Mientras David y sus hombres estaban en el desierto de Parán, protegieron de las depredaciones de losmerodeadores los rebaños y manadas de un hombre rico llamado Nabal, que tenía vastas propiedades enaquella región. Nabal era descendiente de Caleb, pero tenía un carácter brutal y mezquino.Era la época de la esquila, tiempo de hospitalidad. David y sus hombres estaban en suma necesidad deprovisiones; y en conformidad con las costumbres de aquel entonces, el hijo de Isaí envió a diez jóvenes aNabal, para que le saludaran en nombre de su jefe y le dijeran de su parte: "Que vivas, y sea paz a ti, y paz a tufamilia, y paz a todo cuanto tienes. Ha poco supe que tienes esquiladores. Ahora, a los pastores tuyos que hanestado con nosotros, nunca les hicimos fuerza, ni les faltó 722 algo en todo el tiempo que han estado en elCarmelo.* Pregunta a tus criados, que ellos te lo dirán. Hallen por tanto estos criados gracia en tus ojos, puesque venimos en buen día: ruégote que des lo que tuvieres a mano a tus siervos, y a tu hijo David."David y sus hombres habían sido algo así <strong>com</strong>o una muralla protectora para los pastores y los rebaños deNabal; y ahora a este rico se le pedía que de su abundancia aliviara en algo las necesidades de aquellos que lehabían prestado tan valiosos servicios. Bien podían David y sus hombres haber tomado de los rebaños ymanadas de Nabal; pero no lo hicieron. Se <strong>com</strong>portaron honradamente. Pero Nabal no reconoció la bondad deellos. La contestación que envió a David delataba su carácter: "¿Quién es David? ¿y quién es el hijo de Isaí?Muchos siervos hay hoy que se huyen de sus señores. ¿He de tomar yo ahora mi pan, mi agua, y mi víctimaque he preparado para mis esquiladores, y la daré a hombres que no sé de dónde son?"Cuando los jóvenes regresaron con las manos vacías, y relataron lo acontecido a David, éste se llenó deindignación. Ordenó a sus hombres que se preparasen para un encuentro; pues había decidido castigar alhombre que le había negado su derecho, y había agregado al daño insultos. Este movimiento impulsivo estabamás en armonía con el carácter de Saúl que con el de David; pero el hijo de Isaí tenía que aprender todavíalecciones de paciencia en la escuela de la aflicción.Después que Nabal hubo despedido a los jóvenes de David, uno de los criados de Nabal se dirigióapresuradamente a Abigail, esposa de Nabal, y la puso al tanto de lo que había sucedido. "He aquí - dijo él-David envió mensajeros del desierto que saludasen a nuestro amo, y él los ha zaherido. Mas aquellos hombresnos han sido muy buenos, y nunca nos han hecho fuerza, ni ninguna cosa nos ha faltado en todo el tiempo quehemos conversado con ellos, mientras hemos estado en 723 el campo. Hannos sido por muro de día y denoche, todos los días que hemos estado con ellos apacentando las ovejas. Ahora pues, entiende y mira lo quehas de hacer, porque el mal está del todo resuelto contra nuestro amo y contra toda su casa."Sin consultar a su marido ni decirle su intención, Abigail hizo una provisión amplia de abastecimientos y,cargada en asnos, la envió a David bajo el cuidado de sus siervos, y fue ella misma en busca de la <strong>com</strong>pañíade David. La encontró en un lugar protegido de una colina. "Y <strong>com</strong>o Abigail vio a David, apeóse prestamentedel asno, y postrándose delante de David sobre su rostro, inclinóse a tierra; y echóse a sus pies, y dijo: Señormío, sobre mí sea el pecado; mas ruégote hable tu sierva en tus oídos, y oye las palabras de tu sierva."Abigail se dirigió a David con tanta reverencia <strong>com</strong>o si hubiese hablado a un monarca coronado. Nabal habíaexclamado desdeñosamente: "¿Quién es David?" Pero Abigail le llamó: "Señor mío." Con palabrasbondadosas procuró calmar los sentimientos