terrible del 15 de Marzo de 1671: llevOse nada m enos que (íOO personas,y los destrozos fueron de HO.OÜO ducados en tie rra y 40.000pesos en la m ar.De los fines del siglo XVII y durante el XVIII, aparece la épocaque pudiéram os llam ar de renacim iento ó siglos de oro para Cádiz.Kn efecto, sobre la riqueza com ercial, el tráfico, T ribunal de Contratación.Lonja y Consulado, liabíase introducido una vasta cultura intelectual, en la que avent;i.Íábam osá todas las capitales.P orefecto de una catástrofe quedó reducido á la nada el gran teatro dela Opera, de Lisboa, v el teatro de las Comedias, de Cádiz, propiedadde los H erm anos'de San Juan de Dios, ociipc) el p rim er lugarentre todos los de la Europa en m úsica y e n letras: los mism osfrailes defendían por medio de libros y serm ones las comedias, ypor si estos divertim ientos no eran bastantes, cuarenta corridas detoros concedió el Rey Felipe V p a ra recursos con que levantar m urallas y castillos, y m ientras las artes y la taurom aquia entusiasmaban á los gaditanos, en o tro orden de cosas, en otras artes y enotras ciencias, no alcanzaban rivales.E nsenada. Jorge Juan y nxiestro paisano Tofiño. fundaron aquíla p rim era Escuela Naval y el notable O bservatorio Astrontím ico,gloria de la patria: Pablo de Legóte y Clemente de T orres, no desmerecían en nada délos M urillos y Velázquez; otros artistas pintabanlas banderas para la A rm ada, y el m ism a M urillo, con susdiscípulos, residió en esta ciudad durante largo tiem po: Lope deVega inventaba sus célebres B arquillas: C ervantes aludía á Cádizen un soneto del Quijote', la Escuela de Medicina daba sus prim erossazonados frutos; tam bién había una .-1 snm ftíea.4 mísíosa i í íí’ra n a ;com enzaron á aparecer los periódicos com erciales y políticos, y enla religión surgía proceloso el gran F ray Pablo de Cádiz, y m ástarde el Beato Diego, que hoy veneram os en las aras de nuestrostem plos, obra de arquitectos" hijos de la ciudad, como TorcuatoCayOn, P av ía y Pedeuna, Albisú, Acero, Velázquez y el M arquésd e ’U reña. , ^Florecían historiadores como Suárez de Salazar, el M arqués deM érito y el sainetero Castillo; sociedades tan cultas como la Económica'de Amigos del P ais; m ilitares como Ceballos y Dañero,en tre otros: ingenieros como Roncali; y si en los hom bres los hablatan em inentes, asim ism o, y como pura d esvirtuar la legendaria yexclusiva suposición dada á las gaditanas de bailarinas y danzantes,aparece D.“ M aría del R osario Cepeda, poetisa y políglota, quemei-eciO ser hasta regidora del Cabildo, y tra s de tan elevada in teligencia,o tra no menos preclara y no menos poética, D.* G ertrudisde H ore, la hija del 6’o/, con fam a suflciente p ara la universal estimación y nom bradla.;Quó herm osa escena! ¡qué adm irable plantel de genios y talentosuniversales congregados y nacidos en aquende los m urosi El
suelo de Cádiz no es fértil. Cádiz no es fabril, carece de la facultadnatural del campo ó de la industria; en una palabra, de la producción:pero como en Sevilla las naranjas y en Jerez los vinos, la inteligencia,las artes y las letras eran los pastos de esta tie rra sinsem brados. ¡Leed, leed, gaditanos, estas páginas de Cádiz comogloria del pasado, ejem plo p ara el presente y cauce del porvenir..!Aún hay m ás: con los varones insignes por su saber y sus obrasde ciencia, surgen á la p ar otros liom bres de generoso y levantadoesp íritu de caridad: y a es Fragela, el fundador de la Casa de Viudas:y a Risso, el benefactor del Hospicio; l.’liberri, A ntonio de laJ u s t,'la M arquesa de Campo A legre, el Obispo Arm engual de laMota, fundadores del H ospital de Mugeres; Mateo de Soto, émulode Miguel de M anara (I). Juan Tenorio); B arrio y Soto, de! m ayorazgode Tavares, l'undando un asilo de señoras; la Sra. de A rteaga,iniciadora de unas Escuelas Pías; la Santa H erm andad de la Caridady M isericordia con su hospital, albergue de peregrinos y dispensariopúblico de todas las dolencias, dicen, como cita la inolvidableD.® Concepción A renal, que en Cádiz se cum plía con el pobrela benellcencia, la lilantropía y la caridad.A m ayor abundam iento, las artes suntu arias y ornam entales reclamaban tam bién la opulencia de Cádiz: el edificio del Banco deE spaña (casa de GargoUo,) del arquitecto Gabarrtín: la m agníllca yelegante Casa de los Grem ios, iioy Círculo M ercantil; la Casa delas Cadenas, en la calle de Juan el de las Andas, donde se guarecióla Custodia en un dia de Corpus y durante ¡lertinaz aguacero; lasC uatro Torres, donde se hospedó í'elipe V: la célebre Casa de laC am orra, hoy Circulo M odernista; la no m enos excelente y ricaque ocupa el Circulo de la T rasatlántica; la casa de Lavalle, en laplaza de San A ntonio; la de los Enrile y luego de Casanova, en laplaza de San M artín; la solariega de Casanova, en la calle M ontañés;la conocida p o r de la P ortilla, que lué del conde de Maulé; lasdel barrio de Santa M aría, donde residió toda la hidalguía gaditana:las antiguas y form idables casas de Recaño, ó sea la torre deT avira; la casa de los Flam encos (San Francisco y Columela); la deVallejo, en el barrio de San Cárlos, y las Casas Consistoriales,Aduana y Albóndiga (hoy fábrica de tabacos), dem uestran hastaqué puntó se fabricaba por Corporaciones y particulares, sin contarel Hospicio y la Casa de Expósitos, y agregando como miel sobrehojuelas, que h asta la cárcel pública es un ediücio suntuoso y decorrecta y estética arquitectura.Si nos refiriésemos á los tem plos El Pópulo, la Merced y SantaM aría, acusan el buen gusto y la riqueza de aquellos tiem pos, ysiguiéndoles á los m ás recientes, no desmerecen las iglesias modernasde las antiguas gadicenses; y si á las joyas, bordados, cerámica é im aginería, nada tan bueno como la Custodia del Corpus,la del millón; el cogollo, la cruz gótica catedralicia, un cáliz bizantino,los tem os de San Francisco y la C atedral, el m anto de laV irgen de Toledo, en tre otras no menos valiosísim as alhajas.S astres y m odistas ganaban en Cádiz con la venta de ricas telasy el corte de las m ism as, lo que no es decible, hasta tal punto, queel lujo de vestir de Cádiz lué censurado p or extraordinario y en
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