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portamientos y demandas “comunitaristas”, movimientos revalorizadores<br />

de la familia y de la religión, una recuperación de las identidades<br />

culturales perdidas y manifestaciones de arraigo y defensa del territorio<br />

del que se quieren reapropiar. En conjunto se pueden considerar<br />

unos “viejos-nuevos” valores de civismo que no siempre son la expresión<br />

de valores universalistas.<br />

ESPACIO PÚBLICO: EL LUGAR DEL CIVISMO 12<br />

Josep Pla decía: “[...] de las ciudades, lo que más me gusta son las<br />

calles, las plazas, la gente que pasa ante mí y que probablemente no<br />

veré nunca más” (Prólogo a Cartas de lejos, 1927). André Breton estaba<br />

fascinado por la magia de la ciudad, por la aventura posible que uno<br />

puede encontrar al torcer la esquina de cualquier calle (Nadja).<br />

La buena fama de Barcelona, y en general de la ciudad europea, se<br />

debe, principalmente, a su urbanismo ciudadano, a la calidad del espacio<br />

público y a la vida urbana que permite. También es posible hacer<br />

una lectura positiva de las recientes tendencias del urbanismo.<br />

. La calle y la plaza son el espacio colectivo por excelencia y una parte<br />

importante del urbanismo moderno lo ha revalorizado, tal vez más<br />

bien desde el punto de vista cultura que del diseño. De todos modos,<br />

se han mantenido y valorizado los ensanches, se ha renovado el concepto<br />

de manzana para hacerlo menos rígido, se han criticado y, con<br />

LOS MONOGRÁFICOS DE B.MM NÚMERO 6<br />

“El ciudadano-usuario de la ciudad metropolitana es atópico, no es de un<br />

lugar concreto, y la conciencia cívica tiende a diluirse, a debilitarse. Aunque<br />

esta tendencia es menos evidente en las ciudades catalanas que en otras<br />

regiones, también se va manifestando aquí con más fuerza cada día”.<br />

Carlos Bosch<br />

frecuencia, rectificado las concepciones de las plazas como lugares de<br />

distribución de la circulación. En muchos casos se ha superado la concepción<br />

del espacio público o espacio verde como espacios segregados<br />

y especializados y se ha considerado que tanto las plazas como los jardines<br />

y los parques urbanos deben ser referentes tanto físicos como<br />

simbólicos que marquen límites y que establezcan continuidad, que<br />

sean polivalentes y accesibles y sean lugares de paso y de reposo.<br />

. La relación con la circulación se va modificando poco a poco. Si en<br />

los años sesenta se reducían las aceras y se suprimían los bulevares o<br />

calles ajardinadas para facilitar la circulación motorizada, a partir de<br />

los ochenta se inicia una tendencia de signo contrario. Se piensa más<br />

en la circulación a pie y se peatonalizan (o semipeatonalizan) calles y<br />

plazas. La consigna es “tranquilizar” el tráfico urbano, separar vías más<br />

que segregarlas, contabilizar todas las modalidades de circulación y<br />

priorizar las modalidades más integrables en la vida urbana, como el<br />

tranvía. En Barcelona y en otras ciudades europeas se tiende a que una<br />

parte importante de la movilidad diaria se realice a pie (actualmente,<br />

un tercio en Barcelona). Al igual que en el transporte público, el trayecto<br />

a pie requiere calidad, en este caso del entorno. El camino más<br />

corto entre dos puntos es a menudo el más bonito.<br />

. Las grandes infraestructuras de comunicación (puertos, estaciones<br />

ferroviarias y de autobuses, ejes viarios, etc.) han sido zonas históricamente<br />

marginales o rupturas del tejido urbano. Hoy contamos con<br />

ejemplos positivos de que estas áreas pueden convertirse en un factor<br />

de calificación urbana y contribuir a crear ciudad, como la Stazione<br />

Termini en Roma, las renovaciones urbanas de puertos, como el de<br />

Baltimore o Cape Town, o las Rondas de Barcelona. Se puede hacer un<br />

razonamiento similar en relación con los grandes equipamientos culturales<br />

o universitarios, incluso hospitalarios o de empresas de servicios,<br />

que pueden convertirse en elementos de centralidad o de animación<br />

urbanas, atraer nuevas actividades y ser compatibles con<br />

viviendas y comercios. Los “no lugares”, como se ha puesto de moda<br />

llamarlos, pueden convertirse en lugares.<br />

. La reconversión de zonas industriales obsoletas y la regeneración de<br />

barrios degradados o marginales pueden “crear ciudad” o contribuir a<br />

deshacerla. Ya hemos hablado de las dinámicas segregadoras y especializadoras,<br />

de los barrios cerrados y de los parques temáticos. En<br />

Barcelona es posible encontrar en la actualidad algunos ejemplos<br />

negativos en el caso de Diagonal Mar y en la zona Forum, aunque aún<br />

es posible llevar a cabo su reconversión ciudadana. En todo el mundo<br />

podemos hallar ejemplos interesantes de reconversiones realizadas<br />

mediante grandes proyectos urbanos o planes integrales que reconstruyen<br />

unos ámbitos de vida ciudadana basados en la diversidad de<br />

actividades y poblaciones, en el compromiso con la historia urbana del

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