32 MÚSICA el canto sigue Poeta de la llanura, el de Sabaneta se apegó a sus coplas, al pasaje y al joropo, pero de vez en cuando se atrevió con la salsa y la cumbia, en vivo y en directo POR Ángel Méndez • @swing_latino Edición Número Ciento sesenta y ocho. Año 04. ÉPALE CCS Caracas, 6 de marzo de 2016.
33 Fíjate que no entrevisté a Adilia Castillo. Fue a ella y no a don Eladio Tarife a quien escuché cantar esa canción que tanto tarareabas. Ese día no te sentías muy bien. Es probable que los dolores te hincaran cual espinas venenosas, pero allí, casi desde la madrugada, ese pueblo te esperaba. Era tu pueblo, el del PSUV y los que no también. En la escalera estaban Fabiana Ochoa y Cristóbal Jiménez, ese llanerazo que siempre estuvo a tu lado. Una especie de guía musical… ¡Arranque, Maestro!… y los acordes del arpa se apoderaron del Palacio de Misia Jacinta. Estabas en el balcón, con tu chaqueta tricolor, cruzado de estrellas y del dolor indescriptible. Uno se fija y debió haber sido duro el momento… ¡Allá está Cristóbal!... Yo traigo un grito llanero / que me salió del “te quiero” / para cantarte Barinas paisaje de ensoñación / que me ha regalado Dios / frente a las cumbres andinas. Ese día el sentimiento arropó con su manto llanero a todos los que allí estaban. Yo te seguía más de cerca que cualquier otro, porque quería ver tu rostro. La televisión me lo permitía gracias a los close-up. Por eso digo que las espinas laceraban con fuerza. Siempre he creído que las transiciones no son fáciles y tú estabas consciente de ello. Necesario es dar el paso, necesario es cantar al pueblo, aunque la procesión vaya por dentro, con todo su candelero… “¡Cante desde el balcón, Comandante!”, le conmina Cristóbal. La segunda voz y en ocasiones la primera. Te apoyabas en él para alborotar la alegría. Esa que te acompañó durante tanto tiempo. La misma que exhibías cuando se acercaba el Madera. Bien te sirve un pasaje como un galerón. Un golpe tocuyano o un joropo tuyero. Alguna vez te vi cantar por esos lares y hasta te atreviste a bailar asentadito. No era la salsa tu plato fuerte, pero de cuando en vez te acordabas de algunas canciones que acompañaron tu niñez. Tú lo que quieres es que me coma el tigre, que me coma el tigre, mi carne morena. Tú lo que quieres es que me coma el tigre / Que me coma el tigre, que me coma el tigre… Y disfrutabas cantando “en vivo y en directo” la canción del barranquillero Eugenio García Cueto popularizada hace más de 45 años por los Corraleros de Majagual. Noel con el Madera siempre te brindó su canto. Fueron contigo y tú con ellos. A decir de Gino González: “Nosotros somos los pobres, todos nosotros con Chávez”. Eras único, Comandante, por eso fuiste el guía; sabías arrinconar al rebaño y a esas ovejas casquivanas que intentaban salirse del redil, pero ese día solo se precisaba tu sonrisa. Más de uno tragó grueso y otros rezaban por tu salud. Lo cierto es que estoicamente tomaste el micrófono y dejaste correr la garganta para esa Barinas de tus pasiones… Linda Barinas, tierra llanera, / camino de palma y sol, cuando te pintan tan linda / siempre en las tardes y se embellece el paisaje, / pinceles de un arrebol… Tu canto se apagó aquella tarde. Recordar tus canciones, tus arrestos salseros. Orlando Watusi te brinda un homenaje con otros salseros. Ese género mucho te debe, porque esa es la música de los marginados. Bomba y plena que se escondía en los rincones ante la majestuosidad de los pudientes. “Esa música es de negros”. ¡Claro!, porque hasta no hace mucho, parodiando el texto bíblico, “era más fácil para un camello pasar por el ojo de una aguja, que para un negro entrar en el mundo de los famosos”. ¡Uh, ah, Chávez no se va! / ¡Uh, ah, Chávez no se va! / ¡Uh, ah, Chávez no se va! El coro aguerrido del grupo Madera comandado por Noel Márquez. No lograron que te fueras. No pudieron… y con el corazón roto los dejaste en el piso. Solo la lluvia pudo minar tus fuerzas, pero al igual que en el balcón, solo algunos lo notamos. Sabroso el son que resuena y los tambores se animan. Un golpe de tres para el coro. Te animas a cantar en tono desafiante: “Volverá Supermán, Rintintín, Pepeto y Tin Tan”, pero adecos y copeyanos, esos no volverán”... Y tu risa entreverada en esa música que hoy enmudece ante el recuerdo de aquella “Patria, Patria, Patria querida, tuya es mi vida, tuya es mi sol…”. Pérez Rossi te canta una y otra vez y ese vulgo que no te olvida repite incesante. Nosotros somos los pobres, todos nosotros con Chávez… Ya culminas, Comandante. Uno se queda con los homenajes que te rinden. Tribilín de Sabaneta / veguerito de Barinas / Voy a comprarte una araña y un par de mandarinas / una mano de cambures… y aquí tienes la propina. Una despedida rumbera para quien se hace eterno… “Chávez vive… y la rumba sigue”. Caracas, 6 de marzo de 2016. Edición Número Ciento sesenta y ocho. Año 04. ÉPALE CCS