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curacion_emocional

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cólera, por ejemplo, evolucionan de forma diferente en el<br />

tiempo).<br />

3) La aptitud para razonar sobre las propias emociones y<br />

las de los demás.<br />

4) La aptitud para regular las propias emociones y las de<br />

los demás. 3<br />

Estas cuatro aptitudes son los fundamentos del dominio de<br />

sí mismo y del éxito social. Conforman la base del conocimiento<br />

de sí mismo, de la moderación, de la compasión, de la<br />

cooperación y de la capacidad de resolución de conflictos.<br />

Todo esto puede parecer elemental. Todos estamos convencidos<br />

de que sobresalimos en estos cuatro campos. Pero no obstante,<br />

está lejos de ser así.<br />

Recuerdo, por ejemplo, a una joven y brillante investigadora<br />

de la Facultad de Medicina de Pittsburgh. Había aceptado participar<br />

en un experimento en mi laboratorio acerca de la localización<br />

de las emociones en el cerebro. En ese estudio se trataba de<br />

que los sujetos situados en el interior de un escáner IRM* visionasen<br />

cortes de películas con imágenes muy fuertes, a menudo<br />

violentas. Recuerdo muy bien este experimento, porque desarrollé<br />

una auténtica aversión hacia esas películas a fuerza de<br />

verlas. La chica se metió por completo en el escáner IRM, y desde<br />

el principio del experimento vi que el ritmo cardíaco y la tensión<br />

arterial de esta chica ascendieron como un cohete, signo de<br />

un estrés importante. Me resultó muy inquietante, hasta tal punto<br />

que le propuse interrumpir el experimento. Sorprendida, me<br />

respondió que estaba muy bien, que no sentía nada, que las imágenes<br />

no tenían ningún efecto sobre ella, ¡y que no podía comprender<br />

por qué le proponía detener el experimento!<br />

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El escáner de imagen funcional por resonancia magnética (IRM) permite detectar<br />

los cambios de actividad de las neuronas en diversas regiones del cerebro en función<br />

del contenido del pensamiento y las emociones.<br />

Más tarde me enteré de que esta joven tenía muy pocos amigos<br />

y que sólo vivía para su trabajo. Sin saber exactamente por<br />

qué, los miembros de mi equipo la consideraban más bien antipática.<br />

¿Era porque hablaba demasiado de sí misma y porque<br />

parecía indiferente respecto a quienes la rodeaban? Por su parte,<br />

ella no comprendía por qué no era más apreciada. Para mí<br />

representó el ejemplo típico de la persona cuyo CI es muy elevado<br />

y el "CE" deplorable. Su principal defecto parecía ser no<br />

tener conciencia de sus propias emociones y, de paso, permanecer<br />

sorda a las emociones de los demás. No me dio la impresión<br />

de que fuese a triunfar en su carrera. Incluso en las disciplinas<br />

más científicas hay que saber trabajar en equipo, hacer<br />

alianzas, dirigir a los colaboradores, etc. Sea cual sea nuestro<br />

campo de actividad siempre nos vemos obligados a relacionarnos<br />

con otros seres humanos. No podemos escapar a ello. Y<br />

nuestras disposiciones hacia ese tipo de relaciones son las que<br />

determinan nuestro éxito a largo plazo.<br />

El comportamiento de los niños ilustra muy bien hasta qué<br />

punto resulta difícil distinguir los estados <strong>emocional</strong>es. La mayor<br />

parte del tiempo, un niño que llora no sabe muy bien si lo<br />

hace porque hace demasiado calor, porque tiene hambre, porque<br />

está triste, o tan sólo porque se siente cansado tras una larga<br />

jornada de juegos. Llora sin saber precisamente por qué, y<br />

no sabe qué hacer para sentirse mejor. En una situación tal, un<br />

adulto con una inteligencia <strong>emocional</strong> poco desarrollada se<br />

sentirá desbordado con facilidad, precisamente porque tampoco<br />

sabrá identificar la emoción del niño, ni responder a sus necesidades.<br />

Otras personas con una inteligencia <strong>emocional</strong> mayor<br />

sabrán qué hay que hacer para calmar a un niño sin mucha<br />

dificultad. Así es como lo acostumbra a describir Francoise<br />

Dolto, que, mediante un solo gesto o una sola palabra, sabía<br />

calmar a un niño que lloraba desde hacía días: era una virtuosa<br />

de la inteligencia <strong>emocional</strong>.<br />

No es raro hallar una incapacidad de ese tipo entre los adul-<br />

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