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Late como tambor / Sol Aliverti - Revista La Central

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POR SOL ALIVERTI. ILUSTRACIÓN DE PABLO ESTÉVEZ. Esta “Nueva Andalucía” en la quevivimos está impregnada de un legado genético negro que noreconocemos, de una identidad tapada que no terminamos de asumiry valorar. Tras sus huellas va esta nota, con un afrodescendiente localy un estudioso del asunto <strong>como</strong> guías.“Entonces dónde es que están los negros”, dicebajito una señora mientras se detiene frenteal Convento de las Carmelitas Descalzas.Ariel, el guía turístico municipal que hace elrecorrido del tour “Córdoba morena”, acabade decir que, en la época colonial, las monjasllegaron a tener 300 esclavos negros enese convento. <strong>La</strong> señora se ríe y cuchichea.Dice que de esos negros no queda ninguno,que en Córdoba no hay afrodescendientes,que las guerras dela independencia, o la esclavitudo el paso deltiempo los borrarondel mapa.<strong>La</strong> identidad africanaen Córdoba sobrevuelacon el mito de lopasado, del patrimonio demuros, piedras y cruces. <strong>La</strong>sconstrucciones jesuíticas dela ciudad y la provincia sontestigos de eso: cada piedrade ellas fue puesta porel lomo de esos africanosque vivían bajo la tutela dela orden religiosa en los siglosXV y XVI. Ningún ladrillo es un mito, y sindudas representa la herencia del trabajo africanoen la ciudad. Sin embargo, un ladrilloes una identidad quieta, dura, estática. Unpatrimonio construido en el pasado que nosrecuerda eso: oiga, escuche, mire, estas paredestienen un solo color, un solo sudor,un solo ritmo.Pero la señora se sigue preguntando porquélas paredes no hablan. Y en córdoba sobrevuelael mito de que, de esos afrodescendientesque constituyeron más de la mitadde la población, apenas quedan muros, estancias,campanarios.MERCADO CAUTIVODesde que llegaron, casi al unísono con lafundación de Córdoba, fueron vendidos, rematadosy castigados en la Plaza San Martíny en el Cabildo. Córdoba funcionaba <strong>como</strong>centro de redistribución de esclavos. Llegabantraídos del puerto de Buenos Aires y luegoeran enviados al norte, a la zona de Cuyoy a Potosí.En 1840, el censo colonial ya estimaba queel 60 por ciento de la población cordobesatenía orígenes africanos. Y ese dato le dio aCórdoba el mote de “ciudad negrera”. Acá,los afrodescendientes aprendieron el oficiode zapateros y de sombrereros. Para poderreconocerse, cantaban los ritmos que habíantraído de sus tierras.Marcos Carrizo es el autor de Córdoba Morena,un libro de edición independiente recientementeeditado que se encarga de analizar la Córdobanegra desde 1830 hasta 1880. MarcosCarrizo asegura que en todo hay herencia. Sóloque cierto movimiento no permitió que losafrodescendientes reconocieran la identidadque los parió hace siglos: “Hubo un discursoinvisibilizador desde la élite, y desde abajo también–explica Marcos– Todo lo negro está asociadoa cosas malas. Nadie se quiere acordarporque es un estigma. Es <strong>como</strong> asumir que tumamá es puta. Hablé con la gente, fui a losbarrios, pero no quieren acordarse. Es un olvidoinducido. Vos empezás en la escuela, quesi sos medio negrito y te pintan la cara parahacer de negro, todos se te ríen”.Carrizo arroja datos contundentes: en 1620,por cada 110 familias vecinas, es decir unos500 blancos españoles, había alrededor dedos mil esclavos registrados, según las actascapitulares. ¿Qué pasó después? En 1778, segúnel censo que ordena la Corona, el 48 porciento de la población es afromestiza, entrenegros libres y negros esclavizados. Y en eselapso comenzó a operar el mestizaje. “Empiezana aparecer las categorías étnicas: nodice mulato, pero dice pardo. Rápidamentese opera un gran mestizaje entre indios, negrosy españoles”, abunda Marcos.En el censo nacional de 1850 desaparecen lascategorías étnicas. Ya no hay ni blancos, ni negros,ni indios. Ya son todos argentinos. “Enel proceso de construcción de estado Nacióntambién hay una negación de la identidad”,asegura Carrizo.Otro ejemplo de la gran cantidad de afrodescendientesque había en Córdoba hastaprincipios de siglo XX y de la estigmatizaciónque aún sufrían, se dio en la Universidad.Allí se siguieron acumulando expedientesde limpieza de sangre hasta la Reforma Universitaria.“Si te recibías en 1880 y erasmedio oscurito, eras sospechoso. Tenías quepresentar un expediente de limpieza de sangresi alguien te lo requería. Entonces teníasque confirmar que no tenías sangre negra.Sino, no te daban el título.”Durante el periodo de la colonización y muchotiempo después, se dio el proceso de mestizajeentre españoles, originarios y afrodescendientes.Después de eso, pareciera queen Córdoba, la identidad africana hubiese69Asumirse <strong>como</strong> afrodescendiente no es tarea fácil en unasociedad donde todo lo equívoco, lo siniestro, lo ilegal,es señalado <strong>como</strong> cosa de negros.

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