Número 1.265 4-5 de mayo - Archidiócesis de Toledo

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4 COLABORACIONES• CONCILIOS de la iglesiaLETRÁN IVJosé Carlos VizueteConvocado por Inocencio III el 19de abril de 1213, y celebrado enla basílica laterana entre el 13 yel 30 de noviembre de 1215, es la pruebade la preocupación del Papa por losproblemas a los que debía hacer frentela Iglesia, sobre todo la lucha contra laherejía. En la bula de convocatoria InocencioIII señalaba que perseguía la recuperaciónde los Santos Lugares y lareforma de la Iglesia: «Extirpar los viciosy favorecer la virtud, corregir los abusosy reformar las costumbres, eliminar lasherejías y reforzar la fe». Participaron400 obispos y casi 800 abades queaprobaron setenta cánones.A diferencia de los tres concilios anteriores,en éste sí hubo una confesiónde fe (c. 1), contra los cátaros y valdenses,aunque sin citarlos, en la que sereafirma la bondad de la creación –contrael dualismo cátaro– y se utiliza la palabra«transubstanciar» referida a la Eucaristía(c. 2), que hasta entonces sólose había empleado en las discusionesteológicas.Dos cánones trataron de la vidareligiosa, pero no se prohibió –como aveces se dice– la erección de Órdenesnuevas, sino la creación de nuevas formasde vida regular, por eso obliga a losfundadores futuros a elegir una de entrelas Reglas hasta entonces aprobadas(c. 13); y se impuso a las Órdenes la organizaciónterritorial en provincias y elsistema de gobierno por medio de CapítulosGenerales trienales (c. 12).Se ordenó que todo cristiano, al llegaral uso de razón, estará obligado aconfesar y comulgar una vez al año, almenos en Pascua (c. 21). Se ratificaronlas medidas contra el concubinato,la incontinencia y las ocupaciones impropiasde los eclesiásticos (cc. 14-18)y contra el desorden matrimonial entrelos laicos (cc. 50 y 51). Para velar por ladisciplina eclesiástica, se ordenó que sereúnan anualmente sínodos (c. 6); y queen cada catedral haya un «maestrescuela»,para elevar la formación de losclérigos (c. 11). Losúltimos cánones sededicaron a las relacionesde los cristianoscon los judíos(cc. 67-70).•LO QUE NOS RECUERDAEL AÑO DE LA FEJosé Díaz RincónEl ser humano ha sido creado porDios «a su imagen y semejanza»,por lo cual lleva muy arraigadoel deseo de Dios a pesar de que lo ignore.Por eso busca la felicidad. Por naturalezay vocación, la persona humanaes un ser religioso. Cuando el hombredeja de creer en Dios, busca creer encualquier cosa.Tenemos en nosotros la capacidadpara la unión y la intimidad con Dios.En esto radica nuestra mayor dignidady la dicha más completa.La Iglesia siempre nos recuerda, yeste Año de la Fe mucho más, que todostenemos necesidad de la fe, porqueesta es la razón y el sentido de nuestravida y, por tanto, debemos conocerla,alimentarla y ejercitarla.¿Qué tenemos que hacer para conocerla fe? Lo fundamental y prioritarioes fiarnos de Jesucristo, creer en Él yunirnos a su persona. La fe es la adhesióna la verdad y Jesús es la Verdadsuprema, como Él mismo afirma. Jesucristoes «la luz verdadera que iluminaa todo hombre que viene a este mundo»(Jn 1,9) Los Apóstoles aseguran que«no se nos ha dodo otro Nombre porel que podamos salvarnos» (Hch 4, 12)El encuentro, el trato, la intimidad conJesús es lo más importante para tenerfe. Él es el que inicia y completa la fe.La Biblia y el CatecismoPor otro lado, debemos conocer y leerla Biblia y el Catecismo de la IglesiaCatólica, dos libros que no deben faltaren nuestras casas. Jesucristo es el centro,la razón y el hilo conductor de los73 libros de la Biblia, 46 del AntiguoTestamento y 27 del Nuevo. Por esosan Jerónimo, el primer traductor de laBiblia, asegura: «El que desconoce laSagrada Escritura no puede conocer aCristo». Es la Historia de la Salvación yel código moral más insuperable.Por su parte, el Catecismo es el resumende esas verdades de la fe cristianaque provienen de la Biblia y de laTradición y que todo bautizado debemosvivir y practicar.¿Qué tenemos que hacer para alimentarla fe? Esencialmente tres cosas:-La oración. Es la primera y últimacondición de la conversión, del progresoespiritual y de la santidad. El oxígenodel alma, la forma de relacionarnoscon las Personas divinas. Un alma sinoración es como un huerto sin agua,una fragua sin fuego, una nave sin timón.-La Palabra de Dios. Es la cartapersonal de Dios para cada uno denosotros. Debemos leerla, reflexionarsobre ella, aplicarla a nuestra vida y,desde ella, hablar con Dios. Dice Jesús:«El cielo y la tierra pasarán, pero miPalabra no pasará» (Mt 24,35), y el salmo118: «Lámpara es tu Palabra paramis pasos, luz en mi sendero».-Los sacramentos. Instituidos porCristo para ofrecernos estos siete mediossobrenaturales para unirnos a Ély darnos su gracia y su fuerza durantenuestra existencia en la tierra. Nadadebemos temer porque «el Señor es miPastor y nada me faltará».¿Cómo ejercitamos la fe? Sencillamentecon el ejercicio de la Caridad,virtud suprema, el mandamiento mayor,compendio de toda la Ley de Dios,vínculo de la perfección. La Caridadtiene infinidad de expresiones, dimensionesy formas. Todas son buenas ynecesarias, pero hay una que es la másgenuina, propia e importante: el Apostolado.Es el mayor bien que podemoshacer a cualquiera: darle a conocer aDios y a su enviado Jesucristo. Así seránfelices siempre, aquí en la tierra yen la vida eterna en el Cielo.«¡El hombre es amado por Dios!»Este es el simplicísimo y sorprendenteanuncio del que la Iglesia es deudorarespecto al hombre. La palabra y la vidade cada cristiano deben y pueden hacerresonar este anuncio:¡Dios te ama! Cristoha venido por ti yÉl es el Camino, laVerdad y la Vida (Jn14,6)•PADRE NUESTRO / 4-5 DE MAYO DE 2013
