Pacífico, exigecontornear todo un continente y enfrentar p<strong>el</strong>igrosos vientoscontrarios en <strong>el</strong> extremo Sur. Panamá ha sido destinado porsu geografía para convertirse en un nudo de comunicacionesequiparable y quizá superior al de Estambul en <strong>el</strong> paso entre <strong>el</strong>Mediterráneo y <strong>el</strong> Mar Negro. A esta eminencia topológica hade corresponder la política. Ya en 1815, durante su exilio enKingston, prevé Bolívar en la “Carta de Jamaica” que:Los Estados d<strong>el</strong> istmo de Panamá hasta Guatemalaformarán quizás una asociación. Esta magnífica posiciónentre los dos grandes mares, podrá ser con <strong>el</strong> tiempo <strong>el</strong>emporio d<strong>el</strong> universo. Sus canales acortarán las distanciasd<strong>el</strong> mundo: estrecharán los lazos comerciales de Europa,América y Asia; traerán a tan f<strong>el</strong>iz región los tributosde las cuatro partes d<strong>el</strong> globo. ¡Acaso sólo allí podráfijarse algún día la capital de la tierra! Como pretendióConstantino que fuese Bizancio la d<strong>el</strong> antiguo hemisferio(Pérez Vila, 1979: 64).Y, anticipándose en más de una década a su proyecto d<strong>el</strong>Congreso Anfictiónico, añade “¡Qué b<strong>el</strong>lo sería que <strong>el</strong> istmo dePanamá fuese para nosotros lo que <strong>el</strong> de Corinto para los griegos!Ojala que algún día tengamos la fortuna de instalar allí unaugusto Congreso de los representantes de las repúblicas, reinose imperios a tratar y discutir sobre los altos intereses de lapaz y de la guerra, con las naciones de las otras tres partes d<strong>el</strong>mundo” (Pérez Vila, 1979: 66).Podrá fijarse algún día la capital de la tierraPero no se limita <strong>el</strong> texto a reconocer la importancia estratégicay diplomática de la región: avizora de una vez la posibilidadde construir no uno, sino varios canales que “estrecharán loslazos comerciales de Europa, América y Asia”, y que haríanposible que en <strong>el</strong> sitio “podrá fijarse algún día la capital de latierra”. Bolívar no olvidará en ningún momento <strong>el</strong> colosal proyecto.En <strong>el</strong> discurso al Congreso de Angostura, en febrero de1819, tras dejar sentado que “La reunión de la Nueva Granada


y Venezu<strong>el</strong>a en un grande Estado ha sido <strong>el</strong> voto uniforme d<strong>el</strong>os pueblos y gobiernos de estas Repúblicas”, ad<strong>el</strong>anta:Al contemplar la reunión de esta inmensa comarca,mi alma se remonta a la eminencia que exige la perspectivacolosal, que ofrece un cuadro tan asombroso. Volandopor entre las próximas edades, mi imaginación se fija enlos siglos futuros, y observando desde allá, con admiracióny pasmo, la prosperidad, <strong>el</strong> esplendor, la vida queha recibido esta vasta región, me siendo arrebatado y meparece que ya la veo en <strong>el</strong> corazón d<strong>el</strong> universo, extendiéndosesobre sus dilatadas costas, entre esos océanos,que la naturaleza había separado, y que nuestra patriareúne con prolongados y anchurosos canales. Ya la veoservir de lazo, de centro, de emporio a la familia humana;ya la veo enviando a todos los recintos de la tierra lostesoros que abrigan sus montañas de plata y de oro; yala veo distribuyendo por sus divinas plantas la salud y lavida a los hombres dolientes d<strong>el</strong> antiguo universo; ya laveo comunicando sus preciosos secretos a los sabios queignoran cuan superior es la suma de las luces, a la sumade las riquezas, que le ha prodigado la naturaleza. Ya laveo sentada sobre <strong>el</strong> trono de la libertad, empuñando<strong>el</strong> cetro de la justicia, coronada por la gloria, mostrar almundo antiguo la majestad d<strong>el</strong> mundo moderno (“Discursode Angostura”, Correo d<strong>el</strong> Orinoco, 19 de febreroal 13 de marzo de 1819).El vehículo d<strong>el</strong> UniversoPosteriormente, mientras prepara la culminación de la independenciade Venezu<strong>el</strong>a, <strong>el</strong> 16 de septiembre de 1821 desdeMaracaibo contesta a Pedro Gual, quien reclama su presenciaen Cúcuta: “Parece que por todas partes se completa la emancipaciónde la América. Se asegura que Iturbide ha entrado enjunio en Méjico. San Martín debe haber entrado, en <strong>el</strong> mismotiempo, en Lima; por consiguiente, a mí es que me falta redondeara Colombia, antes que se haga la paz, para completar


la emancipación d<strong>el</strong> Nuevo Continente. Vea Ud., amigo, sien estas circunstancias debo yo perder tiempo y dar lugar aque algún aficionado se apodere d<strong>el</strong> vehículo d<strong>el</strong> Universo…!¿Cree Ud. que haya cosa más importante que esta operación?¿qué otros enemigos tiene la república que los que yo busco?”(Lecuna, 1947, T.I: 590). El contenido de la comunicación esclaro: hay que asegurar a Colombia, porque ésta a su vez tiene<strong>el</strong> vehículo d<strong>el</strong> Universo, vale decir, <strong>el</strong> Istmo que separa y comunicalos océanos, y con r<strong>el</strong>ación al cual ya abriga planes detrazar un canal.Que haga trazar <strong>el</strong> canal por la parte d<strong>el</strong> IstmoSu primera providencia al planear la campaña d<strong>el</strong> Sur es intentarasegurarse <strong>el</strong> paso por Panamá. El 12 de febrero de 1822,J.G. Pérez escribe por orden suya desde Popayán al gobernadord<strong>el</strong> Chocó que <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> “se ha servido prevenirme diga aUd., que haga trazar <strong>el</strong> canal por la parte d<strong>el</strong> Istmo que separalos dos ríos, (Atrato y San Juan, que) tiene sólo tres millas, enun terreno de cascajo y greda d<strong>el</strong>eznable; que haga Ud. abrirpicas y ponerlas corrientes hacia los demás puntos en dondepuede también abrirse <strong>el</strong> canal o se hayan reputado fáciles paraesta apertura: que encargue Ud. a Jamaica los instrumentos necesariospara esta operación, los que se pagarán por cuenta d<strong>el</strong>gobierno, pues S.E. estará para <strong>el</strong> mes de octubre en <strong>el</strong> Chocó,y está resu<strong>el</strong>to a ejecutar la útil empresa de comunicar los dosmares; y espera, que, para cuando llegue, ya Ud. habrá hechocuanto le previene arriba, y habrá tomado noticias ciertas, informesexactos, prolijos y circunstanciados, de cuanto es necesariopara esta importante obra; consultando a los prácticos d<strong>el</strong>os lugares” (O’Leary, 1981, T.XIX: 170).Tampoco olvidará Bolívar a este respecto su escrupulosa distinciónentre los bienes públicos y los privados. Cuatro añosmás tarde, <strong>el</strong> 22 de febrero de 1826 escribe desde Magdalenaal vicepresidente Francisco de Paula Santander, con r<strong>el</strong>acióna una carta en la cual éste le propone que sea <strong>el</strong> protector de lacompañía a ser establecida para la comunicación de los océanos


por <strong>el</strong> istmo de Panamá: “Después de haber meditado muchocuanto Ud. me dice, me ha parecido conveniente no sólo no tomarparte en <strong>el</strong> asunto, sino que me ad<strong>el</strong>anto a aconsejarle queno intervenga Ud. en él. Yo estoy cierto que nadie verá con gustoque Ud. y yo, que hemos estado y estamos a la cabeza d<strong>el</strong> gobierno,nos mezclemos en proyectos puramente especulativos,y nuestros enemigos, particularmente los de Ud. que está másinmediato, darían una mala interpretación a lo que no encierramás que <strong>el</strong> bien y la prosperidad d<strong>el</strong> país. Esta es mi opinióncon respecto a lo que Ud. debe hacer y, por mi parte, estoy bienresu<strong>el</strong>to a no mezclarme en este negocio, ni en ninguno otroque tenga un carácter comercial” (Lecuna, 1947, T.II: 314).Comprenderemos mejor <strong>el</strong> extremo desprendimiento d<strong>el</strong><strong>Libertador</strong> si consideramos que de su apoyo podría depender,no algún beneficio personal, sino <strong>el</strong> inicio y la continuaciónmisma d<strong>el</strong> proyecto con <strong>el</strong> cual ha soñado desde hace más deuna década, y que complementa su otro sueño, <strong>el</strong> Congreso Anfictiónico.Por voluntad propia y extremo escrúpulo se abstienede proteger una empresa de la cual, según su expresión propia,no podría surgir más que <strong>el</strong> bien y la prosperidad d<strong>el</strong> país. Tardaráentonces casi un siglo en ser realizado <strong>el</strong> titánico proyectode Bolívar. La inercia para emprenderlo de los sucesivos gobiernosde Colombia atraerá la codicia de intereses foráneos.En la primera tentativa, perderá todo su prestigio y su créditoFerdinand de Lesseps, quien había construido <strong>el</strong> Canal de Suez.El de Panamá se cavará finalmente después d<strong>el</strong> zarpazo imperialde Theodore Roosev<strong>el</strong>t, y durante otro siglo más, en lugarde convertir a la región en <strong>el</strong> emporio d<strong>el</strong> universo, la someterácon brutales intervenciones y con bases militares a los interesesde Estados Unidos.


2.3. La emancipaciónde los recursosPero lo que reviste interés en la vastedad territorial y confieresentido a los mares, los ríos, las ciudades puerto y los canaleses su uso como fuente y vehículo de las riquezas. Bolívar, quededica su primera juventud a la administración de sus vastaspropiedades, tiene clara conciencia de los procesos productivosde la región y d<strong>el</strong> significado de sus recursos. Sus accidentadascampañas lo ponen en contacto con los climas, las geografías ylas actividades productivas más diversas, las cuales tiene queconocer y administrar para la intendencia de sus ejércitos.Para la época <strong>el</strong> mundo aparece ante la mentalidad d<strong>el</strong> europeocomo una reserva infinita que sólo es preciso saquear.Apenas Thomas Robert Malthus ha insinuado un alerta consu advertencia de que la población tiende a crecer en proporcióngeométrica, mientras que los recursos lo hacen sólo enproporción aritmética. La admonición se refiere apenas a unamoderada tasa de crecimiento de la cuantía de los recursos encontradoso desarrollados. Todavía no advierte sobre su posibledecrecimiento o extinción.El Nuevo Mundo, en particular, parece una invitación al ilimitadosaqueo. Los naturalistas encomian su riqueza y fecundidadcomo inagotables. A lo largo de sus campañas, sin embargo,Bolívar tiene una visión directa sobre la dificultad de acopiar lassubsistencias más <strong>el</strong>ementales para <strong>el</strong> ejército. Se podría aventurarque más de un tercio de sus comunicaciones versan sobr<strong>el</strong>a intendencia de sus fuerzas. Acostumbrado a la privación,tiende a pensar en ésta como una constante o por lo menoscomo una amenaza a la cual hay que poner activo remedio.


2.4. La regeneración de las aguasUna gran parte d<strong>el</strong> territorio de la República carece de aguasAsí, <strong>el</strong> 19 de diciembre de 1825, desde <strong>el</strong> Palacio de Gobiernode Chuquisaca, expide <strong>el</strong> siguiente decreto contentivo de medidasde conservación y buen uso de las aguas:Considerando:1° Que una gran parte d<strong>el</strong> territorio de la Repúblicacarece de aguas y por consiguiente de vegetales útilespara <strong>el</strong> uso común de la vida.2º Que la esterilidad d<strong>el</strong> su<strong>el</strong>o se opone al aumento d<strong>el</strong>a población y priva entre tanto a la generación presentede muchas comodidades.3° Que por falta de combustible no pueden hacerseo se hacen inexactamente o con imperfección la extracciónde metales y la confección de muchos productos mineralesque por ahora hacen casi la sola riqueza d<strong>el</strong> su<strong>el</strong>o:oída la diputación permanente:Decreto:1º Que se visiten las vertientes de los ríos, se observe<strong>el</strong> curso de <strong>el</strong>los, y se determinen los lugares por dondepuedan conducirse aguas a los terrenos que estén privadosde <strong>el</strong>las.2º Que en todos los puntos en que <strong>el</strong> terreno prometahacer prosperar una especie de planta mayor cualquiera,se emprenda una plantación reglada a costa d<strong>el</strong> Estado,hasta <strong>el</strong> número de un millón de árboles, prefiriendo loslugares donde haya más necesidad de <strong>el</strong>los.3º Que <strong>el</strong> director general de agricultura proponga algobierno las ordenanzas que juzgue convenientes a lacreación, prosperidad y destino de los bosques en <strong>el</strong> territoriode la República.4° El Secretario General interino queda encargado d<strong>el</strong>a ejecución de este decreto. Imprímase, publíquese y circúlese.Dado en <strong>el</strong> Palacio de Gobierno en Chuquisaca,a 19 de diciembre de 1825 (Torres, 1983: 13-14).


Como se puede observar, <strong>el</strong> decreto establece una complejacadena económica y ecológica. La carencia de aguas es lade vegetales útiles, y la de éstos, falta de leña para procesosindustriales de minería y metalurgia. La solución no consisteen intensificar la rapiña sobre la naturaleza, y ni siquiera enrestringir coercitivamente <strong>el</strong> consumo de leña. Hay que ir a lasraíces d<strong>el</strong> problema, siguiendo la cadena ecológica. Para <strong>el</strong>lo,es preciso inspeccionar y estudiar las vertientes de los ríos, determinarlos lugares por donde pueden conducirse aguas a loslugares privados de <strong>el</strong>las. A partir de la construcción de redesde pequeños canales o acequias, asimismo es preciso desarrollary ejecutar ambiciosos planes de forestación o reforestación,de por lo menos un millón de ejemplares para cada proyecto.Parecen los planes de preservación de un poderoso Estado contemporáneo;enfatiza su importancia y la conciencia conservacionistaque los genera <strong>el</strong> hecho de que se decreten en un paíscon limitados recursos técnicos y hacendísticos, devastado porla guerra y en <strong>el</strong> cual tres siglos de coloniaje habían impuestouna actitud predatoria con respecto a la naturaleza.


2.5. La liberaciónde los mineralesLa primera visión de la riqueza americana que llega a Europaes la de los metales preciosos. Colón los busca afanosamente enLa Española; cuando los hallazgos de oro empiezan a escasear,impone a los aborígenes un impuesto de capitación que debepagarse con <strong>el</strong> preciado metal, y cuando no pueden canc<strong>el</strong>arlo,empieza a reducirlos a la esclavitud. La conquista de México suscita<strong>el</strong> espejismo de una riqueza ilimitada. Bernal Díaz d<strong>el</strong> Castillonarra que en <strong>el</strong> palacio de Moctezuma existía una especiede diccionario en <strong>el</strong> cual había una imagen de todas y cada unade las plantas y los animales d<strong>el</strong> país, fundidos en oro. Pero laplata, proveniente en gran medida d<strong>el</strong> Potosí, terminará por superartodas las exportaciones de metales preciosos americanos.Diversos cálculos pueden ofrecernos una idea aproximativade las magnitudes de esta colosal exacción de riquezas. A sullegada al Nuevo Mundo, los conquistadores tienen la obligaciónde entregar al Rey <strong>el</strong> llamado Quinto Real, la quinta parte d<strong>el</strong>as riquezas de las que se apoderen. Luego imponen <strong>el</strong> sistemavigente en España según <strong>el</strong> cual los recursos d<strong>el</strong> subsu<strong>el</strong>o sonpropiedad de la Corona. Parte significativa de los metales preciososamericanos van así a dar al erario español. Ya en <strong>el</strong> viajede Cristóbal Colón en 1502, los valores destinados a la Coronafueron estimados en 100.000 cast<strong>el</strong>lanos españoles, supuestamente80.000 pesos en oro, la mayoría de <strong>el</strong>los transportadosen la Capitana (Cardona, 1989: 27). El economista español Vallede la Cerda calcula que al finalizar <strong>el</strong> siglo XVI España habíasacado d<strong>el</strong> Nuevo Mundo más de quinientos millones de pesosen oro y plata (<strong>el</strong> peso de oro pesaba casi cinco gramos de orode 24 quilates, y equivalía a 15 ó 16 de plata). El historiadorMoncada estima que entre 1492 y 1619 entran en España dosmil millones de pesos en oro y plata americanos “demás de lacual es de creer que habrá entrado otra gran cantidad sin registro”.La plata d<strong>el</strong> Potosí, hasta 1629, suma mil doscientos millonesde pesos, según <strong>el</strong> economista español Peñaloza (Mota,1984: 40).


Estimaciones de otros especialistas que se basan en fuentesprimarias permiten completar <strong>el</strong> cuadro de estas inmensastransferencias. Clarence Haring reseña que entre 1556 y 1640<strong>el</strong> monto de la plata extraída d<strong>el</strong> Potosí alcanzó a un total de256.114.187 pesos, de los cuales la Corona percibió regalías por54.056.208 pesos (Haring, 1939: 380-382). Conforme indicaEarl J. Hamilton, “entre 1503 y 1660, llegaron al puerto de SanLúcar de Barrameda 185 mil kilos de oro y 16 millones de kilosde plata. La plata transportada a España en poco más de sigloy medio, excedía tres veces de las reservas europeas” (Galeano,1973: 33-34). Apunta Guillermo Céspedes d<strong>el</strong> Castillo que“entre 1531 y 1660, llegan a Sevilla un mínimo de 155.000 kilogramosde oro americano y 16.985.000 de kilogramos de plata.Añadiendo <strong>el</strong> contrabando, es posible que sólo durante <strong>el</strong> sigloXVI, Europa recibiera en total de América hasta 18.300.000 kilogramosde plata” (Céspedes d<strong>el</strong> Castillo, 1985: 140).Son cifras que suscitan <strong>el</strong> vértigo en <strong>el</strong> lector contemporáneo.La renta real que llega de Indias a la Casa de Contrataciónde Sevilla, que sólo es de 3.000.000 de maravedíes al fundarseésta, asciende a 22.000.000 en 1505, a 34.000.000 en 1512; a46.000.000 en 1518 y a 119.000.000 en 1535; pero sólo alcanzaa 13.000.000 en 1516, y a 2.000.000 en 1521, años durante loscuales está en plena actividad <strong>el</strong> enjambre de corsarios francesesque arroja a los mares <strong>el</strong> conflicto entre Francia y España(Haring, 1939: 188). Por razón d<strong>el</strong> riesgo que suponen tormentasy piratas, se limita asimismo la cantidad de oro y de plataque puede ser transportada en un solo baj<strong>el</strong>: en tiempos de Fernando,<strong>el</strong> máximo es de 5.000 pesos de oro; cuando Carlos V,asciende a 10.000 y luego a 18.000; un decreto de julio de 1552lo <strong>el</strong>eva hasta 25.000 pesos; los buques de las flotas no estánsujetos a estos límites, y así, en la armada de Pedro de la Gascacada nave acarrea un promedio de 180.000 pesos (Céspedes d<strong>el</strong>Castillo, 1985: 191).Esta riqueza fluye desde los pueblos sometidos, para concentrarseen los tesoros reales y luego en las cajas de los prestamistasy las ligas comerciales d<strong>el</strong> Viejo Mundo. Se potencia así laacumulación primitiva sin la cual <strong>el</strong> capitalismo probablemente


no hubiera surgido, o hubiera tardado muchos siglos más endesarrollarse. Puesto que, a pesar de la difundida opinión quecritica <strong>el</strong> estatismo español de la época, la realidad es que lasmismas autoridades ibéricas que se reservan <strong>el</strong> monopolio d<strong>el</strong>comercio con las Indias aceptan paral<strong>el</strong>amente un régimenliberal de intercambio con Europa que a la postre les drenarála riqueza conquistada en aqu<strong>el</strong>las. Pronto se hace corriente laexpresión de que España era “las Indias de los demás países”(Lynch, T.I: 163). Como lúcidamente destaca Noam Chomsky:Un excesivo liberalismo aparentemente contribuyó alcolapso d<strong>el</strong> sistema imperial español. Este era demasiadoabierto, permitiéndole a los “mercaderes, a menudono españoles, operar en las entrañas de su imperio”, ypermitiendo que “los beneficios salieran de España”(Chomsky, 1993: 10).A idéntica conclusión arriba Ferdinand Braud<strong>el</strong>, quien señalaque España jamás tuvo la capacidad de explotar <strong>el</strong> mercadod<strong>el</strong> Nuevo Mundo, ni en los primeros tiempos de la formaciónde éste, y ni siquiera movilizando todas sus naves, sus hombres,los vinos y <strong>el</strong> aceite de Andalucía y los tejidos de sus ciudadestextileras. Y añade quePor otra parte, en <strong>el</strong> siglo XVIII, cuando todo se habíaincrementado, ninguna nación de Europa hubiera podidohacerlo por sí misma. Y así, explica Le Pottier de la Hestroyhacia 1700, “<strong>el</strong> consumo que se hace en las IndiasOccidentales de las cosas que deben importar de Europaes tan considerable que sobrepasa con mucho la potenciaindustrial francesa, y cualquier cantidad de manufacturasque pudiéramos producir”. España, en consecuencia,debió recurrir a Europa a medida que su industria se deterioraantes d<strong>el</strong> fin d<strong>el</strong> siglo XVI, y Europa se apresuró aaprovechar la ocasión. Ésta ha participado en la explotaciónde las colonias ibéricas mucho más que España, d<strong>el</strong>a cual Ernst Ludwig Carl decía en 1725 que no era “másque un enclave para los extranjeros” digamos mejor, unintermediario (Braud<strong>el</strong>, 1979: 356).


Además, como señala Hamilton, con tal inundación argéntease produce una “extremadamente estrecha r<strong>el</strong>ación entre <strong>el</strong>aumento de las importaciones de metales preciosos y la subidade los precios de las mercancías a través d<strong>el</strong> siglo XVI, en especiala partir de 1535” (Hamilton: American Treasure and thePrice Revolution in Spain: 30, cit. por Lynch: T.I:163). Durant<strong>el</strong>a primera mitad d<strong>el</strong> siglo XVI los precios aumentan en Españamás d<strong>el</strong> 100 por ciento; a finales de siglo, se han cuadruplicadoen r<strong>el</strong>ación a los de 1501; sólo a partir d<strong>el</strong> corte drástico d<strong>el</strong>as remesas periódicas de metales preciosos a partir de 1630tienden a estabilizarse. Como señala ya en 1556 <strong>el</strong> canonistaMartín de Azpilcueta Navarro, de la escu<strong>el</strong>a de Salamanca, “enEspaña, cuando escaseaba más <strong>el</strong> dinero, los bienes vendiblesy <strong>el</strong> trabajo se obtenían por mucho menos que después d<strong>el</strong> descubrimientode las Indias, que inundaron <strong>el</strong> país de oro y plata.La razón de esto es que <strong>el</strong> dinero vale más cuando escasea quecuando abunda” (Lynch, T.I: 164).El inasible torrente de riquezas varía a lo largo de los siglostanto en monto como en composición. Desde <strong>el</strong> Descubrimiento,la historia de América Latina se convierte en la de sucesivosauges de las exportaciones d<strong>el</strong> sector primario, que se detienenpor agotamiento d<strong>el</strong> mismo o saturación de los mercados d<strong>el</strong>as metrópolis. Cada una de estas bonanzas arrastra consigo sunube de saqueadores.Un primer auge es ocasionado por <strong>el</strong> oro arrebatado a losindígenas. Alcanza su tope con la remisión d<strong>el</strong> Tesoro de Moctezumapor Hernán Cortés, una de cuyas naves cae en poder d<strong>el</strong>pirata Giovanni Verrazzano, al servicio de los franceses. A pesarde que los tesoros y yacimientos auríferos d<strong>el</strong> Nuevo Mundose agotan con rapidez, durante mucho tiempo su fama sigueatrayendo expediciones de piratas y corsarios que esperan conquistar<strong>el</strong> quimérico El Dorado, como la de sir Walter Raleighy todos sus seguidores, que regresan con ricos cargamentos defábulas y mínimas muestras de oro.


A partir d<strong>el</strong> descubrimiento de riquísimas minas de plataen Potosí en 1545 y en Zacatecas en 1546, este mineral es <strong>el</strong>nuevo cargamento privilegiado, al extremo de que <strong>el</strong> convoyque lo transporta es llamado la Flota de la Plata. Y desde 1546se explotan nuevos yacimientos auríferos en la Nueva Granada.Latinoamérica emprende así <strong>el</strong> camino d<strong>el</strong> subdesarrollo, al dedicargran parte de su esfuerzo económico al sector primario d<strong>el</strong>a exportación minera hacia la metrópoli. Al mismo tiempo, <strong>el</strong>flujo de metales preciosos desencadena en ésta una indetenibleinflación y deprime la expansión de las industrias locales. Sóloa partir de 1630 comienzan a menguar los envíos de plata americanos(Céspedes d<strong>el</strong> Castillo, 1985: 123).El sostenido acoso que a lo largo d<strong>el</strong> siglo XVII mantienencorsarios y piratas contra los cargamentos de plata que se embarcanen Panamá para cruzar <strong>el</strong> Caribe y <strong>el</strong> Atlántico, decidefinalmente a los explotadores de las minas d<strong>el</strong> Potosí a buscarotra ruta. Eligen <strong>el</strong> largo y sinuoso camino de uno de los grandesríos americanos que corren hacia <strong>el</strong> Sur: <strong>el</strong> d<strong>el</strong> Río de laPlata; que a su vez desemboca en Mar d<strong>el</strong> Plata, en <strong>el</strong> Virreinatode la Plata, que luego de independizada se denominará Argentina.Por esta cadena de flujos económicos, para la época de laemancipación <strong>el</strong> llamado Alto Perú, hoy Bolivia, está sujeto alVirreinato de la Plata.La decadencia de la explotación y exportación de la plataaumenta la importancia comparativa de las exportaciones decosechas de monocultivo procedentes de la agricultura de plantaciónamericana. El azúcar d<strong>el</strong> Brasil es uno de los más importantesrubros de exportación agrícola, pero sus rutas cruzan por<strong>el</strong> Atlántico Sur, alejadas d<strong>el</strong> Caribe, y dominadas por Portugal,salvo en <strong>el</strong> lapso durante <strong>el</strong> cual éste cae bajo la Corona española.Sólo a partir de 1660 las plantaciones caribeñas compitencon las brasileñas (Céspedes, 1985: 141). Durante <strong>el</strong> siglo XVIIIvan adquiriendo prominencia en Venezu<strong>el</strong>a las produccionesde tabaco, cacao y de café, <strong>el</strong> cual irá adquiriendo cada vez mayorr<strong>el</strong>evancia durante <strong>el</strong> siglo inmediato.


Los minerales de platino, oro, plata, hierro y piedraspreciosas de valorLos bienes que hereda Bolívar reflejan esta disímil composiciónde la economía colonial. Simón José Antonio de laSantísima Trinidad recibe con su mayorazgo extensas plantaciones,pero también las minas de cobre de Aroa, que sonfuente permanente de preocupaciones a lo largo de su vida yúltimo recurso que trata de liquidar cuando decide partir parasu proyectado destierro en Europa. Dentro de la correspondenciar<strong>el</strong>ativa a sus bienes ocupa lugar preponderante la quecontiene instrucciones sobre la administración y la búsquedade arrendadores o compradores de éstas. Por la forma en quedichos yacimientos ocuparán la atención de Bolívar, vale lapena citar in extenso la descripción promocional que de <strong>el</strong>loshace <strong>el</strong> 18 de octubre de 1825 desde Potosí en carta en la cualpropone su venta al arrendatario Juan Dundas Cochrane:Mientras tanto, hallándome yo empleado en serviciopúblico, y, por lo mismo, deseoso de separarme de asuntospersonales y negocios propios, he determinado ofrecera Ud. la venta d<strong>el</strong> Valle de Aroa en toda su extensión,y en toda propiedad por la suma en que convengamos,oídas que sean las proposiciones que Ud. o sus amigosquieran hacerme.La rica y hermosa posesión de Aroa, es una de aqu<strong>el</strong>lasque ofrece más ventajas para una colonia sobre lascostas d<strong>el</strong> mar; por las siguientes consideraciones:1º Su extensión es circular con treinta y dos leguas decircunferencia.2º Tiene ríos navegables que desembocan en <strong>el</strong> mar.3º Sus minas de cobre son las mejores d<strong>el</strong> mundo, y <strong>el</strong>metal, <strong>el</strong> más fino.4º Contiene minerales de todas las especies según lasinvestigaciones que se han hecho por personas instruidasen la materia.


5º Produce maderas abundantes y preciosas.6º Sus territorios son los más fértiles de la tierra parasembrar frutos europeos y americanos.7º Las exportaciones al mar, son facilísimas, haciaPuerto Cab<strong>el</strong>lo, y si se quiere hacia las Antillas, o a Europa.8º El rédito que debe producir esta propiedad es d<strong>el</strong>valor de cuatrocientos o quinientos mil pesos en <strong>el</strong> estadoactual; y, por lo mismo, cuando <strong>el</strong>la sea explotada, cultivaday poblada, valdrá millones.Después de estas consideraciones, espero que Ud. tendrála bondad de hacerme las ofertas que Ud. juzgue convenientea sus intereses o sus miras.Ud. sabe que <strong>el</strong> contrato no obsta para que la venta severifique, pues <strong>el</strong> comprador tendría la ventaja siemprede contar con los doce mil anuales, que deben pagarseen cada uno de los nueve años; además tendrá la facultadde trabajar por su cuenta propia los minerales de platino,oro, plata, hierro y piedras preciosas de valor, azufre, ocre,sales, alcaparroz, etc., que no han entrado en <strong>el</strong> actualarrendamiento; y, por tanto, podría muy bien <strong>el</strong> compradorestablecer cuanto le conviene para la explotación ytrabajos de estos ramos de industria, independientementede la contrata de Ud. de suerte, que por la condición 4º d<strong>el</strong>a contrata, tanto a mí como al que quiera comprarme <strong>el</strong>Valle de Aroa, pertenece de derecho la facultad de sacarlas mejores ventajas de todos sus minerales, excepto d<strong>el</strong> decobre, que es <strong>el</strong> que exclusivamente se ha arrendado a Ud.(Lecuna, T.II: 247-249).Siendo la minería <strong>el</strong> principal ramo que constituy<strong>el</strong>a riqueza d<strong>el</strong> paísLas minas son parte de esa riqueza nacional cuya explotacióndeben regular y fomentar las autoridades republicanas,y Bolívar asume esta misión a plenitud. Así, <strong>el</strong> 20 de julio de1824, mientras se encuentra en Huariaca, <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> sancionaun decreto en <strong>el</strong> cual dispone: “Siendo la minería <strong>el</strong>


principal ramo que constituye la riqueza d<strong>el</strong> país, y hallándoseenteramente abandonada en varias provincias por falta de lainmediata dirección y protección que puedan darla los mismosmineros mediante las diputaciones territoriales: 1º Se establecendiputaciones territoriales de minería en las provincias deHuamachuco, Pataz, Conchucos y Huaylas”. En <strong>el</strong> numeral6º de dicho decreto se atiende al censo de los trabajadores, aldisponer que “Las diputaciones formarán ante todas cosas unamatrícula exacta de los mineros de su territorio, (...). 7º Igualmenteformarán otra matrícula de los operarios precisos paracada uno de los mineros, los cuales, así como estos, quedanexcepcionados de todo enrolamiento militar. Y como por estaexcepción pudiera haber abuso en la matrícula, las diputacionesquedan encargadas bajo su responsabilidad de no consentirse matriculen más que <strong>el</strong> número necesario para la explotacióny beneficio de metales. (...). 9º Los operarios serán pagados indispensablementecada semana en razón de su trabajo, y segúnla costumbre de cada provincia; debiéndolos tratar los mineroscomo a hombres libres, y no como hasta aquí: pues la matrículano tiene otro objeto, que saber <strong>el</strong> número de operarios aplicadoa cada minero, y no <strong>el</strong> de sujetarlos como esclavos. (...). 10º Lasdiputaciones representarán cuanto consideren conveniente alfomento y prosperidad de los minerales, indicando los mediosadecuados a este objeto, los obstáculos que sea necesario remover,y cuanto hasta ahora haya ocasionado su decadencia (...)”(Barnola et al., T.I: 307-308).Como se puede notar, la preocupación por la productividadde las minas es tan prioritaria, que se acuerda dispensar a losmineros d<strong>el</strong> servicio militar, la otra prestación de la cual dependíaincluso la supervivencia misma de la República. Se ordenatratar a los mineros como hombres libres y pagarles salarios,sustituyendo así <strong>el</strong> servicio impuesto a los indígenas medianteobligaciones de carácter semifeudal.


El Potosí es en <strong>el</strong> día <strong>el</strong> eje de una inmensa esferaTan aguda es la conciencia de Bolívar sobre la importanciade las riquezas d<strong>el</strong> subsu<strong>el</strong>o, que a comienzos de 1825 justificala autorización que solicita al Congreso de Colombia para marcharhacia <strong>el</strong> Alto Perú o Bolivia con la importancia que reviste<strong>el</strong> Potosí. En tal sentido, expresa al vicepresidente de Colombia,Francisco de Paula Santander, que “Como <strong>el</strong> congreso me haprohibido marchar más allá de los límites d<strong>el</strong> Perú, me encuentroen la mayor perplejidad con respecto a mi marcha al Potosí,siendo aqu<strong>el</strong> país hasta hoy puramente español, y deseado a lavez por <strong>el</strong> Perú y las provincias d<strong>el</strong> Río de la Plata. En tales circunstanciasme dirijo a V. E. para que se sirva someter al congresoesta duda que verdaderamente turba mi tranquilidad. Yono pretendería marchar al Alto Perú, si los intereses que allí seventilan no fuesen de una alta magnitud. El Potosí es en <strong>el</strong> día<strong>el</strong> eje de una inmensa esfera; toda la América meridional tieneuna parte de su suerte comprometida en aqu<strong>el</strong> territorio, quepuede venir a ser la grande hoguera que encienda nuevament<strong>el</strong>a guerra y la anarquía. Espero que <strong>el</strong> congreso decida si me espermitido o no pisar <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o argentino, en <strong>el</strong> caso de que mipresencia sea reclamada allí por las circunstancias” (Lecuna,1947, T.II: 83-84). Es claro <strong>el</strong> alegato: la controversia entre Perúy <strong>el</strong> Río de la Plata por <strong>el</strong> Alto Perú puede encender nuevament<strong>el</strong>a guerra y la anarquía, pero por la magnitud de los intereseseconómicos que encierra.Todas las minas perdidas y abandonadas pertenecende hecho al gobierno para pagar la deuda nacionalEl tema d<strong>el</strong> censo y fomento de las minas está ligado a otrade las agendas urgentes de los nacientes países: <strong>el</strong> de la deudapública. Para arbitrar las necesidades de intendencia, pertrechosy armamentos se incurre en decomisos, expropiacionesy empréstitos, a veces bajo las condiciones desventajosas conlas cuales se asumen tales obligaciones en tiempos de emergencia.Bolívar piensa en las minas como un recurso para satisfacer


estas ya pesadas cargas. Así, <strong>el</strong> 17 de septiembre de 1825 escribedesde La Paz al vicepresidente Santander: “Yo he decretadoaquí que todas las minas perdidas y abandonadas pertenecende hecho al gobierno para pagar la deuda nacional. Desde luegoen Colombia se podía hacer lo mismo y venderlas todas a unacompañía inglesa, a cuenta de pagos de intereses por la deudanacional. Yo creo que bien podemos sacar algunos millones poreste arbitrio; pues <strong>el</strong> momento es muy favorable para negociosde minas” (Lecuna, 1947, T.II: 216). El recurso que disciernepara las minas de la República es <strong>el</strong> mismo que prevé para lasde su patrimonio personal. El 17 de octubre de 1825, desde Potosí,escribe en la postdata de una carta a Fernando Peñalver:“Convendría que Ud. escribiese a Inglaterra directamente sobr<strong>el</strong>a venta de Aroa, allí es donde mejor se puede vender; porqueminas es lo que ocupa actualmente la atención de los capitalistasingleses que no saben qué hacer con sus tesoros” (Lecuna,1947, T.II: 245-246).Ofreciendo sus minas y todas sus tierras baldías queson inmensasEl proyecto es constante, y así, Bolívar comunica a don JoséLarrea y Loredo, ministro de Hacienda de la junta de gobiernoperuana, en extensa postdata de carta dirigida <strong>el</strong> 17 de octubrede 1825 desde Potosí: “Como siempre estoy pensando en <strong>el</strong>Perú por sus deudas, me ha parecido bien indicarle al gobiernoque amortice la deuda nacional ofreciendo sus minas y todassus tierras baldías que son inmensas añadiendo además todassus propiedades raíces, todos los derechos de invenciones y exclusivasy todos aqu<strong>el</strong>los arbitrios útiles que <strong>el</strong> gobierno puedaconceder parcialmente a beneficiados que pocos nos darían.En fin, mi idea es que <strong>el</strong> gobierno dé todo cuanto le pertenecepor amortizar su deuda, a una o muchas compañías inglesas oa los mismos tenedores de los vales d<strong>el</strong> gobierno; quiero decirque estos señores se encarguen de la negociación de aniquilarla deuda por <strong>el</strong> valor de las propiedades y de las gracias queantes he mencionado. Para lograr estas vastas empresas se debe


formar un magnífico proyecto d<strong>el</strong> plan, tomar una r<strong>el</strong>aciónexacta de las propiedades d<strong>el</strong> Estado inclusive las tierras baldías,que deben ser infinitas; después, ofrecer las gracias que <strong>el</strong>gobierno pueda conceder; y últimamente, decir que <strong>el</strong> gobiernopesará las proposiciones que se le hagan y, en vista de <strong>el</strong>las,formará una contrata formal en la cual se hallarán especificadaslas condiciones d<strong>el</strong> caso” (Lecuna, 1947, T.II: 244-245). Posiblementepesa en este plan <strong>el</strong> propósito de atraer inversionesinglesas para disuadir proyectos de reconquista de América porparte de España, apoyada por coaliciones europeas como laSanta Alianza, fantasma que amenazará en forma intermitentea las repúblicas liberadas durante la última década de vida deBolívar.Cuyas venas riquísimas fueron trescientos años <strong>el</strong> erariode EspañaY en efecto, se decide la libertad d<strong>el</strong> Alto Perú o Bolivia, y <strong>el</strong><strong>Libertador</strong> asciende <strong>el</strong> 26 de octubre de 1826 a la eminencia d<strong>el</strong>Potosí escoltado por <strong>el</strong> Mariscal de Ayacucho, por <strong>el</strong> prefectod<strong>el</strong> departamento, por su estado mayor y los plenipotenciariosd<strong>el</strong> Plata. Y ante las banderas flameantes de Colombia, Perú y laPlata, arenga: “Venimos venciendo desde las costas d<strong>el</strong> Atlánticoy en quince años de lucha de gigantes, hemos derrocado <strong>el</strong>edificio de la tiranía formado tranquilamente en tres siglos deusurpación y de violencia. Las míseras r<strong>el</strong>iquias de los señoresde este mundo estaban destinadas a la más degradante esclavitud.¡Cuánto no debe ser nuestro gozo al ver tantos millones dehombres restituidos a sus derechos por nuestra perseveranciay nuestro esfuerzo! En cuanto a mí, de pie sobre esta mole deplata que se llama Potosí y cuyas venas riquísimas fueron trescientosaños <strong>el</strong> erario de España, yo estimo en nada esta opulenciacuando la comparo con la gloria de haber traído victorioso<strong>el</strong> estandarte de la libertad, desde las playas ardientes d<strong>el</strong> Orinoco,para fijarlo aquí, en <strong>el</strong> pico de esta montaña, cuyo seno es<strong>el</strong> asombro y la envidia d<strong>el</strong> universo” (Lecuna, 1939: 314). Si <strong>el</strong>


triunfo político es grande, <strong>el</strong> económico es magnífico: <strong>el</strong> Potosíes ciertamente “una mole de plata” y en verdad sus “venas riquísimasfueron trescientos años <strong>el</strong> erario de España”.Apenas dos días después, la Municipalidad d<strong>el</strong> Potosí decidecambiar <strong>el</strong> nombre de la célebre mina por <strong>el</strong> de Bolívar. Con <strong>el</strong>sentido de la proporción y de la caut<strong>el</strong>a ante la adulación qu<strong>el</strong>e caracteriza, ordena contestar <strong>el</strong> 30 de octubre de ese añoque: “S.E. <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> ha recibido con sentimientos d<strong>el</strong> mayoragrado la generosa demostración con que ha querido honrarl<strong>el</strong>a Ilustre Municipalidad d<strong>el</strong> Potosí; este nombre, símbolo de lariqueza y, por lo mismo, mil veces famoso por todo <strong>el</strong> bien queha derramado en <strong>el</strong> Universo, jamás podrá ser borrado por otroalguno. S.E. no puede persuadirse que <strong>el</strong> Potosí sea susceptiblede recibir una denominación más célebre que la que lleva, y,por consiguiente, burlará todos los esfuerzos de los hombresque pretendiesen darle una que nunca puede alcanzar a la alturade la que lo ha hecho memorable” (Lecuna, 1947, Vol.II:265-266).Propone la compra de las minas d<strong>el</strong> Alto PerúEn todo caso, <strong>el</strong> proyecto de Bolívar de vender las minas estan firme, que él mismo lo propone personalmente a personascapaces de promoverlo, como <strong>el</strong> doctor Gregorio Funes. Así,<strong>el</strong> 6 de noviembre de 1826 escribe desde Chuquisaca a Funes,quien se encuentra en Buenos Aires: “Mando a Ud. copia de unacircular que propone la compra de las minas d<strong>el</strong> Alto Perú, quecomo Ud. sabe son numerosas y vírgenes. Yo deseo que Ud. lahaga correr entre los comerciantes y empresistas de esa ciudad,y aún en Inglaterra, a fin de obtener para este país las ventajasque le pueden resultar ahora que todos los capitales inglesesquieren emplearse en minas. Tenga Ud. la bondad de enviarme<strong>el</strong> resultado de este encargo y tener presente que <strong>el</strong> Alto Perúno dará sus minas en menos de tres millones de pesos” (Lecuna,1947, T.II: 265).


Las minas de cualquier clase correspondena la RepúblicaQuizá la más trascendente de las normas sobre asuntos minerosd<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> sea <strong>el</strong> decreto que expide en Quito <strong>el</strong> 24 deoctubre de 1829, para normar la actividad de la minería en Colombia,entendiéndose por ésta, desde luego, la Gran Colombia:SIMÓN BOLÍVAR<strong>Libertador</strong> Presidente de la República de Colombia,etc.etc.Considerando:1° Que la minería ha estado abandonada en Colombia,sin embargo de que es una de las principales fuentes d<strong>el</strong>a riqueza pública;2° Que para fomentarla es preciso derogar algunas antiguasdisposiciones, que han sido origen fecundo de pleitosy disensiones entre mineros;3° Que debe asegurarse la propiedad de las minas contracualquier ataque y contra la facilidad de turbarla o perderla;4° En fin, que conviene promover los conocimientoscientíficos de la minería y de la mecánica, como tambiéndifundir <strong>el</strong> espíritu de asociación y de empresas para qu<strong>el</strong>a minería llegue al alto grado de perfección que se necesitapara la prosperidad d<strong>el</strong> Estado;Decreto:Capítulo 1°De los descubrimientos, títulos y deserción de minasArt. 1° Conforme a las leyes, las minas de cualquierclase corresponden a la República, cuyo gobierno lasconcede en propiedad y posesión a los ciudadanos qu<strong>el</strong>as pidan, bajo las condiciones expresadas en las leyes yordenanzas de minas, y con las demás que contiene estedecreto.Art. 2° Por <strong>el</strong> título de propiedad de cada mina demetales y piedras preciosas, se satisfarán los derechosde aranc<strong>el</strong>, y además se consignarán previamente en la


espectiva tesorería de la provincia, treinta pesos. Estosservirán para formar un fondo con que pagar <strong>el</strong> establecimientode una cátedra de minería y mecánica, que sehará en cada provincia minera en que sea posible; ningúnministro tesorero gastará este fondo, pena de reponerlo asu costa (Torres Herrera, 1983: 22-31).Así, las minas no sólo quedan adscritas a la República; por<strong>el</strong> otorgamiento de títulos ésta percibirá un aranc<strong>el</strong>, destinado,como vemos, específicamente al fomento de la actividad: establecimientode cátedras de minería y mecánica.Las disposiciones siguientes pautan en <strong>el</strong> artículo 3° quecada mina no rebasará de la extensión máxima de trescientasvaras; en <strong>el</strong> artículo 4° que a los descubridores de un cerro mineralabsolutamente nuevo se les concederá la veta principal;y en <strong>el</strong> artículo 5° que “El descubridor de veta nueva en cerroconocido, y en otras partes trabajado, podrá obtener en <strong>el</strong>la dospertenencias continuas o interrumpidas por otras minas, designándolasen <strong>el</strong> término prescrito de veinte días”.Sigue un detallado conjunto de normas que establecen límitesa los derechos de los explotadores, a fin de que no interfierancon los derechos de otros. Se establecen normas especialespara las minas de lavaderos de oro corrido, cuya extensión, según<strong>el</strong> artículo 10°, “ha sido y será siempre las que le asignensus títulos de registros, que tienen ordinariamente la cláusula,que no sean de inmensidad; y no se entenderá serlo cualquierextensión de minas de oro corrido que los dueños hayan colgadoo ahondado, de cuya propiedad jamás se les podrá privar”.Como hacen falta autoridades para resolver los litigios sobre lamateria, <strong>el</strong> artículo 23° pauta que “Los gobernadores serán juecesde minas en toda su provincia, y en cada cantón o circuito,los jueces políticos o corregidores, o los que hagan sus veces”.Para simplificar y ac<strong>el</strong>erar los procedimientos, <strong>el</strong> artículo 28°dispone que “cualesquiera demandas sobre minas se decidiránverbalmente, siempre que su valor no exceda de doscientos pesos,lo que se verificará aun cuando las partes quieran ponerlaspor escrito”. En forma complementaria, <strong>el</strong> artículo 27° pauta


que “los jueces no admitirán petición por escrito en cualquierdemanda, sin que ante todas cosas hagan comparecer a las parteso sus apoderados, para que oyéndolas verbalmente sus accionesy excepciones, procuren atajar entre <strong>el</strong>las con la mayorprontitud <strong>el</strong> pleito y diferencia que tuvieren: caso de no conseguirlodarán curso a la demanda”.El decreto comprende medidas de promoción y fomento d<strong>el</strong>as explotaciones mineras. Así, su artículo 37° dispone que “Seencarga a los prefectos y gobernadores de las provincias, queen todo lo que dependa de su autoridad auxilien y promuevanlas empresas de descubrimientos y laboría de las minas, y laperfección de sus trabajos, procurando igualmente cortar lospleitos y desavenencias entre los mineros. Observarán tambiéncon la mayor escrupulosidad mi decreto d<strong>el</strong> 24 de diciembreúltimo, por <strong>el</strong> cual concedí a los mineros y demás empleados d<strong>el</strong>as minas exención d<strong>el</strong> servicio militar” (Torres Herrera, 1983:22-31).Esta transferencia de las minas de la propiedad de la Coronaa la de la República es <strong>el</strong> inicio de un régimen de propiedadestatal d<strong>el</strong> subsu<strong>el</strong>o que será común a la mayoría de los paíseslatinoamericanos. El pronunciamiento general que comprende“las minas de cualquier clase” se aplicará a la postre a metalesque todavía no se explotaban para la época, y en últimainstancia, a los yacimientos de hidrocarburos. De esta manera,se sientan las bases sólidas y perdurables de todo un ramo deingresos para los erarios de nuestras Repúblicas.


2.6. El rescate de la vidaBosques y maderasQue por todas partes hay un gran exceso en la extracción demaderasHemos visto cómo Bolívar, en <strong>el</strong> citado decreto dado en Chuquisaca<strong>el</strong> 19 de diciembre de 1825, dicta normas para laconservación y <strong>el</strong> buen uso de las aguas. Según lo expresa enforma lúcida los considerandos d<strong>el</strong> decreto, las aguas son indispensablespara los “vegetales útiles para <strong>el</strong> uso común de lavida”, y su falta “se opone al aumento de la población y privaentre tanto a la generación presente de muchas comodidades”.Concatenados en forma lógica con la norma precedente, dictaBolívar otros decretos para la protección, tanto de la riquezaforestal, como de especies animales, como la vicuña.Así, para la protección y mejor aprovechamiento de la riquezaforestal, en Guayaquil, <strong>el</strong> 31 de julio de 1829, dicta <strong>el</strong><strong>Libertador</strong> los siguientes memorables considerandos:1° Que los bosques de Colombia, así los que son propiedadpública, como los que son de propiedad privada,encierran grandes riquezas, tanto en madera propia paratoda especie de construcción como en tintes, quinas yotras sustancias útiles para la medicina, y para las artes.2° Que por todas partes hay un gran exceso en la extracciónde maderas, tintes, quinas y demás sustancias,especialmente en los bosques pertenecientes al Estado,causándoles graves perjuicios.3° Que para evitarlos, es necesario dictar reglas queprotejan eficazmente las propiedades públicas y las privadas,contra cualesquiera violaciones; vistos los informesdirigidos al gobierno sobre la materia; y oído <strong>el</strong> dictamend<strong>el</strong> Consejo de Estado (Torres Herrera: 15-18).Importa recalcar, en los considerandos citados, una claradistinción entre bosques de propiedad privada y de propiedad


pública, y la intención de que las normas que siguen seanaplicables a ambos, para evitar su saqueo por particulares en<strong>el</strong> primer caso, y para impedir la sobreexplotación ruinosa,en <strong>el</strong> segundo. Sobre los bosques en tierras públicas o baldías,sigue una clara normativa referente a su censo, a la prohibiciónde explotarlos sin licencia y concesión, y al obligatorio pago dederechos por <strong>el</strong>las. A tales efectos, <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> decreta:Art. 1° Los gobernadores de las provincias, harán designaren cada cantón, por medio de los jueces políticoso personas de su confianza, las tierras baldías pertenecientesa la República, expresando por escrito su demarcación,sus producciones peculiares, como de maderaspreciosas, plantas medicinales, y otras sustancias útiles,mandando archivar un tanto de estas noticias, y remitiendootro a la Prefectura.Art. 2° Inmediatamente harán publicar en cada cantón,que ninguno pueda sacar de los bosques baldíos,o d<strong>el</strong> Estado, maderas preciosas y de construcción debuques para <strong>el</strong> comercio, sin que preceda licencia porescrito d<strong>el</strong> gobernador de la provincia respectiva.Art. 3° Estas licencias nunca se darán gratuitamente,sino que se exigirá por <strong>el</strong>las un derecho, que graduaránlos gobernadores a juicio de peritos, formando al efecto unreglamento que someterán a la aprobación d<strong>el</strong> prefecto.Art. 4° Cualquiera que extraiga de los bosques d<strong>el</strong>Estado quinas, maderas preciosas, y de construcción sinla debida licencia, o que traspase los límites que se le hayanfijado, incurrirá en la multa de veinticinco hasta cienpesos, aplicados a los fondos públicos; además pagará,a justa tasación de peritos, los objetos que haya extraídoo deteriorado.Art. 5° Los prefectos de los departamentos marítimoscuidarán muy particularmente de que se conserven lasmaderas de los bosques d<strong>el</strong> Estado, principalmente todasaqu<strong>el</strong>las que puedan servir para la marina nacional, y queno se extraigan sino las precisas, o las que se vendan conventaja de las rentas públicas.


Las disposiciones inmediatas atribuyen en <strong>el</strong> artículo 6°competencias a los gobernadores de las provincias para prescribirreglas sencillas a fin de ordenar la extracción de maderas,quinas o palos de tintas. El artículo 7° dispone que donde hayatales sustancias útiles para la medicina, se establecerá una juntainspectora. El artículo 8° pauta que quienes extraigan quinasy otras sustancias útiles para la medicina, serán inspeccionadospor una junta y comisionados que cuidarán:1° Que no se traspasen los límites que se hayan fijadoen la licencia para hacer los cortes de quinas, y para extraerotras sustancias útiles para la medicina.2° Que la extracción y demás preparaciones se haganconforme a las reglas que indicarán las facultades de medicinade Caracas, Bogotá y Quito, en una instrucciónsencilla que deben formar, la que tendrá por objeto impedirla destrucción de las plantas que producen dichassustancias; como también que a <strong>el</strong>las se les dé todo <strong>el</strong> beneficionecesario en sus preparaciones, envases, etc. paraque tengan en <strong>el</strong> comercio mayor precio y estimación.El decreto concluye disponiendo en <strong>el</strong> artículo 9° que en lospuertos donde no se haya establecido la junta inspectora, <strong>el</strong>reconocimiento se hará “por personas int<strong>el</strong>igentes” nombradaspor <strong>el</strong> gobernador, y que la aduanas no admitirán pólizas pararegistrar dichos artículos o sustancias sin los informes respectivos.El artículo 10° dispone que “las facultades de medicinade Caracas, Bogotá y Quito, lo mismo que los prefectos de losdepartamentos, dirigirán al gobierno los informes correspondientes,proponiendo los medios de mejorar la extracción, preparacióny <strong>el</strong> comercio de las quinas, y de las demás sustanciasútiles para la medicina, o para las artes, que contengan los bosquesde Colombia, haciendo todas las indicaciones necesarias,para <strong>el</strong> aumento de este ramo importante de la riqueza pública”.Se explica por sí misma la importancia d<strong>el</strong> decreto. Eldesarrollo de flotas requiere abundante provisión de maderas;la botadura de grandes contingentes navales a principios d<strong>el</strong>a Edad Moderna requirió masivas deforestaciones en losbosques de España e Inglaterra; se quiere evitar estas nocivas


consecuencias para América. La mención recurrente de la quinaobedece a su importancia medicinal, ya que los indígenasdescubrieron su utilidad terapéutica contra <strong>el</strong> paludismo y lamalaria, azotes de la zona tórrida.Como se puede verificar, la norma combina varias estrategias:estudio y censo de las especies útiles; prohibición deextraerlas de las tierras d<strong>el</strong> Estado sin licencia o por encimad<strong>el</strong> límite fijado; control de la sobreexplotación incluso en lor<strong>el</strong>ativo a las especies que crezcan en tierras privadas; estudioscientíficos para mejorar <strong>el</strong> uso y la producción. Conjuntamentecon <strong>el</strong> anterior decreto de protección de aguas y bosques,constituye la base de un régimen conservacionista que luegocomplementarán normas sobre la fauna. Como muchas de lasnormas d<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>, la precedente será muy poco cumplida,y la devastación forestal sigue hasta nuestros días.FaunaProporcionar por todos los medios posibles <strong>el</strong> aumentode las vicuñasEl 5 de julio de 1825 expide <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> desde <strong>el</strong> Cuzco un decretopara la protección de una especie amenazada, en <strong>el</strong> cualse considera un concepto poco manejado en la época: <strong>el</strong> p<strong>el</strong>igrode extinción. Dicha norma se expide atendiendo:A la gran necesidad que hay de proporcionar por todoslos medios posibles <strong>el</strong> aumento de las vicuñas:Al descuido con que hasta ahora ha sido tratada estahermosa y peculiar producción d<strong>el</strong> Perú;A que al fin vendría a aniquilarse si continuasen lasmatanzas que en todos los años se han hecho para sostener<strong>el</strong> comercio de sus lanas:En virtud de lo cual, <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> decreta:1° Se prohíbe, de hoy en ad<strong>el</strong>ante, la matanza de vicuñasen cualquier número que sea.2° A nadie le será permitida, ni aún con <strong>el</strong> pretexto decaza.


3° A los que quieran aprovechar de la lana para comerciarlau otros cualesquiera usos o beneficios, podránverificarlo trasquilándola en los meses de abril, mayo, junioy julio, para que la benignidad de la estación suplaeste abrigo de que se las priva.Para los infractores d<strong>el</strong> decreto se prevé pena de cuatro pesospor cada animal que maten, en beneficio d<strong>el</strong> d<strong>el</strong>ator de lainfracción. Prefecto, intendentes, gobernadores y <strong>el</strong> SecretarioGeneral quedan obligados al c<strong>el</strong>o y vigilancia sobre la materia ya ejecutar y cumplir la norma (Torres Herrera: 19-20).Ventajas que resultarían al Perú si se redujesena rebaños las vicuñasEl mismo 5 de julio de 1825 expide Bolívar otro decreto quecomplementa <strong>el</strong> anterior. Se trata esta vez de reducir a rebañosa las vicuñas. A este efecto, se considera:Las grandes ventajas que resultarían al Perú si se redujesena rebaños las vicuñas:Que la experiencia muestra todos los días la facilidadcon que se domestican;Que en los mismos campos en que se crían y en otrosde temperamento más benigno se proporcionan inmensosterrenos que naturalmente producen <strong>el</strong> pasto de quese alimentanEn virtud de lo cual decreta:1° El individuo que reúna rebaños de vicuñas mansas,recibirá por cada una de <strong>el</strong>las un peso, que deberá descontarsede la contribución que le corresponda; y si fueretan pobre que no pagare ninguna, recibirá este premio endinero efectivo d<strong>el</strong> tesoro de su departamento.2° Esta gracia durará por espacio de diez años contadosdesde la fecha de este decreto.Los siguientes artículos encomiendan a los prefectos de losdepartamentos reglamentar <strong>el</strong> decreto, y a los prefectos, intendentesy gobernadores emplear “toda su autoridad y c<strong>el</strong>oen animar y ad<strong>el</strong>antar este nuevo ramo de industria nacional”


(Torres Herrera: 19-20). La norma es compleja: apunta estavez, no sólo a detener <strong>el</strong> exterminio de la especie protegida,sino a aumentar su número mediante la concentración en rebañoshasta crear un “nuevo ramo de industria nacional”, paralo cual dispone incentivos fiscales de rebaja de tributos e inclusode recompensa monetaria, cuando <strong>el</strong> beneficiario estuviereexento de pagar impuestos por su pobreza. Son normasdoblemente proteccionistas: de la especie amenazada, y de laincipiente economía andina. Como sucederá con otras disposicionesproteccionistas, su observancia será escasa, y la especieseguirá amenazada.


CAPÍTULO 3sociedadesEN LIBERTAD3.1. Pueblos emancipadosLos más de los hombres han perecido por no ser esclavosSegún vimos, Bolívar maneja con soltura <strong>el</strong> escenario de suscampañas y de su acción política. Comprende sus puntos estratégicos,valora <strong>el</strong> significado de la inmensidad americana, lar<strong>el</strong>aciona en forma int<strong>el</strong>igente con las comunicaciones marítimasy los puertos y canales que la facilitan, conoce y valorasus recursos. Pero sin la población, la naturaleza no es más queun escenario vacío. Bolívar sopesa <strong>el</strong> número, las cualidades,las especificidades de la población americana. Ya en la “Cartade Jamaica”, escrita en Kingston <strong>el</strong> 6 de septiembre de 1815,muestra tener conocimiento exacto de la población de los escenariosde la gesta independentista y de los efectos de la guerrasobre <strong>el</strong>la. Comenzando por las geografías más lejanas, las d<strong>el</strong>Cono Sur, apunta:El b<strong>el</strong>icoso estado de las provincias d<strong>el</strong> Río de laPlata ha purgado su territorio y conducido sus armas


vencedoras al Alto Perú, conmoviendo a Arequipa, e inquietadoa los realistas de Lima. Cerca de un millón dehabitantes disfruta allí de su libertad.El reino de Chile, poblado de ochocientas mil almas,está lidiando contra sus enemigos que pretenden dominarlo;pero en vano, porque los que antes pusieron untérmino a sus conquistas, los indómitos y libres araucanos,son sus vecinos y compatriotas; y su ejemplo sublimees suficiente para probarles, que <strong>el</strong> pueblo que ama suindependencia, por fin la logra.Avanzando hacia las regiones meridionales, continúa exponiendola situación demográfica y los efectos de la guerra en <strong>el</strong>la:El Virreinato d<strong>el</strong> Perú, cuya población asciende a millóny medio de habitantes, es, sin duda, <strong>el</strong> más sumiso yal que más sacrificios se le han arrancado para la causad<strong>el</strong> rey, y bien que sean vanas las r<strong>el</strong>aciones concernientesa aqu<strong>el</strong>la porción de América, es indubitable que niestá tranquila, ni es capaz de oponerse al torrente queamenaza a las más de sus provincias.La Nueva Granada que es, por decirlo así, <strong>el</strong> corazón d<strong>el</strong>a América, obedece a un gobierno general, exceptuando<strong>el</strong> reino de Quito que con la mayor dificultad contienensus enemigos, por ser fuertemente adicto a la causa de supatria; y las provincias de Panamá y Santa Marta que sufren,no sin dolor, la tiranía de sus señores. Dos millonesy medio de habitantes están esparcidos en aqu<strong>el</strong> territorioque actualmente defienden contra <strong>el</strong> ejército españolbajo <strong>el</strong> general Morillo, que es verosímil sucumba d<strong>el</strong>antede la inexpugnable plaza de Cartagena. Mas si la tomareserá a costa de grandes pérdidas, y desde luego careceráde fuerzas bastantes para subyugar a los morígeros y bravosmoradores d<strong>el</strong> interior.Luego analiza los efectos d<strong>el</strong> conflicto en la población venezolana,y al respecto apunta:


Los más de los hombres han perecido por no ser esclavos,y los que viven, combaten con furor, en los camposy en los pueblos internos hasta expirar o arrojar al mara los que insaciables de sangre y de crímenes, rivalizancon los primeros monstruos que hicieron desaparecer d<strong>el</strong>a América a su raza primitiva. Cerca de un millón dehabitantes se contaba en Venezu<strong>el</strong>a y sin exageración sepuede conjeturar que una cuarta parte ha sido sacrificadapor la tierra, la espada, <strong>el</strong> hambre, la peste, las peregrinaciones;excepto <strong>el</strong> terremoto, todos resultados de laguerra.En fin, hace <strong>el</strong> recuento de la población de la Nueva Españao México, y de las Antillas Mayores:En Nueva España había en 1808, según nos refiere <strong>el</strong>barón de Humboldt, siete millones ochocientas mil almascon inclusión de Guatemala. Desde aqu<strong>el</strong>la época, la insurrecciónque ha agitado a casi todas sus provincias, hahecho disminuir sensiblemente aqu<strong>el</strong> cómputo que pareceexacto; pues más de un millón de hombres han perecido,como lo podrá usted ver en la exposición de Mr.Walton que describe con fid<strong>el</strong>idad los sanguinarios crímenescometidos en aqu<strong>el</strong> opulento imperio. (…) A pesar detodo, los mejicanos serán libres, porque han abrazado <strong>el</strong>partido de la patria, con la resolución de vengar a sus pasados,o seguirlos al sepulcro. Ya <strong>el</strong>los dicen con Reynal:llegó <strong>el</strong> tiempo en fin, de pagar a los españoles suplicioscon suplicios y de ahogar a esa raza de exterminadores ensu sangre o en <strong>el</strong> mar.Las islas de Puerto Rico y Cuba, que entre ambas puedenformar una población de setecientas a ochocientasmil almas, son las que más tranquilamente poseen los españoles,porque están fuera d<strong>el</strong> contacto de los independientes.Mas ¿no son americanos estos insulares? ¿Noson vejados? ¿No desearán su bienestar? (Pérez Vila,1979: 58-59).


3.2. El monopoliode la inmigraciónNo deben sorprendernos estas minuciosas consideraciones demográficas.El Nuevo Mundo plantea un problema poblacionalnunca antes visto a escala planetaria. Algunas de las civilizacionesamericanas, como la azteca, la maya, la inca, comprendíanantes d<strong>el</strong> Descubrimiento demografías equiparables o superioresa las de los países europeos de la misma época.La Conquista comporta un vasto genocidio de la poblaciónamericana, que algunos calculan en más de sesenta millones devíctimas. Gran parte de las muertes, por cierto, se deben másque a la violencia al contagio de enfermedades provenientesde Europa contra las cuales los aborígenes no tenían defensainmunológica. El resultado es una generalizada despoblaciónd<strong>el</strong> Nuevo Mundo, que las políticas inmigratorias no ayudana corregir.Que no puedan pasar a las Indias, ni a sus islasadyacentes, ningunos naturales ni extranjerosEn su tercer viaje, Cristóbal Colón confunde la Tierra Firmecon <strong>el</strong> Paraíso. Desde mucho antes, autoridades eclesiásticas ypolíticas colocan en este Edén un arcáng<strong>el</strong> jurídico que custodiasus puertas. Una de las primeras decisiones de la Coronaespañola es la de reservarse <strong>el</strong> Caribe como mare clausum, piélagoexclusivo de sus naves. Ello es parte de su monopolio de lacolonización y d<strong>el</strong> comercio con sus posesiones en las Indias.Para defender tal exclusividad, las autoridades ibéricas desplieganuna escrupulosidad casi maniática al determinar quiénpuede pasar a las Indias. Excepcionalmente, en <strong>el</strong> tercer viajede Colón indultan criminales para que hagan la travesía; peroa medida que la noticia de las riquezas americanas aumenta <strong>el</strong>número de aspirantes, crece también <strong>el</strong> rigor de la s<strong>el</strong>ección.Ésta es ante todo discrecional: <strong>el</strong> pase a las Indias requier<strong>el</strong>icencia real, que puede ser otorgada o negada a voluntad. La


Ley primera d<strong>el</strong> Título 26 d<strong>el</strong> tomo IV de la Recopilación de Leyesde los Reinos de las Indias, que sintetiza normas vigentesdesde los reinados de Carlos I hasta <strong>el</strong> de Carlos II, establece:“Declaramos y mandamos que no puedan pasar a las Indias,ni a sus islas adyacentes, ningunos naturales ni extranjeros,de cualquier estado y condición que sean, sin expresa licencianuestra. Y si algunos de los susodichos pasaren sin esta calidad,por <strong>el</strong> mismo hecho hayan perdido y pierdan los bienes que allíadquirieren para nuestra cámara y fisco, menos la quinta parteque aplicamos al denunciador”. Para garantizar <strong>el</strong> cumplimientode la anterior, la ley segunda añade que “Ordenamos ymandamos a los generales y almirantes de armadas y flotas quepongan muy particular cuidado y diligencia en no permitir nidejar que vaya en los baj<strong>el</strong>es de su cargo ningún pasajero sin licencia,con apercibimiento que si averiguare o entendiere que,por su consentimiento o disimulación, fueren alguno o algunosa Indias o islas adyacentes, incurran en privación de sus oficiosy mandaremos hacer la demostración que convenga”. El rigord<strong>el</strong> régimen de licencia es tal, que la ley XVI pauta que “los nacidosen las Indias, hijos de españoles residentes en <strong>el</strong>las, quehubieran venido a estos reinos y tuvieran allí sus padres, nopuedan volver a <strong>el</strong>las sin licencia” (Cortés, 1971: 82).A tales prohibiciones genéricas se añaden infinidad de otrasparticulares. En los primeros años después d<strong>el</strong> Descubrimientosólo se permite <strong>el</strong> paso a las Indias a los nacidos en Castilla; losoriundos de Valencia, Cataluña y Aragón sólo son admitidosmuchos decenios después. En 1596, F<strong>el</strong>ipe II ordena que seanconsiderados “extranjeros” con respecto a las Indias, “para nopoder estar ni residir en <strong>el</strong>las” quienes no fueren naturales d<strong>el</strong>os reinos de Castilla, León, Aragón, Valencia, Cataluña, Navarray las islas de Mallorca y Menorca” (Troconis, 1986: 22). Losportugueses no son admitidos ni siquiera durante <strong>el</strong> lapso deochenta años durante los cuales los reinos de España y Portugalestuvieron unidos, entre 1580 y 1660. Tampoco flamencos,alemanes ni italianos, ni siquiera durante los períodos en loscuales sus reinos son gobernados por <strong>el</strong> monarca español.


Ningún nuevamente convertido a nuestra santa fecatólica, de moro o judíoOtras normas buscan preservar la “limpieza de sangre”, quemás que a la herencia étnica se refiere a la pureza ideológicade los colonos. Entre <strong>el</strong>las figura la ley XV, conforme con lacual “ningún nuevamente convertido a nuestra santa fe católica,de moro o judío, ni sus hijos, puedan pasar a las Indiassin expresa licencia d<strong>el</strong> rey”. En igual sentido ordena otra norma:“mandamos que ningún reconciliado, ni hijo ni nieto d<strong>el</strong>que públicamente hubiere traído sambenito, ni hijo ni nietode quemado o condenado, por herética gravedad ni apostasía,puedan pasar ni pasen a nuestras Indias”. (Mota, 1984: 4-45).Indispensable para <strong>el</strong>lo es además a partir de 1582, y a tenord<strong>el</strong> Título XXX, Ley LIV de las Leyes de Indias, la presentaciónde un certificado eclesiástico que acredite que <strong>el</strong> candidato hacumplido recientemente con los sacramentos de la confesión yla comunión (Troconis, 1986: 20).Algunas personas escandalosas y de no buena vidaEl minucioso absolutismo ibérico también vigila los casosparticulares, y pauta sobre <strong>el</strong>los normas de un carácter tan generalque su aplicación es casi imposible. Así, en Real Céduladada en Valladolid <strong>el</strong> 18 de abril de 1545, <strong>el</strong> príncipe F<strong>el</strong>ipedeclara haber “sido informado que en <strong>el</strong> armada que <strong>el</strong> ad<strong>el</strong>antadoOr<strong>el</strong>lana haze para la provinçia de la Nueva Andaluziaquieren pasar algunas personas escandalosas y de no buenavida y exemplo y otras que no conviene que vayan”, por lo cualordena a los oficiales de la Casa de Contratación de Sevilla queaqu<strong>el</strong>los a quienes atribuya tal condición fray Pedro de Torres,Veedor general de dicha provincia, “no los dexéis ni consintáispasar en <strong>el</strong>la en manera alguna, porque así conviene al serviçiode Dios, Nuestro Señor, y de su magestad” (Academia de CienciasPolíticas y Sociales, 1984: 360). Normas tan imprecisas admitencualquier interpretación y dan lugar a todos los abusos.


La obtención de la licencia para <strong>el</strong> paso a las Indias es, portanto, prolongado proceso burocrático erizado de requisitos,trámites y certificaciones. Hay una lógica en tanto obstruccionismo.Los Habsburgos saben que su inmenso imperio mundialestá amenazado por la dispersión geográfica y la diversidad r<strong>el</strong>igiosa.Su obsesión por la homogeneidad de cultos permite queuna España sumamente diversa dé lugar a esa unidad culturalque llamamos América Latina. Con frecuencia <strong>el</strong> rigorismo llegaa excesos absurdos: Migu<strong>el</strong> de Cervantes Saavedra, quienademás de sus dotes de letrado es distinguido por sus serviciosen la batalla de Lepanto, solicita y nunca obtiene la gracia d<strong>el</strong>paso a las Indias.Con que se hinchan las Indias de gente ociosa y perniciosaLa Corona complementa esta legislación con multitud denormas adjetivas tendentes a verificar su cumplimiento. Las dificultadespara la obtención de las licencias de viaje a las Indiasalientan la práctica de revenderlas, explícitamente prohibida ysujeta a sanción en 1569 (Troconis, 1986: 28). En octubre de1606, F<strong>el</strong>ipe III advierte a los Oficiales Reales que en los buquesque traen esclavos a la Provincia de Venezu<strong>el</strong>a y en otras navesse transportan “cosas prohibidas y pasajeros, marinos y otraspersonas que se quedan allá, con que se hinchan las Indias degente ociosa y perniciosa y particularmente de extranjeros yportugueses”. Como remedio, ordena que las naves regresen aEspaña llevando <strong>el</strong> registro y testimonio de la visita que se lesha hecho al arribar a América, a fin de verificar que no faltanadie de la tripulación. Si <strong>el</strong> buque es vendido en América, <strong>el</strong>nuevo dueño debe presentar a su vez dicho registro; y los oficialesestán obligados a enviar a la Casa de Contratación unamemoria sobre sus tripulantes. (Real Cédula fechada en SanLorenzo a 18 de octubre de 1606, Col. de Doc. Diversos, RealHacienda, t. II, f. Sv. ANC, cit. por Arcila Farías, 1973: EconomíaColonial de Venezu<strong>el</strong>a, T.II: 196). Los oficiales burlan estasdisposiciones alegando la muerte, la deserción o <strong>el</strong> extravío d<strong>el</strong>


inmigrante clandestino, vicisitudes muy frecuentes en los viajesde la época.No menos intrincado que <strong>el</strong> régimen de filtro son las excepcionescasuales. Los banqueros W<strong>el</strong>sares obtienen, no sólo <strong>el</strong>derecho a pasar a la Indias, sino una parte de <strong>el</strong>las en arrendamiento,por lo cual la historia de Venezu<strong>el</strong>a se llena de nombresde sonido germánico: Alfínger, Federman, Speer, Hutten. Elinglés Thomas Gage también arriba a las Indias valiéndose dediversos subterfugios, y ejerce en <strong>el</strong>las actividades que casi podríanser calificadas de espionaje. Juan de Urpín arriba a Venezu<strong>el</strong>acon una sospechosa r<strong>el</strong>ación de cualidades y títulos cuyalegitimidad jamás ha podido ser verificada. Es indudable queuna significativa cantidad de moriscos y de judíos, conversoso no, así como de protestantes secretos, lograron la codiciadalicencia mediante <strong>el</strong> ingenio, la paciencia, la simulación deidentidad o <strong>el</strong> soborno.La transgresión generalizada convierte la excepción en regla.A fin de operar esta transubstanciación, la Corona crea la figurade la “composición de extranjeros” para subsanar mediante <strong>el</strong>pago de una suma las ilegalidades cometidas en la entrada a lasIndias. Sólo <strong>el</strong> Rey puede decidir su otorgamiento; a partir de1630 se le confiere a los militares; posteriormente se la amplíapara favorecer a personas con mucho tiempo de establecidas en<strong>el</strong> Nuevo Mundo, que hubieren prestado servicios a la Corona, ytuvieren hijos y nietos en su nuevo domicilio (Troconis, 1986: 31).Ante tantos y tan intrincados filtros legales cabe preguntarsecómo pueden aparecer, permanecer y prosperar en medio d<strong>el</strong>imperio español tantos grupos de pobladores ilegales de origeneuropeo. La misma muralla jurídica lo favorece, contribuyendoa dificultar <strong>el</strong> poblamiento masivo por parte de los propios españoles.Manu<strong>el</strong> Lucena Salmoral señala que, durante <strong>el</strong> períodode la Colonia, <strong>el</strong> promedio anual de inmigrantes a Américaalcanza a unos 15.000: magra cifra para continente tan extenso(Lucena Salmoral, 1992: 31). François Depons registra que pocasdécadas antes de la Independencia no ingresaban en Venezu<strong>el</strong>aarriba de cien inmigrantes legales por año. En períodos anterioreses posible que la cifra no excediera d<strong>el</strong> medio centenar.


Pero también <strong>el</strong> viajero <strong>el</strong>ige con libertad su destino en lasIndias. Ello favorece la concentración en los sitios de mayor riquezay seguridad. En un momento dado, zarpar para las Indiases ir al Perú, a México, a Panamá o a las Antillas Mayores, pordonde pasan las rutas comerciales con los tesoros de esos ricosvirreinatos. Cuando <strong>el</strong> Caribe se infesta de filibusteros preponderala consideración de la seguridad: <strong>el</strong>lo atrae la población alPacífico, océano exento de la p<strong>el</strong>igrosa presencia de los caribesy donde las arremetidas de otras potencias europeas son esporádicasdebido al dificultoso cruce d<strong>el</strong> Cabo de Hornos. Comoindica Jesús Var<strong>el</strong>a Marcos, “cabe explicarse cómo se produc<strong>el</strong>a ocupación de las costas d<strong>el</strong> Pacífico, mientras las d<strong>el</strong> Atlánticose despueblan” (Var<strong>el</strong>a, 1980: 33). La constante amenaza d<strong>el</strong>os piratas fue <strong>el</strong>emento determinante de la distribución demográficade los íberos en América.A pesar de <strong>el</strong>los, se impone la llamada “concentración defachadas”: la demografía se apiña en las costas, cerca de la víamarítima que lleva riquezas hacia las sucesivas metrópolis ytrae de <strong>el</strong>las instrucciones y modas culturales. Nuestras ciudadesy nuestras clases dominantes miran constantemente a unexterior que las ignora salvo como proveedoras de riquezas.


3.3. El crecimiento de los pueblosLos más de los moradores tienen habitaciones campestres,y muchas veces errantesBolívar, tras aventurar estas cifras sobre la población americanaa principios d<strong>el</strong> siglo XIX, que según vimos son bastante ajustadasa las que calculan los autores de la época, todavía manifiestasu preocupación por su exactitud, por la forma en la cualse podrán precisar magnitudes más certeras, por las posiblescausas de su imprecisión. Algunos habitantes viven aislados encomarcas de difícil acceso, otros huyen de todo censo:La población se calcula por datos más o menos exactos,sin que sea fácil remediar esta inexactitud porqu<strong>el</strong>os más de los moradores tienen habitaciones campestres,y muchas veces errantes; siendo labradores, pastores,nómadas, perdidos en medio de espesos e inmensosbosques, llanuras solitarias, y aislados entre lagos y ríoscaudalosos. ¿Quién será capaz de formar una estadísticacompleta de semejantes comarcas? Además, los tributosque pagan los indígenas; las penalidades de los esclavos;las primicias, diezmos y derechos que pesan sobre los labradores,y otros accidentes alejan de sus hogares a lospobres americanos. Esto sin hacer mención de la guerrade exterminio que ya ha segado cerca de un octavo d<strong>el</strong>a población, y ha ahuyentado una gran parte; pues entonceslas dificultades son insuperables y <strong>el</strong> empadronamientovendrá a reducirse a la mitad d<strong>el</strong> verdadero censo(Pérez Vila, 1979: 59-60).La demanda crecería con <strong>el</strong> aumento de la poblaciónEl exiliado en Jamaica ha cambiado la espada por la pluma.Pero la pluma sin lectores es nula; fingiendo ser súbdito inglés,en diciembre de 1815 Bolívar escribe carta al editor The St. lagoGazette, de Jamaica, en la cual sostiene que la independencia


traerá consigo la libertad de comercio y ésta una acrecentadademanda de bienes británicos: “Las provincias de Américad<strong>el</strong> Sur, una vez libertadas d<strong>el</strong> injusto dominio de la metrópoli,tendrán entre sus primeras atenciones <strong>el</strong> establecimiento d<strong>el</strong>os reglamentos que un pueblo libre requiere para estimular lasactividades de la industria, únicas capaces de sostener con algunafirmeza la posesión de la libertad. El comercio, en dichosEstados, ha de ser ejercido sin miras de monopolio; debe serabolida la abominable doctrina que concede al soberano, o acualesquiera corporaciones colegiadas o compañías establecidaspor la ley, <strong>el</strong> derecho de adquirir privilegios que excluyan alresto de un pueblo d<strong>el</strong> disfrute de los bienes que la naturalezaprodiga, en cualquier rama de la agricultura o d<strong>el</strong> comercio;se acabarán las prohibiciones de exportar o de importar (...)quítens<strong>el</strong>es sus cadenas –en lugar de éstas, establézcanse todaslas leyes que la experiencia de naciones más afortunadas ofrecetan ampliamente, que las obras de escritores sancionados porla aprobación universal han inculcado–, y la América d<strong>el</strong> Surpuede rivalizar en número y vigor con las más favorecidas comunidades.Este mismo año, inclusive, si la mente d<strong>el</strong> pueblode esas colonias se fijase decididamente en <strong>el</strong> establecimientode un gobierno bien regulado, un número tan considerablede pedidos de mercancías serían dirigidos a Kingston y a GranBretaña, que ni siquiera nuestras fuentes de manufacturas existentesbastarían para proveerlas. La demanda crecería con <strong>el</strong>aumento de la población; y en un período de cincuenta años laGran Bretaña encontraría, en <strong>el</strong> extraordinario incremento desu población, <strong>el</strong> resorte principal de su prosperidad manandoen amplias corrientes desde las colonias españolas” (Barnola etal., 1964, T.VIII: 283-285).Bolívar, entonces, piensa como un demógrafo. Para <strong>el</strong> momentoencuentran cada vez más adeptos en Europa las ideas deThomas Robert Malthus, las cuales plantean que los recursostienden a crecer sólo en proporción aritmética mientras que lapoblación lo hace en proporción geométrica, y que por tanto,los acontecimientos que limitan la población, tales como las


pestes y los cataclismos, son en realidad benéficos. Bolívar noconoce estas ideas o no las comparte. A sus consideracionessobre la escasez de la población y su merma por la contiendacorresponderán a lo largo de su carrera medidas encaminadasal fomento de la agricultura, de la ganadería, de la minería yen general de las actividades productivas que faciliten a su vez<strong>el</strong> repunte poblacional. Veremos por ejemplo cómo, con frecuencia,en momentos de verdadera urgencia y p<strong>el</strong>igro para laRepública, Bolívar exceptúa de la recluta a los ciudadanos casados,a fin de facilitar la supervivencia de las familias y de susdescendientes. Entre estas medidas destaca una que tiende arevertir la política española de cierre de la inmigración a colonosno ibéricos.Se invite de nuevo a los extranjeros de cualquiera nacióny profesión que seanBolívar no es <strong>el</strong> único en sostener la necesidad d<strong>el</strong> incrementodemográfico a través de la inmigración. Desde su comienzo,la Primera República, que será llamada “La Patria Boba” abresus puertas a la inmigración. El irlandés Guillermo Burke la defiendeen La Gaceta de Caracas en marzo de 1811; <strong>el</strong> gobiernode Cumaná la decreta de inmediato.Poco después de iniciada la Campaña Admirable, Bolívarestablece en 1813, en Trujillo, un deslinde entre americanosy extranjeros con las terribles palabras d<strong>el</strong> Decreto de Guerraa Muerte: “Españoles y canarios, contad con la muerte aunsiendo indiferentes, si no obráis activamente en obsequio d<strong>el</strong>a libertad de Venezu<strong>el</strong>a”. La realidad es que ambos bandosluchan sin cuart<strong>el</strong>, y están integrados mayoritariamente poramericanos. Los republicanos quieren simplemente deslindarcampos, y <strong>el</strong> deslinde es entre campos políticos, pues ofrecetodos los derechos a los españoles que obren en obsequio de lalibertad. Pero ese mismo año, Bolívar dirige llamados públicos alos extranjeros de cualquier origen, invitándolos a poblar <strong>el</strong> paísy militar en las tropas independentistas.


