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El duende quiso madrugar. nº 1

En un intento de recuperar la esencia de un gran periodista y escritor como fue Larra, su Duende Satírico vuelve a nosotros para desve-larse ante este nuevo proyecto que pretende llevar a cada casa que nos abra sus puertas un pedacito de lo que pretendemos transmitir a nuestros lectores, aquellas ansias del costum-brista escritor que, mediante cuadros sociales, pretendía hacer despertar a su público, que dormía ante los escombros de su realidad.

En un intento de recuperar la esencia de un gran periodista y escritor como fue Larra, su Duende Satírico vuelve a nosotros para desve-larse ante este nuevo proyecto que pretende llevar a cada casa que nos abra sus puertas un pedacito de lo que pretendemos transmitir a nuestros lectores, aquellas ansias del costum-brista escritor que, mediante cuadros sociales, pretendía hacer despertar a su público, que dormía ante los escombros de su realidad.

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EL DUENDE QUISO<br />

MADRUGAR<br />

Subtítulo del catálogo<br />

REVISTA LITERARIA<br />

PRIMER NÚMERO. OCTUBRE 2015.<br />

Título de la barra lateral<br />

<br />

Describa aquí brevemente el producto o servicio<br />

MARIANO JOSÉ DE<br />

LARRA. Vuelve con<br />

nosotros.<br />

RINCÓN DE LA<br />

POESÍA:<br />

Poesía mexicana, con<br />

Francisco de Terrazas.<br />

<br />

<br />

Describa aquí brevemente el producto o servicio<br />

Describa aquí brevemente el producto o servicio<br />

La leyenda negra de<br />

SANTIAGO APÓSTOL<br />

y la deuda de la<br />

historia.<br />

Ejemplar gratuito<br />

Fecha: 00/00/00<br />

Publicado en internet


EL DUENDE QUISO MADRUGAR<br />

<strong>El</strong> <strong>duende</strong> <strong>quiso</strong> <strong>madrugar</strong><br />

Número primero. Octubre de 2015.<br />

Es una publicación de Francisco Javier<br />

González de Córdova.<br />

Es una revista literaria de publicación<br />

mensual de difusión gratuita vía internet.<br />

Esta publicación se terminó de editar<br />

el 29 de septiembre de 2015 en<br />

México D. F.<br />

<strong>El</strong> contenido de los textos es responsabilidad<br />

del autor, cuya libertad de<br />

expresión viene amparada en la Carta<br />

de Derechos Humanos.<br />

Publicación sin fines de lucro ni patrocinada<br />

por ninguna organización o<br />

empresa.<br />

PROHIBIDA SU VENTA<br />

Pintura de portada: Caprichos de <strong>duende</strong>s y monjes, <strong>nº</strong> 70, de Francisco de Goya.<br />

Revista de edición libre para Rincón Filológico: https://riconfilologico.wordpress.com/<br />