• 50 años del Concilio Vaticano II: GRANDES TEÓLOGOS CONCILIARESJoseph Ratzinger (2)ACTUALIDAD IGLESIA EN ESPAÑA 5Juan Carlos Mateos GonzálezEl Concilio había iniciado su andadurael 11 de octubre de 1962,en medio de un ritual imponente:la misa de inauguración fue en latín, elEvangelio en griego y las peticiones enárabe y eslavo, a petición del mismo JuanXXIII. Nuestro teólogo alemán hizo notarque una liturgia así era poco acordecon los tiempos, si la valoramos desde lasideas del movimiento litúrgico.Él se pronunció desde el principio afavor de las nuevas propuestas litúrgicas:«la dimensión comunitaria de la celebración,la importancia de la proclamaciónde la Palabra, la participación activa delos laicos, el uso de las lenguas vernáculas,la riqueza de los ritos litúrgicosorientales». Pero, como bien señala el joventeólogo «para la mayor parte de lospadres conciliares, la reforma propuestapor el movimiento litúrgico no constituíauna prioridad; más aún, para muchos deellos ni siquiera era un tema para tratar.Por ejemplo, el cardenal Montini, quedespués, como Pablo VI, se convirtió enel verdadero papa del Concilio, al presentarsu síntesis temática al comienzo delos trabajos conciliares, había dicho conclaridad que él no alcanzaba a encontraren este asunto ninguna tarea esencial parael Concilio. La liturgia y su reforma sehabían convertido en una cuestión apremianteen Francia y en Alemania… Quedespués este texto haya sido el primero enser examinado por el Concilio no dependióen absoluto de que creciera un interéspor la cuestión litúrgica en la mayoría delos padres, sino del hecho de que no sepreveía que hubiera grandes polémicas»(Mi vida, 99). El único esquema de lospresentados en el Aula conciliar que norechazado, fue el referido a la liturgia,que había sido preparado por expertosformados en el ambiente teológico delmovimiento litúrgico. Es más –dice Ratzinger–«el debate sobre la liturgia fuetranquilo y transcurrió sin profundas tensiones».La aprobación de la SC constituyó paraél un acontecimiento trascendental, yaque ésta constituye «el centro de la Iglesiay, por tanto, el auténtico punto de partidade toda renovación”. De hecho, «lasnormas generales como «sean revisadoslos libros litúrgicos lo antes posible»eran entendidas en plena continuidad conaquel desarrollo que siempre se había dado»(Mi vida, 100). Y, siendo BenedictoXVI, ya en los últimos días de su pontificado(14-2-2013), reconocía igualmente:«creo que fue muy acertado comenzar porla liturgia. Así se manifiesta la primacíade Dios, la primacía de la adoración: «Noanteponer nada a la obra de Dios». Estasentencia de la Regla de san Benito apareceasí como la suprema regla del Concilio.Alguno criticaba que el Concilio hablarade muchas cosas, pero node Dios. Pero sí que habló deDios. Y su primer y sustancialacto fue hablar de Dios y abrir atodos, al pueblo santo por entero,a la adoración de Dios en lacelebración común de la liturgiadel Cuerpo y la Sangre de Cristo…fue realmente providencial el que enlos comienzos del Concilio estuviera laliturgia, estuviera Dios, estuviera la adoración»(Al clero de Roma).Y con una mirada retrospectiva nosrecordaba: «Tras la Primera Guerra Mundial,había ido creciendo… el movimientolitúrgico, un redescubrimiento de lariqueza y profundidad de la liturgia, quehasta entonces estaba casi encerrada enel Misal Romano del sacerdote, mientrasque el pueblo rezaba con sus propioslibros de oraciones, compuestos segúnel corazón de la gente; se trataba de estemodo de traducir el alto contenido, ellenguaje elevado de la liturgia clásica, enpalabras más emotivas, más cercanas alcorazón del pueblo. Pero eran como dosliturgias paralelas: el sacerdote con losmonaguillos, que celebraba la Misa segúnel Misal, y al mismo tiempo los laicos,que rezaban en la Misa con sus librosde oración, sabiendo básicamente lo quese hacía en el altar. Pero ahora se habíaredescubierto precisamente la belleza, laprofundidad, la riqueza histórica, humanay espiritual del Misal, y la necesidadde que no fuera sólo un representante delpueblo, un pequeño monaguillo, el quedijera: ‘Et cum spiritu tuo’..., sino que hubierarealmente un diálogo entre el sacerdotey el pueblo; que la liturgiadel altar y la liturgia de la gentefuera realmente una única liturgia,una participación activa;que la riqueza llegara al pueblo.Y así la liturgia se ha redescubierto,se ha renovado».•45 DE MAYO DE 2013 / PADRE NUESTRO
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