Revista del Cobre. Nº 14
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-Ordeno que lo hagas-respondió el rey al tiempo que recogía parte <strong>del</strong> faldón de su manto de<br />
armiño.<br />
El principito se preguntaba: "Sobre quiénes podía reinar el rey, siendo tan pequeño su<br />
planeta?"<br />
-Sire...-le dijo- os pido perdón por preguntaos...<br />
-Ordeno que me preguntes-contestó el rey apresurado.<br />
-Sire... Sobre qué reináis?<br />
-Sobre todo-respondió el rey.<br />
-¿Sobre todo?<br />
Expresándose con gestos, el rey señaló su planeta, los otros y también las estrellas.<br />
-¿Sobre todo eso?-preguntó el principito asombrado.<br />
-Así es, sobre todo eso...-respondió el rey.<br />
El principito se hallaba nada menos que frente a un monarca universal.<br />
-Y las estrellas os obedecen?<br />
-Claro que sí-dijo el rey- Acatan mis órdenes al instante. Detesto la indisciplina.<br />
El principito estaba realmente maravillado. Si él hubiera detentado tal poder, habría podido<br />
ser testigo no sólo de cuarenta y cuatro, sino a setenta y dos, o cien, o aún doscientas<br />
puestas de sol en un mismo día, sin siquiera necesitar desplazarse con su silla! Comenzaba a<br />
experimentar cierta melancolía al recordar a su pequeño planeta que había quedado<br />
abandonado y se animó a pedir una gracia al rey:<br />
-Necesito ver una puesta de sol... Hazme el gusto... Ordena al sol que se ponga...<br />
-Si ordeno a un general que vuele de flor en flor cual si fuera mariposa, que escriba una<br />
tragedia o que de pronto mutara en ave marina y no lo hiciera, quién estaría en falta, él o<br />
yo?<br />
-Vos-contestó el principito con tono seguro.<br />
-Correcto. Se debe pedir a cada cual, lo que está a su alcance realizar. La autoridad posee un<br />
primer sustento que es la razón-dijo el rey- De tal forma que si ordenas a tu pueblo arrojarse<br />
al mar, seguramente éste se inclinará hacia una revolución. Me creo con el derecho de exigir<br />
obediencia ya que mis órdenes están dentro de lo razonable.<br />
-¿Y qué hay de mi puesta de sol?-recordó el principito, quien nunca renunciaba a una<br />
pregunta, una vez que la había formulado.<br />
-La tendrás. Así lo exigiré, pero tendré que esperar a que las condiciones sean las favorables<br />
y adecuadas.<br />
-¿Y cuándo sucederá eso?-quiso averiguar el principito.<br />
-Hem! Hem!-vociferó el rey mientras consultaba un grueso calendario-, hem! hem!, ¡será a