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no un acuerdo negociado entre partes dotadas <strong>de</strong> igualgrado <strong>de</strong> autonomía. Por otro lado, al mismo tiempoocurría la incorporación <strong>de</strong> varios países <strong>de</strong> Europa a laesfera <strong>de</strong> influencia <strong>de</strong> la Unión Soviética, lo que loscon<strong>de</strong>naba ineluctablemente al totalitarismo. De tal modoque la subyugación <strong>de</strong> unos pueblos fue el precio que<strong>de</strong>bió pagarse por la <strong>de</strong>mocratización <strong>de</strong> otros.En Centroamérica, por el contrario, fue prioritaria lagarantía <strong>de</strong> respeto a la <strong>de</strong>mocracia en todos los países, yeste logro fue un importante aporte centroamericano alfortalecimiento mundial <strong>de</strong> la <strong>de</strong>mocracia y una muestraprometedora <strong>de</strong> la capacidad que tenemos <strong>de</strong> enfrentar,pacíficamente, los gran<strong>de</strong>s retos políticos <strong>de</strong> nuestrotiempo. Si añadimos a esto la voluntad <strong>de</strong> integraciónpolítica, social y económica expresada en el Plan <strong>de</strong> Paz <strong>de</strong>Centroamérica, nuestra experiencia ponía a prueba laorganización <strong>de</strong> respuestas auténticamentelatinoamericanas a las nuevas condiciones creadas por elfin <strong>de</strong> la Guerra Fría. Es un hecho alentador que la<strong>de</strong>saparición <strong>de</strong>l bloque socialista haya coincidido con elfortalecimiento <strong>de</strong> la <strong>de</strong>mocracia en nuestra región, y nocon la consolidación <strong>de</strong> regímenes <strong>de</strong> fuerza como los que,en el pasado, hicieron <strong>de</strong>l anticomunismo su razón <strong>de</strong> ser.aEn último resultado, po<strong>de</strong>mos <strong>de</strong>cir que en la regióncentroamericana se dan actualmente condiciones quepodrían garantizar la paz y la vigencia <strong>de</strong> la <strong>de</strong>mocracia alargo plazo. En efecto, no existen motivos <strong>de</strong> tensióninternacional, salvo por exiguos diferendos territoriales quepue<strong>de</strong>n ser resueltos mediante el recurso al arbitraje o,siguiendo el ejemplo <strong>de</strong> la última disputa territorial entre ElSalvador y Honduras, al fallo <strong>de</strong> un tribunal internacional.Esta evaluación <strong>de</strong> las perspectivas <strong>de</strong> paz se veenriquecida por los avances que hemos logrado en elámbito <strong>de</strong> la <strong>de</strong>smilitarización. Costa Rica es, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> 1948,un Estado in<strong>de</strong>pendiente que no tiene ejército. Estacondición <strong>de</strong> país <strong>de</strong>sarmado se consolidó en una normaconstitucional adoptada en 1949, que prohíbe la creación <strong>de</strong>fuerzas armadas y pone la seguridad ciudadana en manos<strong>de</strong> cuerpos civiles <strong>de</strong> policía. Pues bien, a sabiendas <strong>de</strong> quela eliminación total <strong>de</strong> las fuerzas armadas no es posible entodos los Estados <strong>de</strong> la región -al menos por el momento<strong>de</strong>s<strong>de</strong>la Fundación Arias para la Paz y el Progreso Humanollevamos a cabo, en Panamá, a partir <strong>de</strong> 1990, unaprolongada y laboriosa campaña para convencer al pueblopanameño y a sus dirigentes <strong>de</strong> que había llegado la hora <strong>de</strong>adoptar, en aquella república vecina, una disposiciónconstitucional semejante. A esta campaña se unierondiversos grupos in<strong>de</strong>pendientes y órganos <strong>de</strong> prensapanameños y, para no <strong>de</strong>scribir todas las inci<strong>de</strong>ncias <strong>de</strong>lproceso, me complace recordar que, a finales <strong>de</strong> 1994,quedó incorporada a la Constitución Política <strong>de</strong> Panamá lacláusula que proscribe las fuerzas armadas. Existe, pues,una frontera entre dos países sin fuerzas armadas que,precisamente por eso, es la más segura <strong>de</strong>l mundo.Habríamos querido lograr lo mismo en Nicaragua,país en el que se propuso que la abolición <strong>de</strong>l ejércitotuviera lugar <strong>de</strong> manera paulatina. Lamentablemente, en loque consi<strong>de</strong>ramos un acto equivocado, más bien seprocedió a institucionalizar el ejército mediante laaprobación <strong>de</strong> un código militar, a nuestro juicioinnecesario y anticuado. Pero, con todo, un avance fundamentalfue la reducción <strong>de</strong>l Ejército Popular Sandinista -hoy Ejército Nacional <strong>de</strong> Nicaragua- <strong>de</strong> unos 90 milefectivos a solamente alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> 14 mil. De igualmanera, el ejército salvadoreño experimentó una consi<strong>de</strong>r-67