Así, tras la Campaña Admirable y tras <strong>el</strong> Decreto de Guerraa Muerte, <strong>el</strong> 16 de agosto de 1813 Bolívar sanciona en Caracasresolución en la cual dispone que “se invite de nuevo a los extranjerosde cualquiera nación y profesión que sean, para quevengan a establecerse en estas provincias, bajo la inmediataprotección d<strong>el</strong> gobierno, que ofrece dispensarla abierta y francamente;en la segura int<strong>el</strong>igencia de que la feracidad de nuestrosu<strong>el</strong>o, sus varias y preciosas producciones, la benignidad denuestro clima y un régimen prudente de administración quegarantice la seguridad individual y <strong>el</strong> sagrado derecho de propiedad,debe proporcionarles todas las ventajas y utilidades quepodrían desear en su país. Segundo: Que a cualquier extranjeroque milite bajo nuestras banderas, defendiendo la causa de lalibertad e independencia, se le declare <strong>el</strong> derecho de ciudadanode Venezu<strong>el</strong>a y se recompensen sus servicios de un modocompetente” (Barnola et al., T.V: 33-34). El llamamiento es deuna apertura total: se dirige a extranjeros “de cualquiera nacióny profesión que sean”, sin exclusiones. Se les garantiza “la seguridadindividual y <strong>el</strong> sagrado derecho de propiedad”. Es unaimplícita abrogación d<strong>el</strong> Decreto de Guerra a Muerte, que habíasido expedido más en función de sus efectos propagandísticosque con <strong>el</strong> propósito de ejecución literal.La protección que <strong>el</strong> gobierno concederá a los extranjeroshonradosLa preocupación por aumentar la demografía y sobre todopor reparar mediante la inmigración las atroces pérdidas devidas que han costado las campañas independentistas es constante.Así, <strong>el</strong> 11 de noviembre de 1815, desde Puerto Príncipe,escribe a Pedro Gual, quien se encuentra en Filad<strong>el</strong>fia: “Lasr<strong>el</strong>aciones mercantiles entre Venezu<strong>el</strong>a y los Estados Unidosserán ventajosas a ambas partes: armas, municiones, vestidosy aun buques de guerra, son artículos que tendrá en la primerauna segura y preferible venta, bastante lucrativa para losque emprenden negociaciones de esta clase en la segunda. Los


puertos de Cumaná, Margarita y Barc<strong>el</strong>ona ocupados por nosotros,ofrecen ya puntos seguros donde dirigirse, que nos facilitanla ocupación de los de Caracas y su provincia. El comerciofrecuente entre los americanos d<strong>el</strong> Norte y la protección que <strong>el</strong>gobierno concederá a los extranjeros honrados que quieran establecerseentre nosotros, reparará nuestra despoblación y nosdará ciudadanos virtuosos” (Lecuna, 1947, T.I: 219).La guerra, y sobre todo la feroz Guerra a Muerte, despueblalas comarcas tanto por la caída de las víctimas como por lahuida de los aterrorizados. Tras haber liberado Guayana conlas batallas de San Félix y de las Bocas d<strong>el</strong> Orinoco, una de lasprimeras preocupaciones d<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> es remediar la drásticadespoblación de la zona, que ya de por sí tenía pocos habitantes.Así lo rev<strong>el</strong>a en carta d<strong>el</strong> 7 de agosto de 1817 al coron<strong>el</strong>Leandro Palacios, refugiado en las Antillas: “El país no ha quedadoen <strong>el</strong> mejor estado, por lo que es la población, que casise ha aniquilado en los siete meses de sitio, y porque una granparte de la gente emigró con los españoles. La fortuna es quenuestra escuadra, que ha ido en persecución de la enemiga,debe apresar muchos buques y así restituiremos muchas familiasa sus casas. Hemos encontrado las plazas bien guarnecidasde artillería, algunos almacenes de vestidos, municiones, fusilesy otros efectos interesantes. Yo creo que este suceso acabará deganarnos la opinión de los extranjeros y de decidir a los venezolanosque han quedado aún en esas colonias, para venirse a supaís a trabajar por la libertad” (Lecuna, 1947, T.I: 257-258).A tal efecto, <strong>el</strong> 3 de septiembre de 1817 dirige proclama a losguayaneses, en la cual les pide: “Regresad a vuestros hogares,para participar de las ventajas que brinda un gobierno cuya basefundamental es la justicia, que hace iguales en condición a loshombres y que no reconoce otros títulos sino los de la virtud, laintrepidez y <strong>el</strong> talento” (Barnola et al., 1964, T.X: 381-382).


3.4. La liberaciónde los indígenasPara <strong>el</strong> momento cuando arranca la contienda independentista,la población de Venezu<strong>el</strong>a se acerca al millón de habitantes, yestá jurídicamente separada en castas, a cada una de las cualescorresponden deberes, derechos y estatutos jurídicos distintos.Las castas están en esencia fundadas en un componente étnico.Para formarnos una idea aproximada de la composicióndemográfica y social de nuestra sociedad a principios d<strong>el</strong> sigloXIX, reproducimos <strong>el</strong> cuadro en <strong>el</strong> cual Federico Brito Figueroaestima <strong>el</strong> número de integrantes de cada estamento:ESTRATIFICACIÓN ÉTNICO-SOCIAL DE LA POBLACIÓNVENEZOLANA EN 1800Categorías étnicas y sociales Población % Población total %__________________________________________________________________Blancos, peninsulares y canariosBlancos criollos 172.727 19,0 20,3PardosNegros libres y manumisosNegros esclavos 87.800 9,7 61,3Negros cimarronesIndios tributariosIndios no tributariosPoblación indígena marginal 60.000 6,7 18,4___________________________________898.043 100,0 100_____________________________________________________(Brito Figueroa 1966 p.160)12.000407.00033.36224.00075.56425.5901,345,04,02,68,43,3En <strong>el</strong> cuadro citado podemos leer una especie de mapa socialde la venidera contienda y de su curso. Una minoría de apenas<strong>el</strong> 1,3% de blancos peninsulares, vale decir, nacidos en España,difícilmente podía hacer valer sus privilegios exclusivos contra<strong>el</strong> resto de la población. Esta tarea se le haría asimismo difícil al


20,3% de los llamados blancos criollos, nacidos en las colonias,que en un principio intentaron limitar la Independencia a unsimple corte de subordinación política con España, apropiándosede los privilegios exclusivos y excluyentes de los peninsularesy manteniéndolos casi intactos. La contienda inevitablementeabriría <strong>el</strong> paso a la participación política, y asimismo militar, d<strong>el</strong>79,7% de la población, integrado por las llamadas “castas viles”de pardos, negros e indios, que inevitablemente buscarían conquistarderechos sociales, económicos y políticos largamentepostergados militando primero en las filas de la Corona y luegoen las patriotas. Su abrumadora mayoría determinaría la caídade la Primera y la Segunda República, y finalmente <strong>el</strong> triunfo d<strong>el</strong>a Independencia cuando ésta supo atraerlos a sus filas.Refirámonos en primer término a los indígenas, los más antiguospobladores d<strong>el</strong> escenario de la contienda. El régimen coloniallos había discriminado en varios grupos. Los que FedericoBrito Figueroa denomina población indígena marginal estabanrefugiados en las s<strong>el</strong>vas y los Llanos; mantuvieron la estructurade la comunidad primitiva, la división natural d<strong>el</strong> trabajo, ladiferenciación funcional de sus integrantes, la economía esencialmentede recolección y agricultura incipiente y la lengua,las r<strong>el</strong>aciones de parentesco y otros patrones culturales originales,y su contacto con los colonos no llegó a aculturarlos nia alterar básicamente su estructura comunal primitiva (BritoFigueroa, 1966: 161).Los indios “de policía” o “tributarios”, como su nombre loindica, estaban sometidos a un régimen de coerción extraeconómicaque los obligaba a aportar tributos en especie, enprestación personal y a veces incluso en moneda, a través deimpuestos de capitación. Como hemos visto, para la época secalculaba que existían 75.564, <strong>el</strong> mayor grupo de la poblaciónindígena, o por lo menos de la registrada. Existía también ungrupo de 25.590 indios libres de estas prestaciones, o no tributarios,que sin embargo eran en conjunto discriminados,excluidos y que conjuntamente con los tributarios constituíanun enorme sector social en situación de servidumbre (BritoFigueroa, 1966: 161).


En conjunto, los indígenas integraban <strong>el</strong> 18,4% de la población,proporción significativa si se toma en cuenta que la de laCapitanía por esos tiempos rondaba <strong>el</strong> millón de habitantes.Migu<strong>el</strong> Acosta Saignes apunta que “no constituían de ningunamanera un sector unitario: los 60.000 marginales nunca tomaronparte en la Guerra de Independencia como grupos, y los sometidosa la influencia misional, sólo en pequeña parte podíanrepudiarla. Los indígenas no tributarios, pero no marginales,tomaron a veces parte en la contienda independentista, ya departe de los realistas, ya junto a los patriotas” (Acosta Saignes,1983: 37-38).En líneas generales, los indígenas ocupaban las tierras enforma comunitaria. Dicha práctica fue preservada en algunosde los territorios encomendados a los misioneros, en los cualeséstos establecieron las llamadas misiones o “doctrinas”. Muyfrecuentemente la misión era <strong>el</strong> origen de un poblado que conservabasus tierras y la ocupación comunitaria de <strong>el</strong>las; dichascolectividades fueron llamadas resguardos, y hasta cierto punto<strong>el</strong> régimen colonial aceptó su particular r<strong>el</strong>ación comunal conla tierra. Al final de la Colonia, según verifica Vladimir Acosta,los resguardos habían entrado en un proceso de decadencia “enla medida en que se acentuaba la presión de los terratenientescriollos por apropiarse de las tierras fértiles y bien ubicadas enque generalmente se hallaban e igualmente de la mano de obra”(Acosta, 1989: 39). Además de esta presión, contribuían a sudebilitamiento la creciente despoblación indígena y <strong>el</strong> paral<strong>el</strong>omestizaje.Se acata pero no se cumplePara producir y reproducir su existencia, antes de la Conquistay durante la Colonia la mayoría de los indígenas nocriollizados ni mestizados trabajaban en forma comunitaria.Salvo para la adquisición de algunos cuantos bienes preciados,como herramientas de metal o t<strong>el</strong>as o adornos, no teníannecesidad de comerciar con los invasores, ni de emplearse


como trabajadores de <strong>el</strong>los. Los colonos asumieron la tarea deexaccionarles <strong>el</strong> trabajo mediante la fuerza legitimada por disposicioneslegales, que revistió la forma d<strong>el</strong> llamado “serviciopersonal”. Los indios sometidos a encomienda debían a susencomenderos tanto tributos como servicios personales. Contraesta imposición, más de hecho que de derecho, legislaroninútilmente F<strong>el</strong>ipe II en 1568 y F<strong>el</strong>ipe III en 1612, disponiendoque “entre las cláusulas que se deben expresar en los títulosde encomienda, conforme a las leyes IL y L, Tít. XII, Lib.VI.se ponga ésta: no haya servicio personal de los indios”. Pocasveces adquirió más sentido <strong>el</strong> dicho aplicado a las Leyes de Indiasde que “se acata pero no se cumple”. Los encomenderosno sólo se abstenían de obedecerlas: en numerosas oportunidadesobtenían “gracia real” que los dispensaba de aplicarlas. Ala exacción en trabajo personal se unía la de diversos tributos,<strong>el</strong> más generalizado de los cuales era <strong>el</strong> llamado impuesto decapitación. Éste por sí mismo era un instrumento de sumisión ala economía d<strong>el</strong> salariado y de la moneda, pues a fin de obtener<strong>el</strong> dinero para satisfacerlo los contribuyentes debían necesariamenteemplearse. Los indígenas de la Provincia de Venezu<strong>el</strong>apagaron 336.846 maravedíes en 1637, 13.558 reales en 1778 y30.000 pesos fuertes en 1800 (Brito Figueroa, 1966, T.I: 77-79).Los primitivos propietarios de nuestro su<strong>el</strong>o gozasen antesque nadie de las ventajas de nuestra regeneración civilAl <strong>el</strong>iminar jurídicamente las castas, la República dejó sinefectos las normas aplicables única y exclusivamente a los indígenas,para considerarlos ciudadanos sometidos en igualdadde condiciones al ordenamiento jurídico. Poco después d<strong>el</strong> 19de abril de 1810, la Junta Suprema <strong>el</strong>imina <strong>el</strong> tributo que lospechaba por <strong>el</strong> mero hecho de serlo, medida encaminada, según<strong>el</strong> editorial de La Gaceta de Caracas d<strong>el</strong> 27 de ese mes,a que “...los primitivos propietarios de nuestro su<strong>el</strong>o gozasenantes que nadie de las ventajas de nuestra regeneración civil...”.Posteriormente, la Constitución Federal de 1811 destina los artículos200 y 201 a “...la parte de Ciudadanos que hasta hoy se


han denominado Indios...”. Por <strong>el</strong> primero se dictaban normaspara fomentar su educación, se prohibía que fueran obligadosa realizar trabajos gratuitos contra su voluntad y se permitía “...<strong>el</strong> reparto en propiedad de las tierras que les estaban concedidasy de que están en posesión, para que en proporción y entr<strong>el</strong>os padres de familia de cada pueblo, las dividan y dispongan de<strong>el</strong>las como verdaderos señores, según los términos y reglamentosque formen los Gobiernos provinciales...”. El 201 derogabatodas las normas de la Corona que consideraban a los indígenasmenores de edad y les asignaban protectores. Manu<strong>el</strong> PérezVila apunta certeramente que “La aplicación de estas medidashubiese significado <strong>el</strong> fin de las misiones y de las doctrinas, asícomo la <strong>el</strong>iminación de las tierras de comunidad para convertira cada cabeza de familia, en principio, en dueño de una parc<strong>el</strong>a”.Pero añade que la caída de la Primera República en 1812,al ocasionar la pérdida de vigencia de la Constitución, impidióque dichas normas se aplicaran plenamente (Pérez Vila, 1988,T.III: 374-377). Algunas de sus pautas, sin embargo, encontraránresonancia en futuros decretos d<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>.El indio es de un carácter tan apacibleEn septiembre de 1815, encontrándose en Kingston, Bolívarpublica en un periódico de la isla con <strong>el</strong> seudónimo de “El Americano”reflexiones sobre la población de América y Venezu<strong>el</strong>a,en las cuales parece compartir <strong>el</strong> estereotipo sobre la pasividadd<strong>el</strong> indígena, reverso de la inextinguible ferocidad que le atribuyeronlos conquistadores para justificar su avasallamiento porla fuerza. “El Americano” comienza sus digresiones apuntando:“Observemos que al presentarse los españoles al Nuevo Mundo,los indios los consideraron como una especie de mortalessuperiores a los hombres; idea que no ha sido enteramente borrada,habiéndose mantenido por los prestigios de la superstición,por <strong>el</strong> temor de la fuerza, la preponderancia de la fortuna,<strong>el</strong> ejercicio de la autoridad, la cultura d<strong>el</strong> espíritu, y cuantosaccidentes pueden producir ventajas. Jamás estos han podidover a los blancos, sino al través de una grande veneración como


seres favorecidos d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o”. Tras esta garantía de la sumisiónd<strong>el</strong> indígena, “El Americano” añade: “El indio es de un caráctertan apacible, que sólo desea <strong>el</strong> reposo y la soledad: no aspira niaun a acaudillar su tribu, mucho menos a dominar las extrañas:f<strong>el</strong>izmente esta especie de hombres es la que menos reclamala preponderancia; aunque su número exceda a la suma de losotros habitantes. Esta parte de la población americana es unaespecie de barrera para contener a los otros partidos: <strong>el</strong>la nopretende la autoridad, porque ni la ambiciona, ni se cree conaptitud para ejercerla, contentándose con su paz, su tierra ysu familia. El indio es <strong>el</strong> amigo de todos, porque las leyes no lohabían desigualado, y porque, para obtener todas las mismasdignidades de fortuna y de honor que conceden los gobiernos,no han menester de recurrir a otros medios que a los serviciosy al saber; aspiraciones que <strong>el</strong>los odian más que lo que puedendesear las gracias” (Lecuna, T.I: 178-181).El texto es una perfecta muestra de la llamada “literaturapromocional”, y quizá exagera los tintes idílicos, más que porverdadera convicción d<strong>el</strong> autor, para mover a los lectores anglosajonesa favorecer la independencia de una región d<strong>el</strong> mundoque contaría con tantos y tan apacibles brazos.El cuadro idílico se atenúa poco después en la “Carta deJamaica”, en la cual deplora Bolívar que “los tributos que paganlos indígenas; las penalidades de los esclavos; las primicias,diezmos y derechos que pesan sobre los labradores, y otros accidentesalejan de sus hogares a los pobres americanos”. Estascargas son dobles sobre los aborígenes que además ejercen laagricultura sedentaria, pues les corresponde pagar también lasque pechan a los labradores.Los valientes caribes se presentan en partidas de ciena doscientos con sus flechasPronto los indígenas empiezan a participar en ambos bandosde la contienda. En las filas realistas se destaca <strong>el</strong> célebre indioReyes Vargas. En <strong>el</strong> patriota, numerosos contingentes son deindígenas. Así, <strong>el</strong> 27 de enero de 1817, desde Barc<strong>el</strong>ona, Bolívar


instruye al almirante Brión a fin de que al llegar la escuadra queviene desde Haití para Margarita la haga dirigirse de inmediatoa Barc<strong>el</strong>ona: “Que no haya un instante de detención en esaisla, pues necesito urgentísimamente cuanto conducen, principalment<strong>el</strong>as armas, pues diariamente recibo contingentes dehombres y no tengo armas. Los valientes caribes se presentanen partidas de cien a doscientos con sus flechas. (Mándeme volandopiedras de chispa para los fusiles)” (Barnola et al., 1964,T.X: 129-130).Habiendo dado ya las misiones <strong>el</strong> número de hombrescon que debían contribuir para <strong>el</strong> ejércitoEl destino de la Independencia no tardará en verse ligado demanera cada vez más directa a los indígenas. Las fuerzas patriotastoman Guayana; en <strong>el</strong>la han constituido un rico emporiolos misioneros capuchinos catalanes sirviéndose esencialmented<strong>el</strong> trabajo de los aborígenes. Bolívar confisca los bienes de lasmisiones para contribuir con la intendencia de las tropas republicanas.También recluta 800 indígenas de los caseríos d<strong>el</strong> áreamisional d<strong>el</strong> Caroní.El 13 de octubre de 1817 <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> escribe desde Angosturaal presbítero coron<strong>el</strong> José Félix Blanco preocupándose porla condición de los indios y prohibiendo que se los agobie requiriéndolesservicios personales. Pues en efecto, “Habiendo dadoya las misiones <strong>el</strong> número de hombres con que debían contribuirpara <strong>el</strong> ejército, sólo falta que <strong>el</strong> gobierno sólo conviertaahora su atención en proporcionar a los naturales de todossexos y edades, las ventajas y comodidades posibles. Comisiónque es más grave y esencial que las demás para la f<strong>el</strong>icidad d<strong>el</strong>os indios y estabilidad d<strong>el</strong> gobierno y sistema adoptado. Alívi<strong>el</strong>osVmd. pues, de los trabajos a que hasta ahora han sido aplicadospor necesidad y disminúyales las fatigas. Permítales quese entreguen un poco más a sus ocupaciones y labores propias.Estimúl<strong>el</strong>os con la utilidad que reportarán cultivando la tierra,no sólo para sus necesidades, sino para vender sus sobrantes, ocambiarlos por lo que les haga falta. Inspír<strong>el</strong>es Vmd. confianza


en <strong>el</strong> gobierno, que los tratará de un modo benigno y paternaly hágales amar la vida social, haciéndoles ver las ventajas ycomodidades que presenta. Hágales Vmd. sentir y creer que larecluta que se ha hecho volverá a sus casas a llevar una vidacómoda y tranquila, luego que tomemos a San Fernando, dedonde serán remitidos aquí sin pasar más ad<strong>el</strong>ante: que éstaes una corta ausencia necesaria para que puedan gozar, libresde enemigos, sus tierras y labores. En fin, procure Vmd., porcuantos medios le sugiera su prudencia y sus luces, reducirlosa vivir en sus poblaciones, sin que haya ninguno en los boques,asegurándoles que en lo ad<strong>el</strong>ante no serán tomados ni molestadospara ningún servicio militar, y que <strong>el</strong> gobierno no emplearánunca la fuerza contra <strong>el</strong>los, mientras sean sumisos, obedientesy sociales” (Barnola et al., 1964, T.XI: 234-235).Las proclamas, las ofertas, las gratificaciones y la dulzuraLa recluta produce la resistencia que es de esperar en aborígenespacificados por los misioneros, que no comprendenla naturaleza d<strong>el</strong> conflicto en <strong>el</strong> cual se los obliga a participar.Menudean las deserciones, por lo cual ya <strong>el</strong> día siguiente secomunica de nuevo Bolívar con <strong>el</strong> presbítero coron<strong>el</strong> José FélixBlanco significándole que: “La fuga d<strong>el</strong> pueblo de Tupuquény las deserciones que ha habido en la marcha de los reclutas,manifiestan bien <strong>el</strong> espanto que ha causado la conscripción. Es,pues, de primera necesidad que las proclamas, las ofertas, lasgratificaciones y la dulzura, acompañada oportunamente conlas fuerzas, vu<strong>el</strong>van a inspirarles confianza y atraerlos a sus casas.Logrando esto <strong>el</strong> alivio de los trabajos, <strong>el</strong> cumplimiento d<strong>el</strong>o que se les haya ofrecido y un tratamiento benigno y paternal,los fijarán establemente en sus poblaciones y acabarán de disiparcualquier especie de temor que pueda quedarles” (Barnolaet al., 1964, T.XI: 243-244).Los indígenas sometidos a los misioneros quedan libres. Sinembargo, la República, empeñada en volcar sus fuerzas en laliberación de Colombia y posteriormente en las campañas d<strong>el</strong>Sur, no se ocupa de su destino.


Quedarán eximidos los indígenas de todo servicioen <strong>el</strong> ejércitoEl 15 de octubre de 1818, encontrándose en Bogotá, Bolívarpromulga decreto encaminado a enmendar algunos aspectos d<strong>el</strong>as normas republicanas sobre los indígenas, que como hemosvisto se los consideraban iguales a los demás ciudadanos y portanto titulares de los mismos deberes y derechos. En dicho decreto<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> considera sobre la situación que tales normashan creado para los indígenas: “2º Que habiéndoles igualadola ley de 14 de septiembre d<strong>el</strong> año 11, en las contribucionesa los demás colombianos con <strong>el</strong> objeto de beneficiarles, lejosde haber mejorado su condición, se han empeorado y se hanagravado sus necesidades; 3º Que los mismos indígenas deseangeneralmente, y una gran parte de <strong>el</strong>los ha solicitado hagan sólouna contribución personal, quedando exentos de las cargas ypensiones anexas a los demás ciudadanos”. En virtud de lo cualdecreta: “Art. 1º Los indígenas colombianos pagarán desde laedad de 18 años cumplidos hasta la de 50 también cumplidos,una contribución que se llamará contribución personal de indígenas.Art. 2º Esta contribución será igualmente para todos, lade tres pesos cuatro reales al año. 1. Los indígenas que ademásde las tierras de comunidad o resguardo posean un capital enpropiedad de valor de mil o más pesos en fincas raíces, o enbienes muebles, dejarán de pagar esta contribución, y quedaránsujetos a las ordinarias d<strong>el</strong> común de los ciudadanos.(…)Art. 15° Quedarán eximidos los indígenas de todo servicio en<strong>el</strong> ejército a menos que voluntariamente se presenten a alistarseen los cuerpos veteranos. Estarán libres de pagar derechosparroquiales y de toda contribución nacional de cualquieraclase que sea. Único. Para gozar de la exención de pagar alcabala,es necesario que lo que vendieren, negociaren o contrataren,sea propio suyo, de su cosecha, labranza, crianza ylabor, o perteneciente a otros indígenas (...) Art. 16° En todoslos negocios que interesen a los indígenas, y en las accionesciviles o criminales que se promovieren entre <strong>el</strong>los, o con losdemás ciudadanos, ya sea de comunidad o particulares, serán


considerados como personas miserables; en cuya virtud nose les llevarán derechos algunos por los tribunales y juzgadosseculares, y eclesiásticos. Art. 17° No podrán ser destinadoslos indígenas a servicio alguno, por ninguna clase de personas,sin pagarles <strong>el</strong> correspondiente salario, según la costumbre d<strong>el</strong>país. Art. 18° Se conservarán los pequeños cabildos y empleadosque han tenido las parroquias de indígenas para su régimeneconómico. Art. 19° En las parroquias donde hayan tierras decomunidad o resguardo, se asignará a cada familia de indígenasla parte necesaria para su habitación y cultivo particular a másde lo que necesiten en común para sus ganados y otros usos.Art. 20° En donde haya sobrante de tierras podrá arrendarsea beneficio de la comunidad de indígenas (...). Art. 21° Los curasy protectores estimularán a los indígenas por los mediosmás suaves a trabajar en común una porción suficiente de tierrad<strong>el</strong> sobrante de los resguardos para invertir sus productosprecisamente en beneficio de los mismos indígenas” (Blancoy Azpúrua, 1978, T.XIII: 137-140).Como se puede observar, <strong>el</strong> decreto está animado por <strong>el</strong> propósitode sustituir una diversidad de tributos por un impuestoúnico o de capitación, así llamado porque se está obligado apagarlo por <strong>el</strong> mero hecho de existir. Se lo exige desde los 18hasta los 50 años, edades que para la época se consideran como<strong>el</strong> inicio y la declinación de la capacidad productiva. Los indígenasque posean más de mil pesos en propiedad individualno lo pagarán y sí estarán sujetos a los tributos ordinarios. Loque es particularmente importante en épocas en las cuales laguerra ha sido muy cruenta, los indígenas están exceptuadosd<strong>el</strong> servicio militar. Quedan libres asimismo de toda prestaciónen trabajo que no sea remunerada, y se asignarán tierras decomunidad o resguardo a cada familia en particular, con lo cualse intenta sustituir la propiedad comunitaria sobre la tierra porla familiar y en última instancia la individual. Sin embargo, unaporción de las tierras d<strong>el</strong> resguardo serán trabajadas en común,y sus frutos aprovechados en forma colectiva.


Por haber sido la más vejada, oprimida y degradadadurante <strong>el</strong> despotismo españolEl 20 de mayo de 1820, promulga Bolívar desde la villa d<strong>el</strong>Rosario de Cúcuta otro decreto para proteger a los indígenas.En los considerandos consta <strong>el</strong> propósito de “corregir los abusosintroducidos en Cundinamarca en la mayor parte de lospueblos de naturales, así contra sus personas como contra susresguardos y aún contra sus libertades”, considerando que“esta parte de la población de la República merece las más paternalesatenciones d<strong>el</strong> gobierno por haber sido la más vejada,oprimida y degradada durante <strong>el</strong> despotismo español”. La partedispositiva de la norma comienza con un enérgico reconocimientode los derechos de propiedad sobre las extensiones d<strong>el</strong>os resguardos, a cuyo efecto dispone <strong>el</strong> artículo 1° “Se devolveráa los naturales, como propietarios legítimos, todas las tierrasque formaban los resguardos según sus títulos, cualquiera quesea <strong>el</strong> que aleguen para poseerlas los actuales tenedores”. Siguennormas de distribución de la tierra, como la d<strong>el</strong> artículo3º: “Integrados los resguardos en lo que se les haya usurpado,los jueces políticos repartirán a cada familia tanta extensión deterreno cuanto cómodamente pueda cultivar cada una, teniendopresente <strong>el</strong> número de personas de que conste la familia yla extensión total de los resguardos”. El artículo 4º dispone que“Si repartidos los resguardos a las familias, como se ha dicho,quedaren tierras sobrantes, las arrendarán por remate los mismosjueces políticos a los que más dieren y afianzaren mejor,prefiriendo siempre por <strong>el</strong> tanto a los actuales poseedores”.Otras normas d<strong>el</strong> decreto se refieren a la administración deintereses comunitarios y a la educación en los resguardos. Así,<strong>el</strong> artículo 6º dispone que “Los productos de los terrenos quese arrienden conforme al artículo 4º se destinarán, parte para <strong>el</strong>pago de tributos y para <strong>el</strong> pago de los su<strong>el</strong>dos de maestros de lasescu<strong>el</strong>as que se establecerán en cada pueblo”. Y <strong>el</strong> artículo 9ºdispone que “Todos los jóvenes mayores de cuatro años y menoresde catorce asistirán a las escu<strong>el</strong>as donde se les enseñarán


las primeras letras, la aritmética, los principios de la r<strong>el</strong>igióny los derechos y deberes d<strong>el</strong> hombre y d<strong>el</strong> ciudadano en Colombiaconforme a las leyes”. Es una suerte de decreto de instrucciónprimaria obligatoria, gratuita para los educandos, que serácosteada por <strong>el</strong> producto común de los resguardos.Finaliza <strong>el</strong> decreto con disposiciones que proscriben abusosarraigados, como <strong>el</strong> de la prestación personal, prohibida en <strong>el</strong>artículo 12°: “Ni los curas, ni los jueces políticos, ni ningunaotra persona empleada o no, podrá servirse de los naturalesde ninguna manera, ni en caso alguno, sin pagarles <strong>el</strong> salarioque antes estipulen en contrato formal c<strong>el</strong>ebrado a presenciay con consentimiento d<strong>el</strong> juez político”. También se prohíbe lasimonía, o comercio escandaloso con los bienes espirituales, en<strong>el</strong> artículo 14°: “Cesarán absolutamente desde este momento,como escandalosas y contrarias al espíritu de la r<strong>el</strong>igión, a ladisciplina de la iglesia y a todas las leyes, las costumbres de noadministrar los sacramentos a los f<strong>el</strong>igreses mientras no han pagadolos derechos de cofradía y congrua, la de obligarlos a quehagan fiestas a los santos y la de exigirles derechos parroquialesde que están exentos los naturales por <strong>el</strong> estipendio que da <strong>el</strong>Estado a los curas”. Cierra <strong>el</strong> decreto con una norma de exc<strong>el</strong>enteprevisión. Gran parte de los indígenas son analfabetos y lapresunción leguleya de que la ley es conocida desde su publicaciónreviste <strong>el</strong> carácter de ironía. El artículo 15° pauta que “Elpresente decreto no sólo se publicará d<strong>el</strong> modo acostumbrado,sino que los jueces políticos instruirán de su contenido a losnaturales, instándolos a que representen sus derechos aunquesea contra los mismos jueces y a que reclamen cualquiera infracciónque se cometa” (Pérez Vila, 1979: 140-142).Para obligarnos al tributo y a sus repetidas contribucionesPero una cosa es legislar contra un abuso generalizado, y otralograr erradicarlo. Con frecuencia los indígenas buscan amparoen <strong>el</strong> propio <strong>Libertador</strong> contra la repetida infracción de lasnormas que los favorecen. Así, ante una representación de losindígenas, Bolívar resu<strong>el</strong>ve en <strong>el</strong> Cuart<strong>el</strong> General de San Cristó-


al, <strong>el</strong> 22 de abril de 1820: “Libértese al pueblo de Coyaima detributos, y quede sujeto a las contribuciones de la República”.Pero ya <strong>el</strong> 16 de febrero de 1821, varias autoridades, entre <strong>el</strong>lasdos alcaldes ordinarios, dos alcaldes provisionales y un vecino“a ruego de todo <strong>el</strong> pueblo por no saber firmar”, le exponen que“aunque sepultados en <strong>el</strong> centro de la ignorancia, no acabamosde admirar de que no tuvo facultades para inhibirnos, pero sílas tuvo para obligarnos al tributo y a sus repetidas contribuciones;que a pesar de esto nos han obligado después de libertadospor V.E., lo que hacemos presente al Excmo. Señor para quedetermine lo que tenga a bien, porque los indios dicen que hoyestán en peor estado que en <strong>el</strong> tiempo de la opresión”. El 16de abril de 1821 dispone Bolívar: “Pero no siendo justo que losque pagan la odiosa contribución d<strong>el</strong> tributo sufran también lasextraordinarias que se impongan, no se exigirá a los tributariosde Coyaima sino <strong>el</strong> tributo solo como a los demás de igual clase,o las contribuciones todas, y no <strong>el</strong> tributo, según hubiese resu<strong>el</strong>to<strong>el</strong> Vicepresidente” (Pérez Vila, 1960: 161-163).Los encarc<strong>el</strong>a hasta cuando gusta para saciar su pasiónIgualmente, <strong>el</strong> 31 de diciembre de 1820 una comunidad deindígenas de Tunja se queja ante él expresando que: “Los indiosd<strong>el</strong> pueblo de Pirativa, con la mayor sumisión y rendimiento,en este pap<strong>el</strong> común, por nuestra miseria, expresamos a V.E.que <strong>el</strong> amor y paternal atención de sus miras, en nosotros noha tenido efecto: porque los dos primeros puntos de V.E. se hanechado por <strong>el</strong> su<strong>el</strong>o d<strong>el</strong> todo. No se atendió a la letra de lostítulos de nuestro resguardo; sino a un complot hecho entre<strong>el</strong> comisionado, un eclesiástico vasco, y <strong>el</strong> administrador de lahacienda que llaman La Compañía, y la de las Monjas: hemossalido perjudicados. Este comisionado fue <strong>el</strong> que secuestró losbienes de nuestro cura en su prisión: fue Corregidor en tiempode los españoles, y hasta ahora nos hostiliza. Asi es que nonos dá nuestros títulos hasta que no le demos 16 pesos de susdietas. D<strong>el</strong> mismo modo <strong>el</strong> Corregidor Juez Político, y por sentimientosde antemano, manda a llamar a los vecinos e indios de


nuestro pueblo y los encarc<strong>el</strong>a hasta cuando gusta para saciarsu pasión. Nosotros hemos ocurrido a las autoridades de la Provincia,y de éstas sale <strong>el</strong> que más nos castiguen (…)”. Evidentemente,muchos funcionarios insisten en mantener a los indígenasen un régimen de minoridad. En <strong>el</strong> Cuart<strong>el</strong> General deBogotá, <strong>el</strong> 16 de enero de 1821, resu<strong>el</strong>ve Bolívar sumariamente:“Pase al señor Gobernador de Tunja para que ampare a estosindios y se le recomienda no solamente a los representantes,sino a todos los demás de la provincia para que no se les estrecheen sus heredades, y por <strong>el</strong> contrario se les ensanche cuantosea necesario. Siendo ésta la voluntad d<strong>el</strong> Gobierno porque asílo exige la justicia” (Pérez Vila, 1960: 108-109).Ha reinado un abuso general en todos los corregimientosde esta provinciaLas quejas de la índole citada menudean, al punto de que<strong>el</strong> 12 de febrero de 1821, Bolívar se encuentra en Santa Rosade Viterbo y sirviéndose de su secretario Pedro Briceño Méndezcomunica al gobernador comandante general de Tunja “Lasinnumerables quejas que ha oído S.E. <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> en todosy en cada uno de los pueblos de esta provincia por donde hatransitado, con motivo de la repartición de los resguardos entr<strong>el</strong>os indios y cumplimiento d<strong>el</strong> decreto expedido en 20 de mayod<strong>el</strong> año próximo pasado, mandando que se les reintegrasen susrespectivos resguardos, han hecho conocer a S.E. no solamenteque ha reinado un abuso general en todos los corregimientos deesta provincia, sino que los indios, lejos de ser mejorados y haberadquirido sus tierras, y con <strong>el</strong>las los medios de sostener susfamilias, han sido despojados de <strong>el</strong>las y confinados en muchaspartes a terrenos estériles, y reducidos a una menor extensiónque la que gozaban antes. S.E. sabe que <strong>el</strong> pretexto de que generalmentese han servido para ejercer tamaña iniquidad contra<strong>el</strong> espíritu d<strong>el</strong> decreto dictado en favor de los indios, es <strong>el</strong> establecimientode las escu<strong>el</strong>as y dotación de los maestros. Es una


interpretación bien gratuita y arbitraria la que supone que <strong>el</strong>objeto d<strong>el</strong> gobierno haya sido éste y no <strong>el</strong> de hacer entrar a losindios en posesión de sus territorios y procurarles una cómoday fácil subsistencia. (...) Cree pues S.E. que este abuso o faltaproviene seguramente de los jefes políticos encargados de la ejecuciónd<strong>el</strong> decreto, y creyendo también que mientras sean <strong>el</strong>losmismos los encargados, no se lograrán los benéficos resultadosde las disposiciones contenidas en aqu<strong>el</strong> decreto, me mandadiga a Ud.: (...) 2º Que se encarga a Ud. (y no al gobernador políticode la provincia) <strong>el</strong> cumplimiento d<strong>el</strong> decreto de 20 de mayo(...). S.E. quiere además y encarga a Ud. que en cualquier casode duda, consulte Ud. <strong>el</strong> interés y ventajas de los indios. 3° Quehecho <strong>el</strong> repartimiento por Ud. mismo y por los comisionadosque nombre al efecto, y que no serán los corregidores, puestoslos indios en posesión de la parte de tierras que les pertenecen,tan liberalmente como sea posible y sin estrecharlos de ningúnmodo por <strong>el</strong> solo fin de que queden sobrantes, (...). El objetode S.E. que debe Ud. tener siempre a la vista, es favorecer estaparte de nuestra población tanto o más que lo que ha sido deprimiday degradada hasta aquí. 4º Que S.E. se promete no sóloremediar con este expediente los males que ha causado en estaprovincia <strong>el</strong> decreto de 20 de mayo por la siniestra y arbitrariaint<strong>el</strong>igencia que se le ha dado, sino evitar que se causen nuevosdisgustos e injusticias a los indios”. Concluye <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>manifestando su esperanza de que “no volverá a oír quejas niclamores sobre esto, y hace a Ud. responsable de cualquieraque resulte de parte de los indios por falta de c<strong>el</strong>o e interés deUd. por su causa, que es la de la justicia, de la naturaleza y de larazón” (O’Leary, 1981, T. XVIII: 57-59).Es otra de sus tantas esperanzas que no se cumplirán. Seencomienda <strong>el</strong> reparto de las tierras d<strong>el</strong> resguardo al mismogobernador comandante de la provincia de Tunja; pero nadagarantiza que no cometa los mismos abusos en los cuales incurrieronjefes políticos y corregidores.


Cuanto más salvajes sean los indígenas harán menos faltaA medida que la causa independentista avanza, se les vaimponiendo en <strong>el</strong>la a los indígenas un importante pap<strong>el</strong>: <strong>el</strong>de combatientes. El 29 de diciembre de 1821 se encuentra <strong>el</strong><strong>Libertador</strong> en Zumbique, desde donde comunica al vicepresidenteFrancisco de Paula Santander diversas medidas sobre ladistribución y destino de las tropas republicanas. En la cartadispone que: “1° Los batallones Carabobo y Tiradores debentrasladarse a Caracas y sus inmediaciones para que allí seancompletados hasta 1.000 hombres cada uno con los indios purosd<strong>el</strong> departamento d<strong>el</strong> Magdalena”. Asimismo ordena que “3ºLa guarnición de Cartagena y Santa Marta debe componersede indios puros venidos d<strong>el</strong> departamento de Venezu<strong>el</strong>a”. Mandaasimismo que “4º La guarnición d<strong>el</strong> departamento d<strong>el</strong> Zuliadebe ser compuesta de un batallón de indios puros venidos d<strong>el</strong>departamento de Orinoco, que deberá formarse en la isla deMargarita, para que no puedan desertar de allí y viceversa laguarnición de Oriente debe tener un batallón d<strong>el</strong> Zulia compuestode indios puros. Ambos cuerpos deberán crearse conoficiales de los mismos departamentos de donde sea la tropa, ytodos deben marchar embarcados para que no puedan aprenderlos caminos”. Siguen las instrucciones en <strong>el</strong> sentido de que“5° Estas tropas deben colocarse en los lugares más sanos ycuidarse perfectamente hasta que se aclimaten. 6º Cuanto mássalvajes sean los indígenas harán menos falta a la agricultura,a las artes y de consiguiente a la sociedad, y no dejarán de serbuenos soldados porque sean salvajes. Esta consideración meha movido a dar la preferencia a los indígenas para la creaciónde estos cuerpos; pues en general los naturales d<strong>el</strong> país no tienenindustria alguna, y ha padecido en la guerra esta raza menosque las demás” (O’Leary, 1981, T.XVIII: 607-608).Las medidas hablan por sí mismas. Se destina al Zulia indígenasd<strong>el</strong> Orinoco, y a Oriente indios d<strong>el</strong> Zulia, para dificultarlesque deserten. Se los traslada por barco, tanto para evitarque abandonen sus destacamentos, como para impedir queaprendan los caminos para regresar. Se prefiere a los indígenas


por su supuesto salvajismo, por lo cual su recluta hará menosdaño a la agricultura, a las artes, a la industria y a la sociedad.En medio de la igualdad republicana quedan remanentes d<strong>el</strong>antiguo prejuicio.Amarrará y conducirá a este cuart<strong>el</strong> general todos, todoslos indiosQue no son muy amables las prácticas para incorporar a losindígenas al servicio y mantenerlos en él, lo corrobora ordenque Bolívar dirige desde Quito <strong>el</strong> 25 de enero de 1823 al comandanteMartínez, en <strong>el</strong> sentido de que debe salir al encuentro deun oficial que llega de Pasto con un piquete d<strong>el</strong> batallón Rifles,<strong>el</strong> cual escolta más de doscientos fusiles que acarrean otros tantosindios. Al respecto, dispone que “Recibirá Ud. contados losfusiles, y tomando las mayores precauciones amarrará y conduciráa este cuart<strong>el</strong> general, todos, todos los indios, sin que seescape ninguno; en la int<strong>el</strong>igencia de que Ud. es responsable d<strong>el</strong>a fuga de uno solo que sea” (O’Leary, 1981, T.XIX: 439).Capitán urbano de los naturalesEn cuanto a la participación de los indígenas en la contiendaque avanza, ésta es tan diversa y cambiante como la de losdemás sectores excluidos. Una parte significativa de los blancosde orilla y de los pardos está al principio a favor de la Corona yluego favorece a la Independencia. No es de extrañar que muchosindígenas sigan esta trayectoria.Valga como ejemplo de muchos destinos <strong>el</strong> de Juan de losReyes Vargas, llamado “El Indio Vargas”, nacido en Siquisique,estado Lara, hacia 1780. En 1812 conspira con las autoridadesde Coro y con <strong>el</strong> sacerdote Andrés Torr<strong>el</strong>las, a quienes confía supropósito de sublevarse a favor de la Corona y les pide refuerzos.El capitán de fragata Domingo de Monteverde parte contal propósito de Coro <strong>el</strong> 10 de marzo de ese año, pero sin esperarloReyes Vargas se alza en Siquisique a la cabeza de una huestede cien flecheros y doscientos fusileros indios o mestizos,


aprisiona al teniente justicia mayor republicano y al comandanted<strong>el</strong> destacamento y quema públicamente <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> monedad<strong>el</strong> gobierno patriota. Al entrar en la villa, Monteverde lonombra “Capitán urbano de los naturales” de Siquisique. Ambaspartidas toman Carora <strong>el</strong> 23 de marzo e inician la campañaque logra la capitulación de San Mateo. Reyes Vargas, que eraanalfabeto, participó con diversa fortuna en numerosos combates:fue batido en Cerritos Blancos por <strong>el</strong> coron<strong>el</strong> Ramón Garcíade Sena, derrotó al general Rafa<strong>el</strong> Urdaneta en Baragua, y en lamisma región bate a Francisco Colmenares. Por sus acciones,Fernando VII le confiere la Cruz de Carlos III. Vargas se pasaen 1820 al bando patriota, y Bolívar, que recibe su adhesión enTrujillo <strong>el</strong> 20 de octubre de ese año, le tiene tanta estimacióncomo enemigo que le conserva su grado de coron<strong>el</strong>, con <strong>el</strong> cualcombate en Paraguaná contra las fuerzas d<strong>el</strong> coron<strong>el</strong> Inchauspe,y contra las de Lorenzo Morillo (Rosales, 1950).El título y autoridad de los caciques quedan extinguidosEn <strong>el</strong> proceso independentista es frecuente la colisión entre<strong>el</strong> Derecho revolucionario y <strong>el</strong> tradicional, y corresponde a laautoridad republicana decidir entre ambos. Así, <strong>el</strong> 4 de julio de1825, hallándose en Cuzco, <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> promulga un nuevodecreto que desarrolla los principios igualitarios de la NormaFundamental, pero que comporta importantes cambios en lasr<strong>el</strong>aciones tradicionales de las comunidades originarias. En lamotivación de la norma, considera: “1° Que la constitución d<strong>el</strong>a República no conoce la desigualdad entre los ciudadanos;2º Que se hallan extinguidos los títulos hereditarios; 3º Que laconstitución no señala ninguna autoridad a los caciques”. Envirtud de lo cual, decreta que: “1° El título y autoridad de loscaciques quedan extinguidos; 2º Las autoridades locales ejerceránlas funciones de los extinguidos caciques” (Barret et al.,1961, T.I: 406).Bolívar zanja así una cuestión primordial en la constituciónd<strong>el</strong> Estado moderno. Según la teoría desarrollada porGrocio y Hobbes, que <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> conoce bien, la soberanía


se ejerce en forma total y uniforme sobre todos aqu<strong>el</strong>los queforman parte d<strong>el</strong> Estado. El emperador Federico II de Suabiacreó en <strong>el</strong> siglo XIII en <strong>el</strong> Reino de las Dos Sicilias uno de losprimeros mod<strong>el</strong>os d<strong>el</strong> Estado Moderno, y su política primordialconsistió en la progresiva <strong>el</strong>iminación de las potestades a propiotítulo, vale decir, que no podían ser conferidas ni retiradaspor <strong>el</strong> poder soberano. Pues la soberanía, si creemos a HugoGrocio, es un poder “cuyos actos no están sometidos a otroderecho, de suerte que puedan anularse por <strong>el</strong> arbitrio de otravoluntad humana” (Sabine, 1966: 311). Así como la Repúblicano reconoce títulos nobiliarios hereditarios, tampoco puede admitircacicazgos instituidos por herencia.Que ningún individuo d<strong>el</strong> Estado exija directao indirectamente <strong>el</strong> servicio personal de los peruanosindígenasCon igual fecha, promulga <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> otra norma que complementala anterior, fundada en los considerandos siguientes:“1° Que la igualdad entre los ciudadanos es la base de la Constituciónde la República; 2º Que esta igualdad es incompatiblecon <strong>el</strong> servicio personal que se ha exigido por fuerza a los naturalesindígenas, y con las exacciones y malos tratamientos quepor su estado miserable han sufrido estos en todos tiempos porparte de los jefes civiles, curas, caciques y aun hacendados; 3ºQue en la distribución de algunas pensiones y servicios públicoshan sido injustamente recargados los indígenas; 4º Que en<strong>el</strong> precio d<strong>el</strong> trabajo a que <strong>el</strong>los han sido dedicados de grado opor fuerza, así en la explotación de minas como en la labor detierras y obrajes han sido defraudados de varios modos; 5º Queuna de las pensiones más gravosas a su existencia es <strong>el</strong> pagode los derechos excesivos y arbitrarios que comúnmente su<strong>el</strong>ecobrárs<strong>el</strong>es por la administración de los sacramentos; he venidoen decretar, y decreto: 1º Que ningún individuo d<strong>el</strong> Estadoexija directa o indirectamente <strong>el</strong> servicio personal de los peruanosindígenas, sin que preceda un contrato libre d<strong>el</strong> precio desu trabajo. 2º Se prohíbe a los prefectos de los departamentos,


intendentes, gobernadores y jueces, a los pr<strong>el</strong>ados eclesiásticos,curas y sus tenientes, hacendados, dueños de minas y obrajesque puedan emplear a los indígenas contra su voluntad enfaenas, séptimas, mitas, pongueajes y otras clases de serviciosdomésticos y usuales. 3º Que para las obras públicas de comúnutilidad que <strong>el</strong> gobierno ordenare no sean presionados únicament<strong>el</strong>os indígenas como hasta aquí, debiendo concurrir todociudadano proporcionalmente según su número y facultades.4º Las autoridades políticas, por medio de los alcaldes o municipalidadesde los pueblos, harán <strong>el</strong> repartimiento de bagajes,víveres y demás auxilios para las tropas o cualquiera otro objetode interés sin gravar más a los indígenas que a los demás ciudadanos.5º Los jornales de los trabajadores en minas, obrajesy haciendas, deberán satisfacerse según <strong>el</strong> precio que contratarenen dinero contante, sin obligarles a recibir especies contrasu voluntad y precios que no sean corrientes de plaza. (...); 6ºQue los indígenas no deberán pagar más cantidad por derechosparroquiales que las que designen los aranc<strong>el</strong>es existentes o losque se dieren en ad<strong>el</strong>ante. 7º Que los párrocos y sus tenientesno puedan concertar estos derechos con los indígenas sin laintervención d<strong>el</strong> intendente o gobernador d<strong>el</strong> pueblo” (Barretet al., 1961, T.I: 407-408).También esta norma sienta una crucial divisoria entre sistemaspolíticos. Hemos visto que desde la Conquista <strong>el</strong> trabajo d<strong>el</strong>indígena estaba regido por un conjunto de prácticas que pudiéramosllamar semifeudales, que lo obligaban por su condiciónde tal a ciertas prestaciones no remuneradas, o remuneradasen especie, en beneficio de encomenderos, misioneros o terratenientes.La norma insiste una vez más en la igualdad jurídica,al disponer que no han de ser los indígenas presionados para lasobras públicas de manera preferente que los demás ciudadanos;que la prestación de servicios ha de ser reglada por contrato; qu<strong>el</strong>a remuneración ha de ser en dinero de curso legal y según losprecios fijados por la oferta y la demanda. Con la norma se intentasometer <strong>el</strong> trabajo de los indígenas a la economía monetariay al mercado. Con particular énfasis se señala a jefes civiles, caciques,hacendados, prefectos de los departamentos, intenden-


tes, gobernadores y jueces, a los pr<strong>el</strong>ados eclesiásticos, curasy sus tenientes, hacendados, dueños de minas y obrajes comoincursos en inveteradas prácticas contrarias a la norma, y seencomienda la ejecución de <strong>el</strong>la a las autoridades republicanas.Como en otras cuestiones que considera fundamentales, Bolívarpromueve con la mayor diligencia la puesta en práctica d<strong>el</strong>as normas. En la misma fecha, dirige comunicación al ministrode gobierno d<strong>el</strong> Perú en la cual manifiesta su voluntad de qu<strong>el</strong>os anteriores decretos y los que se promulgaren, y en especiallos que favorecen a los aborígenes, deben ser aplicados en parteo en todo en los departamentos que administra directamente <strong>el</strong>Consejo de Gobierno (Barret et al., 1961, T.I: 409).Cada indígena, de cualquiera sexo o edad que sea,recibirá un topo de tierraEn la cuestión indígena de la época, como en otros temas sociales,es clave la distribución de la tierra, medio de producciónfundamental en las sociedades agrarias. Por <strong>el</strong>lo, <strong>el</strong> mismo atareado4 de julio de 1825 Bolívar promulga todavía otro decretor<strong>el</strong>ativo a la tierra, fundado en estos considerandos: “1º Quea pesar de las disposiciones de las leyes antiguas nunca se haverificado la repartición de las tierras con la proporción debida;2º Que la mayor parte de los naturales han carecido d<strong>el</strong> goce yposesión de <strong>el</strong>las; 3º Que mucha parte de dichas tierras, aplicablesa los llamados indios, se hallan usurpadas con varios pretextospor los caciques y recaudadores; 4º Que <strong>el</strong> uso precarioque se les concedió en <strong>el</strong> gobierno español ha sido sumamenteperjudicial a los progresos de la agricultura y a la prosperidadd<strong>el</strong> Estado; 5º Que la Constitución de la República no conoce laautoridad de los caciques sino la de los intendentes de provinciay gobernadores de sus respectivos distritos”.Por las consideraciones expuestas, resu<strong>el</strong>ve Bolívar que “hevenido en decretar, y Decreto: 1º Que se ponga en ejecución lomandado en los artículos 3º, 4º y 5º d<strong>el</strong> decreto dado en Trujilloa 8 de abril de 1824 sobre repartición de tierras de comunidad.2º En la masa repartible se incluirán aqu<strong>el</strong>las de que se han


aprovechado los caciques y recaudadores por razón de suoficio (...); 4º No se comprenden en <strong>el</strong> artículo; 2º los caciquesde sangre en posesión y los que acrediten su legítimo derecho,a quienes se declara la propiedad absoluta de las tierras queen repartimiento les hayan sido asignadas. 5º Los caciques queno tengan ninguna posesión de tierra propia recibirán por sí,por su mujer y por cada uno de sus hijos la medida de cincotopos de tierra o una igual a ésta en los lugares donde no seconozca la medida de topos (legua y media). 6º Cada indígena,de cualquiera sexo o edad que sea, recibirá un topo de tierra enlos lugares pingües y regados. 7º En los lugares privados de riegoy estériles, recibirán dos topos. 8º Los indígenas que fuerondespojados de sus tierras en tiempo d<strong>el</strong> gobierno español pararecompensar con <strong>el</strong>las a los llamados pacificadores de la revoluciónd<strong>el</strong> año 14, se les compensará en <strong>el</strong> repartimiento que sehaga de las tierras de comunidad con un tercio más de terrenoque <strong>el</strong> que se asigne a los demás que no hayan experimentadoeste perjuicio. 9º Que la propiedad absoluta, declarada a los denominadosindios en <strong>el</strong> artículo 2º d<strong>el</strong> citado decreto, se entiendacon la limitación de no poderlas enajenar hasta <strong>el</strong> año 50 yjamás en favor de manos muertas, so pena de nulidad” (Barretet al., 1961, T.I: 410-411).En su conjunto, la norma configura lo que llamaríamos ahorauna reforma agraria. Revierten al conjunto de tierras a ser repartidasaqu<strong>el</strong>las de las que se han aprovechado los caciques ylos recaudadores, asumiendo al parecer que para tal aprovechamientohan abusado de sus funciones. Caciques e indígenas d<strong>el</strong>común reciben lotes de tierras; cuando éstas no sean pingüeso regadas, se otorgará <strong>el</strong> doble de extensión, y se otorgará untercio más a las víctimas de las confiscaciones efectuadas porlos realistas <strong>el</strong> año 1814. Todavía un rasgo más acredita <strong>el</strong> carácterprevisivo de la norma: se limita la enajenabilidad de latierra concedida por 25 años, hasta <strong>el</strong> año 1850, para evitarlo que sucedería con otras reformas agrarias posteriores, enlas cuales a menudo los fundos otorgados fueron rápidamentevendidos por sus propietarios, quienes volvieron a quedar en laindigencia.


Dondequiera que establece su mando, impone Bolívar programasparecidos en lo r<strong>el</strong>ativo a la cuestión indígena. Así, luegode la liberación d<strong>el</strong> Alto Perú, luego llamado Bolivia, en diciembrede 1825 igualmente concede a los indígenas derechosy deberes idénticos a los de los restantes ciudadanos, y anulatodos los tributos que pesan sobre <strong>el</strong>los por su condición deaborígenes.La América entera está plagada de esclavosy de cautivos indígenasComo vemos, Bolívar siempre acomete la cuestión indígenaanimado d<strong>el</strong> ideario de la Ilustración: todos los ciudadanosson iguales; se ha de procurar su incorporación plena a lo quese considera la vida civilizada; la propiedad comunitaria ha deser sustituida por la familiar o la individual y <strong>el</strong> trabajo regidopor la remuneración monetaria. Con frecuencia, reconociendo<strong>el</strong> grado de opresión y marginación sufrido por los aborígenes,mitiga las obligaciones tributarias, los exceptúa d<strong>el</strong> servicio militar,intenta evitar <strong>el</strong> abuso de autoridades civiles y r<strong>el</strong>igiosas eincluso reconoce que las leyes igualitarias en abstracto puedenagravar la desigualdad concreta. Más de una vez lo desalienta <strong>el</strong>repetido incumplimiento de las leyes benéficas y <strong>el</strong> desacato d<strong>el</strong>os obligados a hacerlas cumplir.En alguna oportunidad se le escapan frases pesimistas sobre<strong>el</strong> tema. Por ejemplo, <strong>el</strong> 30 de enero de 1823, encontrándose enQuito, escribe a Francisco de Paula Santander que “La Américaentera está plagada de esclavos y de cautivos indígenas: lospocos europeos que han dejado hijos en este su<strong>el</strong>o de divisiónhan combinado su sangre con tantas razas, que todo es diferencia,oposición y odio. Nosotros más que los otros americanospadecemos estas dolencias y por lo mismo debemos buscar <strong>el</strong>específico por medio de un miedo externo. El remedio es costosoy quizás es un cáustico cru<strong>el</strong>, pero él evita la gangrena queva a cubrirnos de los pies a la cabeza”. El miedo externo, valedecir, la amenaza de potencias extranjeras, quizá apaciguaría


los odios o calmaría un fantasma que ha atormentado a Bolívar,<strong>el</strong> de la Guerra de Colores. Y en la extensa misiva añade queuna “docena de bochincheros ha empezado a moverse desdeque vieron la carta de San Migu<strong>el</strong>, mas no pueden hacer nadaporque la democracia hace poco pap<strong>el</strong>, porque los indios sonvasallos de los blancos, y la igualdad destruye la fortuna de losgrandes. Más desean aquí un inca que un libertador: así esté Ud.cierto que no habrá novedad por esta parte” (Lecuna, 1947, T.I:716-719). Vale decir, la gesta independentista y las leyes ilustradasno habrían logrado hacer triunfar una democracia plena;a pesar de las normas compasivas los indios siguen avasallados,y los poderosos temen la igualdad porque podría destruir susfortunas. Apuntar al ideal no es desconocer la áspera realidad.Más desean aquí un inca que un libertadorLa expresión según la cual “más desean aquí un inca que unlibertador” quizá haga referencia a una de las formas que revistió<strong>el</strong> <strong>pensamiento</strong> de la resistencia indígena: la profecía de unretorno o resurrección d<strong>el</strong> Inca, que se extendió entre la poblaciónoriginaria andina. Según apunta Alberto Flores Galindo:La idea de un regreso d<strong>el</strong> Inca no apareció de maneraespontánea en la cultura andina. No se trató de unarespuesta mecánica a la dominación colonial. En la memoria,previamente, se reconstruyó <strong>el</strong> pasado andino yse lo transformó para convertirlo en una alternativa alpresente. Este es un rasgo distintivo de la utopía andina.La ciudad ideal no queda fuera de la historia o remotamenteal inicio de los tiempos. Por <strong>el</strong> contrario, es unacontecimiento histórico. Ha existido, tiene un nombre:<strong>el</strong> Tahuantisuyo. Unos gobernantes: los incas. Una capital:<strong>el</strong> Cuzco. El contenido que guarda esta construcciónha sido cambiado para imaginar un reino sin hambre, sinexplotación y donde los hombres andinos vu<strong>el</strong>van a gobernar.El fin d<strong>el</strong> desorden y la oscuridad. Inca significaidea o principio ordenador (Flores Galindo, 1986: 51).


No es imposible que Bolívar, hombre bien informado e int<strong>el</strong>igenteanalista d<strong>el</strong> sentido político de algunos mitos primigenios,que había mencionado <strong>el</strong> retorno de Quetzalcóatl en la “Cartade Jamaica”, esté aludiendo a este vago mesianismo:Mutaciones importantes y f<strong>el</strong>ices, continuas puedenser frecuentemente producidas por efectos individuales.Los americanos meridionales tienen una tradición quedice: que cuando Quetzalcóatl, <strong>el</strong> Hermes, o Buda de laAmérica d<strong>el</strong> Sur resignó su administración y los abandonó,les prometió que volvería después que los siglosdesignados hubiesen pasado, y que él restablecería su gobierno,y renovaría su f<strong>el</strong>icidad. ¿Esta tradición, no operay excita una convicción de que muy pronto debe volver?¡Concibe usted cuál será <strong>el</strong> efecto que producirá, si un individuoapareciendo entre <strong>el</strong>los demostrase los caracteresde Quetzalcóatl, <strong>el</strong> Buda de bosque, o Mercurio, d<strong>el</strong> cualhan hablado tanto las otras naciones? ¿No cree usted queesto inclinaría todas las partes? ¿No es la unión todo loque se necesita para ponerlos en estado de expulsar a losespañoles, sus tropas, y los partidarios de la corrompidaEspaña, para hacerlos capaces de establecer un imperiopoderoso, con un gobierno libre y leyes benévolas? (“Cartade Jamaica”, Kingston, 6 de septiembre de 1815).Con penetrante int<strong>el</strong>igencia, Bolívar discierne la perduraciónde las creencias originarias de los americanos y la posibleconsecuencia política de tales supervivencias. Fray ServandoTeresa de Mier, amigo e incluso socio de Simón Rodríguez ensus correrías europeas, había predicado en <strong>el</strong> Santuario de laVirgen de Guadalupe <strong>el</strong> 12 de diciembre de 1794, día de su fiesta,un escandaloso sermón en <strong>el</strong> cual afirmó que la efigie de lasanta había sido ejecutada en la capa de Santo Tomás apóstol,quien habría viajado a América a predicar <strong>el</strong> Evang<strong>el</strong>io y habríasido llamado por los indígenas Quetzalcóatl. La arenga fueconsiderada por las autoridades coloniales lo suficientementep<strong>el</strong>igrosa como para someter a fray Servando a proceso ante untribunal eclesiástico, condenarlo mediante edicto de un obispo,y deportarlo a España con sentencia de reclusión de diez años


en <strong>el</strong> convento de las Caldas, para finalmente encerrarlo en <strong>el</strong>castillo de San Juan de Ulúa (Teresa de Mier, 1978: 5-7). Es obvioque Simón Rodríguez debe conocer esta odisea de su amigoy socio, y muy probable que la haya contado a su discípulopredilecto.Lo cierto es que a fin de cuentas los mismos intereses oligárquicosque terminarán lucrando con la empresa común d<strong>el</strong>a emancipación se beneficiarán también de las reformas sobr<strong>el</strong>a situación de los indígenas. Según indica Vladimir Acosta, “lapolítica ambigua puesta en práctica por los <strong>Libertador</strong>es en loque respecta a la disolución de los resguardos, es una estrechamezcla de ingenuo liberalismo igualitarista, que pretende liberaral indígena de su ‘prisión’ igualándolo legalmente con loscriollos bajo <strong>el</strong> título de ciudadano al que se exime d<strong>el</strong> pago decapitación y tributo, con ambición mucho menos que ingenuade apoderarse de sus tierras –abiertas por la ley a la venta y alreparto– y de su fuerza de trabajo utilizable en las haciendas unavez cumplido <strong>el</strong> despojo legal de sus tierras” (Acosta, 1989: 59).


3.5. La liberación de los esclavosLa mercancía humanaDebido al incesante clamor de los colonos que pedíanmás negrosLa población indígena es diezmada por <strong>el</strong> cruento genocidio d<strong>el</strong>a Conquista y por las plagas que le contagian los europeos. Enlas zonas d<strong>el</strong> Caribe la despoblación es tal, que <strong>el</strong> servicio personalde los indígenas se hace insuficiente, y la mano de obraque los colonizadores requieren para la agricultura de plantaciónha de ser aportada por esclavos africanos importados.Se calcula que la población de La Española llega a 300.000indígenas en 1492; en 1508 quedan 60.000; en 1510, apenas46.000; en 1512 no más de 20.000, y en 1514 sólo 14.000, d<strong>el</strong>os cuales Oviedo duda que en 1548 sobrevivan más de 5.000(Williams, 1978: 33). Al ser descubierta en <strong>el</strong> segundo viaje deCristóbal Colón, Jamaica tiene 60.000 habitantes; un siglo despuésapenas cuenta con 1.500, de los cuáles sólo 74 son indígenas(Henriques, 1960: 19).Por tanto, se hace necesario introducir esclavos para suplirlos brazos que <strong>el</strong> conquistador aniquiló. Se atribuye a fray Bartoloméde Las Casas haber sugerido la medida para aliviar laexplotación de los indígenas. Pero no era necesaria ningunarecomendación para que la desenfrenada codicia siguiera sucurso. La Corona concede licencia para llevar esclavos a lasIndias. Según resume Haring:Primero, circunscritas a esclavos cristianos conducidosde España, después de 1510 se concedieron licenciasa personas particulares para introducir un número determinado,sujetándolos desde luego al pago de derechos;y en agosto de 1518, debido al incesante clamor de loscolonos que pedían más negros, Laurent de Gouvenot,gobernador de Breda y uno de los favoritos de Carlos V,obtuvo <strong>el</strong> primer asiento regular para introducir directa-


mente de África 4.000 esclavos a las Indias Occidentales.Con ligeras modificaciones <strong>el</strong> sistema de asientos se hizopermanente y con él, como natural consecuencia, vino <strong>el</strong>comercio de contrabando. Españoles y portugueses llevabancon frecuencia cargamentos de negros sacados d<strong>el</strong>África y en 1506 se dictó una orden para exp<strong>el</strong>er de LaEspañola todos los esclavos de contrabando. Pero <strong>el</strong> abastonunca igualaba al pedido, y <strong>el</strong>lo explica por qué JohnHawkins encontró tan provechoso conducir cargamentosde negros de la costa guinea, y por qué los colonos españolesno podían resistir a la tentación de comprarlos,a pesar de las leyes estrictas que vedaban <strong>el</strong> trato conextranjeros (Haring: 44).A partir de la primera autorización real en 1518, <strong>el</strong> tráfico decarne humana aumenta con regularidad. En efecto, al instituiruna economía dependiente de una metrópoli que prohíbe explícitament<strong>el</strong>a instauración de industrias que pudieran hacerlecompetencia, y al mermar <strong>el</strong> flujo originario de metales preciosos,los colonos se ven obligados a especializarse en <strong>el</strong> cultivode unas pocas especies que tienen demanda en la metrópolio entre los contrabandistas: tabaco, caña de azúcar, cacao, añily posteriormente café. El cultivo masivo y especializado de unasola especie requiere la llamada agricultura de plantación, yésta a su vez depende de la esclavitud. En 1523 Carlos V autorizala entrada de 4.000 africanos más en los dominios españoles;en 1528 Cuba solicita 7.000; hacia la misma fecha los W<strong>el</strong>serobtienen autorización para introducir 4.000 esclavos durantecuatro años; de acuerdo con los cálculos de Las Casas, hacia1540 habían sido introducidos 30.000 sólo en La Española, ymás de 100.000 en <strong>el</strong> resto de América (Williams, 1978: 42). Es<strong>el</strong> prólogo de un productivo negocio que entre 1541 y 1870 significarála introducción en América en condición de mercancíade cerca de diez millones de seres humanos (Parry, 1981: 92).Si se considera que por cada esclavo que llega vivo varios muerendurante la captura, la prisión o <strong>el</strong> largo e inhumano viajemarítimo, se apreciará la magnitud d<strong>el</strong> genocidio que dicho comerciorepresentaba.


El tráfico de esclavos está dominado desde antes d<strong>el</strong> descubrimientode América por los portugueses a través de sus enclavesen África. Pronto entran en la carrera las potencias que ledisputan la hegemonía a España: ingleses, holandeses y francesesprotagonizan verdaderos auges de la cacería humana mientrasEspaña intenta mantener <strong>el</strong> monopolio de esta mercancía,junto con <strong>el</strong> de todas las demás que ingresan a América.Sometidas las provincias de Venezu<strong>el</strong>a, como <strong>el</strong> resto de lasIndias, al requisito de la licencia real para la importación deesclavos, los ingresados sin <strong>el</strong>la constituyen contrabando. Losprimeros esclavos introducidos legalmente en Venezu<strong>el</strong>a sontraídos por los W<strong>el</strong>ser; Alonso de Ojeda obtiene autorización aprincipios d<strong>el</strong> siglo XVI para importar seis esclavos blancos nacidosen Castilla; a mediados de dicho siglo entran unos ochentaafricanos para <strong>el</strong> trabajo de las minas de oro en Buría; mástarde don Sancho Briceño obtiene licencias para ingresar 2.000esclavos, y <strong>el</strong> procurador don Simón de Bolívar para introducir3.000. Pero <strong>el</strong> trámite de las licencias es engorroso y costoso, ysiempre hay mercado para <strong>el</strong> contrabando de carne humana.Las primeras incursiones contrabandistas en <strong>el</strong> litoral venezolanotraen como mercancía africanos. La avidez de oferentesy demandantes hace olvidar toda prohibición. Los traficantesilegales son tan corteses que a veces pagan los impuestos quetal tráfico acarrea, y se hacen expedir certificados de buenaconducta por las autoridades locales, como lo hace John Hawkins.Desde ese momento, la historia de la trata de carne humanase confunde estrechamente con la de la piratería y <strong>el</strong> corso.Los buques de los aventureros d<strong>el</strong> mar traen esclavos; a veceséstos son parte codiciada d<strong>el</strong> botín. Al tráfico legal de esclavosse suma durante toda la Colonia un nutrido contrabando sistemáticode africanos que prosigue ignorando las r<strong>el</strong>aciones deguerra o de paz de España con las naciones de origen de lostraficantes. Cuando los holandeses conquistan Aruba, Curazaoy Bonaire en 1634, no tardan en convertir las estratégicas islasen uno de los mayores centros de mercadeo y contrabando decarne humana en <strong>el</strong> Caribe, tráfico ilegal que se prolonga hastaque la esclavitud va siendo paulatinamente proscrita en TierraFirme bien entrado <strong>el</strong> siglo XIX.


Trabajo esclavo y trabajo asalariadoEl derecho de esclavitud es nuloBolívar nace en una sociedad esclavista, en la cual los aparatosideológicos de la Iglesia, la escu<strong>el</strong>a, la academia y <strong>el</strong> podercolonial colaboran en imponer a todos la convicción de que laesclavitud es una condición legítima y, por así decirlo, natural.Seguramente en la Real y Pontificia Universidad de Caracas,cuyas puertas están abiertas sólo para alumnos “notoriamenteblancos”, se recita la reflexión de Aristót<strong>el</strong>es según la cual:“También hay, por efecto natural y para conservación de lasespecies, un ser que manda y otro que obedece; <strong>el</strong> que por suint<strong>el</strong>igencia es capaz de previsión, ése tiene naturalmente laautoridad y <strong>el</strong> mando; <strong>el</strong> que sólo posee la fuerza corporal parala ejecución, ése debe naturalmente obedecer y servir, de suerteque <strong>el</strong> interés d<strong>el</strong> amo es <strong>el</strong> mismo d<strong>el</strong> esclavo” (Aristót<strong>el</strong>es,1937: 12-13).Pero también Bolívar seguramente ha leído y r<strong>el</strong>eído <strong>el</strong> párrafod<strong>el</strong> Contrato social donde Rousseau afirma: “Decir que unhombre se da gratuitamente, es decir un absurdo incomprensible;un acto de esta naturaleza es ilegítimo y nulo por <strong>el</strong> solomotivo de que <strong>el</strong> que lo hace no está en su cabal sentido. Decirlo mismo de todo un pueblo, es suponer un pueblo de locos: lalocura no constituye derecho” (Rousseau, 1957: 11). Y, segúnconcluye Rousseau <strong>el</strong> capítulo destinado al tema: “Así, pues, decualquier modo que las cosas se consideren, <strong>el</strong> derecho de esclavitudes nulo, no sólo porque es ilegítimo, sino que tambiénporque es absurdo y porque nada significa. Las dos palabrasesclavitud y derecho son contradictorias y se excluyen mutuamente.Bien sea de hombre a hombre, bien sea de hombre apueblo, siempre será igualmente descab<strong>el</strong>lado este discurso:hago contigo una convención, cuyo gravamen es todo tuyo, ymío todo <strong>el</strong> provecho; convención que observaré mientras mediere la gana y que tú observarás mientras me diere la gana”(Rousseau, 1957: 14). Quizá estas razones lo ayudan a vencerlos prejuicios que su casta intenta inculcarle desde la cuna.


El trabajo realizado por hombres libres acaba siendomás barato que <strong>el</strong> realizado por esclavosPero más que las proclamaciones libertarias, las in<strong>el</strong>uctablesmecánicas de la economía empiezan a minar <strong>el</strong> fundamentoesclavista d<strong>el</strong> orden colonial. Entre las obras de la bibliotecade Bolívar está La riqueza de las naciones, de Adam Smith.Seguramente <strong>el</strong> ávido lector ha reflexionado sobre <strong>el</strong> párrafoen <strong>el</strong> cual <strong>el</strong> calculador inglés resume que “aunque <strong>el</strong> desgastefísico de un servidor libre recaiga también sobre su amo, lecuesta generalmente menos que <strong>el</strong> d<strong>el</strong> esclavo. El fondo destinadoa la sustitución o a la reparación, si es que se puede hablarasí, d<strong>el</strong> esclavo que sufre <strong>el</strong> desgaste físico, su<strong>el</strong>e por lo comúnser administrado por un amo negligente o por un capataz despreocupado.El fondo destinado a desempeñar ese mismo pap<strong>el</strong>con r<strong>el</strong>ación al hombre libre, lo administra este mismo. (…)Resulta por <strong>el</strong>lo, y yo creo que lo demuestra la experiencia detodas las épocas y naciones, que <strong>el</strong> trabajo realizado por hombreslibres acaba siendo más barato que <strong>el</strong> realizado por esclavos”(Smith, 1961: 77). Podría especular también <strong>el</strong> economistaque <strong>el</strong> trabajador libre, a diferencia d<strong>el</strong> esclavo, no requiere sercomprado, no tiene que ser mantenido cuando está enfermoo no hay trabajo o envejece. A la larga estas frías razones iráncristalizando en movimientos de abolición de la esclavitud quetriunfan hacia mediados d<strong>el</strong> siglo XIX.A comienzos de ese siglo, <strong>el</strong> aparato productivo de los grandeshacendados de la Costa, Barlovento y los valles de Araguay d<strong>el</strong> Tuy depende estrechamente de la mano de obra esclava.Como niño de un hogar de privilegiados, luego como huérfanode quien cuidan criados y finalmente como propietario, Bolívarestá en estrecho contacto con sirvientes y peones. Con algunode <strong>el</strong>los conserva r<strong>el</strong>aciones de afecto y protección que durantoda la vida. En sus años postreros da instrucciones a su hermanaMaría Antonia Bolívar para que con cargo a sus haberesdé una pensión a su nodriza, la negra Hipólita. Durante parte desus campañas lleva consigo como asistente personal a Palacios.


No tiene con él la r<strong>el</strong>ación de desapego que es de esperar entreamo y sirviente: en sus últimos años también hace lo posiblepor proveerlo de generosa pensión.La abolición de pap<strong>el</strong>Queda desde luego abolida la esclavitudConviene evitar la visión simplista de acuerdo con la cual <strong>el</strong>movimiento hacia la liberación de los esclavos sólo habría sidopromovido por Bolívar a raíz de la ayuda que prestó a la causaemancipadora <strong>el</strong> presidente de Haití, Petión. En las Ordenanzasde la fallida conspiración de Gual y España de 1797, en <strong>el</strong>artículo 34° se lee:Queda desde luego abolida la esclavitud como contrariaa la Humanidad, en virtud de esta providencia, todoslos amos presentarán a la Junta Gubernativa de susrespectivos pueblos cuantos esclavos hubiesen con unarazón jurada de su nombre, Patria, edad, sexo, oficio,coste que le tuvo, y años que le sirven con más una notade su conducta y achaques si lo tuviere, para que en suvista en la Junta General se determine y mande abonara sus respectivos dueños de los fondos públicos los quemerezcan su justicia (Cortés, 1971: 210).Por otra parte, en dichas Ordenanzas se explica que los cuatrocolores de su bandera corresponden a los de “sus reunidospatriotas que son Pardos, Negros, Blancos, Indios”, a “lareunión de cuatro provincias que forman <strong>el</strong> Estado: Caracas,Maracaibo, Cumaná y Guayana”; a “los cuatro fundamentos d<strong>el</strong>derecho d<strong>el</strong> hombre son: igualdad, libertad, propiedad y seguridad”.La “Canción Americana” decomisada entre los pap<strong>el</strong>esde los conspiradores c<strong>el</strong>ebra:Todos en esta empresaSomos interesadosUnámonos al puntoComo buenos hermanosFraternidad amable


Estrecha entre sus brazosLos nuevos PobladoresIndios, Negros y PardosViva tan sólo <strong>el</strong> pueblo,El pueblo soberanoMueran los opresoresMueran sus partidarios(Cortés, 211).La ejecución de los conspiradores no significa <strong>el</strong> fin de susideas. Declarada la Independencia <strong>el</strong> 19 de abril de 1810, a lospocos meses la Junta Suprema prohíbe <strong>el</strong> tráfico de esclavos pordecreto de 14 de agosto d<strong>el</strong> mismo año. En la Constitución Federalpara los estados de Venezu<strong>el</strong>a hecha por los representantesde Margarita, Mérida, Cumaná, Barinas, Barc<strong>el</strong>ona, Trujilloy de Caracas, reunidos en Congreso General, dada en <strong>el</strong> PalacioFederal de Caracas a 21 de diciembre de 1811, <strong>el</strong> artículo 152reconoce como derechos d<strong>el</strong> hombre en sociedad “la libertad,la igualdad, la propiedad y la seguridad”. Pero, según <strong>el</strong> artículo154 ejusdem, “la igualdad consiste en que la ley sea una mismapara todos los Ciudadanos, sea que castigue, o que proteja. Ellano reconoce distinción de nacimiento, ni herencia de poderes”.Se trata de una igualdad jurídica, que no parece ser consideradaincompatible con la esclavitud. Algún leguleyo podría argumentarque no existe contradicción, por cuanto los esclavos noserían ciudadanos.En todo caso, <strong>el</strong> artículo 202 de dicha Constitución estatuyeque “<strong>el</strong> comercio iniquo de negros prohibido por decreto de laJunta Suprema de Caracas en 14 de agosto de 1810, queda solemney constitucionalmente abolido en todo <strong>el</strong> territorio de launión, sin que puedan de modo alguno introducirse esclavos deninguna especie por vía de la especulación mercantil” (Cortés,277-283). Es un débil paliativo contra la más opresiva de lasdesigualdades posibles.Pero las realidades sociales se ad<strong>el</strong>antan a las legislaciones.La guerra de Independencia a su vez facilita <strong>el</strong> estallido de unaguerra social potenciada por la tardanza en reivindicaciones


compartidas por la mayoría de los habitantes de Venezu<strong>el</strong>a. Laprimera etapa de la gesta emancipadora se irá convirtiendo por<strong>el</strong>lo en una verdadera guerra civil, en la cual las fronteras d<strong>el</strong>a condición social serán más importantes que las geográficaso las políticas. Los partidarios de la monarquía no vacilarán enllamar en su ayuda a los contingentes de quienes <strong>el</strong>los mismosllamaban “castas viles”. Como estas fronteras sociales estánen gran parte marcadas por <strong>el</strong> tono de la pi<strong>el</strong>, será tambiénllamada “Guerra de Colores”, confrontación que es una de laspreocupaciones preponderantes en la mente de Bolívar, y fantasmaque no cesará de perseguirlo.


