La archidiócesis de Toledo impulsa una «Escuela de Evangelizadores»
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4 COLABORACIONES<br />
conocer la biblia<br />
El canon<br />
bíblico<br />
José Carlos Vizuete<br />
Por lo general, cuando oímos hablar<br />
<strong>de</strong> «libros canónicos» y <strong>de</strong> «libros<br />
apócrifos», <strong>de</strong> inmediato asociamos<br />
erróneamente a los primeros con<br />
«libros auténticos» y a los segundos con<br />
«libros falsos». Sin embargo no es esta la<br />
diferenciación entre ambas categorías,<br />
sino que tiene que ver con reconocer que<br />
unos están inspirados por Dios (escritos<br />
por distintos autores bajo la moción <strong>de</strong>l<br />
Espíritu Santo) y otros no.<br />
Los primeros, los inspirados, son los<br />
que se encuentran recogidos en el catálogo<br />
–el canon– <strong>de</strong> la Sagrada Escritura;<br />
canon que no es el mismo para los judíos<br />
y para los cristianos, (entre otras cosas<br />
porque los primeros no admiten en él los<br />
libros <strong>de</strong>l Nuevo Testamento), ni para las<br />
distintas iglesias cristianas, pues hay un<br />
canon católico y otro protestante.<br />
Aunque en los primeros tiempos <strong>de</strong><br />
la Iglesia no hubo ning<strong>una</strong> <strong>de</strong>claración<br />
explícita sobre el canon bíblico, los escritos<br />
<strong>de</strong> los Padres y otros autores eclesiásticos<br />
citan los libros <strong>de</strong> la Sagrada<br />
Escritura reconociendo en ellos la autoridad<br />
<strong>de</strong> la inspiración divina. A partir <strong>de</strong>l<br />
siglo III, cuando aparezcan y se difundan<br />
obras cuya autoría se atribuye a los<br />
Apóstoles para dotarlas <strong>de</strong> autoridad, se<br />
hará necesario <strong>de</strong>terminar claramente<br />
qué libros están inspirados y cuáles no<br />
surgiendo así el canon bíblico, el catálogo<br />
<strong>de</strong> los libros inspirados por Dios.<br />
De finales <strong>de</strong>l siglo IV datan las primeras<br />
listas <strong>de</strong> los libros que componen<br />
el canon bíblico. <strong>La</strong> primera la encontramos<br />
en el llamado «Decreto <strong>de</strong> Dámaso»<br />
(ca. 382), a la que siguieron las formadas<br />
en los distintos concilios norteafricanos:<br />
el <strong>de</strong> Hipona (383), el III <strong>de</strong> Cartago (397)<br />
y el IV <strong>de</strong> Cartago (419). <strong>La</strong> lista también<br />
aparece en la carta <strong>de</strong> Inocencio I al<br />
obispo Exuperio <strong>de</strong> Toulouse (417).<br />
¿Qué criterios usaron para incluir los<br />
libros en el canon bíblico? Para los <strong>de</strong>l<br />
A. T.: que formaran parte <strong>de</strong> la Biblia <strong>de</strong><br />
los Setenta, que se usaran en el culto<br />
judío y que fueran<br />
citados en el Nuevo<br />
Testamento Para los<br />
<strong>de</strong> éste: su origen<br />
apostólico, su uso<br />
en la liturgia <strong>de</strong> la<br />
Iglesia y la ortodoxia<br />
<strong>de</strong> su contenido<br />
<br />
PADRE NUESTRO / 30 DE OCTUBRE DE 2016<br />
Santos y difuntos<br />
José Díaz Rincón<br />
Nuestra fe cristiana que nos sitúa<br />
los primeros días <strong>de</strong> noviembre<br />
en la solemnidad <strong>de</strong> todos los<br />
Santos y en la conmemoración <strong>de</strong> los<br />
fieles difuntos, para que crezca nuestra<br />
fe, esperanza y caridad, clave <strong>de</strong> la santidad,<br />
gocemos por ello y oremos por los<br />
difuntos, que es la mayor obra <strong>de</strong> caridad,<br />
ya que ellos nada pue<strong>de</strong>n merecer<br />
por sí mismos.<br />
En los insondables y maravillosos<br />
artículos que componen el credo <strong>de</strong><br />
nuestra fe, existen dos que evi<strong>de</strong>ncian<br />
estas celebraciones: Creo en la santa<br />
Iglesia católica y en la comunión <strong>de</strong> los<br />
santos. Este último artículo es <strong>una</strong> explicación<br />
<strong>de</strong>l anterior. ¿Qué es la Iglesia<br />
sino la asamblea <strong>de</strong> todos los santos? <strong>La</strong><br />
comunión <strong>de</strong> los santos es precisamente<br />
la Iglesia. Todos formamos un solo<br />
cuerpo, el bien <strong>de</strong> unos se comunica a<br />
los otros. El miembro más importante es<br />
Cristo, ya que Él es su cabeza. Así, todo<br />
el bien <strong>de</strong> Cristo se comunica a todos sus<br />
miembros.<br />
Los tres estados <strong>de</strong> la Iglesia son los<br />
