¿Qué hace una navidad feliz?
semanario703
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DURANGO, DGO., DOMINGO 25 DE DICIEMBRE DE 2016 | 7<br />
Episcopeo<br />
El Emmanuel<br />
Hoy, en la primera lectura de la Misa de<br />
Medianoche, leemos del profeta Isaías (9,<br />
1-6): “nos ha sido dado un hijo”; lectura que<br />
es <strong>una</strong> pequeña suma teológica. Después de<br />
<strong>hace</strong>r aludido a la triste situación del pueblo<br />
en el exilio, Isaías presenta la salvación en su<br />
aspecto de luz, gozo y liberación; y completa<br />
su canto, describiendo al Libertador. Los<br />
dos últimos versos son un denso resumen<br />
de títulos: al Niño que nos ha nacido, se le<br />
atribuyen todas las virtudes de los héroes de<br />
Israel: la sabiduría de Salomón, la bravura<br />
de David, la piedad de Moisés y de los Patriarcas.<br />
Emmanuel, es palabra hebrea que<br />
significa, “Dios con nosotros”; es el nombre<br />
del niño (Isaías 7,14) anunciado al rey Acaz.<br />
Los Padres de la Iglesia y la mayor parte de<br />
los exégetas, viendo en este niño al Mesías<br />
futuro, le aplicaron el título de Emmanuel:<br />
Él es el verdadero Emmanuel.<br />
La señal de Dios, es la jovencita embarazada<br />
que da a luz en medio de <strong>una</strong> ciudad<br />
amenazada por la guerra: El rey está<br />
preparando la defensa de la ciudad ante el<br />
riesgo de un ataque enemigo y viene el profeta<br />
Isaías para ofrecerle un signo de parte<br />
de Dios; pero el rey lo rechaza y entonces el<br />
profeta insiste: “Yahvé por su cuenta te dará<br />
<strong>una</strong> señal: la Joven está encinta y dará a luz<br />
un niño y le pondrás por nombre Emmanuel:<br />
(Is 7, 11-14). Esta escena hacia el año<br />
733 a C. puso a temblar a Acaz; pero, este<br />
era un rey decidido que se puso a preparar<br />
la defensa de la ciudad: inspecciona la provisión<br />
de agua, se prepara para el asedio; había<br />
profetas que ayudaban en la guerra, descubriendo<br />
en ella la presencia de Dios.<br />
Pero Isaías es distinto, no cree en las armas,<br />
no apela a la violencia sino a la fe;<br />
acompañado de su hijo Sear-Yasub (que<br />
significa “Un resto volverá”), se presenta al<br />
rey, y le dice: “mantén la calma, no temas<br />
ni desmayes” (Is 7,4). La fe es garantía de<br />
vida; la falta de fe es signo y principio de<br />
muerte (Is 7,9). Isaías sabe que la paz no se<br />
consigue a través de la victoria armada, que<br />
la victoria no se logra con espadas y carros<br />
militares (Is 2, 2-4). Por eso, ofrece al rey y<br />
al pueblo <strong>una</strong> señal distinta de presencia de<br />
Dios: <strong>una</strong> joven embarazada, que dará a luz<br />
un niño y le llamará “Dios con nosotros”.<br />
Ésta es la señal de la mujer, del amor que se<br />
convierte en manantial de vida; frente a la<br />
potencia guerrera de los varones orgullosos<br />
que son signos de falta de fe, Dios ofrece la<br />
garantía de su vida y amor a través de <strong>una</strong><br />
mujer que da a luz y educa a un niño para la<br />
paz, Dios con nosotros.<br />
Esta es la señal del niño: del Dios que se<br />
<strong>hace</strong> niño, en medio de las luchas de la tierra;<br />
éste es el Dios que no domina, no lucha,<br />
no se impone, sin embargo, mantiene su<br />
palabra e instaura la paz sobre la tierra. De<br />
<strong>una</strong> manera lógica, la tradición evangélica<br />
dirá que este signo se ha cumplido en María<br />
y Jesús, el Mesías de la paz (Mt 1,18-25).<br />
Lógicamente, el profeta no dice, ni puede<br />
decir, quién es el varón que engendra a ese<br />
Hijo, que cumplirá funciones mesiánicas,<br />
como representante y salvador de Dios, en<br />
medio de <strong>una</strong> tierra torturada por la guerra.<br />
El profeta Isaías, nos levanta de nivel, más<br />
allá de la imagen y figura del padre humano,<br />
llevándonos a la experiencia originaria<br />
del Dios que aparece como auténtico Padre<br />
de toda la humanidad. Situándonos ante un<br />
Dios que quiere expresar su potencia salvadora<br />
en medio de un mundo de muerte<br />
(guerra de pueblos), suscitando a un Niño<br />
Salvador, que es Hijo suyo, un Niño amenazado,<br />
en medio de la guerra. La madre aparece<br />
simplemente como <strong>una</strong> doncella, <strong>una</strong><br />
virgen. Así puede presentarse como signo de<br />
toda la humanidad, compuesta de varones y<br />
mujeres, que acoge la promesa y la salvación<br />
de Dios, en medio de <strong>una</strong> vida frágil pero<br />
llena de esperanza.<br />
“Porque, un niño nos ha nacido, un Hijo<br />
se nos ha dado. Lleva en su hombro el Principado,<br />
y su nombre es: maravilla de Consejero,<br />
Dios fuerte, Padre perpetuo, Príncipe<br />
de la paz, para dilatar el Principado con <strong>una</strong><br />
paz sin límites, sobre el trono de David y<br />
sobre su reino” (Is. 9,4-6). Este pasaje recoge<br />
la tradición del Niño Divino, presencia de<br />
Dios y palabra de reconciliación, entendido<br />
como fuente de paz en medio de la guerra.<br />
En este Niño se recrean y transforman las<br />
más hondas esperanzas judías y humanas.<br />
Nuestro mensaje de Navidad, lleva pues en<br />
la fragilidad del Niño los títulos de Consejero<br />
sabio, Dios fuerte, Padre perpetuo y Príncipe<br />
de la paz.<br />
Todo esto, me <strong>hace</strong> vibrar recordando que<br />
cuando regresé de Roma, después de haber<br />
estudiado Teología e Historia de la Iglesia<br />
en la Universidad Gregoriana, el Sr. Arzobispo<br />
D. Antonio López Aviña me dio <strong>una</strong>s<br />
breves vacaciones con mi familia. Entonces<br />
mis papás, me llevaron a dar gracias al Santo<br />
Niño de Plateros. Los tres entramos de rodillas,<br />
cantando con los fieles: “De rodillas<br />
entremos hermanos, al Santuario del Dios<br />
de Israel y cantando con lágrimas tiernas<br />
adoremos al Niño Emmanuel…..”<br />
Héctor González Martínez;<br />
Obispo Emérito