3.6. La Guerra de ColoresProtegiendo conmociones popularesAsí, ya <strong>el</strong> 18 de agosto de 1813 nombra Bolívar un comisionadopara que averigüe sobre la reb<strong>el</strong>ión de esclavos que en Barloventodebilitó a la Primera República, con poderes para ejecutarlas correspondientes sanciones a sediciosos y cómplices, yextensivos para encausar a quienes “en la actualidad se hayanhecho sospechosos de causas iguales o semejantes inquietudes”(Barnola et al., 1964, T.V: 41-42).La primera defensa semiológica contra un adversario consisteen no nombrarlo con claridad. El 6 de septiembre de 1813,desde <strong>el</strong> Cuart<strong>el</strong> General que dirige <strong>el</strong> asedio a Puerto Cab<strong>el</strong>lo,Bolívar se refiere en términos vagos a quienes “se esfuerzan ensubvertir <strong>el</strong> orden”, pero les impone la precisa pena de muerte:“Reposaba tranquilo y lleno de la mayor confianza en la gloriosalucha contra los restos de nuestros comunes enemigos, cuandoen <strong>el</strong> campo de batalla que forma <strong>el</strong> sitio a que se ven reducidosen una pequeña parte de la población de Puerto Cab<strong>el</strong>lo, he sidoinformado que algunos de aqu<strong>el</strong>los mismos americanos, que contanta generosidad ha tratado <strong>el</strong> Ejército <strong>Libertador</strong>, olvidandosus crímenes, se esfuerzan en subvertir <strong>el</strong> orden, formando conventículosy protegiendo conmociones populares al favor que lesdispensa la buena fé y sinceridad con que, creyéndolos capacesde gratitud y reconocimiento, se dejaron las cosas en <strong>el</strong> mismoestado en que estaban”. En virtud de lo cual dispone <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>que “Al que faltase a estos incuestionables principios, serácastigado con la pena ordinaria de muerte (…); pero con la diferenciaque para aqu<strong>el</strong>los que antes han sido traidores a su patriay a sus conciudadanos y reincidiesen en <strong>el</strong>lo, bastarán sospechasvehementes para ser ejecutados” (Barret et al., 1983: Decretosd<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>, T.I: 11). La gravedad de las “conmocionespopulares” es tal que contra <strong>el</strong>las se dispone la “pena ordinariade muerte”, incluso fundándose en “sospechas vehementes”.


Turbulencias de los pueblos excitadosEl 19 de diciembre de 1813, Bolívar dirige informe desde Valenciaal gobierno de la Nueva Granada dando parte de la granvictoria en Araure, y de cómo las “turbulencias de los pueblos”que con nutridos contingentes hacen p<strong>el</strong>igrar <strong>el</strong> triunfo obtenidoen <strong>el</strong> campo de batalla: “Lo que no pudo hacer <strong>el</strong> númerode las tropas españolas, lo consiguieron las turbulencias de lospueblos excitados a la sedición por algunos europeos. La rapidezde nuestras conquistas, tuvo que detenerse ante <strong>el</strong> crecidonúmero de los cuerpos enemigos, que por todas partes se derramaban;y más batallas se han dado después de haber ocupadoVenezu<strong>el</strong>a, que para libertarla cuando su territorio estaba erizadode bayonetas españolas”. Siendo así que las mayores turbulenciashan ocurrido en Barinas y <strong>el</strong> Occidente de Caracas,“Habiendo palpado por la experiencia que esta parte de Venezu<strong>el</strong>aes la más sujeta a conmociones, quiero arrancar de raíz <strong>el</strong>germen de las inquietudes; y en lugar d<strong>el</strong> gobierno débil que lasha fomentado, he constituido gobernadores, al mismo tiempomilitares y políticos; que, a la cabeza de la fuerza armada, contendránlos sediciosos, y podrán desbaratar las irrupciones queefectúen los españoles” (Barnola et al., 1964, T.V: 355-358).Contra las tentativas de los bárbarosEn <strong>el</strong> mismo sentido ya había comunicado <strong>el</strong> 16 de diciembrede ese año a los integrantes de la Ilustre Municipalidad deBarinas que “El sistema con que se han gobernado hasta ahoralas provincias, no las asegura contra las tentativas de los bárbaros.Siempre juzgaron los hombres sensatos, que las formasfederales eran débiles, y más en tiempo de guerra”. Por lo cual,“En efecto hasta no considerar la seguridad de su provincia yd<strong>el</strong> occidente de Caracas, tan expuestos a ser cada día la presade los españoles, he determinado se gobiernen militarmente, yque tanto los negocios políticos como los militares, se expidanpor una sola mano que esté a la cabeza de la fuerza armada parahacer efectivas sus providencias” (Lecuna, 1947, T.I: 82). El


territorio de la sedición es <strong>el</strong> Occidente de Caracas y Barinas,comarcas llaneras; sus cuerpos son “crecidos”, y hacen indispensablenombrar gobernadores que reúnan la competenciamilitar con la política. Bolívar se enfrenta a una guerra socialen forma, que no se decide con <strong>el</strong> triunfo sobre los ejércitosconvencionales.Partidas de bandoleros que han aparecido últimamenteHabiendo regresado a Valencia, <strong>el</strong> 21 de diciembre de 1813,Bolívar promulga una ley marcial creando cuerpos cívicos encada distrito “con la misión de perseguir y destruir las partidasde bandoleros que han aparecido últimamente y que pululanpor todas partes asesinando y robando”. Añade que conformaránestos cuerpos cívicos varones menores de cuarenta años,que no serán considerados como soldados, tienen derecho de<strong>el</strong>egir sus propios oficiales y “sus fatigas no deberán pasar de unmes, puesto que dentro de quince días han de estar destruidoslos bandidos” (Barnola et al., 1964, T.V: 358-360). Al considerarsimplemente “bandoleros” a los realistas, reconoce Bolívarque sus tácticas y su organización difieren de las d<strong>el</strong> ejércitoconvencional. La medida replica la de los cuerpos de vigilantesque los hacendados de la región mantenían durante la Coloniacontra los cuatreros. En sus mocedades, José Antonio Páez dirigióuno de <strong>el</strong>los en <strong>el</strong> hato de José Pulido.Y poco después, apenas instalado en Caracas, <strong>el</strong> 29 de diciembrede 1813, según apunta Larrazábal, Bolívar “se consagróa dictar medidas de seguridad pública, de organización military civil, de aumento de rentas, y no descansó hasta la madrugada.Había que preparar un ejército respetable para triunfarde los hombres de las llanuras que amenazaban herir con suslanzas <strong>el</strong> corazón de la República; y esta era la preferente atenciónde Bolívar. Las fatigas de la guerra no han comenzado aún,repetía, previendo sin duda las luchas formidables en que ibana derramarse ríos de sangre; pero venceremos. El germen d<strong>el</strong>ibertad que ahora se siembra debe dar su fruto. Si hay algoque no se pierde jamás, es la sangre vertida por la causa justa”


(Larrazábal, T.I: 233-234). Los adversarios son los hombres d<strong>el</strong>as llanuras, en su inmensa mayoría pardos, cuando no negroso indios.Con la adhesión que los pueblos d<strong>el</strong> bajo llano profesana la tiraníaEl 3 de enero de 1814, Bolívar es todavía más explícito alreferirse al adversario en carta al general Mariño, en la cual leexige que no retire una escuadrilla naval que ayuda en <strong>el</strong> asediode Puerto Cab<strong>el</strong>lo: “Boves, con la adhesión que los pueblosd<strong>el</strong> bajo llano profesan a la tiranía, con las funestas derrotasd<strong>el</strong> coron<strong>el</strong> Aldao, ha podido aumentar sus tropas hasta treso cuatro mil hombres. Este es hoy día un enemigo terrible,obligándonos a dividir las fuerzas la multitud de facciones queestán esparcidas en lo interior de la provincia” (Barnola et al.,1964, T.VI: 18-20).La amenaza de la multitud de facciones sigue multiplicándosee incrementándose, al punto de que diecisiete días después,<strong>el</strong> 20 de enero de 1814, desde <strong>el</strong> Cuart<strong>el</strong> General de Valencia,Bolívar debe promulgar una medida de leva general. A tal efecto,considera que: “Reunidos algunos bandoleros en diferentespartidas, y esparcidos en los caminos públicos, no sólo han robadoy asesinado los pasajeros, sino que se han introducido enalgunas aldeas indefensas, donde han pillado e incendiado lascasas, destruyendo cuanto han podido llevar”. Motivo por <strong>el</strong>cual decreta: “1° Todo individuo que no haya pasado la edadde 40 años se presentará en <strong>el</strong> momento ante <strong>el</strong> comandantemilitar d<strong>el</strong> partido a que pertenezca para alistarse en <strong>el</strong> cuerpocívico, llevando todas las armas y caballería que posea, sin excepciónalguna” (Barret et al., 1961, T.I: 33-34).La situación se agrava a tal punto que <strong>el</strong> 17 de junio de 1814,desde <strong>el</strong> Cuart<strong>el</strong> General de Caracas promulga Bolívar la LeyMarcial, decretando que “Por Ley marcial, se entiende la cesaciónde toda otra actividad que no sea la militar; y ocho horasdespués de esta publicación, comenzará a ejercerse con todafuerza y vigor” (Barret et al., 1961, T.I: 34-35).


Han dado la libertad a nuestros pacíficos esclavosY <strong>el</strong> agravamiento es tan ac<strong>el</strong>erado, que <strong>el</strong> 19 de junio de1814 Bolívar llega al extremo de pedir declaradamente “algunossocorros militares” al Exc<strong>el</strong>entísimo Señor Ministro de R<strong>el</strong>acionesExteriores d<strong>el</strong> Gobierno de Su Majestad Británica, alegandoque “Los sucesos tan raros que han producido al fin <strong>el</strong> desenlacede los negocios d<strong>el</strong> continente europeo, han prolongadola guerra que prontamente debió cimentar nuestra existenciapolítica. Por consiguiente las calamidades que son siempre <strong>el</strong>resultado funesto de las guerras civiles han aumentado a talpunto que nuestra situación particular no puede examinarsecon indiferencia (…). Nuestros enemigos no han perdonadomedio alguno por infame y horrible que sea para llevar al cabosu empresa favorita. Han dado la libertad a nuestros pacíficosesclavos y puesto en fermentación las clases menos cultas denuestros pueblos para que asesinen indistintamente a mujeresy a nuestros tiernos hijos”. Bolívar sostiene que tal ayuda noviolará la neutralidad de Gran Bretaña, y encomia la necesidadde la ayuda ap<strong>el</strong>ando al interés de ésta, pues “El ejemplo fatalde los esclavos y <strong>el</strong> odio d<strong>el</strong> hombre de color contra <strong>el</strong> blanco,promovido y fomentado por nuestros enemigos, van a contagiartodas las colonias inglesas, si con tiempo no toman la parte quecorresponde para atacar semejantes desórdenes” (Barnola etal., 1964, T.VI: 349-350).Explícitamente, Bolívar plantea <strong>el</strong> carácter étnico de la Guerrade Colores, pues la mueven “los esclavos” y “las clases menoscultas”; implícitamente, alude al pavor que ha causado enlos gobiernos coloniales la Independencia de Haití, en esenciauna vasta reb<strong>el</strong>ión social en un país donde la proporción entreciudadanos esclavos y libres era de uno a ocho. Pero no parece<strong>el</strong> comandante inglés dispuesto a involucrarse en una contiendasin instrucciones de Su Majestad Británica, ni ésta a p<strong>el</strong>earsecon la Corona española, su potencial aliada contra Bonaparte.Como en la conferencia con lord W<strong>el</strong>lesley durante su misióndiplomática en Londres en 1810, <strong>el</strong> impetuoso joven se estr<strong>el</strong>lacontra la impasibilidad anglosajona.


Contra los bandidos y esclavos fugitivosLa petición de ayuda se formaliza al ser insertada de inmediatoen las instrucciones expedidas <strong>el</strong> 19 de junio de 1814 aPedro Gual r<strong>el</strong>ativas a su misión ante <strong>el</strong> gobierno inglés de laisla de Barbada. En <strong>el</strong>las le ordena: “1° Para contener los excesosde las facciones intestinas fomentadas d<strong>el</strong> modo más escandalosopor nuestros enemigos, <strong>el</strong> Comisionado solicitará <strong>el</strong>auxilio de algunos fusiles hasta <strong>el</strong> número de dos mil con sucorrespondiente repuesto de municiones de guerra y dos juegoscompletos de instrumentos quirúrgicos. 2º A fin de inclinar <strong>el</strong>ánimo de los jefes británicos a franquearnos estos socorros leshará ver cuánto es <strong>el</strong> interés de la Gran Bretaña en impedirque las facciones intestinas consuman y aniquilen unos paísescomo estos tan importantes en su comercio e industria; 3º Elgobierno de Venezu<strong>el</strong>a no empleará de modo alguno estos socorroscontra los españoles sino contra los bandidos y esclavosfugitivos que llevan <strong>el</strong> pillaje, la muerte y la desolación por muchasde nuestras más b<strong>el</strong>las poblaciones y haciendas. 4º Paragarantizar a los jefes de S.M.B. <strong>el</strong> buen uso que este gobiernodesea hacer de esos socorros militares, admitirá en su territoriohasta mil hombres de tropas inglesas y un destacamento decien o menos hombres de artillería con sus competentes piezasde campaña que observen su conducta en esta parte. 5º Siendoigualmente provechoso a los americanos, o a los españoles,por quienes últimamente la suerte de la guerra decida la actualdisputa, y mucho más al comercio británico, la conservacióny fomento de estos estados, <strong>el</strong> comisionado solicitará que lastropas de S.M.B. cooperen también con las nuestras a destruirlos bandidos y reducirlos a su deber. 6º En caso de que la suertede la guerra dicte proponer armisticio por una u otra parte, lastropas de S.M.B. contribuirán a hacerlo respetar y observar inviolablementedesde que las partes contendoras hayan convenidoen <strong>el</strong>lo”. Bolívar, sin embargo, incluye cláusulas indispensablespara dejar a salvo la soberanía y la autodeterminaciónde la República: “8° Las tropas inglesas o sus comandantes no


se mezclarán de modo alguno en <strong>el</strong> Gobierno Civil y Militar deVenezu<strong>el</strong>a excepto en los casos arriba indicados, para los quesu Jefe se pondrá de acuerdo con este gobierno. 9° El Gobiernode Venezu<strong>el</strong>a tampoco se mezclará en la economía de las tropasbritánicas durante su residencia en <strong>el</strong> país. 10° Las tropas deS.M.B. evacuarán <strong>el</strong> territorio de Venezu<strong>el</strong>a luego de que esteGobierno conceptúe no ser necesarias para los objetos antedichos”(Lecuna, 1947, T.I: 99-100). El adversario es d<strong>el</strong>ineadotodavía con mayor precisión: se trata de “bandidos y esclavosfugitivos”. Contra <strong>el</strong>los se entabla la Guerra de Colores, másque contra los españoles. Es verdadero optimismo o desesperacióngenuina <strong>el</strong> sentimiento que lleva a esperar que una fuerzainterventora inglesa no se inmiscuirá en <strong>el</strong> gobierno civil y militarde la República, y que se retirará en cuanto las autoridadeslocales no la consideren necesaria. Afortunadamente, la proyectadaintervención jamás llega a concretarse.Se esforzaron en sublevar toda la gente de color,inclusive los esclavosCombatir <strong>el</strong> fuego con <strong>el</strong> fuego es medida desesperada peroque puede producir resultados. Ante la aproximación de lasfuerzas de José Tomás Boves hacia Caracas, <strong>el</strong> 30 de junio de1814 Bolívar decreta la libertad de los esclavos que tomen lasarmas en <strong>el</strong> ejército patriota, inicia en Chacao una recluta queincluye 15 esclavos de su propiedad y posteriormente envíaoficiales a formar compañías de negros (Barnola et al., 1964,T.VI: 372-374). La áspera necesidad dicta sus propias leyes.Esta medida se seguirá ejecutando gradualmente durante laguerra de Independencia y es anterior en año y medio a laentrevista de Bolívar con <strong>el</strong> presidente haitiano Alexandre Petióny a la promesa que le hace de libertar a los esclavos enVenezu<strong>el</strong>a.Indicamos ya que en septiembre de 1815, durante su exiliojamaiquino, Bolívar, usando <strong>el</strong> seudónimo de “El Americano”remitió al director de La Gaceta de Jamaica algunas reflexionessobre la población de América y Venezu<strong>el</strong>a en las cuales


presenta la r<strong>el</strong>ación entre colonos e indígenas como casi idílica.En <strong>el</strong> mismo texto describe como paradisíaca la r<strong>el</strong>ación conlos esclavos. Al efecto, sostiene que “El esclavo en la Américaespañola vegeta abandonado en las haciendas, gozando, por decirloasí, de su inacción, de la hacienda de su señor y de unagran parte de los bienes de la libertad; y como la r<strong>el</strong>igión le hapersuadido que es un deber sagrado servir, ha nacido y existidoen esta dependencia doméstica, se considera en su estado natural,como un miembro de la familia de su amo, a quien amay respeta”.En este cuadro ideal o idealizado falta por explicar las violenciasde la Guerra de Colores. Al respecto, “El Americano”aduce que “La experiencia nos ha mostrado que ni aun excitadopor los estímulos más seductores, <strong>el</strong> siervo español, noha combatido contra su dueño; y por <strong>el</strong> contrario ha preferidomuchas veces, la servidumbre pacífica a la reb<strong>el</strong>ión. Los jefesespañoles de Venezu<strong>el</strong>a, Boves, Morales, Rosete, Calzaday otros, siguiendo <strong>el</strong> ejemplo de Santo Domingo, sin conocerlas verdaderas causas de aqu<strong>el</strong>la revolución, se esforzaron ensublevar toda la gente de color, inclusive los esclavos, contralos blancos criollos, para establecer un sistema de desolación,bajo las banderas de Fernando VII. Todos fueron instados alpillaje, al asesinato de los blancos; les ofrecieron sus empleosy propiedades; los fascinaron con doctrinas supersticiosas enfavor d<strong>el</strong> partido español, y, a pesar de incentivos tan vehementes,aqu<strong>el</strong>los incendiarios se vieron obligados a recurrir ala fuerza, estableciendo <strong>el</strong> principio, que los que no sirven enlas armas d<strong>el</strong> rey son traidores o desertores: y, en consecuencia,cuantos no se hallaban alistados en sus bandas de asesinoseran sacrificados, <strong>el</strong>los, sus mujeres, hijos y hasta las poblacionesenteras; porque a todos obligaban a seguir las banderas d<strong>el</strong>rey. Después de tanta cru<strong>el</strong>dad, de una parte, y tanta esperanzade otra, parecerá inconcebible que los esclavos rehusasensalir de sus haciendas, y cuando eran comp<strong>el</strong>idos a <strong>el</strong>lo, sinpoderlo evitar, luego que les era posible, desertaban. La verdadde estos hechos se puede comprobar con otros que pareceránmás extraordinarios” (Lecuna, 1947, T.I: 178-181). No parece


convincente, sin embargo, que la mera amenaza de asesinatopueda mover contra su voluntad a un importante sector de lapoblación. Sobre todo si se considera que, al tomar las armas,bien podrían hacer su propia voluntad los amenazados en contrade los amenazantes.Se acercó y dio dos puñaladas al inf<strong>el</strong>iz AmestoyLas desfavorables impresiones que le deja a Bolívar la derrotaen la Guerra de Colores seguramente son despertadas de nuevo<strong>el</strong> 10 de diciembre de 1815, cuando hallándose en Kingston escapade un atentado contra su vida ejecutado por su sirviente <strong>el</strong>negro Pío. Por una desavenencia con la dueña de la posada dondeestaba alojado, Bolívar se muda a otra, acompañado sólo desu sirviente Andrés, quien por ser poco comunicativo no cuentaa nadie sobre la nueva residencia. Al anterior domicilio llegaAmestoy, antiguo proveedor d<strong>el</strong> ejército patriota, e ignorantede la mudanza de Bolívar decide esperarlo, se tiende un ratoen la hamaca de éste y al poco rato lo vence <strong>el</strong> sueño. Entonces,según narra después <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> a Perú de Lacroix: “Elnegrito Pío o Piíto, pues así lo llamabamos, regresó con <strong>el</strong> agua;vio mi hamaca ocupada, creyó que <strong>el</strong> que estaba adentro erayo; se acercó y dio dos puñaladas al inf<strong>el</strong>iz Amestoy, que quedómuerto. Al recibir la primera dio un grito, moribundo, quedespertó al negro Andrés, quien al mismo instante salió para lacalle y corrió para mi nuevo alojamiento que solo él conocía;me estaba refiriendo lo ocurrido cuando entro Pío, que habíaseguido a Andrés. La turbación de Pío me hizo entrar en sospechas;le hice dos o tres preguntas y quedé convencido de queél era <strong>el</strong> asesino, sin saber todavía quién era la víctima. Toméal momento una de mis pistolas y dije entonces a Andrés queamarrara a Pío. Al día siguiente confesó su crimen y declaró habersido inducido por un español para quitarme la vida. Aqu<strong>el</strong>negrito tenía diecinueve años; desde la edad de diez a once añosestaba conmigo y yo tenía toda mi confianza en él. Su d<strong>el</strong>ito levalió la muerte que recibió sobre <strong>el</strong> cadalso. El español designadocomo inductor fue expulsado de Jamaica y nada más, por-


que no se le pudo probar nada. Hay datos para creer que dichoindividuo había sido enviado por <strong>el</strong> general español que mandabaentonces en Venezu<strong>el</strong>a” (Perú de Lacroix, 1924: 63-68).Bolívar se hace una vez más a la mar, en un corsario patriota,con derrotero fijado hacia <strong>el</strong> puerto de Los Cayos, en Haití. Elpequeño país es <strong>el</strong> resultado de las sucesivas oleadas de conquistaimperial en <strong>el</strong> Caribe. En un principio lo que luego seríasu territorio formó parte de La Española, bajo dominación ibérica.El animoso gobernador de la base filibustera de La Tortuga,Bertrand d’Ogeron, concibió <strong>el</strong> proyecto de conquistar paraFrancia la isla de La Española. Aprovechando <strong>el</strong> reinicio de unade las tantas guerras entre España y Francia, en 1687, los francesesrealizan en <strong>el</strong> Caribe <strong>el</strong> golpe largamente planeado por <strong>el</strong>gobernador Ogeron y por <strong>el</strong> ministro de Hacienda de Luis XIV,Jean Baptiste Colbert. En 1690 desencadenan contra La Españolasu ataque combinado las flotas reales y los filibusteros; <strong>el</strong>año inmediato Du Casse se instala como gobernador de SantoDomingo en la parte de la isla incorporada al dominio francés.Los colonos inician poco después una masiva importación deesclavos, que hace de la colonia una de las más productivas y d<strong>el</strong>as más inhumanas d<strong>el</strong> Caribe. La diplomacia legitima los efectosd<strong>el</strong> golpe de mano: en virtud de la paz de Ryswick, Españacede a Francia la parte occidental de la isla. En 1777 francesesy españoles fijan de manera precisa los límites de sus territoriosmediante <strong>el</strong> Tratado de Aranjuez; pero en 1795 <strong>el</strong> declinanteimperio español entrega a Francia la totalidad de la isla (Britto,1998: 510-511).En 1789 estalla una insurrección de esclavos que luego escomandada por François Dominique Toussaint Louverture enun prolongado combate contra ingleses, franceses y españoles,hasta su prisión en 1802. Jean Jacques Dessalines derrota unaexpedición de las mejores tropas napoleónicas en 1803 y proclamala Independencia de Haití en 1804, anticipándose en seisaños al pronunciamiento de Caracas. En 1806, Henri Christophesucede a Dessalines, y para 1815 <strong>el</strong> presidente de Haití esAlexandre Petión.


Un día la América proclamará a V.E. su libertadorMientras Bolívar navega hacia Los Cayos, se encuentran maradentro con otro corsario patriota que les trasmite la noticia deque Cartagena ha capitulado ante las fuerzas d<strong>el</strong> PacificadorPablo Morillo. Otra esperanza se cierra. El <strong>Libertador</strong> desembarcaen Los Cayos, reencuentra al navegante Luis Brión, y encompañía d<strong>el</strong> general Marión embarca de nuevo en breve viajehasta Puerto Príncipe, donde arriba <strong>el</strong> 31 de diciembre de 1815.El 2 de enero ya se reúne con Petión. Podemos imaginar lossentimientos encontrados en esta entrevista. Bolívar es blanco,oligarca arruinado y general derrotado en parte gracias a unainsurrección social. Petión dirige una que ha desbaratado losmás poderosos ejércitos europeos, es negro y está en <strong>el</strong> ápicede su poder. Difícilmente podría imaginarse más incompatiblemezcla de agua y aceite. Sin embargo, triunfa la ideología revolucionaria.Petión sabe con tanta claridad como Bolívar quemientras persista la dominación europea en América Latina y<strong>el</strong> Caribe, no estará a salvo su pequeña isla. Sin vacilar ofrecesu ayuda a Bolívar, siempre que éste prometa “proclamar lalibertad de los esclavos en los países liberados” (Lecuna, 1960,T.I: 417-419).No se trata de meras palabras. Petión manda al corsario Aurydevolver cuatro goletas de propiedad de la Nueva Granada d<strong>el</strong>as que se había apropiado, y <strong>el</strong> 26 de ese mes ya ordena entregara la expedición libertadora dos mil fusiles, la cantidad decartuchos necesaria para su uso, y proveer a todos los refugiadoslatinoamericanos que se encuentren en Haití de una racióndiaria de pan y carne. No es poco sacrificio para un pequeñopaís devastado por la guerra contra cuatro potencias imperiales.Bolívar <strong>el</strong> generoso ha sido superado en generosidad. Conemoción que no puede ser más auténtica escribe a su benefactorese día: “¡En <strong>el</strong> fondo de mi corazón, digo que V.E. es<strong>el</strong> primero de los bienhechores de la tierra. Un día la Américaproclamará a V.E. su libertador; sobre todo los que gimen todavía,incluso bajo <strong>el</strong> yugo republicano. ¡Acepte por anticipado,


señor presidente, <strong>el</strong> voto de mi patria!” (Barnola et al., 1964,T.IX: 9-10). La solidaridad de Petión es inmediata y concreta: lade la patria liberada con <strong>el</strong> pequeño país demorará casi indefinidamenteen materializarse.


3.7. La libertad en armasDecreto, la libertad absoluta de los esclavosLlegado Bolívar a la costa oriental venezolana, <strong>el</strong> 2 de junio de1816 cumple sus promesas a Petión promulgando en Carúpano<strong>el</strong> histórico Decreto de Libertad de los Esclavos: “Considerandoque la justicia, la política, y la patria reclaman imperiosament<strong>el</strong>os derechos imprescriptibles de la naturaleza, he venido endecretar, como decreto, la libertad absoluta de los esclavos quehan gemido bajo <strong>el</strong> yugo español en los tres siglos pasados. Considerandoque la República necesita de los servicios de todossus hijos, tenemos que imponer a los nuevos ciudadanos lascondiciones siguientes: Artículo primero. Todo hombre robusto,desde la edad de catorce hasta los sesenta años, se presentaráen la parroquia de su distrito a alistarse en las banderas de Venezu<strong>el</strong>a,veinte y cuatro horas después de publicado <strong>el</strong> presentedecreto. Artículo segundo. Los ancianos, las mujeres, los niñosy los inválidos, quedarán eximidos desde ahora para siempred<strong>el</strong> servicio militar; como igualmente d<strong>el</strong> servicio doméstico ycampestre en que estaban antes empleados a beneficio de susseñores. Artículo tercero. El nuevo ciudadano que rehúse tomarlas armas para cumplir con <strong>el</strong> sagrado deber de defender sulibertad, quedará sujeto a la servidumbre, no solo él, sino tambiénsus hijos menores de catorce años, su mujer, y sus padresancianos” (Barnola et al., 1964, T.IX: 185-186). Es la libertad,pero con una fuerte condición: la de alistarse en las fuerzasindependentistas. Para quienes no lo hagan, la alternativa escru<strong>el</strong>: la servidumbre compartida con sus padres, su mujer ysus hijos. Los esclavos hasta allí han trabajado para producir lariqueza de la comarca: ahora producirán su libertad.Llamando al servicio de la República a todos los hombres,sean libres o esclavosEl alistamiento de esclavos se hace desde entonces políticaconstante en las filas independentistas. Así, <strong>el</strong> 20 de junio de


1816, desde <strong>el</strong> pueblo costeño de Carúpano imparte instruccionesa los oficiales de las cercanas localidades de Yaguaraparo yRío Caribe en <strong>el</strong> sentido de que “Las deserciones que tenemosen <strong>el</strong> ejército diariamente, y la renuencia de los habitantes deeste país para tomar las armas, me obligan a prevenir a Ud.,como por la presente le prevengo, que inmediatamente publiqueun bando en <strong>el</strong> partido que comprenda su comandancia,llamando al servicio de la República a todos los hombres, seanlibres o esclavos, que puedan llevar las armas, e intimando conpena de muerte a todo <strong>el</strong> que no se presente en <strong>el</strong> término precisode veinte y cuatro horas después de publicado <strong>el</strong> bando”(Barnola et al., 1964, T.IX: 246-247). La necesidad de los nuevosreclutas es absoluta. El día siguiente se ve en la necesidadde decretar, ante la resistencia de los carupaneros a alistarse,medidas reminiscentes de la Guerra a Muerte: “1° Por la últimavez se invita a los habitantes de Carúpano arriba para que serestituyan a sus casas, presentándoseme en este cuart<strong>el</strong> generaldentro d<strong>el</strong> término preciso de 24 horas, que se darán porcumplidas mañana a las dos de la tarde. 2º El cortijo de Carúpanoarriba será quemado y destruido absolutamente con cuantopertenezca a sus habitantes dos horas después de cumplido <strong>el</strong>término que se señala, sin que jamás pueda ser reedificado, sino cumplieren con <strong>el</strong> tenor de este decreto” (Barnola et al.,1964, T.IX: 251-252).He proclamado la libertad absoluta de los esclavosA partir de ese momento informa con regularidad a las autoridadeshaitianas d<strong>el</strong> cumplimiento de su promesa. Así, <strong>el</strong> 27de junio de 1816, comunica desde Carúpano al general Marión,gobernador d<strong>el</strong> Departamento de Los Cayos, con cierto optimismo,que ha recibido “inmensos refuerzos de los patriotas deGüiria” y que “también nos son adictos los llaneros, y esperamosque dentro de algunos días nos llegarán algunas partidas”.Tras lo cual reitera que “He proclamado la libertad absolutade los esclavos. La tiranía de los españoles les ha puesto ental estado de estupidez e imprimido en sus almas tan grande


sentimiento de terror, que han perdido hasta <strong>el</strong> deseo de serlibres!!! Muchos de <strong>el</strong>los han seguido a los españoles o se hanembarcado a bordo de los buques ingleses, que los han vendidoen las colonias vecinas. Se han presentado apenas un centenarde <strong>el</strong>los, cuando <strong>el</strong> número de hombres libres que voluntariamentetomaron las armas es considerable” (Lecuna, 1947, T.I:200-201). Y <strong>el</strong> 6 de julio d<strong>el</strong> mismo año, desde <strong>el</strong> Cuart<strong>el</strong> Generalde la villa de Ocumare, reitera: “Esa porción desgraciada denuestros hermanos que ha gemido bajo las miserias de la esclavitudya es libre. La naturaleza, la justicia y la política piden laemancipación de los esclavos: de aquí en ad<strong>el</strong>ante sólo habráen Venezu<strong>el</strong>a una clase de hombres, todos serán ciudadanos”(Blanco Fombona, 2007: 199).Sólo ha pretendido una guerra de hermanosPero las proclamas con frases memorables no bastan para disiparun fantasma que sigue presente. Durante la campaña queculminará con la liberación de Guayana hay continuas disensionesentre los jefes patriotas. La más importante ocurre con <strong>el</strong>más destacado de <strong>el</strong>los. Manu<strong>el</strong> Piar ha ganado la batalla de SanFélix, y sobre <strong>el</strong>la escribe Bolívar a Leandro Palacios <strong>el</strong> 16 demayo de 1817 que “la victoria que ha obtenido <strong>el</strong> general Piaren San Félix, es <strong>el</strong> más brillante suceso que hayan alcanzadonuestras armas en Venezu<strong>el</strong>a” (González, 1979: 179). Pero Piarno está de acuerdo con <strong>el</strong> mando supremo de Bolívar. Paral<strong>el</strong>amente,se reúne en Cariaco un Congreso, o Congresillo, comoserá luego llamado, que intenta colocarse por encima de la autoridadde Bolívar. Piar pide su retiro d<strong>el</strong> ejército, que Bolívar leconcede, aunque advirtiéndole en carta d<strong>el</strong> 19 de junio de 1817que “Si Ud. estuviera a la cabeza, yo no lo abandonaría, comono abandonaré al que lo esté mañana, sea quien sea, con tal quetenga legitimidad y lo necesite la patria. La patria lo necesita aUd. hoy como lo que es, y mañana habrá de necesitarlo comolo que por sus servicios llegare a ser”. El 30 de ese mes Bolívarle concede pasaporte “libre y seguro al Exc<strong>el</strong>entísimo Generalen Jefe Manu<strong>el</strong> Piar, para que pase al lugar que tenga á bien,


en <strong>el</strong> territorio de la República o en <strong>el</strong> extranjero” (González,1979: 181). Mientras tanto, <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> ha ido desmontandopolíticamente las pretensiones d<strong>el</strong> Congresillo de Cariaco. Porlo cual, según apunta Asdrúbal González:Piar debió verse derrotado en su afán de imponer susideas sobre limitar <strong>el</strong> mando de Jefe Supremo, y contrariadopor mantener tal posición. Decidió entonces un enfrentamientototal, no ya contra <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> y quieneslo rodeaban, sino contra <strong>el</strong> sistema imperante, contra ladominación de los blancos, contra los herederos de losantiguos opresores. Se jugó así la carta final, que no podíaser otra que la forjada en su conciencia de discriminado,la fortalecida en sus experiencias revolucionarias, la qu<strong>el</strong>e dictaba su condición de máximo conductor de pardosy de negros. Y se precipitó en la reb<strong>el</strong>ión, predicando enlos campamentos la necesidad de tomar <strong>el</strong> poder para losque no tenían otro apoyo que sus propias fuerzas (González,1979: 181).Bolívar hace detener y enjuiciar sumariamente a Piar. Dentrode las acusaciones contra éste se encuentra la de promoverla Guerra de Colores. Así, <strong>el</strong> 5 de agosto de 1817, desde <strong>el</strong>Cuart<strong>el</strong> General de Guayana, Bolívar emite extenso manifiestoen <strong>el</strong> cual condena la conducta de Piar en duros términos:“¿Qué pretende <strong>el</strong> General Piar a favor de los hombres de color?¿La igualdad? No: <strong>el</strong>los la tienen y la disfrutan en la másgrande latitud que pueden desear. (…) El General Piar no deseala preponderancia de un color que él aborrece y que siempreha despreciado como es constante por su conducta y documentos.(…) Todo lo inicuo, todo lo bárbaro, todo lo odioso se haabolido, y en su lugar tenemos la igualdad absoluta hasta en lascostumbres domésticas. La libertad hasta de los esclavos, queantes formaban una propiedad de los mismos ciudadanos. Laindependencia en <strong>el</strong> más lato sentido de esta palabra substituidaa cuantas dependencias antes nos encadenaban. El GeneralPiar, con su insensata y abominable conspiración, sóloha pretendido una guerra de hermanos en que cru<strong>el</strong>es asesinos


degollasen al inocente niño, a la débil mujer, al trémulo anciano,por la inevitable causa de haber nacido de un color más omenos claro. Venezolanos: ¿no os horrorizáis d<strong>el</strong> cuadro sanguinarioque os ofrece <strong>el</strong> nefando proyecto de Piar? Calificar deun d<strong>el</strong>ito <strong>el</strong> accidente casual que no se puede borrar ni evitar. Elrostro, según Piar, es un d<strong>el</strong>ito y lleva consigo <strong>el</strong> decreto de vidao de muerte. Así ninguno sería inocente, pues que todos tienenun color que no se puede arrancar para substraerse de la mutuapersecución” (Pérez Vila, 1979: 84-85).El 16 de octubre de 1817, al día siguiente d<strong>el</strong> fusilamientode Piar, Bolívar dirige desde Angostura una proclama “A lossoldados d<strong>el</strong> ejército libertador” en la cual alega como causafundamental d<strong>el</strong> juicio sumario la necesidad de evitar la Guerrade Colores: “Nada quedaba que desear a un jefe que habíaobtenido los grados más eminentes de la milicia. La segundaautoridad de la República, que se hallaba vacante de hecho,por la disidencia d<strong>el</strong> general Mariño, iba a serle conferida antesde su reb<strong>el</strong>ión; pero este general, que sólo aspiraba al mandosupremo, formó <strong>el</strong> designio más atroz que puede concebir unalma perversa. No sólo la guerra civil, sino la anarquía y <strong>el</strong> sacrificiomás inhumano de sus propios compañeros y hermanos,se había propuesto Piar. Soldados: Vosotros lo sabéis: Laigualdad, la libertad y la independencia son nuestra divisa. ¿Lahumanidad no ha recobrado sus derechos por nuestras leyes?¿Nuestras armas no han roto las cadenas de los esclavos? ¿Laodiosa diferencia de clases y colores no ha sido abatida parasiempre? ¿Los bienes nacionales no se han mandado repartirentre vosotros? ¿La fortuna, <strong>el</strong> saber y la gloria, no os esperan?¿Vuestros méritos no son recompensados con profusión,o por lo menos con justicia? ¿Qué quería, pues, <strong>el</strong> general Piarpara vosotros? ¿No sois iguales, libres, independientes, f<strong>el</strong>icesy honrados? ¿Podía Piar procuraros mayores bienes? ¡No, no,no! El sepulcro de la República lo abría Piar con sus propiasmanos, para enterrar en él la vida, los bienes y los honores d<strong>el</strong>os bravos defensores de Venezu<strong>el</strong>a: de sus hijos, esposas y padres”(Blanco Fombona, T.I: 188-189).


Pasan los años, y la necesidad de justificar <strong>el</strong> sumarísimoproceso permanece. En 1828, en Bucaramanga, durante conversacionescon sus oficiales allegados, Bolívar confía a Perú deLacroix que: “la muerte d<strong>el</strong> general Piar fue entonces de necesidadpolítica y salvadora d<strong>el</strong> país porque sin <strong>el</strong>la iba a empezarla guerra civil de las castas, y, por consiguiente, <strong>el</strong> triunfo de losespañoles. (…) Las cosas han mudado de aspecto –continuódiciendo <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>– entonces, la ejecución d<strong>el</strong> general Piar,que fue <strong>el</strong> 16 de octubre de 1817, bastó para destruir la sedición;fue un golpe de Estado que desconcertó y aterró a todoslos reb<strong>el</strong>des, desopinó a Mariño y su Congreso de Cariaco, pusoa todos bajo mi obediencia, aseguró mi autoridad, evitó la guerracivil y la esclavitud d<strong>el</strong> país, me permitió pensar y efectuarla expedición a la Nueva Granada y crear después la Repúblicade Colombia: nunca ha habido una muerte más útil, más política,y, por otra parte, más merecida” (Lacroix, 1924: 150). Másde una década después, no ha olvidado Bolívar <strong>el</strong> aniversario deesa necesidad política y salvadora.Y como si no bastaran los recordatorios en sus varios manifiestosy proclamas sobre <strong>el</strong> tema, <strong>el</strong> 14 de noviembre de 1817recuerda desde Angostura al general Monagas: “En Venezu<strong>el</strong>aestá abolida para siempre la esclavitud; las mujeres y los niñosno están reducidos a la servidumbre” (Barnola et al., 1964,T.XII: 83-84).Todos los hombres que antes eran esclavos se presentaránal servicio para defender su libertadDesde entonces en sus decretos Bolívar se refiere siempre a laesclavitud como a una institución abolida. Así, <strong>el</strong> 11 de marzo de1818, un día después de la toma de Villa de Cura, expide un bandodirigido “A los habitantes de los valles de Aragua” en <strong>el</strong> cualdispone: “Artículo 1º Todos los habitantes hábiles para tomarlas armas se reunirán en los pueblos de su jurisdicción trayendoconsigo sus armas y sus bestias o presentando las que tenganpara <strong>el</strong> servicio de la República. Artículo 2º Abolida la esclavituden Venezu<strong>el</strong>a todos los hombres que antes eran esclavos se


presentarán al servicio para defender su libertad (…). Artículo3º Los que sepan dónde existan bienes de enemigos los denunciaránpara su captura (…)” (Barnola et al., 1964, T.XIII: 210).La sangre de nuestros ciudadanos es diferente,mezclémosla para unirlaSe consolida <strong>el</strong> triunfo en Guayana, los bienes confiscadosa las misiones d<strong>el</strong> Caroní alimentan la precaria intendencia d<strong>el</strong>ejército libertador, y Bolívar considera llegado <strong>el</strong> momento dedarle pleno respaldo institucional al esfuerzo independentistaconvocando una asamblea para que dote de una Constitucióna la República. Ante la asamblea constituyente pronuncia a comienzosde 1819 un memorable discurso en <strong>el</strong> cual vu<strong>el</strong>ve unay otra vez sobre <strong>el</strong> tema de la diversidad étnica de las comarcasamericanas y sobre la necesidad de conciliarla mediante laigualdad. Y así, en <strong>el</strong> “Discurso de Angostura”, llama la atenciónsobre la realidad d<strong>el</strong> mestizaje:Séame permitido llamar la atención d<strong>el</strong> Congreso sobreuna materia que puede ser de una importancia vital.Tengamos presente que nuestro pueblo no es <strong>el</strong> europeo,ni <strong>el</strong> americano d<strong>el</strong> norte, que más bien es un compuestode África y de América, que una emanación de Europa,pues que hasta España misma, deja de ser Europa por susangre africana, por sus instituciones y por su carácter.Es imposible asignar con propiedad a qué familia humanapertenecemos. La mayor parte d<strong>el</strong> indígena se ha aniquilado,<strong>el</strong> europeo se ha mezclado con <strong>el</strong> americano y con<strong>el</strong> africano, y éste se ha mezclado con <strong>el</strong> indio y con <strong>el</strong>europeo. Nacidos todos d<strong>el</strong> seno de una misma madre,nuestros padres, diferentes en origen y en sangre, son extranjeros,y todos difieren visiblemente en la epidermis;esta desemejanza trae un reato de la mayor trascendencia(Pérez Vila, 1979: 110).La sociedad de castas ha manejado <strong>el</strong> mestizaje que <strong>el</strong>la mismageneró tachándolo de infamia, confinándolo en un casillero,cerrándole las vías para salir de éste. Bolívar ya no <strong>el</strong>ude <strong>el</strong>


hecho, como en las primeras menciones que le dedica en 1813.Lo reconoce, enfatiza su irreversibilidad, predica su intensificación:Para sacar de este caos nuestra naciente república, todasnuestras facultades morales no serán bastantes, si nofundimos la masa d<strong>el</strong> pueblo en un todo; la composiciónd<strong>el</strong> gobierno en un todo; la legislación en un todo, y <strong>el</strong> espíritunacional en un todo. Unidad, unidad, unidad, debeser nuestra divisa. La sangre de nuestros ciudadanos esdiferente, mezclémosla para unirla; nuestra Constituciónha dividido los poderes, enlacémoslos para unirlos; nuestrasleyes son funestas r<strong>el</strong>iquias de todos los despotismosantiguos y modernos, que este edificio monstruoso se derribe,caiga y apartando hasta sus ruinas, <strong>el</strong>evemos untemplo a la justicia; y bajo los auspicios de su santa inspiracióndictemos un Código de leyes venezolanas (PérezVila, 1979: 121).Para que <strong>el</strong> remedio opere, debe desaparecer la enfermedad,que es <strong>el</strong> ejercicio de la propiedad sobre los seres humanos, yquizá <strong>el</strong> ejercicio de la propiedad sobre lo que producen otrosseres humanos. Y así Bolívar ataca la institución que constituyó<strong>el</strong> origen de su fortuna personal y de la de su casta:La atroz e impía esclavitud cubría con su negro mantola tierra de Venezu<strong>el</strong>a, y nuestro ci<strong>el</strong>o se hallaba recargadode tempestuosas nubes, que amenazaban un diluvio defuego. Yo imploré la protección d<strong>el</strong> Dios de la humanidad,y luego la redención disipó las tempestades. La esclavitudrompió sus grillos, y Venezu<strong>el</strong>a se ha visto rodeada denuevos hijos, de hijos agradecidos que han convertido losinstrumentos de su cautiverio en armas de libertad. Sí,los que antes eran esclavos, ya son libres; los que anteseran enemigos de una madrastra, ya son defensores deuna patria. Encareceros la justicia, la necesidad y la beneficenciade esta medida, es superfluo cuando vosotrossabéis la historia de los ilotas, de Espartaco y de Haití;cuando vosotros sabéis que no se puede ser libre y esclavoa la vez, sino violando a la vez las leyes naturales, las


leyes políticas y las leyes civiles. Yo abandono a vuestrasoberana decisión la reforma o la revocación de todos misestatutos y decretos; pero yo imploro la confirmación d<strong>el</strong>a libertad absoluta de los esclavos, como imploraría mivida y la vida de la República (Pérez Vila, 1979: 124).El <strong>Libertador</strong> nombra un tribunal que juzga sumariamentea Piar, quien es condenado y ejecutado. En <strong>el</strong> texto citado estápresente la problemática de la Guerra Social. El sistema de lasociedad de castas ha consagrado la desigualdad s<strong>el</strong>lándola conla ind<strong>el</strong>eble señal d<strong>el</strong> tono de la pi<strong>el</strong>. Los intentos igualitariosson por tanto descalificados como tentativas de invocar <strong>el</strong> colorcomo argumento. En este confuso panorama no es extraño queaparezcan como abanderados de reivindicaciones de pardosy esclavos personajes de pi<strong>el</strong> y ojos claros, como José TomásBoves en <strong>el</strong> bando realista y en <strong>el</strong> patriota Manu<strong>el</strong> Piar. La aparenteparadoja se disu<strong>el</strong>ve si tenemos en cuenta que la problemáticasubyacente es la d<strong>el</strong> privilegio, y de que no se trata desublevación de un color contra otro, sino de desposeídos contralos poseedores. La progresiva incorporación de pardos, negros eindígenas a las filas patriotas irá atenuando <strong>el</strong> tema de la Guerrade Colores, que de todos modos reaparece en forma intermitenteen las preocupaciones de Bolívar.En ningún caso puede ser <strong>el</strong> hombre una propiedadenagenableLa Constitución de 1819, inspirada por <strong>el</strong> “Discurso deAngostura”, apenas declara en su título 1°, Sección Primera,artículo 14°: “Todo hombre hábil para contratar puede empeñary comprometer sus servicios y su tiempo; pero no puedevenderse ni ser vendido. En ningún caso puede ser <strong>el</strong> hombreuna propiedad enagenable”. Mas no establece normas adjetivaspara garantizar <strong>el</strong> pleno y efectivo goce de tal derecho, nideclara ilegítima, como sería lo indicado, cualquier medida oconstricción para someter o retener en esclavitud a cualquierser humano, ni amenaza con sanción a los perpetradores.


Dicha Constitución, de hecho, es un claro instrumento deperpetuación de los derechos de los propietarios. Su Título 3°,Sección Primera, en su artículo 1 pauta que “los ciudadanosse dividen en activos y pasivos”. El artículo 2 dispone que “esciudadano activo <strong>el</strong> que goza <strong>el</strong> derecho de sufragio, y egercepor medio de él la soberanía nacional, nombrando sus representantes”.Según <strong>el</strong> artículo 3, “Ciudadano pasivo, se llamaaqu<strong>el</strong> que estando bajo la protección de la ley, no tiene parte ensu formación, no egerce la soberanía nacional, ni goza d<strong>el</strong> derechode sufragio”. El artículo 4 exige como indispensable paraser ciudadano activo y gozar de sus derechos, “Cuarto: Poseeruna propiedad raíz de valor de quinientos pesos en cualquierparte de Venezu<strong>el</strong>a. Suplirá la falta de esta propiedad, <strong>el</strong> teneralgun grado, o aprobación pública en una ciencia, ó arte liberaló mecánica; <strong>el</strong> gozar de un grado militar vivo y efectivo, ó dealgun empleo con renta de trescientos pesos por año”. Quienesno dispongan de tales cualidades, reservadas por lo general alos pudientes, no tienen derecho al sufragio ni al ejercicio de lasoberanía nacional ni a nombrar representantes ni a postularsecomo tales. De una Carta Fundamental de tal índole sólo puedensurgir contrastes entre privilegiados y excluidos.Entretanto, las cosas quedarán en <strong>el</strong> estado mismoen que se hallan hoy díaEn fin, <strong>el</strong> soberano Congreso de Colombia expide en enerode 1820 <strong>el</strong> Decreto sobre la libertad de los esclavos, que convienecitar in extenso por la manera en que reafirma anterioresmedidas y organiza y hace efectiva la medida para todo <strong>el</strong> territoriode la Gran Colombia, así como por las precauciones quetoma para asegurar su propia ineficacia:DECRETO SOBRE LA LIBERTAD DE LOS ESCLAVOSEl Soberano Congreso, tomando en consideración las dosproclamas en que <strong>el</strong> general Bolívar, entonces Jefe Supremo d<strong>el</strong>a República de Venezu<strong>el</strong>a, declaró la libertad de los esclavos,primero con algunas modificaciones, y después entera y absoluta,ha reconocido con madura meditación y acuerdo, que esta


medida, dictada por la justicia y reclamada por la naturaleza, requierepara ejecutarse de un modo ventajoso a la patria y a <strong>el</strong>losmismos, diversas disposiciones preparatorias que en aqu<strong>el</strong>lascircunstancias era imposible tomar. Es preciso, en <strong>el</strong> estado deignorancia y degradación moral a que esta porción desgraciadade la humanidad se halla reducida, es preciso, en tal estado, hacerhombres antes de hacer ciudadanos. Es igualmente necesarioproporcionarles la subsistencia con la libertad, abriendo unvasto campo a su industria y actividad, para precaver los d<strong>el</strong>itosy la corrupción, que siguen en todas partes a la miseria y a laociosidad. El Congreso, considerando la libertad como la luz d<strong>el</strong>alma, creyó también que debía dárs<strong>el</strong>es por grados, como a losque recobran la vista corporal, que no se les expone de repentea todo <strong>el</strong> esplendor d<strong>el</strong> día. La experiencia tiene acreditadala exactitud de esta comparación. Guiado por sus lecciones, <strong>el</strong>Congreso se proponía seguir la marcha siguiente:1. Reconocer solemnemente, como lo ha hecho en la Constitución,<strong>el</strong> principio sagrado de que <strong>el</strong> hombre no puede ser lapropiedad de otro hombre.2. Prefijar un término prudente dentro d<strong>el</strong> cual quedase enteramenteextinguida de hecho la esclavitud como queda abolidapor derecho.3. Promover activamente la primera civilización de los esclavos,por medio de diversas instituciones, enseñando a leer yescribir a los niños, dando a todos en general alguna idea de losdeberes sociales, inspirándoles amor al trabajo y a las virtudespúblicas, y haciendo depender de <strong>el</strong>las mismas la más o menospronta posesión de su libertad.4. Mantener en <strong>el</strong>la a los que ya la hubieren obtenido y concederlasucesivamente a los que se presentaren a servir en lamilicia, supieren algún arte u oficio, manifestaren alguna habilidado talento particular, o se distinguieren por su honradez,conducta y patriotismo.5. Poner desde luego término a la introducción de nuevosesclavos.6. Formar un censo de los existentes en las haciendasy asignarles sobre sus productos cierta utilidad proporcional,


comprometiéndose <strong>el</strong>los a cultivarlas por cierto número deaños; en cuyo caso se considerarán como sirvientes libres, peroadictos a aqu<strong>el</strong>la plantación o hato por <strong>el</strong> tiempo estipulado.7. Formar un fondo efectivo de indemnización en favor d<strong>el</strong>os propietarios que no hubiesen perdido <strong>el</strong> derecho a <strong>el</strong>la, porhaber tomado las armas contra su país, o por otra causa justa.Como la ejecución de este plan exigía diversos establecimientos,instituciones, medios y recursos, <strong>el</strong> Congreso se ocupabade organizarlo todo, de modo que en <strong>el</strong> término precisode cinco años se hubiera conseguido la extinción total de laesclavitud de toda Venezu<strong>el</strong>a, cuando sucesos extraordinariosdieron una nueva existencia y forma colosal a la República. Eraya preciso trabajar sobre otras dimensiones, concebir otro planmás vasto y recomenzar la obra con nuevos materiales, a tiempoen que precisamente debía poner término a sus tareas legislativas,dejando tan augustas funciones para la RepresentaciónNacional de Colombia, que ha de reunirse a principios d<strong>el</strong> añopróximo, conforme a la Ley Fundamental.Por todas estas consideraciones <strong>el</strong> Soberano Congreso ha tenidoa bien suspender hasta <strong>el</strong> año siguiente <strong>el</strong> plan que se proponíapara la extinción absoluta de la esclavitud y, entretanto,ha venido en decretar y decreta lo siguiente:Artículo 1º La esclavitud queda abolida de derecho, y se verificaráde hecho su total extinción dentro d<strong>el</strong> término preciso, ypor los medios prudentes, justos y filantrópicos que <strong>el</strong> CongresoGeneral tuviese a bien fijar en su próxima reunión.Artículo 2º Entretanto, las cosas quedarán en <strong>el</strong> estado mismoen que se hallan hoy día en cada uno de los tres departamentosde la República, sin hacerse la menor novedad en provinciani lugar alguno, permaneciendo en libertad los que lahayan obtenido y aguardando a recibirla d<strong>el</strong> Congreso Generallos que se encuentran en servidumbre.Artículo 3º Sin embargo, los que fueren llamados a las armaspor <strong>el</strong> Presidente de la República, o hicieren algún servicio distinguido,entrarán desde luego en posesión de su libertad, llevándosecuenta y razón para las indemnizaciones a que haya lugar.


Artículo 4º La introducción de esclavos en <strong>el</strong> territorio de laRepública, ya sea para comercio, ya para establecimiento, quedaprohibida bajo la multa de mil pesos por individuo.Artículo 5º Haciendo la República profesión de respetar lasleyes, usos y costumbres de todas las naciones, se declara quetodo esclavo fugitivo de país extranjero será puesto en prisióny restituido a su amo, castigando con la pena de pagar su estimacióncon los gastos y perjuicios a los que hayan favorecidosu venida, y a los que los ocultaren y protegieren.Tendrálo entendido <strong>el</strong> Supremo Poder Ejecutivo, y dispondrálo necesario a su cumplimiento.Dado en <strong>el</strong> Palacio d<strong>el</strong> Soberano Congreso, capital de Guayana,a 11 de enero de 1820-10ºEl Presidente d<strong>el</strong> Congreso, Francisco Antonio Zea. El diputadoSecretario, Diego de BallenillaPalacio de Gobierno, 22 de enero de 1820-10ºEl Vicepresidente de la República ordena que la present<strong>el</strong>ey, autorizada por <strong>el</strong> s<strong>el</strong>lo d<strong>el</strong> Estado, se ejecute, publique ycomunique a quienes corresponda.Francisco Antonio Zea.Por Su Exc<strong>el</strong>encia <strong>el</strong> Vicepresidente de la República. El Ministrod<strong>el</strong> Interior.Diego Bautista Urbaneja.(Documentos Fundamentales: 98)En su conjunto, la norma es un refinado mecanismo de <strong>el</strong>usiónde las finalidades para la cual fue propuesta. La exposiciónde motivos incurre en la hipocresía de comparar la libertad conla luz d<strong>el</strong> alma, para justificar que sólo se la puede restituir porgrados. El artículo 1 invoca <strong>el</strong> principio constitucional que prohíbeque un hombre sea propiedad de otro. Sin embargo, <strong>el</strong> 2distingue entre una abolición de derecho y otra de hecho, comosi una constitución se sancionara para que hecho y derechoestuvieran divorciados. El artículo 3 ya pone condiciones: lalibertad dependerá d<strong>el</strong> amor al trabajo y a las virtudes públicas,difíciles de cumplir para quien no es dueño d<strong>el</strong> fruto de su laborni tiene derechos que le permitan ejercitar tales virtudes.


El artículo 4 añade más condiciones: servir en la milicia, saberartes u oficios que por lo regular no se enseñan a los esclavos,distinguirse por habilidad, talento particular, honradez, conductay patriotismo, dotes que casi nunca se encuentran en loshombres públicos y que será más difícil localizar en los explotadospor <strong>el</strong>los. El 5 prohíbe introducir nuevos esclavos, pero <strong>el</strong>6 dispone que los existentes seguirán “como sirvientes libres,pero adictos a aqu<strong>el</strong>la plantación o hato por <strong>el</strong> tiempo estipulado”,vale decir, se los reduce a una especie de servidumbrefeudal fija a la tierra. Con tales antecedentes, no podía faltar unartículo como <strong>el</strong> 7, que indemniza a los propietarios y no a losesclavos.El subsiguiente “plan más vasto” propuesto por <strong>el</strong> Congresolleva <strong>el</strong> subterfugio a su culminación. Posterga un año más<strong>el</strong> plan de liberación. El artículo 2 dispone que, entre tanto,las cosas quedarán en <strong>el</strong> estado mismo en que se hallan, salvopara los llamados a las armas o prestatarios de algún serviciodistinguido. El artículo 5° <strong>el</strong>eva la inhumanidad al paroxismode poner en prisión y restituir a su amo todo esclavo fugitivo depaís extranjero que llegue al territorio de una república que haabolido la esclavitud.Sin dependencia de otro, en clase de jornalero ó sirvienteLa siguiente Constitución, sancionada en Cúcuta en 1821,insiste en <strong>el</strong> principio censitario que atribuye <strong>el</strong> sufragio sólo alos propietarios. En <strong>el</strong>la, según <strong>el</strong> artículo 15, para ser sufraganteparroquial se necesita “ser dueño de alguna propiedad raízque alcance <strong>el</strong> valor libre de cien pesos. Suplirá este defecto<strong>el</strong> egercitar algun oficio, profesion, comercio, ó industria útilcon casa ó taller abierto sin dependencia de otro, en clase dejornalero ó sirviente”. Para ser <strong>el</strong>ector, <strong>el</strong> artículo 21 requiere“Ser dueño de una propiedad raíz que alcance al valor libre dequinientos pesos, ó gozar de un empleo de trescientos pesosde renta anual, ó ser usufructuario de bienes que produzcanuna renta de trescientos pesos anuales, ó profesor de algunaciencia, ó tener un grado científico”. Para ser representante, <strong>el</strong>


artículo 87 exige “ser dueño de una propiedad raíz que alcanceal valor libre de dos mil pesos; ó tener una renta ó usufructode quinientos pesos anuales, ó ser profesor de alguna ciencia”.No tener tales propiedades o ventajas es, literalmente un defectoque trae consigo la inhabilitación política. Sea cual seasu niv<strong>el</strong> de ingresos, tal inhabilitación opera contra todo aquélque sea dependiente de otro “en clase de jornalero ó sirviente”;vale decir, ser asalariado es no ser ciudadano. Una vez más, <strong>el</strong>principio censitario excluye a la mayoría de las personas de laparticipación política y de la influencia en las leyes y decisionesd<strong>el</strong> gobierno. Cabría esperar una condenatoria vigorosa de laesclavitud o una disposición tendente a asegurar en la prácticasu inmediata erradicación. No la hay. De tal discriminación sólopueden surgir conflictos, como en efecto surgirán.¿Será justo que mueran solamente los hombres librespor emancipar a los esclavos?Mientras las d<strong>el</strong>iberaciones legales y constituyentes se iniciany concluyen, la recluta de los esclavos prosigue y se practicaincluso en la Nueva Granada. Así, <strong>el</strong> 20 de abril de 1820, escribeBolívar desde San Cristóbal al vicepresidente Santander:“He mandado que se tomen los esclavos útiles para las armas.Debe suponerse, que se entiende solamente con los necesariospara las armas, pues de otro modo serían más perjudiciales queútiles un número excesivo de <strong>el</strong>los. Las razones militares y políticasque he tenido para ordenar la leva de esclavos son muyobvias. Necesitamos de hombres robustos y fuertes acostumbradosa la inclemencia y a las fatigas, de hombres que abracenla causa y la carrera con entusiasmo, de hombres que veanidentificada su causa con la causa pública, y en quienes <strong>el</strong> valorde la muerte sea poco menos que <strong>el</strong> de su vida. Las razonespolíticas son aún más poderosas. Se ha declarado la libertad d<strong>el</strong>os esclavos de derecho y aun de hecho. El congreso ha tenidopresente lo que dice Montesquieu: En los gobiernos moderadosla libertad política hace preciosa la libertad civil; y <strong>el</strong> queestá privado de esta última está aun privado de la otra; ve una


sociedad f<strong>el</strong>iz, de la cual no es ni aun parte; encuentra la seguridadestablecida para los otros y no para él. Nada acerca tantoa la condición de bestias como ver siempre hombres libres yno serlo. Tales gentes son enemigos de la sociedad y su númerosería p<strong>el</strong>igroso. No se debe admirar que en los gobiernos moderados<strong>el</strong> esclavo haya sido perturbado por la reb<strong>el</strong>ión de losesclavos, y que esto haya sucedido tan rara vez en los Estadosdespóticos. Es, pues, demostrado por las máximas de la política,sacada de los ejemplos de la historia, que todo gobiernolibre que comete <strong>el</strong> absurdo de mantener la esclavitud es castigadopor la reb<strong>el</strong>ión y algunas veces por <strong>el</strong> exterminio, como enHaití. En efecto, la ley d<strong>el</strong> congreso es sabia en todas sus partes.¿Qué medio más adecuado ni más legítimo para obtener la libertadque p<strong>el</strong>ear por <strong>el</strong>la? ¿Será justo que mueran solament<strong>el</strong>os hombres libres por emancipar a los esclavos? ¿No será útilque estos adquieran sus derechos en <strong>el</strong> campo de batalla, y quese disminuya su p<strong>el</strong>igroso número por un medio poderoso ylegítimo? Hemos visto en Venezu<strong>el</strong>a morir la populación librey quedar la cautiva; no sé si esto es política, pero sé que si enCundinamarca no empleamos los esclavos sucederá otro tanto.Yo, pues, usando de las facultades que me concede la ley de lalibertad de los esclavos, reitero mis anteriores órdenes: que <strong>el</strong>ejército d<strong>el</strong> Sur tome los esclavos, útiles para las armas, quenecesite; y que vengan 3.000 jóvenes solteros para <strong>el</strong> ejércitod<strong>el</strong> Norte. Sobre estos últimos insto fuertemente” (Lecuna, T.I:424-425).La venida de los 3.000 esclavos d<strong>el</strong> Sur es indispensableQue los contingentes de esclavos son decisivos en la guerrade Independencia lo prueban las constantes menciones sobresu recluta y sobre su resistencia física en la correspondenciad<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>. Así, <strong>el</strong> 14 de abril de 1820 escribe desde SanCristóbal al vicepresidente Francisco de Paula Santander que“La venida de los 3.000 esclavos d<strong>el</strong> Sur es indispensable paraaumentar nuestros cuerpos veteranos, porque la gente de tierrafría se muere toda en Venezu<strong>el</strong>a, como dolorosamente lo hemos


experimentado. Estoy resu<strong>el</strong>to a no llevar uno solo de este país”(Lecuna, T.I: 421-422). Y <strong>el</strong> primero de junio de 1820 de nuevoexpresa al vicepresidente Santander, esta vez desde Cúcuta:“me alegro de que se hayan levantado en <strong>el</strong> Cauca 1.400 libertos;me alegro de que <strong>el</strong> provisor venda su hábito para matarespañoles. Este es un verdadero apóstol de la política y de lapatria, también lo será de su vida, que no es menos interesantepara él” (Lecuna, T.I: 446-449).Pero no aprecia sólo a los negros por su valía como combatientes.Continuos gestos testimonian su preocupación porllevar a la práctica <strong>el</strong> fin de la esclavitud. El 23 de octubre de1820, encontrándose en Trujillo, decreta que pasa a propiedadde la República la hacienda de la “Ceiba Grande” de esa localidad,que antes formaba parte d<strong>el</strong> erario real, y da la libertada los esclavos que trabajan en <strong>el</strong>la, “así los hombres, como lasmujeres y los niños” (Barnola et al., 1964, T.I: 214).Caos asombroso de patriotas, godos, egoístas,blancos, pardosTodavía <strong>el</strong> fantasma de la Guerra de Colores está presente enexpresiones d<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> que deploran las inconciliables faccionesque desgarran la Gran Colombia, muchas de <strong>el</strong>las teñidaspor <strong>el</strong> componente étnico. Deplora, así en misiva al generalAntonio Nariño fechada <strong>el</strong> 21 de abril de 1821 en Barinas que“Colombia se gobierna por la espada de los que la defienden,y en lugar de ser un cuerpo social es un campo militar. Porconsiguiente, los abusos, las negligencias y la carencia de todo<strong>el</strong>emento orgánico, es inevitablemente <strong>el</strong> efecto de aqu<strong>el</strong>losprincipios que no ha estado en mi poder corregir, por muchasrazones: la primera, porque un hombre en muy poco tiempo yescaso de conocimientos generales, no puede hacerlo todo, nibien ni mal; la segunda, porque me he dedicado exclusivamentea expulsar a nuestros enemigos; tercera, porque hay muchasconsideraciones que guardar en este caos asombroso de patriotas,godos, egoístas, blancos, pardos, venezolanos, cundinamarqueses,federalistas, centralistas, republicanos, aristócratas,


uenos y malos, y toda la caterva de jerarquías en que se subdividentan diferentes bandos; de suerte que, amigo, yo he tenidomuchas veces que ser injusto por política, y no he podido serjusto impunemente” (Lecuna, 1947, T.I: 551-552).Y <strong>el</strong> 15 de noviembre de 1821 dirige desde Bogotá comunicaciónal gobernador d<strong>el</strong> Cauca, en la cual lo reconviene porhaberse ad<strong>el</strong>antado al Poder Legislativo la política de liberar alos esclavos que tomaran las armas, política que por otra parteya se había decretado y practicado ampliamente en Venezu<strong>el</strong>a.Bolívar se expresa en estos términos: “S.E. <strong>el</strong> vicepresidentede la República me ha comunicado copia d<strong>el</strong> bando publicadopor Ud. invitando a tomar las armas a los esclavos d<strong>el</strong> territoriode su mando, ofreciéndoles la libertad de <strong>el</strong>los, sus hijos,mujeres y madres, según los casos en que se hallen. Ud. notiene facultad para haber publicado una orden de esta naturaleza,que es privativa d<strong>el</strong> congreso de Colombia, ni yo en virtudde las facultades extraordinarias que se me han concedidohe ordenado tal medida, que además de ser perjudicial a esaprovincia es innecesaria porque hay suficientes hombres libressolteros para completar <strong>el</strong> número que he prevenido a Ud. tengaprontos para <strong>el</strong> ejército d<strong>el</strong> Sur. Ahora repito a Ud. la mayoractividad en la recluta d<strong>el</strong> número de hombres libres que hepedido, los que estarán prontos para <strong>el</strong> tiempo que los he pedido,sin mezclarse en nada con los esclavos” (O’Leary, 1981,T.XVIII: 575-576). Ciertamente está presente aquí <strong>el</strong> acendradolegalismo de Bolívar, que siempre evita colocarse fuera de lanormativa vigente. Pero quizá también teme que la prematuramedida pueda despertar una acérrima oposición de los amos,y crear numerosos cuerpos de esclavos libres y armados, unarealidad que se había dado en Venezu<strong>el</strong>a pero sería nueva para<strong>el</strong> territorio neogranadino.Todos los esclavos que quieran cambiar de señor, tengano no tengan razónEn todo caso, a lo largo de su vida <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> conservarála preocupación por los derechos de los oprimidos, y así,


encontrándose en Trujillo, en uso de sus facultades de dictadord<strong>el</strong> Perú manifiesta al prefecto de dicho departamento <strong>el</strong>24 de marzo de 1824 haber resu<strong>el</strong>to que “Todos los esclavosque quieran cambiar de señor, tengan o no tengan razón, y auncuando sea por capricho, deben ser protegidos y debe obligarsea los amos a que les permitan cambiar de señor concediéndoles<strong>el</strong> tiempo necesario para que lo soliciten. S. E. previene a Ud.dispense a los pobres esclavos toda la protección imaginabled<strong>el</strong> gobierno, pues es <strong>el</strong> colmo de la tiranía privar a estos miserablesd<strong>el</strong> triste consu<strong>el</strong>o de cambiar de dominador. Por estaorden S. E. suspende todas las leyes que los perjudiquen sobr<strong>el</strong>a libertad de escoger amo a su arbitrio y por sola su voluntad”(O’Leary, 1981, T.XXII: 149). De niño, en efecto, al escapar d<strong>el</strong>a casa de su tío Carlos Palacios para la de su hermana MaríaAntonia, protestó ante la autoridad encargada de restituirlo aldomicilio de su tutor Carlos Palacios que si hasta los esclavospodían cambiar de amo, también podía hacerlo él.En Colombia hay una aristocracia de rango, de empleosy de riqueza¿Cómo es posible que surjan tantos desvíos, obstáculos ydilaciones contra la voluntad d<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>? De hecho, en estamateria hay tanta resistencia como en las restantes políticasque intenta desarrollar. En Venezu<strong>el</strong>a y en la Nueva Granada,reunidas ahora en Colombia, subsiste desde los tiempos colonialesuna poderosa oligarquía que ejerce sobre <strong>el</strong> pueblo unadominación poco menos que despótica.Sobre <strong>el</strong> poder de esta oligarquía refractaria a las leyes progresistas,conversará Bolívar <strong>el</strong> 24 de mayo de 1828 con Perúde Lacroix, mientras espera los resultados de la Convenciónde Ocaña en Bucaramanga, insistiendo en “probar <strong>el</strong> estado deesclavitud en que se halla aún <strong>el</strong> bajo pueblo colombiano; probarque está bajo <strong>el</strong> yugo no solo de los alcaldes y curas de lasparroquias, sino también bajo <strong>el</strong> de los tres o cuatro magnatesque hay en cada una de <strong>el</strong>las; que en las ciudades es lo mismo,con la diferencia de que los amos son más numerosos, porque


se aumentan con muchos clérigos, frailes y doctores; que la libertady las garantías son sólo para aqu<strong>el</strong>los hombres y para losricos y nunca para los pueblos, cuya esclavitud es peor que lade los mismos indios; que esclavos eran bajo la constitución deCúcuta y esclavos quedarían bajo cualquier otra constitución,así fuese la más democrática; que en Colombia hay una aristocraciade rango, de empleos y de riqueza equivalente, por suinflujo, pretensiones y peso sobre <strong>el</strong> pueblo, a la aristocracia detítulos y de nacimiento aún la más despótica de Europa; que enesa aristocracia entran también los clérigos, los frailes, los doctoreso abogados, los militares y los ricos, pues aunque hablande libertad y de garantías es para <strong>el</strong>los solos que las quiereny no para <strong>el</strong> pueblo, que, según <strong>el</strong>los, debe continuar bajo suopresión; quieren también la igualdad, para <strong>el</strong>evarse y aparearsecon los más caracterizados, pero no para niv<strong>el</strong>arse <strong>el</strong>los conlos individuos de las clases inferiores de la sociedad; a estos losquieren considerar siempre como sus siervos a pesar de todo suliberalismo” (Lacroix, 1924: 88-89).Es la misma situación que había expuesto en SociedadesAmericanas <strong>el</strong> maestro Simón Rodríguez, expresándolo con suoriginalísima composición tipográfica:¡Declarar la INDEPENDENCIA!DiciendoQue <strong>el</strong> País no es, NI SERÁ JAMÁS PROPIEDADde una personaDe una familiaNi de una jerarquía?¡ante familias y jerarquías que se creen dueños, no sólo d<strong>el</strong>su<strong>el</strong>o sino de sus habitantes!... con herederos forzosos instituidospor las leyes! ¡y hacer garante de la declaración a unapersona, que espera la formalidad d<strong>el</strong> nombramiento, para empezara ejercer las funciones de REY CONSTITUCIONAL! (condeseos, tal vez… y sin tal vez… de hacerlas hereditarias)(Rodríguez, 1990: 125)


Estas pretensiones oligárquicas de que <strong>el</strong> país sea propiedadde una familia, de una jerarquía, se van consolidando enun proyecto que ejerce para <strong>el</strong> momento un decisivo poder, <strong>el</strong>de la República Oligárquica, y que pesará sobre la existenciade las incipientes naciones durante <strong>el</strong> resto de ese siglo y d<strong>el</strong>inmediato.


3.8. La pardocraciaEl pueblo, que quiere que haya igualdad absolutaOtro tema que se hace cada vez más presente en las preocupacionesde Bolívar es <strong>el</strong> de la “pardocracia”, término que en susescritos parece referir a la creciente influencia de los pardos omestizos en la vida social, económica, política y cultural de losnuevos países. No se puede liberar a todo un sector social de lacondición de objeto o mercancía sin reconocerle plenament<strong>el</strong>os derechos legales, sociales y económicos que le correspondencomo parte de la humanidad.Sin embargo, la sociedad de castas ha sido <strong>el</strong> inmutable ordende tres siglos de coloniaje, y <strong>el</strong> que para la época imperaen la mayor parte d<strong>el</strong> mundo. No sólo los esclavos, los hijos d<strong>el</strong>mestizaje americano son discriminados en forma legal durant<strong>el</strong>a Colonia y de manera social y económica tras la Independencia.Están integrados por una rica diversidad de mezclas, que<strong>el</strong> orden colonial ha sometido a rigurosa clasificación. Una vezque la República los convierte en ciudadanos, en forma naturalquieren gozar a plenitud de su condición de tales.Alegando la necesidad de conjurar la Guerra de Colores, <strong>el</strong><strong>Libertador</strong> nombra un tribunal que juzga sumariamente a Piar,quien es condenado y ejecutado. En la proclama que alude alhecho está presente la problemática de la Guerra Social. El sistemade la sociedad de castas ha consagrado la desigualdad s<strong>el</strong>lándolacon la ind<strong>el</strong>eble señal d<strong>el</strong> tono de la pi<strong>el</strong>. Los intentosigualitarios son por tanto descalificados como tentativas de invocar<strong>el</strong> color como argumento. Señalamos que en este confusopanorama no es extraño que aparezcan como abanderados dereivindicaciones de pardos y esclavos personajes de pi<strong>el</strong> y ojosclaros, como José Tomás Boves en <strong>el</strong> bando realista y en <strong>el</strong> patriotaManu<strong>el</strong> Piar. La aparente paradoja se disu<strong>el</strong>ve si tenemosen cuenta que la problemática subyacente es la d<strong>el</strong> privilegio, yde que no se trata de una sublevación de un color contra otro,sino de los desposeídos contra los poseedores. La progresiva


incorporación de pardos, negros e indígenas a las filas patriotasirá atenuando <strong>el</strong> tema de la Guerra de Colores, que sin embargoreaparece en forma intermitente en las preocupaciones deBolívar.Así, con clara conciencia d<strong>el</strong> fenómeno, <strong>el</strong> 7 de abril de 1825escribe Bolívar desde Lima a Francisco de Paula Santander que“La igualdad legal no es bastante por <strong>el</strong> espíritu que tiene <strong>el</strong> pueblo,que quiere que haya igualdad absoluta, tanto en lo públicocomo en lo doméstico; y después querrá la pardocracia, quees la inclinación natural y única, para exterminio después d<strong>el</strong>a clase privilegiada. Esto requiere, digo, grandes medidas, queno me cansaré de recomendar” (Lecuna, 1947, T.II: 113-116).El párrafo requiere atento examen. La igualdad jurídica esilusoria: <strong>el</strong> pueblo la quiere absoluta, tanto en lo público comoen lo doméstico: <strong>el</strong>lo implica <strong>el</strong> acceso irrestricto a los derechospolíticos, al derecho a <strong>el</strong>egir y ser <strong>el</strong>egido, a la educación entodos sus niv<strong>el</strong>es y a los cargos públicos, así como <strong>el</strong> cese d<strong>el</strong>as discriminaciones sociales. Son los pardos como una suertede Tercer Estado de la naciente República: constituyen la mayorparte de la población, ejercen la mayoría de las actividadesproductivas, han sido decisivos en su liberación. Refiriéndose ala situación d<strong>el</strong> Tercer Estado o burguesía en <strong>el</strong> Viejo RégimenFrancés, <strong>el</strong> abate Emmanu<strong>el</strong> Sieyès formuló tres preguntas conrespuestas no menos fulminantes. “¿Qué es <strong>el</strong> Tercer Estado?Todo. ¿Qué ha sido hasta ahora en <strong>el</strong> orden político? Nada.¿Qué pide? Llegar a ser algo” (Sieyès, 1973:3). En efecto, <strong>el</strong>Tercer Estado era todo, pues manejaba la economía, pagaba losimpuestos, suplía la mayoría de las profesiones y carreras útiles¿Qué quería ser <strong>el</strong> Tercer Estado? Algo, pues aspiraba a la paridadde votos con <strong>el</strong> clero y la nobleza. Parecidos planteamientosse hacen pardos, negros e indígenas en las jóvenes repúblicas.Sólo responden en forma diferente la tercera pregunta. No s<strong>el</strong>imitarán a ser algo. Siendo la porción más numerosa y productivade la mayoría de los nuevos países, aspiran a tener unafuerza política equivalente a su eminencia social y económica.


No yerra entonces Bolívar al señalar “la pardocracia” como“inclinación natural y única”. Es natural: no se puede esperarque toda una parte decisiva de la sociedad liberada de la discriminaciónjurídica, acepte la social, la económica y la política.Es única: no se puede prever otro curso posible de las sociedadesamericanas. Actuará “para exterminio después de la claseprivilegiada”. No debemos entender esta aseveración como exterminiofísico, según ocurrió en Haití con los amos de los esclavosy sus colaboradores directos. La clase será exterminadaen tanto que privilegiada por herencia, cosa que no puede serningún sector social en la República: los mecanismos sociales,económicos y políticos d<strong>el</strong> privilegio serán removidos en arasde la igualdad.¿Domina a Bolívar <strong>el</strong> prejuicio racial? Si alguna vez lo abrigóen la etapa primera de joven mantuano, jamás lo manifestó.Su cordial trato y su agradecimiento hacia la gente de colorde su entorno y <strong>el</strong> amor hacia <strong>el</strong> aya a quien sin vacilar llamasu madre y su padre parece contradecir <strong>el</strong> prejuicio. Pero sialguna sombra quedaba de él, la actitud de Alexandre Petión alsalvar dos veces su carrera política y de paso la independenciade Tierra Firme ha debido llevarlo a una nueva visión. Desdeentonces, <strong>el</strong> cumplimiento de su palabra al liberar los esclavos;su insistencia en que dichas normas fueran respetadas y en queno fueran derogadas es aval de sinceridad. Los enemigos de Bolívarintentan descalificarlo llamándolo “zambo”, y en verdadalgunos retratos parecen sugerir algún rasgo moreno, algún rizosignificativamente crespo. Pero Bolívar ha visto perecer dos veces<strong>el</strong> proyecto independentista en medio de una Guerra deColores. Si llegara a estallar otra, comportaría quizá <strong>el</strong> fin de laindependencia, o resultaría en una sociedad tan fragmentaday dividida que difícilmente podría oponer resistencia a cualquierreconquista o protectorado. La guerra social se cerníaen <strong>el</strong> horizonte encapotado, y sus consecuencias podrían serincalculables. De hecho, en Venezu<strong>el</strong>a no mucho después desu muerte reventaron insurrecciones campesinas protagonizadaspor esclavos, peones y blancos pobres a partir de1846, qu<strong>el</strong>uego condujeron al sangriento episodio de la Guerra Federal apartir de 1859.


