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Alejandro Haddad y Leandro Albani<br />
La vaguedad de las acusaciones se materializa en el hecho de<br />
que solo 6 de los 134 detenidos fueron acusados y procesados por la<br />
producción y/o publicación de sus escritos. Ellos son Vedat Kurşun,<br />
Ruken Ergün y Ozan Kihnç del periódico kurdo Azadiya Welat;<br />
Erdoğan Altan y Kadri Kaya de la agencia de noticias DIHA; y Bedri<br />
Adanir.<br />
Sobre ellos se ha aplicado el concepto de prisión preventiva para<br />
prevenir situaciones como “presión sobre testigos”, “destruir, ocultar<br />
o cambiar evidencia” o el “peligro de fuga”. La tradición judicial<br />
turca, al igual que en América Latina, está acostumbrada a alojar<br />
tras las rejas a los supuestos delincuentes durante meses, e incluso<br />
años, hasta tanto encontrar alguna prueba. El tiempo en prisión no<br />
será reconocido.<br />
Penas que son condenas<br />
De los 104 periodistas solo 27 han sido condenados, mientras<br />
que otros 34 fueron detenidos sin indicios sólidos. La condena de 23<br />
reporteros (dos de ellos del periódico kurdo Azadiya Welat) ha sido<br />
establecida en 167 años y diez meses de prisión, otorgándoles así una<br />
esperanza de vida longeva al tiempo que a otros cuatro le decretaron<br />
el día de su muerte ya que le aplicaron condenas de cadena perpetua.<br />
La justicia turca tiene la pena de pertenecer a un Estado que<br />
niega la existencia de minorías étnicas. La ley detenta contra ellas en<br />
materia lingüística, territorial y cultural.<br />
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