Esta obra está licenciada bajo la Licencia Creative<br />

Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar<br />

4.0 Internacional. Para ver una copia de esta<br />

licencia, visita http://creativecommons.org/<br />

licenses/by-nc-nd/4.0/.<br />

Página 2


Humilde pero con entusiasmo surge<br />

este primer número de esta revista literaria.<br />

En un intento de recuperar la esencia de un<br />

gran periodista y escritor como fue Larra, su<br />

Duende Satírico vuelve a nosotros para desvelarse<br />

ante este nuevo proyecto que pretende<br />

llevar a cada casa que nos abra sus puertas un<br />

pedacito de lo que pretendemos transmitir a<br />

nuestros lectores, aquellas ansias del costumbrista<br />

escritor que, mediante cuadros sociales,<br />

pretendía hacer despertar a su público, que<br />

dormía ante los escombros de su realidad.<br />

No se pretende aquí cambiar el mundo,<br />

ni tenemos el deseo de alcanzar altos lares.<br />

Entretener es la base de la literatura, no a<br />

modo de circo, pero sí desde un punto de<br />

vista didáctico, para el lector que le pueda<br />

servir. De nuestro lado está uno de los grandes<br />

escritores españoles del siglo XIX, el cual<br />

nos va a acompañar por este largo camino que<br />

iniciamos ahora. Será Mariano José de Larra<br />

nuestra ilusión para seguir transmitiendo y<br />

difundiendo esta revista que acaba de nacer.<br />

Sabemos que no tenemos competencia, empezando<br />

porque no estamos abiertos al mercado<br />

competitivo. Nuestro andar es libre, como<br />

libre es aquél que decida introducirse en la<br />

lectura de estas páginas. Invitado estás a<br />

acompañarnos. Por ti, lector, estamos aquí,<br />

para ti escribimos y por ti, aunque creas que<br />

no, vivimos. Ambos nos complementamos.<br />

Bienvenido.<br />

Francisco Javier González de Córdova<br />

ÍNDICE<br />

Mariano José de Larra<br />

Las nuevas costumbres<br />

Noticias Pifias<br />

Rincón de la Poesía<br />

4<br />

7<br />

9<br />

11<br />

Poema al mundo. La leyenda<br />

negra de Santiago Apóstol<br />

y la deuda de la historia<br />

13<br />

Citas célebres<br />

Lectura recomendada<br />

16<br />

17<br />

<strong>El</strong> teatro del fin del mundo<br />

19<br />

Página 3


MARIANO JOSÉ DE LARRA<br />

Costumbrista, de alma<br />

romántica, Mariano José<br />

de Larra escribió una<br />

continua crítica social en<br />

sus artículos periodísticos.<br />

Muy joven mostró<br />

su desencanto hacia la<br />

sociedad de su país, dibujando con<br />

sus palabras cuadros costumbristas<br />

que demostraban la decadencia de<br />

un pueblo que, lejos de recuperarse<br />

de sus perpetuas crisis, caía irremediablemente<br />

hacia un abismo que<br />

parecía no tener fin.<br />

Larra parecía predecir el<br />

declive que conduciría a la<br />

sociedad de su época; la<br />

historia a veces cuenta que<br />

fue un desencuentro amoroso<br />

lo que le condujo a<br />

su final dramático, pero<br />

en sus escritos veremos mejor el<br />

motivo del mismo.<br />

EL DUENDE Y EL LIBRERO<br />

–Buenos días, señor librero. ¿Qué<br />

le trae a usted por aquí?<br />

–Amigo, lo que a todo el mundo le<br />

hace ir y venir: el deseo de ganar la<br />

vida y, si se puede, de agenciarse<br />

algunas superfluidades.<br />

–Siéntese usted, que no vendrá<br />

usted tan de prisa, y explíqueme en<br />

qué puedo servirle.<br />

–Señor, hablemos claro, y ahorrémonos<br />

de palabras; vengo a animar<br />

a usted a que escriba, y a que escriba<br />

para el público.<br />

–Hombre, mal pleito trae usted.<br />

–Vaya, no empecemos con la modestia.<br />

–No, señor, no es modestia, es<br />

comodidad, pereza, reflexión, todo<br />

lo que usted quiera.<br />

–Pero, es posible...<br />

–Vamos, y ¿qué quería usted que<br />

escribiera? Para fastidiar al público<br />

siempre se está a tiempo;<br />

además... que... en verdad... no<br />

tengo nada que decirle por ahora.<br />

–¡Por Dios! ¿No tiene usted nada<br />

que decirle? Y ¿no ve usted los<br />

abusos, las ridiculeces; en una pa-<br />

Página 4


labra, lo mucho que hay que criticar?<br />

–¡Criticar! ¡Ay! Usted está loco; mi<br />

librero ha perdido la cabeza:<br />

¿piensa usted que reservo yo la mía<br />

para lances de honor? ¿O usted cree<br />

que tengo yo gusto en vérmela rota?<br />

–Eso no, usted habla en chanza: el<br />

Gobierno vigila sobre la seguridad<br />

de los individuos que están a su<br />

cuidado, y castigaría a cualquiera...<br />

–Sí, señor, el Gobierno vigila sobre<br />

la sociedad; y la sociedad no cesa de<br />

conspirar a desbaratar los buenos<br />

fines del Gobierno; sí, señor, éste<br />

protegería tal vez a quien criticase<br />

