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FOTO enrique hernández<br />
22<br />
minicrónicas<br />
La cuenta del descuido<br />
El cielo prometía un ardiente aguacero,<br />
umbrosas nubes asediaban el horizonte<br />
agreste de Boconó. Mas, sin embargo, el<br />
anuncio de tempestad solo fue una señal<br />
peregrina; esa noche como ninguna la<br />
sombra deambuló serena bajo la luna. Al<br />
parecer, Ernesto también durmió como<br />
nunca; apenas se acomodó en la cama,<br />
sucumbió sin pena en un letargo profundo<br />
y no despabiló hasta el día siguiente.<br />
Aquel hombre, solitario y recién jubilado,<br />
padeció en su juventud de recurrentes<br />
pesadillas. Eran visiones terribles, de<br />
un realismo asfixiante capaz de enajenar<br />
a cualquiera; y fueron causa del encanto<br />
por una envejecida literatura que lo encaminó<br />
a interpretar sus propias alucinaciones.<br />
De ese modo llegó a exorcizar<br />
las pesadillas; empero, con ello también<br />
perdió la memoria nocturna. No volvió a<br />
saber de sueños. Hasta esa noche de señales<br />
peregrinas, cuando soñó que moría<br />
—apaciblemente— mientras dormía.<br />
Al despertar, una extraña holgura le atravesaba<br />
el alma, pero más intensa palpitaba<br />
la novedad del sueño; la reanudación<br />
de los vuelos hacia el inframundo no<br />
dejaba lugar para atender otras sensaciones.<br />
Su curtido intelecto examinó<br />
una y otra vez las imágenes, como en los<br />
viejos tiempos, y pensó en los tratados<br />
de oniromancia que aún conservaba en<br />
la biblioteca de su dormitorio. En la tradición<br />
augural, soñar con la muerte propia<br />
es signo de transmutación, ruptura<br />
o renacimiento. Ernesto ignoraba que<br />
aquel sueño no tenía carácter alegórico<br />
y, por tanto, era innecesaria cualquier<br />
interpretación. Entonces, se incorporó y<br />
fue directo a consultar los libros de Artemidoro<br />
y de Samael, sin percatarse de<br />
lo que había dejado inerte sobre el lecho.<br />
Fue en vano la pretensión de asir los<br />
textos: inmóviles e indolentes se le escaparon<br />
de la mano. Al instante, Ernesto<br />
cayó en la cuenta de su descuido. Solo<br />
entonces volteó la mirada y contempló<br />
su propio cadáver.<br />
Por Rafael Fernández<br />
Filo<br />
y borde<br />
Cuando la lectura es otro pan.<br />
Chávez logra que uno no note la densidad<br />
de Mészáros, la oscuridad de Nietzsche o la<br />
complejidad estratégica de Bolívar. En su<br />
verbo entrega lo más profundo del conocimiento<br />
universal sin que haya necesidad de<br />
una preparación especial para entenderlo.<br />
¡Qué lejos de la pedantería, del engreimiento<br />
intelectual, de la actitud de élite! En<br />
Chávez tiene el mismo vuelo una anécdota<br />
de su niñez, un partido de pelota o la explicación<br />
de la necesidad de un nuevo orden<br />
geopolítico capaz de respetar la voz de<br />
todos los pueblos.<br />
En Chávez la lectura es otro pan, al que tenemos<br />
derecho todos, uno que se comparte<br />
con sencillez y al que no hay limitación que<br />
nos impida acceder con plenitud.<br />
El Quijote, Los miserables, Las venas abiertas<br />
de América Latina, Así habló Zaratrustra,<br />
todo Bolívar, Neruda y una infinidad<br />
más de libros y autores, en manos de<br />
Chávez encuentran un impulso que los devuelve<br />
con nuevo brillo hacia los lectores.<br />
Si miramos toda nuestra historia continental,<br />
dificulto que podamos encontrar<br />
una figura similar a la de Chávez. Alguien<br />
que haya logrado impulsar, democratizar y<br />
acercar con tanta fuerza la lectura.<br />
El impulso está allí y no ha cesado. En medio<br />
de las dificultades de hoy, el esfuerzo<br />
editorial se mantiene. Seguimos produciendo<br />
libros y facilitando el acceso a millones<br />
de venezolanos a la lectura.<br />
Ojalá que Freddy Ñáñez o los directores de<br />
nuestras editoriales den pronto el sencillo<br />
paso de entregar también nuestros libros<br />
en los nuevos formatos que permiten<br />
leerlos en cualquier teléfono inteligente.<br />
Estoy seguro de que esta decisión puede<br />
multiplicar el acceso a la lectura. Sé que lo<br />
hacen hoy promocionando la descarga en<br />
formato PDF, el cual resulta cómodo solo<br />
en pantallas grandes, pero no es adecuado<br />
para las dimensiones de un teléfono.<br />
Sé que muy pronto podrá materializarse<br />
esta idea, puesto que no involucra ninguna<br />
inversión, no requiere de diseño y se puede<br />
realizar todo con software libre.<br />
Creo que esta es una forma de llevar a un<br />
nuevo nivel ese impulso lector que nos ha<br />
dado Chávez y lograr que nuestro teléfono<br />
sea también una biblioteca.<br />
Freddy Fernández<br />
@filoyborde<br />
Edición Número Ciento sesenta y ocho. Año 04. ÉPALE CCS Caracas, 6 de marzo de 2016.