Los cabos y sargentos serán suranos españoles y blancosEsta prevención contra la guerra civil se trasluce en muchasde sus disposiciones d<strong>el</strong> período. Así, <strong>el</strong> 2 de septiembre de1825 comunica desde La Paz al general Bartolomé Salom: “Loque más me importa en <strong>el</strong> día es no desprendernos de nuestroscolombianos absolutamente y, sin embargo, mandar a Colombia3.000 hombres para que mantengan en Venezu<strong>el</strong>a <strong>el</strong> orden.Con esta mira deseo que V., luego que tome El Callao, levanteun batallón con este nombre de El Callao, sacando <strong>el</strong> cuadro deocho compañías de los dos batallones Caracas y Araure, perocon los oficiales menos valientes y haciendo aqu<strong>el</strong>las promocionesnecesarias para llenar <strong>el</strong> cuadro; los cabos y sargentosserán suranos españoles y blancos. Toda la tropa será d<strong>el</strong> Perú,la cual saldrá de los prisioneros de El Callao, de los batallonesde Colombia y d<strong>el</strong> regimiento Número 3. Pero repito que todoslos soldados deben ser peruanos, y su número no debe bajar de1.200 hombres, sin contar las bandas, los oficiales y las clases”(Lecuna, 1947, T.II: 209-210). Llaman la atención algunos d<strong>el</strong>os requerimientos. Reiterar que “toda la tropa será d<strong>el</strong> Perú”es evitar que tenga vínculos de familia o amistad en Venezu<strong>el</strong>a,donde debe mantener <strong>el</strong> orden. Que los cabos y sargentos hayande ser “suranos, españoles y blancos” tiene obviamente porobjetivo evitar la fraternización con aqu<strong>el</strong>los a quienes debenimponer temor, posiblemente negros o mestizos.A fin de evitar cualquier desorden de parte de aqu<strong>el</strong>loshombres de colorSimultáneamente, Bolívar aclara <strong>el</strong> tenor de sus preocupacionesen otra comunicación al presidente d<strong>el</strong> Consejo de Gobierno,J. Hipólito Unanue, a quien reitera que: “Ya he dicho austed que no irá otra expedición a Colombia en este año, sinola que debe embarcarse después de la toma de El Callao en esepuerto; con la mira de llevar a Colombia alguna tropa que nopertenezca a Venezu<strong>el</strong>a ni a Colombia tampoco, a fin de evitarcualquier desorden de parte de aqu<strong>el</strong>los hombres de color, que


no dejan de tener aspiraciones muy fuertes. Por lo mismo, meintereso que sean peruanos los que vayan en esa expedición”(Lecuna, 1947, T.II: 210-211). Ya aquí se define de parte dequiénes se temen desórdenes: “de aqu<strong>el</strong>los hombres de color,que no dejan de tener aspiraciones muy fuertes”.Un año más tarde, encontrándose en Magdalena, cerca deLima, en carta de 22 de marzo de 1826 dirigida al general JuanPaz D<strong>el</strong> Castillo, requiere: “De Guayaquil me han escrito cosasbastante alarmantes con respecto a la pardocracia y aunque yono creo todo lo que se dice, sí creo que habrá bastante. TengaUd. pues, mucha vigilancia y avíseme con tiempo, para poderhacer yo lo que se pueda a fin de impedir tamaños males” (Lecuna,1947, T.II: 344-346).Nosotros somos <strong>el</strong> compuesto abominableY sobre <strong>el</strong> mismo tema <strong>el</strong> 8 de julio de 1826, desde Magdalena,cerca de Lima, se dirige al vicepresidente Francisco dePaula Santander en tono francamente pesimista. El Poder Legislativode la Gran Colombia ha retirado a José Antonio Páezd<strong>el</strong> mando militar, y lo convoca para ser juzgado; <strong>el</strong> caudillollanero se niega a acatar las órdenes. Al respecto escribe <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>:“Ayer recibí la carta de Ud. d<strong>el</strong> 6 de mayo y diferentespap<strong>el</strong>es públicos y correspondencias privadas que mehan dejado sin dormir toda la noche, no porque añadan nadade nuevo a lo que antes sabía, sino porque me confirman misantiguas ideas de que todo está perdido. Ni federación generalni constituciones particulares son capaces de contener a estosesclavos desenfrenados: sobre todo ahora que cada cual tira porsu lado.(…) Repito que todo está perdido si Páez continúa ensu principio insurreccional, porque cuando una cosa está colocadafalsamente, <strong>el</strong> menor vaivén la derriba. Desgraciado d<strong>el</strong>que cae debajo; yo no quiero ser ese; estoy fatigado de ejercer<strong>el</strong> abominable poder discrecional, al mismo tiempo que estoypenetrado hasta dentro de mis huesos, que solamente un hábildespotismo puede regir a la América. Estamos muy lejosde los hermosos tiempos de Atenas y de Roma y a nada que


sea europeo debemos compararnos. El origen más impuro es<strong>el</strong> de nuestro ser: todo lo que nos ha precedido está envu<strong>el</strong>tocon <strong>el</strong> negro manto d<strong>el</strong> crimen. Nosotros somos <strong>el</strong> compuestoabominable de esos tigres cazadores que vinieron a la Américaa derramarle su sangre y a encastar con las víctimas antes desacrificarlas, para mezclar después los frutos espurios de estosenlaces con los frutos de esos esclavos arrancados d<strong>el</strong> África.Con tales mezclas físicas; con tales <strong>el</strong>ementos morales ¿cómose pueden fundar leyes sobre los héroes, y principios sobre loshombres? Muy bien: que esos ideólogos gobiernen y combatany entonces veremos <strong>el</strong> b<strong>el</strong>lo ideal de Haití, y los nuevos Robespierresserán los dignos magistrados de esa tremenda libertad.Yo repito: todo está perdido, y como todo marcha en sentidoinverso de mis ideas y de mis sentimientos, que no cuentenconmigo para nada. Si <strong>el</strong> gobierno o <strong>el</strong> congreso me llama, iréa Colombia, y desde Guayaquil diré en un tono solemne lo queacabo de pronunciar en esta carta” (Lecuna, 1947, T.II: 431-433). En la carta se recogen varios de los temas de la LeyendaNegra sobre la población americana. Los ibéricos serían tigrescazadores que encastan con sus víctimas indígenas; éstas a suvez con esclavos arrancados d<strong>el</strong> África, y a partir de tal ascendenciasería imposible fundar leyes y principios.Imposible restablecer las cosas como estaban antesSin embargo, de inmediato en la extensa misiva se reconocendos puntos fundamentales: no es posible volver al pasado;las leyes formales por sí solas son inútiles: “Me pareceimposible restablecer las cosas como estaban antes y, sin duda,éste será <strong>el</strong> deseo de los que no saben más que continuar ala española. También es imposible hacer nada de bueno consimples reformas legales; digo más, ya estamos hartos de leyes,y de las leyes parecidas en todo a las de los libertadoresde España. Así será <strong>el</strong> efecto, ¿pero qué digo? ¿dónde está <strong>el</strong>ejército de ocupación que nos ponga en orden? Guinea y másGuinea tendremos; y esto no lo digo de chanza, <strong>el</strong> que escapecon su cara blanca será bien afortunado: <strong>el</strong> dolor será de los


ideólogos, como los más viles y más cobardes, serán los últimosque perezcan: acostumbrados al yugo, lo llevarán fácilmentehasta de sus propios esclavos. Los genios de esta tempestad,Pérez, Mich<strong>el</strong>ena, de Francisco y esos otros miserables, seránlos que soplen los primeros fuegos de la hoguera adonde vayana consumirse todas nuestras r<strong>el</strong>iquias; <strong>el</strong>los serán los últimospor recompensa. Jamás se ha sonado <strong>el</strong> clarín de la alarma vanamente;todos lo oyen y todos se preparan al combate, amigosy enemigos. Habiendo sido los legisladores los trompetas, suvoz no será desoída como en Caracas, donde <strong>el</strong> grito de la leyno ha sido escuchado por los habitantes, mas en recompensase castiga al c<strong>el</strong>oso que pretendía cumplirla, digno d<strong>el</strong>ito de esapatria c<strong>el</strong>estial” (Lecuna, 1947, T.II: 431-433).Pero justamente “restablecer las cosas como estaban antes”y “continuar a la española” será <strong>el</strong> proyecto de los partidariosde la llamada República Oligárquica, que se inicia como proyectopolítico a partir de la separación de Venezu<strong>el</strong>a de la GranColombia tras la muerte de Bolívar. Intentarán volver a los esclavosa sus cadenas y excluir a los pardos de la participaciónpolítica mediante un sufragio censitario que sólo permite <strong>el</strong>egiry ser <strong>el</strong>egidos a los acaudalados. En <strong>el</strong> texto de Bolívar se denuncia,más que a los negros o a los pardos, a los insensatosque intentan restituir un orden superado y que en su intentonapueden despertar la reacción poderosa de los oprimidos. JoséAntonio Páez sería a la postre, por cierto, <strong>el</strong> más perfecto instrumentode la oligarquía republicana contra la protesta social.


3.9. La libertad de inmigrarAl expirar la Península, haya una prodigiosa emigraciónde hombres de todas clasesComo vimos, España no sólo intenta ejercer sobre las Indias<strong>el</strong> monopolio d<strong>el</strong> comercio; trata además de implantar <strong>el</strong> d<strong>el</strong>poblamiento. La República invierte esta política e invita a losextranjeros a radicarse en <strong>el</strong> país.Pero así como Bolívar es partidario de la inmigración y estádispuesto a favorecerla, no la acepta de manera incondicionalcomo beneficiosa ni es partidario de abrirle las puertas en formairrestricta. Así, <strong>el</strong> 15 de diciembre de 1812, desde Cartagenade Indias, advierte certeramente que la deposición de los Borbonespor los ejércitos de Bonaparte determinará un flujo deespañoles monárquicos hacia América, que es preciso evitar:Es muy probable, que al expirar la Península, hayauna prodigiosa emigración de hombres de todas clases; yparticularmente de cardenales arzobispos, obispos canónigosy clérigos revolucionarios capaces de subvertir, nosólo nuestros tiernos y lánguidos Estados sino de envolver<strong>el</strong> Nuevo Mundo entero en una espantosa anarquía.La influencia r<strong>el</strong>igiosa, <strong>el</strong> imperio de la dominación civily militar, y cuantos prestigios pueden obrar sobre <strong>el</strong> espírituhumano, serán otros tantos instrumentos de que sevaldrán para someter estas regiones.Bolívar especifica que ni Inglaterra, ni Francia, ni EstadosUnidos se opondrán a esta nefasta emigración ibérica “y nosotrosmenos aún, pues careciendo todos de una marina respetable,nuestras tentativas serán vanas”. Tras lo cual detallalos mortíferos efectos de esta invasión de reaccionarios: “Estostránsfugas hallarán, ciertamente, una favorable acogida en lospuertos de Venezu<strong>el</strong>a, como que vienen a reforzar a los opresoresde aqu<strong>el</strong> país; y los habilitan de medios para emprenderla conquista de los Estados independientes. Levantarán quinceo veinte mil hombres que disciplinarán prontamente con sus


jefes, oficiales, sargentos, cabos y soldados veteranos. A esteejército seguirá otro todavía más temible, de ministros, embajadores,consejeros, magistrados, toda la jerarquía eclesiástica ylos grandes de España, cuya profesión es <strong>el</strong> dolo y la intriga, condecoradoscon ostentosos títulos, muy adecuados para deslumbrara la multitud, que derramándose como un torrente, lo inundarántodo arrancando la semillas, y hasta las raíces d<strong>el</strong> árbolde la libertad de Colombia. Las tropas combatirán en <strong>el</strong> campo;y éstos, desde sus gabinetes, nos harán la guerra por los resortesde la seducción y d<strong>el</strong> fanatismo” (Pérez Vila, 1979: 15-16).El único remedio que encuentra Bolívar para contrarrestar aesta inmigración ideológicamente nefasta consiste en pacificarrápidamente las provincias sublevadas, para luego combatirlos.La creación y formación de un regimiento de húsaresextranjerosEntre los planes de fomento de la inmigración está uno queal mismo tiempo procura engrosar los contingentes de las filasindependentistas. Por propia iniciativa muchos extranjeros,como <strong>el</strong> curazoleño Luis Brión, sirven a la causa patriota desd<strong>el</strong>os primeros tiempos. Más de una vez, en sus correrías por <strong>el</strong>Caribe, ha proyectado Bolívar incorporar fuerzas extranjeras ala contienda. Tales planes se materializan finalmente durante lacampaña de Guayana.Así, <strong>el</strong> 3 de octubre de 1817 se dirige desde Angostura aloficial inglés teniente coron<strong>el</strong> James Rook, ya incorporado a lasfuerzas patriotas: “Examinado <strong>el</strong> prospecto y proposiciones queen nota d<strong>el</strong> 6 d<strong>el</strong> corriente me ha dirigido Ud. sobre la creacióny formación de un regimiento de húsares extranjeros, he tenidoa bien aprobarlo y admitirlo conforme al plan presentado porUd”. Y añade <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> la promesa de facilidades y protecciónpara <strong>el</strong> caso de que quieran radicarse definitivamente en<strong>el</strong> país: “Como <strong>el</strong> gobierno tiene las más fundadas esperanzasde ver terminada la guerra de la independencia dentro de muypocos años, se conforma y solo exige que <strong>el</strong> enganchamientode los reclutas que se hagan sea por <strong>el</strong> término de cinco años.


Si concluido este término desearen separarse d<strong>el</strong> servicio, <strong>el</strong>gobierno cuidará de asignar a cada uno una porción de terrenoproporcionado para su subsistencia, teniendo en consideraciónlos diferentes grados y empleos que hayan obtenido” (Barnolaet al., 1964, T.XI: 202-203).A los esclarecidos extranjeros que traen su viday sus serviciosLa política de incorporación de extranjeros al ejército patriotatiene sus altibajos. Muchos de <strong>el</strong>los enferman por no estaracostumbrados al clima ni a las privaciones de la campaña;en algunos casos suscitan incidentes con los nacionales, pormomentos sus su<strong>el</strong>dos y mantenimiento resultan onerososen comparación con los de los combatientes criollos, que casiviven sobre <strong>el</strong> terreno. Sin embargo, <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> juzga enlíneas generales positiva su actuación y así, <strong>el</strong> 14 de diciembrede 1819, desde <strong>el</strong> Palacio de Gobierno de Angostura,dirige <strong>el</strong>ogiosa proclama “A los bravos soldados de la Legiónde Irlanda”:Irlandeses:Desprendidos de vuestra patria, por seguir los sentimientosgenerosos que siempre os han distinguido entr<strong>el</strong>os más ilustres europeos, yo tengo 1a gloria de contaroscomo hijos adoptivos de Venezu<strong>el</strong>a y como defensores d<strong>el</strong>a libertad de Colombia.Irlandeses, vuestros sacrificios exceden a todo galardón,y Venezu<strong>el</strong>a no tiene medios suficientes para remunerarlo que vosotros merecéis; pero Venezu<strong>el</strong>a consagragustosa cuanto posee y deba ser suyo, a los esclarecidosextranjeros que traen su vida y sus servicios para tributarlosa la naciente república. Las promesas que <strong>el</strong> virtuosoy bravo general Devereux os ha hecho, en recompensa avuestra incorporación al ejército libertador, serán r<strong>el</strong>igiosamentecumplidas por parte d<strong>el</strong> Gobierno y pueblo deVenezu<strong>el</strong>a. Contad con que preferiremos la privación detodos nuestros bienes a la de vuestros derechos sagrados.


Irlandeses, vuestra más justa y sublime recompensaos la prepara la historia y las bendiciones d<strong>el</strong> mundo moderno(Blanco Fombona, 2007: 227-228).Entre los oficiales de origen extranjero que sirven a la libertadfiguran a la postre dos generales en Jefe (los curazoleñosLuis Brión y Manu<strong>el</strong> Carlos Piar), dos generales de división (<strong>el</strong>irlandés Juan D’Evereaux y <strong>el</strong> escocés Gregor Mac Gregor), dieciséisgenerales de brigada (entre <strong>el</strong>los <strong>el</strong> francés Renato B<strong>el</strong>uchey <strong>el</strong> irlandés Dani<strong>el</strong> Florencio O’Leary), treinta coron<strong>el</strong>es(comprendido <strong>el</strong> hannoveriano Juan Uslar), treintitrés comandantes,y cuarentitrés oficiales subalternos. Parte importantede la preservación de la memoria histórica sobre <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>y las campañas independentistas se debe al minucioso memorialistaDani<strong>el</strong> Florencio O’Leary. Ya vimos que, entre los múltiplesproyectos interrumpidos por su temprana muerte, LordByron acarició <strong>el</strong> de emigrar a nuestro país, inspirado por suadmiración romántica hacia <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>. Venezu<strong>el</strong>a nace graciasa patriotas de muchas y muy diferentes patrias.A los jefes, oficiales y tropa d<strong>el</strong> ejército español que deseenquedarse en <strong>el</strong> paísEn San Cristóbal, <strong>el</strong> 22 de diciembre de 1820, Bolívar envíaal vicepresidente Juan Germán Roscio una comunicación dondeconsidera minuciosamente las cuestiones sobre las cualesversará <strong>el</strong> inminente armisticio a ser discutido con Pablo Morillo.Entre <strong>el</strong>las figuran políticas para atraer y arraigar en <strong>el</strong> paísa los españoles, incluso a los que hubieren combatido en lasfilas realistas. En tal sentido, plantea:Si será conveniente tratar a los españoles como a lanación más favorecida o como a los colombianos mismosen las r<strong>el</strong>aciones de comercio.Si pueden ofrecérs<strong>el</strong>es los derechos de ciudadanos conopción a los empleos públicos bajo condiciones preferentesa los demás extranjeros.Si a los jefes, oficiales y tropa d<strong>el</strong> ejército español quedeseen quedarse en <strong>el</strong> país militando, o como paisanos, se


les podrá permitir; siendo muchos de <strong>el</strong>los adictos a nuestrosistema de gobierno y teniendo otros r<strong>el</strong>aciones muyestrechas de amistad y parentesco en <strong>el</strong> país, no es extraño,y sí sería muy útil, que se les admitiese así comoadmitimos a todos los demás españoles y a los que se hanpasado a nuestras banderas (Pérez Vila, 1959: 219-223).Como se puede apreciar, se trata de políticas estratégicaspara minar la lealtad de los súbditos españoles hacia la Coronay promover <strong>el</strong> cambio de filas, suceso que no fue extraño durant<strong>el</strong>a gesta independentista. Pero más ad<strong>el</strong>ante, ya se considerala utilidad para <strong>el</strong> país por <strong>el</strong> aporte de brazos útiles, y por lacomunidad cultural que facilitaría la integración plena:Desearía que V. E. opinase como yo por la afirmativade todas las proposiciones que he expuesto, y deseotambién que V.E. las apoye y sostenga ante <strong>el</strong> congreso.Son muy obvias las razones que me determinan por laafirmativa y no se ocultarán tampoco a V.E. si se detienea meditarlas. Una de <strong>el</strong>las es que de los españoles libresdebemos esperarlo todo, como debimos temerlo todocuando eran serviles. Las preferencias para admitirles deciudadanos en Colombia, manifiestan nuestra buena fe,nuestra reconciliación sincera y una generosidad que noshonra y que procurará a la República infinitos brazos útiles,hombres buenos y honrados que, hablando <strong>el</strong> mismoidioma y teniendo nuestros mismos usos, tendrán menosdificultades para establecerse entre nosotros y paraamarnos (Pérez Vila, 1959: 219-223).En la misma comunicación se plantea si habrá de conceders<strong>el</strong>a restitución de las propiedades a los españoles o súbditosespañoles que las han perdido, porque se les han confiscado porla República; si esta restitución debe entenderse en la mismacosa o en <strong>el</strong> valor de <strong>el</strong>la, y si <strong>el</strong> gobierno español debe responderde las propiedades que ha enajenado: a quien responda,si al patriota a quien él la confiscó para enajenarla, o al nuevoposeedor que debe devolverla al antiguo. Tales medidas, obviamente,tienden a facilitar la radicación definitiva en América dequienes hubieran sufrido perjuicios en su patrimonio por habersido leales al bando realista.


Siendo los extranjeros en gran parte los tenedoresde los vales colombianosEl primero de febrero de 1830, al inicio d<strong>el</strong> último año de suvida, Bolívar promulga un decreto en <strong>el</strong> cual intenta resolver enuna sola operación los problemas de la deuda pública y d<strong>el</strong> déficitinmigratorio. El Congreso había destinado cuatro millonesde fanegadas para fomentar la inmigración. El <strong>Libertador</strong> dispone:“Considerando 1° que estos cuatro millones de fanegadasfueron puestas por <strong>el</strong> legislativo a disposición d<strong>el</strong> ejecutivo parafomentar la inmigración extranjera, lo que hasta <strong>el</strong> momentono se ha podido realizar pese a las contratas y concesiones hechas;2º que siendo los extranjeros en gran parte los tenedoresde los vales colombianos, si adquiriesen propiedades en territoriode la República vendrían a ser también más interesados ensu prosperidad y mejores ciudadanos, y en fin, que <strong>el</strong> gobiernodesea satisfacer a todos sus créditos con provecho de la Repúblicaaunque por lo inmenso de la deuda que hoy pesa sobre<strong>el</strong>la es imposible por <strong>el</strong> momento cubrirla r<strong>el</strong>igiosamente consus intereses como desde luego quisiera hacerlo” (Barnola etal., T.III: 383-384).Rev<strong>el</strong>a <strong>el</strong> interés de las autoridades en la inmigración <strong>el</strong> hechode que se destinen cuatro millones de fanegadas para suotorgamiento gratuito o en condiciones preferenciales, medidaque jamás se adoptó en beneficio de la población local desposeída,y que apenas tuvo una iniciativa paral<strong>el</strong>a en <strong>el</strong> pago dehaberes militares en documentos que acreditaban derechosa propiedades agrícolas a los veteranos de la Independencia,política que resultó frustrada a la postre por <strong>el</strong> retardo en laentrega de los bienes y la compra a precio vil de dichos títulospor especuladores o por algunos próceres independentistas. Nose dispuso poner una extensión de tierra equiparable a disposiciónde los indígenas, ni de los esclavos que lograron su libertaden virtud de las leyes republicanas.El mismo texto d<strong>el</strong> decreto muestra <strong>el</strong> fracaso de la políticainmigratoria. Pese a las “contratas y concesiones hechas” no seha conseguido atraer colonos para los cuatro millones de fanegadasque los esperan. Sí ha habido, por <strong>el</strong> contrario, extranjeros


dispuestos a adquirir la deuda pública, que se contrata en durascondiciones para la República y termina concentrada en pocasmanos. La política de fomento inmigratorio de concesión detierras aunada a las prácticas de colocación de la deuda podríaconducir así a una extrema concentración de la propiedad territorialen muy pocas manos extranjeras, enteramente ajenas a losintereses americanos y en algunos casos antagónicas con <strong>el</strong>los.Tendrá facultad para mandarle salir de la RepúblicaEn todo caso, Bolívar considera en líneas generales positivay necesaria la inmigración, pero está lejos de atribuirle <strong>el</strong>carácter de panacea y remedio de todos los males que posteriorment<strong>el</strong>e conferirán los conservadores, los liberales y granparte de los positivistas. Siempre preserva para la República <strong>el</strong>soberano derecho de determinar quién puede y quién no puedeentrar o residir en <strong>el</strong>la. Con frecuencia vu<strong>el</strong>ve sobre los p<strong>el</strong>igrosque implica para <strong>el</strong> país la presencia de grandes cantidades depersonas con nexos de lealtad hacia potencias extranjeras quepudieran ser antagónicas o competidoras. Y así, en noviembrede 1826, desde <strong>el</strong> Palacio de Gobierno en Bogotá, consideraque “Persistiendo la España en hacernos la guerra y habiendoen la actualidad datos fundados de que intenta una expediciónmultiplicando al mismo tiempo las intrigas y <strong>el</strong> espionaje entrenosotros”, decreta:Artículo 1° Ningún extranjero que venga a cualesquierade los puertos de la República será admitido, ni se lepermitirá residir entre nosotros, si no presenta por lo menosuna persona que abone su conducta, o dé testimoniode que es buena. Si no lo diere, o <strong>el</strong> Gobernador de laprovincia, ante quien se presentará todo extranjero quevenga a Colombia, tuviere datos de que su conducta noes buena, o de que puede ser perjudicial su residenciaen la provincia de su mando, tendrá facultad para mandarlesalir de la República, cuya resolución se ejecutarágubernativamente, sin que pueda impedirse por ningúnrecurso.


Otras normas d<strong>el</strong> decreto establecen precauciones con respectoa quienes hayan salido de Colombia emigrados o expulsados,a quienes <strong>el</strong> artículo 2° obliga asimismo a presentarse algobernador de la provincia y presentar fianza de su conducta.El artículo 3° dispone que los comprendidos en las normas anteriores“deberán sacar una boleta de permiso para residir en<strong>el</strong> País”, que han de presentar a las autoridades que la requieranjunto con <strong>el</strong> pasaporte. El artículo 4° hace obligatorio <strong>el</strong>pasaporte para todo <strong>el</strong> que salga de Colombia, para quienes d<strong>el</strong>as costas pasen al interior o de éste vayan a <strong>el</strong>las (Barret etal., 1983, T.III: 46-27). A pesar de que la amenaza se atribuyea España, <strong>el</strong> régimen es obligatorio para todos los extranjeros. Estedispositivo de seguridad reconoce implícitamente <strong>el</strong> control r<strong>el</strong>ativamenteescaso sobre <strong>el</strong> extenso litoral de la Gran Colombia.Sin hacer caso de estas reservas, tras la muerte d<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>las clases dirigentes republicanas, con Antonio LeocadioGuzmán a la cabeza, se anticipan a las ideas d<strong>el</strong> argentino JuanBautista Alberdi, y ven en la inmigración <strong>el</strong> recurso milagrosopara poblar las desiertas vastedades de América. Incluso despuésde la muerte de Bolívar, y quizá por inspiración de éste,<strong>el</strong> Estado asume activamente la competencia de promoverlamediante decreto d<strong>el</strong> 13 de junio de 1831, que autoriza al Ejecutivoa realizar los gastos para la introducción de canarios,a quienes se concede carta de nacionalidad al ingresar y diversasexenciones fiscales y privilegios. Pero los convidadostardan en llegar. En 1832, apenas ingresan cinco extranjeros,todos isleños. Pocos años antes, había fracasado una colonia deescoceses, establecida en 1825 en las cercanías de La Guaira.Experimentos como <strong>el</strong> de la Colonia Tovar, con inmigrantes d<strong>el</strong>a S<strong>el</strong>va Negra alemana, no incrementan significativamente lapoblación. Tampoco, la inmigración de corsos por Oriente haciala segunda mitad d<strong>el</strong> mismo siglo. Faltan más de cien añospara <strong>el</strong> arribo de los masivos torrentes migratorios que irrumpena mediados d<strong>el</strong> siglo XX desplazados por la Segunda GuerraMundial y la subsiguiente crisis de postguerra.


CAPÍTULO 4ECONOMÍA DELA LIBERACIÓN4.1. España implanta<strong>el</strong> monopolio d<strong>el</strong> comercioQue ningun Extrangero, ni otro qualquiera prohibidopor estas leyes, pueda tratar, y contratar en las IndiasAl nacer en una economía colonial, Bolívar encuentra un monopolioexclusivo y excluyente d<strong>el</strong> comercio establecido por lametrópoli casi tres siglos antes. El rey F<strong>el</strong>ipe II prohíbe a losextranjeros <strong>el</strong> comercio en las Indias sin la debida licencia. Monarcasposteriores confirman estas normas. Es lo que dispone<strong>el</strong> Título 27 d<strong>el</strong> Libro Octavo de las Leyes de Indias, que ratificanF<strong>el</strong>ipe II en Valladolid a 27 de julio de 1592 y F<strong>el</strong>ipe III enVentosilla <strong>el</strong> 25 de abril y en Valladolid <strong>el</strong> 11 de mayo de 1605; yen Madrid <strong>el</strong> 2 de octubre de 1608 y <strong>el</strong> 25 de diciembre de 1616:Ordenamos y mandamos, que ningun Extrangero, niotro qualquiera prohibido por estas leyes, pueda tratar, ycontratar en las Indias, ni de <strong>el</strong>la á estos Reynos, ni otras


partes, ni pasar á <strong>el</strong>los, si no estuviere habilitado con naturalezay licencia nuestra; y solamente puedan usar de<strong>el</strong>la con sus caudales, y no los de otros de sus naciones,así en particular, como en compañía pública, ni secreta,en mucha, ni en poca cantidad, por sí, ni por interpósitaspersonas, pena de perdimiento de las mercancías quecontrataren, y de todos los demás bienes que tuvieren,aplicando todo por tercias partes, á nuestra Real Cámara,Juez y Denunciador; y en la misma pena incurran los Extrangerosque habitaren en las Islas, y en <strong>el</strong>las con estosReynos tratare, ó contrataren, sin nuestra licencia; y queasimismo incurran en la misma pena los naturales de estosnuestros Reynos, que fueren personas supuestas porlos dichos Extrangeros, y trataren, y contrataren en sucabeza, y cualquier de <strong>el</strong>los. Y ordenamos al Presidente,y Jueces Oficiales, y Letrados de la Casa de Contrataciónde Sevilla, y al Juez Oficial de Indias de la Ciudad de Cádiz,si fuéramos servidos de permitir este Juzgado, y á losVirreyes, Audiencias y Justicias de las Indias, e Islas adyacentes,que con muy particular cuidado hagan guardar,y cumplir todo lo contenido en esta Ley, y las demas queprohiben los tratos, y contratos de Extrangeros, y executenlas penas impuestas, sin remisión (Cortés, 1971: 83).Desde principios d<strong>el</strong> siglo XVIII, este monopolio es contratadoo arrendado por <strong>el</strong> Estado español a las que podríamosllamar las compañías corsarias, como la Guipuzcoana o la deFilipinas, pues ejercen al mismo tiempo <strong>el</strong> monopolio comercialy <strong>el</strong> corso.Nada sencillo es mantener una exclusiva d<strong>el</strong> poblamientoy d<strong>el</strong> comercio sobre la mitad d<strong>el</strong> mundo. Ante todo, Españano tiene la capacidad productiva para satisfacer la demandade sus posesiones americanas. Desde <strong>el</strong> comienzo, las potenciascompetidoras de España envían hacia <strong>el</strong>las expediciones,fundan asentamientos, poco a poco van conquistando islas yterritorios. Contrabandistas, piratas y corsarios, así como flotasfrancesas, inglesas y holandesas mantienen un constante intercambiocomercial con los colonos. Para defenderse, la Corona


debe instituir sistemas de navegación r<strong>el</strong>ativamente seguros,como las aparatosas flotas de galeones que navegan en conserva,la organización de resguardos navales, la construcción desistemas de fortificaciones costeras. El monopolio se va haciendofinancieramente incosteable. Los americanos financian esteaparato defensivo mediante un complejo sistema de tributos,que pesa en forma gravosa sobre su economía. Igual de dañinasson las políticas de prohibición de ciertos cultivos, tales como<strong>el</strong> d<strong>el</strong> tabaco, bajo la idea de que su erradicación acarreará tambiénla d<strong>el</strong> tráfico clandestino.Dos Navíos de Registro cada año, de quarenta a cincuentacañones montadosEn fin, para frenar <strong>el</strong> contrabando y <strong>el</strong> eventual corso, en1722 la Corona suscribe un contrato de monopolio d<strong>el</strong> comercioy d<strong>el</strong> corso con una compañía naval formada por AlonzoRuiz Colorado y Francisco M<strong>el</strong>ero. Ante la insuficiencia de losrecursos de ésta, en 1728 la Corona firma con la Compañía Guipuzcoanaotro contrato que la obliga a “embiar á Caracas dosNavíos de Registro cada año, de quarenta a cincuenta cañonesmontados, y bien tripulados en guerra, cargando en los frutosde estos Reynos, y otros generos, con que permutar <strong>el</strong> Cacao,y los demás de aqu<strong>el</strong>los parages”. Desde ese año la economíade la Capitanía estará determinada, para bien o para mal, por<strong>el</strong> monopolio d<strong>el</strong> comercio y d<strong>el</strong> corso que los vizcaínos ejercendesde La Guajira hasta <strong>el</strong> Orinoco. No en balde se estableceexplícitamente que sus navíos han de ser “de quarenta a cincuentacañones montados, y bien tripulados en guerra”.La nueva medida monopólica daña considerablemente losintereses de los grandes plantadores venezolanos, que habíanlogrado articular un provechoso comercio de exportación devarios productos y sobre todo de cacao, no sólo hacia España,sino hacia la Nueva España o México. El Cabildo de Caracas lollama “<strong>el</strong> fruto más comerciable en esta provincia”. Para conducirlohasta Veracruz, según indica Eduardo Arcila Farías, Venezu<strong>el</strong>adispone a fines d<strong>el</strong> siglo XVII de una flota propia de 18


naves de gran tamaño (Arcila Farías, 1973: 208). Estas navesquedan inútiles ante <strong>el</strong> nuevo monopolio, y con <strong>el</strong>lo se frustraen embrión la posible formación de una marina mercante venezolana.A partir de 1728, con <strong>el</strong> monopolio d<strong>el</strong> comercio y d<strong>el</strong> corsoasí conferido a la Compañía Guipuzcoana, los venezolanossoportan además otro impuesto indirecto, ya que las tarifasmonopólicas de dichas empresas están destinadas en parte almantenimiento de sus flotas corsarias. Para este servicio armanlos guipuzcoanos 10 naves con 86 cañones y 518 hombres abordo y 102 en tierra, aprestos que según calcula Manu<strong>el</strong> LandaetaRosales cuestan unos 200.000 pesos anuales (LandaetaRosales, 1903: 5). Son cargas molestas, que perjudican la prosperidady crean en los colonos un permanente sentimiento deirritación contra sus recaudadores.Así, para <strong>el</strong> siglo XVIII la amenaza de ruptura d<strong>el</strong> monopoliod<strong>el</strong> comercio por parte de contrabandistas, piratas, corsariose incluso de flotas regulares ya ha influido en la construcciónde un vasto sistema de edificaciones militares; ha determinadoen parte la estructura d<strong>el</strong> sistema de contribuciones y requeridola integración de milicias dotadas de notable autonomía deacción. Ahora es invocada como motivo para una centralizaciónd<strong>el</strong> comercio que invertirá <strong>el</strong> signo de las amenazas parala Corona. Pues si en un principio éstas vienen de un enemigoexterno y marítimo, los abusos de la Compañía Guipuzcoanaprecipitarán un proceso de resistencia interna cuyas primerasmanifestaciones visibles son las insurrecciones d<strong>el</strong> zambo Andresoteen 1730, de Juan Francisco de León en 1749, de loscomuneros de Mérida en 1781, de José Leonardo Chirino en1795, y la conspiración de Gual y España en 1797, movimientosprecursores de la Independencia.


4.2. El Imperio funda la propiedaden la donaciónY a vosotros y a vuestros dichos herederos y sucesoresinvestimos de <strong>el</strong>lasNo hay revolución sin reordenación revolucionaria de la propiedad,y no hay reordenación de la propiedad sin nuevos poderesque permitan transformarla y reformularla. La instauraciónd<strong>el</strong> orden colonial trajo consigo la destrucción de gran parte d<strong>el</strong>a propiedad comunitaria de los indígenas; la d<strong>el</strong> orden republicanodebía acarrear necesariamente una transmutación de lasreglas d<strong>el</strong> juego impuestas por la monarquía.El único título eficaz de la monarquía para implantar un nuevosistema de propiedad en América es <strong>el</strong> de la violencia. Quedapara entretenimiento de eruditos o burla de librepensadores latesis de que <strong>el</strong> Papa, como representante católico de Dios, tenga<strong>el</strong> mundo en propiedad y pueda disponer de él cediéndolo avoluntad a los soberanos que <strong>el</strong>ija. Pero es sin embargo <strong>el</strong> SumoPontífice quien, basándose en la ficción que lo hacía dueño d<strong>el</strong>orbe por medio de la “donación de Constantino” –documentoapócrifo según <strong>el</strong> cual dicho emperador habría regalado <strong>el</strong> orbeal Papa– se permite a su vez “donar” a los Reyes Católicos tierrasdonde ni <strong>el</strong> uno ni los otros habían jamás estado, mediant<strong>el</strong>a llamada “Bula de Concesión” de 3 de mayo de 1493. En <strong>el</strong>la<strong>el</strong> licencioso Papa Alejandro VI Borgia declara que...por la autoridad de Dios omnipotente concedidaa nos en San Pedro y d<strong>el</strong> Vicario de Jesucristo que representamosen la tierra, con todos los dominios de lasmismas, con ciudades, fortalezas, lugares y villas, derechos,jurisdicciones y todas sus pertenencias, a vosotrosy a vuestros herederos y sucesores los Reyes de Castillay de León, para siempre; con autoridad apostólica,según <strong>el</strong> tenor de las presentes, donamos, concedemosy asignamos; y a vosotros y a vuestros dichos herederos


y sucesores investimos de <strong>el</strong>las y os hacemos, constituimosy deputamos señores de <strong>el</strong>las con plena y libre yOmnímoda potestad, autoridad y jurisdicción (Cortés,1971: 2-4).Para surtir efectos duraderos toda violencia debe inventaruna legitimidad. Uno de los primeros intentos de expresar estasupuesta legitimidad de la coerción ibérica sobre <strong>el</strong> nuevo mundoes <strong>el</strong> llamado Requerimiento de Palacios Rubio. A partir de1526, esta argumentación debe ser leída a los indígenas antesde iniciar la violencia, si es posible traduciéndola, y si no, detodos modos <strong>el</strong> conquistador la explica “como mejor puedo” ysi los aborígenes no se rinden, se procede de inmediato por lasvías de hecho:De parte de S.M. Don., Rey de Castilla, etc. Yo N., sucriado, mensajero y capitán, vos notifico, y hago sabercomo mejor puedo que Dios Nuestro Señor, uno y eterno,creó <strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o y la tierra y un hombre y una mujer, dequien nosotros y vosotros y todos los hombres d<strong>el</strong> mundofueron y son descendientes procreados y todos los quedespués de nosotros vinieron (…). A este San Pedro obedecierony tomaron posesión Rey y superior d<strong>el</strong> universolos que en aqu<strong>el</strong> tiempo vivían, y asimismo han tenido atodos los que después de él fueron al Pontificado <strong>el</strong>egidos,así se ha continuado hasta ahora y se continuará hastaque <strong>el</strong> mundo se acabe. Uno de los Pontífices pasados queen lugar de éste sucedió en aqu<strong>el</strong>la silla e dignidad quehe dicho, como señor d<strong>el</strong> mundo, hizo donación de estasislas y que entonces eran Don Fernando y Doña Isab<strong>el</strong>, degloriosa memoria y sus sucesores en estos reinos, nuestrosseñores, con todos lo que en <strong>el</strong>lo hay, según se contieneen ciertas escrituras que sobre <strong>el</strong>los pasaron segúndicho es, que podéis ver si quisiérais. Así que Su Majestades rey señor de estas islas y tierra firme por virtud de ladicha donación, y como a tal rey y señor, algunas islasmás y casi todas a quien esto ha sido notificado, han recibidoa Su Majestad y le han obedecido y servido, y sirven,como súbditos lo deben hacer. Y con buena voluntad y


sin ninguna resistencia, luego sin ninguna dilación, comofueron informados de lo susodicho, obedecieron y recibieronlos varones r<strong>el</strong>igiosos que les enviaba para que lespredicasen y enseñasen nuestra Fe, y todos <strong>el</strong>los, de su librey agradable voluntad sin premio ni condición alguna,se tornaron cristianos y lo son, y Su Majestad, súbditosy vasallos: y vosotros sois tenidos y obligados a hacer lomismo. (…) Si no lo hiciéreis, o en <strong>el</strong>lo dilación maliciosamentepusiéreis, certificaos que con la ayuda de Dios yoentraré poderosamente contra vosotros y vos haré guerrapor todas las partes y maneras que yo pudiere, y os sujetaréal yugo y obediencia de la Iglesia y de su Majestad,y tomaré vuestras mujeres e hijos y los haré esclavos ycomo tales los venderé de <strong>el</strong>los como su majestad mandarey os tomaré vuestros vienes y os haré todos los malesy daños que pudiere como a vasallos que no obedecen niquieren recibir a su señor y le resisten y contradicen, yprotesto que las muertes y daños que de <strong>el</strong>la se recrecierensea a vuestra culpa, y no de su Majestad, ni mía, nide estos caballeros que conmigo vinieron y de cómo os lodigo y requiero pido al presente escribano que me lo dépor testimonio signado (Cortés, 1971: 27-28).El rey se comprometió a no enajenar jamáslas provincias americanasSegún esta <strong>el</strong>aboración jurídica, tanto la propiedad públicacomo la privada de las tierras y d<strong>el</strong> subsu<strong>el</strong>o americanos dependeríade una adjudicación a la Corona puesta en práctica porvía de la violencia o la sumisión. Bolívar adopta una posiciónsumamente crítica ante esta visión d<strong>el</strong> origen de la propiedadcolonial sobre las tierras en América. Ya en la “Carta de Jamaica”escribe que:El emperador Carlos V formó un pacto con los descubridores,conquistadores y pobladores de América que,como dice Guerra, es nuestro contrato social. Los reyesde España convinieron solemnemente con <strong>el</strong>los que lo


ejecutasen por su cuenta y riesgo, prohibiéndoles hacerloa costa de la real hacienda, y por esta razón se les concedíaque fuesen señores de la tierra, que organizasen laadministración y ejerciesen la judicatura en ap<strong>el</strong>ación;con otras muchas exenciones y privilegios que sería prolijodetallar. El rey se comprometió a no enajenar jamáslas provincias americanas, como que a él no tocaba otrajurisdicción que la d<strong>el</strong> alto dominio, siendo una especiede propiedad feudal la que allí tenían los conquistadorespara sí y sus descendientes. Al mismo tiempo existenleyes expresas que favorecen casi exclusivamente a losnaturales d<strong>el</strong> país, originarios de España, en cuanto a losempleos civiles, eclesiásticos y de rentas. Por manera quecon una violación manifiesta de las leyes y de los pactossubsistentes, se han visto despojar aqu<strong>el</strong>los naturales d<strong>el</strong>a autoridad constitucional que les daba su código (“Cartade Jamaica”, Kingston, 6 de septiembre de 1815).La distribución de la propiedad de la tierra colonial en sustiempos sería, pues, un acto d<strong>el</strong> Estado español ligado al procesode la Conquista. Pero, argumenta Bolívar, “El rey se comprometióa no enajenar jamás las provincias americanas, comoque a él no tocaba otra jurisdicción que la d<strong>el</strong> alto dominio,siendo una especie de propiedad feudal la que allí tenían losconquistadores para sí y sus descendientes”. Se menciona estecompromiso real porque la Abdicación de Bayona, en la cualceden los Borbones sus derechos al trono español, constituiríaen efecto un intento nulo de toda nulidad de enajenar lasprovincias americanas, y una violación de las condiciones bajolas cuales fueron concedidas. Por <strong>el</strong>lo agrega Bolívar que “Pormanera que con una violación manifiesta de las leyes y de lospactos subsistentes, se han visto despojar aqu<strong>el</strong>los naturales d<strong>el</strong>a autoridad constitucional que les daba su código”.


4.3. La República fundala propiedad en <strong>el</strong> trabajoLa fuente de todas sus riquezasEn este debate aporta Bolívar luego otro argumento contundente:más que fuente de la propiedad d<strong>el</strong> Nuevo Mundo, sería<strong>el</strong> Nuevo Mundo la fuente de las propiedades de España. Y así,encontrándose en Angostura, <strong>el</strong> 30 de diciembre de 1817, proclama:“¡Venezolanos! La caduca España no puede más hacerimpotentes esfuerzos. Nuestra r<strong>el</strong>ación, constancia y denuedohan burlado sus proyectos destructores, agotado todos susrecursos militares y la fuente de todas sus riquezas” (Barnolaet al., 1964, T.XII: 345-346). Con similar concisión exclamaráocho años más tarde “En cuanto a mí, de pie sobre esta molede plata que se llama Potosí y cuyas venas riquísimas fuerontrescientos años <strong>el</strong> erario de España, yo estimo en nada estaopulencia cuando la comparo con la gloria de haber traído victorioso<strong>el</strong> estandarte de la libertad, desde las playas ardientesd<strong>el</strong> Orinoco, para fijarlo aquí, en <strong>el</strong> pico de esta montaña, cuyoseno es <strong>el</strong> asombro y la envidia d<strong>el</strong> universo” (Lecuna, 1939:314). Más que ocuparse de si podía España adquirir y ceder riquezasen <strong>el</strong> Nuevo Mundo, habría que preguntarse si no cabríaexigir restitución de tan prodigiosas exacciones.La propiedad se funda en <strong>el</strong> trabajoLa Independencia no arranca como un proceso contrarioa la propiedad, pues justamente la promueve la oligarquía territorialcriolla. Pero, como todo proceso revolucionario, se veenfrentada al problema de la propiedad. Ésta no es un fetiche,sino un medio. Al <strong>el</strong>egir entre la República y <strong>el</strong> respeto absolutoa la propiedad, Bolívar escoge la primera.


Gozar y disponer de los bienes que ya haya adquiridocon su trabajo, é industriaEl proceso emancipador abroga la supuesta autoridad de laCorona española sobre las tierras d<strong>el</strong> Nuevo Mundo, y su potestadsobre <strong>el</strong>las. Una autoridad que la sustituya debe buscar unnuevo fundamento, y a partir de él realizar los cambios que lasituación requiera. Este fundamento no es otro que la soberanapotestad de la República. La soberanía constituye <strong>el</strong> poderde dar leyes, ejecutarlas y decidir las controversias sobre <strong>el</strong>lassin estar sujeto a otra potestad distinta. Las leyes republicanaspueden perfectamente definir la naturaleza, extensión y límitesde las nuevas propiedades, aplicar las normas r<strong>el</strong>ativas a <strong>el</strong>las yjuzgar las diferencias que existan sobre tal aplicación.Así, la primera Constitución republicana de 1811 pautaen su artículo 151 que “<strong>el</strong> objeto de la sociedad es la f<strong>el</strong>icidadcomún y los Gobiernos han sido instituidos para asegurar alhombre en <strong>el</strong>la, protegiendo la mejora y perfección de sus facultadesfísicas y morales, aumentando la esfera de sus goces yprocurándole <strong>el</strong> más justo y honesto ejercicio de sus derechos”.El artículo 152 establece que “estos derechos son la libertad, laigualdad, la propiedad y la seguridad”. Y <strong>el</strong> artículo 155 defineque “la propiedad es <strong>el</strong> derecho que cada uno tiene de gozar ydisponer de los bienes que ya haya adquirido con su trabajo, éindustria” (Cortés, 1971: 277).Esta definición implanta una transformación revolucionariaen los fundamentos d<strong>el</strong> derecho de propiedad, de la cual quizáno están enteramente conscientes quienes votan <strong>el</strong> texto, ensu mayoría herederos de grandes latifundios adquiridos originariamentea través de la violencia de la Conquista o la adjudicaciónde la Corona. Decir que cada uno tiene derecho depropiedad “de los bienes que ya haya adquirido con su trabajo,é industria” es atribuir al trabajo y la industria, vale decir, a laactividad creadora de bienes, la condición de único título depropiedad.


Siendo, pues, <strong>el</strong> trabajo o esfuerzo propiedadindiscutible d<strong>el</strong> trabajadorEl revolucionario planteamiento tiene antecedentes en <strong>el</strong><strong>pensamiento</strong> de John Locke, uno de los autores ingleses seguramenteconocidos por los redactores d<strong>el</strong> proyecto constitucional,y que figura, como vimos, en la biblioteca de Bolívar.En <strong>el</strong> comienzo de su segundo Ensayo sobre <strong>el</strong> gobierno civil,publicado en 1690, Locke resume los argumentos en contra d<strong>el</strong>as tesis según las cuales Adán podría tener <strong>el</strong> dominio sobre <strong>el</strong>mundo; que hubiera traspasado tal dominio a sus herederos;que alguno de <strong>el</strong>los pudiera proclamarse como legítimo herederosobre tal dominio; o que alguna casa dinástica pudiera probarque “a <strong>el</strong>la corresponda tal derecho de sucesión” (Locke, 1955:25-26). Parece que Locke se hubiera propuesto destruir puntopor punto la cadena jurídica de argumentos que presentabanlos reyes españoles para justificar su derecho sobre América.Tras invalidar estos supuestos fundamentos de la propiedad,Locke postula otra teoría sobre la materia que tendrá fecundaposteridad. Al respecto sostiene:26. Aunque la tierra y todas las criaturas inferiores sirvanen común a todos los hombres, no es menos ciertoque cada hombre tiene la propiedad de su propia persona.Nadie, fuera de él mismo, tiene derecho alguno sobre <strong>el</strong>la.Podemos también afirmar que <strong>el</strong> esfuerzo de su cuerpo yla obra de sus manos son también auténticamente suyos.Por eso, siempre que alguien saca alguna cosa d<strong>el</strong> estadoen que la Naturaleza lo produjo y lo dejó, ha puesto en esacosa algo de su esfuerzo, le ha agregado algo que es propiosuyo; y, por <strong>el</strong>lo, la ha convertido en propiedad suya. Habiendosido él quien la ha apartado de la condición comúnen que la Naturaleza colocó esa cosa, ha agregado a ésta,mediante su esfuerzo, algo que excluye de <strong>el</strong>la <strong>el</strong> derechocomún de los demás. Siendo, pues, <strong>el</strong> trabajo o esfuerzopropiedad indiscutible d<strong>el</strong> trabajador, nadie puede tener


derecho a lo que resulta después de esa agregación, por lomenos cuando existe la cosa en suficiente cantidad paraque la usen los demás (Locke, 1955: 52-53).De allí no hay más que un paso a la teoría de David Ricardoque postula que <strong>el</strong> valor de un bien económico equivale al trabajoinvertido en crearlo. En la primera edición de sus Principleson political economy and taxation, publicada en 1817, sostieneRicardo que “Si la cantidad de trabajo transformada en bienesregula su valor de cambio, todo incremento en la cantidadde trabajo debe aumentar <strong>el</strong> valor d<strong>el</strong> bien sobre <strong>el</strong> cual se laaplica, y toda disminución debe reducirlo” (Ricardo, 1971: 57).Tenemos así, consagrada nada menos que en <strong>el</strong> texto constitucionalde la Primera República, una teoría plenamente revolucionariaque fundamenta la propiedad en <strong>el</strong> trabajo, y que,de ser aplicada, quizá transferiría a esclavos, indígenas y pardosgran parte de la propiedad de Venezu<strong>el</strong>a.Las cosas no valen sino por las fuerzas que se empleanen <strong>el</strong>las¿Se trata de una idea meramente incidental? Simón Rodríguez,maestro d<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>, desarrolla con su peculiar estiloun postulado semejante en 1828 en Sociedades Americanas:Los arbitrios deben tomarse sobre <strong>el</strong> empleo de lasfuerzas, no sobre <strong>el</strong> valor de las cosas, porque las cosasno valen sino por las fuerzas que se emplean en <strong>el</strong>las,para hacerlas producir.El Comercio es de 3 especies:Con las 1eras producciones = las que da la naturalezaCon las 2das = las que dan las artesCon las 3ras = las que da <strong>el</strong> tráficoEl producto de la tierra es seguro, constante, y aumentaen razón d<strong>el</strong> trabajoEl producto de un taller es un interés de fuerzas –constantesi se aplican siempre, y progresivo si se aumentanEl producto de una casa es un interés de capital, que sólo


por casualidades aumenta: su naturaleza es disminuirEl producto d<strong>el</strong> tráfico es eventualLos Riesgos están sujetos a cálculo, y aun en los defuerza mayor entra la previsión (Rodríguez, 1990: 80).Consuegra Higgins sostiene que <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> abrigaba ideassemejantes, pues, en su concepto: “Para Bolívar <strong>el</strong> desarrollosocial dependía d<strong>el</strong> trabajo y <strong>el</strong> saber. (…) Las palabras d<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>fueron: ‘Al proponeros la división de los ciudadanos enactivos y pasivos, he pretendido excitar la prosperidad nacionalpor las dos más grandes palancas de la industria (actividad económica):<strong>el</strong> trabajo y <strong>el</strong> saber’ ” (Consuegra: 42).Lo que puede inferirse de <strong>el</strong>lo es que tales ideas, por así decirlo,flotaban en <strong>el</strong> aire y no causaban escándalo en los ilustrados,aunque <strong>el</strong> intento de aplicarlas al pie de la letra seguramentehubiera despertado la acérrima oposición de los privilegiados.


4.4. La República nacionalizala propiedadLa propiedad como efecto de la soberaníaBolívar de hecho aplica las potestades soberanas desde <strong>el</strong> principiode su carrera militar con masivas confiscaciones de bienes,tanto públicos de la Corona española como privados de losrealistas, e incluso en situaciones de emergencia las aplica apropiedades de los patriotas. Si tales medidas son en principioincidentales, se extienden luego a grandes emporios productivos,como las misiones de Guayana y la gran mina d<strong>el</strong> Potosí, yluego a ramas completas de la producción, como ocurre con <strong>el</strong>decreto que atribuye a la República la propiedad de las minas.A estas medidas de atribución a la República de propiedadesque antes fueron de la Corona o de particulares afectos a <strong>el</strong>la,se añade una segunda serie de medidas de redistribución de lapropiedad por parte d<strong>el</strong> nuevo poder soberano. Bolívar, comoveremos detenidamente, adjudica bienes nacionales, en primerlugar, a los defensores de la República en <strong>el</strong> campo de batalla.En segundo lugar, destina infinidad de <strong>el</strong>los a finalidades deinterés público, fomento de la economía, de educación, beneficenciao caridad.Una tercera categoría de adjudicaciones de derechos parecieranrevestir la forma de reconocimientos de propiedadesanteriores. Con frecuencia, al tomar <strong>el</strong> poder en alguna ciudado provincia liberada, emite Bolívar decretos que mantienen lavigencia de las normas anteriores, incluso normas de la Corona,o que reconocen derechos de propiedad y de otra índoleanteriores a la liberación. En verdad, estos actos producen unanueva legitimación de normas y derechos, sustituyendo a la anterior,emanada de la monarquía.Pero <strong>el</strong> origen de todas estas nuevas propiedades tiene comofuente la soberanía de la República. Tal pareciera que Bolívaracepta implícitamente la formulación de Thomas Hobbes,uno de sus autores preferidos, según la cual sin soberanía ysin Estado no hay propiedad. Pues, según afirma <strong>el</strong> sentencioso


inglés: “Vemos por tanto la introducción de la propiedad comoun efecto d<strong>el</strong> Estado, que sólo puede obrar mediante la personaque lo representa, y que es por tanto un acto d<strong>el</strong> Soberano; yconsiste en las leyes, que nadie puede hacer sin tener <strong>el</strong> PoderSoberano” (Hobbes, 1968: 296).Se devolverá a los naturales, como propietarios legítimosAsí ocurre con los derechos de los indígenas. Como hemosvisto, <strong>el</strong> 15 de octubre de 1818, encontrándose en Bogotá, Bolívarpromulga decreto encaminado a enmendar algunos aspectosde las normas republicanas sobre los indígenas, en virtudde que se habían cometido abusos tanto “contra sus personascomo contra sus resguardos y aún contra sus libertades”. Indicamosque la norma se fundamenta en que “esta parte d<strong>el</strong>a población de la República merece las más paternales atencionesd<strong>el</strong> gobierno por haber sido la más vejada, oprimida ydegradada durante <strong>el</strong> despotismo español”. La parte dispositivade la norma comienza con un enérgico reconocimiento de losderechos de propiedad sobre las extensiones de los resguardos,a cuyo efecto dispone <strong>el</strong> artículo 1° “Se devolverá a los naturales,como propietarios legítimos, todas las tierras que formabanlos resguardos según sus títulos, cualquiera que sea <strong>el</strong> que aleguenpara poseerlas los actuales tenedores”. Siguen normas dedistribución de la tierra, como la d<strong>el</strong> artículo 3º: “Integrados losresguardos en lo que se les haya usurpado, los jueces políticosrepartirán a cada familia tanta extensión de terreno cuanto cómodamentepueda cultivar cada una, teniendo presente <strong>el</strong> númerode personas de que conste la familia y la extensión totalde los resguardos”. El artículo 4º dispone que “Si repartidos losresguardos a las familias, como se ha dicho, quedaren tierrassobrantes, las arrendarán por remate los mismos jueces políticosa los que más dieren y afianzaren mejor, prefiriendo siemprepor <strong>el</strong> tanto a los actuales poseedores”. No sólo la fuented<strong>el</strong> nuevo derecho es <strong>el</strong> acto de la República que lo reinstaura:también mana de <strong>el</strong>la una nueva propiedad, ya que los juecespolíticos realizarán una nueva repartición de terrenos a cadafamilia.


El régimen de confiscacionesLas propiedades de todos los españoles europeosque se encontraren en <strong>el</strong> territorio rescatadoDe hecho, desde la Declaración de la Independencia se iniciaun paral<strong>el</strong>o proceso de transferencia de propiedades de uno aotro bando. El oficial realista Domingo de Monteverde crea enValencia, desde 1812, un Tribunal de Secuestros, competentepara expropiar los bienes de quienes habían tenido participaciónen la lucha independentista, órgano integrado por canariosy por personas de las capas bajas de la población (BritoFigueroa, 1966, T.I: 191-193).Poco después, las autoridades realistas constituyen en Caracasuna Junta de Proscripciones, encargada de identificar alos partidarios de la Independencia, ordenar su detención y secuestrarsus bienes. El 13 de agosto de 1812 ya confecciona unalista de proscriptos que incluye 1.500 ciudadanos, los cualesson encarc<strong>el</strong>ados. Sus bienes, en gran parte fundos agrarios,son secuestrados y dados en arrendamiento con sus correspondientesesclavos a los realistas (Brito Figueroa, 1966, T.I: 193).Bolívar invade Venezu<strong>el</strong>a en la fulgurante Campaña Admirable,decreta la Guerra a Muerte, entra triunfalmente en Caracas<strong>el</strong> 6 de agosto de 1813 y asume las más amplias facultadespara manejo de las cuestiones económicas. En realidad, se haexcedido de las instrucciones dadas <strong>el</strong> 7 de mayo de 1813 por<strong>el</strong> Congreso de la Nueva Granada, que sólo lo autorizaban parallegar hasta las provincias de Mérida y Trujillo, y ha continuadola campaña bajo su propia responsabilidad.Para decidir sobre la legitimidad de sus actos, consulta a unajunta de ciudadanos, la cual acoge la solución propuesta porFrancisco José Ustáriz: concentrar los poderes Legislativo y lasmaterias gubernativas, económicas y de policía en manos deBolívar, y atribuir la Justicia, <strong>el</strong> Poder Municipal y <strong>el</strong> manejo d<strong>el</strong>as Rentas Nacionales a autoridades específicas. Como señalaTomás Polanco Alcántara: “Era una situación de facto y comotal tenía que ser manejada bajo la inspiración de los principios


de 1811 y los propósitos d<strong>el</strong> Congreso de la Nueva Granada”(Polanco, 1979: 20). La situación no puede ser más clara: enuna situación revolucionaria, se pueden concentrar las facultadeslegislativas, gubernativas y económicas en una sola mano yatribuirle poder para obrar en consecuencia.Se dividirán precisamente en cuatro partesLa República que renace en 1813 devu<strong>el</strong>ve a sus dueños losinmuebles confiscados por <strong>el</strong> Tribunal de Secuestros y por laJunta de Proscripciones y contesta, comprensiblemente, conmedidas similares de secuestro y embargo contra los bienes d<strong>el</strong>os realistas, tanto criollos como peninsulares, que son aplicadaspor los oficiales patriotas de manera directa. En <strong>el</strong> Plan deGobierno para libertar a Venezu<strong>el</strong>a emitido en Cartagena <strong>el</strong> 16de enero de 1813, y aprobado por su oficialidad, Antonio NicolásBriceño proponía un proyecto que implicaba vastas nacionalizacionesde propiedad y anticipaba la repartición de <strong>el</strong>la que luegosería dispuesta en la Ley de Haberes Militares:3° Las propiedades de todos los españoles europeosque se encontraren en <strong>el</strong> territorio rescatado se dividiránprecisamente en cuatro partes, de las cuales una serápara los oficiales que salgan con la expedición y que sehallen desde la primera acción que se presente, los que larepartirán por iguales partes, sin atender a sus distintosgrados; la segunda cuarta será para los soldados de la expediciónindistintamente, y las otras dos cuartas partes sereservarán para <strong>el</strong> Estado y si sobre esta división se ofrecierealguna duda se decidirá por mayoría de votos de losoficiales que se hallen en campaña (Cortés, 1960: 295).Bajo esta inspiración, y seguramente bajo la d<strong>el</strong> mismo Bolívar,<strong>el</strong> licenciado Migu<strong>el</strong> José Sanz redacta <strong>el</strong> 22 de octubre de 1813un proyecto para un Gobierno Provisional de Venezu<strong>el</strong>a cuyaBase Primera establece que “El ciudadano Simón Bolívar, Brigadierde la Unión y General en Gefe de las tropas libertadoras, naturaly políticamente es llamado a exercer los Poderes legislativoy ejecutivo en materias de Estado, Guerra y Hacienda, en todo


<strong>el</strong> territorio de Venezu<strong>el</strong>a, sin más limitaciones que entendersey acordarse con <strong>el</strong> Congreso de la Nueva Granada”. En las siguientesBases se detallan otras potestades en materia económica:Tercera. Tiene la facultad de procurar que haya un comercioexpedito con todas las naciones, protegiendo laagricultura, y valiéndose de todos los medios generalesconducentes á la f<strong>el</strong>icidad d<strong>el</strong> país.Cuarta. Dispone de todas las rentas para llenar sus mirasy franquear <strong>el</strong> tráfico, comunicación y correspondenciainterior de los habitantes, dexando moderadament<strong>el</strong>o necesario para su<strong>el</strong>dos y entretenimiento de los empleadospolíticos, que juzgue merecerlo, y de los Eclesiásticos(Polanco Alcántara, 1979: 67-69).El programa compendia varios puntos d<strong>el</strong> ideario republicano:comercio expedito con todas las naciones, medidas defomento para proteger la agricultura y la f<strong>el</strong>icidad d<strong>el</strong> país, disposiciónd<strong>el</strong> ingreso público en su totalidad para obtener finalidadesde política económica y facilitar la intercomunicación d<strong>el</strong>os habitantes, privilegiándolas por encima de lo que llamaríamoshoy <strong>el</strong> gasto ordinario en administración. Es un programaabiertamente intervencionista, que atribuye plenas competenciasal poder político para lograr finalidades en lo económico,y que <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> cumple a plena conciencia y con firmeza.Basten algunos ejemplos de la diversidad de decisiones decarácter económico que debe tomar en muy breve lapso. El 24de abril de 1814 dispone satisfacer lo debido por montepío a laviuda d<strong>el</strong> coron<strong>el</strong> Rivas Dávila, quien con su pequeña hija seencuentra “en tal estado, que casi no tenemos con que llevara la boca <strong>el</strong> pan de cada día”; y permitirle continuar ocupandola casa que habita, propiedad d<strong>el</strong> Estado. El día siguiente pasaa consideración d<strong>el</strong> gobernador militar y director general uninforme sobre la necesidad de abreviar los trámites para suministrarraciones a las tropas. El 6 de junio dispone <strong>el</strong> pagode los servicios prestados al armero Migu<strong>el</strong> Piña, a quien losrepliegues de los ejércitos “me han hecho abandonar en <strong>el</strong>lostodas las herramientas de mi oficio”. El 30 de junio dispone que


<strong>el</strong> ciudadano Rafa<strong>el</strong> León exponga lo r<strong>el</strong>ativo a los derechosque alega para obtener la plaza de mayordomo de los hospitales(Pérez Vila, 1960: 6-13).Esta plata labrada que tienen ésta y las demás iglesias,la han donado nuestros antepasadosOtras medidas más drásticas son inspiradas por la difícil situaciónmilitar. Al regresar a Caracas tras la derrota de La Puerta,Bolívar ordena al funcionario de rentas que acuñe la plata d<strong>el</strong>as iglesias y abra <strong>el</strong> cuño de oro (Barnola et al., 1964, T.VI: 346-347). Como los r<strong>el</strong>igiosos se resisten, <strong>el</strong> 26 de junio de 1814Bolívar advierte al sacerdote realista Domingo Blandín: “si nose me entrega en la hora tomaré la providencia correspondiente,en int<strong>el</strong>igencia que esta plata labrada que tienen ésta y lasdemás iglesias, la han donado nuestros antepasados y no otros”(Barnola et al., 1964, T.VI: 368). El 17 de junio decreta la leymarcial y bajo pena de pérdida de la vida exhorta a los ciudadanosa presentarse en <strong>el</strong> plazo de tres horas con armas, bestias ycabalgaduras en la Plaza Mayor, y organiza la recolección de donativosen especie de alhajas, moneda, alimentos y pertrechos(Barnola et al., 1964, T.VI: 343-345).El día siguiente ordena: “5º Que se envíen inmediatamentecomisionados de probidad a los campos con recuas y escoltaspara comprar víveres, y hacerlos conducir a la ciudad<strong>el</strong>a. 6º Quese compren por cuenta d<strong>el</strong> Estado todos los víveres sobrantesque haya en La Guaira” (Barnola et al., 1964, T.VI: 346-347).El 30 de junio de 1814 decreta la libertad de los esclavos quetomen las armas en <strong>el</strong> ejército patriota, inicia en Chacao unarecluta que incluye 15 esclavos de su propiedad y posteriormenteenvía oficiales a formar compañías de negros (Barnolaet al., 1964, T.VI: 372-374). Son medidas drásticas, que no sóloafectan la vida económica, sino la propiedad, y en dos de lasformas más valiosas para <strong>el</strong> poder monárquico: la de los objetossagrados d<strong>el</strong> culto, y la de los esclavos.


Gozar y disponer libremente de sus bienes y d<strong>el</strong> frutode sus talentos, industria o trabajoTodo es en vano. La Segunda República perece bajo las caballeríasllaneras conducidas por caudillos realistas como JoséTomás Boves, y es rematada por <strong>el</strong> arribo de la poderosa expediciónPacificadora al mando de Pablo Morillo. Tras la desastrosaemigración a Oriente y la caída de Cumaná, Bolívarnavega hasta Cartagena, consigue un nuevo mando de tropasy <strong>el</strong> 12 de diciembre de 1814 obtiene la rendición de SantaFe de Bogotá. Pero disputas intestinas entre las filas patriotaslo obligan a refugiarse en Haití, desde donde organiza expedicionespara invadir Venezu<strong>el</strong>a, y la segunda de <strong>el</strong>las lo lleva aliberar Angostura y a reunir una asamblea para sancionar laConstitución de 1819.Dicha norma en su Título I, sobre “Derechos y deberes d<strong>el</strong>hombre y d<strong>el</strong> ciudadano”, Sección Primera, artículo 1° pautaque “Son derechos d<strong>el</strong> hombre la libertad, la seguridad, la propiedady la igualdad. La f<strong>el</strong>icidad general que es <strong>el</strong> objeto de lasociedad consiste en <strong>el</strong> perfecto goce de estos derechos”. Es unanorma que repite la de la Constitución de 1811. Sin embargo,<strong>el</strong> artículo 12° define que “la propiedad es <strong>el</strong> derecho de gozary disponer libremente de sus bienes y d<strong>el</strong> fruto de sus talentos,industria o trabajo”. La norma establece un importante matizcon respecto a lo pautado en la Constitución de 1811. Ésta definíaa la propiedad sólo como <strong>el</strong> derecho a gozar d<strong>el</strong> fruto d<strong>el</strong>propio trabajo e industria. Ahora se añade <strong>el</strong> derecho a gozary disponer libremente “de sus bienes”, sin especificar cómo seconstituyen éstos legítimamente en propiedad.El artículo 15 de la mencionada sección de la Norma Fundamentalpauta que “Nadie puede ser privado de su propiedadcualquiera que sea sino con su consentimiento a menos que lanecesidad pública, ó la utilidad general probada legalmente loexijan. En estos casos la condición de una justa indemnizacióndebe presuponerse”. La norma contiene una clara defensade la propiedad; no se aclara cómo podría otorgarse una justa


indemnización por las cuantiosas propiedades confiscadas a losrealistas y sobre todo por las tomadas a las misiones de Guayana;de haberse puesto en práctica la disposición, quizá la Repúblicano hubiera contado con medios para culminar la Independencia.Aumentar con su trabajo, talentos ó industria,las riquezas y comodidades propiasEn todo caso, <strong>el</strong> artículo 6° de la Sección Segunda contieneun explícito reconocimiento al trabajo como fuerza creadorad<strong>el</strong> valor económico, al declarar que “La sociedad desconoceal que no procura la f<strong>el</strong>icidad general, al que no se ocupa enaumentar con su trabajo, talentos ó industria, las riquezas ycomodidades propias, que colectivamente forman la prosperidadnacional”. Las riquezas y comodidades propias deberíanser aumentadas con su “trabajo, talentos ó industria”. Debemosrecordar que para la época <strong>el</strong> sustantivo industria no significabanecesariamente un establecimiento fabril, sino la laboriosidad,<strong>el</strong> empeño, <strong>el</strong> esfuerzo para conseguir un cometido. Podríamosencontrar aquí un eco de la desdeñosa expresión con la cualBolívar mozo se consideraba “un rico, lo superfluo de la sociedad”.Despreciable sería quien no aumenta con su trabajo,talentos o industria las “riquezas y comodidades propias, quecolectivamente forman la propiedad nacional”. La afirmaciónparecería reflejar los postulados de Adam Smith según los cualesla actividad dirigida a incrementar <strong>el</strong> patrimonio personalinevitablemente acrece <strong>el</strong> colectivo.Sacrificándole los bienes, la fortuna, la vida,<strong>el</strong> honor y aun la misma libertad personalEste reconocimiento de la propiedad no parece consagrar entodo caso un derecho absoluto. La Sección Segunda d<strong>el</strong> mismotítulo en <strong>el</strong> artículo 3° comprende entre los deberes d<strong>el</strong> ciudadano:“Con respecto a la sociedad, son deberes de cada individuovivir sujeto y conforme a las leyes, obedecer, respetar,


y amar á los magistrados y autoridades constituidas; conservary defender la libertad é independencia de la patria; y servirlacon todos sus esfuerzos sacrificándole los bienes, la fortuna, lavida, <strong>el</strong> honor y aun la misma libertad personal si fuere necesario”.La Patria, o <strong>el</strong> interés colectivo, puede exigir <strong>el</strong> sacrificiode los bienes, aparte d<strong>el</strong> de la fortuna, <strong>el</strong> honor, la libertad personaly la vida. La palabra sacrificio es contundente. No se tratade una disminución compensable o indemnizable. Ni bienes nivida sacrificados admiten restitución. Quizá anticipaba Bolívarque la culminación de la lucha independentista exigiría esfuerzosde tal índole.Haciéndole <strong>el</strong> sacrificio de sus bienes y de su vidaLa llamada Constitución de Cúcuta, promulgada en dichaciudad en 1821, es un documento escueto, cuyo objetivo fundamentalconsiste en proclamar la unión de Venezu<strong>el</strong>a y la NuevaGranada bajo <strong>el</strong> nombre común de Colombia. Por <strong>el</strong>lo no abundaen definiciones ni declaraciones principistas. En <strong>el</strong> Título 1,r<strong>el</strong>ativo a la Nación colombiana y los colombianos, como es deesperar, <strong>el</strong> artículo 3° vu<strong>el</strong>ve a consagrar los cuatro bienes yareconocidos en <strong>el</strong> texto de 1811, al pautar que “es un deber d<strong>el</strong>a Nación proteger por leyes sabias y equitativas la libertad, laseguridad, la propiedad y la igualdad de todos los ciudadanos”.Pero <strong>el</strong> artículo 5° contiene una explícita declaración sobre loque llamaríamos hoy la función social de la propiedad, al disponerque “Son deberes de cada colombiano, vivir sometido a laConstitución y á las leyes: respetar y obedecer á las autoridadesque son sus órganos; contribuir a los gastos públicos; y estarpronto en todo tiempo a servir y defender a la Patria, haciéndole<strong>el</strong> sacrificio de sus bienes y de su vida, si fuere necesario”.Esta disposición corea otra precedente de la Constituciónde Angostura. Una vez más habla d<strong>el</strong> sacrificio, vale decir, de laentrega sin más compensación que la moral. Se supone que lanecesidad d<strong>el</strong> sacrificio la juzga la República. Serían los fundamentosjurídicos con los cuales se podría proceder a una totalreestructuración d<strong>el</strong> viciado aparato de la propiedad colonialamericana.


Sin embargo, <strong>el</strong> artículo 177 d<strong>el</strong> citado texto constitucionalpauta que “Ninguno podrá ser privado de la menor porción desu propiedad, ni ésta será aplicada a usos públicos, sin su propioconsentimiento, o <strong>el</strong> d<strong>el</strong> Cuerpo Legislativo; cuando algunapública necesidad legalmente comprobada exigiere que la propiedadde algún ciudadano se aplique a uso semejantes, la condiciónde una justa compensación debe presuponerse”. Nadacomo la ambigüedad para lograr que todo siga igual. De acuerdocon esta norma, no se habrían podido realizar los enormesdecomisos de bienes que se cumplieron tras la liberación deGuayana, con los cuales se hizo posible pertrechar <strong>el</strong> ejércitoque a su vez liberó la Gran Colombia e hizo posible la campañad<strong>el</strong> Sur.La nacionalización de las misionesde GuayanaUn proceso republicano crea una nueva cosa pública, una nuevahacienda. Surgido en medio de las sacudidas de la guerra,debe empezar necesariamente por apoderarse de los mediosque <strong>el</strong> orden caduco no puede ya retener. La patria nace enmedio de un vasto, sostenido, sistemático proceso de confiscacionesy secuestros de la propiedad tanto pública como privadade los realistas.Momento decisivo en la institucionalización de esta políticaes <strong>el</strong> Decreto sobre Secuestro y Confiscación de Bienes de losEspañoles, que promulga Bolívar en las fortalezas de la AntiguaGuayana <strong>el</strong> 3 de septiembre de 1817, y que por su importanciatranscribimos in extenso:SIMÓN BOLÍVARConsiderando que la excesiva generosidad con que seha tratado a los más c<strong>el</strong>osos partidarios de los españoles,por sólo <strong>el</strong> título de americanos, no ha bastado á inspirarlessentimientos dignos de tan glorioso nombre, he venidoa adoptar respecto de <strong>el</strong>los, aunque no con tanto rigor, losprincipios establecidos por <strong>el</strong> enemigo para <strong>el</strong> secuestro yconfiscación de los bienes y propiedades de los patriotas,decretando como decreto, lo siguiente:


SECCIÓN PRIMERASecuestros y confiscacionesArt. 1° Todos los bienes y propiedades, muebles é inmueblesde cualquiera especie, y los créditos, acciones yderechos correspondientes á las personas de uno y otrosexo que han seguido al enemigo al evacuar este país, ótomado parte activa en su servicio, quedan secuestradosy confiscados á favor d<strong>el</strong> Estado, y se pondrán desde luegoen arriendo, administración o depósito según su naturaleza.Art. 2° No serán comprendidos en las confiscacioneslos bienes dotales de la mujer ni la tercera parte d<strong>el</strong> caudald<strong>el</strong> marido, que se dividirá por partes iguales entre lashijas solteras, y los hijos menores de catorce años.Art. 3° Todas las cargas inherentes a las propiedadesconfiscadas, ya sea por deudas escrituradas, ya por hipotecas,fundaciones piadosas, vínculos ó cap<strong>el</strong>lanías á quealgún particular tenga legítimo derecho, recaerán sobre<strong>el</strong> Estado.Art. 4° La propiedad debe entenderse en toda la extensiónde la palabra, comprendiendo créditos, títulos,derechos y acciones.Art. 5° Todas las haciendas y propiedades de cualquieraespecie, pertenecientes a los padres capuchinos y demásmisioneros que han hecho voto de pobreza, quedanconfiscadas a favor d<strong>el</strong> Estado.Art. 6° Quedan igualmente confiscadas todas las propiedadesd<strong>el</strong> gobierno español y de sus vasallos, sea cualfuere <strong>el</strong> país de su residencia.Art. 7° Todas las propiedades secuestradas ó confiscadaspor <strong>el</strong> gobierno español á los patriotas serán embargadasy administradas por <strong>el</strong> Estado, hasta que presentándosesus antiguos dueños ó sus herederos, se decidasi por su posterior no han desmerecido la protección d<strong>el</strong>Gobierno.


SECCIÓN SEGUNDAAdministraciónArt. 1° Habrá un Administrador General de todas laspropiedades confiscadas y secuestradas, dos administradoressubalternos, <strong>el</strong> uno para <strong>el</strong> Departamento d<strong>el</strong> altoOrinoco, y <strong>el</strong> otro para <strong>el</strong> bajo; con los administradoresparticulares que se crean necesarios.Art. 2° Se nombrará una comisión en cada Departamento,para que se haga un inventario exacto y circunstanciadode todas las haciendas y propiedades que porlas disposiciones de este decreto se hallan en <strong>el</strong> caso deconfiscación o secuestro. Esta comisión obrará bajo lasórdenes inmediatas d<strong>el</strong> Administrador d<strong>el</strong> Departamento,que se conformará á las instrucciones que reciba d<strong>el</strong>principal.Art. 3° Toca al Administrador General declarar laspropiedades que se hallan en <strong>el</strong> caso de confiscación ósecuestro, pero es propio de la comisión tomar todos losinformes y noticias necesarias para esta declaración.Art. 4° Se fijarán al efecto cart<strong>el</strong>es previniendo á losvecinos que se reputarán por cómplices de aqu<strong>el</strong>los cuyaspropiedades deben confiscarse ó secuestrarse, todos losque oculten muebles, utensilios, mercancías ó efectos decualquiera especie, ó no den noticia de los que oculten óposean.Art. 5° Lo dispuesto en <strong>el</strong> artículo anterior se extiendeá los depósitos confidenciales, débitos, arriendos, cuentasde cargo y data, y toda especie de acciones y derechos.Los infractores de estas disposiciones pagarán <strong>el</strong> dobled<strong>el</strong> valor de los efectos ó derechos en que perjudicaren alEstado, satisfarán los gastos que se ocasionasen por su silencioó por mala fe, y quedarán sujetos á que se observesu conducta como ciudadanos sospechosos.Art. 6° La administración de secuestro estará á las órdenesy bajo la dirección inmediata d<strong>el</strong> intendente que


cuidará de establecer las oficinas y dar las instruccionesnecesarias para <strong>el</strong> desempeño de este ramo, que destinadoespecialmente a consolidar <strong>el</strong> crédito público, deberásepararse de todos los demás, y depender inmediatamentede la autoridad suprema.Fortalezas de la Antigua Guayana, 3 de setiembre de1817SIMÓN BOLÍVARTodos los bienes y propiedades, muebles e inmueblesComentemos alguna de las disposiciones de este Decreto.Ante todo, su carácter totalizante. En la Sección Primera, <strong>el</strong> artículo1° comprende “Todos los bienes y propiedades, mueblesé inmuebles de cualquiera especie, y los créditos, acciones yderechos” de quienes han seguido o ayudado a los realistas; y<strong>el</strong> artículo 6° “todas las propiedades d<strong>el</strong> gobierno español y desus vasallos, sea cual fuere <strong>el</strong> país de su residencia”. El artículo4° añade que “La propiedad debe entenderse en toda la extensiónde la palabra, comprendiendo créditos, títulos, derechos yacciones”. El artículo 5°, con cierta ironía volteriana, incluye“Todas las haciendas y propiedades de cualquiera especie, pertenecientesa los padres capuchinos y demás misioneros quehan hecho voto de pobreza”. Se trata de una masiva y generalconfiscación de propiedad, pública, privada y r<strong>el</strong>igiosa, y deuna revolución en la tenencia de <strong>el</strong>la. En cuanto confiscación,no da lugar a indemnización ni compensación. Su efecto es laradical destrucción de toda una categoría de propiedad en arasde la constitución de otra.Serán embargadas y administradas por <strong>el</strong> EstadoMerecen también comentario las excepciones al régimengeneral comprendidas en la Sección Primera. Según <strong>el</strong> artículo2° “No serán comprendidos en las confiscaciones los bienesdotales de la mujer ni la tercera parte d<strong>el</strong> caudal d<strong>el</strong> marido,


que se dividirá por partes iguales entre las hijas solteras, y loshijos menores de catorce años”. Bienes dotales de la mujer sonaqu<strong>el</strong>los que ésta aporta al matrimonio, y que no deberían serafectados por conductas sólo imputables al esposo. También sereserva una tercera parte de los bienes de éste a favor de hijassolteras e hijos menores de catorce años, dependientes a quienestambién se dispensa de ser afectados por la conducta d<strong>el</strong>padre y se les habilita para prácticamente heredarlo en vida. Elartículo 3° dispone que las cargas inherentes a las propiedadesconfiscadas, por deudas escrituradas, hipotecas, fundacionespiadosas, vínculos o cap<strong>el</strong>lanías a que algún particular tengalegítimo derecho, “recaerán sobre <strong>el</strong> Estado”, vale decir, éste nopuede negar sus créditos a terceros no incursos en las causas deconfiscación. También <strong>el</strong> artículo 7° prevé una excepción r<strong>el</strong>ativaa “las propiedades secuestradas ó confiscadas por <strong>el</strong> gobiernoespañol á los patriotas” las cuales “serán embargadas y administradaspor <strong>el</strong> Estado, hasta que presentándose sus antiguosdueños ó sus herederos, se decida si por su posterior no handesmerecido la protección d<strong>el</strong> Gobierno”. Vale decir, se restituiránsi no ha habido actos de colaboración con la monarquía.Se extiende á los depósitos confidenciales, débitos,arriendos, cuentas de cargo y data, y toda especiede acciones y derechosMerecen asimismo comentarios las disposiciones r<strong>el</strong>ativasa la administración de las propiedades confiscadas. Ésta quedaen manos d<strong>el</strong> Estado republicano, <strong>el</strong> cual designa funcionariosencargados de inventariarlas, manejarlas, preservarlas y acopiarinformación sobre bienes que deberían ser confiscados. Elartículo 4° de la Sección Segunda considera cómplices a quienesno informen sobre bienes ocultos que deberían ser decomisados;<strong>el</strong> 5° extiende la obligación de no ocultar bienes “á losdepósitos confidenciales, débitos, arriendos, cuentas de cargoy data, y toda especie de acciones y derechos”, penando a losinfractores con <strong>el</strong> doble d<strong>el</strong> valor de éstas, más las costas de la


averiguación y la condición de sospechosos. El Estado republicanosin vacilación anula la confidencialidad de los depósitos,tema que todavía hoy es materia de intrincados debates enmuchos países. Por este decreto, asume la propiedad y la administraciónde un cúmulo de bienes considerable, que podríaequivaler a más de la mitad de toda la riqueza d<strong>el</strong> país.El tercio y quinto de los bienes quedará para <strong>el</strong> EstadoMes y medio más tarde, <strong>el</strong> 18 de octubre de 1817, desdeAngostura, Bolívar promulga decreto que reforma algunas d<strong>el</strong>as disposiciones d<strong>el</strong> anterior en los términos siguientes: “Habiendoexaminado detenidamente las razones que <strong>el</strong> tribunalde secuestros expone en favor de las familias americanas realistas,cuyos bienes debían ser todos confiscados según <strong>el</strong> decretode tres de septiembre último, he venido en decretar y decretolo siguiente: Artículo 1º Las mujeres, cuyos maridos incurrierenen la pena de confiscación, conservarán sus bienes dotalesy heredados, y la mitad de los gananciales. Id. 2º Ninguna mujerserá comprendida en <strong>el</strong> decreto de tres de septiembre citado,sino en <strong>el</strong> caso extraordinario de una adhesión decidida a lacausa d<strong>el</strong> enemigo, acreditada por actos de espionaje, insultosy persecución contra los patriotas, o por otros de igual naturaleza.Id. 3º Los hijos conservarán sus herencias legítimas en<strong>el</strong> caso de haber tomado parte activa en favor de la Repúblicaantes de la evacuación de las plazas de Angostura y Guayanapor los enemigos. Id. 4º Siempre <strong>el</strong> tercio y quinto de los bienesquedará para <strong>el</strong> Estado, puesto que de estas partes se puededisponer por testamento sin que por eso se entiendan perjudicadoslos herederos” (Barnola et al., 1964, T.XI: 261-262).Las modificaciones son de detalle. Se ratifica la excepciónque protege a los bienes dotales de la mujer, y se la extiende ala mitad de los bienes gananciales de la comunidad conyugal,que le pertenecen en caso de disolución de ésta. Se excluye engeneral a las mujeres d<strong>el</strong> decreto, salvo en <strong>el</strong> caso de actitudescontumaces y evidentes contra la causa patriota, quizá porquese las supone obligadas a apoyar los actos de los maridos y por


lo tanto no responsables por <strong>el</strong>lo. Se excluye asimismo a los hijosque han “tomado parte activa en favor de la República antesde la evacuación de las plazas de Angostura y Guayana por losenemigos”, los cuales conservarán sus herencias legítimas. Enlíneas generales estas excepciones suavizan <strong>el</strong> rigor d<strong>el</strong> decretoen aras de la protección de los intereses de las familias, y dentrode <strong>el</strong>las los de mujeres y menores.El alcance d<strong>el</strong> decreto de confiscación y secuestro no serásimplemente teórico. Punto crucial en la apropiación de recursospara la causa patriota es la liberación de Guayana. Tras lasegunda expedición de Los Cayos, Bolívar consigue transitoriamentedominar algunos enclaves de la costa y <strong>el</strong> puerto deBarc<strong>el</strong>ona. Cuando ésta cae a pesar de todas sus desesperadasmedidas, enfoca la atención en Guayana. Su situación no esmenos estratégica por ser una provincia adentrada en TierraFirme. Su espinazo es <strong>el</strong> Padre de las Aguas, <strong>el</strong> Orinoco, arteriafluvial que la bordea y que sirve de vehículo para acarrear todaslas riquezas de la Amazonia venezolana hasta la ciudad puertode Angostura, en <strong>el</strong> interior d<strong>el</strong> gran río, hasta Santo Toméy hasta la desembocadura, que al verterse en <strong>el</strong> mar comunicaexpeditamente con <strong>el</strong> resto de la costa venezolana y conTrinidad y Tobago, islas conquistadas por los ingleses.En esta zona verdaderamente estratégica se ha ido estableciendoun emporio económico de consideración regentado engran parte por misioneros capuchinos catalanes, quienes a partirde 1700 habían creado un sistema de 24 misiones, con explotacionesde ganado vacuno, caballos, y productos agrícolastales como <strong>el</strong> algodón, <strong>el</strong> tabaco, la caña de azúcar, la yuca, <strong>el</strong>maíz y <strong>el</strong> arroz, además de minería y metalurgia de oro y otrosmetales, así como instalaciones con máquinas para desmotar yprensar <strong>el</strong> algodón, hilar y tejer t<strong>el</strong>as de algodón, y obtener m<strong>el</strong>azade caña, fabricar quesos, aperos para bestias y otros productosderivados, cecina, jabón, calzados, trabajar las maderase implementos de alfarería para producir vasijas, baldosas, tejasy ladrillos (Princep, 1975: 7, 22, 23, 24, 26, citado por Sanoja,2005: 207).