los vicios y los abusos, porque estos<br />

siempre conspiran contra el Gobierno;<br />

castigaría también, es cierto;<br />

pero, Señor librero, ni el Gobierno<br />

podrá evitar que una paliza<br />

acabe con mi gana de criticar, ni a<br />

mí me importará nada que el Gobierno<br />

cuelgue al que me la haya<br />

pegado, a no ser que le cuelgue<br />

antes de pegármela. ¿Y qué necesidad<br />

tengo yo de matarme por los<br />

abusos de otros?<br />

–Mejor sabe usted que yo que se<br />

puede criticar sin nombrar a nadie,<br />

sin que nadie se pueda ofender.<br />

–Es cierto; pero no se puede evitar<br />

que haya tontos que se crean el<br />

objeto de la sátira del autor, cuando<br />

éste tal vez no les ha hecho el<br />

honor de acordarse de ellos para<br />

tomarlos por modelos; y menos se<br />

puede evitar el que muchos de estos<br />

tontos quieran echarla de valientes,<br />

y vayan todos los días a<br />

desafiar al redactor, que tiene entonces<br />

que dejar a todas horas la<br />

pluma para tomar la espada, y dar<br />

satisfacción particularmente a cada<br />

individuo de los que componen el<br />

público de lo que sólo ha dicho a<br />

éste en general; y yo no hago ánimo<br />

ahora de empezar mi carrera<br />

militar; me ha parecido siempre<br />

más cómoda la del bufete, porque<br />

aprecio las cabezas de mis semejantes<br />

tanto como la mía; y soy de<br />

opinión que más bien se hicieron<br />

todas para discurrir que para recibir<br />

golpes, prueba de ello lo muy<br />

fáciles que son de romper, y lo<br />

poco que resisten esa clase de ejercicio...<br />

–Conque, es decir, que mi visita es<br />

en balde...<br />

–Pero, hombre, si pide usted co-<br />

Página 5


sas...<br />

–Pues yo no creo que usted, con<br />

ese genio que Dios le dio tan mordaz,<br />

deje de tener algo escrito que<br />

valga la pena de leerse; y vengo<br />

por ello.<br />

–Una cosa es que yo me divierta<br />

en reírme en mi cuarto de todo lo<br />

que me choca, y otra cosa es...<br />

–Sí, señor, usted tiene mil razones,<br />

pero yo no salgo de aquí sin<br />

llevar algo.<br />

–Hombre, déjeme usted en paz,<br />

no sea usted el diablo, que muchos<br />

se lo agradecerán.<br />

–Ahora mucho menos; y más, se<br />

ha de proponer usted dar un periódico,<br />

hay materia para ello, yo<br />

conozco que me puede valer mucho.<br />

–No, no, no, eso no; comprometerme<br />

a dar un periódico, no señor;<br />

supuesto que usted se empeña<br />

saldrán, sí, de la oscuridad unas<br />

cuantas hojas que escribí noches<br />

pasadas, y Dios quiera que no me<br />

tenga que arrepentir. Si como es<br />

regular me sigue el humor, publicaré<br />

otras cuando me acomode o<br />

pueda, por artículos sueltos; si no,<br />

allí se quedará donde a mí se me<br />

acabe el gusto.<br />

–Conque, por último...<br />

–Sí, señor, por último, ha vencido<br />

usted, bien a mi pesar: ahí van esos<br />

borrones; póngalos usted en limpio,<br />

en la inteligencia de que no quiero<br />

que nadie sepa que yo soy el que los<br />

publico; póngales usted cualquier<br />

título, que en el día no se repara<br />

mucho en eso, y mientras más desatinado<br />

más gusta, es decir, más<br />

llama la atención, más se compra;<br />

de modo que ya eso del título es<br />

especulación del librero; pero entienda<br />

usted que no le doy licencia<br />

sino para anunciarlo, pelado de toda<br />

alabanza, nada de prevención, que<br />

juzgue el público lo que quiera.<br />

–Pero para venderlo...<br />

–Si no se vende, que no se venda;<br />

yo le abonaré a usted el gasto. Vaya<br />

usted con Dios, y hasta otro mes no<br />

me vuelva usted a incomodar.<br />

Página 6


LAS NUEVAS COSTUMBRES<br />

Frente al televisor<br />

Un mundo de noticias se mueve en torno a nuestra sociedad.<br />

Según el territorio, unos medios están más al alcance que otros, según la<br />

decisión las políticas de turno, cuyo fin es mantener una imagen limpia y<br />

pura ante el espectador holgazán y acostumbrado que sabe amoldarse a lo<br />

que la caja tonta le dicta.<br />

Un nuevo cantante (Alitas de pollo) está de moda sin haber vendido<br />

aún ningún disco. Sin fama precedida le alaban. Su nombre, la primera<br />

vez que todos le escuchan. ¿Cómo llegó a la pequeña pantalla? Nadie se lo<br />

pregunta. Todos le oyen, pero nadie duda de las intenciones de los medios<br />

de comunicación. En pocos días saldrá su disco, que muchos comprarán<br />

porque lo vieron por televisión. Su música se parece a otras, pero<br />

no se le da importancia; cómo se va a pensar que tras sus canciones hay<br />

todo un estudio social, al igual que la imagen del artista, con el fin de llevarlo<br />

