¿Qué hace una navidad feliz?
semanario703
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6 | DURANGO, DGO. DOMINGO 25 DE DICIEMBRE DE 2016<br />
Ciudadanizar la<br />
política, la solución<br />
Bonifacio Herrera Rivera<br />
El descredito en que está sumida la partidocracia<br />
ha arrastrado consigo al noble<br />
e indispensable ejercicio de la política.<br />
No con poca razón los ciudadanos se han<br />
alejado de los políticos y de participar en<br />
los partidos políticos, cuando de manera<br />
constante se les acredita a estos actores de<br />
la vida social, conductas reprobables en el<br />
ejercicio de sus funciones; colusión y contubernio<br />
entre el poder político y el económico,<br />
conflictos de interés para favorecer a<br />
sus cercanos, despilfarro y saqueo del erario<br />
público.<br />
Si tomamos como referencia que la llegada<br />
de la alternancia en el ejercicio del<br />
poder ejecutivo federal en el año 2000,<br />
es el punto de partida para el surgimiento<br />
real de un sistema de partidos, podemos<br />
decir que la democracia mexicana es relativamente<br />
joven en esta forma de organización.<br />
Antes de este año se contaba con<br />
dos partidos de oposición con presencia en<br />
la mayor parte de república, uno con 61<br />
años de existencia y el otro con apenas 12<br />
años de formación, en tanto que el denominado<br />
“Partido” en el poder con más de<br />
70 años de existencia formal, nunca llegó<br />
a acreditar las características mínimas para<br />
ser considerado como tal.<br />
A penas iniciando el proceso de consolidación<br />
de la vida de los partidos en nuestro<br />
país, pareciera que también arranca su<br />
descredito y alejamiento de los ciudadanos,<br />
quienes se ven menos representados por estas<br />
instituciones políticas al comprobar que<br />
sus mecanismos y procedimientos para integrarse<br />
son complicados o prácticamente<br />
cerrados. El comportamiento electoral de<br />
los partidos decepciona por diversas causas:<br />
uno por clientelares y fraudulentos, otros timoratos<br />
o por violentos. El ejercicio de la<br />
función pública plagada de malas decisiones<br />
y corrupción contribuyen al desprecio de los<br />
ciudadanos por la política.<br />
La búsqueda de otros espacios y esquemas<br />
de participación han llevado a los ciudadanos<br />
a emprender <strong>una</strong> lucha que no lleva más<br />
de 10 años en nuestro país, que permitió<br />
quitar el monopolio de la participación electoral<br />
a los políticos. La cerrazón inicial que<br />
éstos mostraron en el campo legislativo, motivó<br />
incluso que algunos activistas por lograr<br />
la aprobación de las candidaturas ciudadanas<br />
acudieran a organismos internacionales<br />
de protección de derechos.<br />
Ahora ya contamos en la legislación electoral<br />
tanto federal como en los estados, con<br />
la posibilidad de que los ciudadanos participen<br />
en las contiendas electorales para acceder<br />
a funciones legislativas o ejecutivas. La<br />
incursión de los ciudadanos sin partidos a<br />
la política electoral permitió que tengamos<br />
uno de los principales estados como lo es<br />
Nuevo León donde llegó a la gubernatura<br />
un priista por medio de <strong>una</strong> candidatura<br />
ciudadana, y que en el municipio de Morelia,<br />
Michoacán, sea presidente municipal un<br />
panista que igualmente fue postulado como<br />
candidato ciudadano.<br />
Las candidaturas de los ciudadanos sin<br />
partido o independientes, se presentó como<br />
un rechazo a los partidos políticos y al incumpliendo<br />
de sus candidatos que se convertían<br />
en servidores públicos. Ser “ciudadano”<br />
o “independiente” blindaba para no ser<br />
considerado dentro del montón de políticos<br />
corruptos, acreditaba confiabilidad, responsabilidad,<br />
transparencia, independencia.<br />
Llevar a un ciudadano sin partido a <strong>una</strong><br />
responsabilidad de representación o a la administración<br />
pública, indicaba que tomaría<br />
decisiones en favor de los ciudadanos y<br />
no de las cúpulas partidistas. En el caso de<br />
los legisladores independientes todo parece<br />
indicar que tanto su conducta como sus<br />
votaciones así lo acreditan, sin embargo,<br />
en el caso de quienes están al frente de <strong>una</strong><br />
administración pública el desencanto no ha<br />
tardado en llegar.<br />
El proceso por consolidar la participación<br />
de los ciudadanos independientes aún está<br />
por construirse, pues subsisten barreras y<br />
disposiciones inequitativas que dificultan el<br />
acceso a los procesos electores. Sin embargo,<br />
cada vez es más difícil que los “ciudadanos<br />
sin partido” sean considerados la salvación<br />
de nuestro sistema político. Solo la partición<br />
amplia y cada vez más ilustrada de los ciudadanos<br />
sin adjetivos, en la política en el amplio<br />
sentido de la palabra es la que logrará<br />
que se cumpla con el objetivo de procurar<br />
el bien común.