Con <strong>el</strong> trabajo de los indios alcanza todos los añosa 200.000 pesosMario Sanoja Obediente cita diversos datos que pueden ayudara que nos formemos una idea de la productividad de estesistema. Según informe que consta en <strong>el</strong> Archivo de la Ordenen Sarriá, Barc<strong>el</strong>ona, para <strong>el</strong> 21 de noviembre de 1814 se calculaque “<strong>el</strong> comercio que viene de la comunidad con <strong>el</strong> trabajode los indios alcanza todos los años a 200.000 pesos a favor d<strong>el</strong>a Procura”. Para 1774 se calculaba que las misiones alojabanmás de cien mil cabezas de ganado; la venta de cueros y sebollegaba anualmente de 18.000 a 20.000 pesos. El total de cabezasde ganado existente en las misiones para 1774 se estimabaen más de cien mil; lo cual representaba un capital estimadode aproximadamente 300.000 a 350.000 pesos. Para 1811 <strong>el</strong>viajero y comerciante inglés John Princep estimaba que en élse criaban unas 200.000 reses y unas 80.000 cabezas entre caballosy mulas (Sanoja, 2005: 206).Este próspero sistema productivo, que además al parecercontaba con embarcaciones propias para movilizar sus mercancíaspor los ríos, terminó también, según Sanoja, por despertaruna rivalidad con la oligarquía criolla de la provincia deCaracas, que luego de la Declaración de Independencia se tradujoen la integración de dos confederaciones de provincias,unas independentistas nucleadas en torno de Caracas, y otrasrealistas en torno de Guayana. Ya durante la Colonia, la presiónde la provincia de Caracas había logrado medidas para reducirla eminencia de Guayana. Así, apunta también Sanoja que “Yadesde 1783 <strong>el</strong> Intendente de Caracas, con <strong>el</strong> apoyo de la Gobernaciónde la Provincia de Guayana, había recomendado unaserie de medidas administrativas que, en la práctica, equivalíanal desmant<strong>el</strong>amiento d<strong>el</strong> sistema misional de los capuchinoscatalanes, reservando a los misioneros <strong>el</strong> control r<strong>el</strong>igioso de laspoblaciones indígenas, pero entregando a la autoridad secular<strong>el</strong> gobierno civil, político y económico, así como a la iniciativade particulares la explotación de ‘... los actuales hatos y demás


de que han sido contribuyentes para su conservación y fomentocon sus trabajos e industria personal, etc...’ ” (Sanoja, 2005:230).En atención a tales hechos, según también apunta Sanoja,“hoy podemos comprender mejor por qué fue sólo en Guayana,en Angostura, donde habría podido instalarse con éxito la sedede la República con un Congreso, una estructura administrativade gobierno, un ejército nacional en ciernes dotado de uniformes,fusiles, municiones, caballos, mulas y –sobre todo– deprovisiones de boca, <strong>el</strong>ementos que posibilitaron la campañapara liberar la Nueva Granada y posteriormente condujeron altriunfo de Carabobo en 1821. La instalación de una sede establede gobierno requería la posesión de un capital, de riquezasque permitiesen financiar a corto plazo <strong>el</strong> funcionamiento d<strong>el</strong>Estado” (Sanoja, 1995: 221).El 20 de octubre de 1816 las fuerzas patriotas al mando deManu<strong>el</strong> Piar cruzan <strong>el</strong> Orinoco, y <strong>el</strong> 12 de enero d<strong>el</strong> año siguientetoman posiciones frente a Angostura. Entre finales de esemes y comienzos de febrero, fuerzas bajo <strong>el</strong> mismo mando ocupanlas misiones capuchinas catalanas ubicadas en <strong>el</strong> territoriodesde <strong>el</strong> río Caroní hasta <strong>el</strong> Yuruari. Los misioneros no ofrecenresistencia, no obstante lo cual dieciocho de sus dirigentes sonpasados por las armas; los indígenas a su cargo son reclutados.El 27 de abril cruza también Bolívar <strong>el</strong> Orinoco con sus tropas,y se encuentra con <strong>el</strong> hecho cumplido. El 2 de mayo se reúnecon los sitiadores de Angostura; y <strong>el</strong> 17 de julio ésta capitula alarribar la escuadra dirigida por <strong>el</strong> almirante Brión.Tenemos aún fuerzas suficientes para salvar la RepúblicaPodemos entender así cómo Bolívar, cuando recibe la noticiade la caída de Barc<strong>el</strong>ona en manos realistas, sin desalentarseescribe <strong>el</strong> 18 de abril de 1817 desde Ipire al almirante LuisBrión, contándole que al llegar a las inmediaciones de Angostura,después de pasar revista al ejército: “Me impuse ademásde los inmensos recursos que suministra en hombres, ganados,


caballos, mulas y frutos preciosos, de que somos dueños, y sobretodo de la extremidad a que están reducidos los enemigos”.Y tras apreciar así la importancia económica d<strong>el</strong> objetivo, añade:“Tenemos aún fuerzas suficientes para salvar la República.Esta división incorporada a la que obra contra Guayana nobajará de 2.500 infantes, y más de 1.500 caballos, con los quees infalible la rendición de Angostura antes de ocho días. Coneste objeto pues, marcho rápidamente a aqu<strong>el</strong>la plaza y ordenoa V.E. que a la brevedad posible haga que nuestras flecherasy todas las fuerzas marítimas vengan al río Orinoco. Guayanalibre, nos dará no sólo mil recursos, sino una importancia políticaextraordinaria, y con qué satisfacer los créditos que hemoscontraído y contraigamos en lo venidero” (Barnola et al., 1964,T.X: 191-193).Y ya tomada Guayana, valora con exactitud la importanciaestratégica de la plaza en comunicación que dirige <strong>el</strong> 11de octubre de 1817 desde Angostura al general Zaraza, en lacual afirma que “La ocupación de esta importante provincia,tan ventajosamente situada para ocupar a todas las demás; loscontingentes de armas y municiones que hemos recibido y esperamosrecibir de los extranjeros por <strong>el</strong> río, nos da una superioridadque los españoles no pueden quitarnos” (Barnola et al.,1964, T.XI: 225-227).Más de una década después, en 1828, encontrándose enBucaramanga, presenta a Perú de Lacroix la expedición sobreGuayana como “<strong>el</strong> único proyecto que entonces debiera adoptarsepara formar una base de operaciones, concentrar <strong>el</strong> mando,reunir todos los medios de acción dispersos y establecer launidad, sin lo cual nada de provecho podía hacerse”. Añade“que hasta entonces se habían consumado grandes esfuerzosde parte de los patriotas, pero sin ninguno o muy pequeño resultado;que lo que él quería y trataba de lograr era uno de aqu<strong>el</strong>losgrandes acontecimientos que fuerzan la opinión de todo unpaís a favor d<strong>el</strong> vencedor y contra <strong>el</strong> vencido y establecen unespíritu nacional, sin <strong>el</strong> cual nada puede crearse estable en política”(Lacroix, 1924: 149).


Y en efecto, después de que los bienes de las misiones pasana la hacienda republicana, empieza su uso tanto para satisfacernecesidades perentorias d<strong>el</strong> ejército, como para pagar acreenciasde quienes habían suministrado armas y pertrechos al ejércitopatriota. Y así señala Mario Sanoja que: “D<strong>el</strong> almacén queposeían las Misiones en Upata, para dar un ejemplo de lo anterior,se tomaron en 1818 seiscientos cueros de ganado, amén detoda la cosecha de tabaco y algodón de dicho distrito para pagarla harina y pap<strong>el</strong> vendidos al Estado por Hamilton, Brown yUzcátegui (Princep, 1975: 74-75). En 1818, cuatro barcos cargadoscon 180 mulas guayanesas, posiblemente extraídas de lasmismas misiones, fueron negociados a cambio de cuatro milfusiles ingleses con su dotación de cartuchos, pólvora y plomo,cuyo costo era de 40.000 pesos u 8.000 libras esterlinas (Princep,1975: 68, 71). Estos dos solos ejemplos indican la cuantíade la riqueza acumulada en los almacenes misionales, d<strong>el</strong> capitalagropecuario todavía existente en <strong>el</strong>las dos años después deser desmant<strong>el</strong>adas las misiones” (Sanoja, 2005: 236).Apropiados los bienes de las misiones de Guayana para laRepública y abierto <strong>el</strong> comercio por <strong>el</strong> Orinoco, pueden losdemás países iniciar <strong>el</strong> intercambio de bienes. La iniciativaes tomada por los negociantes ingleses. Desde finales d<strong>el</strong> sigloXVIII han conquistado Trinidad, y por lo tanto tienen una basemilitar y comercial que domina estratégicamente las bocas d<strong>el</strong>Padre de las Aguas. Muchos de <strong>el</strong>los han adquirido acreenciascontra la República, que ésta no puede atender a su vencimientocon moneda de circulación internacional, y por tanto optanpor exigir <strong>el</strong> pago mediante la transferencia de propiedad o <strong>el</strong>arriendo de los bienes confiscados a las misiones. Bolívar intentasatisfacer sus créditos sin menoscabar la intendencia d<strong>el</strong>proyecto que s<strong>el</strong>lará la Independencia de América, la campañasobre la Nueva Granada.La aplicación de bienes confiscados de las misiones será desdeentonces constante. Sólo como ejemplo, referimos que <strong>el</strong> 18de septiembre de 1817 Bolívar comunica desde Angostura alpresbítero y coron<strong>el</strong> José Félix Blanco: “Sírvase Ud. decirme si


los doscientos quintales de algodón que Ud. me ofrece para octubre,son sin contar las ciento treinta pacas que Ud. ha remitidoa San Migu<strong>el</strong>. Los doscientos cueros al p<strong>el</strong>o, que estarán parafines de este mes en <strong>el</strong> mismo pueblo, son muy útiles; y esperoque Ud. continúe recogiendo cuantos cueros hayan en las misiones.Las quinientas cuarenta mulas que Ud. me dice que estánempotreradas ya, es necesario destinarlas todas para satisfacernuestros créditos, porque de otra manera se nos cierra lapuerta para la compra de armas en lo sucesivo” (Lecuna, 1947,T.I: 264-265). Algodón, cueros y mulas, según hemos visto, sonproductos de las misiones. La última frase plasma la necesidadin<strong>el</strong>udible de pagar a como dé lugar, pues sin <strong>el</strong>lo, la Repúblicacarecería de pertrechos para culminar la Independencia.Luego, <strong>el</strong> 22 de septiembre de 1817 <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> desde Angostura,en las instrucciones que imparte al general José TadeoMonagas al nombrarlo gobernador y comandantes general de laprovincia de Barc<strong>el</strong>ona, le autoriza: “ídem 8º Ud. podrá, cuandolas urgencias de esa brigada lo exijan, vender dentro de lamisma provincia para <strong>el</strong> abasto y consumo de los particulares,algunos ganados d<strong>el</strong> Estado, o hacerlos conducir al pueblo d<strong>el</strong>a Soledad, y negociarlos por <strong>el</strong> río Orinoco, por armas, municionesy vestuarios para la tropa” (Barnola et al., 1964, T.XI:60-62). Ganados d<strong>el</strong> Estado son, por necesidad, los confiscadosa las misiones, pues <strong>el</strong> gobierno patriota no había tenido tiempopara establecer actividades ganaderas ni habilitar llaneros paradar batidas de reses.Más tarde, <strong>el</strong> 20 de octubre de ese año escribe desde Angosturaal almirante Luis Brión remitiéndole <strong>el</strong> avalúo e inventario“sobre los vasos sagrados apresados en <strong>el</strong> Orinoco. SírvaseV.E. tomarlos por su cuenta y no subastarlos en esta provincia,sino hacerlos vender en las colonias extranjeras” (Barnola etal., 1964, T.XI: 278). Los vasos apresados en <strong>el</strong> Orinoco han deser con toda seguridad los tomados a las misiones; se recomiendasubastarlos en las colonias extranjeras para evitar <strong>el</strong> posibleescándalo que podría suscitar la venta de objetos d<strong>el</strong> culto arrebatadosde manera poco menos que sacrílega.


Valiéndonos de los recursos que nos presentenlos bienes y haciendas pertenecientes al EstadoLuego, desde <strong>el</strong> Cuart<strong>el</strong> General de Angostura, Bolívar escribe<strong>el</strong> 23 de octubre de 1817 al general Soublette, para entoncessub-jefe d<strong>el</strong> Estado Mayor General: “Estando destinados losfondos en metálico que haya en <strong>el</strong> tesoro público, y los que porahora puedan entrar en él, de la misma clase, para objetos detanta importancia que sin <strong>el</strong>los ni puede conservarse <strong>el</strong> país libertado,ni terminarse la pacificación d<strong>el</strong> que aún está en poderde los enemigos, es necesario que proveamos a la subsistenciay gastos de estos asuntos también indispensables, valiéndonosde los recursos que nos presenten los bienes y haciendas pertenecientesal Estado. Estas, por medio de una administraciónbien organizada, deben surtir a los hospitales de algunos artículosde primera necesidad en <strong>el</strong>los. Tales son la luz, <strong>el</strong> jabón, <strong>el</strong>arroz, <strong>el</strong> pan, la carne, <strong>el</strong> aguardiente, y otros pequeños mediosque presentan las haciendas. En consecuencia, y deseando qu<strong>el</strong>os enfermos tengan toda la asistencia que pueda prestárs<strong>el</strong>esen esta circunstancia, prevengo a V.S. que, de acuerdo con <strong>el</strong>señor sub-jefe d<strong>el</strong> estado mayor general, tome las medidas conducentesa este fin, librando las órdenes correspondientes aldepositario o administrador de las haciendas embargadas, paraque con preferencia envíe para <strong>el</strong> hospital los artículos expresados,y que se establezcan arrias que periódicamente los conduzcana esta plaza” (Lecuna, 1947, T.I: 266).Guayana libre, nos dará no sólo mil recursosComprendemos así por qué Bolívar escribe <strong>el</strong> 18 de abrilde 1817 a Luis Brión que “Guayana libre, nos dará no sólo milrecursos, sino una importancia política extraordinaria, y conqué satisfacer los créditos que hemos contraído y contraigamosen lo venidero”, y por qué <strong>el</strong> decreto de confiscaciones ysecuestros de 3 de septiembre de 1817 en su último artículodeclara que <strong>el</strong> ramo está “destinado especialmente a consolidar


<strong>el</strong> crédito público”. Muchos comerciantes, sobre todo ingleses,han ad<strong>el</strong>antado suministros y pertrechos a la República, y venuna oportunidad de satisfacer prontamente sus acreencias conlos bienes confiscados.Entre estos acreedores ingleses destaca <strong>el</strong> señor John Princep,quien propone usufructuar permanentemente las tierrasmisionales. La República le concede tal derecho, pero sólo pornueve años, para evitar que una concesión perpetua dañe losintereses nacionales; como ventaja adicional le otorga la exoneraciónde los aranc<strong>el</strong>es de exportación, política de fomentoque por cierto merma uno de los principales rubros de ingresosfiscales. Pero Princep asimismo “aspira a recibir en cuenta depago <strong>el</strong> tabaco que se está cosechando en las siembras d<strong>el</strong> Estado…justamente pretende que la hoja de esta planta se preparede tal modo que merezca buen precio y buen despachoen los mercados extranjeros”. Otros empresarios de la mismanacionalidad recibieron favores semejantes. Eduardo Campb<strong>el</strong>lobtuvo la concesión de cien fanegas de tierra para montar unafábrica de pólvora; James Hamilton, tierras en proporción almonto de sus acreencias (Vetencourt, 1981: 55).Ha hecho que unos nuevos W<strong>el</strong>sares se apoderende las MisionesSobre <strong>el</strong> destino de este inmenso emporio económico resumeSanoja que “Con posterioridad, <strong>el</strong> gobierno republicanopuso las misiones de Guayana en manos de los británicos comopago por las deudas de guerra; <strong>el</strong> sistema fue posteriormentedesmant<strong>el</strong>ado, las misiones fueron convertidas en hatos o ranchosganaderos de propiedad privada, y los indios convertidosen peones de los mismos. La forja de hierro y los hornos d<strong>el</strong>adrillos fueron parcialmente destruidos, enterrados hasta hoy,o convertidos para ser usados, en algunos casos, para la producciónde azúcar o pap<strong>el</strong>ón” (Sanoja 2005: 271). En carta dirigidadesde <strong>el</strong> Rosario de Cúcuta <strong>el</strong> 30 de mayo de 1820 a Franciscode Paula Santander, Bolívar deplora en fuertes términos la


entrega de esta riquísima propiedad de la República efectuadapor Zea: “A propósito de esto, <strong>el</strong> señor Zea es tan bueno, queha hecho cosas que Ud. no puede imaginar. Ha hecho que unosnuevos W<strong>el</strong>sares se apoderen de las Misiones, influyendo en <strong>el</strong>congreso para que se las regalasen a unos aventureros extranjeros,con agravio de la justicia, de la razón y de los libertadores”(Lecuna, 1947, T.I: 445).


4.5. La República redistribuy<strong>el</strong>a propiedad con fines socialesLas recompensas y los haberes militaresEl primer deber d<strong>el</strong> Gobierno es recompensar los serviciosde los virtuosos defensores de la repúblicaEl presupuesto, decía Honoré de Balzac, no es una caja fuerte,sino una regadera, que es útil en la medida que distribuye lo quecontiene. Con <strong>el</strong> decreto de confiscaciones y secuestros, Bolívarha transferido, por lo menos jurídicamente, una incalculableriqueza al patrimonio de la Nación. Este patrimonio sólo seráútil en razón d<strong>el</strong> empleo que se le dé. Ya hemos indicado que enla misma norma que establece la confiscación se indica que con<strong>el</strong>la se busca fortalecer <strong>el</strong> crédito, vale decir, atender los postergadosderechos de numerosos acreedores. Pero <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> leatribuye usos más <strong>el</strong>evados: conjurar la tormenta de la guerrasocial, y asegurar con él la independencia americana.El uso más inmediato de las confiscaciones es <strong>el</strong> de aplacar<strong>el</strong> fantasma de la guerra social. Hemos visto que numerososcaudillos realistas consiguen importantes apoyos de las clasesdesposeídas de la sociedad ofreciendo <strong>el</strong> reparto de los bienesde los patriotas, y dando de facto la libertad a los esclavos quese les incorporan. Bajo estos contingentes caen la Primera y laSegunda República.Bolívar ha aprendido la lección. Hemos visto que en la comprometidasituación que se presenta cuando las tropas de Bovesavanzan en julio de 1814 hacia la capital, decreta la libertadde los esclavos que se incorporen a las filas patriotas, liberay engancha a varios de los que posee, ordena a los oficiales queformen partidas de reclutamiento. Luego de sus entrevistasen Haití con Alexandre Petión, se compromete formalmentea conceder la libertad a los esclavos, promesa que cumpleescrupulosamente, primero con los que se incorporen a las filasrepublicanas, extendiéndola luego a todos.


De todos modos, queda en pie la amenaza de la guerra social,que en <strong>el</strong> medio venezolano reviste inevitablemente <strong>el</strong> aspectode Guerra de Colores, por la inmensa desigualdad heredada d<strong>el</strong>orden colonial. Bolívar se enfrenta a una regla invariable: todaverdadera revolución versa sobre <strong>el</strong> problema de la propiedad,y si los revolucionarios no lo resu<strong>el</strong>ven, otra fuerza surgirá agitándolocomo bandera. También en 1814 Bolívar había asumido,junto con los máximos poderes políticos, las supremas competenciaspara la gestión económica, incluida la potestad paraefectuar confiscaciones, que cumplió con rigor y eficacia en lamedida de sus fuerzas. Tras casi un quinquenio de inciertos ycruentos combates, se encuentra enfrentado una vez más a lacertidumbre de que la Independencia ha suscitado <strong>el</strong> tema de laigualdad social, y de que no podrá culminar oponiéndose a <strong>el</strong>la.Así, <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>, en su condición de Jefe Supremo de laRepública y Capitán General de los ejércitos de Venezu<strong>el</strong>a yNueva Granada, decreta <strong>el</strong> 10 de octubre de 1817 en SantoTomé de Guayana la Ley de Repartición de Bienes Nacionalesde la República, norma que por su importancia consideramosindispensable transcribir in extenso:“SIMÓN BOLÍVAR,Jefe Supremo de la República, Capitán General de losEjércitos de Venezu<strong>el</strong>a y de Nueva Granada.Considerando que <strong>el</strong> primer deber d<strong>el</strong> Gobierno esrecompensar los servicios de los virtuosos defensores d<strong>el</strong>a República, que sacrificando generosamente sus vidasy propiedades por la libertad y f<strong>el</strong>icidad de la patria, hansostenido y sostienen la desastrosa guerra de la Independencia,sin que ni <strong>el</strong>los ni sus familiares tengan los mediosde subsistencia; y considerando que existen en <strong>el</strong>territorio ocupado por las armas de la República, y en<strong>el</strong> que vamos a libertar, poseído hoy por los enemigos,multitud de propiedades de españoles y americanos realistas,que conforme al decreto y reglamento publicadoen 3 de setiembre d<strong>el</strong> presente año, deben secuestrarsey confiscarse, he venido en decretar y decreto lo siguiente:


ARTÍCULO 1ºTodos los bienes raíces e inmuebles, que con arreglo alcitado decreto y reglamento, se han secuestrado y confiscado,o deben secuestrarse y confiscarse, y no se hayanenajenado ni puedan enajenarse a beneficio d<strong>el</strong> erarionacional, serán repartidos y adjudicados a los generales,jefes, oficiales y soldados de la República, en los términosque abajo se expresarán.ARTÍCULO 2ºSiendo los grados obtenidos en la campaña una pruebaincontestable de los diferentes servicios hechos porcada uno de los individuos d<strong>el</strong> ejército, la repartición d<strong>el</strong>as propiedades, de que habla <strong>el</strong> Artículo antecedente, sehará con arreglo a <strong>el</strong>los, a saber:Al General en jefe 25.000 pesosAl General de División 20.000 "Al General de Brigada 15.000 "Al Coron<strong>el</strong> 10.000 "Al Teniente-Coron<strong>el</strong> 9.000 "Al Mayor 8.000 "Al Capitán 6.000 "Al Teniente 4.000 "Al Subteniente 3.000 "Al Sargento primero y segundo 1.000 "Al Cabo primero y segundo 700 "Y al Soldado 500 "ARTÍCULO 3ºLos oficiales, sargentos, cabos y soldados que obtuvierenascensos posteriores a la repartición, tendrán derechopara reclamar <strong>el</strong> déficit que haya entre la cantidadque recibieron cuando ejercían <strong>el</strong> empleo anterior y laque les corresponde por <strong>el</strong> que últimamente se les hubiereconferido y ejerzan al tiempo de la última repartición.ARTÍCULO 4ºSi hecho <strong>el</strong> cómputo d<strong>el</strong> valor de las propiedadespartibles, no alcanzare éste a cubrir todas las partes, <strong>el</strong>


Gobierno ofrece suplir la falta con cualesquiera otrosbienes nacionales y principalmente con las concesionesde terrenos baldíos.ARTÍCULO 5ºSi antes o después de repartidas las propiedades, <strong>el</strong>Gobierno tuviere a bien premiar <strong>el</strong> valor, servicio o acciónmuy distinguida de un militar, podrá hacerlo cediéndolecualquiera de dichas propiedades, sin que en estecaso esté obligado a consultar la graduación d<strong>el</strong> agraciadoni la cantidad que se le concede.ARTÍCULO 6ºEn <strong>el</strong> caso de que un militar haya merecido y alcanzadola gracia de que habla <strong>el</strong> Artículo precedente, notendrá éste derecho a reclamar la parte que le asigna <strong>el</strong>Articulo 2º, si <strong>el</strong> valor de la propiedad que se le haya cedidoes mayor d<strong>el</strong> que se le señala a su grado.ARTÍCULO 7ºCuando las propiedades partibles sean de un valormás considerable que las cantidades asignadas a los diferentesgrados, <strong>el</strong> Gobierno cuidará de que las particionesse hagan d<strong>el</strong> modo más conforme a los intereses de todos,para lo cual podrán acomunarse o acompañarse muchos,y solicitar se les conceda tal finca.ARTÍCULO 8ºLa repartición se hará por una comisión especial, quese nombrará oportunamente, y que se sujetará para <strong>el</strong>loal reglamento que al intento se publicará.ARTÍCULO 9ºEl Gobierno se reserva la inmediata dirección de estacomisión.Publíquese, comuníquese a quienes corresponda ydiríjase copia al Estado Mayor para que se inserte en laorden d<strong>el</strong> día, que se hará circular por todas las divisionesy cuerpos de ejército de la República para su satisfacción.Dado, firmado de mi mano, s<strong>el</strong>lado con <strong>el</strong> s<strong>el</strong>lo provisionalde la República y refrendado por <strong>el</strong> infrascrito


secretario d<strong>el</strong> gobierno supremo en <strong>el</strong> cuart<strong>el</strong> generalde Santo Tomás de la Nueva Guayana, a 10 de octubre de1817.- 7º.SIMÓN BOLÍVARJ. G. PérezSecretario”(Pérez Vila, 1979: 86-88)Los grados obtenidos en la campaña una pruebaincontestableConsideramos oportuno acotar algunos comentarios a normatan trascendente. El artículo 1° limita la repartición a “todoslos bienes raíces e inmuebles, que con arreglo al citado decretoy reglamento, se han secuestrado y confiscado, o debensecuestrarse y confiscarse, y no se hayan enajenado ni puedanenajenarse a beneficio d<strong>el</strong> erario nacional”. La distribución sehará sobre terrenos e inmuebles que no se hayan enajenadoni puedan enajenarse, en atención a que Venezu<strong>el</strong>a es un paísagrícola y pecuario y <strong>el</strong> problema de la propiedad de la tierraes central. Se excluyen los bienes ya enajenados, o que puedanenajenarse, pues se supone que se han convertido en numerarioo se convertirán en él, para <strong>el</strong> indispensable pago de armasy pertrechos y la atención d<strong>el</strong> crédito público.Considera <strong>el</strong> artículo 2° “los grados obtenidos en la campañauna prueba incontestable de los diferentes servicios hechos porcada uno de los individuos d<strong>el</strong> ejército”, por lo que se atribuyenbienes con valores crecientes según <strong>el</strong> rango. El artículo 3° autorizaa quienes obtuvieren ascensos a solicitar compensaciónsegún sus nuevos merecimientos. El artículo 4° prevé, para <strong>el</strong>caso de que <strong>el</strong> conjunto de bienes confiscados no alcance a cubrirlas exigencias, <strong>el</strong> pago en cualesquiera otros bienes (en estecaso muebles) o en terrenos baldíos.


Para lo cual podrán acomunarse o acompañarse muchosEl artículo 7° de la citada Ley contiene norma de gran r<strong>el</strong>evancia,pues dispone que “Cuando las propiedades partiblessean de un valor más considerable que las cantidades asignadasa los diferentes grados, <strong>el</strong> Gobierno cuidará de que las particionesse hagan d<strong>el</strong> modo más conforme a los intereses de todos,para lo cual podrán acomunarse o acompañarse muchos, y solicitarse les conceda tal finca”. Vale decir, la norma plantea enforma explícita la posibilidad de que las fincas puedan ser explotadasen sociedad o comunitariamente por varias personas.Obviamente que priva la intención de no dividir un fundo cuyaproducción pudiera sufrir por la partición; pero también abre<strong>el</strong> camino para posibles formas de propiedad común o colectivasobre fundos o inmuebles.Bolívar extiende <strong>el</strong> alcance de estas normas a todos los territoriosliberados, y desde <strong>el</strong> primer instante se inquieta por lasnoticias sobre una maniobra financiera que permitirá entregarlos haberes mediante títulos negociables susceptibles de caeren manos de especuladores. Y así, en comunicación a Santanderde 30 de mayo de 1820 desde la Villa d<strong>el</strong> Rosario de Cúcuta,le informa que “La ley de repartición de bienes es para todaColombia, y ahora, bien y mal, es para todos. Mas han hechocierta reforma en la ley, según se asegura, aunque no he vistola ley. Se mandan entregar vales de bienes nacionales a losmilitares, para que los compren en remate en <strong>el</strong> mejor postor”(Lecuna, 1947, T.I: 444). No yerra <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> en su inquietud.La “cierta reforma” acarreará posteriormente la desastrosaconsecuencia de que la mayoría de los titulares, acosados por lamiseria y por <strong>el</strong> retardo en hacer efectivos los vales, los transferiránpor menos d<strong>el</strong> cinco por ciento de su valor.En su conjunto la ley citada, de haber sido aplicada en formarecta y oportuna, hubiera sentado las bases de una verdaderareforma agraria que habría multiplicado <strong>el</strong> número de poseedoresde la tierra, incrementado la cantidad de pequeños omedios productores, paliado la odiosa desigualdad imperante


y evitado <strong>el</strong> estallido de numerosas contiendas civiles surgidasde <strong>el</strong>la. Sin embargo, como veremos en la sección siguiente, <strong>el</strong>cumplimiento tardío de sus disposiciones justificó las preocupacionesde Bolívar, y favoreció que los títulos de tal reparticióncayeran a precio vil en manos de usureros, quienes fueron losverdaderos beneficiarios d<strong>el</strong> reparto, y determinaron que ésteno consiguiera sus objetivos.Mientras no haya servido bajo las banderasde Venezu<strong>el</strong>a dos añosComo sucedió con <strong>el</strong> decreto de decomiso y secuestro debienes, al de repartición hay que efectuarle algunos ajustes. AGuayana han llegado legionarios de otros países a luchar por laindependencia, a muchos se les han reconocido grados obtenidosen otros continentes, y no resultaría equitativo otorgarles lamisma recompensa que a quienes tienen más tiempo de servicioen América. El 17 de octubre de 1817, Bolívar decreta que:“Ningún extranjero admitido al servicio de la República, biensea oficial o soldado, podrá reclamar la cantidad asignada algrado que obtenga mientras no haya servido bajo las banderasde Venezu<strong>el</strong>a dos años” (Barnola et al., 1964, T.XI: 260).La Ley de Repartición de Bienes tiene una precisa utilidadcomo herramienta para aplacar posibles motivos de disensiónpolítica y social en <strong>el</strong> campo patriota. No es casual que sea promulgadaapenas diez días antes d<strong>el</strong> 16 de octubre, cuando esejecutado Manu<strong>el</strong> Piar, a quien Bolívar había hecho arrestarbajo cargos de insubordinación, y a quien acusó públicamentede azuzar la Guerra de Colores.Ningún ciudadano ha llegado a quejarse por injusticiahecha a él por <strong>el</strong> accidente de su cutisEn ese sentido, <strong>el</strong> 5 de agosto de 1817 había dirigido “A lospueblos de Venezu<strong>el</strong>a” un manifiesto en <strong>el</strong> cual acusa directamentea Piar de promover la Guerra de Colores, y se interroga:


“¿Qué pretende <strong>el</strong> general Piar en favor de los hombres de color?¿La igualdad? No: <strong>el</strong>los la tienen y la disfrutan en la másgrande latitud que pueden desear. El general Piar mismo es unaprueba irrevocable de esta igualdad. Su mérito es bien inferior alas recompensas que ha obtenido”. Para desautorizar los llamamientosa la Guerra de Colores, recuerda Bolívar las medidasigualitarias adoptadas por la República: “La imparcialidad d<strong>el</strong>gobierno de Venezu<strong>el</strong>a ha sido siempre tal, desde que se establecióla República, que ningún ciudadano ha llegado a quejarsepor injusticia hecha a él por <strong>el</strong> accidente de su cutis. Por <strong>el</strong>contrario, ¿cuáles han sido los principios d<strong>el</strong> Congreso?, ¿cuáleslas leyes que ha publicado?, ¿cuál la conducta de todos losmagistrados de Venezu<strong>el</strong>a? Antes de la revolución los blancostenían opción a todos los destinos de la monarquía, lograban laeminente dignidad de ministros d<strong>el</strong> rey, y aún de grandes de España.Por <strong>el</strong> talento, los méritos o la fortuna lo alcanzaban todo.Los pardos, degradados hasta la condición más humillante, estabanprivados de todo. El estado santo d<strong>el</strong> sacerdocio les eraprohibido: se podría decir que los españoles les habían cerradohasta las puertas d<strong>el</strong> ci<strong>el</strong>o. La revolución les ha concedido todoslos privilegios, todos los fueros, todas las ventajas ¿Quiénes sonlos autores de esta revolución? ¿No son los blancos, los ricos,los títulos de Castilla y aún los jefes militares al servicio d<strong>el</strong>rey? ¿Qué principio han proclamado estos caudillos de la revolución?Las actas d<strong>el</strong> gobierno de la República son monumentoseternos de justicia y liberalidad. ¿Qué ha reservado para síla nobleza, <strong>el</strong> clero, la milicia? ¡Nada, nada, nada! Todo lo hanrenunciado en favor de la humanidad, de la naturaleza y de lajusticia, que clamaban por la restauración de los sagrados derechosd<strong>el</strong> hombre. Todo lo inicuo, todo lo bárbaro, todo lo odiosose ha abolido, y en su lugar tenemos la igualdad absoluta hastaen las costumbres domésticas. La libertad hasta de los esclavos,que antes formaban una propiedad de los mismos ciudadanos.La independencia en <strong>el</strong> más alto sentido de esta palabra substituidaa cuantas dependencias antes nos encadenaban” (Barnolaet al., 1964, T.X: 333-339). Al afirmar que los blancos, los


icos, “todo lo han renunciado” alude, no sólo a los privilegiosjurídicos de casta, sino también a la importante redistribuciónde bienes que estaba a punto de ser acordada por ley.Los que derraman pródigamente su sangre en defensade su patriaEn todo caso, para <strong>el</strong> momento <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> está conscientede la r<strong>el</strong>evancia de la norma que promulga, y así, <strong>el</strong> 19 de octubrede 1817 escribe al general Bermúdez: “Los que derramanpródigamente su sangre en defensa de su patria, los que destrozanlas cadenas que la oprimen, son los legítimos acreedores d<strong>el</strong>os bienes de sus opresores. La más rigurosa justicia les da underecho incontestable a <strong>el</strong>los; y yo me complazco sobre maneraal distribuirles los premios que les son debidos” (Barnola et al.,1964, T.XI: 269).Una recompensa suficiente y estable a los defensoresde Venezu<strong>el</strong>aY en <strong>el</strong> mismo sentido, <strong>el</strong> 4 de noviembre de ese año afirmaal general José Antonio Páez que la mencionada ley de repartode bienes nacionales “asegura para siempre una recompensasuficiente y estable a los defensores de Venezu<strong>el</strong>a y los saca d<strong>el</strong>a indigencia en que hasta ahora han vivido los más beneméritosciudadanos de la República, dándoles una propiedad de quepuedan gozar <strong>el</strong>los y transmitir a sus descendientes. Hágala Ud.publicar en <strong>el</strong> ejército de su mando con toda la solemnidad deun bando nacional, y ponga en su consecuencia <strong>el</strong> mayor c<strong>el</strong>oe interés en la conservación de los intereses d<strong>el</strong> Estado que sonya <strong>el</strong> depósito sagrado de las recompensas d<strong>el</strong> ejército libertador”(Barnola et al., 1964, T.XII: 14-15).


He mandado recompensarlos con los bienes de la naciónY así, en <strong>el</strong> “Discurso de Angostura”, en febrero de 1819,Bolívar tendrá la satisfacción de plantear ante <strong>el</strong> Congresoconstituyente que:Hombres que se han desprendido de todos los goces,de todos los bienes que antes poseían, como <strong>el</strong> productode su virtud y talentosos hombres que han experimentadocuanto es cru<strong>el</strong> en una guerra honrosa, padeciendo lasprivaciones más dolorosas, y los tormentos más acerbos,hombres tan beneméritos de la patria, han debido llamarla atención d<strong>el</strong> gobierno. En consecuencia he mandadorecompensarlos con los bienes de la nación. Si he contraídopara con <strong>el</strong> pueblo alguna especie de mérito, pidoa sus representantes oigan mi súplica como <strong>el</strong> premio demis débiles servicios. Que <strong>el</strong> Congreso ordene la distribuciónde los bienes nacionales, conforme a la ley que anombre de la República he decretado a beneficio de losmilitares venezolanos (“Discurso de Angostura”. Correod<strong>el</strong> Orinoco, 19 de febrero al 13 marzo 1819).Se trata de una satisfacción a la vez que de una preocupación.La caída de la Primera República le ha enseñado que <strong>el</strong>camino d<strong>el</strong> infierno republicano está empedrado de buenasleyes. Mientras se procede a la entrega efectiva de los bienes,las comisiones competentes otorgan títulos que reconocen <strong>el</strong>derecho de los beneficiarios. Estos títulos, en cuanto constituyenuna obligación de la República pagadera a futuro, sonuna emisión de deuda pública. Como veremos, <strong>el</strong> retraso en laejecución de las disposiciones de la Ley de reparto de bienesnacionales llevará a que sus beneficiarios vendan a precio villos títulos que acreditan sus derechos, en virtud de la cual lamayoría de los combatientes permanecen en la indigencia parabeneficio de usureros y especuladores que moviendo sus influenciasse hacen reconocer <strong>el</strong> valor total de los documentos.


Con todas sus limitaciones, las normativas sobre reparticionesde baldíos o de propiedades a los independentistas tuvieronuna importante influencia en la distribución de la propiedad,sobre todo en Colombia. Según afirma Vladimir Acosta:La política de entrega de baldíos a los generales y líderesmilitares de la independencia se prolongó durantetoda la primera mitad d<strong>el</strong> siglo XIX en Colombia, aunquesu importancia disminuyó progresivamente después deesta primera oleada. En 1844 se produce una nueva adjudicación,esta vez de cien mil fanegadas, en beneficiode antiguos militares de la Independencia. Y todavía en1850, ya bajo <strong>el</strong> gobierno liberal de López, se acuerdauna última distribución que alcanza a 50.000 fanegadas.Un año después, <strong>el</strong> Ministro de Hacienda, Manu<strong>el</strong> MurilloToro, en un importante proyecto que presentó entoncesal Congreso para regularizar la distribución de baldías,calculaba que las adjudicaciones de tierras baldías hechasa militares desde la época grancolombiana hasta esemomento llegaban a 3.192.291 fanegadas, esto es, a unas2.074.989 hectáreas (Acosta, 1989: 55).A lo largo de su carrera, multiplica Bolívar las normas encaminadasa asegurar <strong>el</strong> mejor cumplimiento de las disposicionessobre haberes militares, y a hacerlas compatibles con la acentuadapenuria de recursos que aqueja a la Hacienda Pública. Yasí, en 1827, durante las fatigosas jornadas que dedica a reorganizarla administración en compañía de José Rafa<strong>el</strong> Revenga,<strong>el</strong> 7 de marzo decreta en Caracas: “Art.1° A ninguno se le declararáderecho al haber militar o recompensa nacional sin quepruebe este derecho con listas de revista o con certificación d<strong>el</strong>os mismos jefes a cuyas órdenes inmediatas sirviese, y <strong>el</strong> gradomilitar que a la sazón tuviese y <strong>el</strong> cuerpo o compañía a quepertenecía, y nada conste en contra de dichas certificacionesal Jefe de la División o, en su defecto al Comandante Militar d<strong>el</strong>a Provincia en que se hallase <strong>el</strong> cuerpo o compañía” (Barret etal., 1961, T.II: 96-97).


La República redistribuye las tierrasLas tierras pertenecientes al Estado se repartirán entr<strong>el</strong>os naturales d<strong>el</strong> paísLas medidas de repartición de tierras y bienes nacionales encuentransu culminación en <strong>el</strong> decreto que Bolívar expide enChuquisaca <strong>el</strong> 14 de diciembre de 1824, en <strong>el</strong> cual, considerando“Que la agricultura en <strong>el</strong> departamento de Santa Cruzsufre atrasos progresivos por <strong>el</strong> desprecio con que hasta ahoraha sido mirada por <strong>el</strong> gobierno español, decreta: (…) 2º Lastierras pertenecientes al Estado se repartirán entre los naturalesd<strong>el</strong> país bajo de mensura y amojonamiento adjudicándos<strong>el</strong>esen propiedad. 3º Cada individuo, de cualquier sexo oedad que sea, recibirá una fanegada de tierra en los lugarespingües y regados; y en los lugares privados de riego, y estérilesrecibirá dos. 4º Serán preferidos en este repartimiento losindígenas, y los que hayan acreditado mayor decisión por lacausa de la independencia, o que hayan sido perjudicados poreste principio. 5° Si al cabo d<strong>el</strong> año después de hecha la adjudicacióny amojonamiento de las tierras, los beneficiados con<strong>el</strong>las no hubiesen emprendido <strong>el</strong> trabajo que demande la estaciónd<strong>el</strong> tiempo, y no den muestras de dedicación al trabajo, s<strong>el</strong>es separará de la posesión y propiedad de dichas tierras, y seadjudicarán a otros que las cultiven cual corresponde. 6º Losterrenos destinados a pacer ganado serán comunes a todos losindividuos de las provincias, o partidos a que correspondanlos dichos terrenos, mientras que no sean repartidos como losdemás. 7º La propiedad declarada a que se contrae <strong>el</strong> artículosegundo se entenderá con la restricción de no poderse enajenarlas tierras adjudicadas hasta <strong>el</strong> año 50 y jamás en favor demanos muertas so pena de nulidad” (Ministerio d<strong>el</strong> Ambientey de los Recursos Naturales, 1979: 58-59).


Serán preferidos en este repartimiento los indígenas,y los que hayan acreditado mayor decisión por la causade la independenciaVarios puntos destacan en esta norma de amplísimo alcance.En primer lugar, no se trata de una mera repartición de bienesconfiscados a los realistas: se repartirán “las tierras pertenecientesal Estado”, fuere cual fuere <strong>el</strong> origen de los derechos sobre<strong>el</strong>las, aunque dataren de la Conquista o, si atendemos a susjuristas, de la donación de Constantino. En segundo lugar, no s<strong>el</strong>imita a adjudicación de bienes en pago de servicios militares;la medida beneficia a “cada individuo, de cualquier sexo o edadque sea”, si bien serán preferidos, además de los indígenas, “losque hayan acreditado mayor decisión por la causa de la independencia,o que hayan sido perjudicados por este principio”.En tercer lugar, la adjudicación tiene en cuenta <strong>el</strong> potencialproductivo de las tierras, de manera que en los sitios pingües yregados se adjudicará una fanegada por persona, y en los menosfértiles y secos, dos. En cuarto lugar, es una norma inclusiva,que beneficiará a “cada individuo, de cualquier sexo o edad”,vale decir, <strong>el</strong> derecho se extiende a las mujeres, que para laépoca eran tenidas como subordinadas, y no se pierde por pertenecera lo que hoy llamaríamos la tercera edad. En fin, entreotros <strong>el</strong>ementos positivos, está la obligación de emprenderactividades productivas dentro d<strong>el</strong> término de un año so penade pérdida, y la “restricción de no poderse enajenar las tierrasadjudicadas hasta <strong>el</strong> año 50 y jamás en favor de manos muertasso pena de nulidad”. Con <strong>el</strong>lo se evita que los beneficiadossimplemente reciban las tierras para venderlas o negociarlas, yque ocurran casos lamentables de transferencia masiva de propiedada especuladores como los que frustraron la reparticiónde bienes nacionales en pago de los haberes militares. No estáde más destacar la norma según la cual “Los terrenos destinadosa pacer ganado serán comunes a todos los individuos de lasprovincias, o partidos a que correspondan los dichos terrenos”que establece un régimen de comunidad que, por otra parte,existía hasta cierto punto en los Llanos venezolanos. En <strong>el</strong>los,


en efecto, los ganados pacían libremente yendo de uno a otrohato, y se los recogía en grandes batidas colectivas en las cualesparticipaban los peones de distintos hatos, para luego repartirlos semovientes en proporción a la superficie de cada fundo.Este decreto, de hecho, representa una vez más una vasta eintegral medida de reforma agraria, destinada a dotar de tierrasa los desposeídos, a garantizar su empleo productivo y a fomentarpor consiguiente la actividad agrícola. Como otras tantasnormas sociales promulgadas por <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>, su aplicaciónfue insuficiente e imperfecta, y en poco modificó las duras condicionessociales de la época. De haberse cumplido, hubieracambiado radicalmente <strong>el</strong> destino de las grandes masas agrariasy de la economía en la naciente República de Bolivia.


4.6. La República limita la libertadde comercioLa ruptura d<strong>el</strong> monopolioLos referidos holandeses a fin de lograr sus comerciosAsí como la dominación ibérica se instaura y perdura bajo <strong>el</strong>signo d<strong>el</strong> monopolio, la mayoría de los movimientos que se leoponen vindican la libertad de comercio, y específicamente adversan<strong>el</strong> monopolio pactado por la Corona con la CompañíaGuipuzcoana. En <strong>el</strong> dictamen d<strong>el</strong> Fiscal de fecha 26 de enero de1734 sobre <strong>el</strong> levantamiento d<strong>el</strong> zambo Andresote, se testimoniaque “los referidos holandeses a fin de lograr sus comerciosen aqu<strong>el</strong>las Costas recogieron en dicha Isla de Curazao todoslos hombres levantados y con <strong>el</strong>los otros que hallaron apropósitoy conducidos en sus balandras desembarcaron con 50 de<strong>el</strong>los con todo género de armas y otros instrumentos militaresen <strong>el</strong> Puerto de las Tucacas, desde donde se encaminaronpara <strong>el</strong> Pueblo de S. Nicolás (paso preciso para la Ciudad de S.F<strong>el</strong>ipe, Barquisimeto y otras)(…)” (F<strong>el</strong>ice Cardot, 1952: 101).Curazao, Aruba y Bonaire eran desde 1634 las grandes basesinsulares d<strong>el</strong> contrabando holandés hacia <strong>el</strong> continente; susagentes realizaban un activo comercio ilegal, llegaron a establecerfactorías más o menos permanentes en Tucacas, en TierraFirme y hacían todo lo posible por favorecer movimientos quefavorecieran <strong>el</strong> intercambio.Que libremente compre o venda lo que quieraDe igual modo, en las peticiones que <strong>el</strong> reb<strong>el</strong>de capitán JuanFrancisco de León presenta ante <strong>el</strong> Gobernador y CapitánGeneral de la Provincia de Venezu<strong>el</strong>a en 1749, se especificaque “Y d<strong>el</strong> propio modo que se reforme la dicha restricción,mandando que ninguno sea obligado a comprar lo que otro le


quisiere vender, sino que libremente compre o venda lo quequiera, pues <strong>el</strong> comercio es libre y solo tiene fuerza de obligacióndespués de c<strong>el</strong>ebrado con libertad <strong>el</strong> contrato” (Cortés,1971: 150).En <strong>el</strong> mismo sentido, las Ordenanzas de la conspiración deGual y España de 1797, en su artículo 18° pautan que “Todosnuestros pueblos y radas estarán abiertas para todas las nacionesd<strong>el</strong> Mundo desde <strong>el</strong> principio de la Revolución guardandocon <strong>el</strong>las la mayor armonía y conservando la más exacta neutralidadcon las Potencias B<strong>el</strong>igerantes” (Grases, 1949: 170).La ruptura d<strong>el</strong> monopolio español d<strong>el</strong> comercio ha de abrirpaso a nuevas r<strong>el</strong>aciones de intercambio. No es de extrañar, así,que <strong>el</strong> artículo 71 de la Constitución de 1811 disponga que “ElCongreso tendrá pleno poder y autoridad: (…) 8. De reglar <strong>el</strong>comercio con las naciones extranjeras, determinando la cuotade sus contribuciones y la recaudación e inversión de sus productosen las exigencias comunes y para reglar <strong>el</strong> de las Provinciasentre sí; 9. De disponer absolutamente d<strong>el</strong> ramo d<strong>el</strong> tabaco,mó y chimó, derechos de importación y exportación, reglandoy dirigiendo en todas la inversión de los gastos y la recolecciónde los productos que han de entrar por ahora a la Tesoreríanacional, como renta privilegiada de la Confederación y la máspropia para servir a la defensa y seguridad común (…)”.El orden republicano, pues, funciona sobre la idea de laapertura comercial, pero no es una apertura irrestricta: <strong>el</strong> Congresopuede reglarla, determinando cuotas de contribucionesy recaudaciones para <strong>el</strong> comercio con <strong>el</strong> exterior e incluso entr<strong>el</strong>as provincias. Se mantiene asimismo <strong>el</strong> monopolio colonialsobre <strong>el</strong> tabaco, rubro de primordial importancia para <strong>el</strong> ingresopúblico, y sobre <strong>el</strong> cual formulará en 1828 <strong>el</strong> ministro Rafa<strong>el</strong>Revenga un proyecto para redimir con sus réditos la deuda pública.Este primer intento de libertad comercial será difícil deponer en práctica, pues algunos de los principales puertos, entre<strong>el</strong>los <strong>el</strong> de Maracaibo y <strong>el</strong> de Coro, se pasan al bando realistao son incorporados a él por acciones militares, como sucedecon la que le arrebata Puerto Cab<strong>el</strong>lo a Bolívar.


Amistad y comercio con la Gran BretañaEl proyecto de la apertura comercial sigue a lo largo d<strong>el</strong> augey caída de la Primera y la Segunda República. Así lo manifiestapalmariamente Bolívar en carta que envía <strong>el</strong> 10 de junio de 1814desde Caracas, donde ejerce <strong>el</strong> poder supremo como generalen jefe, al ministro de R<strong>el</strong>aciones Exteriores de Gran Bretaña:“Buscando en la presente revolución de la América <strong>el</strong> objetode los pueblos en hacerla, han sido estos dos: sacudir <strong>el</strong> yugoespañol, y amistad y comercio con la Gran Bretaña. Venezu<strong>el</strong>aal mismo tiempo hace transportar lejos de sus playas a los gobernantesque la oprimían, y envía Diputados para presentar alGobierno de la Gran Bretaña sus votos por obtener su amistady las más estrechas r<strong>el</strong>aciones. El nuevo gobierno, aunque enla embriaguez de aqu<strong>el</strong>los primeros días de libertad, concedióexclusivamente en favor de la Gran Bretaña una rebaja de derechospara su comercio prueba irrecusable de la sinceridad d<strong>el</strong>as miras de Venezu<strong>el</strong>a”. Acto seguido, <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> reprochaenérgicamente que “Entretanto un gobernador de la isla de SanTomás, adonde llegaron los comisionados de Venezu<strong>el</strong>a, mostrándoleque pasaban a esa corte a tratar con <strong>el</strong> gobierno deS.M.B. los expulsa por esta misma razón de aqu<strong>el</strong>la colonia, conuna violencia increíble, sin prestar oídos a las presentacionesque le hicieron, obligándolos a salir en un bote a alcanzar unbuque que se había hecho a la v<strong>el</strong>a. Era un buque de Venezu<strong>el</strong>aque se vio también obligado a enarbolar <strong>el</strong> pab<strong>el</strong>lón español;pues <strong>el</strong> gobernador ordenó que si enarbolaba <strong>el</strong> pab<strong>el</strong>lón venezolanose le hiciese fuego de las baterías de los castillos d<strong>el</strong>a isla”. Bolívar le hace ver <strong>el</strong> contraste en virtud d<strong>el</strong> cual “Maslos buques de San Tomás entran en los puertos en que estáenarbolado ese mismo pab<strong>el</strong>lón venezolano que él ultrajó y hubierehostilizado. Me vi por tanto obligado a cerrar los puertosde Venezu<strong>el</strong>a para los buques de San Tomás, mientras que <strong>el</strong>actual gobernador no varíe su conducta hostil”. Bolívar cierrasu enérgica misiva reclamando “también reparaciones queparece justo debe <strong>el</strong> Gobierno de S.M.B. a las leyes generalesd<strong>el</strong> mundo político, aqu<strong>el</strong>las que son las más sagradas de todas


y que han sido más violentamente holladas por <strong>el</strong> Gobernadorde San Thomas” (Lecuna, T.I: 95-97). Libertad de comercio,cierto, incluso con incentivos fiscales y rebajas tributarias, perocondicionada estrictamente a la reciprocidad y <strong>el</strong> respeto de lasoberanía.Poner expeditos los canales d<strong>el</strong> comercioMientras <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> se encuentra ejerciendo la autoridadsuprema, llegan noticias sobre la derrota definitiva de Napoleón,que suscitan <strong>el</strong> temor de que España pueda redoblar susesfuerzos para recuperar las posesiones americanas. Para desautorizarlas,<strong>el</strong> 14 de junio de 1814 Bolívar hace públicas enLa Gaceta de Caracas sus “Reflexiones sobre <strong>el</strong> estado actualde la Europa, con r<strong>el</strong>ación a la América”. En <strong>el</strong>las, después deseñalar que no podría España dominar la guerra civil que sedesataría, expone profundas reflexiones sobre <strong>el</strong> significado ylas consecuencias de las r<strong>el</strong>aciones comerciales entre <strong>el</strong> Viejoy <strong>el</strong> Nuevo Mundo: “Mas queremos suponer que la Europa enmasa quiera subyugarnos. En este caso, es necesario suponertambién que la guerra civil va a causar mayores estragos de unoa otro extremo de nuestro continente y a destruir cuanto laindustria y <strong>el</strong> arte habían hecho en tres siglos. Para admitir estaépoca calamitosa, es preciso no conocer cuánto las riquezas yproducciones d<strong>el</strong> Nuevo Mundo han influido en las costumbresy en la política de los europeos. El interés bien entendido detodas las naciones, y particularmente <strong>el</strong> de la nación inglesa,es poner expeditos los canales d<strong>el</strong> comercio, impidiendo qu<strong>el</strong>a guerra consuma todos los materiales con que su industriarecibirá un fomento considerable. La América se halla ademáspor fortuna en circunstancias de no poder inspirar rec<strong>el</strong>os alos que viven d<strong>el</strong> comercio y la industria. Nosotros por muchotiempo no podemos ser otra cosa que un pueblo agricultor;y un pueblo agricultor capaz de suministrar las materias máspreciosas a los mercados de Europa, es <strong>el</strong> más calculado parafomentar conexiones amigables con <strong>el</strong> negociante y <strong>el</strong> manufacturero.Reconocida nuestra independencia, y abiertos estos


países indistintivamente a los extranjeros, no podemos imaginarcuánto aumentará la demanda pública todos los años. Losartículos de exportación se multiplicarán hasta lo infinito, ylas importaciones irán siempre buscando <strong>el</strong> equilibrio comercialcon nuestras producciones. Cuando consideramos nuestrasuerte futura por este aspecto, deducimos sin la menor fuerzaque la emancipación de la América va a producir en <strong>el</strong> lujo, enlas riquezas de las naciones, en una palabra, en las costumbresd<strong>el</strong> género humano, una revolución mucho más espantosa qu<strong>el</strong>a que trajo su descubrimiento” (Barret et al., T.VI: 329-332).Y en efecto, <strong>el</strong> flujo de metales preciosos y otras riquezas habíafacilitado a España cerca de dos siglos de hegemonía, y a otrospaíses la acumulación de bienes que permitió <strong>el</strong> fortalecimientod<strong>el</strong> capitalismo. El interés de la economía d<strong>el</strong> mundo exig<strong>el</strong>a emancipación americana, pero <strong>el</strong> camino hacia <strong>el</strong>la no seráfácil ni inmediato.Un comercio precario y exacciones violentas en pueblosremotos, enemigos y poderososCae la Segunda República, y Bolívar se ve reducido a la condiciónde exiliado. Su interés en la ruptura d<strong>el</strong> monopolio d<strong>el</strong> comercioy en la apertura de las r<strong>el</strong>aciones con <strong>el</strong> resto d<strong>el</strong> mundoes tan constante, que, <strong>el</strong> 16 de septiembre de 1815, escribe desde<strong>el</strong> destierro en la “Carta de Jamaica” que “Europa haría unbien a España en disuadirla de su obstinada temeridad, porquea lo menos le ahorrará los gastos que expende, y la sangre quederrama; a fin de que fijando su atención en sus propios recintos,fundase su prosperidad y poder sobre bases más sólidas qu<strong>el</strong>as de inciertas conquistas, un comercio precario y exaccionesviolentas en pueblos remotos, enemigos y poderosos. Europamisma por miras de sana política debería haber preparado yejecutado <strong>el</strong> proyecto de la independencia americana, no sóloporque <strong>el</strong> equilibrio d<strong>el</strong> mundo así lo exige, sino porque éstees <strong>el</strong> medio legítimo y seguro de adquirirse establecimientosultramarinos de comercio. Europa que no se halla agitada porlas violentas pasiones de la venganza, ambición y codicia, como


España, parece que estaba autorizada por todas las leyes de laequidad a ilustrarla sobre sus bien entendidos intereses” (“Cartade Jamaica”, Kingston, 6 de septiembre de 1815).Y poco después, desde Puerto Príncipe, <strong>el</strong> 11 de noviembrede 1815, dirige comunicación a Pedro Gual, quien está en Filad<strong>el</strong>fiapromoviendo los intereses republicanos, manifestándoleque: “Las r<strong>el</strong>aciones mercantiles entre Venezu<strong>el</strong>a y los EstadosUnidos serán ventajosas a ambas partes: armas, municiones,vestidos y aun buques de guerra, son artículos que tendrá en laprimera una segura y preferible venta, bastante lucrativa paralos que emprenden negociaciones de esta clase en la segunda.Los puertos de Cumaná, Margarita y Barc<strong>el</strong>ona ocupados pornosotros, ofrecen ya puntos seguros donde dirigirse, que nos facilitanla ocupación de los de Caracas y su provincia. El comerciofrecuente entre los americanos d<strong>el</strong> Norte y la protección que<strong>el</strong> gobierno concederá a los extranjeros honrados que quieranestablecerse entre nosotros, reparará nuestra despoblación ynos dará ciudadanos virtuosos. Sírvase Ud. difundir estas ideasentre los extranjeros de probidad, haciéndoles ver las ventajasque les esperan” (Lecuna, 1947, T.I: 219).Obsérvese que Bolívar establece una r<strong>el</strong>ación entre <strong>el</strong> incrementod<strong>el</strong> intercambio y <strong>el</strong> de la inmigración. Todavía sobrevendránduros desengaños. El mismo año <strong>el</strong> presidente de EstadosUnidos James Madison prohíbe la venta de armamentos ypertrechos militares a los republicanos, y la política comercialestadounidense se orienta hacia <strong>el</strong> contrabando de armas a favorde los españoles, tolerado cuando no ayudado por las autoridadesestadounidenses, política que llevará a una importanteconfrontación cuando las fuerzas patriotas confiscan en 1818las goletas Tigre y Libertad, que intentaban pasar armamentosa los realistas en Guayana.Gracias al apoyo d<strong>el</strong> presidente de Haití, Alexandre Petión,Bolívar invade Tierra Firme. A medida que obtienen triunfoslas fuerzas republicanas y aseguran puertos y salidas al mar d<strong>el</strong>os ríos, se abren los intercambios comerciales. La potencia queespera con los brazos abiertos esta oportunidad es Inglaterra.Y así, poco después de la batalla de las Bocas d<strong>el</strong> Orinoco, que


garantiza a los patriotas <strong>el</strong> control de la gran arteria fluvial y desu desembocadura, Bolívar abre la navegación por <strong>el</strong>las a todaslas naciones, con excepción de España.Se mantendrán por ahora <strong>el</strong> mismo orden,y los mismos derechosComo hemos visto, en la Constitución de 1811 la libertadde comercio no es libertinaje que excluya toda regla, restricciónni percepción de tributos por parte d<strong>el</strong> Estado. Tampocolo es en la ordenación hacendística que <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> imponeen Guayana. El 27 de agosto de 1817 promulga decreto en <strong>el</strong>cual levanta <strong>el</strong> bloqueo patriota a Guayana. En virtud de <strong>el</strong>lo,“Consiguiente a esta declaración serán bien admitidos y tratadosen todos los puertos d<strong>el</strong> Orinoco, sus caños y vertientes,los buques de todas las naciones, cualesquiera que sean los frutos,géneros y mercancías que conduzcan, siendo en ad<strong>el</strong>antepermitida toda importación; pero advirtiendo para int<strong>el</strong>igenciad<strong>el</strong> comercio extranjero que aunque está en los principioseminentemente liberales de que la República hace profesión,quitar todas las trabas, abolir todos los monopolios d<strong>el</strong> anteriorgobierno, reducir a una justa proporción los enormesderechos de entrada y salida, y facilitar por todos los mediosposibles las r<strong>el</strong>aciones d<strong>el</strong> género humano, se mantendrán porahora <strong>el</strong> mismo orden, y los mismos derechos que hallamosestablecidos” (Barret et al., 1961, T.X: 358-359). Se aplica así<strong>el</strong> sabio principio que por lo regular acepta todo nuevo poder,de mantener vigente <strong>el</strong> orden jurídico anterior mientras unanueva norma no lo derogue. Si bien se considera “reducir auna justa proporción los enormes derechos de entrada y desalida”, tales tributos sólo serán rebajados luego d<strong>el</strong> necesarioestudio y ponderación. La libertad de comercio, para Bolívar,no excluye un razonable grado de protección y de fomento d<strong>el</strong>as actividades económicas, ni <strong>el</strong> derecho soberano de percibircontribuciones causadas por <strong>el</strong>las.


La comunicación libre y segura con los países extranjerosabierta y expedita para siempreAsí, <strong>el</strong> 3 de septiembre de 1817 cursa Bolívar una invitacióndirecta a sir Ralph Woodford, para ese entonces gobernador deTrinidad: “Tengo <strong>el</strong> honor de anunciar a V.E. la completa libertadde la provincia de Guayana rendida a nuestras armas desde<strong>el</strong> 3 d<strong>el</strong> mes pasado. Quedando ahora abolido como queda <strong>el</strong>bloqueo d<strong>el</strong> Orinoco, su comercio está expedito para la naciónbritánica, y yo me apresuro a ponerlo en conocimiento de V.E.a fin de que se sirva comunicarlo a los súbditos de S. M. B. quequieran frecuentar nuestros puertos” (Lecuna, 1947, T.I: 261).Y ya <strong>el</strong> 16 de septiembre de 1817 Bolívar escribe a José AntonioPáez desde Angostura, quizá exagerando con fines propagandísticos,que: “Después de la ocupación de las Guayanasvieja y nueva, nuestros negocios han tomado un aspecto aúnmás favorable. La posesión de esta importante provincia, nosha dado una gran reputación, y ha aumentado extraordinariamentenuestra opinión entre los extranjeros, principalmenteentre los ingleses, señores de las islas vecinas a este continente.Apenas han sabido estos <strong>el</strong> triunfo de nuestras armas, cuando sehan presentado con sus buques cargados de mercancías y efectosde todas clases. Varios negociantes de la misma nación hanvenido a c<strong>el</strong>ebrar con <strong>el</strong> gobierno contratas de fusiles, pólvora,plomo, vestuarios y toda especie de artículos de guerra, a cambiode las producciones de nuestro país, y ya se han c<strong>el</strong>ebradoalgunas. Así es que estamos seguros de tener de sobra cuantos<strong>el</strong>ementos necesitamos, y de ser favorecidos poderosamentepor sus más ricos negociantes, que son siempre los medios deque se vale <strong>el</strong> gobierno inglés para dispensar ocultamente suprotección cuando aún no es tiempo de darla públicamente.Los que han venido a tratar conmigo me han dado mil lisonjerasesperanzas, y me han hecho ofertas considerables. La facilidad,pues, de la conducción de las colonias a esta ciudad por <strong>el</strong>río, de cuanto necesitemos, aseguran nuestros sucesos futurosy nos hacen ver como cierta la absoluta independencia de Venezu<strong>el</strong>a”(Barnola et al., 1964, T.XI: 6-9).


Poco después, en carta de 31 de octubre de 1817, dirigidadesde Angostura a Luis López Méndez, resume los efectos d<strong>el</strong>a campaña de Guayana: “Ocho meses de asedio, señaladospor otros tantos triunfos, nos han dado la posesión tranquilade toda la provincia y d<strong>el</strong> gran Orinoco, su primera y más poderosadefensa. Las ventajas que hemos reportado son incalculablespor su número y por su importancia. La comunicaciónlibre y segura con los países extranjeros abierta y expedita parasiempre; la línea de comunicación y contrata con los diversoscuerpos de ejército que obran sobre <strong>el</strong> Apure y Calabozo establecidasin interrupción ni dificultades; la puerta de la NuevaGranada franqueada a nuestras armas y al comercio por <strong>el</strong>caudaloso río Meta; un refugio y asilo que nos pone, por decirloasí, al abrigo contra los golpes de la suerte constituyéndonosfuera d<strong>el</strong> alcance de nuestros enemigos; la facilidad, en fin, denuestras r<strong>el</strong>aciones con las naciones extranjeras nuestras vecinas,son f<strong>el</strong>ices resultados de la campaña de Guayana, cuyossaludables efectos siente ya la República en toda su extensión”(Barnola et al., 1964, T.XI: 334-337). Pero enfatiza en la mismamisiva la urgencia y la necesidad de recabar <strong>el</strong> apoyo inglés, enlos términos siguientes: “La sola sombra de temor que viene aturbar alguna vez, <strong>el</strong> aspecto brillante de nuestra situación, resultade la indecisión de las naciones europeas, o mejor diré, suindiferencia por la causa que con más justicia debería llamarsed<strong>el</strong> mundo que de la América. Yo sé que la España no cesa entrabajar por inclinar algunas otras potencias en su favor. Si nosotrosdespreciamos la ventaja que nos ofrece <strong>el</strong> interés de laGran Bretaña en sostenernos, y los principios inalterables de suconducta siempre justa, siempre magnánima para proteger aldébil y al inocente, nuestros esfuerzos quedarán circunscritosa la efímera gloria de combatir constantemente y de probar a latiranía, que antes que vencer, es más fácil borrar d<strong>el</strong> número d<strong>el</strong>os pueblos al que juró ser libre. Yo espero que Ud. no solamentemoverá todos los resortes que puedan producir la decisión d<strong>el</strong>a Gran Bretaña en nuestro favor, sino que empleará la fuerzade su ingenio y política en impedir cualquiera resolución contraria,comunicándome frecuentemente <strong>el</strong> estado de nuestros


negocios en esa corte y cuantas noticias conduzcan a ilustrarmesobre la conducta que debamos abrazar y seguir en nuestrasr<strong>el</strong>aciones” (Barnola et al., 1964, T.XI: 334-337).Enviando a todos los recintos de la tierra los tesorosque abrigan sus montañas de plata y de oroLa toma de Guayana es así <strong>el</strong> primer p<strong>el</strong>daño para la liberaciónde la Nueva Granada y la campaña d<strong>el</strong> Sur, que abrirá <strong>el</strong>camino hacia Quito y <strong>el</strong> Perú. En <strong>el</strong> “Discurso de Angostura”,avizora <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> que la unión de Venezu<strong>el</strong>a y la NuevaGranada, con <strong>el</strong> consiguiente dominio sobre <strong>el</strong> istmo de Panamá,constituirá una poderosa nación, que controlará la comunicaciónentre ambos océanos y los más ricos e indispensablesintercambios entre ambos mundos:La reunión de Nueva Granada y Venezu<strong>el</strong>a en ungrande Estado ha sido <strong>el</strong> voto uniforme de los pueblos ygobiernos de estas Repúblicas. La suerte de la guerra haverificado este enlace tan anh<strong>el</strong>ado por todos los colombianos;de hecho estamos incorporados. Estos puebloshermanos ya os han confiado sus intereses, sus derechos,sus destinos. Al contemplar la reunión de esta inmensacomarca, mi alma se remonta a la eminencia que exige laperspectiva colosal, que ofrece un cuadro tan asombroso.Volando por entre las próximas edades, mi imaginaciónse fija en los siglos futuros, y observando desde allá,con admiración y pasmo, la prosperidad, <strong>el</strong> esplendor, lavida que ha recibido esta vasta región, me siento arrebatadoy me parece que ya la veo en <strong>el</strong> corazón d<strong>el</strong> universo,extendiéndose sobre sus dilatadas costas, entre esosocéanos, que la naturaleza había separado, y que nuestrapatria reúne con prolongados y anchurosos canales. Ya laveo servir de lazo, de centro, de emporio a la familia humana;ya la veo enviando a todos los recintos de la tierralos tesoros que abrigan sus montañas de plata y de oro;ya la veo distribuyendo por sus divinas plantas la saludy la vida a los hombres dolientes d<strong>el</strong> antiguo universo;


ya la veo comunicando sus preciosos secretos a los sabiosque ignoran cuan superior es la suma de las luces, a lasuma de las riquezas, que le ha prodigado la naturaleza.Ya la veo sentada sobre <strong>el</strong> trono de la libertad, empuñando<strong>el</strong> cetro de la justicia, coronada por la gloria, mostraral mundo antiguo la majestad d<strong>el</strong> mundo moderno (“Discursode Angostura”. Correo d<strong>el</strong> Orinoco, 19 de febreroal 13 de marzo 1819).Son magníficas perspectivas de intercambio. Falta determinarlas reglas de éste, las condiciones en las cuales <strong>el</strong> mundomoderno podrá mostrar su majestad al antiguo.Limitaciones a la exportación y <strong>el</strong> tráficoLa venta a extranjeros o a comerciantes sólo podráhacerse por <strong>el</strong> gobiernoFi<strong>el</strong> a la idea que ha adquirido tanto por sus lecturas como porla experiencia directa de que una absoluta libertad de comerciopuede producir efectos indeseables, <strong>el</strong> 17 de diciembre de1817 Bolívar desde <strong>el</strong> Cuart<strong>el</strong> General de Angostura promulgaun decreto donde limita la libertad de comercio, permitiendo laexportación libre de vacunos y restringiendo la de mulas. En talsentido, dispone: “Considerando que la libertad d<strong>el</strong> comerciode ganado mular y la exclusiva concedida a favor d<strong>el</strong> Estadorespecto d<strong>el</strong> vacuno, lejos de producir los bienes que eran deesperar trae graves perjuicios a la causa pública y a los interesesprivados de los propietarios de la última especie, he venido endecretar y decreto lo siguiente: Artículo 1° La venta y extracciónd<strong>el</strong> ganado vacuno es libre y pueden hacerla los propietarios olegítimos compradores por cualquiera de los puertos libres d<strong>el</strong>a República. Artículo 2º Se establece <strong>el</strong> derecho de ocho pesosa beneficio d<strong>el</strong> erario nacional por cada cabeza de ganado vacunoque se extraiga (...). Artículo 3º La venta de ganado mulardentro d<strong>el</strong> territorio de la República, para no salir de él, es libre,pero la venta a extranjeros o a comerciantes sólo podrá hacerse


por <strong>el</strong> gobierno a beneficio d<strong>el</strong> Estado, en cuyo solo caso podráextraerse” (Barnola et al., 1964, T.XII: 260-261). La medidaobedece en parte a que las mulas son semovientes indispensablespara la guerra por su resistencia y su capacidad de soportarcargas; corresponde entonces a la República un monopolio d<strong>el</strong>a venta de dicha especie dedicada a la exportación, tanto pararestringirla en caso necesario, como para obtener una compensaciónpecuniaria. No es imposible que Bolívar haya leídolos argumentos con los cuales Voltaire justifica las limitacionespara la exportación de cereales impuestas por <strong>el</strong> ministro Colbertdurante <strong>el</strong> reino de Luis XIV.En todo caso, mientras Bolívar ejerce autoridad menudeanlas medidas proteccionistas, al extremo de que <strong>el</strong> cónsul de EstadosUnidos en La Guaira, J.G.A. Williamson, <strong>el</strong> 29 de abril de1830 se quejaba:Los intereses comerciales de los Estados Unidos hansufrido mucho en Venezu<strong>el</strong>a con <strong>el</strong> último aranc<strong>el</strong>… puesllega a ser prohibitivo para muchos artículos procedentesde los Estados Unidos. La harina de trigo paga nada menosque $8 por barril. Al formarse <strong>el</strong> nuevo gobierno nodudo que <strong>el</strong> aranc<strong>el</strong> sobre la harina sea rectificado (Pividal,1979: 183).El cónsul desembozadamente pone sus esperanzas en unnuevo gobierno sin influencia d<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>: y en efecto <strong>el</strong> prócerhabía renunciado a todos sus poderes ante <strong>el</strong> Congreso deColombia a principios de ese año, y avanzaba ac<strong>el</strong>eradament<strong>el</strong>a conspiración para separar a Venezu<strong>el</strong>a de la Gran Colombia.Libertad de comercio y contrabandode armasA los siete años de vida, la edad de la razón, se verá enfrentadala República con <strong>el</strong> impostergable problema de los límites de lalibertad de comercio. Clases y naciones dominantes intentanimponerla como dogma que todo lo justifica y está por encimade todo. Estados Unidos adopta una ambigua política de


neutralidad, en virtud de la cual prohíbe <strong>el</strong> envío de suministrosy pertrechos a la República, mientras de hecho tolera, favorecey protege <strong>el</strong> contrabando de armas a favor de los realistas.Procure que se habiliten ahí algunos corsariosEl problema surge con ocasión d<strong>el</strong> empleo por la Repúblicade uno de los medios legítimos de la guerra de la época: loscorsarios. Su uso fue casi universal. Mediante <strong>el</strong>los forjó Isab<strong>el</strong> I<strong>el</strong> poderío naval de Inglaterra; Jean Baptiste Colbert recurrió a<strong>el</strong>los para apoyar las acciones de la Royale; como hemos visto,durante casi un siglo la Corona española entregó <strong>el</strong> monopoliod<strong>el</strong> comercio y d<strong>el</strong> corso en Venezu<strong>el</strong>a a la Compañía Guipuzcoana.Al carecer de una marina fuerte u organizada, entre losrecursos para incrementar los bienes nacionales o por lo menosdestruir los d<strong>el</strong> adversario, tiene la República que recurrir alcorso.Así, <strong>el</strong> 6 de noviembre de 1815, desde Puerto Príncipe Bolívarinstruye al almirante Luis Brión: “Procure que se habilitenahí algunos corsarios para que hagan bulto en nuestra pequeñaexpedición, pues ahora necesitamos espantar a los españolescuyo objeto será impedirnos entrar en los puertos, que probablementeprocurarán bloquear” (Lecuna, 1947, T.I: 217).Ofrezca Ud. patentes de corso a los buques que quieranseguir nuestra expediciónY una semana más tarde, <strong>el</strong> 11 de noviembre, le reitera:“Ofrezca Ud. patentes de corso a los buques que quieran seguirnuestra expedición. Esta vez la corbeta no nos molestará más;pero reserve Ud. la especie como todo lo que debe ser reservado,pero debemos temer los buques de guerra franceses porrazones particulares que tengo, aunque quizás no nos haránnada” (Lecuna, 1947, T.I: 218-219).La actuación de los corsarios a favor de la independenciaserá sumamente desigual. En algunos casos cumplirán sus deberescon toda fid<strong>el</strong>idad ateniéndose a la patente, como lo hará


