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LA CLASE DEL 10

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Sebastián Fernández sin etiquetas<br />

En su papel<br />

Trata de escaparle al rótulo pegado en la frente que tanto vende, de demostrar por qué hoy vale a<br />

pesar de haberlo demostrado ayer, y de seguir por el camino que cree correcto aunque las cosas no<br />

estén saliendo del todo bien. Así es el delantero tricolor que sueña con volver a la selección.<br />

túnel JUL- AGO 2016<br />

Desde el banco de suplentes el fútbol se ve<br />

injusto. Los únicos que no lo sienten así son<br />

los once que están del otro lado de la línea.<br />

Pero Sebastián estaba convencido de que<br />

ese 2 de julio de 20<strong>10</strong> en Johannesburgo le<br />

tocaba, que entraría en el segundo tiempo<br />

contra Ghana. El partido iba 1-1, ni cerca<br />

estaba Luis Suárez de sacar con la mano<br />

aquella pelota de gol de los africanos,<br />

tampoco Asamoah Gyan de estrellarla en el<br />

penal contra el palo; y menos aún Sebastián<br />

Abreu de picarla. De hecho, el Loco estaba<br />

sentado a su lado, tan ansioso como él por<br />

jugar aunque fuera un rato. En el minuto<br />

75, Tabárez le dio la chance al 13, el más<br />

experimentado.<br />

El que la mira desde ese asiento duda<br />

y se reprocha. Aunque esta vez Papelito<br />

–ahora le gusta el apodo que le adjudicó<br />

el relator argentino Walter Nelson– estaba<br />

más furioso que otra cosa. Es calentón de<br />

chiquito, admite. Igual, como la procesión<br />

va por dentro y como el tiempo lo ayudó a<br />

controlar las emociones, se tragó la bronca.<br />

“Pensaba que tenía que entrar yo, pero la<br />

verdad es que el Maestro tenía razón, nadie<br />

más que vos podía hacer eso, yo seguro que<br />

no podía”, le dijo a Abreu en la sobremesa<br />

de la cena post-hazaña.<br />

¿Al final lo alivió que no lo hubiera<br />

puesto el técnico?<br />

No me alivió. Pero fue el Loco quien entró<br />

e hizo algo histórico para la selección. Ese<br />

quinto penal era sólo para él.<br />

¿Le hubieran temblado las piernas?<br />

Seguro, pero a él también le deben de<br />

haber temblado.<br />

Aquella proeza en Sudáfrica la vivió desde<br />

afuera de la cancha. “Aprendés a perderle<br />

el miedo, a convivir con el hecho de que<br />

en un equipo son 25 o 30 y sólo juegan<br />

11”. Tal vez algo similar a lo que sucede<br />

en una convivencia de cinco hermanos,<br />

sobre todo si sos el tercer varón y estás<br />

bien en el medio.<br />

Se crió en una calle cerrada de Punta<br />

Gorda con más libertad de la que pueden<br />

tener hoy sus tres hijos en Pocitos. La<br />

mamá –Mariela– era azafata de Pluna, “me<br />

acuerdo que traía a casa las bandejas de<br />

comida de los vuelos”. Pero renunció para<br />

cuidar a la prole; papá Antonio –Noni–<br />

“Hay muchos muchachos<br />

a quienes se les termina<br />

el fútbol de un día para el<br />

otro y están viviendo al<br />

día, entonces tienen que<br />

salir a trabajar. Salís con<br />

31 años, como yo, te piden<br />

el CV y decís que jugaste<br />

en Miramar, Defensor<br />

y Nacional. ‘¿Y dónde<br />

trabajaste ocho horas?’.<br />

La realidad de los que<br />

hicieron mucha plata o<br />

tuvieron más suerte la<br />

sabemos todos, pero esa<br />

otra realidad también es<br />

parte del fútbol; y es la<br />

del 95 por ciento de los<br />

jugadores”.<br />

pasaba tres o cuatro días a la semana fuera<br />

de Montevideo trabajando en el campo.<br />

“Mi vieja estaba en todas”, recuerda.<br />

Una foto que muestra a Sebastián<br />

anticipándose a soplar las velitas en el<br />

cumpleaños número cuatro de un amiguito<br />

de la Scuola Italiana, donde estudió desde<br />

los tres años hasta terminar el liceo, predijo<br />

su destino. Y no le quedó otra que empezar<br />

baby fútbol en el Carrasco Lawn Tennis.<br />

Probó con la raqueta un rato –deporte que<br />

hay, deporte que juega–, pero cuando tenía<br />

edad para arrancar a competir, la guardó.<br />

El fútbol le gustaba, sí, había jugado<br />

hasta en la selección del Lawn que se mide<br />

en la Liga Universitaria e incluso había<br />

quedado fichado en Miramar Misiones.<br />

Sin embargo, su plan A era convertirse en<br />

profesor de educación física. Un revés no<br />

calculado en el examen de ingreso del ISEF<br />

terminó sentándolo en una silla de Ciencias<br />

Políticas por un año. Ni él sabe por qué.<br />

“Son cosas que hacés a los 17 años”.<br />

El más grande del clan Fernández vio<br />

en el deporte más popular una profesión<br />

para su hermano, algo de lo que al propio<br />

Sebastián le costaba percatarse. Le insistió<br />

tanto que siguió con los dos proyectos,<br />

tarde o temprano alguno terminaría<br />

imponiéndose; y a esta altura ya todos<br />

sabemos cuál fue.<br />

¿Terminó el ISEF?<br />

No. Fui tres años, que no es lo mismo<br />

que estudiar tres años. Tenía asistencia<br />

obligatoria a todas las materias; ya había<br />

empezado a jugar en el fútbol profesional y<br />

no fui capaz de congeniar las dos cosas. La<br />

verdad es que sólo me dejó amigos. No me<br />

gustó el trato que tuvieron los profesores<br />

conmigo. No me ayudaron en nada; es más,<br />

me la complicaron bastante.<br />

¿Por ser jugador de fútbol?<br />

Sí. La visión de la gente con respecto al<br />

jugador de fútbol cambió mucho después<br />

del Mundial de Sudáfrica. Se valorizó<br />

esta carrera, ganó prestigio; pero a mí me<br />

tocó empezar antes. Cuando contaba que<br />

jugaba en la tercera división de Miramar<br />

me decían que estaba perdiendo el tiempo.<br />

“Dejá eso, no vas a llegar a ningún lado, te<br />

estás equivocando”. Capaz que tenían razón<br />

porque si me iba mal eran años perdidos,<br />

pero en esa época lo sufrí bastante.<br />

12 13<br />

Foto: Andrés Cribari

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