al estrellato. Menos mal que aún nadie se pregunta por qué salió en<br />

la televisión como una aparición, de la nada.<br />

Mi televisión tiene varios canales. Estoy muy bien informado.<br />

Uno defiende a un político; otro defiende a otro. ¿No son, por curiosidad,<br />

ambos políticos los que representan a los partidos mayoritarios?<br />

¡Cuánto dinero tienen los grandes partidos, que incluso pueden mantener<br />

sus canales de televisión! ¿Que los canales les apoyan desinteresadamente?<br />

Por algún motivo son empresas que mueven grandes capitales. En cambio,<br />

los partidos pequeños, que no tienen su canal, parecen no convencer<br />

tanto; ¡mala suerte!<br />

Yo ya tengo mi canal favorito. ¡Qué buenos noticieros! ¡Qué<br />

razón tienen los de mi partido! Que conste que mi canal es imparcial; de<br />

vez en cuando una crítica a los míos; a la oposición se le deja hablar unos<br />

minutos (¡pero que malos son!). ¡Menos mal que el país va bien, a pesar<br />

Página 7


de las dificultades! Si gobernaran los otros, estaríamos en la ruina. Hay<br />

que tener paciencia, porque dentro de poco veremos los buenos resultados.<br />

¡Qué cerdos son la oposición! Por su culpa, los buenos resultados no<br />

llegan; obstaculizan siempre las bondades de nuestro gobierno, que tanto<br />

hace por nosotros.<br />

¡María, vente! Acabaron las noticias. Está a punto de comenzar la<br />

película de los once Óscars; en los comerciales cenamos. ¡Qué bien que<br />

se ve esta televisión que me regalaron por nada! ¡Imbéciles los que no la<br />

quisieron! ¿Otra vez frijoles para cenar? Maldita oposición, como está<br />

destruyendo el país.<br />

¡María, ya empieza! Alitas de pollo patrocina la película.<br />

Página 8


NOTICIAS PIFIAS<br />

Página 9


Publicidad<br />

Página 10


RINCÓN DE LA POESÍA<br />

¿Qué es poesía?, preguntaba Bécquer, y veía la respuesta en los<br />

ojos de la amada, así como también podemos encontrarla en la Naturaleza,<br />

incluso en nuestro bello pensamiento, en un gesto; en definitiva, en<br />

un sentimiento capaz de expresarse en cualquier forma, visible e invisible,<br />

tan propia de este enorme universo que nos rodea, físico y espiritual.<br />

En este rincón de la poesía que ofrecemos a nuestros lectores<br />

iremos ahondando en las distintas épocas para acercaros la belleza que a<br />

través de nuestros tiempos ha ido forjando nuestra cultura en forma poética.<br />

La historia de la poesía sigue su curso, tras un trayecto maravilloso<br />

que, poco a poco, iremos compartiendo con todo aquel que se acerque a<br />

estas páginas.<br />

<strong>El</strong> poeta que les presentamos a continuación posiblemente no es<br />

de todos conocido. Francisco de Terrazas, natural de México, hijo de<br />

conquistador español (1525-1600) ha llegado hasta nosotros no con una<br />

amplia obra, pero sabemos de los elogios que recibió de Cervantes y Baltasar<br />

