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persión periférica por piezas segregadas, creando espacios banales, fragmentos<br />
fracturados por ejes viales y suelos expectantes.<br />
En la Barcelona metropolitana, la región, el suelo urbanizado se ha multiplicado<br />
por dos en los últimos 25 años pero la población sigue siendo<br />
aproximadamente la misma: éste ha sido el gran momento de la “urbanalización”<br />
4 . En Madrid, la población de la región (es decir, la comunidad<br />
autónoma) se ha duplicado en los últimos 40 años, mientras que el<br />
suelo urbanizado se ha multiplicado por cinco 5 . Se trata de unos modelos<br />
de crecimiento difícilmente sostenibles que combinan la malversación<br />
de suelo, de energía y de agua, además de aumentar la segregación<br />
social 6 . Hay que recordar que la distancia de los productos del urbanismo<br />
disperso (por ejemplo, los conjuntos, ya sean de bloques o de casas<br />
adosadas) respecto de los centros ciudadanos multiplica los efectos<br />
negativos de la segregación social puesto que reduce la movilidad de las<br />
personas con menos medios o más vulnerables.<br />
La reducción del espacio público es inherente a los productos urbanos<br />
de la dispersión segregadora. El afán de protegerse y de distinguirse<br />
implica la privatización de los espacios de uso colectivo y la “motorización”<br />
del espacio urbanizado no construido. Los barrios cerrados,<br />
tan frecuentes en Estados Unidos, empiezan a ser habituales en nuestro<br />
país. ¿Dónde queda la civitas o la polis, representada por el ágora,<br />
expresión del civismo?<br />
Tampoco la encontraremos en los centros que se han convertido en<br />
comercio y ocio para uso de una población mayoritariamente forastera,<br />
consumidora compulsiva de la ciudad, con tendencias depredadoras<br />
propias de las masas turísticas que echan a perder el carácter ciudadano<br />
de plazas y avenidas. Y sobre estos espacios degenerados, se<br />
imponen las arquitecturas ostentosas, singulares, emblemas arrogantes<br />
del poder económico o del capricho presuntuoso del príncipe (o el<br />
LOS MONOGRÁFICOS DE B.MM NÚMERO 6<br />
Carlos Bosch<br />
En la imagen, publicidad comercial de un<br />
puesto de venta de souvenirs, junto a la<br />
Boqueria.<br />
Página siguiente: las Rondas son un<br />
ejemplo de cómo las grandes<br />
infraestructuras de comunicación pueden<br />
contribuir a crear ciudad.<br />
gobernante de turno). Edificios de firma, de arquitectos divinos en<br />
busca de una seguramente efímera inmortalidad y que, a diferencia de<br />
la arquitectura clásica, se caracterizan por la “no reproductibilidad”, es<br />
decir, renuncian a contribuir a la difusión de la calidad arquitectónica<br />
7 . El círculo se cierra: la alianza impía entre el urbanismo de negocio,<br />
la ostentación del poder y el divismo del artista se encuentran en<br />
la práctica (¿inconsciente?) del “urbanicidio”.<br />
En las nuevas periferias el panorama es, sin duda, mucho más desolador.<br />
Los espacios lacónicos de las viviendas estandarizadas y de<br />
parques de todo tipo (empresariales, universitarios, industriales,<br />
etc.), separados por autopistas, se ven solamente interrumpidos por<br />
las catedrales del siglo XXI, es decir, por centros comerciales y gasolineras<br />
(con discoteca y supermercado) abiertos las 24 horas 8 .Y después<br />
nos sorprenderemos de la violencia gratuita o desesperada de<br />
las tribus urbanas.<br />
NUEVOS ESPACIOS Y COMPORTAMIENTOS<br />
La ciudad actual ya no es ni la del ámbito municipal ni la llamada ciudad<br />
metropolitana, sino que es una ciudad-región de geometría<br />
variable, de límites imprecisos, de centralidades confusas y de referentes<br />
simbólicos escasos, es decir, muchos “no lugares” para pocos<br />
lugares proveedores de sentido.<br />
Los nuevos territorios urbanos son espacios diseñados más bien para<br />
la movilidad que para la inserción, más bien para la vida en gueto que<br />
para la integración ciudadana. Todo conduce a que el ciudadano se<br />
comporte como un cliente, como un usuario de la ciudad, es decir,<br />
que se comporte y use la ciudad según su solvencia. Los bienes y servicios<br />
urbanos tienden a la mercantilización y a la monetarización del<br />
ejercicio de la ciudadanía.