Agradecimi<strong>en</strong>tos: dudaístas honorarios 21Prefacio«La primera vez que me <strong>en</strong>fr<strong>en</strong>té a ella, la obra de Twinge me provocóun retortijón <strong>en</strong> los nervios pineales accesorios de las regionesglosofaríngea y neumogástrica que des<strong>en</strong>cad<strong>en</strong>ó una fuerza gravitatoriaemocional —una bofetada desgarradora de crudo reconocimi<strong>en</strong>to—mi<strong>en</strong>tras la obra hincaba su perspicaz aguijón <strong>en</strong> el bizcochode mi cerebro. El sobresalto de la vida p<strong>en</strong>etró <strong>en</strong> mi cuerpocomo un ali<strong>en</strong> y volví a nacer.»Nervios pineales accesorios de las regiones glosofaríngeay neumogástrica.—T<strong>en</strong> cuidado con las grandes palabras —le dije a RalphaelSteed, cuyos servicios había contratado para observar y analizar aTwinge, con la perspectiva de escribir una biografía de este intrigan-
22 Dudáte y creativo hijo de nuestra época—. No queremos paralizar anuestros lectores antes de que hayan t<strong>en</strong>ido tiempo para despojarsede toda resist<strong>en</strong>cia natural a la provocación supina. La seducciónes un arte <strong>en</strong> sí mismo que precisa de un cierto je ne sais quoi.No t<strong>en</strong>dría por qué haberme preocupado, si bi<strong>en</strong> es cierto que lecostó más de veinte años ponerse a ello. Steed ha demostrado ser lavoz d<strong>en</strong>tro de la voz necesaria para lograr algo que <strong>en</strong> definitiva medio <strong>en</strong>trada como tercera persona y así convertir la obra <strong>en</strong> un tourde force triunvirato. Lo que hacía falta era un alma simple, para laque todo prejuicio fuera tarea imposible, una farsa imp<strong>en</strong>sable.Steed demostró ser un dechado de credulidad que tomó a GavinTwinge tal cual era. Efectivam<strong>en</strong>te, Steed redujo la sinceridad naturaly extrovertida de Twinge, pat<strong>en</strong>te <strong>en</strong> su obra, a la categoría <strong>del</strong>ibro abierto donde se puede picotear como si fuera la carcasa de unagacela que languidece <strong>en</strong> sus últimos instantes reclamando (está <strong>en</strong>su derecho) un lugar bajo el sol. Cual si fuera un quebrantahuesos,Steed devoró primero las <strong>en</strong>trañas de Twinge, luego sus ojos y, porúltimo, con refinada <strong>del</strong>ectación, hasta el último cacho de carne ymúsculo adherido a sus huesos, dejando ap<strong>en</strong>as nada, ni siquiera eltuétano, a las furtivas hi<strong>en</strong>as y a las ratas voladoras que esperabanferozm<strong>en</strong>te su turno <strong>en</strong> el nauseabundo festín.Las biografías son compilaciones que despiertan recelos, mezclasde datos, habladurías y conjeturas. Las triografías, <strong>en</strong> cambio, se prestana la verificación y la prueba. La honestidad, la investigación eruditay la franqueza son armas primordiales <strong>en</strong> el ars<strong>en</strong>al <strong>del</strong> triógrafo,pero la imaginación, como sucede <strong>en</strong> cualquier obra sesuda, brindadim<strong>en</strong>sión al descubrimi<strong>en</strong>to, verdad a la incertidumbre y poderío a laexpresión. Ralphael Steed se arrojó tan ciegam<strong>en</strong>te a la t<strong>en</strong>ebrosacaverna de los murciélagos colgados de la vida que aterrizó con bu<strong>en</strong>pie… aunque bi<strong>en</strong> puede ser que cayera sobre un pie aj<strong>en</strong>o. Actuar deotro modo habría supuesto desperdiciar una oportunidad única.Creo que este <strong>libro</strong> es un tributo al triunfo <strong>del</strong> espíritu creativo<strong>en</strong> un mundo de valores maltrechos y monsergas tediosas.Ralph Steadman,K<strong>en</strong>t, Inglaterra, primavera de 2002