Dorantes de Carranza, el cual lo definió como “excelentísimo poeta<br />

toscano, latino y castellano”.<br />

Terrazas, a parte de su obra con espíritu petrarquesco, nos relata<br />

la Conquista de México a modo de la Araucana de Ercilla.<br />

En esta ocasión les presentamos dos de los nueve sonetos que han<br />

llegado hasta nosotros, cuya belleza no puede dejar de recordarnos a la<br />

belleza con que Petrarca nos regaló en su Canzionere, donde el verso es la<br />

fusión de la queja y el amor que mueve a la poesía del Renacimiento en<br />

lengua castellana, época también conocida como Siglo de Oro.<br />

Les invitamos a disfrutar con Francisco de Terrazas.<br />

Página 11


RINCÓN DE LA POESÍA<br />

DEJAD LAS HEBRAS<br />

Dejad las hebras de oro ensortijado<br />

que el ánima me tienen enlazada,<br />

y volved a la nieve no pisada<br />

lo blanco de esas rosas matizado.<br />

Dejad las perlas y el coral preciado<br />

de que esa boca está tan adornada;<br />

y al cielo, de quien sois tan envidiada,<br />

volved los soles que le habéis robado.<br />

La gracia y discreción, que muestra ha sido<br />

del gran saber del celestial maestro,<br />

volvédselo a la angélica natura;<br />

y todo aquesto así restituido,<br />

veréis que lo que os queda es propio vuestro:<br />

ser áspera, crüel, ingrata y dura.<br />

SOÑÉ QUE DE UNA PEÑA<br />

Soñé que de una peña me arrojaba<br />

quien mi querer sujeto a sí tenía,<br />

y casi ya en la boca me cogía<br />

una fiera que abajo me esperaba.<br />

Yo, con temor buscando, procuraba<br />

de dónde con las manos me tendría,<br />

y el filo de una espada de una asía<br />

y en una yerbezuela la otra hincaba.<br />

La yerba a más andar la iba arrancando,<br />

la espada a mí la mano deshaciendo,<br />

yo más sus vivos filos apretando...<br />

¡Oh, mísero de mí, qué mal me entiendo<br />

pues huelgo verme estar despedazando<br />

de miedo de acabar mi mal muriendo!<br />

Página 12


POEMA AL MUNDO<br />

LA LEYENDA NEGRA DE SANTIAGO APÓSTOL<br />

Y LA DEUDA DE LA HISTORIA<br />

<strong>El</strong> pasado 25 de julio, día de Santiago<br />

Apóstol, me hice una pregunta que quizás<br />

pocos se han hecho en su vida: ¿Por qué un<br />

Apóstol de Dios, gran ejemplo de moralidad,<br />

aparece tantas veces dibujado sosteniendo<br />

un sable y dando muerte a musulmanes?<br />

Otra pregunta vino a completar la anterior:<br />

¿Y por qué dichas pinturas hacen gala dentro de numerosísimas iglesias,<br />

sabiendo que uno de los mandamientos más predicados de la Ley de<br />

Dios es “no matarás”?<br />

Para contestarme a estas preguntas tuve que remitirme a los<br />

hechos históricos de la antigüedad, y me encontré, para mi alivio, la leyenda<br />

negra del Apóstol Santiago, que queda, para suerte del cristianismo,<br />

en mera leyenda y no en realidad, base de la historia. Antes que nada,<br />

uno debe acercarse al momento histórico del predominio de Mahoma,<br />

y cómo este nuevo profeta lleva la palabra de Dios con una perspectiva<br />

distinta a la Iglesia Católica, que va perdiendo territorios en el Viejo<br />

Mundo frente al nuevo movimiento religioso musulmán.<br />

Vamos a responder directamente a la cuestión que pretendemos<br />

tratar aquí. ¿Mató realmente Santiago a alguna persona, en este caso a<br />

algún musulmán? La respuesta es: No.<br />

Después de este gran alivio que habrán tenido, seguramente, los<br />

verdaderos cristianos, podemos seguir narrando qué sucedió a lo largo de<br />

la historia con respecto a esta persona, tan cercana a Jesucristo.<br />

Para empezar, sabemos que España se ha apoderado de la imagen<br />

de este Apóstol y lo ha nacionalizado. Ante todo, debemos quitarnos la<br />

Página 13


idea de que Santiago andaba por el país cantando el “yo soy español, español,<br />

