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recho de la nación gobernada por Ahmadinejad
a poseer un programa nuclear propio.
El origen de esta relación es profundo, ya
que fue en aquel país donde el Ayatolá Jomeini
se resguardó del Sha antes del triunfo
de la Revolución iraní en 1979. En la actualidad,
el gobierno sirio es el único que mantiene
una relación estrecha con su par iraní e
Irán presta ayuda financiera y tecnológica a
programas militares convencionales y no
convencionales de Siria, pero no se limita a
ello sino que procura estar presente en varias
áreas, a fin de garantizar la buena salud
en las relaciones.
Y de la mano de esto, lejos de hablarse en
la comunidad internacional de la prosperidad
de algunos incipientes casos de cooperación
en un área tan candente como es Medio
Oriente, Occidente observa estos crecientes
lazos bilaterales, considerándolos no sólo
perturbadores del status quo en una de sus
zonas de interés más vitales a nivel mundial,
sino también, de la paz y sobre todo de la
seguridad internacional por su supuesta implicancia
con grupos que sustentan el terrorismo
internacional.
Vuelve a rondar en consecuencia el temor
de un eventual ataque contra este país. Sin
embargo, mucho ha estado haciendo Washington
para evitar la opción militar. Durante
meses ha persuadido al gobierno de Israel
para que no ataque las instalaciones nucleares
iraníes, por ejemplo garantizando que el
gobierno iraquí no aprobará que vuelos israelíes
atraviesen su espacio aéreo en caso
de decidir llevar adelante un ataque.
EEUU sigue ocupado con Irak. La administración
Bush tiene aún el desafío de retirarse
de un conflicto que se ha extendido no
sólo más de lo debido
sino también de lo deseado
y que, sea cual
sea el desenlace, dejará
como legado el
cuestionamiento de la
infalibilidad de las “fuerzas
militares más importantes
del mundo”.
Pero además de esto,
de acuerdo a declaraciones
de Mike McConnell,
director de
inteligencia de EEUU,
se manejan algunas
otras razones por las
El gobierno sirio es el
único que mantiene una
relación estrecha con su
par iraní e Irán presta
ayuda financiera y tecnológica
a programas militares
convencionales y no
convencionales de Siria
cuáles dicho país ha decidido privilegiar las
presiones diplomáticas y económicas en detrimento
de la opción militar.
En primer lugar, un ataque contra Irán retardaría
su programa nuclear pero no lo destruiría,
y a lo sumo se estima que el retraso
sería de entre dos meses y dos años solamente.
En segundo lugar, un ataque estimularía
el apoyo al gobierno del Presidente
Mahmoud Ahmadinejad, en un momento en
que se enfrenta a crecientes dificultades
económicas. En tercero, un ataque contra
Irán, al igual que cualquier otra acción militar,
tendría consecuencias imprevisibles, como
la de un no deseado tercer conflicto mundial.
El funcionario norteamericano también ha
manifestado que esto podría afectar la política
norteamericana en Irak, la cual parece
estar realizando algunos progresos, aunque
muchos de nosotros podemos pensar en la
cuestionable veracidad de este último argumento.
Pese a que hasta
ahora la persuasión ha
sido posible, los israelíes
siguen creyendo fuertemente
que Irán puede
enriquecer el uranio suficiente
para una bomba
en algún momento del
año que viene, siendo
capaz de en vez de producir
los 1000 kilos de
uranio de bajo enriquecimiento
que podrían ser
convertidos rápidamente
en los 25 kilos de combustible
de elevado enriquecimiento necesarios
para la bomba.
Otra vez Irán se ha hecho con el protagonismo
de las principales portadas internacionales
y suma más elementos para hacer de
su arsenal misilístico y nuclear algo más que
una cuestión de seguridad nacional, sino
también un factor que aumenta la escalada
de tensiones en la política regional e incrementa
las especulaciones en torno a la agresividad
de las políticas que lleva adelante.
El tiempo será el único testigo de la mesura
norteamericana, ya que Barack Obama,
presidente electo de los EEUU, ha manifestado
que “Irán es una amenaza seria con poderío
nuclear” pese a su intención de
re-focalizar los puntos en que EEUU sostenga
su presencia militar.
En tanto, la comunidad europea y EEUU
encabezan la presión a nivel internacional
para restar poder y rédito político a Irán en
su quehacer en la arena internacional. El pasado
19 de octubre este último sufrió un duro
revés al ser rechazada su controversial candidatura
como miembro no permanente del
Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas,
habiéndose quedado con dicho puesto
Japón. Además, el Consejo de Seguridad estipula
reforzar sanciones contra el gobierno
iraní debido al creciente avance de su programa
nuclear, por lo cual la posibilidad de
su ingreso al órgano hacía temer que se repitiera
el caso de Ruanda, que ocupara dicho
lugar en 1995-1996 e imposibilitara
sistemáticamente la emisión de sanciones
en contra de las graves violaciones de derechos
humanos que acontecían en África
La Relación EEUU–Irán: Del “Eje del Mal” a la era post Bush