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Realidad y literatura en la Venezuela contemporánea<br />

–como conviene al buen ensayista– para ridiculizar los mezquinos<br />

conocimientos de sus adversarios. Y lo hacía casi siempre a través<br />

de periódicos, como El Venezolano, fundado en 1840 por Antonio<br />

Leocadio Guzmán, periódico de donde salió el partido liberal. Más<br />

tarde, por supuesto, se pelea con Guzmán, a quien transforma en<br />

“Guzmancillo de Alfarache”. En 1846 funda El Diario de la Tarde,<br />

en cuya editorial, fijémonos bien, dice con toda claridad: “El Diario<br />

de la Tarde contrae el solemne compromiso de refutar El Patriota,<br />

El Diario y todo bicho guzmancista que alce golilla y la haga de<br />

escritor” 39 . Más claro no canta ni el gallo aquel de Luciano de<br />

Samosata, en el que se había reencarnado Pitágoras (véase el<br />

diálogo El gallo, de Luciano). Parece ser que González cometió<br />

alguna vez un plagio. Por ejemplo, sus Mesenianas, en lo que respecta<br />

al título, fue tomado de una obra del romántico y pobre poeta francés<br />

Casimir Delavigne, quien en 1850 había publicado en París un libro de<br />

versos titulado Mesenianas, cantos populares y poesías diversas. Uslar<br />

Pietri dice que hay que preguntarse “con dolor” la causa de aquel plagio<br />

tan descarado. Y responde que la causa era:<br />

[ 39 ]<br />

... por provincialismo, por orgulloso y rencoroso provincialismo.<br />

Su mundo se reducía a Caracas, a aquellos solemnes y orondos doctores,<br />

que él sabía ignorantes, o a aquellos militares, que él sabía ignaros. Para<br />

anonadarlos más en la hora de la invectiva o del despliegue de la<br />

comparación erudita, ya no le parecían suficientes los relámpagos<br />

de su propia pluma, y entonces era cuando, con malévolo candor,<br />

echaba mano de Michelet o de otro y vertía páginas que no eran<br />

suyas, como plomo derretido sobre las cabezas de sus enemigos. 40<br />

Lamento no estar del todo de acuerdo con el eminente Uslar.<br />

Un espíritu tan universal y poco provinciano como Stendhal, llegó<br />

a copiarse literalmente páginas enteras de los recuerdos italianos de<br />

39 Juan Vicente González, “Editorial” de El Diario de la Tarde, 1840.<br />

40 Op. cit., p. 135.

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