que conocemos por «Iglesia militante,<br />
purgante y triunfante». Los militantes<br />
en la tierra, los que han cumplido su función,<br />
los difuntos, y los bienaventurados<br />
que gozan plenamente <strong>de</strong> Dios. Dice el<br />
Concilio: «Hasta que el Señor venga en<br />
su esplendor con todos sus ángeles y,<br />
<strong>de</strong>struida la muerte tenga sometido todo,<br />
sus discípulos, unos peregrinan en<br />
la tierra, otros ya difuntos, se purifican;<br />
mientras otros están glorificados, contemplando<br />
claramente a Dios mismo,<br />
uno y trino, tal cual es» (LG 49)<br />
Todos los santos<br />
<strong>La</strong> solemnidad <strong>de</strong> Todos los santos abarca<br />
la intercesión y ejemplaridad <strong>de</strong> todos<br />
los fieles que están en el cielo, aunque<br />
no estén canonizados. El culto a los santos<br />
o bienaventurados coinci<strong>de</strong> con los<br />
orígenes <strong>de</strong>l cristianismo, como ya se<br />
alu<strong>de</strong> en los diversos textos <strong>de</strong>l libro <strong>de</strong>l<br />
Apocalipsis. Todo el dinamismo<br />
<strong>de</strong> la vida sobrenatural se mueve<br />
en el contexto <strong>de</strong> comunión <strong>de</strong><br />
todos los fieles en la caridad.<br />
Los sacramentos son como<br />
arterias misteriosas que nos<br />
mantienen unidos e incorporados<br />
con Jesucristo. Ninguno <strong>de</strong><br />
nosotros vive para sí mismo, ni muere<br />
para sí mismo, sino en <strong>una</strong> verda<strong>de</strong>ra<br />
comunión <strong>de</strong> todos. Por lo mismo el<br />
pecado daña esta comunión. Por ello el<br />
sacramento <strong>de</strong> la penitencia nos une <strong>de</strong><br />
nuevo a la vida sobrenatural <strong>de</strong> la gracia<br />
por la misericordia <strong>de</strong> Dios y nos reconcilia<br />
con la Iglesia, ya que el pecado<br />
<strong>de</strong>struye la comunión fraterna. <strong>La</strong> penitencia<br />
nos restituye a la comunión <strong>de</strong><br />
los santos para participar <strong>de</strong> los méritos<br />
<strong>de</strong> todos los miembros <strong>de</strong> la Iglesia militante<br />
y <strong>de</strong> la triunfante.<br />
<strong>La</strong> Virgen María, Madre <strong>de</strong> Dios y<br />
<strong>de</strong> la Iglesia, ocupa un lugar eminente<br />
en este sugestivo misterio <strong>de</strong> «Todos los<br />
santos». Ella está glorificada en cuerpo<br />
y alma en el cielo como primicia y segura<br />
esperanza, imagen <strong>de</strong> lo que cada<br />
cual espera en el cielo. Por eso la Virgen<br />
María es signo <strong>de</strong> esperanza y consuelo<br />
para el pueblo <strong>de</strong> Dios que camina hacia<br />
la gloria <strong>de</strong>l cielo.<br />
Nuestros hermanos difuntos<br />
Son los que han pasado por este mundo<br />
y necesitan la purificación que Dios<br />
ofrece para po<strong>de</strong>r participar <strong>de</strong> su visión<br />
y gloria. Ellos esperan nuestras oraciones<br />
y sufragios para ser purificados<br />
Hace unos días pasé a <strong>una</strong> sacristía<br />
para encargar <strong>una</strong>s misas por las almas<br />
<strong>de</strong>l purgatorio. El sacerdote me respon<strong>de</strong><br />
con humor: «Tiene usted todos los<br />
días que quiera». Siguiendo su buen tono<br />
le respondí: «Qué pena, como ahora<br />
no hablamos ni <strong>de</strong>l infierno ni <strong>de</strong>l purgatorio,<br />
la gente no encarga misas!»<br />
No po<strong>de</strong>mos olvidar a los que anclados<br />
en el agnosticismo y en la aséptica<br />
postmo<strong>de</strong>rnidad se cierran a creer en la<br />
vida eterna y dan por sentado que todo<br />
acaba aquí. <strong>La</strong> muerte es un <strong>de</strong>safío para<br />
el creyente y para el agnóstico. Pero<br />
el creyente acepta el reto y se niega admitir,<br />
con razones, la podredumbre y el<br />
vacío.<br />
¿Cómo el Autor <strong>de</strong>l bie,. <strong>de</strong> la belleza,<br />
<strong>de</strong>l cosmos y <strong>de</strong> la hondura <strong>de</strong>l ser humano<br />
va a consentir que la nada sea nuestro<br />
<strong>de</strong>stino? Sería el mayor absurdo<br />
y ¡el absurdo es absurdo! Yo no<br />
me conformo. El Dios Amor, su<br />
revelación, la persona <strong>de</strong> Cristo,<br />
la Iglesia y el testimonio <strong>de</strong> los<br />
santos confirman nuestra fe. Por<br />
eso creemos en la vida eterna.<br />
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