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Alejandro Haddad y Leandro Albani<br />
Harun habla y camina con un ritmo relajado, como si supiera que<br />
la paciencia es su mejor aliada. Militante del PKK desde los 16 años,<br />
este hombre de canas y bigote blanco, y una cara de tío bonachón y<br />
cómplice, siempre se mueve entre sus combatientes como uno más.<br />
Antes de ingresar a la guerrilla en los años noventa estuvo quince<br />
años detenido en Turquía. “Cuando estás en prisión es otro mundo<br />
y otra verdad –recuerda–. Estás combatiendo al enemigo cotidianamente.<br />
Hay que tener una posición de resistencia permanente<br />
contra el enemigo, hay que tomar una posición y defenderla”.<br />
El tiempo que el comandante Harun vivió con más ansiedad<br />
fue después de que le comunicaran que iba a salir de la cárcel. En<br />
esos meses de espera solo pensaba en ingresar a la guerrilla. Al ser<br />
liberado, pasó apenas tres días clandestino en Ankara. Dice:<br />
“No conozco otra vida que la vida revolucionaria. Estudio<br />
capitalismo pero nunca lo viví. No puedo imaginarme viviendo en<br />
el sistema capitalista, porque tanto en prisión como en la guerrilla<br />
tuve una vida comunal. Si algún día hay paz y regreso allá, no sé qué<br />
haría”.<br />
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