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INDAP - MINISTERIO DE AGRICULTURA<br />

LOS MARCHANTES DE GUAÑACAGUA<br />

Daniela Andrea Leppe Nina (12 años)<br />

Escuela E-15 Ricardo Silva Arriagada<br />

Arica<br />

Soy Juliana, pero me dicen Juli. Tengo 12 años… bueno, los acabo de<br />

cumplir. Esta es la parte donde yo les debería contar una historia,<br />

pero primero vamos por el comienzo.<br />

Estaba con mi madre, que estaba haciendo el aseo. Le fui a ayudar,<br />

pero había un silencio incómodo, así que decidí preguntarle:<br />

—Mamá, ¿por qué no vamos a la casa de mi abuelito?<br />

—Mmm… No es mala idea, pero primero terminaré de barrer y vamos<br />

—me dijo. Cuando terminó, nos fuimos a la casa de mi abuelito.<br />

Al llegar, vi a mi abuelito casi dormido.<br />

—Abuelito, ¿está despierto? —le dije, interrumpiéndolo en su<br />

descanso.<br />

—Hola, Juli. ¿Cómo estás? Y sí… estoy despierto —dijo mi abuelito, un<br />

poco cansado.<br />

—Estoy bien. Mi mamá está conversando con mi tía —le dije—.<br />

Abuelito, ¿me cuentas una historia? Para que se te quite el sueño.<br />

«Está bien, aunque de todos modos no tenía tanto sueño —dijo mi<br />

abuelito—. Hace tiempo atrás, Guañacagua era un pueblo donde la<br />

gente producía fruta como el membrillo, la uva y el vino pintatani,<br />

que se hace de esta. Para poder comer, secábamos nuestra fruta y<br />

esperábamos que llegaran los marchantes que venían desde Bolivia.<br />

Así, les cambiábamos la fruta seca que nosotros teníamos por el<br />

arroz, el azúcar, el queso y la carne que ellos nos traían. Todos esos<br />

productos venían en llamos, eran como 40 o 50. Cuando no venían los<br />

marchantes estábamos obligados a llevar nuestra fruta seca hacia<br />

Arica en mulares, para venderla o intercambiarla por mercadería que<br />

llevábamos de vuelta a nuestro pueblo de Guañacagua.<br />

»Ahora, con la tecnología, llegó el vehículo a todos los pueblos y<br />

también a nuestro Guañacagua. Con la llegada de estos vehículos, ya<br />

nunca más bajaron los marchantes a intercambiar sus productos por<br />

nuestras frutas secas. Así se fue alejando toda la gente de mi pueblo<br />

hacia la ciudad, a buscar nuevas expectativas de trabajo».<br />

Cuando contó esta historia mi abuelito, me puse triste porque yo<br />

también me iré a la ciudad a estudiar para ser una profesional. Pero<br />

nunca olvidaré mi pueblo de Guañacagua ni esta historia que me<br />

contó mi abuelito.<br />

Primer lugar regional, Región de Arica y Parinacota del concurso “Historias de<br />

Nuestra Tierra” Fucoa 2015, Categoría “Me lo Contó mi abuelito”.

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