12.07.2015 Views

5 semanas en globo - Biblioteca Virtual Battaletras

5 semanas en globo - Biblioteca Virtual Battaletras

5 semanas en globo - Biblioteca Virtual Battaletras

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

-¡Corramos!Y echaron a correr con todo el vigor de sus piernas. Al salir del bosque vieron el Victoria, con el doctor<strong>en</strong> la barquilla.-¿Qué pasa, pues? –preguntó K<strong>en</strong>nedy.-¡Dios del cielo! –exclamó Joe.-¿Qué ves?-¡Mire! ¡Una caterva de negros asaltan el <strong>globo</strong>!En efecto, a dos millas de donde ellos estaban, unos treinta individuos se agolpaban, gesticulando,gritando y brincando, al pie del sicomoro. Algunos, <strong>en</strong>caramándose por el árbol, subían hasta las ramas másaltas. El peligro parecia inmin<strong>en</strong>te.-¡Mi señor está perdido! –exclamó Joe.-¡Calma, Joe, y apunta bi<strong>en</strong>! En nuestras manos t<strong>en</strong>emos la vida de cuatro de esos monigotes.¡Adelante!Habían avanzado una milla con suma rapidez, cuando partió de la barquilla otro tiro que derribó a uno deaquellos demonios que se <strong>en</strong>caramaba por la cuerda del ancla. Un cuerpo sin vida cayó de rama <strong>en</strong> rama yquedó colgado a veinte pies del suelo, con las piernas y los brazos ext<strong>en</strong>didos.-¿Por dónde diablos se sosti<strong>en</strong>e ese bárbaro? –exclamó Joe.-¿Qué nos importa? –respondió K<strong>en</strong>nedy–. ¡Corramos! ¡Corramos!-¡Ah, señor K<strong>en</strong>nedy! –exclamó Joe, sin poder cont<strong>en</strong>er la risa–. ¡Por el rabo! ¡Es un mono! ¡Unasalto de monos!-Mejor, más vale que sean monos que hombres –replicó K<strong>en</strong>nedy, precipitándose hacia el grupovociferante.Era una manada de cinocéfalos bastante temibles, feroces y brutales, con un hocico de perro que les dabaun aspecto repugnante. Sin embargo, unos cuantos tiros bastaron para obligarles a abandonar el campo debatalla, donde dejaron no pocos cadáveres.K<strong>en</strong>nedy se <strong>en</strong>caramó por la escala. Joe subió al sicomoro, des<strong>en</strong>ganchó el ancla y subió a la barquilla sindificultad. Algunos minutos después, el Victoria volvió a remontarse y se dirigía hacia el este a impulsos deun vi<strong>en</strong>to moderado.-¡Vaya un asalto! –exclamó Joe.-Creíamos que estabas rodeado de indíg<strong>en</strong>as.-Afortunadam<strong>en</strong>te, no eran más que monos –respondió el doctor.-De lejos, la difer<strong>en</strong>cia no es grande, amigo Samuel.-Ni de cerca tampoco –replicó Joe.-De cualquier modo –repuso Fergusson–, este ataque de monos podía haber t<strong>en</strong>ido funestasconsecu<strong>en</strong>cias. Si, con sus repetidos tirones llegan a des<strong>en</strong>ganchar el ancla, no sé adónde me hubierallevado el vi<strong>en</strong>to.-¿No se lo decía yo, señor K<strong>en</strong>nedy?-T<strong>en</strong>ías razón, Joe; pero, aun t<strong>en</strong>iéndola, <strong>en</strong> aquel mom<strong>en</strong>to estabas asando unas chuletas deantilope cuya visión me abría el apetito.-Lo creo –respondió el doctor–. La carne de antílope es exquisita.-Ahora la probaremos señor; la mesa está puesta.-En verdad –dijo el cazador– que estas lonchas de v<strong>en</strong>ado echan un humillo montaraz nadadesdeñable.-¡Ya lo creo! –respondió Joe con la boca ll<strong>en</strong>a–. Yo me comprometería a no comer mas queantílope todos los días de mi vida, con tal que no me faltase un bu<strong>en</strong> vaso de grog para digerirlo másfácilm<strong>en</strong>te.Joe preparó la codiciada pócima y los tres la paladearon con recogimi<strong>en</strong>to.-La cosa marcha –dijo.-A pedir de boca –respondió K<strong>en</strong>nedy.-¿Qué tal, señor Dick? ¿Si<strong>en</strong>te habernos acompañado?

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!