Orillas - antología

Tuve un delirio retráctil y afilado bajo la ropa al que acudo
todavía cuando el monstruo bajo la cama afina su laúd.
Presencié las congregaciones de la botánica, corté el tallo y
fabriqué una flauta para mi nombre.
Mi sangre se torna rancia con cada verano y atrae a los
insectos del Paraíso. El primer poema parecía un insecto del
Paraíso, los mismos colores, análoga geometría; cuando mi
abuelo lo abandonó en la palma de mi mano, hizo un nido de
sangre y baba.
El segundo poema fue así: A:= (aij)
No hubo tercer poema.
Ni cuarto.
Hubo nuevamente el primer poema pero mi abuelo ya no
estaba. Cuando hablo de escritura hablo de este insecto que
me parasita, cuya cánula drena lo acumulado en la infancia y lo
excreta sobre las hojas de las plantas. Mi abuela las riega, las
hace crecer como una torre de Babel, una torre del lenguaje
que he de escalar hasta la metamorfosis. Y transfigurado me
posaré sobre las manos de un niño para cantar la pausa.