español”. Antes de que hubiese existido este país, tras la muerte de<br />

Jesucristo, los apóstoles emprendieron la misión de propagar la palabra de<br />

Dios por los distintos puntos del mapa conocido. Santiago llegó hasta la<br />

Península Ibérica; se dice que pisó suelo gallego, y que a la altura de la<br />

actual Zaragoza vislumbró a la Virgen, madre de Jesús, tras su muerte.<br />

Santiago moriría en la Península Ibérica, pero no sería hasta muchos años<br />

después de su muerte cuando reconocerían su importancia y utilizarían su<br />

memoria para construir el estandarte por el cual animarían a los nuevos<br />

pueblos cristianos a alzarse en armas en pos de la conquista peninsular<br />

primero, para seguir con la conquista americana después.<br />

En una de las batallas importantes por el territorio (Clavijo, 844<br />

d. C.), Ramiro I de Asturias tuvo la excelente idea, a modo de propaganda<br />

de guerra durante la Segunda Guerra Mundial, de brindarle dicho<br />

triunfo al pobre Santiago Apóstol, ya fallecido siglos atrás. Y es que a uno<br />

no lo dejan descansar tranquilo. Según Ramiro I, la victoria “cristiana” fue<br />

posible gracias a la aparición del santo en el suelo de batalla. Ahí viene lo<br />

más perturbador de toda esta historia; sólo hay que imaginarse al santo<br />

animando a cortar cabezas del otro combatiente en nombre de Dios. Algunos<br />

aceptarán esta blasfemia, que adorna las iglesias católicas desde<br />

tiempos inmemorables. A otros les resultará una hazaña épica digna de la<br />

españolidad y el catolicismo, a pesar de la aberración de la historia que no<br />

conjuga en ningún momento con las Leyes de Dios o la moral digna de<br />

ningún pueblo.<br />

Este mito, quizás bello para algunos faltos de moral, deja una etiqueta<br />

poco favorable a un pueblo que no deja de estar en la boca del mundo<br />

internacional, que a día de hoy acepta en sus fronteras vallas de la<br />

muerte, e impide que puedan acceder fácilmente refugiados de otros países<br />

que sufren las masacres continuas de sus hermanos. Si han de limpiar<br />

su nombre, primero deben empezar corrigiendo los desastres provocados<br />

en la actualidad, pero sin olvidar limpiar el pasado que, a pesar del mito,<br />

