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libro_memoria_rural_ok_tcm7-211549

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El bosque mediterráneo<br />

un poco. Allí nos sentábamos y pedíamos una jarra de vino<br />

y en cada mesa se hacía la partida. No había vasos, y cada cual<br />

pasaba la mano por el borde de la jarra, y luego la volvía a<br />

pasar, para dejarla limpia al siguiente.<br />

Allí en los corros de la taberna se hablaba de lo divino y de<br />

lo humano. Menos de política, porque no la había, de todo.<br />

Se mentaban los sucedidos del pueblo, si este hablaba con<br />

aquella, si a uno el lobo se le había llevado una cabra… lo<br />

poco que ocurría. Y se hablaba mucho también de fantasmas<br />

y de brujas. Mucho. Porque no había quien no se hubiera<br />

topado con uno. Se decía de las brujas que entraban por las<br />

lumbreras de las casas. La lumbrera era la chimenea. Se apartaba<br />

una pizarra del techo y se ponía una lata doblada y pisada<br />

con la pizarra de al lado. El agua escurría por ella, pero el<br />

humo escapaba fuera, y por ahí decían las mujeres que entraban<br />

las brujas y se llevaban algo: una ristra de chorizos, un<br />

tarazón de jamón, o metían mano a las tenajas de frejoles o<br />

de castañas, o al montón de patatas del rincón. Digo yo que<br />

de ser serían los gatos, porque todas las casas tenían su gatera,<br />

para que pudieran entrar y salir y no anduvieran ratas.<br />

Otros a los que se tenía mucho respeto eran los fantasmas.<br />

Todos habían visto alguno: que si un hombre grande tocando<br />

por las noches el tamboril; que si un cura que había muerto<br />

en pena, y salía todas las noches dando voces, a purgar sus<br />

pecados. Yo la verdad que en toda la vida de Dios no he topado<br />

con cosa rara ninguna, y para prueba le cuento de un fantasma<br />

que ese sí que le vieron hasta los civiles, que esos no se<br />

andaban con cuentos ni brujerías. Aquí teníamos la costumbre<br />

de regar a dúas el huertecillo de cada uno, y al que le tocaba<br />

el turno de noche pues tenía que quedarse en vela si quería<br />

regar. Y ocurrió que cuando alguno se liaba a regar su huer-<br />

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