320 M. Fortea, V. Lópezimposible dejar una holgura en los extremos, para supuestamenteevitar la hinchazón del yeso, por lo queel punto 6 no ha lugar. En muchos casos la bóvedasostiene la cobertura, y en esta circunstancia el puntoprimero igualmente carece de sentido. El punto 9aconseja colocar unos tirantes de hierro, consejo incongruentepara quien está convencido de la ausenciade empujes de tales bóvedas.En la página siguiente razona sobre la convenienciade la montea (curvatura) para no confiar solo enel yeso la firmeza de la bóveda. Evidentemente estostextos no pertenecen ni a Blondel ni a Frázier, ni aninguno de los autores referidos anteriormente. Tambiénes evidente que estos no tienen ninguna conexióncon el resto de los textos que tratan de bóvedas.Y es de suponer que no son textos propios de Bails.Se desconoce la fuente de estas enseñanzas que sepretenden didácticas. Tampoco son de Fray Lorenzo,cuyo texto transcribe entrecomillado. Todo lo referentea bóvedas tabicadas mas bien parecen inspiradosen Joaquin de Sotomayor, introductor en Españadel Conde de Espié, tanto por las fechas como por elparalelismo de ideas, como por la coincidencia literalde algunos párrafos. Sotomayor se quejaba de que algunosProfesores eran incrédulos a sus argumentos,es de suponer que en este grupo incluía a VenturaRodríguez, mientras otros se alineaban con sus tesis,entre los que podemos contar a Benito Bails. Dentrode La Academia los criterios no eran uniformes en loreferente a las enseñanzas de arquitectura. Bails ganóla batalla de ser el responsable de los textos académicos,pero eso no le confiere la infalibilidad. Seguramentesucumbió a la vehemencia de Sotomayor, inducidopor su falta de conocimiento practico y losconflictos «academicos« con arquitectos ejercientescomo Ventura Rodríguez o Juan de Villanueva.SEGUIDORES DE BENITO BAILSUna idea extendida entre los que se han dedicado aescribir sobre las bóvedas tabicadas es la ausencia deenseñanzas escritas sobre esta materia, quejándose deque «profesores sabios en este arte no han sido extensosen sus escritos tocante al particular». Así se expresabaFornes y Gurrea en su tratado de «Observacionessobre la práctica del arte de edificar»publicado en 1841. La propia terminología de «profesor»está dando una pista de cual es la referencia, elprofesor de Real Academia de Bellas Artes de SanFernando D. Bento Bails. Comienza diciendo que lasbóvedas tabicadas empujan poco porque el empuje delas bóvedas depende de su desarrollo, de ser más omenos rebajadas y de su grueso. 23 Una teoría clásica ysensata que complementa con unas instrucciones sobrela buena ejecución referente al yeso y los ladrillosque son igualmente aplicables a cualquier fabrica realizadacon estos materiales bien sea bóveda o tabique.A partir de aquí da un salto en el vacío y con una piruetaargumental se alinea con las teorías de Sotomayor,asegurando que si se siguen las instruccionesdada sobre la bóveda tabicada, dicha fábrica se reducea «un cuerpo sólido, igual por ejemplo a una coberturade puchero, sin más empuje que el de su peso». 24Estamos ante una transcripción literal del símil, exposicióny teoría de Sotomayor. También habla Furnesy Gurrea de las «bóvedas de rosca» diciendo que noofrecen otra particularidad mas que calcular la resistenciade sus cimbras. No obstante ofrece una soluciónconstructiva para estas bóvedas cuando han derealizarse en un ambiente húmedo consistente en voltearpreviamente «una bóveda tabicada, y sobre ellase apoyara la rosca; pues cuando se arruina aquellapor la humedad ya ha adquirido la rosca toda su consistenciay solidez». 25 No tiene mucho sentido dichaexplicación, recomendada para «cloacas y sótanos»,por ejemplo en las cloacas supondría la obstrucciónde la misma tras la ruina de la bóveda tabicada, y enlos sótanos supondría no poderlo utilizar hasta la ruinade la bóveda tabicada pues correría peligro cualquierpersona que lo intentara. Esta solución ya la encontramosen Extremadura y no precisamente enlocales de esa característica, sino en construccionesdomesticas y agropecuarias a las que se le exige unamayor resistencia, como por ejemplo albergar grandescantidades de cereal, o para almacenamiento decualquier otra naturaleza (fig. 5). Admitiremos queeste tipo de soluciones o propuestas «ingeniosas» nodebieron traspasar la frontera del papel, mientras laarqueología no demuestre lo contrario.Otros autores han repetido, o se han adscrito a lateoría de la tapa de puchero ideada por Sotomayor,para explicar el funcionamiento de la bóveda tabicada,alimentada por la ausencia de otras justificaciones.D. Florencio Ger y Lobez 26 es una buena muestraello. En su tratado de Construcción civil editadoen 1898 repite casi literalmente las indicaciones dadaspor Benito Bails para estas bóvedas.
<strong>Bóvedas</strong> tabicadas: <strong>Mitos</strong> 321contestada por la explicación de Ventura Rodríguez.En el caso de Guastavino para discutir su teoría de«construcción cohesiva» no hay mas que echar unvistazo a sus tirantes metálicos escondidos entre lafábrica de ladrillo, o recordar la imagen de prueba decarga donde una pequeña bóveda esta sometida a unacolumna de carga en la que se aprecian con claridadlos tirantes que sujetan las dos vigas de apoyo(fig. 6).Figura 5Empleo de una hoja tabicada como cimbra de una arco deun pie y medio de espesorMITOSEn toda la literatura sobre las bóvedas tabicadas sevienen repitiendo con insistencia, varios mitos. Elprimero es la ausencia de empujes de estas bóvedas.El segundo es el supuesto efecto nocivo de la expansióndel yeso en su proceso de fraguado.Algunos se encuentran en los textos sin suficientesustento, sobre todo en autores que plasman las ideasde otros, sin experiencia propia. Tanto es así que igualmenterepiten obviedades excesivamente simplistaspara cualquier iniciado, como por ejemplo la recomendacióninsistente de colocar la segunda hoja de una bóvedatabicada a matajunta con la primera para evitar lacontinuidad de las juntas. A ningún albañil hay que hacerleesta observación cuando está labrando un muro,es un principio tan elemental en el oficio que solo se leexplica a los aprendices poco aventajados. El que insistaen ello no hará más que evidenciar su condición deaprendiz poco aventajado o neófito en la materia.MITO DE LA AUSENCIA DE EMPUJESLa teoría de la tapa de puchero viene arrastrándosedesde Sotomayor aun cuando fue manifiestamenteFigura 6Bóveda tabicada de la fábrica de cementos Asland de losSantos de Maimona en la que se aprecian los tirantes separadosun metro para absorber los empujes horizontalesDistintas experiencias llevadas a la práctica por losautores en la Escuela taller de Los Santos de Maimonahan permitido determinar las deformaciones yagrietamientos en bóvedas extremeñas tabicadas alpermitir desplazamientos controlados de los apoyosaflojando progresivamente los tornillos de sujeciónde los tirantes de atado.La teoría de Bails (tapadera de puchero, que es similara la de Guastavino, Fornes Albarran, etc.) seríaválida si toda la bóveda fuera una pieza cerámica cocidaal tiempo y de una vez. La prueba de que estemodelo no sirve es la siguiente, si sometemos a unatapadera de puchero a una carga excesiva se romperáen mil pedazos, sin pasar previamente por un estado