ademanes, silbatina y muestraro de sudor pegajoso. Atrás, un grupodesfia tieso, erecto, con pasos de guiñol, mientras la banda disparaestrdente bullicio de timbre ensombrecedor. Y la batutera lanza alaire la batuta, con muestras exageradas de una destreza para elmomento; se acuesta en el suelo duro y un grpejo aplaude la calculadahabilidad de la adolescente. Ríen por allá y comentan por aquí lasformas mórbidas que, trémulas, avanzan a compás en medio del calorvespertino.Al montón humano, bajo la sombra del árbol, se arrima una mujerindecisa. Luce el pelo con algún desorden y trata de arreglarlopasándose las manos con efectos nulos. Es joven todavía, con notorioatractivo anatómico que cubre, abajo, con ajustados pantalones yarba, con un suéter que dispara el seno trepidante con avidez deespacio.Por la avenida, en medio de aceras congestionadas de multitudhumana, avanza el desfile de estudiantes erectos con uniformes ycharreteras, cintas y gorras empenachadas, con la estridencia detambores, cometas y xilófonos. Una columna de docentes ufanos,con su traje de gala, sigue a la muchachada y, atrás, atrás másadolescentes, más tambores, uniformes y estandartes.-- Si no hubiera sido por este tipo que me persigue, hoy yo estaríaallí, entr ese grupo de profesores - comentó la mujer a la muchachaque la acompañaba, quien la miró con un mohín desabrido, harta defastidio, según se traslucía. La chica continuó mirando el espectáculode aquel desfie interminable.La mujer prosiguió hablando a voz queda, sin parar, por 10 que laadolescente reaccionó: -- ¡Cállate, mamá!- le ordenó, disimulando unaimploración y alejándose dos o tres pasos.La madre fijó la mirada en la multitud de la acera frontal, sin hacer elmenor caso del continuo movimiento del desfie. La joven comprendióla actitud y la tomó suavemente del brazo:-- Vámonos mamá, vámonos a otra parte, del otro lado- le dijo,iniciando la marcha.La mujer la siguió sin resistencia pero sus ojos acusaban un terror106
crccicnte. Mai;, en tales momentos, nadie se percataba de estas escenas,de estas angustias que se diluían en el espectáculo multitudinario.Por el suelo quedaban latas vacías que alguien iba recogiendo conafán de centavos.La parada parecía infinita; las banderas y estandartes ondeaban decerca y distantes y, a 10 lejos, globos de variados colores asomabansu redondez por encima de las cabezas movedizas del puebloespectador de una tahla gimnástica que ejecutaban muchachos selectospara el acto de ocasión.<strong>El</strong> sol traspuso el meridiano y su luz quemaha como el vapor de unavasija al fuego. <strong>El</strong> humo de los fogones improsivados se esparcía,fugitivo, entre la muchedumbre compacta y el aire traía el olor aceitosode los alimentos fritos.Un grupejo pasaba llevando en medio la hicIera con cervezas cuyoenvase se cubría de gotas claras, frescas, seductoras para calmar lased tropicaL.La mujer volvió. Volvió sola, con visible agitación que simulahaesconder evadiendo las miradas curiosas en algún momento. Metióla mano en el bolso y sacó una moneda para comprar un refresco.Tomó un poco. casi nada. <strong>El</strong> resto lo vaCÎÖ al piso y corriÖ paraampararse bajo el árboL. Enfrente había buena cosecha de figurasgrotescas de ciudadanos con ropas extravagantes, acaso estrafalaras,a1Ienantes. La dama de la psicosis mirÖ por enésima vez al conjuntoabigarrado de la gentc espectadora, sin percatarse de la marcha quetranscurría con lento recorrido al son de ruidos y piruetas. Para quienlaJibservase, su rostro se demudaba: se tornaha ruboroso, palidecía,sudaba linamenLC, como si un leve rocío le cayese sobre la fazatribulada. En actitud hicrática alguien la vio mover nerviosamentela cabeza. Entonces la mujer notó que la multitud sufriÖ hondametamorfosis. Veía rostros horribles, figuras de ficciÖn, propias de lacinematografía tenebrosa; danzaban y reían, se alargaban o seencogían con pesadas conlorsiones. ApartÖ sus ojos de aquellasescenas diabÖlicas. Se retirÖ a la pared de un edificio contiguo, deuna farmacia. para que el escenario sea exacto. Pero se creyÖ sola,con la psicosis perseciitoria, con su ansiedad... y volviÖ al punto origi-107
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