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Rota Punctatis - Volumen 5

Quinto número de la revista de historias ciclistas Rota Punctatis. En este número: Haz las maletas y corre, Leire Olaberria en Pekín 2008, China sobre dos ruedas, Viento y abanicos, Eugeny Berzin, Hinault y La mafia ciclista.

Quinto número de la revista de historias ciclistas Rota Punctatis. En este número: Haz las maletas y corre, Leire Olaberria en Pekín 2008, China sobre dos ruedas, Viento y abanicos, Eugeny Berzin, Hinault y La mafia ciclista.

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Farolillo Rojo<br />

grupo entorpecían<br />

la persecución,<br />

mientras los<br />

que estaban delante<br />

masacraban a ataques<br />

a los acompañantes<br />

que no formaban parte<br />

de la mafia hasta que uno<br />

de los integrantes de ésta<br />

conseguía irse en solitario. A<br />

veces no era necesaria tanta<br />

sofisticación si en la avanzadilla<br />

había entrado el más rápido<br />

del hampa local, pues en ese caso<br />

bastaba con que los otros miembros<br />

del gang le lanzaran el sprint<br />

como si fuera un treno cualquiera.<br />

Había una variante en la forma de proceder<br />

de la mafia. En ocasiones entraba<br />

en la escapada un corredor del club organizador,<br />

generalmente un chaval joven con<br />

proyección, deseoso de impresionar a sus<br />

padres, novia y presidente del comité local.<br />

En esos casos, se le dejaba ganar al chico para<br />

delirio de los suyos, mientras que los mafiosos,<br />

aparentemente derrotados, copaban las siguientes<br />

posiciones de la clasificación y ganaban de paso<br />

todas las clasificaciones intermedias (premio de la<br />

montaña, metas volantes, premio a la combatividad…).<br />

Ni qué decir tiene que el ciclista bisoño tenía que entregar<br />

su premio de vencedor a los gangsters, quedándose<br />

solamente con la copa que le entregaban en el podio<br />

como recuerdo de tan extraña jornada. Cuentan que en<br />

esos casos el muchacho no contaba ni siquiera a sus padres<br />

la vergonzosa transacción.<br />

Lógicamente, estas organizaciones contaban con una<br />

estructura jerarquizada, con un jefe de banda que generalmente<br />

era<br />

el más fuerte<br />

del pelotón, un<br />

hombre veterano<br />

que había superado<br />

la treintena<br />

y se las sabía todas.<br />

Existían otros miembros<br />

que tenían su misión<br />

específica. No faltaba<br />

el contable, que llevaba<br />

el control de la economía<br />

de la banda y se encargaba<br />

del reparto de beneficios, ni<br />

los inevitables matones, que se<br />

dedicaban a atemorizar a los ciclistas<br />

ajenos a la mafia que pretendían<br />

pasarse de listos.<br />

La Federación Francesa de Ciclismo<br />

toleró durante muchos años estas sórdidas<br />

prácticas, que corrompían el ciclismo<br />

amateur y que, sobre todo, suponían<br />

un freno considerable al desarrollo deportivo<br />

de los jóvenes corredores, pues éstos<br />

se desanimaban ante semejante panorama.<br />

Los mafiosos se defendían explicando que si<br />

un corredor tenía realmente condiciones para<br />

ser profesional debía salir airoso del examen que<br />

significaba enfrentarse a la banda organizada de su<br />

región.<br />

Sin embargo, las cosas no funcionaban en la realidad<br />

de esa manera, puesto que, como buena mafia, estas organizaciones<br />

eran vengativas y rencorosas. Y si en alguna<br />

ocasión eran burlados sus componentes por un ciclista<br />

emergente, se lo hacían pagar caro en la siguiente carrera<br />

en la que se cruzaban con él. Había que ser un verdadero<br />

superdotado para imponerse a toda una banda de

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