Página 14


aceptarlo implica autoetiquetarse no sólo como xenófobo, sino además<br />

como ignorante. Aún hay mucho por hacer.<br />

¿Por qué, Santiago, te recuerdan como no fuiste?<br />

Tú, Apóstol consagrado de bondad grandiosa,<br />

hasta lejanas tierras tu legado llevaste,<br />

y te pagaron con sangre, la historia tediosa.<br />

¿Por qué, ni nunca heriste, te llaman “matamoros”?<br />

Imagen tienes de ser genocida en la tierra.<br />

Son las pinturas de la Iglesia con marcos de oro<br />

los que alaban tan lamentable imagen de guerra.<br />

Tú, pacífico, el quinto mandamiento te cuelgan,<br />

manipulación del clero; Dios no abre la puerta<br />

al traidor, a quien sus manos de sangre lo llenan,<br />

ni a quien anima a ensangrentar a su amada huerta.<br />

Con esas pinturas que te hicieron, se condenan,<br />

al pedir al pueblo de Dios matar en su nombre,<br />

¡terrible blasfemia!, para alzar al mal que adoran<br />

y oscurecer así al bello espíritu del hombre.<br />

Francisco Javier González de Córdova<br />

Página 15


CITAS CÉLEBRES<br />

“Para concebir una perfección se requiere cierto nivel ético y<br />

es indispensable alguna educación intelectual. Sin ellos pueden<br />

tenerse fanatismos y supersticiones; ideales jamás”.<br />

JOSÉ INGENIEROS.<br />

“Dos grandes verdades: primera, la necesidad de una religión en todo orden<br />

social, necesidad innegable pues que la experiencia no nos presenta<br />

en el transcurso de los tiempos un solo caso de un pueblo ateo; y segundo,<br />

el derecho común de los hombres por el cual ninguno de ellos puede<br />

adjudicarse más predominio sobre los demás que el que estos miembros<br />

quieran darle”.<br />

MARIANO JOSÉ DE LARRA.<br />

Quizá mi única noción de patria<br />

sea esta urgencia de decir Nosotros<br />

quizá mi única noción de patria<br />

sea este regreso al propio desconcierto.<br />

MARIO BENEDETTI.<br />

En la música todos los sentimientos<br />

vuelven a su estado puro y el mundo<br />

no es sino música hecha realidad.<br />

ARTHUR SCHOPENHAUER.<br />

Amo a la humanidad, pero, para<br />

sorpresa mía, cuanto más quiero a<br />

la humanidad en general, menos<br />

cariño me inspiran las personas en<br />

particular.<br />

FIODOR DOSTOIEVSKI.<br />

Considero más valiente al que conquista<br />

sus deseos que al que conquista<br />

a sus enemigos, ya que la<br />

victoria más dura es la victoria sobre<br />

uno mismo.<br />

ARISTÓTELES.<br />

Cuando hayamos descubierto las<br />

leyes que rigen la vida, nos daremos<br />

cuenta de que el hombre de<br />

acción se ilusiona más que el soñador.<br />

OSCAR WILDE.<br />

No existe la libertad, sino la<br />

búsqueda de la libertad, y esa<br />

búsqueda es la que nos hace libres.<br />

CARLOS FUENTES.<br />

Página 16


LECTURA RECOMENDADA<br />

La lectura es un placer que nadie se debe perder. Uno de los<br />

grandes defectos de la sociedad es el desconocimiento de su historia, así<br />

como dejar en las manos de unos pocos el manejo y difusión de la misma<br />

que, en muchas veces, ha sido contemplada de manera muy diferente a la<br />

realidad. Sólo el lector puede vencer los obstáculos que difuminan a la<br />

historia de los pueblos; pero para ello se debe seleccionar bien lo que se<br />

lee.<br />

Para comenzar, les quiero recomendar<br />

un libro: La muerte de Artemio Cruz,<br />

de Carlos Fuentes. Se encontrarán ante una<br />

peculiar redacción, el pensamiento más profundo<br />

de un moribundo, Artemio Cruz, en<br />

un divagar continuo, la presentación de la<br />

toda una vida en un cerebro cansado por la<br />

enfermedad y los años, un estado difícil de<br />

comprender para el sano, y tan bien representado<br />

en esta magnífica obra que no deja<br />

de lado un contexto histórico importante,<br />

como es el antes y el después de la Revolución<br />

mexicana.<br />

No quiero dejar de invitar a que lean este libro sin antes ofrecerles<br />

uno de sus pasajes tan cercano a dos culturas, como son la mexicana y<br />

la española. Aún hay mucho que reflexionar en nuestras actuales sociedades;<br />

superar los errores que durante tantos siglos hemos ido arrastrando,<br />

y que nos hace vulnerables ante la cultura misma.<br />

Los libros (sólo los buenos, aún sabiendo que hay mucha confrontación<br />

a la hora de delimitar la calidad de los mismos) nos ayudarán a conocer<br />

la historia. Está en nosotros querer poner de nuestra parte para<br />

alcanzar dicho conocimiento. En el mar de la lectura existen barcos buenos<br />

y otros no tan buenos, o directamente malos; fracasaremos si no ad-<br />

Página 17


vertimos nuestra situación y la calidad de nuestro navío: si aún seguimos a flote,<br />

o ya nos hundimos en la ignorancia.<br />

A continuación les ofrezco uno de los párrafos magistrales de la<br />

obra que aquí les recomiendo:<br />

“[…] en las columnas blancas de los pórticos campestres y en las entonaciones<br />

voluptuosas del cuerpo y de la voz morirán los efluvios: habrá aquí una<br />

frontera: luego se levantará el pedestal sombrío de las águilas y los pedernales: una<br />

frontera que nadie derrotará: ni los hombres de Extremadura y Castilla que se agotaron<br />

en la primera fundación y después fueron vencidos sin saberlo en el ascenso de<br />

la plataforma vedada que les dejó destruir y deformar sólo las apariencias: víctimas,<br />

al fin, del hambre concentrada de las estatuas de polvo, de la succión ciega de<br />

la laguna que se ha tragado el oro, los cimientos, los rostros de cuantos conquistadores<br />

la han violado; ni los bucaneros que colmaron sus bergantines con los escudos<br />

arrojados desde la cima de la montaña indígena con una carcajada agria; ni los<br />

frailes que cruzaron el Paso de la Malinche para entregar nuevos disfraces a dioses<br />

inconmovibles que se hacían representar en una piedra destructible pero que habitaban<br />

el aire; ni los negros traídos a las plantaciones tropicales y alaciados por las<br />

avanzadas indias que ofrecieron sus sexos lampiños como un reducto de victoria<br />

sobre la raza crespa; ni los príncipes que desembarcaron de los veleros imperiales y<br />

