Y centellas 22 - Fundación Carlos de Amberes
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número <strong>22</strong> -julio/agosto 2012<br />
...y <strong>centellas</strong><br />
Boletín digital bimensual tintinófilo <strong>de</strong> habla hispana<br />
naturales. Si vemos una película <strong>de</strong> los años<br />
veinte <strong>de</strong>l siglo pasado que trate sobre el antiguo<br />
Egipto, inevitablemente percibimos en<br />
los vestidos, peinados e incluso <strong>de</strong>corados,<br />
que quienes los realizaron estaban en los<br />
años <strong>de</strong>l charlestón, los collares <strong>de</strong> perlas y<br />
la <strong>de</strong>spreocupación; si sobre ese mismo<br />
tema se rueda una película cuarenta años<br />
<strong>de</strong>spués, encontraremos referencias “pop”,<br />
materiales, colores, formas, que serán también<br />
hijas <strong>de</strong> su tiempo.<br />
¿Ocurre lo mismo con Tintín? En cierto sentido<br />
sí, pues aparecen vehículos o aparatos<br />
que inmediatamente po<strong>de</strong>mos situar en su<br />
época; y por supuesto, un especialista podrá<br />
rastrear en el guión o en <strong>de</strong>talles especiales<br />
datos que le pondrán sobre la pista que revele<br />
la fecha <strong>de</strong> ejecución. Pero, para el público<br />
normal, el universo <strong>de</strong> Tintín está fuera<br />
<strong>de</strong>l tiempo, la prueba es que muchísimos<br />
lectores infantiles y juveniles hemos leído<br />
estas aventuras <strong>de</strong> Tintín en <strong>de</strong>sor<strong>de</strong>n, sin<br />
percibir claramente ningún problema en el<br />
marco <strong>de</strong> referencia. Es <strong>de</strong>cir, Tintín en el<br />
Tíbet y El cetro <strong>de</strong> Ottokar pue<strong>de</strong>n ser leídos<br />
seguidos, sin que se perciba un cambio en el<br />
marco <strong>de</strong> referencia, ni en el estilo. (Insisto<br />
en que me refiero a lo que percibe un lector<br />
normal, no un especialista).<br />
Los diez mandamientos, 1923<br />
Cleopatra, 1963<br />
Tenemos, pues, un universo bien construido,<br />
bidimensional, sí, pero trasunto <strong>de</strong>l nuestro<br />
habitual <strong>de</strong> tres dimensiones. Y <strong>de</strong>talles<br />
tales como las maquetas <strong>de</strong>l cohete lunar<br />
que Hergé utilizó para dibujar con toda veracidad<br />
no hacen sino reforzar la relación<br />
entre las “dos” y las “tres” dimensiones.<br />
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