Y centellas 22 - Fundación Carlos de Amberes
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número <strong>22</strong> -julio/agosto 2012<br />
...y <strong>centellas</strong><br />
Boletín digital bimensual tintinófilo <strong>de</strong> habla hispana<br />
adquiere aquí una relevancia insólita: las figuras.<br />
¿Quién no ha visto alguna vez a Tintín<br />
saliendo <strong>de</strong> ese jarrón chino? ¿qué<br />
aficionado no lo tiene o ha <strong>de</strong>seado tenerlo?<br />
En resina, en plástico, o en otros materiales<br />
sintéticos, una pequeña legión <strong>de</strong> esculturas<br />
puebla el mundo <strong>de</strong> las mercancías satélites<br />
<strong>de</strong> la obra <strong>de</strong> Hergé. Pero aquí no se <strong>de</strong>tiene<br />
este fenómeno.<br />
Otro fenómeno, bien conocido por nosotros,<br />
se suma pronto a la obra <strong>de</strong> Hergé: los fans,<br />
los seguidores incondicionales, los lectores<br />
ávidos <strong>de</strong> más y más Tintín. La obra <strong>de</strong><br />
Hergé es -¡ay!- limitada; se encuentra encerrada<br />
en las revistas, y a la postre, en los álbumes<br />
oficiales, que se leerán una y otra<br />
vez. ¿No hay modo <strong>de</strong> obtener algo más?<br />
Aquí irrumpe con fuerza uno <strong>de</strong> los comportamientos<br />
humanos más curiosos, universal<br />
y aplicable a toda clase <strong>de</strong> manifestaciones<br />
culturales, religiosas, o folklóricas: el fetichismo.<br />
A<strong>de</strong>más <strong>de</strong> la obra misma, toman<br />
relevancia los trabajos preparatorios, los bocetos,<br />
los <strong>de</strong>scartes. No olvi<strong>de</strong>mos tampoco<br />
otro elemento que viene a sumarse a los anteriores:<br />
el afán comercial. Se empiezan a<br />
comercializar litografías, a ven<strong>de</strong>rse los dibujos<br />
originales; las viñetas se amplían y se<br />
convierten en carteles. Actualmente tenemos<br />
todo tipo <strong>de</strong> objetos, oficiales y oficiosos:<br />
pegatinas, carpetas, calendarios, objetos<br />
<strong>de</strong> escritorio, camisetas estampadas, dibujos<br />
enmarcados, lienzos… <strong>de</strong> todo. Pero<br />
hay toda una línea <strong>de</strong> objetos <strong>de</strong> culto que,<br />
aunque no exclusiva <strong>de</strong>l mundo <strong>de</strong> Tintín,<br />
En 1974, en plena crisis <strong>de</strong>l petróleo, apareció<br />
un nuevo juguete que estaría llamado a<br />
ocupar un lugar importante en el imaginario<br />
infantil: las figuras <strong>de</strong> Playmobil. Se trataba<br />
<strong>de</strong> unos muñecos <strong>de</strong> 7,5 cm. <strong>de</strong> altura, simples<br />
en apariencia y con una característica<br />
importante: se podían <strong>de</strong>smontar e intercambiar<br />
piezas. Las primeras series incluían<br />
obreros <strong>de</strong> construcción, caballeros medievales<br />
y figuras <strong>de</strong>l oeste; muy pronto aparecieron<br />
otras nuevas, y una multitud <strong>de</strong><br />
complementos: edificios, vehículos, armas,<br />
etc.<br />
A diferencia <strong>de</strong> Lego, su tradicional competencia,<br />
la política comercial <strong>de</strong> Playmobil es<br />
no adquirir licencias para fabricar series relacionadas<br />
con el cine; así que los aficionados<br />
al mundo Playmobil nunca han podido<br />
comprar figuritas que representasen a Tarzán,<br />
Spi<strong>de</strong>rman… o Tintín. Pero esto no ha<br />
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