Ángel Herrero Gala

Derecho Empresarial Mercantil
Íker Berges Angós. Abogado
ikerberges@gmail.com
Derecho Empresarial Laboral
Vanesa Layed Gómez. Abogada
despacho@ilexabogados.com
Constitución de Sociedad Limitada mediante
aportación no dineraria
En diversas ocasiones se ha comentado
desde este foro que
las sociedades de capital son las
formas más seguras, eficaces y
eficientes de actuar en el tráfico mercantil.
A través de ellas se produce una separación
total entre el patrimonio social y los patrimonios
de las personas que conforman el
capital social de la misma quedando a salvo,
por tanto, de las eventuales obligaciones
que pudiese contraer la sociedad que,
en base a la teoría de las personas jurídicas,
actúa como un sujeto con sus derechos
y obligaciones.
Sin embargo, en la mayoría de casos en los
que se ha advertido de las ventajas derivadas
de la limitación de responsabilidad
universal frente a otros tipos societarios o
trabajos autónomos también se ha señalado
que existen importantes diferencias, en relación
a los costes económicos, cuando se opta
por la constitución de una sociedad mercantil
de capital o por otro tipo societario.
De este modo, teniendo en cuenta los gastos
notariales, los relativos a la inscripción
de la sociedad y la aportación inicial de capital
social, de al menos 3.000 € para las sociedades
limitadas, en muchos casos se opta
por otros tipos societarios o por llevar a cabo
operaciones como trabajador autónomo en
los que dichos gastos son innecesarios, sublimando
la seguridad jurídica que este tipo
de formas societarias ofrece frente al ahorro
de los costes señalados.
Pues bien, algo que mucha gente desconoce
es la posibilidad de iniciar una actividad
a través de una sociedad mercantil de capital
sin la necesidad de aportar en efectivo,
de forma inicial, las cantidades legalmente
establecidas para conformar el capital social
de la entidad. A diferencia de aquellos
casos en los que se procede a la constitución
de una sociedad mediante la aportación
de unas cantidades en efectivo para la
adquisición originaria de las participaciones
o acciones sociales, con la Constitución de
una sociedad mediante la aportación no dineraria,
los socios de la misma no aportan
cantidades de dinero en efectivo sino que
entregan a la sociedad determinados bienes,
necesarios para el objeto social o no, a
los que se les aplica un valor en base al cual
se procede al reparto de las participaciones
y acciones sociales.
Es preciso tener en cuenta que la valoración
de los bienes aportados en una sociedad limitada,
a diferencia de lo que ocurre en este
tipo de aportaciones no dinerarias para las
sociedades anónimas en las que dicha valoración
la debe realizar un experto independiente
nombrado por el Registro Mercantil,
será realizada por los propios socios aportantes
haciéndose responsables, ellos mismos,
de la realidad de
dichas aportaciones
y del valor
que se les haya
atribuido en la
escritura.
Resulta evidente que
esta posibilidad de
iniciar una actividad
a través de
una forma societaria
tan segura y
eficaz como son las sociedades de capital
sin la necesidad de realizar un desembolso
en efectivo puede ser un motivo para que
muchas personas, incluso aquellas que ya
actúan en el mercado, puedan proponerse
optar por este tipo de instrumentos para llevar
a cabo su actividad salvaguardando e independizando
sus patrimonios personales y
familiares de las obligaciones y deudas que
pudiesen generarse en la explotación
de la actividad que
pretendan llevar a cabo.
Haciendo justicia...
Que el trabajo del ama de casa
nunca estará suficientemente
valorado es algo que no me
cansaré de decir. Ingrato, poco
apreciado por propios y ajenos, denostado
en ocasiones y destrozado en un momento,
no puedo desaprovechar la oportunidad que
me brinda este artículo para rendir un pequeño
homenaje a todas aquellas mujeres
que han trabajado incansablemente dentro
de su casa para que otros miembros de su
familia pudiesen hacerlo fuera de ella y que,
además, lo han hecho con tanto cariño, esmero
y dedicación.
Y para ello me voy a permitir la licencia de
entrar en otra jurisdicción. Sin ánimo de
“tastar” materias ajenas, es la propia Jurisdicción
Social la que me ha llevado a ella.
En este caso, dado que las demandantes (o
sus herederos) no eran trabajadoras de la
empresa debieron reclamar en vía civil por
los daños sufridos, no siendo competente la
Jurisdicción Social para conocer sus pretensiones.
Imagino que habrán escuchado la
noticia de que el Tribunal Supremo ha confirmado
las indemnizaciones para tres mujeres,
esposas de trabajadores de una fábrica
de amianto, por los daños que les fueron
irrogados por la exposición al amianto derivada
de manipular la ropa de trabajo de sus
maridos. Esta sentencia viene a confirmar la
dictada en su día por la Audiencia Provincial
de Madrid, que reconocía el derecho de las
demandantes (o sus herederos) a cobrar
una indemnización por los daños causados
a las mismas como consecuencia de su exposición
para-ocupacional o doméstica.
En el procedimiento judicial se determinó
la existencia de relación causa-efecto entre
las enfermedades padecidas por las actoras
(mesiotelioma pleural de origen asbestósico)
y la inhalación de amianto por exposición
doméstica al mismo. Este padecimiento es
particularmente grave y, de hecho, conllevó
el fallecimiento de las mismas pero, además,
hasta que el óbito se produjo, padecieron un
sufrimiento físico notable, con tratamientos
cuya finalidad era meramente paliativa, con
efectos secundarios y complicaciones severas
que mermaron de forma importante su
calidad de vida.
La Sentencia determina que desde 1940 ya se
era consciente de la peligrosidad del amianto
y el asbesto, y del riesgo que la manipulación
de los mismos conllevaba.
Desde 1947 ya fue incluida la
asbestosis en el cuadro de enfermedades
profesionales y en
1978 se reconocen como derivadas
de los trabajos expuestos
a la inhalación de polvos de
amianto el carcinoma primitivo
de bronquio o pulmón por asbesto
y el mesiotelioma pleural
y el mesiotelioma debido a la
misma causa. Desde 2002, está
prohibida en España la producción,
empleo y comercialización
de amianto.
Pues bien, dice la Sentencia
que en el ámbito de la culpa
civil lo que debe analizarse no
es si la empresa cumplió o no la normativa
laboral sino si actuó con la diligencia exigible
en cada momento y según se iba teniendo
un mayor conocimiento de los efectos perniciosos
y perjudiciales del manejo de las
referidas sustancias. A la vista de la prueba
practicada, no queda acreditado que la
empresa adoptase medidas en materia de
prevención y seguridad e higiene tendentes
a evitar su inhalación no ya sólo por parte de
sus trabajadores sino igualmente por aquellas
personas que sabían podían entrar en
contacto con fibras de amianto, inhalando
su polvo, al ocuparse de su lavado sino incluso
a terceras personas ajenas (ya que durante
mucho tiempo, por ejemplo, no existió
taquilla separada para la ropa de calle y la
ropa de trabajo).
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