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librodelfracaso

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h i s t o r i a s d e f r a c a s oalejandro almadaFracasé porque me faltaron las cuatro P que nos enseñaron en la escuela de negocios:precio, producto, plaza y promoción. Ahora tengo cuatro ejemplos que ayudan a ilustrarla importancia de la P en el alfabeto y en la vida.PrecioTuve dos negocios relacionados con la comida en momentos distintos de mi vida: un restaurantejaponés y una pollería. El primero lo monté con mi hermano. El menú tenía un precioirresistible de 45 pesos. Conseguimos los ingredientes a través de su novia, quien tenía unsupermercado de comida japonesa. Todo era felicidad para mi hermano, su novia y para mí,hasta que ellos tronaron. Se fue el amor, y con él nuestra materia prima a súper precio. El menúsubió veinte pesos más y al lado de nuestro local abrieron una tortería. Si te dan a elegir entreun menú que ha subido notablemente de precio, y una torta barata y llenadora, ¿con cuál tequedas? ¡Ah! Lo sabía. Por gente como tú, tuvimos que cerrar el negocio en un año.La pollería. No nos iba tan mal: despachábamos de 200 a 300 kilos de pechuga diariosa restaurantes japoneses (¿les conté que estudié en un colegio japonés donde hice todosestos contactos?). Pero no contábamos con que el precio del pollo sube y baja constantemente,mientras que nosotros no podíamos alterar el precio de venta a los restaurantes,pues eso afectaría los precios de sus menús. Fail.ProductoSi no confías en tu propio producto, no lo vendas. Renuncia antes de que acabes por odiarlo.Yo, por ejemplo, detestaba vender bisutería. A pesar de eso, creía que podía resultar un buennegocio. Me dejé deslumbrar por el bling bling de la joyería barata y comencé a surtir a estéticasy tiendas de regalo. Unos sesenta clientes en total. Como odiaba presentarles mis productos,hablar de pulseritas y collares que no me gustaban ni a mí. Pero odiaba más cuando esosmismos clientes, a quienes consignaba la mercancía, me hablaban por teléfono para informarmeque acababan de asaltar su negocio y, casualmente, lo único que se habían llevado eranmis productos. Si, cómo no. Quédense con la mercancía, total: está feísima. Yo renuncio.PlazaAdemás de la pollería y el restaurante japonés, tuve una cafetería que se ubicaba justodelante de una universidad. No me pregunten por qué, pero creí que el éxito financiero demi negocio llegaría con las hordas de hambrientos estudiantes con presupuesto limitado aquienes, además, les regalaba papas y narguilas como promoción. Pequeño error de cálculo,pues la mina de oro se encontraba en esos godínez dispuestos a invitarle a Lupita-la-de-contabilidadun cafecito, unas papitas, una narguila, o todo a la vez, con el dinero de su quincena.Pero fui un loco, un ciego.Promoción¿Saben? Tal vez mi negocio de bisutería hubiera sido rentable de haber tenido más promoción.Pero nunca lo hice porque, ¡agrh! Cómo lo odiaba.En síntesis: no olviden las cuatro P. Además, estudien sus flujos, margen y contabilidadpara aumentar las ganancias y eviten gastárselas en borracheras… como me contó el primode un amigo.5051

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