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REVISTA HETERODOXIA V. 1, Nº 2

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V O L U M E N 1 N º 2<br />

P Á G I N A 5<br />

EL MULATO ANDRES<br />

Ronald Bracho<br />

I<br />

Un sol radiante empieza a dominar el firmamento<br />

desde la cima de la montaña, esperábamos<br />

con alegría todas las mañanas,<br />

para recibir nuestra dosis de calor, de vida<br />

del sol que todos los días veíamos nacer y<br />

morir. Solo era comparable con esto, el escuchar<br />

las palabras de nuestro comandante,<br />

quien bien temprano, igual que el sol, se<br />

levantaba para irradiar esperanza, energía,<br />

vida. Éramos como plantas, como la palma,<br />

como esas hiervas que por las noches se<br />

entristecen, se melancolizan y cuentan las<br />

horas, los minutos, hasta que un rayo de<br />

luz toca sus hojas e inicia con fuerza su labor<br />

fotosíntesis, su labor de vida.<br />

Entiendo todo esto, porque nuestro comandante<br />

se ha tomado la tarea de ponernos al<br />

día con las noticias que vengan de la capital o<br />

de ser posible las que venían de Cúcuta o de<br />

algún lado, pero además de hablarnos de todo;<br />

de política, economía, de botánica y de<br />

zoo… no recuerdo muy bien esa palabra, es<br />

sobre animales.<br />

-nos vamos a reunir ahorita- comento el mulato<br />

Andrés a todos los que estábamos en la<br />

choza.<br />

-será en el merecure de San Antonio- con voz<br />

dominante por la costumbre de dar ordenes<br />

en la casa del<br />

quien era su patrón,<br />

su madre una<br />

negra de buen parecer,<br />

bueno así dicen algunos que la conocían<br />

cuando joven, y su padre el hijo del dueño<br />

de la casa de blanca estirpe, lo nombran<br />

capataz por razones afectivas pero lo hacia<br />

bien, no se olvidaba de su color sin tener necesidad<br />

de ver su reflejo en el agua. Me imagino<br />

que esa conciencia fue quien lo llevo a<br />

unirse a la causa patriótica de nuestro General.<br />

Por estos llanos abundan muchas leyendas y<br />

los dueños y trabajadores de la choza decían<br />

que en ese merecure amaneció horcado Antonio,<br />

un mozo con vocación y quienes le rezan<br />

en el árbol les concede lo que pidan pidiendo.<br />

Corrimos hasta el árbol porque sabíamos que<br />

el comandante ya estaba allí, siempre era el<br />

primero en llegar, seguro que era la fuerza de<br />

la fé que nos hacia ver a San Antonio en su<br />

rostro.<br />

Allí estaba, arrecostado al árbol con rostro<br />

pensativo como meditando en algo sublime<br />

que San Antonio le hubiese dicho. Todos alrededor<br />

de él se acumulaban para verlo y oírlo.<br />

Eran tiempos difíciles.<br />

R E V I S T A H E T E R O D O X I A

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