Huach

monumento es un tributo al dios que baja por la construcción al inicio de cada
primavera, con la finalidad de acompañar a su gente (México desconocido, n.d.).
Como último dios presentado, te mostramos a Yum Kimil, dios de la muerte, también
conocido como el señor de los muertos. Habita en el inframundo (Xilabá) junto a las
deidades de la fecundidad y la germinación. Está representado por un esqueleto y una
lechuza (augurio de mala suerte).
¿Te sorprendes lector? Es cierto que muchas culturas parecen tener los mismos
dioses; de la luna, del sol, de la muerte, entre otras. La realidad es que no se
interpretan de la misma manera. Los mayas le otorgaban su esencia de identidad a las
construcciones tributarias que realizaban, así como a sus dioses, un claro ejemplo, es
la ya anteriormente presentada serpiente emplumada bajando de la Pirámide de
Chichen Itzá, en este ejemplo se ve directamente reflejado cómo la identidad de un
pueblo se refleja en sus monumentos. Estarás de acuerdo conmigo si te digo que
Anubis y Yum Kimil aunque sean lo mismo no son iguales, ya que toda cultura expresa
su pensamiento basándose en el entorno, el tiempo y el lugar en el que esté.
Cuenta la leyenda…
La leyenda maya cuenta que hace tiempo existió una linda doncella, llamada Ixchel. Una vez,
un guerrero la vio, y al instante se enamoró de ella, pero, había un problema, a Ixchel, otro
hombre la pretendía, por lo cual ambos guerreros comenzaron a pelear por ella. Uno de los
que la pretendían era Itzamná, quien emocionado en la batalla estaba por ganar, sin embargo,
a la astucia de su oponente, Itzamná quedó mórbidamente herido en la espalda, y al instante,
murió. Ixtap, hermana de la bella doncella, maldijo al guerrero que había asesinado al amor de
su consanguínea, y nadie más volvió a saber de él. Por otro lado, sufriendo estaba Ixchel,
quien de tristeza se suicidó y le encomendó su alma a su hermana, desde entonces, Ixtap es
conocida como la diosa del suicidio.
Las almas de las doncellas guiaron a Ixchel y a Itzamná al cielo, pafa que perdurara su amor.
Itzamná se convirtió en sol e Ixchel en luna. Por lo tanto, cuando un alma enamorada fallece,
se convierte en estrella y su amor, en brillo.
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