irritados de él, y le suplicó en favor de su marido. Sin ningunaostentación ni orgullo, pero llena de sabiduría y del amor de Dios, Abigail reveló la fortaleza de su devoción asu casa; y explicó claramente a David que la conducta hostil de su marido no había sido premeditada contra él<strong>com</strong>o una afrenta personal, sino que era simplemente el arrebato de una naturaleza desgraciada y egoísta."Ahora pues, señor mío, vive Jehová y vive tu alma, que Jehová te ha estorbado que vinieses a derramarsangre, y vengarte por tu propia mano. Sean pues <strong>com</strong>o Nabal tus enemigos, y todos los que procuran malcontra mi señor." Abigail no atribuyó a sí misma el razonamiento que desvió a David de su propósitoprecipitado, sino que dio a Dios el honor y la alabanza. Luego le ofreció sus ricos abastecimientos <strong>com</strong>oofrenda de paz a los hombres de David, y aun siguió rogando <strong>com</strong>o si ella misma hubiese sido la persona quehabía provocado el resentimiento del jefe. 724"Yo te ruego -dijo ella- que perdones a tu sierva esta ofensa; pues Jehová de cierto hará casa firme a mi señorpor cuanto mi señor hace las guerras de Jehová, y mal no se ha hallado en ti en tus días." Abigail insinuó elcurso que David debía seguir. Debía librar las batallas del Señor. No debía procurar vengarse por los agraviospersonales, aun cuando se le perseguía <strong>com</strong>o a un traidor. Continuó diciendo: "Bien que alguien se hayalevantado a perseguirte y atentar a tu vida, con todo, el alma de mi señor será ligada en el haz de los que vivencon Jehová Dios tuyo. . . . Y acontecerá que cuando Jehová hiciera con mi señor conforme a todo el bien queha hablado de ti, y te mandare que seas caudillo sobre Israel, entonces, señor mío, no te será esto en tropiezo yturbación de corazón, el que hayas derramado sangre sin causa, o que mi señor se haya vengado por sí mismo.Guárdese pues mi señor, y cuando Jehová hiciere bien a mi señor, acuérdate de tu sierva."
Estas palabras sólo pudieron brotar de los labios de una persona que participaba de la sabiduría de lo alto. Lapiedad de Abigail, <strong>com</strong>o la fragancia de una flor, se expresaba inconscientemente en su semblante, suspalabras y sus acciones. El Espíritu del Hijo de Dios moraba en su alma. Su palabra, sazonada de gracia, yhenchida de bondad y de paz, derramaba una influencia celestial. Impulsos mejores se apoderaron de David, ytembló al pensar en lo que pudiera haber resultado de su propósito temerario. "Bienaventurados lospacificadores: porque ellos serán llamados hijos de Dios." (Mat 5: 9) ¡Ojalá que hubiera muchas personas<strong>com</strong>o esta mujer de Israel, que suavizaran los sentimientos irritados y sofocaran los impulsos temerarios yevitaran grandes males por medio de palabras impregnadas de una sabiduría serena y bien dirigidas.!Una vida cristiana consagrada derrama siempre luz, consuelo y paz. Se caracteriza por la pureza, el tino, lasencillez y el deseo de servir a los semejantes. Está dominada por ese amor desinteresado que santifica lainfluencia. Está henchida 725 del Espíritu de Cristo, y doquiera vaya quien la posee deja una huella de luz.Abigail era sabia para aconsejar y reprender. La ira de David se disipó bajo el poder de su influencia yrazonamiento. Quedó convencido de que había tomado un camino malo, y que había perdido el dominio de supropio espíritu. Con corazón humilde recibió la reprensión, en armonía con sus propias palabras: "Que el justome castigue, será un favor, y que me reprenda será un excelente bálsamo." (Sal. 141: 5) Le dio las gracias y labendijo por haberle aconsejado tan rectamente. Son muchos los que, cuando se les reprende, se creen dignosde alabanza si reciben el reproche sin impacientarse; pero ¡cuán pocos aceptan la