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5 Resenas - Ciesas

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¿Fin de la historia, fin de las ideologías?Luis Vázquez LeónPáginas 195 y 196: Petrograbados “El Barril”, municipio de Ramos Arizpe, Coahuila / Fotos de Jan Kuijtalfonso fabila, 2002La tribu kikapoo de CoahuilaInstituto Nacional Indigenista, col. Clásicos de la Antropología,2a. ed., prólogo de René Avilés Fabila, México.Tras muchos años de olvido, lacolección Clásicos de la AntropologíaMexicana ideada por JuanRulfo vuelve a la vida con un libro desesenta y dos años de existencia. Habráque felicitar por este doble aciertoal director del Instituto Nacional Indigenista.Empero, debemos reflexionarque el revivir ahora a nuestrosclásicos acaso equivalga al canto delcisne del propio indigenismo comopolítica social. En ese sentido, es inquietanteque el libro de Fabila, comparadocon la historia del indigenismoestructurado desde 1940, guarden másluis vázquez león: CIESAS Ooccidente.Desacatos, núm. 10, otoño-invierno2002,pp.197-199.de una semejanza, comparación quemuy bien puede entrañar una serie deironías, ninguna de ellas positiva.A diferencia de la primera ediciónabreviada impresa por la SEP en 1945,esta segunda edición es una copia fiely completa del texto original. Ambas,por cierto, no dejan de pertenecer a sumomento histórico: la primera (cuandoapenas era un informe inédito escritoa máquina por Fabila a modo deponencia) coincide con el PrimerCongreso Indigenista Interamericanode Pátzcuaro, acto fundacional delindigenismo mexicano instaurado através del Departamento de AsuntosIndígenas, progenitor del actual InstitutoNacional Indigenista. Por elcontrario, el momento actual coincidecon una “Consulta nacional sobrepueblos indígenas, políticas públicasy reforma institucional”, auspiciadade manera interesada por la titular dela Oficina de los Pueblos Indígenasde la Presidencia de la República, 1pero que recuerda más a un referéndumsobre el anunciado fin de la institución,y con ella el fin del propioindigenismo, al menos como lo conocimoscon todos sus matices y orientacionesdesde 1940.¿Fin de la historia, fin de las ideologías?Sí, pero a un alto costo. Nuestraépoca es inmune a todos los “ismos”de gran catadura que demanden compromisosactivos a sus seguidores; ensu lugar gusta disfrutar cómodamentede las identidades particulares, cuantomás exclusivas mejor, lo que explica lapopularidad conseguida por el términocultura. Y es que entre 1940 y 2002media todo un cambio de paradigmas1 De modo menos público, el Banco Mundialauspicia a su vez una evaluación de los resultadosobtenidos por todos los programas delINI, evaluación que de seguro tendrá mayoresalcances que la consulta. 197


primavera-verano 2002 Desacatos reseñasArado / Fondo Azocenadesarrollo, agrega, que no sabemos adónde los conducirá, pero lo caracterizacomo “la proletarización indígena”dentro de la sociedad mexicana. Agregaluego una disonancia menor cuandodice que ha comunicado al CongresoIndigenista de Pátzcuaro esta preocupación,pero otra vez se frustra al saberque la respuesta del congreso se redujoa un simple dictamen de publicación,es decir, en realidad no se le discutió afondo. 6 Pero el asunto era de la mayorimportancia. Percibe así los primerossignos de disgregación en el terrenopolítico a modo de un faccionalismoentre tradicionalistas e innovadores,entre viejos y jóvenes, pero tambiénentre “comuneros tradicionalistas” e“individualistas antikikapús”, y con6 Además de Fabila, el peruano HildebrandoCastro Pozo expuso un desenlace similar paralas comunidades indígenas peruanas. Tampocofue escuchado. Y es que tanto el indigenismocomo el agrarismo por un lado sufragaban unautopía campesina y por otro implicaban políticassociales dentro del capitalismo nacionalista.estos últimos, aunque fueran indígenastambién, el advenimiento de lapropiedad privada (p. 99).Pero el hecho de que Fabila dediquetanto espacio de su etnografía a losasuntos agrarios como son las restitucionesde tierra a la tribu son inconfundibles:le está apostando de veras alos comuneros, a la tendencia colectivistay, por último, a la autonomíasocialista. Pero es su propio realismoel que lo contradice pues percibe quela lucha está perdida. Que no habrásocialismo, autonomismo, agrarismoo colectivismo. Ésa es la ironía contenidaen su misma escritura. Adicionalmente,como digo, su lectura actual leañade otras ironías preocupantes: elfin del indigenismo, simultáneo alproceso de proletarización generalizada,justo en el tiempo que más se hablade la autonomía de los pueblosindígenas. He ahí el signo paradójicode nuestros tiempos. Los kikapússólo se adelantaron a ello. Fabila no lovio. Sólo lo anunció en 1940,pero eraya del todo visible en 1970. Cuando yomismo estuve en El Nacimiento porese entonces, durante meses la comunidad—lo que quedaba de ella, contierras “comunales” para beneficio delos ganaderos kikapú enriquecidoscon esta pequeña tragedia de los comunes—era un poblado fantasma,apenas habitado por viejos, niños ymujeres. Ya entonces la mayor parte dela población se remontaba hasta Utahy Montana para emplearse como jornalerosen la pizca de diversos cultivos,volviendo de su periplo proletarioal finalizar el año, cuando el trabajoasalariado menguaba. Recuerdo queen esos días los rancheros mestizos delos alrededores envidiaban los dólaresy las trocas traídas por ellos del otrolado. Hoy, esa envidia es inútil. Imágenessimilares a ésta son harto comunesen el declinante paisaje del Méxicorural de nuestra época.En suma, la dolorosa ironía de unaexperiencia social venida a menosse extiende a mixtecos, triques, tarascos,otomíes y muchos otros “pueblosindios”, cuya principal riqueza es supobreza, una pobreza que los hacemuy valiosos para saciar una y otravez la infinita hambre de ganancia delos agronegocios empresariales enMéxico, Estados Unidos y Canadá.También la pobreza y la explotaciónde los indios es global y trilateral. Loskikapús cruzaron muy rápido por estecamino de envilecimiento. Fabila sólopercibió el comienzo, pero ya sabía elfin. Doloroso mérito para un estudiosocomo él. Y para cualquiera quecomo él se preocupe por sus conciudadanosmás sojuzgados, los nuevoscondenados de la tierra. 199

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