Joly. Otros, como Bianchi, desertarán en <strong>el</strong> momento de p<strong>el</strong>igroe intentarán incluso llevarse <strong>el</strong> tesoro acarreado hasta Cumaná.Para la campaña de Guayana se emplean tanto naves regularespropiamente militares como corsarios. Las fuerzas navalesindependentistas abordan dos goletas estadounidenses, Tigre yLibertad, y las decomisan con su cargamento de efectos militaresdestinados a las fuerzas de la Corona. El agente de EstadosUnidos míster Bautista Irvine presenta <strong>el</strong> 25 de julio de 1818una nota en la cual exige la devolución de las naves y de sucargamento, más una indemnización. El 6 de agosto d<strong>el</strong> mismoaño Bolívar le contesta desde Angostura en extensa misiva queconstituye una lección de Derecho Internacional, en la cualanaliza primero los hechos, y luego los principios d<strong>el</strong> derecho.Nadie puede disputar al Gobierno de Venezu<strong>el</strong>a <strong>el</strong> derechode declarar en estado de bloqueo un puerto o puertosExpone <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> que “La Tigre salió d<strong>el</strong> Orinoco a cumpliruna contrata c<strong>el</strong>ebrada entre <strong>el</strong> gobernador español de estaprovincia, coron<strong>el</strong> Fitzgerald y Mr. Lamson, en que se obligabaéste a retornar en armas y municiones <strong>el</strong> cargamento de tabacoque le dio aquél. (…) Los hechos con respecto a la Libertad nopermiten ningún género de discusión. Ella salió de Martinicaen <strong>el</strong> mes de junio con municiones de boca para esta plaza yestando ya dentro d<strong>el</strong> río encontró con los buques nuestros qu<strong>el</strong>a bloqueaban. Por <strong>el</strong> comandante de estos supo que no debíaseguir; se le mandó regresar y se le auxilió con un práctico. Despuésde una conducta tan liberal por nuestra parte, la Libertadfue encontrada de nuevo remontando <strong>el</strong> río en contravenciónd<strong>el</strong> bloqueo ya notificado. Pruebas que constan de la declaraciónde su capitán Guillermo Hill y de las deposiciones d<strong>el</strong>señor Almirante y comandante Díaz. De los hechos expuestosnacen dos argumentos contra la Tigre. El uno es haber violado<strong>el</strong> bloqueo y sitio de Guayana, entrando y saliendo de puertobloqueado y sitiado efectivamente, y <strong>el</strong> otro haber violadola neutralidad introduciendo armas y municiones a nuestrosenemigos. Nadie puede disputar al Gobierno de Venezu<strong>el</strong>a <strong>el</strong>


derecho de declarar en estado de bloqueo un puerto o puertos,poseídos por <strong>el</strong> enemigo. Sus fuerzas marítimas son capaces dehacer efectiva semejante declaratoria, y lo han manifestado deun modo positivo en <strong>el</strong> bloqueo d<strong>el</strong> Orinoco. La publicación d<strong>el</strong>decreto de bloqueo en los Estados Unidos doce días antes deque saliese la Tigre responden a todas las excepciones alegadas”(Lecuna, 1947, Vol.I: 315-316).La prestación de auxilios militares a una potenciab<strong>el</strong>igerante es una declaratoria implícita contra su enemigaConsiderados los hechos, concluye Bolívar “Que la prestaciónde auxilios militares a una potencia b<strong>el</strong>igerante es unadeclaratoria implícita contra su enemiga, es un principio incontrovertibley que está confirmado por la conducta de losmismos Estados Unidos, donde no se permite que se hagan armamentosde ninguna especie por los independientes contralos países españoles, donde han sido detenidos y aprisionadosalgunos oficiales ingleses que venían para Venezu<strong>el</strong>a, y dondese ha impedido la extracción de las armas y municiones quepodrían venir para <strong>el</strong> gobierno de Venezu<strong>el</strong>a”. Tras presentarestos argumentos, añade <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> que “Si las nacionesneutrales hubieran obligado a nuestros enemigos a respetar estrictamente<strong>el</strong> derecho público, y de gentes, nuestras ventajashabrían sido infinitas, y menos tendríamos que quejarnos d<strong>el</strong>os neutros. Pero ha sucedido lo contrario en todo <strong>el</strong> curso de lapresente guerra. La España ha extendido <strong>el</strong> derecho de bloqueomucho más allá que la Nación Británica: ha hecho confiscarcuantos buques neutrales han podido apresar sus corsarios porcualquier causa o pretexto.(…) Pretender, pues, que las leyessean aplicables a nosotros, y que pertenezcan a nuestros enemigoslas prácticas abusivas, no es ciertamente justo, ni es lapretensión de un verdadero neutral, es, sí, condenarnos a lasmás destructivas desventajas” (Lecuna, 1947, T.I: 315-320).Están planteadas en esta reclamación, por tanto, las cuestionesfundamentales que luego se esgrimirán en las controversiassobre la libertad de intercambio. Tras toda proclamación de


libre comercio se esconde una política proteccionista. EstadosUnidos permite, e incluso protege, según consta en la reclamaciónde Irvine, <strong>el</strong> envío de <strong>el</strong>ementos bélicos a las fuerzas realistas,porque <strong>el</strong>lo le representa ventajas para sus manufactureros.Al mismo tiempo, bajo los estandartes de la neutralidad, castigala misma conducta en los independentistas.Las rigurosas leyes promulgadas con <strong>el</strong> objeto de impedirtoda especie de auxilios que pudiéramos procurarnos allíNo acaba aquí <strong>el</strong> incidente. Irvine contesta en nota de 17 deagosto de 1818, que “comerciantes neutros, no deben abandonarsu profesión por hacerse partidarios políticos”. Ante estaextraña neutralidad, que consiste en suministrar armamentospara aniquilar a un tercero contra <strong>el</strong> cual no hay estado de guerra,tres días después ya le contesta Bolívar con argumentosirrefutables: “Sin sostener lo contrario, puedo observar que noencuentro la necesidad de que un neutro abrace este o aqu<strong>el</strong>partido si no quiere abandonar su profesión, ni concibo quepueda hacerse aplicación de este principio a los puertos bloqueadossin destruir los derechos de las naciones b<strong>el</strong>igerantes.(…) La imparcialidad que es la gran base de la neutralidad desapareceen <strong>el</strong> acto en que se socorre a una parte contra la voluntadbien expresada de la otra, que se opone justamente yque además no exije ser <strong>el</strong>la socorrida”. De seguidas destruye<strong>el</strong> argumento de la supuesta neutralidad estadounidense, y lapretensión de ampararla bajo la libertad de comercio: “Hablode la conducta de los Estados Unidos d<strong>el</strong> Norte con respecto alos independientes d<strong>el</strong> Sur, y de las rigurosas leyes promulgadascon <strong>el</strong> objeto de impedir toda especie de auxilios que pudiéramosprocurarnos allí. Contra la lenidad de las leyes americanasse ha visto imponer una pena de diez años de prisión ydiez mil pesos de multa, que equivale a la de muerte, contra losvirtuosos ciudadanos que quisiesen proteger nuestra causa, lacausa de la justicia, y de la libertad, la causa de la América. (...)¿No es declararse contra los independientes negarles lo que <strong>el</strong>derecho de neutralidad les permite exigir? La prohibición no


debe entenderse sino directamente contra nosotros que éramoslos únicos que necesitábamos protección. Los españolestenían cuanto necesitaban o podían proveerse en otras partes.Nosotros solos estábamos obligados a ocurrir al Norte así porser nuestros vecinos y hermanos, como porque nos faltaban losmedios y r<strong>el</strong>aciones para dirigirnos a otras potencias. Mr. Corbettha demostrado plenamente en su semanario la parcialidadde los Estados Unidos a favor de la España en nuestra contienda.Negar a una parte los <strong>el</strong>ementos que no tiene y sin los cualesno puede sostener su pretensión cuando la contraria abunda de<strong>el</strong>los es lo mismo que condenarla a que se someta, y en nuestraguerra con España es destinarnos al suplicio, mandarnos exterminar.El resultado de la prohibición de extraer armas y municionescalifica más claramente esta parcialidad. Los españolesque no las necesitaban las han adquirido fácilmente al paso qu<strong>el</strong>as que venían para Venezu<strong>el</strong>a se han detenido” (Lecuna, 1947,Vol.I: 328-330).Si los Estados Unidos no tienen comunicación directacon nosotros, si no nos reconocen, ni nos tratanTodavía insiste Irvine en sus reclamos, y <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> le respondecon mayor prontitud <strong>el</strong> 24 de agosto de 1818 en espaciosay razonada carta, donde examina con detenimiento lasinstituciones d<strong>el</strong> Derecho Internacional de la época. En primerlugar, destruye <strong>el</strong> argumento de la supuesta ignorancia de laLey, <strong>el</strong> cual en ninguna legislación positiva excusa de su cumplimiento;“Si los interesados alegan ignorancia d<strong>el</strong> bloqueo, yoconservo y presentaré a V.S. la Gaceta de Norfolk de 6 de marzo.Además puedo presentar <strong>el</strong> testimonio de los almirantes ygobernadores de las Antillas. Si los Estados Unidos no tienencomunicación directa con nosotros, si no nos reconocen, ninos tratan, ¿de qué modo les haremos entender nuestros decretos?Los medios indirectos, que son los que nos quedan, sehan empleado, y como prueba puedo citar la gaceta indicada”.A continuación, desmonta de nuevo los alegatos de supuestaneutralidad: “Los hechos citados en mi oficio d<strong>el</strong> 6, las palabras


de la acta d<strong>el</strong> Congreso de 3 de marzo d<strong>el</strong> año próximo pasado,y los resultados o efectos de aqu<strong>el</strong>la prohibición, que han sidotodos contra los independientes, manifiesta, o que <strong>el</strong> gobiernode los Estados Unidos ha guardado con los españoles consideracionesque no han obrado en nuestro favor, o que no nosha creído con derecho para comerciar, como neutros, armasy municiones, cuando ha prohibido su extracción”. Continúaalegando Bolívar que la República, acogiéndose al principio demantener en vigencia las leyes de la Colonia mientras no seanderogadas por otras nuevas, ha aplicado <strong>el</strong> artículo 33 de lasOrdenanzas de Corso españolas, según <strong>el</strong> cual “Serán siemprebuena presa todos los géneros prohibidos y de contrabando quese transportaren para <strong>el</strong> servicio de enemigos en cualesquieraembarcaciones que se encuentren” y luego continúa: “Tambiénse consideran como géneros prohibidos y de contrabando todoslos comestibles de cualquier especie que sean en caso deir destinados para plaza enemiga bloqueada por mar o tierra;pero no estándolo se dejarán conducir libremente a su destino,siempre que los enemigos de mi corona observen por su part<strong>el</strong>a misma conducta”. Justifica <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> la aplicación de lasleyes ibéricas argumentando que “Venezu<strong>el</strong>a, que hasta ahorano ha podido ocuparse sino de combatir, se ha visto forzada acontinuar las leyes y prácticas que habían regido durante <strong>el</strong>duro yugo de la España, en cuanto no han sido contrarias asu sistema de libertad e independencia. Si esta ley es injusta,si es contra los derechos de la neutralidad, la nación españolaque la ha promulgado y cumplido desde <strong>el</strong> siglo pasado, debeser la responsable y no Venezu<strong>el</strong>a, que sin deshacerse de losmonstruos que la despedazan y devoran, no puede aplicarse amejorar las instituciones que deben ser la consecuencia y nolas premisas de su reconocimiento e inscripción en <strong>el</strong> registrode las naciones libres e independientes”. Y en fin, cierra Bolívarlas extensas argumentaciones precisando que “La cuestióndebe quedar reducida a este pequeño círculo: si los puertos d<strong>el</strong>Orinoco estaban bloqueados o sitiados en <strong>el</strong> mes de abril cuandoentró en esta plaza la Tigre: si continuaban sin interrupción<strong>el</strong> bloqueo y <strong>el</strong> sitio en <strong>el</strong> mes de julio cuando fueron apresadas


ésta saliendo y la Libertad entrando. Demostrado <strong>el</strong> sitio y <strong>el</strong>bloqueo, o uno de los dos en aqu<strong>el</strong>las fechas, será preciso confesarla infracción de los dos buques encontrados en <strong>el</strong> teatro denuestra lucha, y la ley que los condena se aplicará fácilmente”(Lecuna, 1947, T.I: 330-336).La actitud de los capitanes de las goletas contrabandistas dearmas y la d<strong>el</strong> agente Irvine anticipan las pretensiones de losestadounidenses en sus tratos con <strong>el</strong> resto de América: aspiranprimero al derecho de intervención; cumplido éste, a la inmunidadlegal por sus actos, y finalmente aspirarán a la inmunidadtributaria, siempre bajo la coartada de una falsa reciprocidad.Si <strong>el</strong>los abusan impunemente de los buques neutrosen nuestro dañoTodavía reitera sus reclamos Irvine, y una vez más le contestaBolívar desde Angostura <strong>el</strong> 6 de septiembre de 1818, añadiendoa los anteriores alegatos esta vez <strong>el</strong> derecho de retaliación: “En<strong>el</strong> año de 1814 hemos apresado buques neutrales que estabanempleados en transportar tropas enemigas contra nosotros conla bandera inglesa. En la causa, que se les siguió, no alegaronlos capitanes otro pretexto que <strong>el</strong> de haber sido comp<strong>el</strong>idos a<strong>el</strong>lo por los españoles, que fueron sin embargo bien servidos yno se ha visto que ninguna nación haya reclamado contra estainfracción. Si <strong>el</strong>los abusan impunemente de los buques neutrosen nuestro daño ¿por qué derecho estamos nosotros obligadosa respetarlos más? ¿Y no parece al contrario que nuestro estadode insurrección hace más excusable nuestras faltas? (…)Mientras V.S. no me persuada que <strong>el</strong> derecho de retaliación esinjusto, creeré que este sólo argumento (prescindiendo d<strong>el</strong> bloqueomarítimo) es suficiente para calificar la justicia con queprocedimos en las condenas de las goletas Tigre y Libertad”(Lecuna, 1947, T.I: 337-339).Se cierra en definitiva <strong>el</strong> incidente con la negativa d<strong>el</strong>gobierno venezolano a reintegrar naves y pertrechos a los estadounidenses.En <strong>el</strong> breve cruce de comunicaciones, aunquereferidos a un tráfico de armamentos, está presente toda la


agenda de la libertad de comercio: pretensión por las grandespotencias d<strong>el</strong> derecho irrestricto de traficar incluso conmercancías perjudiciales o inconvenientes para los paísesreceptores; pretensión de inmunidad para las normas de lospaíses intervenidos; pretensión de que las controversias sobr<strong>el</strong>os intereses de los nacionales de las grandes potencias poractos en un tercer país no sean decididos por las autoridadeslocales sino por las de los países de origen; pretensión deindemnización y de canc<strong>el</strong>ación de los beneficios esperadospor los contraventores.La respuesta de Bolívar es categórica, y se podría resumiren cuatro postulaciones: 1) Derecho de nuestros países a establecerlas normas que rigen <strong>el</strong> tráfico de mercancías según laconveniencia o inconveniencia de la introducción de éstas; 2)Derecho a aplicarlas incluso contra agentes o súbditos de paísesextranjeros; 3) Derecho de resolver las controversias sobre lamateria con nuestra propia jurisdicción; 4) Derecho de aplicarlas sanciones pertinentes en ejercicio de la soberanía y sin respondera ninguna potencia extranjera.Con enjundiosos argumentos jurídicos dejó sentado <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>que no se puede ceder ninguna de dichas competencias,pues son atributos no enajenables de la soberanía. La muerteevitó a Bolívar la vergüenza de ver a los jueces d<strong>el</strong> país que libertóconsagrando la inmunidad tributaria de los extranjeros y<strong>el</strong> derecho de éstos de resolver en juzgados o juntas arbitralesforáneas materias que afectan en forma directa y vital <strong>el</strong> interéspúblico de Venezu<strong>el</strong>a.Cien cajas con mil fusilesA pesar de esta categórica defensa de nuestra soberanía,durante mucho tiempo siguió Estados Unidos propiciando quesus mercaderes prestaran auxilios suministrándoles armas y pertrechosa las fuerzas de la Corona española. Cerrados los puertosde Guayana, los traficantes de armas se dirigen hacia Cartagena,haciendo escala en Cuba. Y así, entre numerosos textos de la mismaíndole comprendidos en los Documentos para la Historia


de Venezu<strong>el</strong>a existentes en <strong>el</strong> Archivo General de Cuba, figura<strong>el</strong> siguiente recibo, expedido en Cartagena <strong>el</strong> 21 de diciembrede 1819, más de un año después de la confrontación diplomáticacon Estados Unidos a través de Irvine:El Cuerpo de Artillería = Departamt° de Cartag° de Ynds.= Ha entregado en estos Rs. Almacenes, Mr. Thomas KennedyCapitan de la goleta Americana Robert Oliver losEfectos que acontinuacion se expresan remitidos por <strong>el</strong>Sr. Yntendte d<strong>el</strong>a Ysla de Cuba al Exmo Sr. Virrey de esteReyno, de cuya orden doy este recibo. = Quinientos cuñetesde Polvora de á una arroba = Trescientos Sables en seisCaxas = Cien cajas con mil Fuciles = Cartag° y Diciembre21. de 1819 = El oficl. 2° encargado Franc° Ant° Hernandez= V°B° Coron<strong>el</strong> Director, y Comandte. Ant° PardoRiva de Neyra. = Es copia. = Sámano. (Franco, 1960: 139).Cuñetes de pólvora, sables, más fusiles y víveres que constanen infinidad de otros documentos por <strong>el</strong> estilo, no sonmercancías para uso pacífico que puedan ser traficadas ennombre de la libertad de comercio. Todavía cuatro años despuésde reconocida la independencia de Colombia por EstadosUnidos, continúan sus mercaderes contrabandeando armasa favor de las fuerzas de la Corona. Con toda razón, <strong>el</strong> 13 dejunio de 1823 escribe Bolívar desde <strong>el</strong> Magdalena a Franciscode Paula Santander: “Y así, yo recomiendo a usted que haga tenerla mayor vigilancia sobre estos americanos que frecuentanlas costas: son capaces de vender a Colombia por un real…”(Pividal, 1979: 143).Destinados por la providencia para plagar la Américade miseria a nombre de la libertadSeis años más tarde, <strong>el</strong> aprovechado naviero estadounidenseJohn. B. Elbers obtiene d<strong>el</strong> olvidadizo Consejo de Ministros deBogotá <strong>el</strong> monopolio por 21 años de la navegación d<strong>el</strong> Magdalena,la principal arteria fluvial d<strong>el</strong> transporte y <strong>el</strong> comercio deColombia. Bolívar, que se encontraba en Guayaquil fundandola primera Escu<strong>el</strong>a Náutica de la Gran Colombia, al enterarse


evocó en forma terminante la concesión, y al efecto escribiódesde Quito a Estanislao Vergara <strong>el</strong> 19 de mayo de 1829: “Heobrado y obraré siempre con la mayor dignidad: y más aún conlos americanos” (Pividal, 1979: 143). Nótese <strong>el</strong> empleo de lacursiva o <strong>el</strong> subrayado al referirse a los americanos, con <strong>el</strong> cualparece que quisiera r<strong>el</strong>ativizar su condición de tales.Esta actitud de dignidad y precaución la mantendrá hasta <strong>el</strong>fin de su vida. Y así, <strong>el</strong> 5 de agosto de 1829, desde Guayaquilescribe lapidariamente al inglés Patricio Campb<strong>el</strong>l: “Los EstadosUnidos parecen destinados por la providencia para plagar laAmérica de miseria a nombre de la libertad” (Pividal, 1979: 144).Libre comercio y falsa reciprocidadSiguiendo la inspiración d<strong>el</strong> “Discurso de Angostura”, la Constituciónpromulgada en dicha ciudad en 1819 pauta en <strong>el</strong> artículo13° de la Sección Primera d<strong>el</strong> Título I que “la industria de losciudadanos puede libremente egercitarse en cualquier génerode trabajo, cultura ó comercio”.Y <strong>el</strong> artículo 9° de la Sección Tercera d<strong>el</strong> Título Séptimocomprende entre las funciones d<strong>el</strong> Presidente de la República:“C<strong>el</strong>ebra todos los tratados de alianza, amistad, comercio ynaturalidad con los príncipes, naciones ó pueblos estrangeros,sometiéndolos todos a la sanción y ratificación d<strong>el</strong> Congreso,sin la cual no tendrán fuerza”. Ésta es d<strong>el</strong>icada función que nodejará de inquietar al <strong>Libertador</strong> cuando durante su ausenciaen la campaña d<strong>el</strong> Sur se c<strong>el</strong>ebre un desigual tratado de comerciocon Inglaterra.Tratados de paz, de alianza, de amistad, de comercioApoyándose en las enormes nacionalizaciones de bienes ypertrechos realizadas en las misiones de Guayana, Bolívar liberala Nueva Granada con la batalla de Boyacá, que se libra <strong>el</strong> 7 deagosto de 1819. La Constitución promulgada en Cúcuta <strong>el</strong> 13 deagosto de 1821 en su artículo 55° comprende entre las atribuciones“exclusivamente propias d<strong>el</strong> Congreso”: “Decimaoctava:


Prestar su consentimiento y aprobación á los tratados de paz, dealianza, de amistad, de comercio, de neutralidad y cualesquieraotros que c<strong>el</strong>ebre <strong>el</strong> poder Egecutivo”. La inmediata atribuciónDecimanona le confiere poder para “Promover por leyes la educaciónpública y <strong>el</strong> progreso de las ciencias, artes y establecimientosútiles, y conceder por tiempos limitados derechos exclusivospara su estímulo y comercio”. Podemos presumir queentre los establecimientos útiles se encuentran comprendidoslos de comercio.Ningún género de trabajo, de cultura, de industriao de comercio será prohibidoLa Constitución de Cúcuta también establece la libertad decomercio en su artículo 178°, si bien la limita en los términossiguientes: “Ningún género de trabajo, de cultura, de industriao de comercio será prohibido a los colombianos, exceptoaqu<strong>el</strong>los que ahora son necesarios para la subsistencia de laRepública, que se libertarán por <strong>el</strong> Congreso cuando lo juzgueoportuno y conveniente”. Vale decir, <strong>el</strong> principio general es <strong>el</strong>de la libertad de industria y de comercio, pero algunos rubrospueden ser vetados o restringidos por “necesarios para la subsistenciade la República” mientras <strong>el</strong> Congreso los consideretales. La subsistencia de la República, libremente apreciadapor <strong>el</strong> Poder Legislativo, puede dar lugar a medidas proteccionistas.De hecho, hemos visto que <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> había restringidola exportación de diversos bienes indispensables para talpropósito, como las mulas.Conocidas y confirmadas por medio de un tratadode Amistad, Comercio y NavegaciónNo tardarán en ser motivo de inquietud los tratados de comercioprevistos en ambas constituciones. El 18 de abril de1825 en Bogotá los plenipotenciarios de Colombia, Pedro Gualy Pedro Briceño Méndez, y Juan Potter Hamilton y PatricioCampb<strong>el</strong>l, d<strong>el</strong> gobierno inglés, suscriben un tratado que se


atifica <strong>el</strong> 23 de mayo de ese año. Para <strong>el</strong> momento Bolívarse encuentra en Arequipa, ocupado en las tareas de la consolidaciónde la independencia d<strong>el</strong> Perú y la creación de Bolivia.El tratado en su parte motiva expone que “habiéndose establecidoextensas r<strong>el</strong>aciones comerciales por una serie de años,entre varias provincias o países de América, que unidos ahoraconstituyen la República de Colombia, y los dominios de su Majestad,<strong>el</strong> rey d<strong>el</strong> Reino Unido de la Gran Bretaña e Irlanda, haparecido conveniente, así para la seguridad y fomento de aqu<strong>el</strong>lacorrespondencia comercial, como para mantener la buenaint<strong>el</strong>igencia entre dicha majestad y la dicha República, que lasr<strong>el</strong>aciones que ahora subsisten entre ambas sean regularmenteconocidas y confirmadas por medio de un tratado de Amistad,Comercio y Navegación” (Vetencourt, 1982: 87).No temo más que a la InglaterraComo hombre que dentro de los limitados medios de quedisponía la causa independentista ha logrado armar expedicionesnavales, batallado con éxito diverso por puertos claves ytransportado grandes contingentes por vía fluvial y marítima,Bolívar comprende con exactitud y alarma <strong>el</strong> nuevo poder querige al mundo a través de los océanos, y formula duras críticas ala supuesta igualdad que tales instrumentos implantan. A veceslo hace con sorna, como en la carta que dirige <strong>el</strong> 29 de mayode 1825 a Mariano Sarratea, en la cual le expone particularessobre <strong>el</strong> complejo asunto de la invasión de los brasileños a Chiquitos,en Bolivia, lo que podría llevar a una injerencia de laSanta Alianza a favor de la casa de Braganza, a la cual pertenece<strong>el</strong> emperador Dom Pedro. A cuyo respecto concluye que “Pormi parte, no temo más que a la Inglaterra, y no tengo sobre latierra otro temor, porque <strong>el</strong>la es la Omnipotente Sub-Lunaria”(Pérez Vila, 1959, XII: 290-291).Otras veces trata la materia con preocupación y pesimismo.Así, quizá ya enterado d<strong>el</strong> convenio entre Colombia e Inglaterraque se suscribe <strong>el</strong> 18 de abril de 1825, <strong>el</strong> 10 de julio de ese añoescribe desde Arequipa a Santander: “Lo que más me llama la


atención es la misión inglesa, de la cual me dice Briceño queexige para reconocernos que sacrifiquemos algunos de nuestrosprincipios políticos. El negocio es gravísimo. Yo no sé cómosaldrán Uds. de él. Si sacrificamos nuestros principios políticos,adiós popularidad de los que hagan <strong>el</strong> sacrificio; y si no los sacrificamos,la Inglaterra nos disu<strong>el</strong>ve como <strong>el</strong> humo, pues yorepito que su omnipotencia es absoluta y soberana. La pruebade esto es que una pequeña escuadrilla francesa nos está bloqueando,insultando impetuosamente” (Lecuna, T.II: 167-170).No es fácil disyuntiva la que se plantea. Para sobrevivir, la Repúblicaha de acudir a la misión inglesa, pero ésta exige <strong>el</strong> sacrificiode principios que quizá signifique <strong>el</strong> fin de la República,bien legalmente, bien por la opinión adversa que despertarían.La Inglaterra se halla en una progresión ascendenteAnte la situación, Bolívar se decide por tratar de aprovecharla,y sigue exponiendo a Santander: “¡Qué poder! ¡Qué resistenciala nuestra! Saquemos partido de esta vejación y liguémonosde alma y cuerpo a los ingleses, para conservar siquieralas formas y las ventajas de un gobierno legal y civil, pues <strong>el</strong> d<strong>el</strong>a Santa Alianza no es sino un gobierno conquistador y militar.Para que Ud. vea la prueba evidente de que no podemos existiraislados ni reunidos en federación sino con <strong>el</strong> beneplácito d<strong>el</strong>a Inglaterra, vea Ud. la caída d<strong>el</strong> grande imperio de Napoleóncausada por los ingleses; vea Ud. a la Rusia queriéndose echarsobre la Turquía y a la Francia sobre nosotros, y sin intentar hacerlopor respeto a la Inglaterra. La Santa Alianza toda tiemblad<strong>el</strong>ante de la Gran Bretaña; y ¿cómo hemos de existir nosotrossi no nos ligamos a <strong>el</strong>los? Este es <strong>el</strong> Imperio romano a fines d<strong>el</strong>a República y a principios d<strong>el</strong> imperio. La Inglaterra se halla enuna progresión ascendente, desgraciado d<strong>el</strong> que se le oponga;aun es desgraciado <strong>el</strong> que no sea su aliado o no ligue su suerte a<strong>el</strong>la. Toda la América junta no vale a una armada británica; todala Santa Alianza no puede contrarrestar a la fuerza compuestade sus principios liberales con sus inmensos tesoros; mediosempleados por una política sagaz e invencible, que todo lo que


intenta logra” (Lecuna, 1947, T.II: 167-170). No es una cartaentusiasta. El inmenso poderío al que se enfrentan constituyeuna “vejación”. A los argumentos expuestos cabe añadir laalianza de Brasil con Inglaterra, que desde los tiempos anterioresa la emancipación domina su comercio con <strong>el</strong> beneplácitode la casa de Braganza.La igualdad de un peso que tuviera de una parte oroy de la otra plomoLa posición de Bolívar con respecto al flamante convenioes enteramente negativa, y no pasa de considerarlo como unmal que no puede evitarse. Y así, tras madura reflexión, <strong>el</strong> 27de octubre de 1825 de nuevo escribe al vicepresidente Santanderdesde Potosí que: “El tratado de amistad y comercio entreInglaterra y Colombia tiene la igualdad de un peso que tuvierade una parte oro y de la otra plomo. Vendidas estas dos cantidadesveríamos si eran iguales. La diferencia que resultara,sería la igualdad necesaria que existe entre un fuerte y un débil.Este es <strong>el</strong> caso; y caso que no podemos evitar” (Lecuna, 1947,T.II: 262). En Potosí, Bolívar pisa sobre la mina que abrió pasoa la hegemonía de España, luego a la preponderancia europeay finalmente al capitalismo cuyo principal abanderado para <strong>el</strong>momento es Inglaterra. Esas entrañas de plata, todavía productivas,no son suficientes para torcer la nueva hegemonía mundialfundada en <strong>el</strong> comercio y <strong>el</strong> dinero.Sus puertos llenos de barcos ajenosSeguramente ha hablado Bolívar sobre <strong>el</strong> tema con su amigoy mentor Simón Rodríguez, quien es profundamente crítico alrespecto. Así, en Sociedades Americanas publicará en 1828 lasiguiente tirada sobre la dependencia que impone <strong>el</strong> comercioa nuestros países:Unas toman por Prosperidad <strong>el</strong> verSus Puertos llenos de Barcos…………………....ajenosQue vienen a traer, sin saber o que llevarán de retorno


Sus Casas, convertidas en AlmacenesDe efectos…………………………………...…….ajenosSus Puertas, colgadas de Trapos…………..........ajenosLas Calles, obstruidas de Carretas y CargadoresTraspalando géneros de una tienda a otra,a seis meses de plazo, las más veces…….....nominalesy los campesinos, en <strong>el</strong> interior………...….durmiendomientras crece <strong>el</strong> trigo que ya tienen vendido en verdepor menos de lo que les costó sembrarloFaroles, lámparas y reverberos en las tiendasY en los campos se acuestan ………........…..a oscuras(Rodríguez, 1990: 81).“Una misma ley para <strong>el</strong> león y <strong>el</strong> cordero es opresión”, escribíahacia la misma época <strong>el</strong> poeta inglés William Blake. Suapotegma podría aplicarse, igual que <strong>el</strong> d<strong>el</strong> peso con partes deoro y de plomo, a todos los tratados de amistad y comercio quesuscribe para ese entonces <strong>el</strong> imperio inglés. Examinemos los<strong>el</strong>ementos de esta fingida igualdad que se traduce en flagrantedesigualdad de hecho, citando algunos de los artículos d<strong>el</strong> convenio:Art. 2° Habrá entre todos los territorios de Colombiay los territores de S.M. Británica en Europa, una recíprocalibertad de comercio. Los ciudadanos, y súbditosde los dos países respectivamente, tendrán libertad parair libre y seguramente con sus buques y cargamentos atodos aqu<strong>el</strong>los parajes, puertos y ríos en los territoriosantedichos, a los cuales se permite, o se permitiere ir aotros extranjeros; entrar en los mismos, y permanecer, yresidir en cualquiera parte de los dichos territorios respectivamente;también para alquilar y ocupar casas y almacenespara los objetos de su comercio; y generalment<strong>el</strong>os comerciantes y traficantes de cada Nación respectivamente,gozarán la más completa protección y seguridadpara su comercio, estando siempre sujetos a las leyes yestatutos de los dos países respectivamente.Art. 3° S.M. <strong>el</strong> Rey d<strong>el</strong> Reino Unido de la Gran Bretañae Irlanda se obliga, además, a que los ciudadanos


de Colombia tengan la misma libertad de comercio ynavegación que se ha estipulado en <strong>el</strong> artículo anterior,en todos sus dominios situados fuera de Europa, en todala extensión en que se permite ahora, o se permitiere después,a cualquiera otra Nación (Ministerio de R<strong>el</strong>acionesExteriores, 1957: 45-50).En los artículos precedentes se puede observar la igualdadentre plomo y oro a la cual se refirió irónicamente <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>.Es sólo una reciprocidad ilusoria la que se concede cuandose pauta que: “Los ciudadanos, y súbditos de los dos paísesrespectivamente, tendrán libertad para ir libre y seguramentecon sus buques y cargamentos a todos aqu<strong>el</strong>los parajes, puertosy ríos en los territorios antedichos, a los cuales se permite, ose permitiere ir a otros extranjeros; entrar en los mismos, ypermanecer, y residir en cualquiera parte de los dichos territoriosrespectivamente; también para alquilar y ocupar casasy almacenes para los objetos de su comercio”. Las poderosasflotas inglesas pueden en efecto fletar libre y seguramente susbuques y cargamentos hacia los parajes mencionados, porquedisponen de la mejor marina d<strong>el</strong> mundo; con dificultad podrá laincipiente marina colombiana anclar algún buque en un puertoo río inglés. De <strong>el</strong>lo se deriva asimismo la imposibilidad prácticapara que los colombianos puedan en Inglaterra “alquilary ocupar casas y almacenes” para un comercio cuyos bienesno pueden transportar. En este sentido, en términos prácticos,Colombia concede todo a cambio de nada.Una equiparable asimetría se concierta en otras cláusulasd<strong>el</strong> Tratado, r<strong>el</strong>ativas a derechos y aranc<strong>el</strong>es:4° No se impondrán otros, o más altos derechos a la importaciónen los territorios de Colombia, de cualesquieraartículos d<strong>el</strong> producto natural, producciones, o manufacturasde los dominios de S.M. Británica, ni se impondránotros, o más altos derechos a la importación en los territoriosde S.M. Británica, de cualesquiera artículos d<strong>el</strong>producto natural, producciones o manufacturas de Colombia,que los que se pagan, o paguen por semejantesartículos, cuando sean producto nacional, producciones


o manufactura de cualquiera otro país extranjero; ni seimpondrán otros, o más altos derechos o impuestos en losterritorios, o dominios de cualquiera de las partes contratadasa la exportación de cualesquiera artículos para losterritorios o dominios de la otra, que los que se pagan o sepagaren por la exportación de iguales artículos para cualquieraotro país extranjero. Ni se impondrá prohibición algunaa la exportación o importación de cualesquiera artículosd<strong>el</strong> producto natural, producciones o manufacturasde los dominios y territorios de Colombia o de S.M. Británica,para los dichos, o de los dichos territorios de Colombia,o para los dichos, o de los dichos de S.M. Británica,que no se extiendan igualmente a todas las otras Naciones.En la norma Inglaterra se acoge al principio de nación másfavorecida, en virtud d<strong>el</strong> cual gozará de derechos con respectoa la tributación colombiana iguales a los que tenga la naciónmás privilegiada. Resalta ante todo <strong>el</strong> veto a la posible prohibiciónde importar cualquier artículo inglés. Menos de dos décadasdespués, los ingleses establecen un lucrativo negociadovendiéndole opio a los chinos. Cuando <strong>el</strong> Emperador prohíbe <strong>el</strong>tráfico y confisca un cargamento guardado en un almacén inglés,<strong>el</strong> gobierno de Su Majestad Británica le declara la guerra, ytras cruenta devastación, lo obliga a aceptar <strong>el</strong> nefasto productoy a tolerar enclaves en los puertos, y derechos de navegaciónde sus costas y ríos por los británicos. La norma citada veta aColombia cualquier posibilidad de excluir productos inglesesdañinos, o cuya importación desee prohibir para favorecer unaproducción nacional.Igual sentido tiene prohibir la imposición de “otros, o másaltos derechos a la importación en los territorios de Colombia,de cualesquiera artículos d<strong>el</strong> producto natural, producciones, omanufacturas de los dominios de S.M. Británica, ni se impondránotros, o más altos derechos a la importación en los territoriosde S.M. Británica, de cualesquiera artículos d<strong>el</strong> productonatural, producciones o manufacturas de Colombia, que losque se pagan, o paguen por semejantes artículos, cuando seanproducto nacional, producciones o manufactura de cualquiera


otro país extranjero”. Una vez más queda Colombia impedidade ejercer medidas proteccionistas, e Inglaterra asimilada a lanación más favorecida. Por contrapartida, Gran Bretaña consus flotas y sus dominios puede presionar para imponer aranc<strong>el</strong>esbajos, que se convertirán luego en norma universal a travésde la mencionada cláusula. Ello es tanto más sensible si se tieneen cuenta que gran parte de los ingresos de la Gran Colombia,y de Venezu<strong>el</strong>a a partir de 1830, se derivaban de impuestos deimportación y exportación (Vetencourt, 1981: 130).El desequilibrio en <strong>el</strong> tratamiento se pone todavía más demanifiesto en lo r<strong>el</strong>ativo a los derechos o aranc<strong>el</strong>es que han depagar los vehículos d<strong>el</strong> comercio, las flotas que lo transportan.Así, <strong>el</strong> tratado acuerda:Art. 5° No se impondrán otros o más altos derechos oimpuestos, por razón de ton<strong>el</strong>adas, fanal, o emolumentosde Puerto, práctico, salvamento en caso de avería o naufragio,o cualesquiera otros gastos locales, en ninguno d<strong>el</strong>os puertos de los territorios de S.M. Británica, a los buquescolombianos, que los pagaderos en los mismos puertospor buques británicos, ni en los puertos de Colombia,a los buques británicos, que los pagaderos en los mismospuertos por buques colombianos.Obviamente, las exenciones de impuestos sobre equipos navaleso derechos de puerto o de otras operaciones benefician ala nación que dispone de inmensas y poderosas flotas y nadasignifican para aqu<strong>el</strong>la que no las tiene o apenas las tiene enestado incipiente.El poderío naval inglés se forjó gracias a tales medidas proteccionistas.Pues la Revolución burguesa revive la políticaexterior de la monarquía Tudor: garantizar la preponderanciabritánica mediante <strong>el</strong> dominio de los mares. En 1651 Cromw<strong>el</strong>lhace aprobar por <strong>el</strong> Parlamento la célebre Navigation Act, mediant<strong>el</strong>a cual los ingleses se reservan <strong>el</strong> monopolio de la pesca yla navegación en sus aguas, y establecen la obligación de transportaren buques anglosajones todas las importaciones y exportacionesde su país. Los británicos consideran como aguas inglesaslas d<strong>el</strong> Norte de Francia y las que rodean a las Repúblicas


Unidas. Para sostener esta pretensión, <strong>el</strong> Lord Protector iniciaun enérgico programa de construcción naval, que prevé la botadurade cinco navíos de guerra al año y la recluta forzosa de20.000 marinos; un quinquenio más tarde la flota británica <strong>el</strong>evasu dotación a 160 barcos de guerra (Bradley, 1992: 111). En<strong>el</strong> momento de la muerte de Cromw<strong>el</strong>l son ya 200 los buquesarmados, y la marina inglesa la más poderosa de Europa (Smith,1993: 333). Pues sin Estado protector no hay burguesía, y éstano existe sin flota mercante, y no hay flota mercante sin armadaque d<strong>el</strong>imite a cañonazos esos ámbitos d<strong>el</strong> pillaje exclusivoque los economistas llaman mercados. Los buques ingleses seenfrentan con las temibles escuadras holandesas comandadaspor los almirantes De Ruyter y Tromp y las vencen gracias a lafortaleza que les ha imbuido <strong>el</strong> proteccionismo republicano.Caut<strong>el</strong>osa, Inglaterra <strong>el</strong>imina en <strong>el</strong> Tratado de Amistad y Navegacióncon Colombia la posibilidad de que este país puedaproteger su industria naval aplicando las mismas medidas que<strong>el</strong>la empleó en <strong>el</strong> pasado:Art. 6° Se pagarán los mismos derechos a la importaciónen los dominios de S.M. Británica, de cualquierartículo d<strong>el</strong> producto natural, producciones o manufacturasde Colombia, ya sea que esta importación se hagaen buques británicos, o en colombianos; y se pagarán losmismos derechos a la importación en los territorios deColombia de cualquier artículo d<strong>el</strong> producto natural, produccioneso manufacturas de los dominios de S.M. Británica,ya sea que esta importación se haga en buquescolombianos o en británicos. (…)El sentido de la norma es más que claro. No podrá gozar deningún incentivo fiscal la importación de bienes en naves colombianas;por tanto, no podrá la República promover una marinanacional con medidas proteccionistas como las que aplicóInglaterra en los orígenes de su poderío.Por otra parte, incluye <strong>el</strong> Tratado rigurosas normas sobre loque ha de considerarse barco nacional:Art. 7° Para evitar cualquiera mala int<strong>el</strong>igencia con respectoa las reglas que puedan respectivamente constituir


un buque colombiano, o británico, se ha convenido aquí,que todo buque construido en los territorios de Colombia,y poseído por sus ciudadanos, o por algunos de <strong>el</strong>los,y cuyo capitán y tres cuartas partes de los marineros, a lomenos, sean ciudadanos colombianos, excepto en los casosen que las leyes provean otra cosa, por circunstanciasextremas, será considerado como buque británico.No se le escapará al lector que para Colombia, comarca sinastilleros importantes, sin capitalistas que inviertan usualmenteen construcción y fletes navales, con pocos oficiales aptosy escasa marinería, es sumamente difícil presentar una naveque cumpla con todas estas exigentes condiciones. Las nacionescon escaso desarrollo naval usualmente se sirven de barcosconstruidos en otros países, y con frecuencia contratan capitanesy marinerías foráneas. Por tanto, rara será la nave quetransporte mercancías de Colombia que pueda disfrutar plenamentede las supuestas ventajas d<strong>el</strong> Tratado.Atento a excluir cualquier posibilidad de proteccionismo, <strong>el</strong>tratado confiere a Inglaterra la potestad absoluta e ilimitada deusar personal inglés en todas sus naves e instalaciones comercialesforáneas:Art. 8° Todos los comerciantes y comandantes de buques,y otros ciudadanos, y súbditos de la República deColombia, y de S.M. Británica, tendrán entera libertad entodos los territorios de ambas Potencias, respectivamente,para manejar por sí mismos, sus propios negocios,o confiarlos al manejo de quien gusten, como corredor,factor, agente, o intérprete; ni serán obligados a emplearotras personas cualesquiera, para aqu<strong>el</strong>los objetos, ni apagarles salario alguno o remuneración, a menos que <strong>el</strong>losquieran emplearlos; y se concederá absoluta libertad entodo caso al comprador y vendedor para contratar y fijar<strong>el</strong> precio de cualesquiera efectos, mercaderías, o génerosimportados, o exportados de los territorios de cualesquierade las dos partes contratantes, según lo tengan a bien.En una sola norma se matan dos pájaros de un tiro: se impidea Colombia dictar normas proteccionistas sobre <strong>el</strong> obligatorio


empleo de sus ciudadanos en tareas navales o comerciales queinteresen a Inglaterra y ocurran en su territorio. Gran Bretaña,a su vez, ninguna necesidad tiene de imponer en forma legal <strong>el</strong>uso de sus operadores navales y mercantiles en su propio territorio:éstos se imponen porque copan <strong>el</strong> mercado, y porque <strong>el</strong>navegante que llega a sus puertos raramente encuentra otros.Por otra parte, se descarta toda norma proteccionista dirigidaa limitar <strong>el</strong> precio de cualesquiera efectos, mercaderías o génerosimportados. Es cláusula que arruina indefectiblemente alpaís menos desarrollado, y que <strong>el</strong> país poderoso soporta porquesus precios en la mayoría de los casos no son impuestos porlas leyes, sino por coaliciones de intereses superiores inclusoa éstas.Demasiado minucioso resultaría comentar <strong>el</strong> resto de los artículosd<strong>el</strong> Tratado, prácticamente todos animados d<strong>el</strong> mismoespíritu. Sobre <strong>el</strong> verdadero sentido y efectos de dicho convenioopina Lola Vetencourt:El tratado firmado en 1825 y ratificado en todas suspartes en 1834, legalizó la política manufacturera británicay sirvió de base legal al poder dominador inglés.Las ventajas que obtuvieron los británicos d<strong>el</strong> funestotratado, fueron defendidas ampliamente con una agresivadiplomacia. Mediante este documento, que consagrólas desigualdades, la injerencia británica directa se hizosentir en <strong>el</strong> orden político-económico d<strong>el</strong> país. Una convenienteinterpretación por parte de los ingleses le asignóal convenio un carácter de perpetuidad. A pesar de contenerdicho tratado la cláusula de la nación más favorecida,nuestros productos exportables jamás disfrutaron en losmercados británicos de un recíproco trato preferencial,pese a establecer <strong>el</strong> instrumento las consabidas consideracionesde reciprocidad (Vetencourt, 1981: 13).Pero todavía hay desventajas no explicitadas en las cláusulasd<strong>el</strong> instrumento, que sólo se harán evidentes en <strong>el</strong> curso desu aplicación. Ya desde esa época es práctica de las potenciasexigir a sus socios comerciales la renuncia al proteccionismo,


mientras de hecho <strong>el</strong>las lo aplican. Bolívar ha reconocido <strong>el</strong> 14de junio de 1814 que “Nosotros por mucho tiempo no podemosser otra cosa que un pueblo agricultor”. Ello nos coloca en situaciónparticularmente desventajosa con r<strong>el</strong>ación a los dominiosingleses pues, como señala Lola Vetencourt:Las posesiones inglesas en Asia y especialmente en<strong>el</strong> Caribe, exportaban a Inglaterra su producción agrícolay encontraban en ese país un trato preferencial. Lasexportaciones venezolanas estaban constituidas, principalmente,por los mismos “productos tropicales” de esascolonias; de tal manera que <strong>el</strong> café, <strong>el</strong> tabaco, <strong>el</strong> azúcar, <strong>el</strong>algodón y <strong>el</strong> añil sufrieron la competencia de tarifas másbajas impuestas por Inglaterra a sus productos coloniales.A cambio de esto, los productos ingleses entraban a nuestropaís con tarifas más ventajosas que las concedidas acualquier otro país (Vetencourt, 1981: 61).Valiéndose de su abrumador poderío naval y de una competentediplomacia, Gran Bretaña fue imponiendo tratados semejantesa la mayoría de los países latinoamericanos. Graciasa <strong>el</strong>lo se aseguró a lo largo d<strong>el</strong> siglo XIX una preponderanciaen <strong>el</strong> Atlántico, <strong>el</strong> Caribe y <strong>el</strong> Pacífico americanos y se permitióincluso intervenciones en directo desafío de la doctrinaMonroe, creando una fantasmal República de Mosquitia enCentroamérica, ampliando los límites de la Guayana británicay bloqueando las costas venezolanas en 1902, hasta que <strong>el</strong> nacientepoderío de Estados Unidos lo fue opacando en formaprogresiva e indetenible.Los ciudadanos de los Estados Unidos podrán frecuentarlas costas y regiones de la República de ColombiaJustamente con Estados Unidos suscribe la Gran Colombiaotro de estos desiguales tratados de reciprocidad e intercambio<strong>el</strong> 3 de octubre de 1824, que es complementado por posteriordecreto de 30 de enero de 1826. Sus disposiciones se asemejana las d<strong>el</strong> suscrito con la Gran Bretaña. Ya en sus primeros artículosestablece la cláusula de nación más favorecida, que asegura


que Colombia no otorgará a ningún otro país condiciones másfavorables que a Estados Unidos sin extenderlas automáticamentea éste:Artículo 2° Los Estados Unidos de América y la Repúblicade Colombia, en <strong>el</strong> deseo de vivir en paz y armoníacon todas las demás naciones d<strong>el</strong> orbe, mediante la aplicaciónde una política franca e igualmente amistosa paratodas <strong>el</strong>las, se comprometen recíprocamente a no concederprivilegios especiales a otros países, en lo que respectaa comercio y navegación, de que no participe inmediatament<strong>el</strong>a otra parte, quien disfrutará gratuitamente d<strong>el</strong>mismo privilegio, si fue concedido en dichas condiciones,o tendrá derecho a obtener las mismas compensacionessi éstas se otorgaran a título convencional.Por este artículo pierde la Gran Colombia <strong>el</strong> derecho a privilegiar<strong>el</strong> comercio con determinadas naciones con las cualesle interese particularmente <strong>el</strong> intercambio, ya que Estados Unidoscompartirá automáticamente <strong>el</strong> mismo privilegio.Otras disposiciones d<strong>el</strong> tratado extienden <strong>el</strong> privilegio de naciónmás favorecida e instauran una falsa reciprocidad similara la que campea en <strong>el</strong> convenio con Gran Bretaña:3° Los ciudadanos de los Estados Unidos podrán frecuentarlas costas y regiones de la República de Colombia,residir y comerciar en <strong>el</strong>la en toda clase de productos, manufacturasy mercancías, sin pagar derechos, impuestoso tasas de ninguna especie que sean distintos o mayoresque aqu<strong>el</strong>los que esté obligada a pagar la nación más favorecida;y disfrutará de todos los derechos, privilegios yexenciones en materia de navegación y comercio, de quedisfrute o haya de disfrutar la nación más favorecida.Así, <strong>el</strong> antes mencionado decreto de 30 de enero de 1826establece:Se decreta, en consecuencia: se pagarán iguales derechossobre la importación a territorio colombiano decualquier artículo, producto o manufactura de los EstadosUnidos, o de los territorios dependientes de estaúltima nación; y se concederán los mismos descuentos


y primas, sobre la exportación de cualquier artículo, productoo manufactura de Colombia con destino a los EstadosUnidos, ya sea que tales importación o exportaciónse hagan en barcos de los Estados Unidos o de Colombia(Bache, 1982: 255-256).Fácil es advertir que las ventajas de la reciprocidad son todaspara la potencia que dispone de poderosas flotas y de granproducción agrícola e industrial. Muchas serán las exportacionesque expedirá Estados Unidos a Colombia, después de las dearmamentos y pertrechos que realizó a favor de la monarquíaespañola; ínfimas las que desembarcará Colombia con sus mínimasflotas en <strong>el</strong> país norteño. Así se instalan desde <strong>el</strong> comienzode la vida republicana los dogales de la dependencia.


4.7. La República protegey fomenta la economíaLa Corona no sólo había instaurado un monopolio d<strong>el</strong> comerciocon las Indias; también las había sometido a un régimende prohibición de desarrollar ciertas industrias que pudierancompetir con las de la metrópoli o reducir la demanda de losproductos de éstas en <strong>el</strong> Nuevo Mundo. El subdesarrollo es asíimpuesto por una política premeditada desde los primeros añosd<strong>el</strong> orden colonial; desde sus inicios, los americanos se ven imposibilitadosjurídicamente de sustituir las importaciones qu<strong>el</strong>es envía España. Mediante normas en cuya aprobación no tienenvoz ni voto han sido convertidos en lo que luego se llamaráun mercado cautivo.Bolívar tiene una clara percepción d<strong>el</strong> fenómeno. Ya en la“Carta de Jamaica”, deplora que: “Los americanos en <strong>el</strong> sistemaespañol que está en vigor, y quizá con mayor fuerza quenunca, no ocupan otro lugar en la sociedad que <strong>el</strong> de siervospropios para <strong>el</strong> trabajo y, cuando más, <strong>el</strong> de simples consumidores;y aun esta parte coartada con restricciones chocantes;tales son las prohibiciones d<strong>el</strong> cultivo de frutos de Europa, <strong>el</strong>estanco de las producciones que <strong>el</strong> rey monopoliza, <strong>el</strong> impedimentode las fábricas que la misma Península no posee, los privilegiosexclusivos d<strong>el</strong> comercio hasta de los objetos de primeranecesidad; las trabas entre provincias y provincias americanaspara que no se traten, entiendan, ni negocien; en fin, ¿quiereusted saber cuál era nuestro destino? Los campos para cultivar<strong>el</strong> añil, la grana, <strong>el</strong> café, la caña, <strong>el</strong> cacao y <strong>el</strong> algodón; las llanurassolitarias para criar ganados, los desiertos para cazar lasbestias feroces, las entrañas de la tierra para excavar <strong>el</strong> oro queno puede saciar a esa nación avarienta”.Y prosigue Bolívar, refiriéndose a las consecuencias d<strong>el</strong> monopolio:“Tan negativo era nuestro estado que no encuentrosemejante en ninguna otra asociación civilizada, por más querecorro la serie de las edades y la política de todas las naciones.Pretender que un país tan f<strong>el</strong>izmente constituido, extenso, rico


y populoso sea meramente pasivo, ¿no es un ultraje y una violaciónde los derechos de la humanidad?” (“Carta de Jamaica”,Kingston, 6 de septiembre de 1815).De esta acertada crítica podemos extraer por antítesis unplan económico alternativo. Contra las prohibiciones de cultivarfrutos de Europa, los monopolios reales y <strong>el</strong> veto de fábricas,ofrecer libertad para ejercer las actividades vedadas eincluso fomento para propiciarlas. Contra las trabas para qu<strong>el</strong>as provincias americanas no comercien ni se entiendan entresí, integración de grandes bloques geopolíticos y confederaciónamericana. Contra actividades en los campos, las llanuras y lasminas para saciar a una nación avarienta extranjera, trabajopara satisfacer las propias necesidades. Contra la dedicaciónexclusiva al añil, la grana, <strong>el</strong> tabaco, <strong>el</strong> café, la caña, <strong>el</strong> cacaoy <strong>el</strong> algodón; al ganado y a los minerales preciosos, diversificacióneconómica para suplir la demanda interna o por lo menosla latinoamericana; multiplicación de industrias, protección derecursos naturales. Es lo que Bolívar efectuará, en forma fragmentariae incompleta, a lo largo de su accidentada carrera deguerrero, de estadista y de administrador.En tanto que la Independencia se hace en parte para tenerderecho a comerciar con <strong>el</strong> mundo, se podría esperar que <strong>el</strong>régimen de monopolio absoluto sea sustituido por <strong>el</strong> de libertadtotal de comercio. Ello no es así. Como hemos indicado,las autoridades republicanas, y entre <strong>el</strong>las Bolívar, adoptan sin<strong>el</strong> menor embarazo y con bastante frecuencia normas proteccionistas.Tales medidas impuestas por la necesidad, también tienenuna fundamentación ideológica. Como asiduo lector de Voltaire,con toda seguridad ha leído las reflexiones que éste consignaen Le Siècle de Louis XIV sobre la política proteccionista d<strong>el</strong>ministro Jean Baptiste Colbert. Se tiene a Voltaire como un facturadorde mordacidades; se olvida que fue un sagaz historiador,que examinó en detalle y con rica documentación las motivacioneseconómicas y culturales de los fenómenos históricos.Voltaire considera que en tiempos d<strong>el</strong> Rey Sol, <strong>el</strong> cerebro,como <strong>el</strong> de casi toda la maquinaria hacendística francesa, es <strong>el</strong>


lúcido e infatigable ministro Jean Baptiste Colbert. El soberanoconfiará después a su heredero que <strong>el</strong> oficio de monarca requieredos cosas: un gran trabajo personal y una exc<strong>el</strong>ente s<strong>el</strong>ecciónde colaboradores. Sobre ésta, se lamenta de que “la suertetiene, a pesar nuestro, tanta o más parte que la sabiduría, y enlo que a esta última toca, <strong>el</strong> genio puede más que <strong>el</strong> consejo”(Voltaire, 1960: 21). En este sentido, es a la vez un golpe desuerte y un verdadero dest<strong>el</strong>lo de genio la escogencia de Colbert,“hombre en quien tuve toda la confianza posible, puestoque sabía que tenía mucha aplicación, int<strong>el</strong>igencia y probidad,por lo que le encomendé <strong>el</strong> registro de fondos que he mencionado”(Voltaire, 1960: 23).El Rey Sol designa a Colbert intendente y ministro de Finanzasdesde 1661 y desde 1664 superintendente de edificios, comercio,manufacturas reales y b<strong>el</strong>las artes; desde 1665 asimismocontralor general de las Finanzas y a partir de 1669 ademássecretario de la Naval y secretario de Estado. El funcionarioacomete todas y cada una de estas tareas con una capacidadde trabajo y una diligencia sobrehumanas. En su condición definancista reforma <strong>el</strong> sistema tributario; en su carácter de contralorpersigue implacablemente a los defraudadores d<strong>el</strong> fisco;en su investidura de superintendente de comercio postula que<strong>el</strong> poderío de Francia reside en su industria, protege las manufacturasdomésticas con barreras aranc<strong>el</strong>arias, agrupa las industriasen corporaciones que v<strong>el</strong>an por la calidad de los productos,nacionaliza muchas de <strong>el</strong>las, concede a las explotacionesnuevas monopolios transitorios hasta que se afianzan, importaartesanos y obreros especializados para que sus destrezas sedifundan en <strong>el</strong> país y promueve la edición de una enciclopediade artes, oficios y técnicas fabriles (Durant, 1957: 20-31).Son <strong>el</strong> equivalente de las medidas proteccionistas mediant<strong>el</strong>as cuales hacia la misma época Inglaterra fortalece sus industriasy multiplica sus flotas. El absolutismo y <strong>el</strong> monopolio son<strong>el</strong> padre y la madre d<strong>el</strong> poder burgués. En consecuencia, ambasnaciones se convierten en las potencias dominantes de la Europade su tiempo, hecho que no deja de deplorar Adam Smith,para quien Colbert


No solamente sintió disposición, al igual que los demásministros europeos, a dar más estímulo a la industria d<strong>el</strong>as poblaciones que a la d<strong>el</strong> campo, sino que, para apoyarla industriosidad de las poblaciones, se manifestó dispuestoa rebajar e impedir <strong>el</strong> crecimiento de la d<strong>el</strong> campo.Para que los artículos alimenticios les resultasen baratosa los habitantes de las ciudades, excitando de ese modolas industrias y <strong>el</strong> comercio exterior, prohibió por completola exportación de cereales, excluyendo así a loshabitantes d<strong>el</strong> campo de todos los mercados extranjerospara los renglones más importantes d<strong>el</strong> producto de susactividades (Smith, 1961: 580-581).Smith no hace más que repetir un lugar común divulgadoen la época sobre Colbert. Pues, como refuta Voltaire, éste “escondenado en más de veinte volúmenes por no haber hecho <strong>el</strong>comercio de los granos enteramente libre”, siendo lo cierto que“temía al transporte d<strong>el</strong> trigo fuera d<strong>el</strong> reino: conocía bien laimpetuosidad francesa, en la cual la avidez de la ganancia present<strong>el</strong>a hacía con frecuencia olvidar la previsión”; y veía “unanación expuesta a sufrir <strong>el</strong> hambre por haber apresurado laventa d<strong>el</strong> trigo en la esperanza de una nueva cosecha abundante”.En todo caso, la veda de las exportaciones dura sólo hasta1674; mientras que en su memoria al Rey de 22 de octubrede 1664, especifica claramente <strong>el</strong> ministro que “las principalesmetas son la agricultura, <strong>el</strong> comercio, la guerra en tierra y en <strong>el</strong>mar” (Voltaire, 1966: 368).Pues venderle trigo barato a los extranjeros no es la pasióndominante de Colbert. En lugar de <strong>el</strong>lo, le interesa incrementar<strong>el</strong> número de trabajadores franceses: para <strong>el</strong>lo establece exencionestributarias para los matrimonios tempranos y premiospara las familias numerosas. En favor de los campesinos prohíbe<strong>el</strong> embargo de sus bienes de trabajo y pone a la disposiciónde los criadores animales s<strong>el</strong>ectos para fecundar sus ganados.Medidas gracias a las cuales, como concluye Will Durant “loscampesinos franceses probablemente estaban mejor que suscolegas de Inglaterra o Alemania” (Durant, 1957: 22).


4.8. La República crea su signomonetarioAcuñar y batir moneda, determinar su valory <strong>el</strong> de las extranjerasLa guerra no se hace sin dinero. Se atribuye a Napoleón <strong>el</strong> aforismosegún <strong>el</strong> cual para ganar la guerra se necesitan tres cosas:dinero, dinero y más dinero. Es regla que tiene excepciones,pero pocas.Durante <strong>el</strong> siglo XVIII la economía venezolana obtuvo susprincipales ingresos de la exportación de cacao hacia la NuevaEspaña: por tanto, una gran proporción d<strong>el</strong> circulante pasó aestar constituido por moneda acuñada en México: la llamadamacuquina de plata, considerada una de las más sólidas y confiablesd<strong>el</strong> mundo. Sin embargo, su poder adquisitivo fluctuabasegún su r<strong>el</strong>ativa abundancia o escasez, y su contenido metálicopodía sufrir mermas por <strong>el</strong> limado o la perforación.Tras la Declaración de Independencia, la Constitución Federalpara los Estados de Venezu<strong>el</strong>a de 21 de diciembre de 1811,estatuye en su artículo 71 que “El Congreso tendrá pleno podery autoridad (…) De acuñar y batir moneda, determinar su valory <strong>el</strong> de las extranjeras, introducir la de pap<strong>el</strong> si fuere necesario,y fixar uniformemente los pesos y medidas en toda la extensiónde la Confederación” (Picón Rivas, 1947: 203). Son plenas potestadesmonetarias, que incluyen la competencia para fijar laparidad cambiaria con divisas extranjeras e incluso emitir pap<strong>el</strong>moneda, recurso que para la época era r<strong>el</strong>ativamente novedosoy estaba mal recomendado por experiencias no muy f<strong>el</strong>ices.Viniese a librarlos de una moneda que veían conmás horror que la servidumbreEl dinero es, por otra parte, arma que puede volverse contraquien la esgrime. Al declarar la Independencia, la Repúblicave interrumpidas sus r<strong>el</strong>aciones con <strong>el</strong> Virreinato de la Nueva


España, principal cliente para su cacao y también fuente degran parte de su circulante. Para reponerla, por sugerencia d<strong>el</strong>general Francisco de Miranda la Primera República emitió pap<strong>el</strong>moneda de aceptación obligatoria, inspirado en los “asignados”franceses, con denominación de medio, un, dos, cuatro, ochoy dieciséis pesos. El 27 de agosto de 1811, apenas mes y mediodespués de declarada la Independencia, <strong>el</strong> supremo Congresosancionó una “Ley para la creación de un millón de pesos enpap<strong>el</strong> moneda, para la Confederación de Venezu<strong>el</strong>a”.Al respecto se procedió con impericia tanto técnica como financiera.Según consigna Mercedes de Pardo, “La plancha parala <strong>el</strong>aboración de los billetes fue confiada a un inexperto, y <strong>el</strong>grabado, ejecutado sobre un trozo de madera con un cuchilloen vez de buril. Los billetes fueron de baja calidad, dobles, numeradosy eran cotejados por la identidad d<strong>el</strong> número. Cuandoentraban en circulación se les dividía en dos y <strong>el</strong> talón permanecíaen las Cajas d<strong>el</strong> Tesoro para su verificación. Este sistemaresultó ineficaz e incómodo, especialmente para los billetes quecirculaban en <strong>el</strong> interior d<strong>el</strong> país. Se creyó evitar la falsificacióngarantizando la autenticidad de los billetes por medio d<strong>el</strong>as firmas rubricadas de los encargados de la emisión, pero loserrores de fabricación eran tan evidentes y la plancha resultótan mal grabada, que a pesar de haber sido decretadas ‘penas demuerte al falsificador’ y otras medidas, la falsificación ocurrióen seguida” (Pardo, 1980: 38).Como ya había sucedido durante la Revolución Francesacon los “asignados”, la ciudadanía, no acostumbrada al nuevomedio de pago o desconfiando de que tuviera respaldo, comenzóa rechazarlo sistemáticamente. Se cumplió así una vez másla Ley de Gresham, de acuerdo con la cual la mala moneda terminadesplazando a la buena: los ciudadanos sacaron de circulacióny ocultaron los escasos pesos macuquinos y trataron depagar con los desprestigiados billetes, que sólo eran aceptadospor fracciones de su valor nominal.La especie monetaria fue sacada de circulación con la caídade la Primera República, pero ya había hecho un daño difícilde reparar. En <strong>el</strong> “Manifiesto de Cartagena” incluye Bolívar la


emisión de pap<strong>el</strong> moneda sin respaldo entre las causas de lacaída de la experiencia republicana:La disipación de las rentas públicas en objetos frívolos,y perjudiciales; y particularmente en su<strong>el</strong>dos de infinidadde oficinistas, secretarios, jueces, magistrados, legisladoresprovinciales y federales, dio un golpe mortal a la República,porque le obligó a recurrir al p<strong>el</strong>igroso expedientede establecer <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> moneda, sin otra garantía, qu<strong>el</strong>a fuerza y las rentas imaginarias de la Confederación.Esta nueva moneda pareció a los ojos de los más, unaviolación manifiesta d<strong>el</strong> derecho de propiedad, porque seconceptuaban despojados de objetos de intrínseco valor,en cambio de otros cuyo precio era incierto y aun ideal.El pap<strong>el</strong> moneda remató <strong>el</strong> descontento de los estólidospueblos internos, que llamaron al Comandante de las tropasespañolas, para que viniese a librarlos de una monedaque veían con más horror que la servidumbre (Cartagenade Indias, 15 de diciembre de 1812).Correrá <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> moneda d<strong>el</strong> Estado de Cartagena,como plata u oro según <strong>el</strong> valor que expreseSin embargo, con frecuencia la carencia de metales preciososy de circulante durante la guerra lo fuerza a aceptar de nuevo<strong>el</strong> recurso d<strong>el</strong> pap<strong>el</strong> moneda, si bien con carácter provisional. Yasí, a punto de emprender la Campaña Admirable, <strong>el</strong> primerode marzo de 1813 dirige proclama a los pobladores de Cúcutaen la cual los convida “para que se restituyan a sus hogares, adisfrutar pacíficamente de sus propiedades e industrias, bajo lagarantía de que serán tratados como hermanos y conciudadanosque somos, gozando de una inmunidad absoluta”, y dispone:“Sexto. ínterin se restablece <strong>el</strong> anterior orden d<strong>el</strong> gobiernode Pamplona, correrá <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> moneda d<strong>el</strong> Estado de Cartagena,como plata u oro según <strong>el</strong> valor que exprese, <strong>el</strong> cual será recogidoy pagado por <strong>el</strong> mismo gobierno de Pamplona” (Barnola etal., T.IV: 159-161).


Tras la impetuosa Campaña Admirable, los patriotas liberanCaracas <strong>el</strong> 6 de agosto de 1813, y se ven enfrentados denuevo con la escasez monetaria. Las familias pudientes habíanemigrado a las Antillas con sus caudales, y según testimonio la“Sociedad Económica de Amigos d<strong>el</strong> País” en una de sus Memoriasy Estudios, “Fue esta la causa que produjo entonces ladisminución d<strong>el</strong> numerario en circulación, y la necesidad quesintió <strong>el</strong> tesoro público de los valores precisos para cubrir susgastos. Muy presentes se tuvieron las calamidades que ocasionó<strong>el</strong> pap<strong>el</strong> y para huir de este ominoso escollo, se decretó la acuñaciónde pesetas de plata” (Pardo, 1980: 32).En virtud de <strong>el</strong>lo, mientras Bolívar ejerce <strong>el</strong> mando en laamenazada capital, <strong>el</strong> marqués de Casa León ordena al Directorde la Casa de Moneda <strong>el</strong> 1° de septiembre de 1813 que acuñepiezas de cobre con “las 40 o 42 libras de este metal que sehallan existentes y de la moneda de plata macuquina en lostérminos que previene <strong>el</strong> Sr. General”. Estas monedas circulanhacia esas fechas, tan fugazmente que no quedan muestras de<strong>el</strong>las ni d<strong>el</strong> grafismo de sus cuños. Tras la ocupación realista, <strong>el</strong>Asesor e Intendente Interino de Caracas, José Duarte, informaa la Corte <strong>el</strong> 27 de julio de 1814 que: “entre las extravaganciasde la revolución se pensó en Caracas en fabricar moneda conlas señas de la soberanía de farsa, pero que algunos amantes d<strong>el</strong>Gobierno Real movieron por medios indirectos la idea de quese acuñase la macuquina, y que una vez restablecido <strong>el</strong> gobiernoespañol se continuó esta acuñación de moneda macuquina,con una utilidad para <strong>el</strong> Erario de un 25 por ciento y hasta encantidad de quinientas onzas diarias” (Pardo, 1989: 47).La escasez de circulante es en todo caso perentoria, y trasla primera batalla de Carabobo y la derrota en la segunda batallade La Puerta, a su llegada a Caracas ordena Bolívar al funcionarioencargado de las rentas, en vista de las necesidadesapremiantes, que acuñe la plata de las iglesias y que inmediatamenteabra <strong>el</strong> cuño de oro (Barnola et al., 1964, T.VI: 346-347). Como los r<strong>el</strong>igiosos son remisos a cumplir la orden, <strong>el</strong>26 de junio de 1814 Bolívar invita a su residencia al sacerdote


ealista Domingo Blandín, y le reprocha: “He sabido que Uds.no quieren entregar la plata de la iglesia y si no se me entregaen la hora tomaré la providencia correspondiente, en int<strong>el</strong>igenciaque esta plata labrada que tienen ésta y las demás iglesias,la han donado nuestros antepasados y no otros; y así determinollevarla encajonada a Barc<strong>el</strong>ona y Cumaná, para que ni Boves,ni ningún otro español ladrón, ni Ud. ni los demás que siguena Boves, puedan disfrutarla” (Barnola et al., 1964, T.VI: 368).Quizá más por <strong>el</strong> temor que por la convicción, <strong>el</strong> presbíteroaccede. La premura de la situación impide que la plata sea acuñada,y se la traslada en la emigración a Oriente.La moneda que <strong>el</strong>los acuñaban era la macuquina nuestraAsí, <strong>el</strong> Pacificador Pablo Morillo, a su entrada en Margarita<strong>el</strong> 12 de mayo de 1815, dispone una inspección de las Cajasprincipales y de la Casa de la Moneda. Sobre <strong>el</strong> particular testimoniaFrancisco Xavier Arámbarri que “En la Casa de Monedacuya extinción estaba resu<strong>el</strong>ta desde <strong>el</strong> día anterior, se verificóal momento introduciendo dos Compañías de tropa que debíanalojarse en <strong>el</strong>la, y bien pronto desarmaron y recogieron todaslas máquinas e instrumentos que servían en <strong>el</strong>la, privándonosde su auxilio que aunque corto no había sido y todavía continuaríasiendo muy útil. La precipitación con que huyeron losinsurgentes no les dio tiempo para inutilizar las máquinas ydemás avíos de la fábrica de moneda. La moneda que <strong>el</strong>los acuñabanera la macuquina nuestra sin haber alterado cosa algunaen la ley ni en <strong>el</strong> tiempo, y con algún mayor peso que aqu<strong>el</strong>la:ésta circulaba en toda la Provincia, y Boves la dejaba correren los pueblos que allanaba socorriendo a sus tropas con <strong>el</strong>la”(Arámbarri, 1971: 28).Morillo imprimirá en la Real Casa de Moneda de Caracas unanueva moneda con cuño monárquico y con las característicasde la “macuquina”, que será llamada “morillera”. Por cierto, lasmedidas económicas d<strong>el</strong> Pacificador nada hacen para atraerl<strong>el</strong>as simpatías de los pacificados. Tras desembarcar en La Guaira<strong>el</strong> 10 de mayo de 1815, impone en Caracas dos empréstitos


de más de cien mil pesos cada uno para compensar las pérdidassufridas por la explosión de su nave capitana San Pedro deAlcántara, con la cual se habría perdido <strong>el</strong> tesoro de la flota;pecha con <strong>el</strong> diez por ciento de contribución <strong>el</strong> producto depropiedades, haciendas y capitales comerciales; prohíbe <strong>el</strong> usode armas blancas y garrotes e instala un Tribunal de Secuestrosque confisca los bienes de los patriotas, de los ciudadanosneutrales y de quienes hubieren emigrado por temor, inclusoa países dominados por España (Acosta Saignes; 1983: 72).Se nacionalizaran y revaluaran dichas monedasde plata haitianaComo se puede observar, la lucha entre patriotas y realistastambién se trenza en <strong>el</strong> campo monetario. Petión facilita monedahaitiana de plata para costear la expedición de Los Cayos.Apenas desembarca en Margarita <strong>el</strong> 3 de mayo de 1816, Bolívarordena que “ … se nacionalizarán y revaluarán dichas monedasde plata haitiana, estampándoles un pequeño res<strong>el</strong>lo de nuevemilímetros de alto por seis de ancho, con la M. inicial de Margaritaencima de la línea horizontal de 5 (mm) y una P. o 2 P.debajo, por una y dos pesetas según <strong>el</strong> tamaño, dándoles enconsecuencia, un alto premio en razón de su pureza, comparadacon <strong>el</strong> tenor de las macuquinas que entonces circulaban yeran de baja ley”. Más tarde, bajo la autoridad de Juan BautistaArismendi se acuñó moneda en la isla entre 1817 y 1818, especieque fue falsificada profusamente (Pardo, 1980: 66).Se fabrica moneda falsa de que está inundadaesa provinciaPor su parte, Bolívar conservará siempre la preocupaciónpor la calidad y <strong>el</strong> adecuado tenor de la moneda. Así, <strong>el</strong> 22 dejunio de 1818 escribe al general Monagas desde Angostura que:“He sido informado por personas muy fidedignas que en la Villad<strong>el</strong> Pao y en las Bocas, se fabrica moneda falsa de que está inundadaesa provincia, y esto con notorio perjuicio de la República


que necesariamente va a arruinarse si continúa este desorden,por tanto ordeno a Ud. que no omita diligencia alguna para descubrira los falsos monederos para hacer que se les juzgue yaplique la ley” (Barnola et al., 1964, T.XIII: 350-351).Se prohíbe la circulación de otra moneda que la de cordónde oro y plata, y la macuquina acuñada en CaracasLas atrop<strong>el</strong>ladas circunstancias de la guerra obligan a lospatriotas a intentar diversas experiencias de acuñación de monedaque, aunque imperfectas, van estableciendo un nuevo circulante.Así, José Antonio Páez en marzo de 1817 decreta enEl Yagual que se le entregase “toda la plata que tuvieran losemigrados para devolvérs<strong>el</strong>a acuñada y s<strong>el</strong>lada” (Pardo, 1980:67). El proceso aplicado es bastante rudimentario: <strong>el</strong> metal escalentado al rojo en una fragua ordinaria, cortado en trozos concinc<strong>el</strong> y estampado por percusión con una mandarria, para finalment<strong>el</strong>imarle las orillas hasta dejarlas como un polígono.Esta nueva moneda circula en las zonas dominadas por Páez,con las dificultades que cabe esperar de su fabricación rudimentariay su incierta ley. Por tal motivo, <strong>el</strong> 12 de junio de1818 Bolívar ordena al general de brigada Tomás Montilla, gobernadorde Angostura y Comandante general Interino de laProvincia, que tenga “a bien ordenar y mandar no circule dichamoneda acuñada en Barinas, sino en aqu<strong>el</strong>la provincia, y noen las demás de Venezu<strong>el</strong>a”. En la misma comunicación añadeque Páez se vio obligado “a acuñar moneda por <strong>el</strong> molde, aunquemuy imperfecto, de la macuquina que hizo romper <strong>el</strong> gobiernode Venezu<strong>el</strong>a, en la primera época de la Independencia”.El 18 de junio de 1818 Bolívar promulga decreto en Angosturaen <strong>el</strong> cual precisa que dicha especie monetaria circulará en laprovincia de Barinas “mientras se amortiza por <strong>el</strong> Gobierno”; y<strong>el</strong> artículo 2° d<strong>el</strong> mencionado decreto añade: “Tanto en aqu<strong>el</strong>laprovincia como en las demás de la República, se prohíbe lacirculación de otra moneda que la de cordón de oro y plata, yla macuquina acuñada en Caracas en la segunda época de laRepública” (Pardo, 1980: 68).


La materia monetaria reviste tanta importancia, que en laConstitución de 1819, sancionada en Angostura <strong>el</strong> 15 de agostode ese año bajo la directa inspiración de Bolívar, <strong>el</strong> artículo 6°de la Sección Primera d<strong>el</strong> Título 6°, r<strong>el</strong>ativo al Poder Legislativo,pauta que “son atribuciones exclusivamente propias d<strong>el</strong>Congreso: (…) Sexta: Determinar <strong>el</strong> valor, peso, tipo y nombrede la moneda que será uniforme en toda la República” (PicónRivas, 1944: 247). Una vez más, la determinación de las característicasde la moneda es reconocida como potestad soberana;se especifica como obligatoria su uniformidad, vale decir, <strong>el</strong> requerimientode que tales características sean constantes.Hemos encontrado más de medio millón de pesosen metálicoLos grandes auges de la intendencia republicana vienen conlas grandes victorias. Así como la liberación de Guayana significóla primera base económica sólida para las campañas emancipatorias,la liberación de la Nueva Granada constituye otrosignificativo aporte. Así, <strong>el</strong> 10 de agosto de 1819, en <strong>el</strong> Boletínd<strong>el</strong> Ejército en Santa Fe de Bogotá, se informa que <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>había recibido avisos de que <strong>el</strong> virrey, la audiencia y sus principalesempleados militares o civiles desertaban de la capital entumulto, por lo cual redobló la marcha para entrar en <strong>el</strong>la esedía, encontrando que “La precipitación con que <strong>el</strong> virrey y sussatélites huyeron al primer anuncio de la batalla de Boyacá, nole permitió salvar nada de los intereses públicos. En la Casa d<strong>el</strong>a Moneda hemos encontrado más de medio millón de pesos enmetálico; y en todos los demás almacenes y depósitos, cuantopuede necesitarse para armar y equipar completamente un numerosoejército. Puede decirse que la libertad de la Nueva Granadaha asegurado de un modo infalible la de toda la Américad<strong>el</strong> Sur, y que <strong>el</strong> año 19 será <strong>el</strong> término de la guerra, que contanto horror de la humanidad nos hace la España desde <strong>el</strong> añode diez” (O’Leary, 1981, T.XVI: 431).


La narrativa es acertada. Así como la toma de Guayana posibilitapertrechar <strong>el</strong> ejército que liberará la Nueva Granada,la emancipación de ésta y su unión en un cuerpo político conVenezu<strong>el</strong>a permite a su vez la campaña d<strong>el</strong> Sur que asegurarála libertad de Quito, Perú y <strong>el</strong> Alto Perú, que será luego llamadoBolivia.Determinar y uniformar <strong>el</strong> valor, peso, tipo y nombrede la monedaEn la Constitución que consagra la existencia de la GranColombia, también llamada Constitución de Cúcuta por habersido dada en dicha ciudad <strong>el</strong> 18 de julio de 1821, <strong>el</strong> artículo55° dispone que “Son atribuciones exclusivamente propias d<strong>el</strong>Congreso: (…) Quinta: Establecer un Banco Nacional; Sexta:Determinar y uniformar <strong>el</strong> valor, peso, tipo y nombre de la moneda”(Picón Rivas, 1944: 276). También en esta Constituciónson determinantes las orientaciones de Bolívar; llama la atenciónla novedad d<strong>el</strong> establecimiento d<strong>el</strong> Banco Nacional, entidaddestinada a ejercer funciones de Tesorería y en parte deCasa de Moneda.Con <strong>el</strong> s<strong>el</strong>lo d<strong>el</strong> busto de la IndiaLa fluidez de la guerra había determinado que por los territoriosen disputa circularan simultáneamente varias especiesmonetarias. Bolívar comprende que <strong>el</strong> símbolo más difundido ycotidiano de la instauración de la República es una moneda devalor estable que la identifique y que, por así decirlo, imponga<strong>el</strong> cuño republicano a cada transacción económica. Con prontitud,<strong>el</strong> 21 de noviembre de 1819, encontrándose en SabanaLarga, Bolívar aplica la nueva Constitución decretando que seacuñe de nuevo, con <strong>el</strong> llamado s<strong>el</strong>lo d<strong>el</strong> busto de la India, “lamoneda que hay amortizada en la Casa de Moneda de SantaFe, la cual circulará en todas las provincias libres de la NuevaGranada y Venezu<strong>el</strong>a” (Barret et al., 1961, T.II: 172). La sacadade la circulación de monedas poco confiables culmina con esta


medida afirmativa de acuñar monedas confiables y con s<strong>el</strong>losy símbolos distintivos de la causa independentista. En <strong>el</strong> referidodecreto, Bolívar considera: “… que res<strong>el</strong>lada y puesta encirculación la moneda que hay amortizada en la Casa de Monedade Santa Fé puede ser gran recurso para ocurrir a las presentesnecesidades d<strong>el</strong> ejército; y que la urgencia de estas no dalugar a que se emita esta nueva moneda en la forma que hastaahora ha tenido la que emitía en plata la dicha casa”. Motivopor <strong>el</strong> cual dispone:“Art. 1° La moneda amortizada o que se amortice en ad<strong>el</strong>anteserá res<strong>el</strong>lada y acuñada de nuevo en la casa de Moneda deSanta Fe con <strong>el</strong> s<strong>el</strong>lo d<strong>el</strong> busto de la India.Art. 2° No solamente se podrá emitir la expresada monedade plata d<strong>el</strong> valor de un real y una peseta, sino <strong>el</strong> valor de unpeso fuerte y medio peso fuerte con <strong>el</strong> mismo cuño de la India.Art. 3° Esta nueva moneda circulará en todas las provinciaslibres de la Nueva Granada y Venezu<strong>el</strong>a”.La apariencia de esta nueva moneda, según descripción deJosé Toribio Medina, es la siguiente: “En <strong>el</strong> campo, cabeza deuna india con un gran penacho de plumas, sobre la cual hasido reestampado <strong>el</strong> escudo de castillos y leones, cuart<strong>el</strong>ado poruna cruz de Jerusalén. Leyenda primitiva: Libertad Americana.1819. D<strong>el</strong> lado derecho de la cruz d<strong>el</strong> s<strong>el</strong>lo: 1. Rev. -… aunquepor <strong>el</strong> mal estampado d<strong>el</strong> s<strong>el</strong>lo no ha sido este íntegro. Primitivamente,<strong>el</strong> campo con una granada, según se establece por laspiezas de esta especie no res<strong>el</strong>lada.-Leyenda circular de la monedaoriginal: NUEVA GRANADA. 2R.J.F.” (Pardo, 1980: 73).Desde entonces se acude a esta moneda nuevamente acuñaday res<strong>el</strong>lada para costear los más urgentes gastos de la campañaa fin de liberar <strong>el</strong> territorio venezolano. El 14 de abril de1820 ya se encuentra Bolívar en San Cristóbal, ocupado en lasafanosas tareas de reclutar milicianos y conseguir pertrechos;desde allí escribe al vicepresidente Francisco de Paula Santander:“Con 30.000 pesos mensuales que Ud. envíe a mi cuart<strong>el</strong>general, desde mayo hasta octubre, hago frente a todos los gastosd<strong>el</strong> ejército, y mantengo con <strong>el</strong>los nuestros 3.500 veteranos;y con los productos de las otras provincias se mantendrán sus


espectivos batallones. Supongo que se acuñen cien mil pesosen la Casa de Moneda; con la macuquina que allí teníamos ycon trece mil pesos mensuales que nos suministren las salinasqueda todo pagado” (Lecuna, 1947, T.I: 421-422). Vale decir,todavía quedan restos de la vieja moneda con cuño realista;cuidadoso d<strong>el</strong> valor emblemático d<strong>el</strong> signo monetario, Bolívarno deja que entre en circulación sin que se le imponga <strong>el</strong> nuevos<strong>el</strong>lo, creando así una nueva emisión monetaria.He prohibido la circulación de la mala monedaLa preocupación por desterrar <strong>el</strong> uso de la moneda con s<strong>el</strong>lorealista o falsificada es constante, y así, <strong>el</strong> 8 de septiembrede 1820, encontrándose en San Pedro y preparando la marchahacia Ocaña, comunica al vicepresidente Santander que “Hemandado al gobernador Gual que organice ambas provincias;he prohibido la circulación de la mala moneda; he ordenadoque se cobre un 33 por ciento sobre las mercancías introducidasen <strong>el</strong> país por Sabanilla y he encarecido mucho la prontaorganización de las rentas para subvenir los gastos de la escuadra,que es muy costosa, manteniéndose las tropas hasta ahoraa costa de los pueblos que manifiestan aún buena voluntad”(Pérez Vila, 1959, T.XII: 210-211).Era una creación de un pap<strong>el</strong> moneda sin los requisitos,seguridades y fondos necesariosOtra constante preocupación es la de los factores que puedenpropiciar la pérdida de valor de la moneda. Bolívar tieneabsoluta conciencia de que una emisión de títulos con cargo ala hacienda pública en alguna forma se asimila a un incrementod<strong>el</strong> circulante y puede hacer bajar <strong>el</strong> valor d<strong>el</strong> signo monetario.Tal preocupación se hace presente ante <strong>el</strong> desdichado manejode los títulos o vales mediante los cuales la República se comprometióal pago de los haberes militares, o recompensas porlos servicios prestados en las filas. Carente de efectivo, <strong>el</strong> Fiscorepublicano emitió títulos que daban derecho al beneficiado


a una cierta cantidad de tierras. Con esta medida, beneficiosay justificada, se hubieran podido a la vez recompensar los serviciosde los patriotas, efectuar una redistribución democráticade los grandes latifundios decomisados por la Nación y efectuaruna suerte de reforma agraria que hubiera favorecido una pequeñay mediana propiedad productivas. El retraso en hacerefectiva la repartición prometida en dichos títulos, sin embargo,motivó que sus titulares se vieran forzados a venderlos, y laexcesiva oferta hizo caer su valor, con nocivos efectos para laeconomía.Obviamente preocupado por la situación, a través de su secretarioBriceño, <strong>el</strong> 17 de julio de 1821, unas tres semanas despuésde la batalla de Carabobo, <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> dirige comunicacióndesde Valencia al ministro de Hacienda, en la cual expresa:“Poca previsión se necesitaba para conocer que semejante emisióny circulación de simples billetes iba a causar la pérdidacompleta y absoluta de nuestro crédito público, así porque erauna creación de un pap<strong>el</strong> moneda sin los requisitos, seguridadesy fondos necesarios para sostenerlo y acreditarlo, comoporque iban a ser propietarios de él hombres que reducidos a laindigencia, se veían en la necesidad de cambiarlo por cualquieracantidad efectiva que remediase al pronto sus necesidades.Así es que desde <strong>el</strong> principio han perdido un 95 por ciento, y secreen muy f<strong>el</strong>ices los militares que logran <strong>el</strong> cambio a este precio.Como la comisión de repartición ha procedido con absolutaindependencia d<strong>el</strong> gobierno, por lo menos respecto de S.E.<strong>el</strong> presidente, no puede calcularse cuánta sea la distribuciónhecha hasta ahora, pero sí puede asegurarse que ninguno de losque han recibido sus haberes en vales, los posee, y que todos,o la mayor parte han pasado a otras manos, a manos usureras,por la despreciable cantidad que he dicho. De este modo, unadistribución prematura ha burlado y hecho nulo <strong>el</strong> objeto benéficode la ley, y ha cargado al Estado de una deuda inmensa,sin asegurar ni aliviar en ninguna manera <strong>el</strong> establecimientoy la subsistencia de los defensores de la patria en sus épocascalamitosas” (O’Leary, 1981, T.XVIII: 393-395).


