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NOTA AL LECTOR<br />
La poesía es una tentativa perversa e inabarcable y el poeta lo<br />
sabe. Lo descubre, paradójicamente, desde el<br />
desconocimiento: cómo se dice lo que no puede ser visto, lo<br />
que no puede ser nombrado, lo que no puede ser oído. De<br />
nada sirve preguntar porque la poesía sólo se concibe en el<br />
fracaso: el poeta se niega al costado más cómodo del mundo y<br />
ahí sabe hallar refugio. Así se escribe. Volando de jaula en jaula<br />
hasta que no quede espacio para el cuerpo.<br />
Lector: los poemas que acá va a encontrar son pequeñas<br />
guerras. Revoluciones de nada. Voces auténticas que no saben<br />
morir sino escribiendo.<br />
María Florencia Rua lo sabe: yo escribo / -empujo- / contra<br />
mí // y después de perderme / de hacer lo hondo / la caída //<br />
después del ahogo / la catástrofe / aparezco otra vez en la<br />
orilla / con el cuerpo desencajado / de sal // con la vida toda /<br />
desnuda boca adentro.<br />
Jesús Borda dice: conocí una vez lo musical / era así: / dar /<br />
cuerda / a la distancia / y ponerla a cantar.<br />
La poesía no puede permitirse ser otra cosa.<br />
O Agustín Mazzini, (escribo) Para los que aprendieron a llorar