Boletin 2-2016

Año de la Misericordia
LA MADRE ANA MARÍA:
UN POZO DE MISERICORDIA
Son muchos los apelativos que podemos darle a
la Madre Ana María: Mujer que pasó haciendo
el bien, mujer de fe ardiente, esperanza firme y
caridad atenta, mujer de una sola pieza, mujer
modesta y sencilla mujer sin fronteras, brújula
viviente, creyente y solidaria, peregrina de la
caridad, humanísima, servidora humilde del
Señor y de los hermanos, hija ejemplar de la
Iglesia y sin duda alguna también podemos referirnos
a ella como un pozo de misericordia.
Misericordia expresada y manifestada en toda
su vida, no solo con palabras sino también con
gestos profundos y sencillos que podemos traer
hoy a nuestra memoria:
Hacía más llevadero el dolor y entretenía con
su presencia a José Huguet. Siendo sólo una
niña. “Cariñosamente le llamaba L’Anneta”
Atendía y consolaba a los enfermos en el
hospital de Cervera. Sirviendo a Jesucristo
en cada uno de ellos.
La Grave, en Toulouse. Correspondiendo con
generosidad evangélica la acogida de las hermanas
Francesas.
Alentaba y animaba a sus hermanas con el
ejemplo de vida, visitando las casas durante la
época de crisis, ella callaba y servía. Dejaba hacer
a Dios que sabía todas las cosas”
Aún en los últimos momentos de su vida, estando
próxima a morir, se solidariza con el dolor
y consuela a una de sus hijas que sufre. “
fill meu, hija mía”
Podríamos, seguir el listado de gestos de misericordia
practicados por nuestra Madre y nunca terminaríamos,
porque ella sigue actuando, sirviendo hoy,
saliendo al encuentro del hermano necesitado, flagelado
por el dolor, porque el pozo de su misericordia,
no se agota, sigue brotando, sigue dando vida.
Su vida tejida en el seno de la misericordia del Padre,
es vida ejemplar para cada uno de nosotros, que podamos
imitarla, para que así como a ella un día también
podamos escuchar de labios del Señor: “Entra
porque tu lámpara siempre ardió”
Socorría y curaba a los saldados heridos
en la guerra, arriesgando su propia vida.
Acogiendo a todos los que tenían necesidad.
Hna. Rocío Gonzalías
Cuidaba y educaba a niños y jóvenes
huérfanos y pobres en la casa de misericordia.
Siendo para ellos una Madre cariñosa.
Se hizo cargo del hospital de La Seo de
Urgel, buscando practicar siempre la caridad,
sin ningún otro interés.
Era fortaleza y esperanza para las personas
que acudían a ella durante el exilio en
Bienvenida tu misericordia...bienvenida tu consolación...
35