El juicio de Bolívar sobre la desdichada maniobra es lapidario.Se han emitido créditos contra la Nación que constituyen“una creación de un pap<strong>el</strong> moneda sin los requisitos, seguridadesy fondos necesarios para sostenerlo y acreditarlo”. Al noadoptar la precaución de hacerlos intransferibles, no se logróque permanecieran en propiedad de los beneficiados, y sí quepasaran a mano de especuladores por sumas exiguas. En otraparte de su penetrante análisis, que examinaremos al tratar lacuestión de los haberes militares, Bolívar anticipa una lúgubrereflexión: “ojala que no sea ésta la señal de la desastrosa guerracivil que nos amenaza, por la aparente diferencia de nuestrapoblación” (O’Leary, 1981, T.XVIII: 395). Historiadores comoFederico Brito Figueroa, en efecto, sostienen que <strong>el</strong> escandalosonegociado que se realizó con las recompensas por serviciosprestados prolongó y exacerbó la desigualdad social, favorecióla creación de una nueva clase de terratenientes y contribuyóa desatar las insurrecciones campesinas de 1846 y la GuerraFederal. Con sólo <strong>el</strong> mando militar en sus manos, Bolívar nadapuede hacer para corregir <strong>el</strong> nefasto yerro. Declarar sin valor lostítulos sería aniquilar <strong>el</strong> crédito de la Nación. A pocas semanasde haber s<strong>el</strong>lado la libertad de Venezu<strong>el</strong>a, avizora Bolívar que laturbia especulación con las obligaciones que ésta emite puededesatar un terrible conflicto social, como sucedió en efecto.Desde entonces, está siempre Bolívar atento a las cuestionesmonetarias y fiscales nacionales e internacionales, y así, <strong>el</strong> 8 dejulio de 1826, en carta para <strong>el</strong> vicepresidente Santander dirigidadesde Magdalena, cierra con una irónica consideración anteuna de las crisis periódicas de la banca mundial: “No sólo losbanqueros de Colombia han quebrado en Inglaterra sino seiscientascasas más” (Lecuna, 1947, T.II: 429-431).Fueron trescientos años <strong>el</strong> erario de EspañaHemos ya referido, en la sección sobre los recursos naturales,la exaltación d<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> cuando llega a la mina dePotosí <strong>el</strong> 26 de octubre de 1826 y exclama: “En cuanto a mí,de pie sobre esta mole de plata que se llama Potosí y cuyas


venas riquísimas fueron trescientos años <strong>el</strong> erario de España,yo estimo en nada esta opulencia cuando la comparo con lagloria de haber traído victorioso <strong>el</strong> estandarte de la libertad,desde las playas ardientes d<strong>el</strong> Orinoco, para fijarlo aquí, en <strong>el</strong>pico de esta montaña, cuyo seno es <strong>el</strong> asombro y la envidia d<strong>el</strong>universo” (Lecuna, 1939: 314).Como uno de los hombres más cultos de su época, <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>conoce perfectamente que la transferencia d<strong>el</strong> contenidode esa “mole de plata” fue “trescientos años <strong>el</strong> erario de España”,permitió a ésta cerca de dos siglos de hegemonía europeay en fin revitalizó la economía d<strong>el</strong> Viejo Mundo. Seguramenteha leído <strong>el</strong> pasaje de Montesquieu según <strong>el</strong> cual “la plata extraídade las minas de América, transportada a Europa, y de allíreenviada al Oriente, ha favorecido la navegación europea: esuna mercancía más que Europa recibe en trueque de América,y que <strong>el</strong>la reenvía en trueque a las Indias. Una mayor cantidadde oro y de plata es por lo tanto favorable cuando se consideraestos metales como mercancía: no lo es cuando se los consideracomo signo, porque su abundancia destruye su cualidad designo, en gran parte fundada sobre su rareza” (Montesquieu,1964: 677).Al fin la República instaura un régimen en <strong>el</strong> cual se fija comounidad monetaria un peso con cuño republicano con una leyespecificada, y se restablece <strong>el</strong> sistema bimetalista español. Lasmedidas no logran sin embargo ordenar la situación monetaria,caracterizada por un gran escasez de circulante, la coexistenciade monedas acuñadas por la República y por los realistas, y laeventual presencia y aceptación de monedas extranjeras, de talmagnitud que es legalizada a partir de 1830. La Constituciónde ese año, que consagra la separación de Venezu<strong>el</strong>a de la GranColombia, establece en su artículo 87 que “Son atribucionesd<strong>el</strong> Congreso: (…)5° Determinar y uniformar la lei, valor, tipoy denominación de la moneda”. El aparte 15° de dicho artículoañade a dichas atribuciones una vez más: “Establecer un banconacional”.


Habrá en Venezu<strong>el</strong>a una moneda de cobre y cuño nacionalSin embargo, <strong>el</strong> establecimiento de un instituto de tal índoletardará todavía mucho en materializarse, y la situaciónmonetaria se irá deteriorando. Una ley de julio de 1830 inclusoprohíbe la acuñación de moneda en territorio venezolano. Lafalta d<strong>el</strong> circulante necesario y confiable propicia <strong>el</strong> empleo denumerosas monedas, extranjeras, y así, <strong>el</strong> 30 de diciembre de1830 la Secretaría de Hacienda publica una lista en la cual establec<strong>el</strong>os valores de conversión a centavos fuertes y centavosmacuquinos de un conjunto de monedas de Dinamarca, España,Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Irlanda, Portugal, Holanda,Rusia y Suecia, y a las ciudades de Bremen y Hamburgo, con locual legaliza de hecho su circulación. En mayo de 1834 se le daasimismo carácter de legitimidad a la llamada onza macuquina,al peso fuerte y a la onza españoles, y se admiten monedas deotros países latinoamericanos siempre que fueran similares enpeso y ley a las españolas. Luego se admiten <strong>el</strong> dólar estadounidense,<strong>el</strong> franco francés, <strong>el</strong> ch<strong>el</strong>ín inglés e incluso los pesos brasileñosy portugueses. El caos monetario así instaurado apenascede algo con la acuñación de moneda venezolana que dispone<strong>el</strong> Congreso <strong>el</strong> 29 de marzo de 1842, por ley cuyo artículo 1ºpauta: “Habrá en Venezu<strong>el</strong>a una moneda de cobre y cuño nacionaldenominada centavo, que represente la centésima partede un peso fuerte”. La nueva moneda luce <strong>el</strong> emblema de la Libertady la inscripción “República de Venezu<strong>el</strong>a”, y es acuñadaen Londres por valor de 20.000 pesos fuertes con fecha de 1843(Arcila Farías y Pardo, 1988, Vol.II: 991-992). Ello no obstante,persisten hasta bien entrado <strong>el</strong> siglo XX la escasez de monedas,la circulación simultánea de las extranjeras, e incluso su sustituciónpor sistemas monetarios paral<strong>el</strong>os, tales como las fichasy las deudas acumulativas en pulperías y “tiendas de raya”, quese constituyen de hecho en sistemas de explotación de los asalariados(Arcila Farías y Pardo, 1988, T.II: 991-992).Bolívar, desde luego, no es un teórico monetario, pero comprendea la perfección los negativos efectos que puede tener lamoneda sin respaldo; valora la importancia que comporta para


un sistema político emitir su propia moneda, controlando sucuño, su ley, su pureza y su circulación, y promueve la inclusiónde tales principios como normas constitucionales; recurreal signo monetario de pap<strong>el</strong> en forma razonada, transitoria ycon vistas a sustituirla por especies con valor propio; prohíbe lacirculación de la mala moneda, promueve la persecución y castigode los falsificadores y condena categóricamente la emisiónde obligaciones que puedan cargar de pasivos inmanejables a laRepública.Transcurrido casi medio siglo desde la muerte d<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>,Antonio Guzmán Blanco, mediante decreto de 31 de marzode 1879, crea <strong>el</strong> bolívar de plata como unidad monetaria deVenezu<strong>el</strong>a y proscribe la circulación de monedas extranjeras.Desde entonces <strong>el</strong> signo monetario venezolano es a la vez <strong>el</strong>signo d<strong>el</strong> recuerdo histórico d<strong>el</strong> Padre de la Patria.


4.9. La República ordenala HaciendaEra igualmente extrema la desorganización de la HaciendaAdvirtió correctamente Bolívar que la dominación ibérica habíaconfinado de manera forzada a los colonos americanos enlas actividades agrícolas y extractivas. Su inserción dentro d<strong>el</strong>a economía de la época los reduce a producir cosechas baratasde frutos que no puedan cultivarse en Europa. Es la orientaciónque se mantiene durante tres siglos de coloniaje.Ello implica la agricultura de plantación de unas pocas especies,<strong>el</strong> latifundio, la mano de obra esclava o indígena o de unpeonaje en condición de servidumbre. Durante tres centuriasno sólo no se ha alentado la producción para <strong>el</strong> consumo interno:determinados ramos de industria han sido expresamenteprohibidos, para forzar la importación desde la metrópoli, y seha desalentado escrupulosamente <strong>el</strong> intercambio entre las colonias.Durante <strong>el</strong> último siglo de la Colonia la producción hagravitado hacia lo que se llama genéricamente la economía d<strong>el</strong>os postres. El siglo XVIII ha visto la declinación progresiva d<strong>el</strong>as exportaciones d<strong>el</strong> cacao y <strong>el</strong> florecimiento de las d<strong>el</strong> café;durante él continúa siendo rubro de gran demanda un tabacode excepcional calidad, apto para aromatizar la sobremesa. Elsistema hacendístico construido sobre esta economía dependeesencialmente de dos grandes ramos de ingresos: <strong>el</strong> cobro detarifas aduaneras por los bienes que se importan, y <strong>el</strong> estanco omonopolio d<strong>el</strong> tabaco.La Guerra de Independencia no sustituye ni revoluciona estemod<strong>el</strong>o económico: durante más de dos décadas reduce abruptamentesu productividad. Las confiscaciones que realizan ambosbandos interrumpen la producción; las conscripciones despojanlos campos de brazos; las clases más oprimidas se sublevany mantienen la insurgencia mediante <strong>el</strong> saqueo. Interrumpidode manera intermitente <strong>el</strong> ingreso de las aduanas y d<strong>el</strong> estancod<strong>el</strong> tabaco, la República recurre en 1813 a decretar impuestosextraordinarios, llamados “contribución de los pueblos”. Sólo


después de 1830 son <strong>el</strong>iminados definitivamente algunos restosd<strong>el</strong> sistema hacendístico colonial, tales como <strong>el</strong> impuestode alcabala, que se pagaba por introducir mercancías a las ciudades;<strong>el</strong> monopolio estatal sobre <strong>el</strong> tabaco, y <strong>el</strong> diezmo que secanc<strong>el</strong>aba a la Iglesia, que <strong>el</strong> Estado suple mediante la partida dePatronato Eclesiástico.La primera Ley Orgánica de la Hacienda es sancionada <strong>el</strong>3 de agosto de 1824. Establecía una Dirección General de Haciendaconstituida por 5 directores, la cual debía considerarsecomo <strong>el</strong> primer cuerpo de administración de la Hacienda Pública,encargada de dirigir, bajo la dependencia d<strong>el</strong> Poder Ejecutivo,todos los ramos hacendísticos y preparar los estudios,memorias y proyectos de mejoras que <strong>el</strong> Gobierno debía presentaranualmente al Congreso. En los departamentos, la jefaturahacendística correspondía al intendente, subordinado alPoder Ejecutivo y a la Dirección General. En cada departamentofuncionaba una contaduría encargada de examinar anualment<strong>el</strong>as cuentas de las tesorerías principales y subalternasy de todas las administraciones de rentas que hubiera en <strong>el</strong>los;las contadurías no ejercerían jurisdicción contenciosa, sino lacoactiva para cobrar las cuentas. Se suprimió la Tesorería General,estableciendo tesoreros departamentales, dependientesde la Dirección General, encargados de recaudar y pagar; seformaban juntas consultivas de Hacienda; <strong>el</strong> gobernador de laprovincia era subd<strong>el</strong>egado de Hacienda; la jurisdicción de losnegocios contenciosos de Hacienda competía a los “jueces letradosde hacienda”. Por su importancia en la recaudación d<strong>el</strong>os ingresos, a las aduanas y a los resguardos de puertos se lesconfirió la independencia con respecto a las tesorerías; las rentasde tabaco y correos se administraban asimismo en formaindependiente. Una reforma sancionada en 1826 añadió a lasfunciones de los directores la de contadores (Aizpúrua, 1988,T.II: 422-446). Estas disposiciones, al multiplicar las oficinasdepartamentales y crear estatutos de r<strong>el</strong>ativa autonomía paraun conjunto de administraciones tales como aduanas, resguardos,tabaco y correos, no facilitó la necesaria coordinacióne integración de la Hacienda.


Para una economía que está en guerra abierta hasta fines de1824, cuando se gana la batalla de Ayacucho, y que luego siguevarios años bajo constantes amenazas de invasión, reconquistao guerra civil, se puede comprender que <strong>el</strong> mayor rubro deegresos sea <strong>el</strong> militar. Durante <strong>el</strong> ejercicio fiscal 1825-1826, yaestabilizada la República, <strong>el</strong> gasto en Defensa asciende a másde cinco millones de pesos; un 75% de las erogaciones. En 1827José Rafa<strong>el</strong> Revenga, secretario d<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>, en la Memoriapresentada al Congreso <strong>el</strong> 10 de septiembre de ese año, afirmaque: “Era igualmente extrema la desorganización de la Hacienda,pues los sucesivos intendentes, Soublette, Toro, Escalona,Mendoza, aunque hombres probos a carta cabal, preferían o porerror u obligados por las circunstancias, <strong>el</strong> sistema de dejar hacer.En estos departamentos la Hacienda no existía para la República:se cobraban real o aparentemente todas las contribucionespero desaparecían aun antes de cobradas. Se debe muypoco de las directas, pero rarísimo ha sido <strong>el</strong> colector que harendido cuentas ni que haya publicado lo que cada uno debía, olo que había recaudado. Las aduanas litorales, cuyos productosllegaron antes en estas provincias a más de 1.200.000 pesos,apenas producían ahora la cuarta parte” (Aizpúrua, 1988, T.II:422-446).Como hemos visto, la Hacienda Pública es preocupaciónconstante d<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> en tiempos en que, como él mismo loresume en carta de 14 de junio de 1823 a Santander, “No dudoque <strong>el</strong> erario esté agotado, porque jamás lo hemos tenido” (Lecuna,1947, T.I: 769). Los consecutivos cataclismos de la caídade la Primera República en 1812 y de la Segunda República en1814 son también desastres financieros. Cada una se levantasobre la demolición de un orden hacendístico previo; ambasfuncionan precariamente con los escasos ingresos que se puedenpercibir de una economía devastada por la guerra; las dosson perturbadas por la escasez o la pérdida de valor de la moneday asfixiadas por la constitución de crecidas deudas públicas;en ambas operan masivas y desordenadas confiscaciones queejecutan las autoridades realistas y las patriotas en los territoriosque sucesivamente ocupan. Gran parte de estos males se


prolongan durante la nueva etapa que abre para los patriotas lanacionalización de las misiones de Guayana en 1817, y los heredala Gran Colombia, que nace oficialmente por aprobaciónd<strong>el</strong> Congreso <strong>el</strong> 17 de diciembre de 1819.Sobre la dificultad de recaudar dinero, para su necesariouso por <strong>el</strong> EstadoBolívar no ha cursado estudios de intendencia, pero la administraciónde sus bienes y sus lecturas le han enseñado <strong>el</strong>funcionamiento de esa maquinaria, que su admirado ThomasHobbes de Malmesbury compara en <strong>el</strong> Leviathan a la digestiónde un ser viviente, al afirmar que “la nutrición de un Estadoconsiste en <strong>el</strong> Acopio, y Distribución de Materiales necesariospara la vida; en su Cocción, o Preparación; y (una vez cocidos)en la Distribución de <strong>el</strong>los, por convenientes conductos, para<strong>el</strong> uso público” (Hobbes, 1968: 296-297). Entre las causas quedebilitan y destruyen un Estado, <strong>el</strong> minucioso Hobbes mencionauna que no obstante su carácter prosaico causa agobiantespreocupaciones al <strong>Libertador</strong>: la falta de dinero. Y sobre <strong>el</strong>la seextiende <strong>el</strong> inglés:En principio, sobre la dificultad de recaudar dinero,para su necesario uso por <strong>el</strong> Estado; especialmente cuandose aproxima una guerra. Esta dificultad surge de la opiniónde que cada súbdito tiene una propiedad sobre sustierras y bienes, que excluye <strong>el</strong> Soberano Derecho al usode <strong>el</strong>los. De donde se deriva que <strong>el</strong> Poder Soberano, queprevé las necesidades y p<strong>el</strong>igros d<strong>el</strong> Estado (encontrando<strong>el</strong> ingreso d<strong>el</strong> dinero al Tesoro público obstruido por latenacidad d<strong>el</strong> pueblo), por lo cual debe aplicarse a enfrentary prevenir tales p<strong>el</strong>igros desde su comienzo (…)(Hobbes, 1968: 373).Esté o no convencido por sus lecturas d<strong>el</strong> riguroso filósofo,Bolívar aplica a fondo sus poderes conferidos por la soberanía,y como hemos visto, opera una verdadera revolución enla propiedad de los países donde tiene mando, efectuando masivasconfiscaciones y todavía más vastas redistribuciones de


inmuebles, pensadas para promover un vasto sector de pequeñosy medianos propietarios e incluso de grupos que explotaranfundos en propiedad común. Según también vimos, por causasajenas a su voluntad, y que denunció y criticó con angustia,a pesar de estas redistribuciones la propiedad territorial volvióa concentrarse en muy pocas manos.No se debe en absoluto menoscabar las necesidadesreales d<strong>el</strong> puebloPero las grandes confiscaciones son recurso extremo y accidental.No se le escapa a Bolívar que una República bien ordenadafunciona sobre la base de esa continua, moderada y uniformeconfiscación de bienes que se denomina impuesto. Esbien probable que en sus lecturas de Montesquieu haya dadocon <strong>el</strong> pasaje r<strong>el</strong>ativo a las r<strong>el</strong>aciones que la recolección de tributosy <strong>el</strong> monto de los ingresos guardan con la libertad. Apunta<strong>el</strong> francés que “para fijar bien estos ingresos, hay que poneratención a las necesidades d<strong>el</strong> Estado y a las de los ciudadanos.No se debe en absoluto menoscabar las necesidades reales d<strong>el</strong>pueblo por las imaginarias d<strong>el</strong> Estado. Las necesidades imaginariasson aqu<strong>el</strong>las que demandan las pasiones y debilidadesde los gobernantes, <strong>el</strong> encanto de un proyecto extraordinario,la necesidad enfermiza de vana gloria y una cierta impotenciad<strong>el</strong> espíritu contra las fantasías” (Montesquieu, 1964: 608). En<strong>el</strong> “Manifiesto de Cartagena” <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> ha criticado acerbament<strong>el</strong>a disipación de las rentas públicas en objetos frívolos einnecesarios.Se puede recaudar impuestos más fuertes en proporciónde la libertad de los súbditosQuizá le haya interesado a Bolívar todavía más la seccióndonde Montesquieu demuestra que la magnitud de los tributosdepende de la naturaleza de los gobiernos: “Los tributos debenser muy ligeros en los gobiernos despóticos. Sin <strong>el</strong>lo ¿quiénquerría tomarse <strong>el</strong> trabajo de cultivar la tierra? ¿Y cómo pagar


pesados tributos a un gobierno que no da nada a cambio d<strong>el</strong>o que <strong>el</strong> ciudadano le aporta?” En cambio, afirma <strong>el</strong> filósofo:“Regla general: se puede recaudar impuestos más fuertes enproporción de la libertad de los súbditos; y hay que moderarlosen la medida en que la servidumbre aumenta. Siempre ha sidoy siempre será así”. En conclusión: “Se puede aumentar los tributosen la mayoría de las repúblicas, porque <strong>el</strong> ciudadano, quecree que los paga a sí mismo, tiene la voluntad de pagarlos,y tiene ordinariamente <strong>el</strong> poder de hacerlo por la naturalezad<strong>el</strong> gobierno. En la monarquía, se puede aumentar los tributos,porque la moderación d<strong>el</strong> gobierno puede procurar riquezas: escomo la recompensa d<strong>el</strong> príncipe por <strong>el</strong> respeto que guarda alas leyes. En <strong>el</strong> Estado despótico no se puede aumentarlos, porqueno se puede aumentar la servidumbre extrema” (Montesquieu,1964: 610-611). Magníficas reflexiones, pero difíciles deaplicar en una República donde <strong>el</strong> Estado poco puede ofrecer acambio de lo que toma, salvo la defensa, y en donde la escasaproductividad hace casi tan imposible la <strong>el</strong>evación de las tasascomo en un despotismo.Redúzcase enhorabuena <strong>el</strong> ejército cuanto sea compatiblecon las necesidades públicasIgual interés ha de despertarle la reflexión sobre la monarquíauniversal, donde Montesquieu se pregunta: “¿Si las grandesconquistas son tan difíciles, tan vanas, tan p<strong>el</strong>igrosas, quépodemos decir de esta enfermedad de nuestro siglo que haceque se mantenga en todas partes un número desordenado detropas? Ella tiene sus recaídas y deviene necesariamente contagiosa,ya que tan pronto un Estado aumenta lo que llama susfuerzas, los otros de inmediato aumentan las suyas, de modoque con <strong>el</strong>lo no se logra otra cosa que la ruina común” (Montesquieu,1964: 610).Una República que batalla por su existencia ha de tener necesariament<strong>el</strong>o que podría considerarse un número desordenadode tropas ¿Cómo mantenerlas, en una economía arruinadapor <strong>el</strong> conflicto? ¿Cómo reducir su número, sin arriesgar la insu-


ordinación y una nueva guerra, esta vez interna? A su regresoa Colombia en 1827, después de reducir con su sola presencia laconspiración secesionista de Páez en Venezu<strong>el</strong>a, encuentra que<strong>el</strong> Poder Legislativo reduce abruptamente <strong>el</strong> número de efectivosd<strong>el</strong> Ejército. Así, <strong>el</strong> 24 de agosto de 1827, desde Cáchira, enlas cercanías de Bucaramanga, dirige comunicación al Senadode Colombia en la cual expresa: “Redúzcase enhorabuena <strong>el</strong>ejército cuanto sea compatible con las necesidades públicas;pero no se le haga incapaz de rep<strong>el</strong>er la invasión extranjera; nose le haga incapaz de contener en su deber a los que despojanal pueblo de la libertad de constituirse; no se le haga incapazde impedir la anarquía cuando todos los resortes de la fortunapolítica se han roto ya. No se ha de temer la penuria d<strong>el</strong> tesoroque lamenta la secretaría de la Guerra, si es que se ha tenidopresente al sancionar <strong>el</strong> decreto. Exhausto estaba en los cuatrodepartamentos d<strong>el</strong> Este, donde además parecían agotadoslos recursos, y establecida que fue allí una prudente economía,y restablecido <strong>el</strong> orden se equilibraron las rentas con los gastos.No hay obstáculo alguno para que suceda lo mismo en <strong>el</strong>resto de la República; y la sabiduría d<strong>el</strong> congreso ha de hacerincomparablemente más. Él conservará <strong>el</strong> ejecutivo y la unidadnacional y proveerá a las necesidades públicas” (Blanco y Azpúrua,1978, T.XI: 522). A pesar de las críticas que formula a lamedida, ésta ha sido materia de su constante preocupación. En1826 proyecta liberar Cuba y Puerto Rico para asegurar a Américacontra invasiones a través de esas bases caribeñas, perotambién para dar ocupación a un gran ejército que después d<strong>el</strong>triunfo en Ayacucho empieza a ser gravoso. En su última visitaa Venezu<strong>el</strong>a en 1827, a pesar de las críticas que ha formulado alCongreso, también adoptará concretas medidas para reducir <strong>el</strong>gasto militar y <strong>el</strong> número de efectivos.Como hemos visto, Bolívar enfrenta todos estos conflictosy disyuntivas desde <strong>el</strong> principio de sus campañas. Cuando laRepública se reducía a un precario ejército, ha tenido <strong>el</strong> mandode esa pequeña nación y arbitrado los recursos para mantenerlaen existencia. Cuando <strong>el</strong> ejército revolucionario domina unterritorio, arbitra ingresos recurriendo al crédito personal, al de


la República, a la conservación de algunos impuestos d<strong>el</strong> sistemacolonial, a los tributos especiales, a las grandes confiscaciones.Los emplea activamente en la compra de pertrechos, perotambién en la redistribución justiciera de las propiedades y en<strong>el</strong> fomento de las actividades económicas, resolviendo cada díaun cúmulo de minucias entre p<strong>el</strong>igros urgentes y problemas insolubles.Normas y sancionesA medida que avanza por este dificultoso sendero, intenta reorganizarsegún principios de lógica, claridad y rigor la castigadaHacienda Pública. La dificultad y la diversidad de los problemasse extienden al mismo ritmo que los territorios liberados. A veceslas medidas, dictadas en plena batalla, son drásticas y atrop<strong>el</strong>ladas.Requeriría todo un tratado detallarlas. Sólo a título deejemplo, refirámonos a algunas de <strong>el</strong>las, que en algunos casosya hemos desarrollado con mayor extensión.El 11 de septiembre de 1813, desde Puerto Cab<strong>el</strong>lo, decretaBolívar pasar por las armas a los defraudadores de la Renta d<strong>el</strong>Tabaco. Una década después, <strong>el</strong> 18 de marzo de 1824, decretaen Perú la pena capital para todo empleado de aduanas, resguardos,capitanías de puerto o cualquier otra función de HaciendaPública que tomare parte en fraudes contra <strong>el</strong>la. El 27de enero de 1825, hallándose en Perú, establece una sociedadeconómica de “Amantes d<strong>el</strong> País”, dedicada al fomento de lasindustrias y la agricultura; días más tarde crea en cada Departamentouna dirección de Minería. El 20 de julio de ese añodecreta la construcción de carreteras d<strong>el</strong> Cuzco a Arequipa, deArequipa a Puno y de Puno al Alto Perú, para facilitar las comunicacionesy los intercambios.En estos trajines menudean los decretos de nacionalizaciónde bienes, ya mencionados, que culminan simbólicamente conla visita al cerro d<strong>el</strong> Potosí <strong>el</strong> 5 de octubre. El 17 de diciembreya está decretando la exploración y estudio geográfico y mineralógicod<strong>el</strong> Perú para favorecer las actividades económicas y laminería. Al día siguiente decreta <strong>el</strong> proyecto y la construcción


de seis nuevas carreteras para carruajes que unirán Chuquisaca,Oruro, Cochabamba, Santa Cruz, Tacna, Potosí, Atacama ySalta, en Argentina. Y <strong>el</strong> 20 de ese mes crea en Chuquisaca unaContaduría General de Hacienda, encargada de la contabilidadpública d<strong>el</strong> Alto Perú. Son tareas que agobiarían a cualquierhacendista; Bolívar las culmina mientras conduce los ejércitosy maneja la compleja política de los territorios liberados.En ningún caso se r<strong>el</strong>ajará la prisión mientras<strong>el</strong> deudor no quede solventeEn Venezu<strong>el</strong>a avanza una conspiración manejada por Páezpara separar <strong>el</strong> país de la Gran Colombia. A fines de 1826 Bolívarprepara otra de sus campañas fulminantes para llegar aVenezu<strong>el</strong>a a marchas forzadas y vencer por la persuasión o laconfrontación. Antes de partir, todavía tiene tiempo para promulgarun conjunto de decretos fundamentales para la organizaciónde la Hacienda Pública.Así, <strong>el</strong> 23 de noviembre promulga desde Bogotá un decreto“con <strong>el</strong> objeto de remover todos los obstáculos que ha tenidohasta <strong>el</strong> día la fi<strong>el</strong> y exacta recaudación de los impuestosy contribuciones y de facilitar la cumplida observancia de lasleyes fiscales”. Las medidas son extremas, como lo requiere lasituación, y disponen: “1° Todos los recaudadores de las rentasnacionales sin distinción de ramos, y cada uno en <strong>el</strong> cantón odistrito que esté a su cargo ejercerán toda la jurisdicción coactivanecesaria para llevar a puro y debido efecto <strong>el</strong> cobro de losimpuestos y contribuciones. 2° En esta virtud los mencionadosadministradores y demás recaudadores, procederán contrala persona y bienes de los deudores, de plano y sin figura dejuicio estrechándolos con prisiones y embargos de bienes suficientesa cubrir su deuda, los cuales se venderán en subastapública, rematándose en <strong>el</strong> mejor postor, sin consideración a suvalor, cuidando únicamente de sacar de <strong>el</strong>los la suma debida.3° En ningún caso se r<strong>el</strong>ajará la prisión mientras <strong>el</strong> deudor noquede solvente” (Barret et al., 1961, T.III: 32-33). Se trata d<strong>el</strong>


embargo compulsivo y de la prisión por deudas, ambos cumplidosejecutivamente, sin intervención judicial. Son institucionesde la época: <strong>el</strong> propio López Méndez, enviado a Londres paranegociar impuestos, había terminado preso por las deudas desu prestamista. Demuestran una preocupación que linda con <strong>el</strong>rigor, pero que no necesariamente incrementará <strong>el</strong> monto de lorecaudado.Poco antes, <strong>el</strong> utilitarista liberal Jeremías Bentham había remitidoalgunos de sus libros a Bolívar. En sus tratados jurídicos,sostenía <strong>el</strong> filósofo que <strong>el</strong> dolor ocasionado por un castigo debíaexceder d<strong>el</strong> beneficio obtenido al cometer la ofensa (Sabine,1966: 497). Si influyen en alguna medida en <strong>el</strong> rigor de las normascolombianas es sólo materia de conjetura.Por <strong>el</strong> fraude cometido solo por <strong>el</strong> empleado,sufrirá éste diez años de presidioPero las leyes duras contra los ciudadanos nada valen si losfuncionarios no las aplican. El mismo día, <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> promulgaotro decreto “para dar a la administración de Hacienda<strong>el</strong> movimiento activo, continuo y eficaz que requiere para suprosperidad”. Esta vez <strong>el</strong> blanco son los propios funcionariosy su responsabilidad de cumplir las leyes hacendísticas. A talefecto, dispone: “Artículo 5° La ineptitud de todos los empleadosmencionados que se calificará por <strong>el</strong> hecho de no llenar losdeberes de que se ha hecho mención, se castiga con la destituciónd<strong>el</strong> empleado. Artículo 6° La negligencia o aqu<strong>el</strong>la falta dediligencia que aplica a sus propios negocios un regular padre defamilia con la destitución e inhabilitación. Artículo 7° La connivenciao culpable deferencia con un subalterno negligente,o con un defraudador, se castigará irremisiblemente con diezaños de presidio si no se probare al empleado parte en <strong>el</strong> fraude.Artículo 8°. Por la participación en <strong>el</strong> fraude o por <strong>el</strong> fraude cometidosolo por <strong>el</strong> empleado, sufrirá éste diez años de presidio,<strong>el</strong> perdimiento de todos sus bienes, si no tuviere hijos, y <strong>el</strong> deuna tercera parte si los tuviere” (Barret et al., 1961, T.III: 34-35).


Son obviamente medidas draconianas. Pero no necesariament<strong>el</strong>as penas rigurosas promueven la aplicación de la ley:a veces la compasión incita a obviarlas o a pasar por alto lasfaltas.Siendo tan comunes y escandalosos los fraudesque se cometen contra las rentas nacionalesY todavía ese atareado 23 de noviembre de 1826, Bolívarconsidera que “siendo tan comunes y escandalosos los fraudesque se cometen contra las rentas nacionales, y conviniendo refrenaruna propensión que tanto r<strong>el</strong>aja la moral pública y disminuyetan considerablemente los ingresos”, por tanto decreta:“Artículo 1° Todo defraudador de las rentas d<strong>el</strong> Estado quedasujeto a la pena de perdimiento de las mercaderías, géneros oefectos en que haga o pretenda hacer la defraudación y en lade presidio desde los seis años hasta diez años con las costasd<strong>el</strong> proceso. Artículo 2° Son defraudadores en <strong>el</strong> sentido d<strong>el</strong>artículo anterior: 1° Los que importaren, exportaren o internarenmercaderías, frutos y efectos extranjeros <strong>el</strong>udiendo supresentación en las aduanas para no pagar los derechos establecidos;2° Los que introdujeren por los puertos de la Repúblicamercaderías, frutos o efectos de prohibida introducción; 3° Losque contra la prohibición de las leyes pretendan exportar furtivament<strong>el</strong>os metales prohibidos; 4° Los cultivadores, vendedoresy conductores de tabacos contra las instrucciones d<strong>el</strong> ramoy sin los requisitos que <strong>el</strong>las prescriben, y 5° Los destiladoresclandestinos y vendedores por menor de aguardientes sin laslicencias que determina la ley”. El inmediato artículo 3° pautaque “en la pena de perdimiento se comprende <strong>el</strong> buque, carruajeo caballería y la de los utensilios, vasijas y aparatos en que secometa <strong>el</strong> fraude. Los encubridores, fautores y receptores d<strong>el</strong>fraude están sujetos a las mismas penas” (Barret et al., 1961,T.III: 38-39).De nuevo, son sanciones de dureza extraordinaria, y en estecaso las normas cubren tanto <strong>el</strong> contrabando de introduccióncomo <strong>el</strong> de extracción, así como los hechos de infractores que


vendieren sustancias sujetas al monopolio, como <strong>el</strong> tabaco, oa licencia, como <strong>el</strong> alcohol. Hemos visto que las aduanas estánentre las principales fuentes d<strong>el</strong> ingreso público, por tal motivose castiga con tal dureza <strong>el</strong> contrabando. Así, apenas entres días, sanciona <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> una especie de pequeño códigohacendístico y tributario, con tipos d<strong>el</strong>ictivos, procedimientossumarios, atribución de competencias para seguirlos.Nuestra agricultura no puede reponerse d<strong>el</strong> atrasoLlegado a Venezu<strong>el</strong>a, Bolívar entra en una frenética actividadpara pacificar <strong>el</strong> país con la doble arma de la amenaza yde la conciliación, pero sobre todo con <strong>el</strong> remedio duraderode la organización de la Hacienda y de la economía, en la cuallo ayuda su fi<strong>el</strong> y competente secretario José Rafa<strong>el</strong> Revenga.En medio de las d<strong>el</strong>icadas tareas de enfrentar una sedición enforma sin necesidad de recurrir a las armas, se ocupa Bolívar d<strong>el</strong>as no menos decisivas tareas hacendísticas.Éste es cometido complejo que abarca mil detalles, pero podríamosagrupar sus iniciativas en cuatro rubros específicos:medidas de efectiva aplicación de las disposiciones hacendísticas;medidas de fomento; medidas de reducción d<strong>el</strong> gasto military de los contingentes de tropas, y plan de canc<strong>el</strong>ación de ladeuda pública, esta vez aplicando uno de los más importantesramos de ingreso, <strong>el</strong> de la renta d<strong>el</strong> tabaco.Aplicación y reforma de las normashacendísticasRegresar a la cuna es reencontrarse. En su última visita a Caracas,Bolívar vu<strong>el</strong>ve a ser integrador. El 3 de septiembre de1826 salta sobre su montura en Lima y cabalga millar y mediode leguas juntando tropas. No es visita de cortesía. Los caudilloslocales conspiran para desmembrar la Gran Colombia enlo que <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> llamó “republiquitas”. Es <strong>el</strong> bolivarianismosin Bolívar. Éste cabalga afiebrado por Pamplona y llega a Maracaibo.Pasa por Bogotá, dicta apresuradamente medidas para


ordenar la Hacienda Pública. Ante su prestigio y <strong>el</strong> renombrede sus milicias calla la algarada. Apenas Páez, cabeza d<strong>el</strong> proyectosecesionista, se atreve a dirigírs<strong>el</strong>e sin reconocer su investidura.El 23 de diciembre Bolívar lo fulmina, en carta desdeCoro: “La proclama de Ud. dice que vengo como un ciudadano:¿qué podré yo hacer como un ciudadano? ¿Cómo podré yoapartarme de los deberes de magistrado? ¿Quién ha disu<strong>el</strong>to aColombia con respecto a mí y con respecto a las leyes? (…). Noes posible general, que Ud. me quiera ver humillado por causade una banda de tránsfugas que nunca hemos visto en los combates”.Buenas son razones, si se apoyan en batallones. El 3 deenero recibe en Puerto Cab<strong>el</strong>lo <strong>el</strong> decreto de Páez que reconocesu autoridad, anula la convocatoria de un congreso separatistay admite la de una convención grancolombiana “que se ocupede las reformas reclamadas por los pueblos para decidir de lasuerte de la República”.Bolívar vu<strong>el</strong>ve a ser mito viviente. El miércoles 10 enero entraen Caracas en carroza triunfal. Según <strong>el</strong> cónsul británico sirRobert Ker Porter “Las ventanas, balcones y plataformas provisionalesestaban atestadas de damas luciendo sus más ricos yalegres atuendos –ornados con todo tipos de flores– y no pocaslibaciones de agua de rosas fueron derramadas en ambos héroesy los dolmanes de sus dorados uniformes. Muchas de las damasderramaban lágrimas de alegría, e idénticos sentimientos humedecíanincluso las mejillas color de arena de sus hermanasde pi<strong>el</strong> más oscura. Bolívar guardaba un continente solemnepero afable inclinándose ante todos, y ocasionalmente quitándose<strong>el</strong> sombrero”. En la catedral se ofició un Tedeum. De allí,atestigua sir Robert, “caminó a su propia mansión, donde multitudesde parientes y amigos esperaban su llegada, con variosetcéteras alegóricos de banderas e inscripciones portadas porninfas, cupidos y otros emblemas de sus méritos y d<strong>el</strong> pacificoregreso a Venezu<strong>el</strong>a” (Porter, 1966: 196-200).Bolívar vu<strong>el</strong>ve a ser ciudadano. El sábado 13 de enero la municipalidadle ofrece un banquete. Según Ker Porter, diluviandiscursos que lo califican de inmortal, d<strong>el</strong> más grande héroe d<strong>el</strong>a época y d<strong>el</strong> universo, de merecedor de honores divinos. La


niña María de la Paz Caraballo Rubí le ofrece dos coronas. El <strong>Libertador</strong>responde: “Dos coronas me presenta un áng<strong>el</strong>: ésta deflores representa los derechos de los colombianos: esta coronacorresponde al pueblo. Esta otra es de laur<strong>el</strong>es, corresponde alejército libertador: todos habéis sido soldados d<strong>el</strong> ejército: todossois libertadores: esta corona es vuestra”. Acto seguido, lasarroja a pueblo y soldados. Apunta <strong>el</strong> imperturbable sir RobertKer Porter: “En ese instante, brillaron lágrimas en los ojos de SuExc<strong>el</strong>encia” (Porter, 1966: 204).Bolívar vu<strong>el</strong>ve a ser niño. El 26 de febrero, domingo de Carnaval,<strong>el</strong> solemne cónsul británico sir Robert se encierra en sucasa pues llega “la desagradable temporada en la que esta genteataca a los peatones con huevos llenos de fluidos de distintasespecies y los cubre sans respect enteramente con harina, almidóny otros polvos molestos”. El lunes consigna que Bolívarestá en casa d<strong>el</strong> general Ibarra donde, “se me dice, luce unachaqueta blanca, y se une al escandaloso lanzamiento de huevosy otros deportes d<strong>el</strong> festival como si fuera un muchacho de18 años”.Bolívar vu<strong>el</strong>ve a ser enamorado. El 10 de marzo, mientras sirRobert le esboza un retrato, <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> cuenta que acompañadosólo de un oficial y un asistente, cabalgando para unirsecon una partida de revolucionarios se detuvo en un hato paraque las monturas descansaran. La seductora hija d<strong>el</strong> dueño lepropuso que pasara la noche, con la promesa de visitarlo en suhabitación a las diez. Varias horas se debatió <strong>el</strong> prócer entre <strong>el</strong>placer y <strong>el</strong> deber: al verificar en su r<strong>el</strong>oj que eran las ocho, saltóde la cama y ordenó ensillar. Así se salvó de caer prisionero deuna partida de veinte dragones realistas que la malvada coquetahabía ido a buscar (Porter, 1966: 224).Bolívar vu<strong>el</strong>ve a ser custodio de las leyes. Trata de ponerorden en la Hacienda, donde las autoridades se han repartidouna deuda pública de 71 millones de dólares. Ya <strong>el</strong> 28 de enerode 1827 está dispuesto Bolívar a aplicar sin contemplacionesen Venezu<strong>el</strong>a los decretos que promulgó antes de partir de Colombia,y así, por medio de su secretario José Rafa<strong>el</strong> Revengahace saber al secretario d<strong>el</strong> Interior: “Los principales vicios que


hasta ahora se han descubierto en la administración de estosdepartamentos, nacen de ineptitud y falta de c<strong>el</strong>o de parte d<strong>el</strong>os empleados. El <strong>Libertador</strong> por consiguiente, ha pedido tambiénuna lista nominal y crítica de todos. Así, espera S.E. nosólo despedir a los que no merezcan sus destinos, sino proveerestos en los militares que tengan aptitud, y que a virtud de losadjuntos decretos de 16 y 19 d<strong>el</strong> corriente quedan reformados”(Blanco y Azpúrua, 1978, T.XI: 103).Por larga experiencia maneja Bolívar <strong>el</strong> principio d<strong>el</strong> equilibriopresupuestario y la necesidad de minimizar sus excepciones.Por tal motivo, <strong>el</strong> 17 de enero de 1827, ya instalado enCaracas, a fin de armonizar los gastos con los ingresos, dispon<strong>el</strong>a suspensión de todos los gastos que se tenga previsto realizaren las aduanas y que se redacte un informe sobre suma total d<strong>el</strong>ibramientos a canc<strong>el</strong>ar a fin de ordenar su satisfacción segúnlas cantidades ingresadas. Exige también informes sobre lo producido<strong>el</strong> año anterior por cada rubro de rentas, comparadoscon las estimaciones iniciales y las razones por las cuales no sehubiere obtenido la recaudación prevista (Blanco y Azpúrua,1978, T.XI: 100).No sólo hay que ir ejecutando los gastos en función de laefectiva percepción de los ingresos. También se debe activarde manera diligente la percepción de éstos. Así, <strong>el</strong> 23 de enerode 1827, también a través de José Rafa<strong>el</strong> Revenga, manda algeneral Páez que en su condición de jefe superior de Venezu<strong>el</strong>a,ordene <strong>el</strong> pago de todas las cantidades que se deban a la HaciendaPública en <strong>el</strong> plazo perentorio de ocho días, refiriéndosecomo ejemplo d<strong>el</strong> retraso que impera en lo r<strong>el</strong>ativo a los ingresos<strong>el</strong> hecho de que para <strong>el</strong> primero de diciembre d<strong>el</strong> año pasadolos ciudadanos debieran a la aduana de La Guaira un total de132.000 pesos (Blanco y Azpúrua, 1978, T.XI: 101-102).Sobre <strong>el</strong> estado en que <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> encuentra la cosa públicade Venezu<strong>el</strong>a en su visita, resume su secretario José Rafa<strong>el</strong>Revenga en comunicación dirigida al ministro de Hacienda<strong>el</strong> 23 de mayo de 1827: “La hacienda de estos departamentosno existía para la República; se cobraban real o aparentemente


todas las contribuciones, pero desaparecían aún antes de cobradas.Se debe muy poco de las directas; pero rarísimo ha sido<strong>el</strong> recolector que ha rendido cuentas, ni que haya publicadolo que cada uno debía, o lo que había recaudado. Las aduanaslitorales no producían ya casi nada para <strong>el</strong> Estado. La rentade tabaco cuyos productos llegaron antes en estas provincias amás de un millón y doscientos mil pesos apenas producía ahorala cuarta parte. En los lugares donde se llevó a efecto <strong>el</strong> arrendamientode las salinas las dejaron gravadas arbitrariamentepara lo futuro. La Ley de Patentes se había publicado pero nose había dado un paso más allá. No lo estaba la de hipotecas yregistros; no lo estaba sino parcialmente la de auxilio al créditopúblico, ni la que arregla <strong>el</strong> pap<strong>el</strong> s<strong>el</strong>lado. Vendíase éste conformea la ley anterior; pero había quienes casi públicament<strong>el</strong>o vendiesen a menos precio. No había en realidad tribunal decuentas; de modo que la administración de hacienda no era ala verdad sino una sombra tras de la cual estaban ocultas la indiferenciahacia <strong>el</strong> bien común, la desaplicación al trabajo y lasmás de las veces muchas más graves faltas” (Blanco y Azpúrua,1978, T.XI: 285). Es tarea casi imposible reordenar en pocosmeses un aparato administrativo que casi no existe.Durante su última estadía en Caracas expide Bolívar infinidadde estas exhortaciones y llamamientos a la oportuna ejecuciónde las normas hacendísticas. En su conjunto, responden alas preocupaciones fundamentales de activar la percepción d<strong>el</strong>as sumas que se deban a la República; llevar un adecuado registrode lo percibido e indagar sobre las obligaciones por percibir;armonizar con <strong>el</strong> efectivo ingreso de numerario la realizaciónde gastos, y tomar diligentes medidas para reducir los que nosean indispensables. Es de imaginar <strong>el</strong> desaliento d<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>al tratar inútilmente de hacer funcionar para <strong>el</strong> bien detodos una maquinaria cada una de cuyas partes piensa sólo en<strong>el</strong> provecho propio.


Fomento y protección de la producciónLa escasez de ganado que dejó la guerra, se ha aumentadocon la extracción de los que quedabanNo bien <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> pone la planta en Cumarebo, <strong>el</strong> 24 de diciembrede 1826 decreta la medida proteccionista de prohibirla exportación de caballos, yeguas, asnos y mulas, en vista deque “nuestra agricultura no puede reponerse d<strong>el</strong> atraso en quese halla porque la escasez de ganado que dejó la guerra, se haaumentado con la extracción de los que quedaban; y que no sólose carece de los medios de llevar los frutos al mercado, sino aunde los de labrar la tierra” (Blanco y Azpúrua, 1978, T.XI: 65-66).Bolívar había adoptado una similar prohibición de venderbestias de monta durante la campaña de Guayana. Gran jinetey conocedor de Inglaterra, sabía que ésta, tras mejorar sus razasequinas importando ejemplares, para evitar la competenciasólo permitía la exportación de los que hubieren sido esterilizados.Sobre este decreto <strong>el</strong> 23 de mayo José Rafa<strong>el</strong> Revenga explicaen nombre d<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> al ministro de Hacienda: “Nadacreo que sea necesario decir sobre <strong>el</strong> decreto que prohíbe laexportación de ganado caballar y vacuno; la libertad que habíade hacerlo antes favorecía al comercio exterior multiplicandolos artículos de exportación; pero dejaba a esos departamentostan desprovistos de animales para la agricultura como los habíadejado la guerra: y careciendo por consiguiente de los mediosde defensa, de los de labrar la tierra y de los de dispersar susproductos, se experimentaba males incomparablemente superioresa los bienes que pudiera producir la exportación: fue,pues, forzoso prohibirla, y aún se ha creído conveniente instary recordar frecuentemente su prohibición a estas provincias”(Blanco y Azpúrua, 1978, T.XI: 283-282).


Serán libres de derechos de introducción todos losinstrumentos de cirugía, matemáticas, ciencias naturalesy de agriculturaYa instalado en Caracas, mientras las amenazas secesionistasse tornan en aclamación m<strong>el</strong>íflua, continúa promulgandodecretos encaminados a mejorar la situación económica. El 9de marzo de 1827 expide norma en la cual impone <strong>el</strong> sistemade aranc<strong>el</strong>es para las aduanas marítimas, y los distingue segúnlas categorías de bienes a ser importados, y <strong>el</strong>imina <strong>el</strong> tributode derechos por valor. En <strong>el</strong> parágrafo 2° d<strong>el</strong> artículo 12, <strong>el</strong>evaun cinco por ciento de los aranc<strong>el</strong>es cuando los bienes se introduzcanpor barcos extranjeros, a menos que algún tratadolos dispense de <strong>el</strong>lo. El parágrafo 4° pauta que “Serán libresde derechos de introducción todos los instrumentos de cirugía,matemáticas, ciencias naturales y de agricultura los quetengan por objeto mejorar la navegación de los lagos y ríos, ylas manufacturas domésticas de lana o de algodón; los que seannecesarios para ejercer la profesión al artesano extranjero quevenga a establecerse en <strong>el</strong> país; las plantas y semillas; los librosimpresos, cualquiera que sea su encuadernación; y los mapas eimprentas”. Esta norma proteccionista de insumos necesariospara <strong>el</strong> fomento de las industrias, las artes y las manufacturas,es equilibrada por la inmediata, que veta <strong>el</strong> ingreso a losproductos ibéricos: “Parágrafo 5º Pero continúa prohibida bajolas penas que establecen las leyes, la introducción en nuestrospuertos de todo producto o manufactura originaria de los dominiosespañoles; la d<strong>el</strong> azúcar, de cualquier especie que sea, y lad<strong>el</strong> tabaco que no se introduzca en polvo” (Barret et al., 1961,T.II: 156-182).A pesar de la generalizada penuria de recursos, en algunoscasos <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> aminora los tributos en pro d<strong>el</strong> bien superiord<strong>el</strong> fomento económico. La alcabala es un impuesto quepecha la circulación de bienes dentro d<strong>el</strong> propio país. Así, mediantesu secretario Revenga dispone <strong>el</strong> 25 de abril de 1827 qu<strong>el</strong>as mercancías de exportación o consumo canc<strong>el</strong>en una sola


vez dicho impuesto, y no tantas veces se vendan o permuten,según manda su anterior decreto de fecha 9 de marzo. Dichanorma se atenúa “teniendo S.E. en consideración los perjuiciosque se seguirían a la agricultura d<strong>el</strong> recargo que de este modotendría <strong>el</strong> precio de dichos efectos” (Blanco y Azpúrua, 1978,T.XI: 249-250).Incontestablemente, se trata de un régimen de abierta intervencióneconómica, que protege la introducción de instrumentosútiles para facilitar <strong>el</strong> incremento de la producción, pecha<strong>el</strong> comercio realizado mediante naves extranjeras, veta categóricamente<strong>el</strong> intercambio con países con los cuales no hay r<strong>el</strong>acionesde amistad, disminuye tributos que pudieran encarecerlos artículos de consumo. El <strong>Libertador</strong> ha olvidado sus lecturasde Adam Smith, o las ha reevaluado críticamente en función d<strong>el</strong>as necesidades de la República.Reducción d<strong>el</strong> gasto militarEl ejército perece y junto con él la RepúblicaA pesar de que ha criticado la decisión d<strong>el</strong> Congreso de Colombiade disminuir los efectivos militares, Bolívar está consciented<strong>el</strong> peso que tienen sobre <strong>el</strong> erario los gastos dedicados a <strong>el</strong>lo,y por tal motivo <strong>el</strong> 16 de enero decreta la suspensión de los salariosde empleados y militares que no estén prestando servicioactivo, así como la de pensiones de retiro y gratificaciones queno se fundamenten a servicios efectivamente prestados, régimend<strong>el</strong> cual por razones humanitarias excluye las asignacionesa los inválidos militares (Barret et al., 1961, T.II: 83-84).Igualmente, en 1827, durante las fatigosas jornadas que dedicaa reorganizar la administración hacendística venezolanaen compañía de José Rafa<strong>el</strong> Revenga, <strong>el</strong> 7 de marzo decreta enCaracas: “Art. 1° A ninguno se le declarará derecho al habermilitar o recompensa nacional sin que pruebe este derecho conlistas de revista o con certificación de los mismos jefes a cuyasórdenes inmediatas sirviese, y <strong>el</strong> grado militar que a la sazóntuviese y <strong>el</strong> cuerpo o compañía a que pertenecía, y nada conste


en contra de dichas certificaciones al Jefe de la División o, en sudefecto al Comandante Militar de la Provincia en que se hallase<strong>el</strong> cuerpo o compañía” (Barret et al., 1961, T.II: 96-97).Disminuir <strong>el</strong> fraude, que ha sido excesivoComo en otros sitios de la Gran Colombia, contribuye almalestar social la completa anarquía en lo r<strong>el</strong>ativo a la asignaciónde los haberes militares. Así lo resume Bolívar a travésde la extensa memoria que su Secretario, José Rafa<strong>el</strong> Revenga,presenta al ministro de Hacienda <strong>el</strong> 23 de mayo de 1827: “Eldesorden que en <strong>el</strong>la indico se extendía como era natural a laconcesión y pago de los haberes militares. Se han dado íntegrosa personas que dejaron de existir desde antes que empezarala época asignada; pero esto ha sorprendido menos al <strong>Libertador</strong>que ver que se hayan concedido a personas que nuncahan militado o que sólo como caminantes o por custodiar suspropiedades se han ceñido alguna vez la espada. No se tienentodavía los estados de haberes declarados que ya se han pedidoa todas las comisiones; más espanta la crecida cuantía d<strong>el</strong>o que después de repartidos todos los bienes nacionales quehabía en los llanos se ha tomado prestado a virtud de la ley de23 de julio d<strong>el</strong> año 13°. para satisfacer haberes; y espanta aúnmás <strong>el</strong> número de reclamos que a pesar de <strong>el</strong>lo existe todavía.Estime Ud. de aquí, cuántos no se habrán dado indebidamente;y añade Ud. a esta culpable libertad la falta de diligenciaen cuidar de las propiedades confiscadas o sólo secuestradas,y la que ha habido en secuestrar y aún en descubrir las que laley condena. De aquí es que casi no hay ya un depositario quequiera conformarse con la propiedad que se le había designadopara <strong>el</strong> pago por <strong>el</strong> precio que tuvo al recibirla; de aquí es quecon tanta frecuencia se insta por cambiar unas propiedades porotras; de aquí es también que para averiguar ocultaciones se hamandado formar lista de todas las propiedades que pertenecíanal enemigo o a los que con él emigraron o que estos poseían”(Blanco y Azpúrua, 1978, T.XI: 285).


Empeñado en reducir a como dé lugar <strong>el</strong> dispendio en gastosde defensa, <strong>el</strong> 13 de febrero d<strong>el</strong> mismo año Bolívar promulgadecreto en <strong>el</strong> cual coloca tanto <strong>el</strong> primer como <strong>el</strong> segundo departamentode marina de Venezu<strong>el</strong>a a las órdenes de un solocomandante, “consultando la economía en los gastos públicos”(Barret et al., 1981, T.II: 91-92). El mismo día escribe desdeCaracas al general Mariano Montilla agradeciéndole los auxiliosen hombres, pertrechos y numerario prestados para la marchasobre Caracas, y le expresa: “En verdad, no sé cómo mantenerlas tropas que existen en estos departamentos. Por lo mismo,yo me ocupo casi exclusivamente en mejorar <strong>el</strong> sistema de haciendacon <strong>el</strong> objeto de aumentar las entradas y disminuir <strong>el</strong>fraude, que ha sido excesivo” (Blanco y Azpúrua, 1978, T.II:551-552).Y <strong>el</strong> 6 de marzo de 1827 ya se dirige al general Urdanetaadvirtiéndole que: “Por la secretaría o por <strong>el</strong> Estado Mayor recibiráUd. la orden para reducir <strong>el</strong> batallón de Albion a 200plazas. Igual medida se ha tomado con todos los demás cuerpospara ver si de este modo logramos desahogar <strong>el</strong> estado de susenormes gastos. Conservando <strong>el</strong> cuadro con sus jefes y oficiales,será fácil llenarlo otra vez, siempre que hubiesen p<strong>el</strong>igrosque ahora no existen” (Lecuna, 1947, T.II: 572-573).En <strong>el</strong> mismo sentido, <strong>el</strong> 9 de marzo de 1827 se dirige desdeCaracas al almirante Padilla, al cual manifiesta que: “No teniendonada qué temer de los españoles por <strong>el</strong> estado de impotenciaen que se hallan, y ahora por las dificultades en que seencuentran de resultas de los acontecimientos de Portugal, hedeterminado disminuir en cuanto sea posible las fuerzas queguarnecen estos puertos, y aún creo que se hará lo mismo entoda Colombia” (Lecuna, 1947, T.II: 576).Y <strong>el</strong> 11 de marzo de 1827, a través de su secretario JoséRafa<strong>el</strong> Revenga, comunica al intendente d<strong>el</strong> Departamento deVenezu<strong>el</strong>a: “Las necesidades de la tropa tienen en constanteaflicción <strong>el</strong> ánimo de S.E.: en particular la condición de la oficialidades miserable: aumenta mucho este pesar la observaciónde que los vicios que ha padecido la administración, al mismotiempo que han sujetado a la mayor escasez a los servidores de


la patria, han puesto en p<strong>el</strong>igro <strong>el</strong> cobro de lo que se adeuda a lahacienda” (Blanco y Azpúrua, 1978, T.XI: 170-171).Sobre <strong>el</strong> conjunto de medidas para disminuir los gastos militaresy ordenar la intendencia castrense, en la extensa comunicaciónd<strong>el</strong> 23 de mayo de 1827 Bolívar resume al ministro deHacienda por conducto de su secretario José Rafa<strong>el</strong> Revenga:“Los otros de 16 y 19 de enero reduciendo <strong>el</strong> su<strong>el</strong>do a los militares;<strong>el</strong> de 13 de febrero incorporando en uno los anterioresdepartamentos primero y segundo de marina; y <strong>el</strong> de 16 suprimiendola Corte Superior de Justicia de Maturín están sobradamentefundados en la economía que los ha hecho necesarios. Eld<strong>el</strong> 22 d<strong>el</strong> mismo febrero que arreglaba los bagajes no sólo tieneaqu<strong>el</strong> fundamento sino también la conveniencia de cortar losabusos que sobre <strong>el</strong>los se habían introducido en perjuicio de laagricultura y d<strong>el</strong> erario y con vejamen de los pueblos, pedíanseo tomábanse por la fuerza aun para pasearse los domingos:pedíanse o tomábanse por la fuerza aun para enviar sirvientesa algunas comisiones, y para los que no eran militares; y rarasveces se devolvían a sus dueños, si estos no enviaban a buscarlos”(Blanco y Azpúrua, 1978, T.XI: 284).La determinación de ahorrar en gastos militares llega confrecuencia hasta la minucia, que no es desdeñable en una situaciónde penuria. Y en virtud de <strong>el</strong>lo, <strong>el</strong> 2 de abril de 1827, ant<strong>el</strong>a dificultad que presenta una adquisición de prendas militaresmuy pequeñas, instruye al general Bartolomé Salom: “Dé Ud.orden al comandante de Puerto Cab<strong>el</strong>lo que haga agrandar lospantalones que, por muy pequeños, no sirven a la tropa: digaUd. que compren un poco d<strong>el</strong> mismo género y se les pone unchazo en forma de vivo o tira” (Lecuna, 1947, T.II: 599). El<strong>Libertador</strong> debe sonreír al dar la orden. En esa situación derecursos a los parches y remiendos queda <strong>el</strong> ejército libertadortras sus campañas gloriosas. Nunca experimentó otra diferente.En <strong>el</strong> curso de sus ofensivas <strong>el</strong> comandante debió dar instruccionesminuciosas sobre los clavos de las herraduras, confiscarlos clavos de las sillas de las casas para agenciar metal para losarreos, recurrir a mil expedientes para mantener en marchaaqu<strong>el</strong> formidable cuerpo, ahora estancado.


No puedo estar a la cabeza de un pueblo quea nadie paga ni nada pagaEsta inevitable declinación prosigue día a día. El 24 de marzocomunica desde Caracas a su secretario José Rafa<strong>el</strong> Revengacircunstancias que sólo se pueden calificar de afligentes: “MireUd. que la oficialidad de esta guarnición está pereciendo: lesdeben meses enteros y no tienen qué comer. Dígale Ud. al intendenteque si no hay dinero para mantener dicha oficialidad,los reparta entre las casas ricas para que los mantengan; quecobre o reparta un empréstito en la ciudad; que yo al fin tendréque irme porque no puedo estar a la cabeza de un puebloque a nadie paga ni nada paga; que se haga publicar un bandomandando que veinticuatro horas después de publicado, irán ala cárc<strong>el</strong> y se rematarán los bienes de aqu<strong>el</strong>los que no paguenal gobierno. Este bando debe fundarse en que <strong>el</strong> ejército perecey junto con él la República” (Lecuna, 1947, T.II: 590-591). PareceBolívar alguien que hablara ante sordos. En vano decretapenas rigurosas para los funcionarios que no cumplen con susfunciones, fulmina prisión por deudas contra los contribuyentesmorosos y remates contra sus bienes. La inercia lo paralizatodo en un pueblo “que a nadie paga ni paga nada”. No es retóricala observación de que “<strong>el</strong> ejército perece y junto con élla República”. La República que nace de un ejército sólo puedesepararse de él con sangre. Con frecuencia revientan motinescausados esencialmente por la miserable condición de las tropas.Sin recursos no es posible conjurarlos.Y así, ante <strong>el</strong> estallido de una de estas reb<strong>el</strong>iones, <strong>el</strong> 28 demarzo informa Bolívar al general Rafa<strong>el</strong> Urdaneta: “La miseriaen que está <strong>el</strong> país, me obligó a sacar unas tropas de este departamento,y de resultas de esto tuve que sacar la guarnición deValencia para Puerto Cab<strong>el</strong>lo, a fin de reemplazar a 200 granaderosque había mandado a Cartagena en <strong>el</strong> batallón Apure. Laguarnición de Valencia, compuesta de dragones, artilleros y unpiquete de Anzoátegui, se sublevó y se dispersó, temiendo qu<strong>el</strong>a embarcaran en Puerto Cab<strong>el</strong>lo. Un oficial se puso a la cabezade los Dragones, y ha tomado <strong>el</strong> camino a los Llanos en busca


d<strong>el</strong> general Páez. Los artilleros los ha prendido en Calabozo <strong>el</strong>general Iribarren. Yo he dado orden que fusilen a todos los reb<strong>el</strong>desy cuatro que han venido aquí se fusilan hoy. Por la partede Barc<strong>el</strong>ona ha habido un motín de cuatro o cinco pueblos quepedían reformas y se habían negado a la obediencia d<strong>el</strong> generalMonagas; pero la verdadera causa es que les habían pedido lasarmas y municiones que estaban en sus manos, las que debíantraer a la capital; y <strong>el</strong>los temieron que los agarrasen para <strong>el</strong>servicio, y aun los mandasen a Puerto Rico, como se decía. Elgeneral Mariño ha venido a Barc<strong>el</strong>ona a apaciguar esa gente,y así lo ofrece hacer sin dificultad alguna. Yo le había mandadotropas a Monagas para que los destruyera si no se habíanrendido antes. El general Páez ha ido a los llanos a apaciguaresa gente, que estaba medio alarmada por consecuencia de lasreformas. Me ha escrito que todo lo deja en <strong>el</strong> mejor estadoposible y que su r<strong>el</strong>igión y su Dios soy yo. De manera que, aunqu<strong>el</strong>as cosas no están enteramente buenas, y que <strong>el</strong> año 27 nopuede ser muy tranquilo, sin embargo, se debe esperar que <strong>el</strong>orden y la ley vu<strong>el</strong>van a tomar su influjo. Yo me he mostradoinexorable en estas circunstancias con respecto a todo, todo,todo. He mandado castigar de muerte a los criminales y meteren la cárc<strong>el</strong> a los deudores d<strong>el</strong> Estado, mas los subalternos estánbastante tibios en cumplir lo que yo he ordenado. Sin embargo,lo poco que se haga bastará para darle energía al gobierno pueshace muchos años que aquí no hay más que indulgencias, ymi rigor hará buen efecto. He formado un consejo permanentepara que juzgue todos los d<strong>el</strong>itos militares; y yo mando cumplirlas sentencias. No es creíble la r<strong>el</strong>ajación en que está todo. Necesitamosde una energía cru<strong>el</strong> para entonar <strong>el</strong> gobierno” (Lecuna,1947, T.II: 597-601). Pero <strong>el</strong> propio <strong>Libertador</strong> empiezaa fatigarse de esta energía cru<strong>el</strong> que lo ha sacado ad<strong>el</strong>ante entantos apuros. En menos de dos años renunciará en forma absolutay definitiva a sus poderes para ejercerla.Así, de manera constante, sistemática, cruenta, emprendeBolívar la fatigosa tarea de ir desmovilizando <strong>el</strong> ejército. No ledebe ser indiferente <strong>el</strong> cometido de desmontar la maquinariaque con tantas dificultades y sacrificios él mismo creó. Pero,


uen lector, conoce las reflexiones de Montesquieu sobre losp<strong>el</strong>igros que comporta un número excesivo de tropas. Mejorestratega, no se le oculta que <strong>el</strong> mecanismo que aplicaron laspotencias europeas para desarticular la Revolución Francesafue <strong>el</strong> continuo hostigamiento militar, para forzarla a emplearsu excedente económico en inmensas flotas y colosales ejércitos,hasta que la economía colapsó, más que por una derrotafortuita, bajo <strong>el</strong> enorme peso de esta desmesurada maquinaria.No hay planes claros para devolver a los contingentes d<strong>el</strong> ejércitovenezolano a una vida civil productiva y digna. Los mejoresesfuerzos d<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>, plasmados en las leyes de haberes militares,han sido arruinados por la especulación usuraria. Sobre<strong>el</strong> futuro de países devastados por la guerra y con hombres habituadosal combate se abre una incógnita inquietante.La deuda pública y la renta d<strong>el</strong> tabacoCientos de individuos han especulado intensamentey en su mayor parte usurariamenteLa alegría de visitar su ciudad natal no permite olvidar a Bolívarsu constante preocupación por la deuda pública. Entre <strong>el</strong>sofoco de los festejos que c<strong>el</strong>ebran a quien hasta hace poco sepensaba derrocar, <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> tiene tiempo para algunos ratosde expansión con <strong>el</strong> imperturbable cónsul inglés, sir Robert KerPorter. Éste anota las conversaciones en su diario, y en la entradad<strong>el</strong> miércoles 15 de febrero, consta que: “Bolívar confiesala existencia de una deuda interna de 71 millones de dólares,en pap<strong>el</strong>, para ser pagada por <strong>el</strong> gobierno. Cientos de individuoshan especulado intensamente y en su mayor parte usurariamentesobre los bonos, comprándolos de los necesitados por <strong>el</strong>5, <strong>el</strong> 25 y <strong>el</strong> 60 por ciento, y me informan en forma creíble quedifícilmente hay un empleado d<strong>el</strong> estado que conserve efectivo,porque todo lo ha traficado en esta inmoral y antipatrióticaespeculación: <strong>el</strong> vicepresidente Santander (me cuentan) tienedos millones de estos bonos, que probablemente compró por200.000 dólares. Dólares que muy posiblemente fueron los de


la Nación o parte d<strong>el</strong> empréstito británico. Es notoriamente conocidoque la mayor parte de lo que Inglaterra avanzó ha sidoo bien derrochado en inútiles y ostentosas naderías, en la mesade juegos, o nefariamente apropiado por los patriotas en altoscargos, y que los oficiales o soldados con reclamaciones al Estadopor servicios o contratos, han sido pagados con pap<strong>el</strong>esde las casas de gobierno sobre las diferentes aduanas de laRepública, lo cual se traduce en que estas harpías han estadoespeculando, sabiendo que su valor debería depreciarse porcausa d<strong>el</strong> ilimitado tiempo que requeriría honrarlos” (Porter,1966: 217).Gran parte de estos débitos tienen que ver con los títulosdados en pago de servicios a los militares. Como en otros sitios,reina una completa anarquía en lo r<strong>el</strong>ativo a su asignación. Asílo resume Bolívar a través de la memoria que su secretario JoséRafa<strong>el</strong> Revenga presenta al ministro de Hacienda <strong>el</strong> 23 de mayode 1827: “El desorden que en <strong>el</strong>la indico se extendía como eranatural a la concesión y pago de los haberes militares. Se handado íntegros a personas que dejaron de existir desde antes queempezara la época asignada; pero esto ha sorprendido menosal <strong>Libertador</strong> que ver que se hayan concedido a personas quenunca han militado o que sólo como caminantes o por custodiarsus propiedades se han ceñido alguna vez la espada. No setienen todavía los estados de haberes declarados que ya se hanpedido a todas las comisiones; más espanta la crecida cuantíade lo que después de repartidos todos los bienes nacionales quehabía en los llanos se ha tomado prestado a virtud de la ley de23 de julio d<strong>el</strong> año 13° para satisfacer haberes; y espanta aúnmás <strong>el</strong> número de reclamos que a pesar de <strong>el</strong>lo existe todavía.Estime Ud. de aquí, cuántos no se habrán dado indebidamente;y añada Ud. a esta culpable libertad la falta de diligenciaen cuidar de las propiedades confiscadas o sólo secuestradas,y la que ha habido en secuestrar y aún en descubrir las que laley condena. De aquí es que casi no hay ya un depositario quequiera conformarse con la propiedad que se le había designadopara <strong>el</strong> pago por <strong>el</strong> precio que tuvo al recibirla; de aquí es quecon tanta frecuencia se insta por cambiar unas propiedades por


otras; de aquí es también que para averiguar ocultaciones se hamandado formar lista de todas las propiedades que pertenecíanal enemigo o a los que con él emigraron o que estos poseían”(Blanco y Azpúrua, 1978, T.XI: 285).En tales reflexiones se ocupa Bolívar mientras al mismotiempo trata de mantener unida la ya fracturada estructura d<strong>el</strong>a Gran Colombia. Quizá convendría aplicar a estos especuladoresusurarios <strong>el</strong> mismo rigor que depara en sus decretos alos defraudadores. Pero estos agiotistas a su vez están estrechamentevinculados con muchos de los oficiales y políticosrepublicanos, que forman grandes fortunas a costa de la sangrede sus tropas. De ser fidedigna la confidencia formulada al cónsulKer Porter, <strong>el</strong> vicepresidente Francisco de Paula Santanderhabría acaparado por sí solo dos millones de pesos en dichostítulos. Operar contra los nuevos titulares quizá traería consigonuevas sediciones, peores que la que trabajosamente intentaaplacar.Pues de hecho, <strong>el</strong> solo anuncio de medidas fiscales rigurosasacobarda a funcionarios como <strong>el</strong> intendente Cristóbal Mendoza,quien renuncia intempestivamente. Bolívar le contesta <strong>el</strong>27 de marzo de 1827: “Si Ud. cree que las medidas vigorosasque estoy tomando han de producirnos consecuencias funestas,me parece que tengo derecho a que Ud. me comunicasesus opiniones sobre la materia en lugar de renunciar como lohace; operación que juntamente desaprueba las medidas queestamos tomando y que desalienta a los buenos ciudadanos. Silos hombres como Ud. sacan <strong>el</strong> cuerpo al peso de la patria, <strong>el</strong>lase hundirá en lo más profundo y nosotros seremos execrados”(Lecuna, 1947, T.II: 594).Como siempre, no descansa Bolívar en imaginar esquemaspara librar a la República de la agobiadora carga de la deuda.En su última visita a Caracas surge uno que parece particularmentepromisorio.


Ha cifrado <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> en la Renta d<strong>el</strong> Tabaco todassus esperanzasEl pago de la Deuda Pública destinándole parte de la rentad<strong>el</strong> tabaco es uno de los más razonables y promisorios proyectoshacendísticos que asume Bolívar bajo <strong>el</strong> consejo de susecretario José Rafa<strong>el</strong> Revenga.Sobre <strong>el</strong> deplorable estado en que encuentra <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>la administración d<strong>el</strong> estanco d<strong>el</strong> tabaco, dirige Revenga <strong>el</strong> 23de mayo de 1827 extensa memoria al ministro de Hacienda:“Todas las oficinas tenían sus trabajos atrasados y algunas pormuchos años lo único de que se cuidaba en las principales erade formar estados mensuales que ni contenían lo que debían, nide ningún modo prueban seguridad, acierto, ni rectitud, sino enla correspondencia de las partidas que se asentaban. No se corregíanlos errores ni las comisiones de las colecturías subalternas;estimábase por bueno cualquier comprobante; tratábase<strong>el</strong> negociado como propiedad de los que lo manejaban; en unaspartes no producía la renta d<strong>el</strong> tabaco lo necesario para su sostén,y en otras se consumió en su<strong>el</strong>dos lo que estaba destinadoa fomentar las plantaciones: <strong>el</strong> contrabando de tabaco se hacíahasta por partidas de 40 y 50 cargas; en algunas provincias nohabía un solo estanquillo, y en otras de viejo se podría <strong>el</strong> tabaco.Convertidas en lonjas de comercio algunas oficinas, era tannotorio <strong>el</strong> vergonzoso tráfico que en <strong>el</strong>las se hacía de las órdenesy pagos, que no entraban a <strong>el</strong>las ningún acreedor sino sobrecogidode la deducción que se le propondría para conseguir<strong>el</strong> reintegro d<strong>el</strong> resto; los libros están llenos de órdenes o valesendosados a favor de los guardianes de las rentas, negociadospor <strong>el</strong>los y pagados de preferencia a todo lo demás. Ha habidotesorería provincial a la cual se suponía que una señora hiciesesuplementos mensuales por ocho o diez mil pesos en efectivo ypor los cuales se libraba sobre otras; las ha habido donde dejabande pagarse los su<strong>el</strong>dos si <strong>el</strong> asalariado no consentía en recibirlosen mercancías y esas al precio que les ponía <strong>el</strong> vendedor;no era raro ver a un administrador enviar al juego partidas de


treinta o cuarenta onzas de oro, algunos de <strong>el</strong>los se han retiradoopulentos al cabo de pocos meses; y aun ha habido subalternosque habiendo entrado a servir destituidos de lo necesario, hanadquirido dentro de un año más de 50.000 pesos de caudal”(Blanco y Azpúrua, 1978, T.XI: 286).Bolívar encomienda a su secretario Revenga la realizaciónd<strong>el</strong> proyecto, y éste lo asume con energía y diligencia. Granparte de su extenso informe La Hacienda Pública de Venezu<strong>el</strong>a1828-1830 está lleno de patéticas r<strong>el</strong>aciones sobre la situacióneconómica d<strong>el</strong> momento, y de informes sobre <strong>el</strong> accidentadoavance d<strong>el</strong> proyecto r<strong>el</strong>ativo al tabaco. Uno de los resúmenesmás competentes de éste consta en la comunicación que dirigeRevenga <strong>el</strong> 6 de abril de 1829 al señor Intendente de Venezu<strong>el</strong>a,director de Rentas:Crece diariamente <strong>el</strong> descrédito de Colombia por lafalta de pago d<strong>el</strong> rédito y amortización de la deuda que hacontraído fuera d<strong>el</strong> país; y no bastando las rentas ordinariaspara satisfacer a esta obligación, y aun cuando bastasen,careciendo nosotros de numerario con que podertrasladar progresivamente a Europa cuantiosos valores,y hallándose tan abatido allá <strong>el</strong> precio de los frutos coloniales,ha cifrado <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> en la Renta d<strong>el</strong> Tabaco todassus esperanzas de cumplir con este empeño nacional.Sólo <strong>el</strong>la puede dar a los ingresos ordinarios <strong>el</strong> aumentode que necesitan; y hacer crecer o al menos conservartrasladados a Europa los valores que aquí haya disponibles(Revenga, 1984: 66).En un solo párrafo resume Revenga las motivaciones d<strong>el</strong>proyecto: la imperiosa necesidad de redimir <strong>el</strong> crédito, la certidumbrede que sólo la Renta d<strong>el</strong> Tabaco puede proporcionarlos fondos necesarios, <strong>el</strong> apoyo al proyecto de Bolívar, quien porcierto ya se ha marchado de Venezu<strong>el</strong>a y enfrenta difíciles tropiezospara asegurar la unidad de la Gran Colombia. Y prosigueRevenga con sus convincentes alegatos:La República tiene que pagar anualmente en Londrescuatrocientas setenta y dos mil y quinientas libras esterlinas,fuera de todo lo caído desde enero de 1826, y de


fletes, comisiones y demás gastos. Para satisfacer estasuma con <strong>el</strong> producido d<strong>el</strong> tabaco que se exporte, necesitaremitir mucho más de sesenta mil quintales. No ha deesperarse que encuentre pronto y conveniente mercadotamaña cantidad, mucho menos si toda <strong>el</strong>la es de la mismaclase. Pero careciéndose de otros medios de aumentarlos valores, y de efectuar las remesas, he tomado ya losconducentes a descubrir todos los mercados que puedanconvenir, tanto al cura seca de Barinas, como a otros quese asemejan al de Cuba (Revenga, 1984: 66).No se trata, pues, sólo de un proyecto de predar una pingüerenta existente y apropiarla para la deuda. Revenga asume todoun plan de estudio, fomento y mejora de la producción. Lascuatrocientas páginas de su libro están llenas de minuciososinformes sobre las categorías de tabaco, sobre la convenienciay <strong>el</strong> costo de uno u otro tipo de envoltura, sobre <strong>el</strong> acopio, sobre<strong>el</strong> transporte, sobre la mejora de las hojas.Perseverante, ya <strong>el</strong> 14 de abril d<strong>el</strong> mismo año se dirige Revengaal secretario de Rentas J. Castillo y Rada, insistiendosobre la dedicación de la renta d<strong>el</strong> tabaco al pago de la deuda:Se propone <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> fomentar las plantacionesde tabacos, y a este fin dispuso desde enero último que nose extrajese nada de sus cajas: y esta renta se fomentarávigorosamente. Se llevará a efecto la ley de registros ehipotecas, y unido al producto de todas <strong>el</strong>las a los ahorrosque permita la severa economía a que se propende,y a los mayores productos que deben esperarse simplificadala administración, mejor dotados los empleados, yfiscalizados más de cerca y más eficazmente; contará laRepública con qué hacer frente a su deuda extranjera, odeberá declararse incapaz de pagarla (Blanco y Azpúrua,1978, T.XI: 223).El proyecto se confunde con una de las últimas esperanzasde Bolívar, y constituirá también uno de sus postrerosdesengaños.


