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alaridos y gritos de terror. Juzgado por el ojo de un Dios incomprensible o atrapado en<br />
el laberinto de una sociedad incomprensible. Tiziano, por el contrario, nos lo <strong>entre</strong>ga a<br />
nosotros, los espectadores del futuro, armado con las formas de la simpatía y de la<br />
comprensión.<br />
Ese joven puede ser Dios o puedo ser yo. La risa de unos borrachos puede ser mi risa<br />
o puede ser mi poema. Esa Virgen tan simpática es mi amiga. Esa Virgen desconsolada<br />
es la larga marcha de mi gente. El niño que corre con los ojos cerrados por un jardín<br />
solitario somos nosotros.<br />
Hojas escritas en la escalera de Jacob<br />
Lunes 6 de enero de 2003<br />
Me gustaría comprar todos los libros de Tolstoi y Dostoievski que ya leí pero que no<br />
tengo en mi biblioteca. También los de Daudet. Y los de Victor Hugo. A veces me<br />
pregunto qué hice con esos libros, cómo fui capaz de perderlos, en dónde los perdí .<br />
Otras veces me pregunto para qué quiero tenerlos si ya los leí, que es la forma de<br />
tenerlos para siempre. La única respuesta posible es que los quiero para mis hijos. Sé<br />
que es una respuesta tramposa: uno tiene que salir de casa a buscar los libros que lo<br />
esperan.<br />
Aún recuerdo mi vieja edición de “ Crimen y castigo”, editado por Thor, de Buenos Aires ,<br />
a doble columna, como si fuera un ejemplar, y tal vez lo era, de pulp fiction, libros<br />
baratos para leer y después olvidar en una estación de autobuses o en un café que no<br />
cierra hasta las cuatro de la mañana . ¿Qué hice con ese libro? No lo sé, probablemente<br />
perdió importancia de golpe apenas leí su última página y luego lo dejé olvidado en<br />
algún lugar. No lo atesoré, como ahora atesoro mis libros. Pero lo leí muy joven y a<br />
Raskolnikov no lo pude dejar olvidado en ninguna parte.<br />
Lo mismo me pasó con Petrus Borel y con De Quincey. Lo mismo con Baudelaire ( de<br />
cuyas “ Flores del mal” he tenido más de diez ediciones) y con Mallarmé. Si pudiera<br />
reencontrar una vieja edición argentina o mexicana de “ Igitur”, sin duda me sentiría<br />
feliz. No me pasó lo mismo con Rimbaud, o al menos yo no quise que me pasara lo<br />
mismo, ni con Lautreamont, pero al final sus libros también los perdí.<br />
Suelo recorrer librerías de viejo y trato de encontrar allí los libros que yo perdí hace<br />
más de treinta años y en otro continente, con la esperanza y la ambición y la mala<br />
leche de quien busca sus primeros libros perdidos.<br />
Buscar esos ejemplares o ejemplares parecidos, las mismas letras, la misma estructura ,<br />
el mismo argumento, la sintaxis oscura o luminosa, me obliga a recordar, en cierta<br />
manera, la época en que fui joven y pobre y descuidado, aunque sepa que los mismos<br />
ejemplares, en rigor los mismos, ya son inencontrables, y que empeñarme en tal tarea<br />
es como internarme en la Florida en busca de la fuente de El Dorado.<br />
Aun así, suelo recorrer librerías de viejo y revisar lotes de libros olvidados por otros o<br />
vendidos en un mal momento, y trato de encontrar allí, en esos rincones, los libros que<br />
yo perdí u olvidé hace más de treinta años y en otro continente, con la esperanza y la<br />
ambición y la mala leche de quien busca sus primeros libros perdidos, libros que en el<br />
caso de encontrarlos no leería, ciertamente, pues ya los leí hasta la extenuación, sino<br />
que miraría y tocaría, como el avaro acaricia las monedas que lo sepultan.<br />
Pero los libros nada tienen que ver con la avaricia, aunque con las monedas sí. Los<br />
libros son como fantasmas . ¡Otra bandeja de empanadas ! ¡Feliz año 2003! ¡Música ,<br />
maestro!<br />
La traducción es un yunque<br />
Lunes 13 de enero de 2003<br />
¿Qué es lo que hace que un autor tan apreciado por quienes hablamos español sea un<br />
autor de segunda o tercera fila, cuando no un absoluto desconocido, <strong>entre</strong> quienes se<br />
comunican en otras lenguas? El caso de Quevedo, recordaba Borges, tal vez sea el más<br />
flagrante . ¿Por qué Quevedo no es un poeta vivo, es decir digno de relecturas y<br />
reinterpretaciones y ramificaciones, en ámbitos foráneos a la lengua española? Lo que<br />
lleva directamente a otra pregunta : ¿por qué consideramos nosotros a Quevedo nuestro<br />
más alto poeta ? ¿O por qué Quevedo y Góngora son nuestros dos más altos poetas?<br />
Cervantes, que en vida fue menospreciado y tenido por menos, es nuestro más alto<br />
novelista. Sobre esto no hay casi discusión. También es el más alto novelista, según