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porque no era enseñada a comer cosas <strong>de</strong> sal.<br />
Cuando ya tenía uso <strong>de</strong> razón era afanosa a la costura, al bordado, al tejido <strong>de</strong> sombrero. Hilábamos la lanita <strong>de</strong> los<br />
borregos, tejíamos chompas, hacíamos centritos para ponernos <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong>l vestido. Las señoras que daban a luz<br />
envolvían a los niños en pañales bordados, nos compraban los que nosotras bordábamos. Aprendí corte, por habilidad,<br />
no porque me enseñaron, hacía vestidos, hasta un terno hice una vez para un señor, pantalón y leva. Mi mamá había<br />
sido hábil, ella también había sabido tejer sombreros, <strong>de</strong>dicarse a la costura. Decían que yo salí igualita a ella. Mamá<br />
murió en el parto, yendo a nacer el hermano que me seguía a mí. Ahora comprendo que había sido parto prematuro,<br />
se le había ido mucha sangre. Las parteras le han dicho que haga fuerza, y ella con hemorragia, la sangre era una cosa<br />
bárbara, a los tres días se había muerto <strong>de</strong>sangrada. Como mi papá se casó con otra mujer, tengo tres hermanos, dos<br />
mujeres y un varoncito, hermanos por papá.<br />
A los 15 años, empecé a practicar la medicina natural, gracias a un doctor naturista <strong>de</strong> Cuenca, llamado Benigno<br />
Guamán que era entendido y curaba con el pulso (era prohibido que otras personas curaran y los doctores le habían<br />
maleado la vista, pero él seguía curando). Llegó a mi casa, allí se hospedó, allí curaba. Un jovencito y yo le ayudábamos.<br />
Los dos éramos agentes <strong>de</strong> él. Nosotros preparábamos el agüita para los enfermos.<br />
El joven iba a Cuenca con personas <strong>de</strong> la comunidad, a traer las medicinas <strong>de</strong> farmacia. Del mercado, don Benigno traía<br />
fardos <strong>de</strong> medicina natural, para bebidas, para baños. Curaba toda clase <strong>de</strong> males, entre ellos, la chiri (irritación <strong>de</strong> frío).<br />
Sabía cuáles eran las hierbas a<strong>de</strong>cuadas para eso: la canela, la raíz <strong>de</strong> valeriana, clavo <strong>de</strong> olor, raíz <strong>de</strong> cebolla, que<br />
son plantas calientes. Las poníamos a hervir por 12 a 15 minutos. Luego, a esa cocción se le añadía flor <strong>de</strong> ñachak,<br />
menta, tipo <strong>de</strong>l cerro, pamba poleo, restregando bien, para hacer infusión. Así, los po<strong>de</strong>res medicinales <strong>de</strong> las plantas<br />
quedaban en el agua. El joven y yo cerníamos el agua y don Benigno daba a la persona que necesitaba para esa<br />
enfermedad. Cernidito se <strong>de</strong>spachaba. Las hierbas ya utilizadas se botaban lejos <strong>de</strong> la casa.<br />
Recuerdo que don Benigno curaba también con medicina farmacéutica, por ejemplo, cuando estaban con diarrea por<br />
tener muchas amebas, les daba pastillas. A veces, el mal ya estaba <strong>de</strong>sarrollado, y llegaban con una sangre babosa.<br />
Él les curaba con agüitas calientes. A veces las personas son muy <strong>de</strong>scuidadas, no les gusta limpiarse y vienen en un<br />
estado avanzado <strong>de</strong> enfermedad.<br />
Para curar el mal viento (mal aire), don Benigno traía los montes hediondos: floripondio o wantuk, santamaría, marco,<br />
poleo macho, ruda, ruda <strong>de</strong> gallinazo, que son plantas que sirven para curar el mal viento. Él ya conocía los síntomas<br />
<strong>de</strong>l mal viento: dolores en todo el cuerpo, sobre todo en la cabeza y el estómago, fiebre, vómito, diarrea, cansancio,<br />
mareos, escalofrío, mal dormir; la persona no tiene ganas <strong>de</strong> caminar ni <strong>de</strong> comer; tiene un ojo más chico que el otro.<br />
Es casi como curar el mal humor, se limpia con huevo también, chicoteando a la persona con las hierbas, por atrás, por<br />
a<strong>de</strong>lante. Se le pone también timolina. Mientras limpiaba, don Benigno rezaba el credo católico.<br />
Hay personas que limpian y no rezan, pero es con la oración que viene la curación.<br />
Don Benigno estuvo un año curando en casa <strong>de</strong>l abuelo. Cuando él se fue, yo ya había aprendido toda esa sabiduría<br />
medicinal y me convertí en curan<strong>de</strong>ra. A eso se sumó la atención en los partos, en la que luego me especialicé, como<br />
una más <strong>de</strong> las parteras o comadronas que se inscriben <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la medicina indígena.<br />
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