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Aprendiendo-a-ser-lo-que-elegiste-ser

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personal siempre van de la mano por<strong>que</strong> son interdependientes. En días pasados escuché en la televisión<br />

<strong>que</strong> cada hombre es como una célula en la naturaleza y <strong>que</strong> si el hombre enfermaba, la naturaleza<br />

enfermaba también. Uno es consecuencia de otro.<br />

Todas las mañanas realizo un recorrido de 25 kilómetros a mi centro de trabajo, el mayor disfrute <strong>lo</strong><br />

encuentro en contemplar la obra de Dios durante <strong>lo</strong>s veinte minutos del trayecto, cuando las luces se<br />

entrelazan entre las nubes y estallan en mil co<strong>lo</strong>res entonces pienso <strong>que</strong> es momento adecuado para<br />

hacer oración. Si estos espectácu<strong>lo</strong>s se dieran cada cien años, estaría el mundo entero pendiente de tal<br />

acontecimiento. Pero el hecho <strong>que</strong> suceda a diario, el hecho <strong>que</strong> sea tan común, llega a <strong>ser</strong> tan cotidiano<br />

<strong>que</strong> no le hacemos el menor caso y perdemos la oportunidad de armonizarnos con la obra de Dios.<br />

¿Desde cuándo viste por última vez a las estrellas? ¿Cuándo fue el último día <strong>que</strong> te sentaste a<br />

contemplar gustoso un atardecer? ¿Cuál fue el último día <strong>que</strong> te abandonaste a Dios?<br />

Una reflexión <strong>que</strong> nos invita al abandono hacia nuestro Dador de la Vida, está en el Salmo 23 <strong>que</strong> dice:<br />

“El Señor es mi pastor; nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a<br />

aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor a su<br />

nombre. Aun<strong>que</strong> ande por un valle de sombras de muerte, no temeré mal alguno, por<strong>que</strong> tu estarás<br />

conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento. Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis<br />

angustiadores. Unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. Ciertamente el bien y la<br />

mi<strong>ser</strong>icordia me seguirán todos <strong>lo</strong>s días de mi vida; y en casa del Señor moraré por largos días.”<br />

Busca el momento <strong>que</strong> más te guste para hacer oración y armonizarte con Dios. Pero, ten mucho<br />

cuidado, por<strong>que</strong> no puedes decir Padre nuestro; si no ves a todos <strong>lo</strong>s hombres como tus hermanos; si <strong>lo</strong>s<br />

desprecias o simplemente <strong>lo</strong>s ignoras. No puedes decir <strong>que</strong> estás en el cie<strong>lo</strong>; si tu visión no ve mas allá<br />

de tus propias narices y <strong>lo</strong> <strong>que</strong> más te preocupa son tus bienes materiales en la tierra. No puedes decir<br />

santificado sea tu nombre; si <strong>lo</strong> <strong>que</strong> tu realizas a cada momento es jurar el nombre de Dios en vano y no<br />

consideras su santidad por<strong>que</strong> en tu vida está la imagen de un Cristo falso. No puedes decir hágase tu<br />

voluntad, si existe un discernimiento entre tu voluntad y la voluntad de Dios y <strong>lo</strong> <strong>que</strong> te importa es <strong>lo</strong> <strong>que</strong><br />

tu deseas, más de <strong>lo</strong> <strong>que</strong> Dios tiene preparado para ti. No puedes decir danos hoy nuestro pan de cada<br />

día; si no compartes el pan con <strong>lo</strong>s necesitados; si no dedicas tiempo a tu familia, padres y amigos; si no<br />

compartes el pan de la palabra con el<strong>lo</strong>s. No puedes decir Perdona nuestras ofensas así como nosotros<br />

perdonamos a <strong>lo</strong>s <strong>que</strong> nos ofenden; si tu vida está encadenada al laberinto culpa/resentimiento y estás<br />

viviendo una permanente ofensa a la justicia y a la caridad. No puedes decir no me dejes caer en<br />

tentación y líbranos del mal; si caes a cada rato consciente de <strong>que</strong> <strong>lo</strong> <strong>que</strong> haces te hace daño; si<br />

intencionalmente entras a la vorágine de la maldad y de la injusticia y cierras <strong>lo</strong>s ojos para no extender la<br />

mano a <strong>lo</strong>s olvidados y perdidos. Si huyes de tus responsabilidades como hombre o como mujer en la<br />

construcción de un mundo mejor. No puedes decir amén; por<strong>que</strong> mientes si no aceptas todo esto (Razo,<br />

1997).<br />

Medita constantemente<br />

No tengo ninguna revelación en especial de la voluntad de Dios… Él se revela a Sí mismo a todo <strong>ser</strong><br />

humano diariamente, pero nosotros cerramos nuestros oídos a su aún pe<strong>que</strong>ña voz.<br />

Mahatma Gandhi<br />

Muchos consideran a la meditación solamente como una práctica espiritual o como una cuestión religiosa.<br />

Y en ocasiones nos topamos con <strong>que</strong> algunas sectas están completamente en desacuerdo con ella y<br />

manifiestan <strong>que</strong> es una práctica inadecuada de origen oriental o bien es una corriente de la new age, la<br />

mayoría opina más por desconocimiento, <strong>que</strong> por razonamiento de <strong>lo</strong> <strong>que</strong> realmente es.<br />

Sin embargo la meditación nos sirve para muchas cosas. Para entrenar a la mente a enfocarse en forma<br />

efectiva y clara, para el relajamiento del cuerpo y la mente y también para conectarnos con nosotros<br />

mismos.<br />

Pero <strong>lo</strong> fundamental de la meditación es el <strong>que</strong> entres en contacto con Dios. Recuerda <strong>que</strong> cuando oras,<br />

le estas hablando a Dios. Cuando meditas, le permites a Dios <strong>que</strong> te hable. ¿Cómo es esto? Dicen <strong>lo</strong>s<br />

expertos <strong>que</strong> tenemos alrededor de 60,000 (sesenta mil) pensamientos al día. ¿Si esto es así, cómo<br />

entonces estando ocupada nuestra mente todo el tiempo, podemos escuchar esa aún pe<strong>que</strong>ña voz en<br />

nuestro interior?<br />

Debemos darnos al menos quince minutos al día para relajarnos completamente, acallar nuestros<br />

pensamientos, aquietar la mente y entrar en contacto con Dios (<strong>lo</strong>s místicos le llaman meditación<br />

contemplativa). Al meditar, podremos encontrar las respuestas a las dudas <strong>que</strong> nos agobian, la solución a<br />

grandes problemas, paz y <strong>ser</strong>enidad. Se pueden mejorar con la meditación la confianza en uno mismo, la

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