You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
30<br />
mientras los japos seguían zurrándose. Otras veces<br />
eran los <strong>de</strong> los pueblos vecinos, que venían a<br />
buscar bronca (y a ver alguna peli <strong>de</strong> <strong>de</strong>stape): el<br />
acomodador se arrimaba a ellos como quien no<br />
quiere la cosa, les contaba un chiste, les vacilaba<br />
un poco y aquí paz y <strong>de</strong>spués gloria. En todos<br />
los años que frecuenté aquella cueva llena <strong>de</strong> columnas<br />
y <strong>de</strong> butacas a medio disolver no hubo<br />
ni un solo inci<strong>de</strong>nte que no resolviera con mano<br />
izquierda aquel señor al que yo hubiera puesto<br />
sin duda a mediar entre árabes y judíos. Y si<br />
cuento esto es porque el otro día, y mira que han<br />
pasado años (ya solo voy a cines don<strong>de</strong> la única<br />
interrupción son los omnipresentes móviles),<br />
creí reconocer a aquel acomodador <strong>de</strong> mi adolescencia,<br />
sentado en un banco. Al principio dudé,<br />
el tiempo le había reducido aún más, y el pelo se<br />
le había vuelto <strong>de</strong> color ceniza. Pero cuando vi<br />
cómo engatusó a su perrito para que <strong>de</strong>jara <strong>de</strong><br />
pelearse con un chihuahua me convencí: qué tío,<br />
no ha perdido maña.