se dejaron engañar por el dulce paisaje de palmacristi y fruta en drupa y ascendieron<br />

con sus equipajes cargados de encaje y lavanda a la meseta de paredones acribillados;<br />

ni siquiera los caciques de tricornio y charreteras que en la muda opacidad<br />

del altiplano encontraron, al cabo, la derrota exasperante de la reticencia, de<br />

la burla sorda, de lo indiferente:<br />

tú serás ese niño que sale a la tierra, encuentra la tierra, sale de su origen,<br />

encuentra su destino, hoy que la muerte iguala el origen y el destino y entre los dos<br />

clava, a pesar de todo, el filo de la libertad“<br />

La muerte de Artemio Cruz, de Carlos Fuentes.<br />

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EL TEATRO DEL FIN DEL MUNDO<br />

Llegamos al punto y final de este primer número de esta revista<br />

literaria. Seguiremos llenando páginas de literatura, y el mundo seguirá<br />

girando en torno a los mismos o nuevos ideales, con mayores fronteras si<br />

cabe y aún mayor número de muertos tras las espaldas de los que se dicen<br />

llamar liberadores del mundo. En esta nueva guerra mundial sin haber<br />

sido declarada oficialmente, nos mantendrán entretenidos con los deportes,<br />

el morbo de los programas de televisión o los foros populares de internet<br />

tan repletos de comerciales que pretenden mantener en todo lo<br />

alto un modelo de neoliberalismo cada vez más caduco.<br />

<strong>El</strong> telón ya se abrió para la nueva representación del mundo hace<br />

ya mucho tiempo, y aún no hemos pasado de escena, a pesar de la entrada<br />

de nuevos personajes. <strong>El</strong> público sigue expectante ante las historias contadas<br />

mediante el juicio de los más populares personajes y medios de lo absurdo.<br />

Ahora sí se podrá decir, a pesar de que se molesten muchos, que se<br />

les dan la basura que el público exige, quizás por el mediocre conocimiento<br />

de las cosas, aparte del aún menos interés por la realidad de los acontecimientos.<br />

Cuando está la pereza por abrir un libro es cuando más sencillo<br />

resulta difundir las mentiras convincentes, obviamente para las mentes<br />

menos trabajadas, que cada vez aumentan en número. La televisión tiene<br />

un papel muy importante, que se acrecienta con el convencimiento de los<br />

mediocres al creer que ahí siempre les tienen que contar la verdad. Una<br />

fe nacida de la pereza por adquirir conocimiento.<br />

La mercadotecnia está en su boom. Mientras que los líderes políticos<br />

hacen sus cuentas y estudios sociológicos derivados de la mediocridad<br />

humana que ve la televisión basura, los mencionados mediocres aceptan<br />

su papel, siempre que la oferta atienda a la gratuidad del método de en-<br />

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tretenimiento que exigen.<br />

La duda nos viene a los que rechazamos lo mediocre, y no entendemos<br />

cómo ante la oferta literaria gratuita que ofrecemos, sigue la gente<br />

apostando por la basura televisiva. Seguramente, los que aceptan dicha<br />

basura vean en esta oferta literarias una calidad pobre para sus expectativas.<br />

No podemos vender esto como lo mejor, pero tampoco creemos que<br />

pueda compararse a lo otro. No salvaremos la estupidez humana mediante<br />

estas palabras, ni tampoco es nuestra meta. Digamos que este es un método<br />

que ofrecemos para el entretenimiento del que acepte acercarse hasta<br />

nosotros; podemos o no funcionar, pero al menos tenemos la intención<br />

de ofrecer nuevas alternativas, aunque sabemos que no son tan nuevas,<br />

frente a lo ofrecido por gobiernos que no aparentan tener buenas intenciones<br />

con su pueblo (quédese ahí nuestra impresión al respecto).<br />

Sin ser los mejores, ni tampoco pretender entrar en la competencia,<br />

nuestra oferta es gratuita y diversa. Somos parte del mismo mundo,<br />

como así son nuestras letras, pedazos que aquí les ofrecemos, retazos que<br />

tanto nos representa. Mundo literario ofrecemos; mundo mismo al que<br />

pertenecemos todos, lo acepten o no.<br />

Francisco Javier González de Córdova<br />

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Publicidad<br />

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Hasta el próximo número<br />

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