reprensión con gratitud decorazón, y bendicen a los que tratan de evitarles que sigan un sendero malo!Cuando Abigail regresó a casa, encontró a Nabal y sus huéspedes gozándose en un gran festín, que habíanconvertido en una borrachera alborotada. Hasta la mañana siguiente, no relató ella a su marido lo que habíaocurrido en su entrevista con David. En lo íntimo de su corazón, Nabal era un cobarde; y cuando se dio cuentade cuán cerca su tontería le había llevado de una muerte repentina, quedó <strong>com</strong>o herido de un ataque deparálisis. Temeroso de que David continuase con su propósito de venganza, se llenó de horror, y cayó en unacondición de insensibilidad inconsciente. Diez días después falleció. La vida que Dios le había dado, sólohabía sido una maldición para el mundo. En medio de su alegría y regocijo, Dios le había dicho, <strong>com</strong>o le dijoal rico de la parábola: "Esta noche vuelven a pedir tu alma." (Luc. 12: 20.)David se casó después con Abigail. Ya era el marido de una esposa; pero la costumbre de las naciones de sutiempo había pervertido su juicio e influía en sus acciones. Aun hombres grandes y buenos erraron al seguirprácticas del mundo. Los resultados amargos de casarse con muchas esposas fueron gravemente sentidos porDavid a través de toda su vida. 726Después de la muerte de Samuel, David fue dejado en paz por algunos meses. Volvió a retirarse a la soledadde los zifitas; pero estos enemigos, con la esperanza de obtener el favor del rey, le revelaron el escondite deDavid. Estas noticias despertaron al demonio de las pasiones que habían estado adormecidas en el corazón deSaúl. Una vez más, reunió a sus hombres de armas, y los dirigió en perseguimiento de David. Pero algunosespías de éste avisaron al hijo de Isaí que Saúl le perseguía otra vez; y con unos pocos de sus hombres salióDavid a averiguar el sitio donde estaban sus enemigos. Ya era de noche cuando, avanzando sigilosamente,llegaron a un campamento, y vieron delante de sí las tiendas del rey y sus sirvientes. Nadie los veía; pues elcampamento estaba tranquilo y entregado al sueño. David invitó a sus amigos a que le a<strong>com</strong>pañaran hastallegar en medio de sus enemigos. En contestación a su pregunta: "¿Quién descenderá conmigo a Saúl alcampo?" dijo Abisaí en seguida: "Yo descenderé contigo."Protegidos por las obscuras sombras de las colinas, David y su asistente entraron en el campamento delenemigo. Mientras trataban de averiguar el número exacto de sus enemigos, llegaron adonde Saúl dormía. Sulanza estaba hincada en la tierra, y había un jarro de agua a su cabecera; al lado de él yacía Abner, su<strong>com</strong>andante en jefe; alrededor de todos ellos estaban los soldados, sumidos en el sueño. Abisaí levantó sulanza, y dijo a David: "Hoy ha Dios entregado a tu enemigo en tus manos: ahora pues, herirélo luego con lalanza, cosiéndole con la tierra de un golpe, y no segundaré." Y esperó la palabra que le diera el permiso; perosus oídos escucharon las palabras susurradas:"No le mates: porque ¿quién extenderá su mano contra el ungido de Jehová, y será inocente? . . . Vive Jehová,que si Jehová no lo hiriere, o que su día llegue para que muera, o que descendiendo en batalla perezca,guárdeme Jehová de extender mi mano contra el ungido de Jehová; empero toma ahora la lanza que está a sucabecera, y la botija del agua, y vámonos. 727 Llevóse pues David la lanza y la botija de agua de la cabecerade Saúl, y fuéronse; que no hubo nadie que viese, ni entendiese, ni velase, pues todos dormían: porque unprofundo sueño enviado de Jehová había caldo sobre ellos." ¡Cuán fácilmente puede el Señor debilitar al másfuerte, quitar la prudencia del más sabio, y confundir la pericia del más cuidadoso!
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