Sobre un día de infancia

La Psique
Psicoanálisis
a) Al inicio, un fracaso
La experiencia de vida se encuentra enmarañada
entre los distintos hilos que la tejen y los
vestidos que surgen de sus cruces. Así, la vida
comienza en el desatino acrisolado de un pasado
imposible. Se abren los ojos y no se distinguen
las cosas; una vez que se distinguen,
se nombran con un balbuceo irrisorio, y cuando
son llamadas, las palabras nunca las dicen del
todo, son un medio decir desgastado, risible y
balbuceante. Esta condición absurda, vulnerable
e inerme, es una llamada al otro que puede
escuchar 1 . Y el Otro está, tremendo y fascinante,
amoroso y hostil. Su presencia atempera
una incertidumbre radical cuyos gemidos todavía
son audibles en medio de los derroteros
culturales. Sin embargo, ese Otro también se
ausenta y ante ello aparece la culpa cuando no
se le obedece; se vuelve infeliz cuando todos
celebran; estúpido cuando todos aciertan.
Más aún, estar en el mundo, con un cuerpo y
en relación con los otros los experimenta como
una pregunta sin respuesta 2 . Las dudas aparecen
y el tiempo se transforma en una coordenada
sin sentido: porque no sabe vivir, se le enseña
cómo es la vida; conforme crece el cuerpo va
cediendo su lugar a las palabras y éstas lo persuaden
de que nada se ha perdido, de que las
cosas son dichas en las palabras, de que existe
una adecuación entre lo dicho y el decir que
no puede ponerse en tela de juicio. Sin embargo,
la tela del juicio, aguarda en sus bordes, en
sus cruces y en sus tejidos. Esa primacía de las
representaciones conscientes le da el valor al
significado de la palabra, elaborando sistemas
conceptuales con la inquebrantable presunción
de producir un discurso universal cuya función
es, en realidad, la de ocultar la verdad desvariada,
invertida y relegada al borde oculto de la
tela del juicio. Y sólo al chocar, al desarrollarse
su experiencia de vida, se verá llevado a interrogar
retrospectivamente la realidad que se
construyó y que le construyeron para intentar
reencontrar el lugar del que fue exiliado.
La soledad se presenta inexorable. La ciencia,
la religión y las promesas sociales con sus
pretensiones fallan. La incomprensión paulatinamente
se radicaliza conforme se estrecha
la relación del cuerpo y el sinsentido. Entre el
sentimiento inerme y el desvarío de los signos
del amor y del poder no hay un acuerdo básico
que permita referenciar al sujeto. La explo-
Enero - Marzo 2016
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