Un asunto que nos afligeEn 1828, poco antes de su partida de Caracas, Bolívar designaministro de Hacienda en Venezu<strong>el</strong>a a su diligente secretarioJosé Rafa<strong>el</strong> Revenga, quien había sido director d<strong>el</strong> Correod<strong>el</strong> Orinoco y ministro de Hacienda y R<strong>el</strong>aciones Exterioresen 1821, y le encomienda la misión de reorganizar la haciendapública d<strong>el</strong> país (Pérez Vila, 1988, T.III: 379).Revenga asume <strong>el</strong> cometido con gran voluntad, diligenciay optimismo, a pesar de que desde <strong>el</strong> principio comprende ladificultad de la tarea que emprende. Hombre de confianza deBolívar, le expone detalladamente <strong>el</strong> plan de fomentar <strong>el</strong> cultivoy cosecha d<strong>el</strong> tabaco de calidad para canc<strong>el</strong>ar con los ingresosprovenientes de su venta la deuda externa, y Bolívar le contestadesde Pasto <strong>el</strong> 10 de noviembre de 1829 en términos muy cordiales:“Me parece muy bueno <strong>el</strong> proyecto de Ud. sobre <strong>el</strong> pagode la deuda extranjera y me gusta infinito que trabaje Ud. sobreun asunto que nos aflige” (Lecuna, 1947, T.III: 359).Con gran entusiasmo emprende Revenga la puesta en marchad<strong>el</strong> plan, que se funda en una activa promoción de la ventad<strong>el</strong> tabaco venezolano: para pagar las 72.500 libras de interesesanuales a los acreedores d<strong>el</strong> empréstito, debía Venezu<strong>el</strong>aexportar 60.000 quintales de tabaco. El 19 de mayo de 1829escribe al Consejo de Ministros que “posteriormente he tomadodiversas medidas para popularizarlo en la Gran Bretaña; y estimo<strong>el</strong> suceso de suma importancia, porque desde que se consiga,no sólo ha de contarse con que se consuman allí mismograndes cantidades, sino también con establecer en Londres <strong>el</strong>gran mercado de tabaco de Barinas, y así propender a venderloa mejor precio y hacerlo de moda en todos los lugares d<strong>el</strong>continente, a los cuales sirve Londres de ejemplo” (Vetencourt,1981: 100).Sin embargo, en <strong>el</strong> momento en que se está por embarcar <strong>el</strong>primer gran cargamento desde Angostura, una orden d<strong>el</strong> presidenteJosé Antonio Páez lo impide y ordena “que se pusiese laespecie a la disposición de la Dirección de Rentas y que se subastasedentro de ocho días”. El intempestivo remate favorece


a la firma inglesa Ackers y Huizi, que adquiere <strong>el</strong> tabaco a preciobajo y puede revenderlo con gran ventaja en <strong>el</strong> extranjero.En vano <strong>el</strong> diligente José Rafa<strong>el</strong> Revenga se comunica con Páezpor intermedio d<strong>el</strong> general Carlos Soublette, urgiéndole que sepermita la exportación de la preciada mercancía en comunicaciónde 14 de noviembre de 1828:Se halla U. al lado d<strong>el</strong> General Páez, y <strong>el</strong> bien de laPatria, la existencia de la Renta de Tabaco, y la readquisiciónd<strong>el</strong> crédito nacional, me urgen escribir a U. interesándoleen que le presente con todo <strong>el</strong> ahínco que lesugiera a U. su c<strong>el</strong>o por <strong>el</strong> bien público, los males que seseguirían de que él tome medida alguna que retarde <strong>el</strong>embarque d<strong>el</strong> tabaco cura seca, que está ahora en Angosturao en marcha para allá (Revenga, 1984: 309).Todavía <strong>el</strong> 15 de enero de 1830 dirige Revenga otra comunicacióna “Su Exc<strong>el</strong>encia <strong>el</strong> Jefe Civil y Militar de Venezu<strong>el</strong>a”reseñándole los perjuicios que causa la intempestiva medida:La venta d<strong>el</strong> tabaco, como se ha hecho, ha reducidosu producto a menos de dos quintos de lo que con muyfundados motivos debe esperarse y <strong>el</strong> que ha tenido ni cubreverdaderamente <strong>el</strong> costo total de la cosecha puesta enAngostura, mucho menos con la adición de falsos fletes ycanc<strong>el</strong>ación de seguros, ni es probable que se emplee enpromover futuras cosechas (Revenga, 1984: 339-340).De nada valen razones. A Revenga se le levanta la calumniade que intenta “enviar fusiles y municiones a Río Chico parafomentar la guerra civil”; <strong>el</strong> acusado se presenta ante las autoridadesa defenderse y éstas no encuentran nada de qué acusarle,pero <strong>el</strong> retiro d<strong>el</strong> mando de Bolívar, su muerte y la separaciónde la Gran Colombia lo fuerzan a volver a la vida privada. Elproyecto, literalmente, se hace humo, al igual que tantas iniciativasde efectos benéficos y duraderos que son sacrificadaspor un provecho incidental. La progresiva decadencia de loscultivos nacionales y la competencia de los tabacos estadounidensesy cubanos terminan por aniquilar <strong>el</strong> plan.


4.10. La República se debatecon la deudaLa constitución de la deuda originariaPara activar una operación productiva es preciso destinarle unconjunto de recursos; lo mismo sucede con la operación destructivade la guerra. Cuando no se dispone de tales medios,se los arbitra a través d<strong>el</strong> crédito. Forzada a una guerra queprimero es defensiva y luego pasa a la ofensiva, sin armas, sinintendencia, la naciente República debe procurarse dinero paracostearlas, y la asunción de deuda parece <strong>el</strong> camino más expeditopara <strong>el</strong>lo.La Constitución de Estados Unidos de Venezu<strong>el</strong>a de 1811 ensu artículo 71 dispone que “<strong>el</strong> Congreso tendrá pleno poder yautoridad: (…)7. De contraer deudas por medio de empréstitode dinero sobre <strong>el</strong> crédito d<strong>el</strong> Estado(...) 10. De acuñar y batirmoneda, determinar su valor y <strong>el</strong> de las extranjeras, introducirla de pap<strong>el</strong> si fuere necesario y fijar uniformemente los pesosy medidas en toda la extensión de la Confederación”. Citamosambas normas porque la competencia atribuida en la segundaincidirá sobre la primera.Según vimos, la Primera República emitió un pap<strong>el</strong> monedasin respaldo, lo cual fue denunciado por Simón Bolívar en <strong>el</strong>“Manifiesto de Cartagena” como una de las causas de la caídad<strong>el</strong> gobierno, ya que la disipación de las rentas públicas “leobligó a recurrir al p<strong>el</strong>igroso expediente de establecer <strong>el</strong> pap<strong>el</strong>moneda, sin otra garantía, que la fuerza y las rentas imaginariasde la Confederación. Esta nueva moneda pareció a los ojosde los más, una violación manifiesta d<strong>el</strong> derecho de propiedad,porque se conceptuaban despojados de objetos de intrínsecovalor, en cambio de otros cuyo precio era incierto y aun ideal.El pap<strong>el</strong> moneda remató <strong>el</strong> descontento de los estólidos pueblosinternos, que llamaron al Comandante de las tropas españolas,para que viniese a librarlos de una moneda que veían con máshorror que la servidumbre” (Cartagena de Indias, 15 de diciembrede 1812).


Montesquieu, cuya lectura frecuenta Bolívar, pone en guardiaen El espíritu de las leyes contra la confusión entre “unpap<strong>el</strong> circulante que representa la moneda, o un pap<strong>el</strong> circulanteque es <strong>el</strong> signo de las ganancias que una compañía haganado o hará sobre <strong>el</strong> comercio, con un pap<strong>el</strong> que representauna deuda”. Añade Montesquieu que “los dos primeros sonmuy ventajosos para <strong>el</strong> Estado; <strong>el</strong> último no puede serlo; y lomás que puede esperarse es que sea una buena garantía para<strong>el</strong> particular de la deuda de la nación, es decir, que procure <strong>el</strong>pago” (Montesquieu, 1964: 683-684).Esta nueva moneda sin respaldo habría sido, por tanto, unaverdadera operación de deuda pública, en cuanto emisión devalores sin garantía de convertibilidad inmediata ni otro apoyoque <strong>el</strong> crédito d<strong>el</strong> Estado, y su rechazo generalizado, con laconsiguiente pérdida de valor, habría iniciado la sucesión dedesafortunados manejos de la deuda pública por las autoridadesrepublicanas.Batida la Primera República, que intentó sostenerse con losrecursos militares que recuperó de la monarquía, y los perdióen su capitulación, hay que arbitrar hombres y pertrechos.Para mantener los primeros y adquirir los segundos se necesita<strong>el</strong> dinero que no se tiene, y éste sólo puede conseguirse a travésd<strong>el</strong> crédito. Esta fuente de financiamiento será de uso constantedurante <strong>el</strong> accidentado curso de la contienda emancipadora,y luego durante la vida republicana.Así, refugiado en Kingston tras la caída de la Primera República,<strong>el</strong> 19 de mayo de 1815 escribe Bolívar al comerciantebritánico Maxw<strong>el</strong>l Hyslop acertadas consideraciones sobre lasventajas que obtendría Gran Bretaña con la libertad de América,y sobre los medios r<strong>el</strong>ativamente modestos que la empresarequeriría: “El comercio británico ha perdido en Venezu<strong>el</strong>a 7millones de pesos anuales, a que montaban sus produccionesen los tiempos más calamitosos. Ahora parece que volverá a serprivada la Inglaterra d<strong>el</strong> comercio de la Nueva Granada, que <strong>el</strong>laha hecho exclusivamente, y cuya exportación es en oro y ensumas muy considerables, de que no ha podido adquirir conocimientoexacto, por <strong>el</strong> efecto de las circunstancias turbulentas;


pero la pérdida incalculable que va a hacer la Gran Bretañaconsiste en todo <strong>el</strong> continente meridional de la América, que,protegido por sus armas y comercio, extraería de su seno, en<strong>el</strong> corto espacio de sólo 10 años, más metales preciosos qu<strong>el</strong>os que circulan en <strong>el</strong> universo. Los montes de la Nueva Granadason de oro y de plata; un corto número de mineralogistasexplotarían más minas que las d<strong>el</strong> Perú y Nueva España; ¡quéinmensas esperanzas presenta esta pequeña parte d<strong>el</strong> NuevoMundo a la industria británica! No hablaré de las otras regionesque sólo esperan la libertad para recibir en su seno a loseuropeos continentales, y formar de la América en pocos añosotra Europa con lo que la Inglaterra, aumentando su peso en labalanza política, disminuye rápidamente <strong>el</strong> de sus enemigos,que indirecta e inevitablemente vendrán aquí a hacer refluirsobre la Inglaterra una preponderancia mercantil y un aumentode fuerzas militares capaces de mantener <strong>el</strong> coloso que abrazatodas las partes d<strong>el</strong> mundo” (Lecuna, 1947, T.I: 133-134).Por un momento, parecería que Bolívar ostenta parte d<strong>el</strong> temariode la economía de los fisiócratas: “montes de oro y plata”y “más minas que las d<strong>el</strong> Perú y Nueva España”. Pero de inmediatoanticipa parte de lo que luego sería <strong>el</strong> proyecto positivistade Juan Bautista Alberdi y Domingo Faustino Sarmiento: “recibiren su seno a los europeos continentales, y formar de laAmérica en pocos años otra Europa”, para saltar de inmediatoal tema d<strong>el</strong> equilibrio mundial de poderes.Más interesante, si cabe, es <strong>el</strong> preciso cálculo que realizaBolívar en la larga misiva sobre la intendencia y la inversión requeridaspara tal propósito: “Ventajas tan excesivas pueden serobtenidas por los más débiles medios: 20 ó 30 mil fusiles; un millónde libras esterlinas; 15 ó 20 buques de guerra; municiones,algunos agentes y los voluntarios militares que quieran seguirlas banderas americanas. He aquí cuánto se necesita para darla libertad a la mitad d<strong>el</strong> mundo y poner al universo en equilibrio.La costa firme se salvará con 6 u 8 mil fusiles, municionescorrespondientes y 500 mil duros para pagar los primeros mesesde la campaña. Con estos socorros pone a cubierto <strong>el</strong> restode la América d<strong>el</strong> Sur y al mismo tiempo se puede entregar al


gobierno británico las provincias de Panamá y Nicaragua, paraque forme de estos países <strong>el</strong> centro d<strong>el</strong> comercio d<strong>el</strong> universopor medio de la apertura de canales, que, rompiendo los diquesde uno y otro mar, acerquen las distancias más remotas y haganpermanente <strong>el</strong> imperio de la Inglaterra sobre <strong>el</strong> comercio” (Lecuna,1947, T.I: 134). En verdad, los cálculos son de precisióncasi desconcertante: son los pertrechos que requerirán los patriotaspara revertir <strong>el</strong> curso de la contienda, y <strong>el</strong> monto al cualascenderá la primera deuda republicana. También es interesanteadvertir que en época tan temprana ya considera la aperturade canales interoceánicos por América Central; desconciertasin embargo <strong>el</strong> proyecto de entregar Panamá y Nicaragua a talefecto. Pero un comentario dirigido a un comerciante británicoamigo no es un compromiso político: quizá Bolívar sólo manejaestas hipótesis para suscitar <strong>el</strong> interés d<strong>el</strong> destinatario, porqueposteriormente volverá en repetidas oportunidades sobre <strong>el</strong>proyecto d<strong>el</strong> canal d<strong>el</strong> Istmo, pero nunca propondrá su entrega.Bolívar resume de manera perfecta la situación cuando en <strong>el</strong>“Discurso de Angostura”, en 1819, exhorta a respetar los compromisosasumidos para la adquisición de pertrechos:Desde la segunda época de la República nuestro ejércitocarecía de <strong>el</strong>ementos militares, siempre ha estado desarmado;siempre le han faltado municiones; siempre haestado mal equipado. Ahora los soldados defensores d<strong>el</strong>a independencia no solamente están armados de la justicia,sino también de la fuerza. Nuestras tropas puedenmedirse con las más s<strong>el</strong>ectas de Europa, ya que no haydesigualdad en los medios destructores. Tan grandes ventajaslas debemos a la liberalidad sin límites de algunosgenerosos extranjeros que han visto gemir la humanidady sucumbir la causa de la razón, y no la han visto tranquilosespectadores, sino que han volado con sus protectoresauxilios, y han prestado a la República cuanto <strong>el</strong>la necesitabapara hacer triunfar sus principios filantrópicos.Estos amigos de la humanidad son los genios custodios deAmérica, y a <strong>el</strong>los somos deudores de un eterno reconocimiento,como igualmente de un cumplimiento r<strong>el</strong>igioso,


a las sagradas obligaciones que con <strong>el</strong>los hemos contraído.La deuda nacional, legisladores, es <strong>el</strong> depósito de lafe, d<strong>el</strong> honor y de la gratitud de Venezu<strong>el</strong>a. Respetadlacomo la Arca Santa, que encierra no tanto los derechosde nuestros bienhechores, cuanto la gloria de nuestra fid<strong>el</strong>idad.Perezcamos primero que quebrantar un empeñoque ha salvado la patria y la vida de sus hijos (“Discursode Angostura”. Correo d<strong>el</strong> Orinoco, 19 de febrero al 13 demarzo 1819).Por momentos, a falta de una República constituida quepueda asumir dichas cargas, las asume personalmente Bolívar afuturo sobre su propia fortuna, que está confiscada. Así, <strong>el</strong> 4 dediciembre de 1815, durante los preparativos de la expediciónde Los Cayos, suscribe pagarés por una cantidad de más de trecemil gourdes a favor de Robert Sutherland, comerciante quecumple funciones de intermediario en <strong>el</strong> suministro de los pertrechosque facilita <strong>el</strong> gobierno de Haití (Barnola et al., 1964,T.IX: 383-386).El apremio de fondos para costear la guerra es tan imperioso,que <strong>el</strong> 7 de julio de 1815, desde Ocumare expide Bolívar credencialesal almirante Luis Brión para ad<strong>el</strong>antar gestiones diplomáticasen Estados Unidos y México, encomendándole conrespecto al último: “3º Se encarga con particularidad al enviadoque represente <strong>el</strong> estado de devastación a que ha quedado reducidoeste país por consecuencia d<strong>el</strong> sistema destructor quehan llevado a efecto los españoles aquí más que en ninguna otraparte de América; hará conocer nuestra absoluta falta de fondospara proveernos de los <strong>el</strong>ementos más indispensables paracontinuar nuestra lucha, y la necesidad urgente que nos obligaa recurrir a la beneficencia y generosidad d<strong>el</strong> pueblo mexicano,pidiéndole un empréstito de quinientos mil pesos que podránbastar por ahora para cubrir una parte de los gastos que hemoshecho y debemos hacer” (Barnola et al., 1964, T.IX: 319-320).En lo atinente a Estados Unidos, le encarga: “Artículo 1° Siendo<strong>el</strong> reconocimiento de nuestra independencia <strong>el</strong> principal objetoque debemos proponernos por ahora, procurará de todosmodos obtenerlo, presentando a aqu<strong>el</strong> gobierno los sinceros


sentimientos con que deseamos la amistad y alianza de nuestranaciente República con la de los Estados Unidos”. Aparte d<strong>el</strong>o cual le encomienda: “C<strong>el</strong>ebrará los tratados más convenientesal progreso y prosperidad de nuestro comercio recíprococon aqu<strong>el</strong>los Estados. De todos modos y aún en <strong>el</strong> caso de quehayan cesado aqu<strong>el</strong>las disposiciones, solicitará un empréstitoreservado en dinero o efectos de guerra, ya sea d<strong>el</strong> gobiernoo de particulares” (Barnola et al., 1964, T.IX: 322).La República asume la deudaDespués d<strong>el</strong> triunfo en Guayana, las deudas serán transferidasa la República, que vu<strong>el</strong>ve a existir en parte gracias al triunfo d<strong>el</strong>as armas así adquiridas. En reconocimiento de la importanciad<strong>el</strong> crédito, <strong>el</strong> 11 de diciembre de 1815, desde Jacm<strong>el</strong>, escribe aSutherland que “Sin Ud., querido amigo, mi expedición hubierasido algo muy insignificante. Sin Ud. temo que tal vez no hubiésemospodido salir, pues sin dinero no se hace nada, aun cuandose tenga todo lo demás. A V.E., pues, debemos mi patria y yolos socorros que le llevo” (Barnola et al., 1964, T.IX: 392). Y seisdías más tarde, en la misma localidad compra al comercianteW.Doran 5.200 libras de pólvora fina y 29.000 libras de pólvorade cañón, cargamento de pertrechos “pagadero sea en dineroo en productos” posteriormente en Venezu<strong>el</strong>a, y con productosde ésta (Barnola et al., 1964, T.IX: 396).Todavía no es suficiente. El 5 de enero de 1817, ya liberadaBarc<strong>el</strong>ona, encomienda al intendente Zea la misión de conseguirmás pertrechos en las islas caribeñas y le extiende poderpara adquirirlos ofreciendo <strong>el</strong> pago a futuro en frutos de Venezu<strong>el</strong>a;en <strong>el</strong> mismo sentido despacha acreditaciones a PedroGual y a Lino de Clemente, quienes residen en Estados Unidos,y a quienes escribe: “La opinión cambiada absolutamente ennuestro favor vale aún más que los ejércitos. Esta f<strong>el</strong>iz mutaciónnos ha puesto en estado de contar con grandes mediospara procurarnos objetos militares y satisfacer las obligacionesque contraigamos, y de autorizar a Uds. para que con respectoa las instrucciones que les acompaño puedan negociar los


artículos que contienen, seguros de la exactitud con que seránpagadas y cumplidas las que ustedes contraigan” (Lecuna,1947, T.I: 226-227). En la misma comunicación informa que haextendido comisión con igual propósito a Andrés B<strong>el</strong>lo y LuisLópez Méndez. Destaca la satisfacción o quizá la esperanza de“satisfacer las obligaciones que contraigamos”.Bolívar debe conocer, y quizá en algún momento recuerdacon preocupación las advertencias de Montesquieu en El espíritude las leyes contra los inconvenientes de la deuda pública:1° Si los extranjeros poseen muchos pap<strong>el</strong>es que representanuna deuda, extraen todos los años de la naciónuna suma considerable en intereses;2° En una nación perpetuamente endeudada, <strong>el</strong> cambiodebe ser muy bajo;3° El impuesto recaudado para los pagos de interesesde la deuda perjudica a los manufactureros, haciendo lamano de obra más cara;4° Se arrancan los ingresos d<strong>el</strong> Estado de aqu<strong>el</strong>los queejercen <strong>el</strong> trabajo o la industria, para traspasarlos a losociosos; es decir, que se aportan los bienes necesariospara trabajar a quienes no lo hacen, y se dificulta <strong>el</strong> trabajoa quienes lo desempeñan.Estos son los inconvenientes; no conozco ningunaventaja (Montesquieu, 1964: 684).En su accidentada carrera política y militar, verá <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>cumplirse más de una de las advertencias de Montesquieu.Pero se sobrepone a toda otra consideración la urgencia de arbitrarpertrechos sin los cuales no se puede conquistar la independencia,y <strong>el</strong> mercado más practicable para arbitrar talesfondos es <strong>el</strong> inglés. Bolívar envía a Londres a conseguir empréstitospara la República a José María d<strong>el</strong> Real y a Luis LópezMéndez, quien a partir de 1817 logra a crédito la compra de armasy de suministros, así como la organización de expedicionesde voluntarios, y constituye obligaciones por un monto de dosmillones de pesos. Posteriormente, <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> encomienda aFernando Peñalver la contratación de un nuevo préstamo por


3.000.000 de libras esterlinas; <strong>el</strong> nuevo agente a su llegada aLondres se entera de que López Méndez está preso por deudasa causa de la bancarrota de uno de los prestamistas que le habíafacilitado créditos. Peñalver libra títulos de la deuda colombianaa favor d<strong>el</strong> prestamista, sin lograr otra cosa que incrementar<strong>el</strong> monto de los débitos y poner en libertad a López Méndez(Maza Zavala, 1988, T.I: 1051-1053).Contratas que pueden c<strong>el</strong>ebrarse para proveernosde armas y municionesEn pleno desarrollo de las operaciones de la campaña deGuayana, <strong>el</strong> 6 de agosto de 1817 Bolívar comunica a FernandoPeñalver, para entonces refugiado en Trinidad, contestandosus cartas, “en que se contrae Ud. casi exclusivamente a lascontratas que pueden c<strong>el</strong>ebrarse para proveernos de armas ymuniciones”. Sobre <strong>el</strong> particular, le asegura que “La ocupaciónde las dos plazas de Guayana y d<strong>el</strong> Orinoco por nosotros facilitaextraordinariamente las empresas de los comerciantes quequieran introducirnos estos <strong>el</strong>ementos: aquí serán satisfechosen ganados, mulas, o en los frutos d<strong>el</strong> país. La navegación estáexpedita y segura; nada hay que temer de los enemigos que nopueden, por <strong>el</strong> momento, atender a todas partes, y que aunquequisieren no podrían quitarnos tan fácilmente la posesión d<strong>el</strong>río, estando dentro nuestra escuadra. Yo espero que hará Ud.valer con los extranjeros todas estas razones, y que, sacandotodo <strong>el</strong> partido posible de las ventajas que acabamos de obtener,nos haga venir pólvora y plomo con preferencia a todo. No solamentede esa isla pueden sacarse estos <strong>el</strong>ementos. Escribiendoa otras colonias vecinas la libertad de esta provincia y sus capitales,y asegurando que tenemos en <strong>el</strong>la con qué pagar, muchospodrían resolverse a traernos lo que necesitamos. Trabaje Ud.mi amigo, en inspirar confianza a esas gentes, y en procurarnoslos medios únicos que nos faltan para ver libre nuestra patria”(Lecuna, 1947, T.I: 255).


La negociación asciende a 200.000 pesos en armas,municiones y vestuarios para Venezu<strong>el</strong>aY en comunicación enviada desde Angostura <strong>el</strong> 13 de noviembred<strong>el</strong> mismo año de 1817 al general José Antonio Páez, leinforma que “De Inglaterra hemos tenido las noticias más placenteras.Nuestro agente en aqu<strong>el</strong>la corte, <strong>el</strong> señor Luis Méndez,me dice oficialmente que está concluida y terminada unanegociación con una casa muy rica de aqu<strong>el</strong>la ciudad, cuyossocios son miembros d<strong>el</strong> parlamento y muy adictos a la causade independencia; que la negociación asciende a 200.000 pesosen armas, municiones y vestuarios para Venezu<strong>el</strong>a; que en Londresse están reclutando algunos cuerpos, de los cuales hay unoya de 700 hombres que salía poco después de la fragata que hallegado a Margarita con porción de oficiales que vienen a tomarservicio y que me han traído estas comunicaciones; y que sehan ofrecido y asociado otros muchos ingleses poderosos paraenviar otra expedición de 600.000 pesos en toda especie de<strong>el</strong>ementos de guerra a Venezu<strong>el</strong>a; todo a pagarse cuatro añosdespués de reconocida nuestra independencia” (Barnola et al.,1964, T.XII: 74-76).Cualesquiera condiciones en que convenga paraindemnizar a la Gran Bretaña de sus generosos sacrificiosSiendo materia de la que depende la supervivencia mismade la República, Bolívar actúa con la mayor diligencia, y ya<strong>el</strong> 21 de noviembre d<strong>el</strong> mismo año de 1817 está expidiendonuevas credenciales a Luis López Méndez, en las cuales especificaque: “Habiéndose consolidado <strong>el</strong> gobierno de Venezu<strong>el</strong>apor <strong>el</strong> voto unánime de los pueblos, generales y ejércitos, yhallándose dotado de todo <strong>el</strong> vigor y toda la energía necesariapara poderse prometer <strong>el</strong> triunfo de la causa justa que sostieneen defensa de sus derechos naturales, y para <strong>el</strong> bien de todaslas naciones, hemos determinado ampliar los poderes a suagente y comisionado en la corte de Londres, señor Luis LópezMéndez, nombrándolo como enviado extraordinario y ministro


plenipotenciario de Venezu<strong>el</strong>a ante <strong>el</strong> gobierno británico, autorizadopara solicitar la augusta protección de S. M. B. en favorde una causa tan grande, tan gloriosa, tan importante al génerohumano y por todos los títulos tan digna de la asistencia de laprimera de las naciones. Y para que proponga, negocie, ajuste,concluya y firme a nombre y bajo la fe de la República de Venezu<strong>el</strong>acualesquiera pactos, convenios y tratados fundados sobre<strong>el</strong> principio d<strong>el</strong> reconocimiento, como Estado libre e independiente,y de prestarle apoyo y protección estipulando al efectocualesquiera condiciones en que convenga para indemnizar ala Gran Bretaña de sus generosos sacrificios, y darle las pruebasmás positivas y solemnes de una noble gratitud y perfecta reciprocidadde servicios y de sentimientos” (Barnola et al., 1964,T.XII: 124-125). La autorización está concebida en los términosmás amplios: se puede estipular “cualesquiera condiciones enque convenga”. Comisionado y prestamistas usarán de <strong>el</strong>la conla mayor libertad.Nuestra hacienda se halla por <strong>el</strong> momento en <strong>el</strong> estadomás deplorableEn dicha comunicación Bolívar expresa asimismo a su comisionado<strong>el</strong> ruinoso estado de la hacienda pública, su estimaciónde que <strong>el</strong> monto de la deuda es todavía pequeño, y la prudenteconsideración de que no se debe contraer deudas hasta notener seguridad de que existen medios para pagarlas. Y así, <strong>el</strong><strong>Libertador</strong> escribe que: “Aunque nuestra situación militar y políticaes la más ventajosa, nuestra hacienda se halla por <strong>el</strong> momentoen <strong>el</strong> estado más deplorable. Todos los recursos de estaprovincia se han agotado para comprar a precios exorbitantes,armas, municiones y vestuario. Pero tenemos la satisfacción deque nuestra deuda pública es de poca o ninguna consideración,y contamos con los crecidos fondos que sabe Ud. pueden sacarsede las provincias de Barinas y Casanare, luego que tomadoSan Fernando de Apure quede libre la comunicación con <strong>el</strong>las.Este es <strong>el</strong> único punto que conservan allí los españoles; pero <strong>el</strong>general Páez que tiene una división considerable, aguarda para


tomarlo nuestras fuerzas sutiles que van a dar v<strong>el</strong>a. Abstengámonospues de contraer deudas hasta no tener seguros los mediosde pagarlas. En esta atención prevengo a Ud. que se limitepor ahora a las contratas de armas, municiones y vestuario, noempeñándose en mandar oficiales, ni soldados hasta que yo leavise. Hablo en <strong>el</strong> concepto de que las contratas sean para satisfacersedurante la guerra, pues si son en los términos que Ud.ha proyectado para <strong>el</strong> crédito que negocia de ciento cincuentamil libras esterlinas, las apruebo desde luego y obligo al efectotodas las rentas d<strong>el</strong> Estado. Como estoy seguro de pagar cualesquieradeudas contraídas bajo tales condiciones, no temo comprometerme”(Barnola et al., 1964, T.XII: 126-134). Los términosd<strong>el</strong> empréstito establecían que éste sería pagadero cuatroaños después de reconocida la Independencia. Desde entonces<strong>el</strong> monto de la deuda no hará más que crecer; los intereses loincrementarán en forma desmesurada, y las venideras consolidacionesde <strong>el</strong>la y su agregación con la de la Nueva Granada yEcuador la harán ascender hasta magnitudes considerables.En fin, al cierre de la extensa misiva a Luis López Méndez<strong>el</strong> 21 de noviembre de 1817, Bolívar ratifica una vez más supreocupación por <strong>el</strong> pago de la deuda informándole sobre lainstalación de un Consejo de Gobierno, <strong>el</strong> cual “Queda ademásencargado durante mi ausencia de proveer a todas nuestras divisionesde armas, municiones, vestuario y cuanto necesiten;c<strong>el</strong>ebrar contratas, pagar las deudas d<strong>el</strong> Estado, admitir cónsules,y enviados extranjeros, y en suma de cuanto concierne a lasr<strong>el</strong>aciones exteriores” (Barnola et al., 1964, T.XII: 134).En todo caso, la necesidad d<strong>el</strong> pago prioritario de los créditoscontraídos y de la insuficiencia de los recursos para <strong>el</strong>lo tienetal peso en <strong>el</strong> ánimo de Bolívar, que <strong>el</strong> 17 de diciembre de 1817comunica desde Angostura al intendente de la provincia, FernandoPeñalver: “Ni <strong>el</strong> Consejo de gobierno tuvo autoridad paradecretar su<strong>el</strong>dos sin mi conocimiento, ni <strong>el</strong> intendente generalpudo mandar que se abonasen cuando uno y otro están bienconvencidos de que los fondos de la República no alcanzan paracubrir siquiera las importantes contratas que se ha c<strong>el</strong>ebrado yque ni <strong>el</strong> ejército ni ningún empleado público gozan de su<strong>el</strong>do


alguno. Ud., pues, se abstendrá de hacer ningún pagamento deesta especie” (Barnola et al., 1964, T.XII; 249). El pago de ladeuda proveniente de “las importantes contratas que se ha (sic)c<strong>el</strong>ebrado” empieza a prevalecer sobre <strong>el</strong> de otras urgentes obligacionesde la República.Concluyendo <strong>el</strong> año, <strong>el</strong> 30 de diciembre de 1817 manifiestaBolívar una vez más su preocupación por <strong>el</strong> pago diligente d<strong>el</strong>crédito público, al declarar deuda nacional las obligaciones asumidaspor <strong>el</strong> almirante Luis Brión en su nombre a fin de suplirpertrechos a la República (Barnola et al., 1964, T.XII: 337-338).En tal forma obligaciones contraídas a título personal pero enexclusivo beneficio de la causa independentista quedan más garantizadasal ser asumidas por la República.Páguese por los ministros de estas CajasQue <strong>el</strong> pago puntual de las obligaciones contraídas es preocupaciónprimordial d<strong>el</strong> gobierno lo demuestra la tramitación deinfinidad de pequeñas acreencias que son atendidas dentro d<strong>el</strong>as disponibilidades d<strong>el</strong> momento. Así, <strong>el</strong> comerciante británicoA. Smith solicita pago de “una orden d<strong>el</strong> Consejo de Gobierno afavor de los señores J. Princep y J.J. Revenga, la cual debía sersatisfecha en Colonias, al venderse <strong>el</strong> cargamento d<strong>el</strong> bergantínColombia, a quien se había suplido <strong>el</strong> importe de la expresadaorden en provisiones”. El 25 de julio de 1818 Bolívar resu<strong>el</strong>ve,tajantemente: “Páguese por los ministros” (Pérez Vila, 1960:19-20). J. Princep es aventajado negociante, que en definitivase quedará con los terrenos y las explotaciones confiscadas porla República a las misiones de Guayana.Poco después, <strong>el</strong> comerciante británico William Carss presentafacturas por mercancías, y ordena Bolívar expeditamente<strong>el</strong> 17 de septiembre de 1818 “Páguese por los ministros de estasCajas la cantidad de tres mil ochocientos cuarenta y tres pesosal Sr. Guillermo Carss bajo las condiciones expresadas arriba”(Pérez Vila, 1960: 30). El 21 de octubre, ante representación d<strong>el</strong>almirante Luis Brión en <strong>el</strong> sentido de que ha expedido libranza afavor de Hood y Compañía por cien mulas y mil cueros, dispone


<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> “El Consejo de Gobierno ordenará se le abonena los señores Hood y Compañía, de Granada, cien mulas y milcerdos que ha librado <strong>el</strong> Almirante para gastos de la Escuadra”(Pérez Vila, 1960: 32).Todavía más tarde, <strong>el</strong> 13 de mayo de 1820 <strong>el</strong> ministro deHacienda José Rafa<strong>el</strong> Revenga, desde <strong>el</strong> Palacio de Gobierno enAngostura, le remite a Bolívar una acreencia con <strong>el</strong> comercianteThompson, de la isla de Granada, por las reparaciones queéste efectuó en <strong>el</strong> bergantín de la República Congreso. El 27de marzo de 1821 Bolívar decide desde Achaguas: “Al Excmo.Señor Vicepresidente interino de la República para que hagapagar esta cantidad de dos mil cuatrocientos dos pesos fuertes ymedio real al señor Thompson de los fondos que haya en la cajamilitar de Cúcuta o de los primeros que vengan de Bogotá para<strong>el</strong> Ejército” (Pérez Vila, 1960: 146-147). Granos de arena comoéstos van constituyendo progresivamente una <strong>el</strong>evada montañaque terminará por ahogar la hacienda de la República.La consolidación de la deuda de la GranColombiaUna de las poderosas razones que ha considerado<strong>el</strong> congreso para la reunión de las dos nacionesLa imperiosa necesidad de arbitrar fondos determina <strong>el</strong> nombramientode nuevos agentes en Londres, cuyas gestiones exponeen detalle Bolívar en comunicación que dirige <strong>el</strong> 20 de diciembrede 1819 desde Angostura a Santander, vicepresidente deCundinamarca: “Nuestros agentes en Londres, los señores Peñalvery Vergara, participan al gobierno que las disposiciones d<strong>el</strong>pueblo británico nos son muy favorables, y aun las d<strong>el</strong> gobierno.No desesperan de conseguir <strong>el</strong> empréstito de los 3.000.000 deduros que motivó su misión, a pesar de haber encontrado en lacárc<strong>el</strong> arrestado por una deuda de 150.000 pesos al señor Real,agente de la Nueva Granada en aqu<strong>el</strong>la corte, quien obtuvo sulibertad bajo la fianza y garantía de dichos señores. Ellos propenden,según la disposición de la Gran Bretaña, a la unión de


las dos repúblicas, y creen que nuestro crédito y reputación seaumentará considerablemente con este acto” (Lecuna, 1947,T.I: 407).Importa detenerse en <strong>el</strong> último argumento. Una de las razonesde la creación de la Gran Colombia sería la posibilidad deobtener créditos. Acto seguido, en <strong>el</strong> mismo texto Bolívar ratificala idea: “Esta es también una de las poderosas razones queha considerado <strong>el</strong> congreso para la reunión de las dos naciones,los dobles medios y de consiguiente <strong>el</strong> doble crédito que va aresultarnos. Casi no puede dudarse de que conseguiremos <strong>el</strong>empréstito, a la vista de la importancia y de las seguridades quepresta la República de Colombia” (Lecuna, 1947, T.I: 407).Solicitar con las casas de Londres a quienesla República es deudoraEl problema de la deuda, su continuo crecimiento, las infortunadasnegociaciones que la incrementan y los intentos decanc<strong>el</strong>arla es tema que desde entonces atormenta en forma casipermanente al <strong>Libertador</strong>. Así, después de que en 1819 ejecuta<strong>el</strong> audaz paso de los Andes y consagra la libertad de la NuevaGranada en la batalla de Boyacá, <strong>el</strong> 8 de marzo de 1820 desdeBogotá dirige proclama a los colombianos en la cual exhorta ala unión de los pueblos hermanos, y en esa misma fecha envíacomunicación al vicepresidente Juan Germán Roscio en la cualle ordena entrar en negociaciones con los acreedores inglesespara satisfacerlos con minas: “V. E. tratará de solicitar con lascasas de Londres a quienes la República es deudora por losauxilios que han suministrado, que tomen estas minas, llamadasSanta Ana de Laxas, por las deudas que les reconocemos,con las condiciones de no tener que pagar derecho alguno d<strong>el</strong>os comunes al ramo de minas en los primeros diez años de sulaboreo o de recibirlas <strong>el</strong> Estado en caso de no querer seguir loscontratistas, abonándoles los gastos que hubieren impendidoen ponerlas en estado de utilidad. Si no se conviniere, se solicitaráque dichas casas nombren una comisión que asociada a unfactor de la parte d<strong>el</strong> gobierno, trabaje la mina de mancomún;


y sus productos, después de reintegrados los costos, serviránexclusivamente para pagarles la deuda nacional” (Pérez Vila,1959, T.XII: 175). En la misiva se propone un expediente depolítica fiscal: <strong>el</strong> incentivo de exención de los tributos inherentesal ramo de minas durante diez años, y la oferta de reintegrod<strong>el</strong> capital invertido si luego de hacerlas producir desisten d<strong>el</strong>a empresa. Se deja abierta la posibilidad de que los acreedorestrabajen dichas minas en compañía. Por otro lado, se recurre alexpediente p<strong>el</strong>igroso de ofrecer <strong>el</strong> reintegro d<strong>el</strong> capital invertidosi éste no resulta suficientemente remunerativo, con lo cualla República asume la totalidad d<strong>el</strong> riesgo y <strong>el</strong> inversionista nocorre ninguno. No es la última vez que se admitirá este procedimiento.La Inglaterra entera me pide que le pagueLa presión de las deudas es tan persistente, que <strong>el</strong> imperturbableJosé Antonio Páez escribe al <strong>Libertador</strong> quejándose de<strong>el</strong>la y solicitándole que sus titulares sean satisfechos. El 19 deabril de 1820 éste le contesta desde <strong>el</strong> Cuart<strong>el</strong> General de SanCristóbal recordándole la indispensable prioridad de los gastosbélicos: “Ud. se queja de sus acreedores y quiere que le pague;la Inglaterra entera me pide que le pague y yo no le doy un maravedípor atender a los gastos de la guerra. Está nuestro diputadoen Londres en la cárc<strong>el</strong> por sólo treinta mil pesos, y yo no s<strong>el</strong>os mando por atender a los gastos de guerra. ¿Y no quiere Ud.que yo me incomode al ver al señor Pumar llevarse ochocientasmulas por cuatro trapos y quedarnos sin qué tener con quéconducir <strong>el</strong> parque? Hablándole de esto me contestó Ud. quequería protegerlo. Mi réplica debió ser que la protección debíaser a la patria y no a un individuo; y que, en caso de dárs<strong>el</strong>a a unindividuo, Pumar debía ser <strong>el</strong> último por no ser militar” (PérezVila, 1979: 140).Fernando Peñalver es sustituido en sus funciones de negociadorde empréstitos por Francisco Antonio Zea, naturalista,periodista y político neogranadino que desempeñaba <strong>el</strong> cargode vicepresidente de la República por designación d<strong>el</strong> Congreso


de Angostura, y luego <strong>el</strong> de vicepresidente de la República deColombia. El <strong>Libertador</strong> le confiere <strong>el</strong> 24 de diciembre de 1819amplísimos poderes para constituir una misión diplomáticaante la Santa Sede, Gran Bretaña, Países Bajos y Francia, queincluían autorización para contratar un empréstito de cincomillones de libras esterlinas. A su llegada a Londres, Zea es acosadopor los titulares de créditos contra Colombia, como WilliamGraham, Charles Herring, Charles Hurry y Sam Powles,quienes lo presionan para consolidar dichas acreencias por unmonto de 731.762 libras esterlinas, al cual se incorporan 60.000que Zea reservó para un futuro viaje a España. Sus poderes leson revocados por la República en octubre de 1821, pero paraese entonces había concertado en París otro empréstito con lafirma inglesa Herring, Graham y Powles por 2.000.000 de librasesterlinas, <strong>el</strong> cual sustituía todos los títulos emitidos previamente.A fin de cuentas, los prestamistas acordaron en 1824con <strong>el</strong> representante colombiano Manu<strong>el</strong> José Hurtado que <strong>el</strong>préstamo tendría un descuento d<strong>el</strong> 20% y devengaría interesesal 6% anual (Pérez Vila, 1988, T.III: 955). No tardará Bolívar encriticar amargamente los términos de esta negociación y en calificarpor <strong>el</strong>la a Zea, como veremos, de “genio d<strong>el</strong> mal”.Nuestros fondos públicos agotados, nuestras rentasdisminuidasHacia fines de 1820 <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> propone al jefe de las fuerzasespañolas don Pablo Morillo un armisticio, cuya finalidadreal es lograr <strong>el</strong> reconocimiento de la condición de b<strong>el</strong>igerantespara las fuerzas republicanas. El 27 de noviembre se c<strong>el</strong>ebra enSanta Ana la célebre entrevista entre ambos comandantes y sefijan las bases d<strong>el</strong> acuerdo. Menos de un mes después, <strong>el</strong> 22 dediciembre de 1820, Bolívar comunica al vicepresidente JuanGermán Roscio los motivos de que <strong>el</strong> armisticio haya sido sóloprevisto para medio año, y entre <strong>el</strong>las figura la endeble condiciónd<strong>el</strong> crédito de la República: “La razón que tuve para negar<strong>el</strong> año que <strong>el</strong> enemigo pidió está existente, y pasados los seis meses,será más urgente aún. Nuestros fondos públicos agotados,


nuestras rentas disminuidas por consecuencia de la guerra y susdesastres y nuestra falta de crédito para contraer deudas en lospaíses extranjeros, nos constituyen en absoluta imposibilidadde permanecer en la actitud militar en que estamos y que nopodemos dejar mientras haya <strong>el</strong> más remoto temor de que puedacontinuar la guerra. Destinadas a la subsistencia de las tropas,a la simple subsistencia, todas nuestras rentas no alcanzanpara cubrir los gastos y es necesario ocurrir a las liberalidadesextraordinarias de los pueblos y aún a contribuciones forzadas.¿De dónde, pues, sacaríamos las enormes sumas que se necesitanpara enviar plenipotenciarios a España y sostener en aqu<strong>el</strong>lacorte una embajada formal?” (Pérez Vila, 1959, T.XII: 219-223).Haberes militares y Deuda PúblicaLa pérdida completa y absoluta de nuestro crédito públicoMientras corre <strong>el</strong> semestre de tregua, <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> prepara conescasos recursos e infinitas deudas la acometida que venceráen la batalla de Carabobo. En medio de los trajines de la intendencia,tiene tiempo para enviar <strong>el</strong> 17 de julio de 1821 desdeValencia, por intermedio de Pedro Briceño Méndez comunicaciónal ministro de Hacienda, refiriéndose al problema, quemencionamos en la sección r<strong>el</strong>ativa a la moneda, de los valesemitidos por la República sobre la futura repartición de bienespúblicos a los combatientes patriotas. Nos permitimos citar denuevo la dura crítica al manejo de tales títulos que formula <strong>el</strong><strong>Libertador</strong> al apuntar que “Poca previsión se necesitaba paraconocer que semejante emisión y circulación de simples billetesiba a causar la pérdida completa y absoluta de nuestro créditopúblico, así porque era una creación de un pap<strong>el</strong> monedasin los requisitos, seguridades y fondos necesarios para sostenerloy acreditarlo, como porque iban a ser propietarios de élhombres que reducidos a la indigencia, se veían en la necesidadde cambiarlo por cualquiera cantidad efectiva que remediase alpronto sus necesidades” (O’Leary, 1981, T.XVIII: 393-395). Yen efecto, según indica más ad<strong>el</strong>ante <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>, la mayoría


de los titulares han cedido en breve tiempo sus pap<strong>el</strong>es a manosusureras por menos d<strong>el</strong> cinco por ciento de su valor. La mal planeadaemisión, al poner en circulación valores pagaderos en unfuturo incierto era en efecto una operación de crédito público,y su imprudente lanzamiento sin fijar un procedimiento brevey confiable para la entrega de las tierras ofrecidas ni establecerla intransferibilidad de los títulos determinó que éstos fueranadquiridos a precio vil por especuladores, quienes luego exigierona la República <strong>el</strong> importe total de <strong>el</strong>los y lo obtuvieron.Consciente de los efectos desastrosos de la operación, <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>añade en la misiva al ministro de Hacienda que “correspondeal congreso general examinar de nuevo aqu<strong>el</strong>la leypara corregirla”. Y urge a dicho cuerpo en <strong>el</strong> sentido de que“Entretanto es de absoluta necesidad que <strong>el</strong> congreso dicte algunosmedios que hagan esperar al ejército <strong>el</strong> cumplimiento d<strong>el</strong>as ofertas que tantas veces se le han repetido sobre la ley desu haber. Sería muy p<strong>el</strong>igroso que por un momento se llegasea dudar d<strong>el</strong> cumplimiento de aqu<strong>el</strong>las ofertas, en que cada unofunda sus esperanzas. Se acerca <strong>el</strong> día de la paz, se acerca <strong>el</strong>momento de licenciar <strong>el</strong> ejército; y si entonces, al retirarse asus casas, no llevan la seguridad de entrar en <strong>el</strong> goce de la asignación,no será extraño que se repitan las mismas defeccionesque sufrieron los españoles cuando subyugaron a Venezu<strong>el</strong>a en1814, y ojalá que no sea ésta la señal de la desastrosa guerracivil que nos amenaza, por la aparente diferencia de nuestrapoblación” (O’Leary, 1981, T.XVIII: 393-395). Una vez másacierta Bolívar en sus premoniciones. La desigualdad social yla falta de tierras están entre las causas de las insurreccionescampesinas que estallan en 1846 y que encontrarán su máximaexpresión en la Guerra Federal que arranca en 1859. El oscuronegociado con los títulos de los haberes militares no sólo frustróun proyecto social de Bolívar; asimismo determinó que todo <strong>el</strong>siglo estuviera bajo <strong>el</strong> signo de la frustración y de la reb<strong>el</strong>iónigualitaria.Al día siguiente de dicha indignada misiva, <strong>el</strong> 18 de julio de1821, en <strong>el</strong> Palacio de Gobierno de la Villa d<strong>el</strong> Rosario de Cúcutase sanciona la llamada Constitución de Cúcuta, que realiza


la unión de Venezu<strong>el</strong>a y la Nueva Granada en la nueva naciónde Colombia, ya propuesta a finales de 1819. Esta integracióntrae como efecto la unión de las deudas que había contraídocada uno de los cuerpos políticos. Así, en dicha Constitución,<strong>el</strong> artículo 8° declara paladinamente: “Son reconocidas in solidumcomo deuda nacional de Colombia las deudas que losdos pueblos han contraído separadamente; y quedan responsablesde su satisfacción todos los bienes de la República”. Nosólo se consolidan constitucionalmente las deudas: por efectosde la Ley Fundamental quedan constituidos en garantía todoslos bienes d<strong>el</strong> naciente cuerpo político. Lamentablemente estaoperación no se efectúa con la transparencia que hubiera sidode desear, pues los registros llevados sobre las operaciones estabanincompletos o confusos.No ha pasado un mes, cuando de nuevo <strong>el</strong> 27 de agosto de1821 se comunica <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> con <strong>el</strong> vicepresidente Santander,esta vez comentándole con evidente alarma los montos d<strong>el</strong>a deuda causada por la última campaña: “Por acá va todo bien,aunque también todo está muy angustiado por los enormes gastosque ha habido que hacer con los prisioneros, con las expedicionesd<strong>el</strong> Perú y de Colombia, y con <strong>el</strong> equipo y paga de lastropas que han quedado. Cerca de quinientos mil pesos se hangastado ya y otros quinientos mil pesos más hay que pagar dedeudas atrasadas, y otros quinientos mil pesos que valen lossu<strong>el</strong>dos anuales de los militares d<strong>el</strong> Sur” (Lecuna, 1947, T.I:671-673). En total, sólo por los conceptos mencionados, <strong>el</strong> débitose ha incrementado en millón y medio de pesos, sin queaparezcan de manera clara ingresos con los cuales satisfacerlo.Sólo <strong>el</strong> empréstito d<strong>el</strong> señor Zea es horribleA partir de aquí <strong>el</strong> recurso de la deuda adquiere visos detragedia. En El mercader de Venecia, Shakespeare había previstola situación desesperada de un deudor que promete a unusurero una libra de su carne como garantía d<strong>el</strong> pago de unpréstamo. Más de una libra de su carne deberá pagar la Repúblicarepetidamente a los prestamistas sin ver su deuda satisfecha


ni disminuida. Al igual que <strong>el</strong> deudor en <strong>el</strong> drama isab<strong>el</strong>ino, severá constreñida a pagar <strong>el</strong> débito, sabiendo que quizá con élperderá la vida. Y así, pocos meses después, tras enfrentar unasublevación de los realistas en Pasto y suscribir <strong>el</strong> 13 de enerode 1823 un decreto de confiscación de los bienes de los sublevados,ya <strong>el</strong> día siguiente Bolívar comunica al vicepresidenteSantander desoladoras reflexiones sobre <strong>el</strong> curso de la deuda,que comienzan con una introducción quizá irónica: “Muchome ha gustado esta hermosa carta en que Vd. nos pinta <strong>el</strong> estadode la república tan brillante. Gual me ha hecho lo mismocon respecto a las r<strong>el</strong>aciones exteriores: sólo <strong>el</strong> empréstito d<strong>el</strong>señor Zea es horrible. No dudo que seremos reconocidos porEspaña y por <strong>el</strong> mundo entero; que pronto tendremos paz; queMorales será destruido con la inmensa fuerza que está contraél; también podremos subyugar a los facciosos porque la justiciay la fuerza son muy poderosas. En fin, lo haremos todo, perola deuda nacional nos va a oprimir; <strong>el</strong> señor Zea es la mayor calamidadde Colombia; es horrible su mala versación” (Lecuna,1947, Vol.I: 714).La deuda pública es un caos de horrores,de calamidades y de crímenesSeis meses más tarde, profundiza Bolívar su conciencia d<strong>el</strong>abismo en <strong>el</strong> cual se sume la hacienda republicana y de la dificultadde escapar de él. El 14 de junio de 1823, en carta alvicepresidente Francisco de Paula Santander, le comunica sinambages desde Babahoyo que “La deuda pública es un caos dehorrores, de calamidades y de crímenes, y <strong>el</strong> señor Zea, <strong>el</strong> geniod<strong>el</strong> mal, y Méndez, <strong>el</strong> genio d<strong>el</strong> error, y Colombia una víctimacuyas entrañas despedazan esos buitres: <strong>el</strong>los devoraron conanticipación los sudores d<strong>el</strong> pueblo de Colombia; <strong>el</strong>los han destruidonuestro crédito moral, en tanto que no hemos recibidosino los más escasos auxilios. Cualquiera que sea <strong>el</strong> partidoque se tome con esta deuda, es horrible: si la reconocemos dejamosde existir, si no … <strong>el</strong> oprobio de esta nación ... infamesque la ligue a un yugo ignominioso y mise… Consumiríamos la


sustancia de nuestros hijos… abominación haría execrable…”(Lecuna, 1947, Vol.I: 766-767). Llaman la atención en esta cartalas expresiones desusadamente fuertes, como buitres y geniod<strong>el</strong> error; la destrucción intencionada o accidental de parte d<strong>el</strong>texto, que señalamos con puntos suspensivos, y que en formacasual sugiere una indignación que ya no encuentra palabraspara expresarse. Las cursivas han sido incorporadas por <strong>el</strong>compilador Vicente Lecuna para señalar las expresiones tomadasd<strong>el</strong> archivo de Santander. Reconocer la deuda es dejar deexistir; no reconocerla, perecer, porque significaría <strong>el</strong> bloqueod<strong>el</strong> comercio exterior. La República ha sido puesta bajo la cuchillad<strong>el</strong> usurero. Hacia <strong>el</strong> final de la larga misiva, Bolívar añadeotra de sus cent<strong>el</strong>leantes expresiones, que resumen un caosde desaciertos y angustias: “No dudo que <strong>el</strong> erario esté agotado,porque jamás lo hemos tenido” (Lecuna, 1947, Vol.I: 769).No han transcurrido todavía dos meses, y en nueva misivaal vicepresidente Santander enviada desde Guayaquil, Bolívarrecurre en sus cavilaciones angustiosas sobre <strong>el</strong> manejo de ladeuda. Tras afirmar que “por fin las cosas d<strong>el</strong> Perú han llegadoa la cima de anarquía”, describe las siete fuerzas políticasque se disputan <strong>el</strong> poder en dicho país y concluye que “Todos,todos, todos excepto Sucre son <strong>el</strong> mismo demonio”. La fundamentaciónde su argumento es una requisitoria contra <strong>el</strong> manejoinescrupuloso d<strong>el</strong> crédito: “El gobierno de Riva Agüero es<strong>el</strong> gobierno de un Catilina unido al de un Caos; no puede Ud.imaginarse hombres más canallas ni más ladrones que los quetiene <strong>el</strong> Perú a su cabeza. Se han comido seis millones de pesosde empréstito, de un modo escandaloso. Setecientos mil pesosse han robado entre Riva Agüero, Santa Cruz y <strong>el</strong> ministro deguerra, sólo en unas contratas hechas sobre equipo y embarquede tropas. El congreso pidió cuentas y le trataron como al divánde Constantinopla. Es horrible <strong>el</strong> modo infame con que se haconducido Riva Agüero. Lo peor de todo es que entre los godosy los patriotas han puesto a perecer <strong>el</strong> Perú con sus saqueosenormes y multiplicados. Este país es <strong>el</strong> más caro d<strong>el</strong> mundo,y no tiene ya un maravedí con que mantenerlo. De suerte qu<strong>el</strong>e han quedado sus inmensas necesidades y ningún medio para


satisfacerlas. No sé cómo haré para alimentar de oro un ejércitomuy grande en un país que ya no tiene nada” (Lecuna, 1947,T.I: 87).Las deudas son tantas y de tantos orígenes, que la urgenciade la situación obliga a establecer pr<strong>el</strong>aciones. Así, encontrándoseen Huamanga, <strong>el</strong> 16 de octubre de 1824 <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> promulgadecreto en <strong>el</strong> cual suspende las erogaciones d<strong>el</strong> tesorod<strong>el</strong> Perú a favor de sus acreedores por <strong>el</strong> resto d<strong>el</strong> año, hastaque no se satisfagan los su<strong>el</strong>dos y otros emolumentos que sedeben a los integrantes d<strong>el</strong> ejército y la marina, los cuales sóloreciben un cuarto de su paga desde marzo (Blanco y Azpúrua,1978, T.IX: 406).La penuria de recursos obliga a contraer nuevas deudas, quea su vez crearán nuevas estrecheces. Así, <strong>el</strong> 2 de noviembre de1824, poco más de tres meses después de la batalla de Junín,<strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> abre la comunicación que dirige desde Canta algeneral Juan Paz d<strong>el</strong> Castillo c<strong>el</strong>ebrando que: “Yo estaba en lasriberas d<strong>el</strong> Apurímac con <strong>el</strong> ejército ocupando gran parte de laprovincia d<strong>el</strong> Cuzco, cuando supe que venían 10.000 hombres,y dos millones de pesos de Inglaterra que estaban por llegar;que <strong>el</strong> ‘Asia’ había entrado en El Callao, y que Lima permanecíaaún en poder de los españoles. Todos estos motivos reunidosme decidieron a venir a la costa a tomar las medidas correspondientes”(Lecuna, 1947, T.II: 32).Para <strong>el</strong> año de 1824, se estimaba conservadoramente qu<strong>el</strong>a deuda llegaba a unos 10.000.000 de pesos. A falta de ingresosinternos para canc<strong>el</strong>arla, se recurre una vez más al créditoexterno, y se compromete en Europa otro empréstito por30.000.000 de pesos. De este monto, la mayor parte se destinaa canc<strong>el</strong>ar comisiones, intereses anticipados, deudas internasy gastos militares. D<strong>el</strong> total, apenas se destinan dos cantidadespara fines económicamente reproductivos: 320.000 pesospara préstamos agrarios y 715.000 para <strong>el</strong> restablecimiento d<strong>el</strong>monopolio d<strong>el</strong> tabaco y reinstalación de las casas de moneda(Aizpúrua, 1988, T.II: 422-446).


El gobierno ampara <strong>el</strong> abominable sistema que nos arruinaOcupado en sus campañas, <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> sigue atento y angustiado<strong>el</strong> desmesurado crecimiento de la deuda, <strong>el</strong> cual, segúnsu opinión, más que a las verdaderas necesidades de los países,se debe al desorden. Así, <strong>el</strong> 22 de julio de 1825 escribe desde<strong>el</strong> Cuzco al doctor Hipólito Unanue, presidente d<strong>el</strong> Consejo deGobierno d<strong>el</strong> Perú, que “Cristóbal, rey de Guárico, sostenía unreino, una corte y un ejército de treinta mil hombres muy bienmantenido. Su pueblo no llegaba a doscientas cincuenta milalmas, ¡Qué prodigio! ¡Qué contraste! Los amos de las minas,los dueños de los Andes de plata y oro, están pidiendo millonesprestados para mal pagar a su pequeño ejército y a su miserableadministración. Que se diga todo esto al pueblo y que se declamefuertemente contra nuestros abusos y nuestra inepcia, paraque no se diga que <strong>el</strong> gobierno ampara <strong>el</strong> abominable sistemaque nos arruina. Que se declame, digo, en la ‘Gaceta d<strong>el</strong> Gobierno’contra nuestros abusos; y se presenten cuadros que hierana la imaginación de los ciudadanos” (Lecuna, 1947, T.II; 182).Intentos de canc<strong>el</strong>ación con bienesde la RepúblicaQue <strong>el</strong> gobierno dé todo cuanto le pertenecepor amortizar su deudaHemos visto que las necesidades de la deuda pública mueven al<strong>Libertador</strong> a considerar las minas como un recurso para satisfacerestas ya pesadas cargas. En virtud de <strong>el</strong>lo, <strong>el</strong> 2 de agosto de1825, encontrándose en Pucará, promulga decreto que por sudecisiva importancia conviene citar in extenso:“Considerando:I.- Que sobre <strong>el</strong> gobierno de la república gravita una inmensadeuda;II.-Que debe procurar <strong>el</strong> gobierno por todos los modos posiblesla extinción de dicha deuda;III.-Que las minas abandonadas aguadas o despobladas pertenecende derecho al Estado:


DECRETO1° Que las minas abandonadas, aguadas o abandonadas porsus antiguos poseedores que eran denunciables según las ordenanzasde minería, son de la propiedad d<strong>el</strong> Estado2° Que se entiendan comprendidas en <strong>el</strong> artículo anteriorlas minas que al tiempo de proclamarse la independencia en losdiferentes departamentos de la República se hallaban despobladaso abandonadas conforme a las dichas ordenanzas3° Que a los ciudadanos que hubiesen denunciado minasabandonadas y hubiesen cumplido todos los requisitos que laley exige para ser legítimos poseedores de <strong>el</strong>las, se los ampareen su posesión y por consiguiente no les comprende <strong>el</strong> artículoanterior, aunque hayan tomado dichas minas después de laindependencia4° Que las minas se arrienden o se vendan en público rematede cuenta d<strong>el</strong> gobierno adjudicándose su valor a los acreedoresd<strong>el</strong> Estado en pago de sus créditos calificados” (Barret et al.,1961, T.I: 429-430).Obsérvese en todo caso que no se trata de un remate generalde todas las minas, sino de las “abandonadas, aguadas o despobladas”,vale decir, aqu<strong>el</strong>las cuya producción se hubiere interrumpidopor falta de trabajos o inundación. También se respetan losderechos de quienes hubieren denunciado minas abandonadasy se hubieren constituido en poseedores legítimos.Apoyándose en tal norma, <strong>el</strong> 17 de septiembre de 1825 escribedesde La Paz al vicepresidente Santander: “Yo he decretadoaquí que todas las minas perdidas y abandonadas pertenecende hecho al gobierno para pagar la deuda nacional. Desd<strong>el</strong>uego en Colombia se podía hacer lo mismo y venderlas todasa una compañía inglesa, a cuenta de pagos de intereses por ladeuda nacional. Yo creo que bien podemos sacar algunos millonespor este arbitrio; pues <strong>el</strong> momento es muy favorable paranegocios de minas” (Lecuna, 1947, T.II: 218). Un mes más tarde,comunica a don José Larrea y Loredo, ministro de Haciendade la junta de gobierno peruana, en extensa postdata de cartadirigida <strong>el</strong> 17 de octubre de 1825 desde Potosí: “Como siempreestoy pensando en <strong>el</strong> Perú por sus deudas, me ha parecido bien


indicarle al gobierno que amortice la deuda nacional ofreciendosus minas y todas sus tierras baldías que son inmensas añadiendoademás todas sus propiedades raíces, todos los derechos deinvenciones y exclusivas y todos aqu<strong>el</strong>los arbitrios útiles que<strong>el</strong> gobierno pueda conceder parcialmente a beneficiados quepocos nos darían. En fin, mi idea es que <strong>el</strong> gobierno dé todocuanto le pertenece por amortizar su deuda, a una o muchascompañías inglesas o a los mismos tenedores de los vales d<strong>el</strong>gobierno; quiero decir que estos señores se encarguen de la negociaciónde aniquilar la deuda por <strong>el</strong> valor de las propiedades yde las gracias que antes he mencionado. Para lograr estas vastasempresas se debe formar un magnífico proyecto d<strong>el</strong> plan, tomaruna r<strong>el</strong>ación exacta de las propiedades d<strong>el</strong> Estado inclusiv<strong>el</strong>as tierras baldías, que deben ser infinitas; después, ofrecer lasgracias que <strong>el</strong> gobierno pueda conceder; y últimamente, decirque <strong>el</strong> gobierno pesará las proposiciones que se le hagan y, envista de <strong>el</strong>las, formará una contrata formal en la cual se hallaránespecificadas las condiciones d<strong>el</strong> caso” (Lecuna, T.II: 244-246).Entendemos, por la proximidad con <strong>el</strong> decreto de 2 de agostode 1825, que se refiere Bolívar a las minas abandonadas, aguadaso despobladas, y no a la totalidad de <strong>el</strong>las. En todo caso,la enajenación de “todos los baldíos”, si tomamos <strong>el</strong> términoliteralmente, es una medida extremadamente drástica para librarsede un peso insoportable.Sin embargo, la maquinaria insaciable de una hacienda públicamal ordenada continúa requiriendo los fondos que nopuede arbitrar por sí misma, y se piensa en nuevos endeudamientos.Por <strong>el</strong>lo, <strong>el</strong> 13 de octubre de 1825 <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> escribedesde Potosí al vicepresidente Francisco de Paula Santanderque: “Los dos millones de pesos que Ud. desea para <strong>el</strong> año 26 enLondres, me parece difícil obtenerlos, a causa de ser demasiadopronto: primero, porque no están arregladas las cuentas; ysegundo, porque no hay tiempo para nada, ni aun en un estadoordinario de cosas. Creo que Ud. me habló antes para <strong>el</strong> año27, y aun para entonces no es muy fácil. En fin, yo escribiré algobierno y a Armero para que de acuerdo con Heres arregle,si no <strong>el</strong> todo, al menos una parte de este negocio, luego que se


eúna al congreso en febrero, pues no es decente que yo seaparte y juez, en un negocio de interés, ni tampoco es conciencia”(Lecuna, 1947, T.II: 236). Y en efecto, durante su carreraha tratado Bolívar escrupulosamente de no intervenir en talesnegociaciones, salvo en las primeras constituciones de deudaque efectuó en las Antillas a costa de su crédito personal.Los fondos con que actualmente cuenta <strong>el</strong> Perúson casi ningunosPor apremiantes que sean los compromisos de la deuda,sabe sin embargo <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> ponerles límite. Y así, cuandoen <strong>el</strong> año 1825 <strong>el</strong> vicepresidente Francisco de Paula Santanderle propone que se valga d<strong>el</strong> poder que ejerce en Perú para lograrque este país transfiera a Colombia dos millones de pesos parasatisfacer su deuda externa, <strong>el</strong> 16 de octubre de ese año Bolívarlo rechaza desde Potosí con las siguientes especiosas razones:“El Perú acaba de salir de la más espantosa miseria a que habíasido reducido por las desgracias que pesaron sobre él: ha tenidoque hacer inmensos gastos en la última campaña que, dándolevida y libertad, ha afianzado la paz de América y su primerdeber ha sido recompensar al ejército libertador, sin que hastaahora le haya sido posible al Perú pagarles sus ajustes, su recompensay cumplir d<strong>el</strong> todo con tan santos compromisos. Losfondos con que actualmente cuenta <strong>el</strong> Perú son casi ningunos yapenas alcanzan para llenar <strong>el</strong> objeto arriba indicado, y cubriral mismo tiempo los gastos de su administración. Además <strong>el</strong>Perú no tiene en estos momentos fondos de que disponer enInglaterra, y <strong>el</strong> nuevo empréstito que ha decretado <strong>el</strong> congresoconstituyente, no se ha realizado porque apenas han partidoen estos días los comisionados que van a levantarlo” (Blancoy Azpúrua, 1978, T.X: 577). Hay que recordar que justamentemovido por consideraciones parecidas, Bolívar había rechazado<strong>el</strong> millón de pesos que le acordó <strong>el</strong> Congreso d<strong>el</strong> Perú comorecompensa personal por lograr su independencia. Mal podíaentonces cargar a la naciente república con nuevas deudas queésta no podía soportar.


Ofreciendo sus minas y todas sus tierras baldíasSin embargo, <strong>el</strong> conjunto de acreencias que pesan sobrePerú es de tal cuantía, que Bolívar plantea a José Larrea y Loredo,ministro de Hacienda de la Junta de Gobierno de dicho país,un plan desesperado en la postdata de la comunicación que ledirige desde Potosí <strong>el</strong> 17 de octubre de 1825: “Como siempreestoy pensando en <strong>el</strong> Perú por sus deudas, me ha parecido bienindicarle al gobierno que amortice la deuda nacional ofreciendosus minas y todas sus tierras baldías que son inmensas añadiendoademás todas sus propiedades raíces, todos los derechos deinvenciones y exclusivas y todos aqu<strong>el</strong>los arbitrios útiles que <strong>el</strong>gobierno pueda conceder parcialmente a beneficiados que pocosnos darían. En fin, mi idea es que <strong>el</strong> gobierno dé todo cuantole pertenece por amortizar su deuda, a una o muchas compañíasinglesas o a los mismos tenedores de los vales d<strong>el</strong> gobierno;quiero decir que estos señores se encarguen de la negociaciónde aniquilar la deuda por <strong>el</strong> valor de las propiedades y de lasgracias que antes he mencionado” (Lecuna, 1947, T.I: 242).El resto de la postdata, más extensa que la carta propiamentedicha, expone la necesidad de formar un proyecto d<strong>el</strong> plan,tomar una r<strong>el</strong>ación exacta de las propiedades d<strong>el</strong> Estado y considerarlas propuestas que se formulen. Es un plan que merec<strong>el</strong>a consideración que <strong>el</strong> propio Bolívar había formulado con respectoa otro manejo de la deuda: que podría perder a las autoridadessi no se adopta, pero también si se adopta. Una guerra deexterminio había transferido los recursos naturales d<strong>el</strong> NuevoMundo a los ibéricos; una segunda guerra de liberación se habíacombatido y su resultado sería la cesión a otra potencia d<strong>el</strong>Viejo Mundo. Esta colosal cesión de riquezas fundamentales d<strong>el</strong>país es obviamente objetable. “Dios nos libre de la deuda y seremosf<strong>el</strong>ices”, concluye Bolívar la misiva. Pero la liberación de ladeuda por tales medios podría acarrear inf<strong>el</strong>icidades mayores.De todos modos, Bolívar aplica <strong>el</strong> detestable recurso, y así <strong>el</strong>18 de octubre de 1825 comunica desde Potosí al vicepresidenteFrancisco de Paula Santander: “Ud. me dice que ha arrendadolas minas y he visto por los pap<strong>el</strong>es públicos que se han


dado tierras para colonias, y vendido parcialmente todos losbeneficios de que podía disponer <strong>el</strong> estado. Yo he vendido aquílas minas por dos millones y medio de pesos y aun creo sacarmucho más de otros arbitrios, y he indicado al gobierno d<strong>el</strong>Perú que venda en Inglaterra todas sus minas, todas sus tierrasy propiedades y todos los demás arbitrios d<strong>el</strong> gobierno, por sudeuda nacional, que no baja de veinte millones” (Lecuna, 1947,T.II: 252-253).Tomar los vales a la mitad de su valor, y aun menosBusca desesperadamente <strong>el</strong> prócer todos los recursos paradisminuir <strong>el</strong> monto de la deuda, y así, consciente de que unacrisis económica ha hecho bajar los valores en los mercadosingleses, <strong>el</strong> 23 de junio de 1826 plantea desde Magdalena, cercade Lima, al general Carlos Soublette: “Voy a proponer a Ud. unarbitrio que he presentado a este gobierno para levantar <strong>el</strong> créditopúblico y redimir en gran parte nuestra deuda exterior. Estees <strong>el</strong> caso: por las noticias que recibimos todos los días de Inglaterra,sabemos que los fondos han bajado considerablemente yque no hay esperanzas de que suban en buen tiempo. Muchascasas y bancos han quebrado y, en fin, <strong>el</strong> crédito público estáperdido. Esta es, pues, la ocasión que podía aprovechar Colombiapara comprar los vales al cambio de propiedad nacional. Deeste modo se logra la ventaja de tomar los vales a la mitad de suvalor, y aun menos, pues que están ahora al 40 y aun puedenbajar, y se da en pago bienes nacionales sin que en <strong>el</strong>los tenga<strong>el</strong> gobierno que sufrir una gran pérdida. Este arbitrio puede Ud.proponerlo al poder ejecutivo, particularmente de mi parte”(Lecuna, 1947, T.II: 415-416). Lamentablemente, la propuestano es aplicada con la diligencia que hubiera requerido.Al fin me tocó una parte d<strong>el</strong> empréstitoPoco más tarde, la tensión soterrada de las diferencias sobr<strong>el</strong>a constitución y <strong>el</strong> manejo de los empréstitos lleva a un incidenteque a la larga conducirá a la enemistad declarada con <strong>el</strong>


vicepresidente Francisco de Paula Santander, y a la conspiraciónque culminará en <strong>el</strong> fallido intento de magnicidio d<strong>el</strong> 25de septiembre de 1828. En 1824 los comisionados colombianosFrancisco Montoya y Manu<strong>el</strong> Antonio Arrublas concertan conla firma británica B.A. Goldschmidt & Co. un empréstito por4.750.000 libras esterlinas al 20% de descuento, 6% anual deintereses y amortización de 25 años, quedando en garantía d<strong>el</strong>os prestamistas una hipoteca sobre las rentas públicas de Colombia.El monto de la nueva deuda, en opinión de Rafa<strong>el</strong> MaríaBaralt, fue dilapidado casi todo en adquisiciones y gastos sinmayor sentido. D<strong>el</strong> total se remitieron a Venezu<strong>el</strong>a con Migu<strong>el</strong>Peña 300.000 pesos para <strong>el</strong> fomento de la agricultura; de loscuales su portador sólo consignó 240.000, alegando que habíarecibido pesos macuquinos y no pesos fuertes. Los saldos deestos dos últimos empréstitos se integraron como deuda públicaexterior de la Gran Colombia, cuyo pago debieron asumirNueva Granada, Venezu<strong>el</strong>a y Ecuador al recuperar en 1830su condición de repúblicas separadas (Maza Zavala, 1988, T.I:1051-1053).En 1826, Bolívar parte hacia Venezu<strong>el</strong>a para sofocar <strong>el</strong> movimientoseparatista que promueve José Antonio Páez. El 26de noviembre de ese año, iniciada la marcha, se detiene en lahacienda de Hato Grande, no muy lejos de Bogotá, y juega alos naipes con Santander y con los comisionados Manu<strong>el</strong> AntonioArrublas y Francisco Montoya, quienes lo acompañan enla primera etapa d<strong>el</strong> viaje. La suerte o la destreza en <strong>el</strong> juegofavorecen al <strong>Libertador</strong>, a quien se le escapa una expresión qued<strong>el</strong>ata sus sentimientos internos: “Al fin me tocó una parte d<strong>el</strong>empréstito”, dice mientras recoge sus ganancias. Sus contrincantes,a quienes diversos rumores señalan como involucradosen una especulación para aprovecharse d<strong>el</strong> préstamo concedidopor los ingleses, encajan la alusión, y Santander en particularcomprende que debe tomar medidas para deshacerse de unsuperior inmediato que ya no le tiene confianza. Bolívar, quenota <strong>el</strong> cambio en la fisonomía d<strong>el</strong> vicepresidente, al partir enla madrugada le pregunta a su sobrino Andrés Ibarra si ha juzgadobien. “Sí, tío” le contesta <strong>el</strong> joven “Juzgo que alcanzó a oir


lo que usted dijo d<strong>el</strong> empréstito”. “¡Chipe!”, le contesta <strong>el</strong> tío,con su expresión favorita cuando reconocía que había cometidouna indiscreción (Sant Roz, 2008: 355-356).Bolívar regresa a su tierra natal con una rama de oliva enuna mano y un respetable ejército en la otra, pacifica prácticamentecon su presencia <strong>el</strong> proyecto separatista, cumple en suciudad natal una ardua tarea de arreglo de la Hacienda Públicay vu<strong>el</strong>ve a la Nueva Granada, donde son cada vez mayores lasamenazas de desintegración de su obra.El cangro de ColombiaEn fin, en <strong>el</strong> último año de su vida y <strong>el</strong> último acto de su carrerapolítica, cuando <strong>el</strong> 20 de enero de 1830 instala <strong>el</strong> CongresoConstituyente de Colombia en Bogotá y entrega ante él lospoderes que le han sido conferidos, hacia <strong>el</strong> final de su discursoresume dos décadas de desengaños afirmando que “La deudapública, que es <strong>el</strong> cangro de Colombia, reclama de vosotros susmás sagrados derechos” (Lecuna, T.III: 817). Abominable llaga,a la cual hay que alimentar con los más preciosos e indispensablesrecursos.Proyecto de pago con tierras baldíasDe todos modos, dedica Bolívar sus últimos actos de gobiernoal mismo problema que lo ha atormentado tanto tiempo, y así,se dedica todavía a otro proyecto para liberar la Gran Colombiad<strong>el</strong> pesado fardo de la deuda. Así, <strong>el</strong> primero de febrero de1830 desde Bogotá promulga decreto en <strong>el</strong> cual ordena que seadmitan los títulos de la deuda consolidada como pago de porcionesde cuatro millones de fanegadas de tierras baldías qu<strong>el</strong>a nación saca a la venta, fundado en los siguientes considerandos:“1° Que estos cuatro millones de fanegadas fueron puestaspor <strong>el</strong> legislativo a disposición d<strong>el</strong> ejecutivo para fomentar lainmigración extranjera, lo que hasta <strong>el</strong> momento no se ha podidorealizar pese a las contratas y concesiones hechas; 2º Quesiendo los extranjeros en gran parte los tenedores de los vales


colombianos, si adquiriesen propiedades en territorio de la Repúblicavendrían a ser también más interesados en su prosperidady mejores ciudadanos, y 4º En fin, que <strong>el</strong> gobierno deseasatisfacer a todos sus créditos con provecho de la Repúblicaaunque por lo inmenso de la deuda que hoy pesa sobre <strong>el</strong>la esimposible por <strong>el</strong> momento cubrirla r<strong>el</strong>igiosamente con sus interesescomo desde luego quisiera hacerlo” (Barnola et al., 1964,T.III: 383-384).Esta política de intentar canc<strong>el</strong>ar la deuda y atraer la inmigracióneuropea dando en pago tierras baldías tampoco tendráéxito. Como señala Vladimir Acosta: “Esta fue la orientaciónfundamental por lo menos hasta 1873. Sus resultados fueroncasi nulos, y sólo lograron poner a veces en p<strong>el</strong>igro <strong>el</strong> futuro d<strong>el</strong>país, como tendremos ocasión de ver. Las leyes aprobadas desde1823 hasta mediados de siglo, insisten en esa venta o arrendamientode baldíos para amortizar la deuda externa, tratandode interesar en la compra a los tenedores extranjeros de bonosde la misma, casi todos ingleses, pero sin ningún resultado tangible.Los intentos de colonización comienzan con las leyes de1823 y de 1826 que destinan respectivamente tres millones yun millón de fanegadas al fomento de la inmigración, preferiblementede agricultores y artesanos, y por supuesto europeos, esdecir, blancos” (Acosta, 1989: 56).La Independencia es <strong>el</strong> único bien que hemos adquirido¿Qué monto alcanza en los últimos años de Bolívar la sumatoriade los distintos préstamos realizados por los ingleses a laGran Colombia? C.K.Webster, en su libro Gran Bretaña y la Independenciade América Latina, recoge un Cuadro encontradoentre los pap<strong>el</strong>es de Lord Palmerston según <strong>el</strong> cual para 1826 <strong>el</strong>monto total de la deuda colombiana ascendía a 11.039.000 librasesterlinas. Cuando se produce la desintegración de la GranColombia en 1830, <strong>el</strong> monto total se <strong>el</strong>evaba a 9.806.406 librasesterlinas, que comprendían 3.180.456 libras en intereses atrasados,casi la tercera parte (Vetencourt, 1981: 72-76).


Sólo <strong>el</strong> 23 de diciembre de 1834 los países separados decidieron<strong>el</strong> prorrateo de sus débitos en una reunión efectuada enBogotá entre los ministros plenipotenciarios Santos Mich<strong>el</strong>ena,por Venezu<strong>el</strong>a y Lino de Pombo, por la Nueva Granada, quienesacordaron repartirla en proporción al número de habitantes decada país, y asignaron a Colombia <strong>el</strong> 50% a Ecuador <strong>el</strong> 21,50%y a Venezu<strong>el</strong>a <strong>el</strong> 28,50%. El protocolo aprobatorio fue suscrito<strong>el</strong> 26 de julio de 1837 y arrojó para Venezu<strong>el</strong>a un pasivo de1.880.295,15 libras esterlinas, equivalente según <strong>el</strong> cambio d<strong>el</strong>a época a 11.698.049,65 pesos (Maza Zavala, 1988, T.I: 1052).Nuestras repúblicas nacen así cargadas con deudas demoledoras,que devorarán <strong>el</strong> excedente económico y acarrearán miseria,inestabilidad social y política y amenazas de intervenciónextranjera.Después de resignar <strong>el</strong> mando, <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong> no puede yaconstituir más deuda ni luchar contra su inevitable crecimientoespeculativo. Él mismo está tan cargado de acreencias comolas repúblicas que ha creado. Ambos patrimonios, <strong>el</strong> personaly <strong>el</strong> público, se han agotado en <strong>el</strong> tremendo esfuerzo emancipador.Quizá la conciencia de la terrible situación es lo que lofuerza a exclamar, en su mensaje de despedida ante <strong>el</strong> Congresoconstituyente: “¡Conciudadanos! Me ruborizo al decirlo: laindependencia es <strong>el</strong> único bien que hemos adquirido a costade los demás”. Mas en <strong>el</strong> fondo de esta caja de Pandora quedala esperanza, y cierra Bolívar su carrera política invocándola:“Pero <strong>el</strong>la nos abre la puerta para reconquistarlos bajo vuestrossoberanos auspicios, con todo <strong>el</strong> esplendor de la gloria y de lalibertad” (Lecuna, T.III: 817).


BIBLIOGRAFÍAEn la presente obra hemos privilegiado los documentos redactadoso dictados por <strong>el</strong> <strong>Libertador</strong>. En virtud de que éstos hansido recogidos en diversas recopilaciones, a efectos de la referenciabibliográfica, citamos <strong>el</strong> nombre d<strong>el</strong> compilador o compiladores.Academia de Ciencias Políticas y Sociales (1984). Cedularior<strong>el</strong>ativo a la parte oriental de Venezu<strong>el</strong>a, 1520-1561. Caracas:Academia de Ciencias Políticas y Sociales.Acosta, Vladimir (1989). Reformas liberales y acumulaciónoriginaria en América Latina: Colombia y Venezu<strong>el</strong>a en <strong>el</strong> sigloXIX. Caracas: Ediciones Faces/UCV.Aizpúrua, José María (1988). “Hacienda Pública” en: Diccionariode Historia de Venezu<strong>el</strong>a, Tomo II. Caracas: FundaciónPolar.


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COLECCIÓNVENEZUELABICENTENARIA


Esta edición de 4000 ejemplares,se imprimió en los talleres de Editorial Arte,durante <strong>el</strong> mes de junio de 2010.

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