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segundo-libro-cincuenta-sombras-oscuras

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—Oh, Anastasia, ya encontraremos el modo de apagar el fuego —dice con<br />

una sonrisa libidinosa.<br />

Furiosa, me concentro en mi lubina, mientras la diosa que llevo dentro<br />

entorna taimadamente los ojos, cavilando. Nosotras también podemos jugar a este<br />

juego. Aprendí las reglas durante la comida en el Heathman. Me como un pedazo de<br />

lubina. Está deliciosa, se deshace en la boca. Cierro los ojos y la saboreo. Cuando los<br />

abro, empiezo a seducir a Christian Grey. Me subo la falda muy despacio, y enseño<br />

más los muslos.<br />

Él se detiene un momento, dejando el tenedor con el pescado suspendido en<br />

el aire.<br />

Tócame.<br />

Después, sigue comiendo. Yo cojo otro trocito de lubina, sin hacerle caso.<br />

Entonces dejo el cuchillo, me paso los dedos por detrás de la parte baja del muslo, y<br />

me doy golpecitos en la piel con la yema. Es perturbador incluso para mí, sobre todo<br />

porque me muero porque me toque. Christian vuelve a quedarse muy quieto.<br />

—Sé lo que estás haciendo —dice en voz baja y ronca.<br />

—Ya sé que lo sabe, señor Grey —replico suavemente—. De eso se trata.<br />

Cojo un espárrago, le miro de soslayo por debajo de las pestañas, y luego<br />

lo mojo en la salsa holandesa, haciendo girar la punta una y otra vez.<br />

—No crea que me está devolviendo la pelota, señorita Steele.<br />

Sonriendo, alarga una mano y me quita el espárrago… y es asombrosamente<br />

irritante, porque consigue hacerlo sin tocarme. No, esto no va bien: este no era el plan.<br />

¡Agh!<br />

—Abre la boca —ordena.<br />

Estoy perdiendo esta batalla de voluntades. Vuelvo a levantar la vista hacia<br />

él, y sus ojos grises arden. Entreabro ligeramente los labios, y me paso la lengua por el<br />

superior. Christian sonríe y su mirada se oscurece aún más.<br />

—Más —musita, y también entreabre los suyos para que pueda verle la<br />

lengua. Ahogo un gemido, me muerdo el labio inferior, y luego hago lo que me dice.<br />

Él inspira con fuerza; puedo oírle… no es tan inmune. Bien, empiezo a<br />

ganar terreno.<br />

Sin dejar de mirarle a los ojos, me meto el espárrago en la boca y chupo…<br />

despacio… delicadamente la punta. La salsa holandesa está deliciosa. Doy un<br />

mordisco, emitiendo un suave y placentero gemido.<br />

Christian cierra los ojos. ¡Sí! Cuando los vuelve a abrir tiene las pupilas<br />

dilatadas, y eso tiene un efecto inmediato en mí. Gimo y alargo la mano para tocarle el<br />

muslo. Y, para mi sorpresa, me agarra de la muñeca.<br />

—Ah, no. No haga eso, señorita Steele —murmura bajito.<br />

Se lleva mi mano a la boca y me acaricia delicadamente los nudillos con<br />

los labios, y yo me retuerzo de placer. ¡Por fin! Más, por favor.

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