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La iglesia peregrina - El Cristianismo Primitivo

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Capítulo 8Cristo. Esto último era muy importante en la predicación de los hermanos.Lutero fue muy lejos con su enseñanza de que el hombre no tiene ningúntipo de libre albedrío ni elección, y que la salvación es únicamente pormedio de la gracia de Dios. Llegó a tal punto que propició el descuidode una conducta correcta como parte del Evangelio. Entre las doctrinastomadas de la Iglesia de Roma estaba la de la regeneración bautismal y,con esta, la práctica general del bautismo de infantes.Lutero reavivaba la enseñanza de la Biblia en cuanto a la salvaciónindividual por medio de la fe en Cristo Jesús y su obra perfecta, perono llegó al punto de aceptar la enseñanza del Nuevo Testamento en lorelacionado a las <strong>iglesia</strong>s y su separación del mundo, aunque permanezcanen él como testimonio del Evangelio salvador de Jesucristo; Lutero adoptóel sistema Católico Romano de las parroquias con su administraciónclerical de territorios que se consideraban cristianizados. Gracias a quealgunos de los gobernantes estaban de su lado, Lutero mantuvo el principiode la unión de la Iglesia y el estado, y aceptó la espada del estado comoel medio adecuado para convertir o castigar a los que discrepaban de lanueva autoridad eclesiástica. Fue en la Dieta, o Concilio, de Espira (1529)que el partido de la Reforma presentó la protesta a los representantesCatólicos Romanos, de donde surgió el nombre de “protestantes” parareferirse a los reformistas. <strong>La</strong> Liga de Smalkalda en 1531, juntó a nuevepríncipes y once ciudades libres como poderes protestantes.En vista del desarrollo de Lutero, Staupitz le advirtió: “Cristo nos ayudea que finalmente vivamos conforme al Evangelio que<strong>La</strong>s protestas deStaupitzahora resuena en nuestros oídos, del cual hablanmuchos, ya que veo que las multitudes abusan delEvangelio para darle libertad a la carne. Permite quemi súplica te conmueva, teniendo en cuenta que unavez fui el pionero de la santa enseñanza evangélica.”Al declarar finalmente la divergencia de su modo de pensar conrespecto al que estaba adoptando Lutero, Staupitz contrasta a los cristianosnominales con los verdaderos, y escribe:Ahora está de moda separar la fe de la vida evangélica, como si fueraposible tener una fe verdadera en Cristo y aún permanecer diferente de élen la vida. ¡Oh, astucia del enemigo! ¡Oh, engaño de la gente! Escuchenlas palabras de los necios: Quienquiera que cree en Cristo no necesita176

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